Este informe de Enver Hoxha, presentado ante el XVIIIº Pleno del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania el 14 de octubre de 1966, fue examinado por el Comité Central y puso las bases del Informe del Vº Congreso del Partido del Trabajo de Albania de ese año. También fue incluida en la obra publicada en 1979: «Reflexiones sobre China».
Enver Hoxha elaboro dicho informe con enorme urgencia en el que examinaría los últimos acontecimientos que se sucedían en China; no obstante, se puede apreciar en el transcurso del mismo, que el albanés se muestra cuidadoso en el abordaje de la por entonces actual «revolución cultural proletaria» china, y admite que es debido a que los revisionistas chinos no estaban proveyendo de suficiente información que permitiera sacar conclusiones en un periodo tan temprano; de hecho, pone de preaviso al respecto a los camaradas que estaban leyendo el informe; aunque sin duda, y pese a ello, «refresca la memoria» con los irrefutables hechos que mostraban y demostraban el oportunismo chino previo a la cacareada «revolución cultural proletaria» de 1966.
El objetivo del documento en si era demostrar que las «nuevas desviaciones» que se estaban dando en la «revolución cultural proletaria», tales como: 1) la débil lucha contra el titoismo y el jruschovismo; 2) el culto religioso a Mao Zedong oficializado desde el VIIº Congreso del Partido Comunista de China de 1945; 3) el concepto de unión y concesión de puestos a conocidos desviacionistas en el partido; 4) el considerar como parte del «pueblo» y limitar dentro de las «contradicción no antagónica» a la burguesía nacional; 5) la negación del papel de la clase obrera en el partido; (6) el estado paralizado de la vida de partido sin celebraciones de plenos o congresos. Y no se trataba de hechos casuales sino de una sucesión de las «viejas y profundas desviaciones».
Entre las «nuevas desviaciones» que se estaban produciendo durante la «revolución cultural proletaria» se encontraban: 1) el apoyo a regímenes revisionistas como el rumano basándose en la «especificidad»; 2) hacer tabla rasa con toda la cultura anterior al triunfo del Partido Comunista de China de 1949 y calificarla de reaccionaria; 3) el mantenimiento de los desviacionistas ampliamente denunciados dentro del Partido y el Estado, o su pronta rehabilitación; 4) el mantenimiento de las tesis económicas revisionistas que mantenían intacto el sistema económico capitalista, luego reflejadas en el «Manual de economía política de Shanghái» de 1974; 5) la promoción de las capas del estudiantado como vanguardia de la revolución; 6) la vociferación de que las masas «se deben liberar ellas solas», incluso por encima del partido y sus miembros. Por supuesto había muchas otras.
Este es por tanto un documento que muestra la denuncia del revisionismo chino realizada por el Partido del Trabajo de Albania. Sumado a otros como: «Nada puede ser resuelto correctamente sin el partido» del 23 de octubre de 1966, «La anarquía no se puede combatir con la anarquía» del 28 de abril de 1967, etc., que en conjunto conforman críticas tempranas a la «revolución cultural proletaria» china y sus desviaciones.
Pero como decíamos en otros documentos, los marxista-leninistas albaneses cuando escribían estas críticas no estaban seguros del cariz revisionista de los chinos, y de hecho guardaban cierta esperanza de que los revisionistas chinos se redimieran del camino incorrecto; por ello, si queremos ver las conclusiones finales de los albaneses al respecto de la pseudorevolución cultural proletaria de 1966, debemos de echar un ojo al documento «El imperialismo y la revolución» de 1978, donde ya con suficiente información, y más tiempo para reflexiones, se esgrimen conclusiones más sólidas; en el Enver Hoxha sentencia con toda razón que: «el curso de los acontecimientos demostró que la gran revolución cultural proletaria no era ni revolución, ni grande, ni cultural y, sobre todo, que no era en absoluto proletaria».
El documento:
«Quiero, camaradas, expresar algunas opiniones previas acerca de la «revolución cultural proletaria» que se está desarrollando en China durante estos meses. Digo opiniones previas, porque esta revolución es un problema grande y serio, que exige de nosotros una mayor profundización, análisis más detallados basados en hechos más completos, en lo posible pidiendo aclaraciones a los camaradas chinos y todo esto analizarlo atentamente bajo el prisma del marxismo-leninismo. Muchas cosas no las tenemos claras, podemos hacer y hacemos suposiciones, pero no pasan de ser suposiciones, que deben ser confirmadas por los hechos, por la vida.
Pero a pesar de no contar con muchos datos, el Comité Central debe juzgar a partir de los que disponemos y formarse una opinión interna más o menos clara. No se descarta la posibilidad de que en algunos juicios o definiciones no seamos muy precisos debido, a las razones arriba mencionadas. Pero el primer análisis previo y breve –porque en esta reunión del Pleno del Comité Central este problema no está en el orden del día– y las críticas que podemos hacer a los principios y a las formas de esta revolución china, son movidos por buenos fines camaraderiles, por los correctos principios marxista-leninistas, por la necesidad urgente, por el imperativo de la unidad marxista-leninista entre nuestros dos partidos y por las repercusiones que puede tener esta, revolución en el Movimiento Comunista Internacional.
Enver Hoxha elaboro dicho informe con enorme urgencia en el que examinaría los últimos acontecimientos que se sucedían en China; no obstante, se puede apreciar en el transcurso del mismo, que el albanés se muestra cuidadoso en el abordaje de la por entonces actual «revolución cultural proletaria» china, y admite que es debido a que los revisionistas chinos no estaban proveyendo de suficiente información que permitiera sacar conclusiones en un periodo tan temprano; de hecho, pone de preaviso al respecto a los camaradas que estaban leyendo el informe; aunque sin duda, y pese a ello, «refresca la memoria» con los irrefutables hechos que mostraban y demostraban el oportunismo chino previo a la cacareada «revolución cultural proletaria» de 1966.
El objetivo del documento en si era demostrar que las «nuevas desviaciones» que se estaban dando en la «revolución cultural proletaria», tales como: 1) la débil lucha contra el titoismo y el jruschovismo; 2) el culto religioso a Mao Zedong oficializado desde el VIIº Congreso del Partido Comunista de China de 1945; 3) el concepto de unión y concesión de puestos a conocidos desviacionistas en el partido; 4) el considerar como parte del «pueblo» y limitar dentro de las «contradicción no antagónica» a la burguesía nacional; 5) la negación del papel de la clase obrera en el partido; (6) el estado paralizado de la vida de partido sin celebraciones de plenos o congresos. Y no se trataba de hechos casuales sino de una sucesión de las «viejas y profundas desviaciones».
Entre las «nuevas desviaciones» que se estaban produciendo durante la «revolución cultural proletaria» se encontraban: 1) el apoyo a regímenes revisionistas como el rumano basándose en la «especificidad»; 2) hacer tabla rasa con toda la cultura anterior al triunfo del Partido Comunista de China de 1949 y calificarla de reaccionaria; 3) el mantenimiento de los desviacionistas ampliamente denunciados dentro del Partido y el Estado, o su pronta rehabilitación; 4) el mantenimiento de las tesis económicas revisionistas que mantenían intacto el sistema económico capitalista, luego reflejadas en el «Manual de economía política de Shanghái» de 1974; 5) la promoción de las capas del estudiantado como vanguardia de la revolución; 6) la vociferación de que las masas «se deben liberar ellas solas», incluso por encima del partido y sus miembros. Por supuesto había muchas otras.
Este es por tanto un documento que muestra la denuncia del revisionismo chino realizada por el Partido del Trabajo de Albania. Sumado a otros como: «Nada puede ser resuelto correctamente sin el partido» del 23 de octubre de 1966, «La anarquía no se puede combatir con la anarquía» del 28 de abril de 1967, etc., que en conjunto conforman críticas tempranas a la «revolución cultural proletaria» china y sus desviaciones.
Pero como decíamos en otros documentos, los marxista-leninistas albaneses cuando escribían estas críticas no estaban seguros del cariz revisionista de los chinos, y de hecho guardaban cierta esperanza de que los revisionistas chinos se redimieran del camino incorrecto; por ello, si queremos ver las conclusiones finales de los albaneses al respecto de la pseudorevolución cultural proletaria de 1966, debemos de echar un ojo al documento «El imperialismo y la revolución» de 1978, donde ya con suficiente información, y más tiempo para reflexiones, se esgrimen conclusiones más sólidas; en el Enver Hoxha sentencia con toda razón que: «el curso de los acontecimientos demostró que la gran revolución cultural proletaria no era ni revolución, ni grande, ni cultural y, sobre todo, que no era en absoluto proletaria».
El documento:
«Quiero, camaradas, expresar algunas opiniones previas acerca de la «revolución cultural proletaria» que se está desarrollando en China durante estos meses. Digo opiniones previas, porque esta revolución es un problema grande y serio, que exige de nosotros una mayor profundización, análisis más detallados basados en hechos más completos, en lo posible pidiendo aclaraciones a los camaradas chinos y todo esto analizarlo atentamente bajo el prisma del marxismo-leninismo. Muchas cosas no las tenemos claras, podemos hacer y hacemos suposiciones, pero no pasan de ser suposiciones, que deben ser confirmadas por los hechos, por la vida.
Pero a pesar de no contar con muchos datos, el Comité Central debe juzgar a partir de los que disponemos y formarse una opinión interna más o menos clara. No se descarta la posibilidad de que en algunos juicios o definiciones no seamos muy precisos debido, a las razones arriba mencionadas. Pero el primer análisis previo y breve –porque en esta reunión del Pleno del Comité Central este problema no está en el orden del día– y las críticas que podemos hacer a los principios y a las formas de esta revolución china, son movidos por buenos fines camaraderiles, por los correctos principios marxista-leninistas, por la necesidad urgente, por el imperativo de la unidad marxista-leninista entre nuestros dos partidos y por las repercusiones que puede tener esta, revolución en el Movimiento Comunista Internacional.