«Con la muerte de Txomin Iturbe Abasolo, considerado máximo dirigente de ETA (militar), se ha vuelto a poner de actualidad, por enésima vez, la especulación sobre las dos supuestas tendencias presentes en dicha organización: la nacionalista y la marxista-leninista.
La primera, a la que pertenecería el fallecido, estaría más inclinada al diálogo y a la negociación y en la segunda estarían los «más malos», los que sólo desearían seguir pegando tiros.
De entrada, el planteamiento es claramente manipulador al querer situar a los presuntos marxista-leninistas como fanáticos amigos del gatillo y de la goma-2 y, de paso, descalificar la ideología de la clase obrera.
Pero las cosas no son así. Por supuesto que en Euskadi Ta Askatasuna (ETA) puede haber diversos matices y tendencias; de hecho, su historial de escisiones así lo demuestra, pero decir que entre esas tendencias existe la marxista-leninista es francamente excesivo.
Está claro que desde su V Asamblea –diciembre de 1966-marzo de 1967– la organización fue haciéndose, de manera confusa y francamente mal digeridas, con algunas tesis marxistas y con un vocabulario tomado de prestado de las mismas. Posteriormente, ya bajo la monarquía, tanto ETA como Herri Batasuna (HB) y sobre todo Herri Alderdi Sozialista Iraultzailea (HASI), han cultivado un discurso que, siendo básicamente nacionalista, aparece entreverado de posiciones y argumentaciones en las que se mezclan de manera oportunista tesis socialdemócratas y tesis marxistas.
Pero insistimos, las ideas, la actividad y los objetivos de ETA y de las diversas organizaciones del bloque KAS o de HB, nunca han superado los rígidos y estrechos límites del nacionalismo, de la ideología nacionalista que les une, como un cordón umbilical, a las fuerzas más tradicionales, clericales y reaccionarias de la gran burguesía vasca, léase el Partido Nacionalista Vasco (PNV).
El propio «Argala» escribía en 1978 sobre la necesidad de arrebatar el poder «a la burguesía española y francesa», sin mencionar casualmente la vasca. En 1982 «Eraki», órgano de HASI afirmaba con claridad que «el objetivo último –de la unidad popular– es la independencia de Euskal Herria». No se trataba pues del socialismo, que es el objetivo de los marxista-leninistas. Y añadía, de manera idealista, que «partiendo del presupuesto mínimo de la lucha por la independencia, el resto vendrá por añadidura».
Más recientemente, el discurso de ETA se ha inclinado por hablar de autodeterminación, tomando el concepto del marxismo. Bien, en eso podemos estar de acuerdo. Los marxista-leninistas estamos por la autodeterminación de Euskadi desde mucho antes de la existencia de ETA. Pero mientras para el nacionalismo no hay otra salida a la autodeterminación que la separación y la independencia, los marxista-leninistas propugnamos la solución federativa y republicana como más conveniente a los intereses del proletariado de todo el Estado. Sin embargo, si el pueblo vasco opta por la independencia, respetaríamos tal decisión.
El nacionalismo de ETA no ve otra salida que la independencia a través del enfrentamiento entre pueblos; los marxista-leninistas nos atenemos a la autodeterminación.
De ahí que, pese a este supuesto punto en común del nacionalismo radical con el marxismo-leninismo –que desearíamos fuese realmente común–, las diversas organizaciones del KAS o HB, no hayan buscado nunca confluir con los marxista-leninistas, con nuestro partido, y sin embargo, no se cansen de tender puentes a la burguesía y gran burguesía industrial y financiera del PNV. Ejemplo reciente ha sido durante los pasado enero y febrero, ofreciendo a Arzallus y Garaikoetxea un «acuerdo de reconstrucción nacional».
En efecto, no hay tendencias marxista-leninistas en ETA por mucho que, en algunas declaraciones y artículos hablen de socialismo o marxismo.
La amalgama de vocabulario marxista con teología de la liberación, clericalismo, historicismo falsamente científico y conceptos étnicos de raíz racista son componentes claros de un nacionalismo exaltado no de marxismo-leninismo.
Mucho menos, además, si tenemos en cuenta que, para esta organización, socialismo es la URSS y los países bajo su órbita.
El II Congreso de HASI, en 1982, llegó incluso a afirmar que «hoy, la comunidad socialista, la forman la URSS, la RDA, Bulgaria, Checoslovaquia, Hungría, Rumanía, Polonia, Cuba, Laos, Mongolia y Vietnam».
Es decir, la comunidad de países revisionistas bajo control del socialimperialismo soviético y de las diversas burguesías burocráticas.
Pero una cosa es ser marxista-leninista y otra ser prosoviético. La diferencia es abismal. No luchamos contra la OTAN y el imperialismo yanqui para hacer el juego al Pacto de Varsovia y la URSS.
Sí estamos de acuerdo con Txomin cuando afirmaba que la «cuestión vasca es un problema político y no policial», y también pensamos, desde mucho antes de la muerte de Franco en 1975, que la ruptura con el franquismo es un problema clave todavía pendiente que impide todo tipo de soluciones favorables a los pueblos del Estado.
Pero mejor que cada cual se defina como lo que realmente es, y ETA es nacionalista, así nació y así permanece, pese al manejo teórico de algunas tesis y cierto vocabulario más o menos marxista». (Vanguardia Obrera, Nº 581, 1987)
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