«Primero, construir una estrategia en un dominio determinado supone adquirir conocimiento conceptual −por ejemplo, el significado de variables algebraicas, o la relación que se establece entre variables en una función lineal−, así como conocimiento procedimental −por ejemplo, qué pasos aplicar para solucionar un problema−. Así, en nuestro ejemplo, entender una relación funcional entre variables «X» e «Y» es ir más allá de aplicar mecánicamente una función algebraica, dando valores a «X» para obtener valores de «Y» acordes con la función.
Ambos tipos de conocimiento, conceptual y procedimental, se influyen recíprocamente. Así, cuando se produce un avance conceptual significativo a lo largo de los estadios −por ejemplo, darse cuenta de que el incremento de una unidad en «X» provoca un incremento de la unidad correspondiente en «Y»−, se origina una mejora en el procedimiento de solución. De forma recíproca, cuando los estudiantes avanzaban procedimentalmente −por ejemplo, pasaban de comparar un resultado en una variable «X» con el resultado final, a comparar cómo el resultado en «X» afectaba a «Y», y los cambios en «X» e «Y» afectaban al resultado final−, entonces se producía un avance conceptual. (…)
El hecho de que los estudiantes tuvieran que verbalizar lo que hacían y que el tutor ayudara al estudiante a reflexionar sobre lo que hacían y decían parece un elemento crucial en el avance estratégico. (…)
El aprendizaje de una estrategia se produce inicialmente de manera lenta mediante práctica y reflexión. En esos momentos hay avances conceptuales y procedimentales, tales como los que acabamos de explicar. Tras este aprendizaje inicial, progresar en el dominio de una habilidad requiere práctica abundante. Más aún, cuando se practica extensamente una habilidad con cientos o miles de horas de práctica se producen unos cambios cognitivos importantes. Esos cambios constituyen el paso de novatos, o aprendices iniciales, a expertos. El resultado final es lo que se conoce como conocimiento experto. Este cambio de novato a experto ocurre en cualquier habilidad, sean habilidades relativamente específicas, tales como solucionar problemas de ecuaciones, o más generales, tales como navegar por internet, escribir con coherencia, precisión y elegancia, o hablar en público con claridad y amenidad. Es decir, dado que aprender una habilidad requiere aprender a solucionar problemas o actuar eficazmente en un ámbito determinado, se puede afirmar, en términos generales, que cuanto más se practique, mayor es la probabilidad de alcanzar un alto nivel en esa habilidad, si bien matizaremos esta afirmación al final de esta sección. Un experto, por tanto, es alguien que ha alcanzado un buen dominio en las habilidades específicas de un campo o dominio determinado. En esta sección abordamos tres cuestiones, a saber, los cambios que se producen con el paso de novato a experto, los que se producen cuando se alcanza el nivel experto en una habilidad y el tipo de práctica realmente efectiva para alcanzar ese nivel.
El paso de novato a experto se puede dividir grosso modo en tres estadios −Anderson, 2015− El primero se denomina estadio cognitivo, En este estadio se desarrolla un conocimiento declarativo −por ejemplo, verbal− de las acciones que definen la habilidad. Por ejemplo, en el caso de navegar por internet, algunas de estas acciones serian generar términos de búsqueda, seleccionar los más adecuados, valorar la pertinencia del resultado de la búsqueda con diversos criterios −por ejemplo, pertinencia, relevancia, tamaño, etc.− y otras similares. Frecuentemente, un tutor personal −por ejemplo, un profesor− o virtual proporciona ese conocimiento, el cual es almacenado en la memoria a largo plazo como instrucciones verbales para, posteriormente, ser recuperado en los momentos iniciales de la ejecución de la habilidad. A continuación, entramos en el estadio asociativo. En este estadio ocurren dos fenómenos principales. Primero, los errores en la ejecución de la habilidad se van detectando y eliminando gradualmente. Segundo, se fortalece la conexión entre los elementos requeridos para una ejecución con éxito. El resultado en este estadio es aprender un procedimiento exitoso para ejecutar tareas representativas de la habilidad, aunque el conocimiento procedimental no reemplaza completamente al conocimiento declarativo. Así, normalmente las dos formas de conocimiento coexisten, aunque el conocimiento procedimental es el que gobierna la ejecución de la actividad. En último lugar entramos en el estadio autónomo. En esta fase, el procedimiento está cada vez más automatizado y se ejecuta con mayor rapidez. Habilidades complejas como conducir un coche o leer se desarrollan en la dirección de ser cada vez más automáticos y requerir cada vez menos recursos cognitivos. Otras habilidades como las que mencionamos al comienzo de la sección −por ejemplo, navegar por internet o escribir con coherencia, precisión y elegancia− no llegan a automatizarse. Estas habilidades requieren siempre la aplicación consciente de estrategias especificas −por ejemplo, planificar la información que se necesita buscar, o evaluar la pertinencia de la información que se va a buscar o plasmar en el escrito−, si bien hay componentes de la habilidad −por ejemplo, leer o escribir palabras− que se automatizan, liberando recursos cognitivos para las estrategias de alto nivel −por ejemplo, planificar o evaluar−. En todo caso, aun en estas habilidades que requieren componentes de alto nivel, en el estadio autónomo hay un avance notable en la rapidez y calidad con que se ejecuta la habilidad.
El progreso a través de estos tres estadios ha sido ampliamente estudiado en psicología en habilidades muy automatizables, como la lectura y, menos automatizables como la resolución de problemas de geometría y otros problemas matemáticos. El progreso sigue una curva exponencial típica, de forma que el tiempo empleado en ejecutar tareas representativas de una habilidad disminuye rápidamente durante los momentos iniciales de práctica, siendo las ganancias posteriores mucho más lentas y menores. Piense el lector, por ejemplo, en el progreso de los niños cuando comienzan a leer. Una vez que conocen las letras y han empezado a leer algunas palabras, en los primeros días, el tiempo requerido para leer una palabra puede ser de varios segundos, para reducirse en poco tiempo a muy pocos segundos, y más tarde ser inferior a un segundo. Reducir en fracciones de segundo el tiempo de lectura por palabra cuesta meses e incluso años.