Este breve artículo es aprovechable para constatar una vez más el eje de la teoría marxista sobre la tendencia en pugna de la humanidad; el capitalismo o el comunismo. Comentamos eso, ya que diferentes teorías burguesas han dividido los países del mundo según criterios, raciales, geográficos, o por el nivel de desarrollo, pero que no hablan del sistema de producción, ni tampoco por la clase dominante que rige en esos países; hablamos de teorías de división del mundo como: la «teoría de «los países no alineados», la «teoría de los tres mundos», la «teoría del desequilibrio entre Norte-Sur» –salidas del revisionismo maoísta, el revisionismo titoista, intelectuales burgueses–, etc. Veamos una crítica a una de estas teorías para que se comprenda mejor de que hablamos:
«En el esquema de los «tres mundos», la contradicción fundamental entre el proletariado y la burguesía no existe. Además, lo que salta a la vista en esta división del mundo, es la visión no clasista de lo que llaman «tercer mundo», el ignorar las clases y la lucha de clases, el tratar de manera global a los países que dicha teoría incluye en el mencionado mundo, a los regímenes que allí dominan y las diferentes fuerzas políticas que actúan en su interior. Ella ignora las contradicciones entre los pueblos oprimidos y las fuerzas reaccionarias y pro imperialistas de sus propios países». (Artículo publicado en «Zeri i Popullit»: Teoría y práctica de la revolución, 1977)
He ahí la importancia artículo del polaco Bolesław Bierut, que vuelve a dejar claro, que las tendencias en el mundo y sus integrantes sólo puede ser dos: «los que defienden el poder del pueblo, que quieren la felicidad y el éxito para el pueblo, los que son patriotas genuinos y quieren la prosperidad y la soberanía de su país, estos son los campeones de la paz, la democracia y el socialismo. Los que quieren las explotación y opresión de los trabajadores, el regreso de los terratenientes y capitalistas, quienes son los adoradores del dólar, y que a pesar de su fraseología nacionalista son los más puros cosmopolitas que están traicionando la independencia de sus países». Este análisis hecho tras la Segunda Guerra Mundial, se realiza, ajustando en su pluma los diferentes cambios sufridos en el panorama internacional, pero sin alterar la teoría marxista de división de los países ni de la contradicción general en el mundo; burguesía vs proletariado, este análisis pues, está en plena consonancia con lo anticipado por Lenin y Stalin sobre la deriva mundial:
«La lucha entre ambos campos constituye el eje de toda la vida de nuestra época. Caracteriza toda la política actual interior y exterior de los representantes del viejo y del nuevo mundo». (Stalin, Dos campos, 1919)
Esta división además: mundo capitalista y mundo socialista, quedará patente hasta resolución de esta contradicción, hasta el triunfo pleno del socialismo y el comunismo sobre el capitalismo.
Este artículo también destaca, por explicar la reconfiguración del mundo capitalista bajo el liderazgo de los Estados Unidos, y por el nivel excesivo de dependencia de sus aliados del mundo capitalista, pero eso –el emergimiento de un imperialismo sobre otros como superpotencia– ni las características especial de este caso, no indican como explicaron Lenin y Stalin en su día, que las contradicciones de los Estados Unidos con sus aliados se hayan relajado, ni que su ventaja sobre estos sea eterna, lo que no destacaría la caída y ascenso de otros u otros imperialismo dentro del mundo capitalista.
El documento:
«En el esquema de los «tres mundos», la contradicción fundamental entre el proletariado y la burguesía no existe. Además, lo que salta a la vista en esta división del mundo, es la visión no clasista de lo que llaman «tercer mundo», el ignorar las clases y la lucha de clases, el tratar de manera global a los países que dicha teoría incluye en el mencionado mundo, a los regímenes que allí dominan y las diferentes fuerzas políticas que actúan en su interior. Ella ignora las contradicciones entre los pueblos oprimidos y las fuerzas reaccionarias y pro imperialistas de sus propios países». (Artículo publicado en «Zeri i Popullit»: Teoría y práctica de la revolución, 1977)
He ahí la importancia artículo del polaco Bolesław Bierut, que vuelve a dejar claro, que las tendencias en el mundo y sus integrantes sólo puede ser dos: «los que defienden el poder del pueblo, que quieren la felicidad y el éxito para el pueblo, los que son patriotas genuinos y quieren la prosperidad y la soberanía de su país, estos son los campeones de la paz, la democracia y el socialismo. Los que quieren las explotación y opresión de los trabajadores, el regreso de los terratenientes y capitalistas, quienes son los adoradores del dólar, y que a pesar de su fraseología nacionalista son los más puros cosmopolitas que están traicionando la independencia de sus países». Este análisis hecho tras la Segunda Guerra Mundial, se realiza, ajustando en su pluma los diferentes cambios sufridos en el panorama internacional, pero sin alterar la teoría marxista de división de los países ni de la contradicción general en el mundo; burguesía vs proletariado, este análisis pues, está en plena consonancia con lo anticipado por Lenin y Stalin sobre la deriva mundial:
«La lucha entre ambos campos constituye el eje de toda la vida de nuestra época. Caracteriza toda la política actual interior y exterior de los representantes del viejo y del nuevo mundo». (Stalin, Dos campos, 1919)
Esta división además: mundo capitalista y mundo socialista, quedará patente hasta resolución de esta contradicción, hasta el triunfo pleno del socialismo y el comunismo sobre el capitalismo.
Este artículo también destaca, por explicar la reconfiguración del mundo capitalista bajo el liderazgo de los Estados Unidos, y por el nivel excesivo de dependencia de sus aliados del mundo capitalista, pero eso –el emergimiento de un imperialismo sobre otros como superpotencia– ni las características especial de este caso, no indican como explicaron Lenin y Stalin en su día, que las contradicciones de los Estados Unidos con sus aliados se hayan relajado, ni que su ventaja sobre estos sea eterna, lo que no destacaría la caída y ascenso de otros u otros imperialismo dentro del mundo capitalista.
El documento:
Retrato del marxista-leninista polaco Bolesław Bierut (1892-1956) |
Bolesław Bierut, Dos mundos, dos caminos, 1949
¿Cuáles son las razones ideológicas, políticas y económicas de las intrigas de los belicistas? ¿Cuál es la causa de los mortales y crecientes nerviosismos en la política de los Estados imperialistas?
No hay duda de que de todas las razones para este nerviosismo excepcional entre los políticos y diplomáticos imperialistas, es primeramente el crecimiento constante de las fuerzas del socialismo y la democracia popular, la creciente conciencia revolucionaria por parte de las personas que trabajan en la mayoría de los países, y la marcha hacia adelante del movimiento de liberación de los pueblos coloniales.
Tanto durante como después de la última guerra, los políticos capitalistas estaban bastante seguros de que la lucha había debilitado seriamente a la Unión Soviética, cuyo suelo aún está manchado con la sangre de sus hijos que murieron en la batalla contra el agresor, el país que no escatimó sacrificios para ayudar a la pueblos oprimidos. Pero resultó que los pueblos de la Unión Soviética que llevaron la carga inconmensurable de la guerra, desplegaron tanto en el frente y como detrás de las líneas, un heroísmo del que sólo las gentes de un país socialista son capaces. De hecho, lejos de debilitarse, las fuerzas productivas del pueblo soviético que en los planes quinquenales de preguerra se habían desarrollado a una velocidad que habían sorprendido al mundo entero se hicieron más fuerte durante la guerra debido a los esfuerzos y la capacidad creativa de la masas que estaban dispuestas a hacer cualquier sacrificio por la patria socialista.
El sistema socialista que había demostrado su superioridad en la construcción pacífica hizo visualizar una mayor superioridad tanto en tiempo de guerra como después. Como resultado, las fuerzas productivas de la Unión Soviética se están expandiendo a un ritmo mucho mayor que antes de la guerra, por lo tanto esto da al traste con las esperanzas y expectativas de los políticos imperialistas.
Los reaccionarios de los países capitalistas tenían la esperanza de que los partidos revolucionarios de la clase obrera –el Partido Comunista Francés, el Partido Comunista Italiano y otros– serían desangrados en la lucha contra los invasores fascistas, que todo el movimiento de la clase obrera en los países capitalistas se debilitaría, lo que permitiría a renegados y oportunistas hacerse con el control del la dirección de las organizaciones obreras. Pero resultó que la experiencia y la conciencia de clase revolucionaria del pueblo trabajador alcanzaron los niveles más altos debido al hecho de que durante los años sombríos de la ocupación las personas trabajadoras, encabezados por los partidos comunistas, con el apoyo de los socialistas de izquierda, habían soportado el peso principal de la lucha de liberación nacional.
En los países liberados por el ejército rojo soviético en donde ninguna intervención extranjera directa podría acudir en ayuda de los capitalistas y los terratenientes, el pueblo tomó el poder en sus propias manos y, en el marco de la democracia popular, tomaron el camino de la construcción socialista en tierras con una población total de 80 millones. En Francia, Italia y en varios otros países capitalistas el movimiento revolucionario de la clase obrera ha crecido enormemente.
No hay duda de que de todas las razones para este nerviosismo excepcional entre los políticos y diplomáticos imperialistas, es primeramente el crecimiento constante de las fuerzas del socialismo y la democracia popular, la creciente conciencia revolucionaria por parte de las personas que trabajan en la mayoría de los países, y la marcha hacia adelante del movimiento de liberación de los pueblos coloniales.
Tanto durante como después de la última guerra, los políticos capitalistas estaban bastante seguros de que la lucha había debilitado seriamente a la Unión Soviética, cuyo suelo aún está manchado con la sangre de sus hijos que murieron en la batalla contra el agresor, el país que no escatimó sacrificios para ayudar a la pueblos oprimidos. Pero resultó que los pueblos de la Unión Soviética que llevaron la carga inconmensurable de la guerra, desplegaron tanto en el frente y como detrás de las líneas, un heroísmo del que sólo las gentes de un país socialista son capaces. De hecho, lejos de debilitarse, las fuerzas productivas del pueblo soviético que en los planes quinquenales de preguerra se habían desarrollado a una velocidad que habían sorprendido al mundo entero se hicieron más fuerte durante la guerra debido a los esfuerzos y la capacidad creativa de la masas que estaban dispuestas a hacer cualquier sacrificio por la patria socialista.
El sistema socialista que había demostrado su superioridad en la construcción pacífica hizo visualizar una mayor superioridad tanto en tiempo de guerra como después. Como resultado, las fuerzas productivas de la Unión Soviética se están expandiendo a un ritmo mucho mayor que antes de la guerra, por lo tanto esto da al traste con las esperanzas y expectativas de los políticos imperialistas.
Los reaccionarios de los países capitalistas tenían la esperanza de que los partidos revolucionarios de la clase obrera –el Partido Comunista Francés, el Partido Comunista Italiano y otros– serían desangrados en la lucha contra los invasores fascistas, que todo el movimiento de la clase obrera en los países capitalistas se debilitaría, lo que permitiría a renegados y oportunistas hacerse con el control del la dirección de las organizaciones obreras. Pero resultó que la experiencia y la conciencia de clase revolucionaria del pueblo trabajador alcanzaron los niveles más altos debido al hecho de que durante los años sombríos de la ocupación las personas trabajadoras, encabezados por los partidos comunistas, con el apoyo de los socialistas de izquierda, habían soportado el peso principal de la lucha de liberación nacional.
En los países liberados por el ejército rojo soviético en donde ninguna intervención extranjera directa podría acudir en ayuda de los capitalistas y los terratenientes, el pueblo tomó el poder en sus propias manos y, en el marco de la democracia popular, tomaron el camino de la construcción socialista en tierras con una población total de 80 millones. En Francia, Italia y en varios otros países capitalistas el movimiento revolucionario de la clase obrera ha crecido enormemente.