«La experiencia internacional y de nuestro país muestra que las esperanzas de la burguesía y la reacción para la restauración del capitalismo no se basan solamente en los remanentes de las viejas clases explotadoras ni en los espías y agentes de la diversión pagados por los extranjeros. Sus esperanzas están basadas especialmente sobre otros enemigos del socialismo, que emergen de la propia sociedad socialista, en gente que está gravemente infectada por la supervivencia de viejas ideologías, en gente con tendencias individualistas y arribismo pronunciado, en gente corrompida por las influencias de la ideología burguesa y revisionista actual, en aquellos que ceden ante la presión de enemigos internos y externos, en aquellos que eventualmente se desvían de la revolución y degeneran en contrarrevolucionarios.
lunes, 23 de diciembre de 2019
Los factores que influyen en la posible restauración del capitalismo en una sociedad socialista...
«La experiencia internacional y de nuestro país muestra que las esperanzas de la burguesía y la reacción para la restauración del capitalismo no se basan solamente en los remanentes de las viejas clases explotadoras ni en los espías y agentes de la diversión pagados por los extranjeros. Sus esperanzas están basadas especialmente sobre otros enemigos del socialismo, que emergen de la propia sociedad socialista, en gente que está gravemente infectada por la supervivencia de viejas ideologías, en gente con tendencias individualistas y arribismo pronunciado, en gente corrompida por las influencias de la ideología burguesa y revisionista actual, en aquellos que ceden ante la presión de enemigos internos y externos, en aquellos que eventualmente se desvían de la revolución y degeneran en contrarrevolucionarios.
martes, 17 de diciembre de 2019
¿Rescate de las figuras progresistas o la rehabilitación de traidores?; Equipo de Bitácora (M-L), 2019
domingo, 15 de diciembre de 2019
Lenin en relación a las premisas de una insurrección victoriosa...
viernes, 13 de diciembre de 2019
Carta de Dimitrov a Stalin sobre los métodos y defectos en la Internacional Comunista
Marx hablando sobre el derecho al trabajo y los impuestos progresivos, su desarrollo, significado y límites dentro de las repúblicas burguesas
«En el primer proyecto de Constitución [1848], redactado antes de las jornadas de Junio, figuraba todavía el «droit au travail», el derecho al trabajo, esta primera fórmula, torpemente enunciada, en que se resumen las reivindicaciones revolucionarias del proletariado. Ahora se convertía en el droit à l'assistance, en el derecho a la asistencia pública, y ¿qué Estado moderno no alimenta, en una forma u otra, a sus pobres? El derecho al trabajo es, en el sentido burgués, un contrasentido, un mezquino deseo piadoso, pero detrás del derecho al trabajo está el poder sobre el capital, y detrás del poder sobre el capital la apropiación de los medios de producción, su sumisión a la clase obrera asociada, y, por consiguiente, la abolición tanto del trabajo asalariado como del capital y de sus relaciones mutuas. Detrás del «derecho al trabajo» estaba la insurrección de Junio. La Asamblea Constituyente, que de hecho había colocado al proletariado revolucionario hors la loi, fuera de la ley, tenía, por principio, que excluir esta fórmula suya de la Constitución, ley de las leyes; tenía que poner su anatema sobre el «derecho al trabajo». Pero no se detuvo aquí. Lo que Platón hizo en su República con los pactas lo hizo ella en la suya con el impuesto progresivo: desterrarlo para toda la eternidad. Y el impuesto progresivo no sólo era una medida burguesa aplicable en mayor o menor escala dentro de las relaciones de producción existentes; era, además, el único medio de captar para la república «honesta» a las capas medias de la sociedad burguesa, de reducir la deuda pública, de tener en jaque a la mayoría antirrepublicana de la burguesía.
lunes, 9 de diciembre de 2019
La tendencia a centrar los esfuerzos en la canonizada Asamblea Constituyente como reflejo del legalismo burgués; Equipo de Bitácora (M-L), 2019
El marxismo sobre los «procesos constituyentes» del republicanismo liberal
Karl Marx, analizando el desarrollo de la lucha de clases en Francia, concluiría sobre estos fenómenos históricos:
Concluyendo que el republicanismo burgués tampoco solventaba la cuestión social de la emancipación del proletariado:
«Mediante el sufragio universal, otorga la posesión del poder político a las clases cuya esclavitud social debe eternizar: al proletariado, a los campesinos, a los pequeños burgueses. Y a la clase cuyo viejo poder social sanciona, a la burguesía, la priva de las garantías políticas de este poder. Encierra su dominación política en el marco de unas condiciones democráticas que en todo momento son un factor para la victoria de las clases enemigas y ponen en peligro los fundamentos mismos de la sociedad burguesa. Exige de los unos que no avancen, pasando de la emancipación política a la social; y de los otros que no retrocedan, pasando de la restauración social a la política. Estas contradicciones tenían sin cuidado a los republicanos burgueses. A medida que dejaban de ser indispensables –y sólo fueron indispensables como campeones de la vieja sociedad contra el proletariado revolucionario–, se iban hundiendo y, a las pocas semanas de su victoria, pasaban del nivel de un partido al nivel de una pandilla». (Karl Marx; La lucha de clases en Francia de 1848 a 1850, 1850)
Lenin describió en varias de sus obras como opera administrativamente toda la maquinaria burguesa del Estado. Hizo tal descripción en sendas ocasiones para fustigar sin compasión las ilusiones de los republicanos –burgueses y pequeño burgueses–, los cuales tenían fe en que a través de su pacifismo parlamentario, podrían introducir importantes medidas progresistas en la sociedad:
«Toda la historia de los países de parlamentarismo burgués, y en gran medida de los países burgueses constitucionales, enseña que la sucesión de los ministerios tiene muy poca importancia, puesto que todo el trabajo real de la administración está confiado a un inmenso ejército de funcionarios. Ahora bien, este ejército se halla profundamente penetrado de un espíritu esencialmente antidemocrático. Este ejército de funcionarios se encuentra ligado por millares y millones de lazos a los grandes propietarios agrarios y a la burguesía de los cuales depende en todos los terrenos. Este ejército está sumido en una atmósfera burguesa a la cual le es absolutamente imposible sustraerse. Momificado, paralizado dentro de formas inconmovibles, no tiene la fuerza de arrancarse a este ambiente y no puede modificar en nada su manera de pensar, de sentir y de proceder. Descansa tanto en el principio jerárquico como en ciertos privilegios reservados al «servicio del Estado»; sus cuadros superiores se hallan completamente sometidos, por mediación de los bancos y de las sociedades anónimas, al capital financiero, del cual, en cierta medida, son agentes, defendiendo sus intereses y propagando su influencia. Tratar de efectuar, por medio de este aparato gubernamental, transformaciones sociales tales como la supresión sin indemnización de la gran propiedad agraria o el establecimiento del monopolio de cereales, etc., es caer en una ilusión total y engañar al pueblo. Este aparato puede facilitar a una burguesía republicana la creación de una República que sería una «Monarquía sin monarquía» como la Tercera República francesa; pero es absolutamente incapaz de aplicar reformas que, no digo yo abolir, sino simplemente que limiten de manera más o menos efectiva los derechos del Capital y los derechos de la «sacrosanta propiedad privada». Por esta razón, en todos los ministerios de «coalición» en los que han participado los «socialistas», estos últimos, aun cuando fueran de buena fe, sólo han proporcionado un vano adorno o una portada a los gobiernos burgueses, un pararrayos contra la indignación popular, un instrumento de engaño de las masas». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Una de las cuestiones fundamentales de la revolución, 1917)
Los revolucionarios del siglo XIX, incluso los no marxistas, entendían claramente lo siguiente en relación a una eventual Asamblea Nacional Constituyente:
«¡Pueblo! Llevas hoy armas y tienes en tu propia mano tus destinos. Asegura de una vez para siempre el triunfo de la libertad, pide para ello garantías. No confíes en esa ni en otra persona; derriba de sus inmerecidos altares a todos tus antiguos ídolos. Tu primera y mas sólida garantía son tus propias armas; exige el armamento universal del pueblo. Tus demás garantías son, no las personas, sino las instituciones; exige la convocación de Cortes Constituyentes elegidas por el voto de todos los ciudadanos sin distinción alguna, es decir, por el sufragio universal». (Francisco Pi y Margall; Reacción y revolución, 1854)
Sobre las figuras de dudoso pasado que aparentaban estar con el pueblo y se sumaban en momentos de cambio político. Pi y Margall advertía:
«¿Cumplirán todos su deber y su palabra? El pueblo debe estar preparado a todas las eventualidades, y no dormir un solo momento sobre sus laureles». (Francisco Pi y Margall; Reacción y revolución, 1854)
Este axioma tan básico, aunque parezca mentira, no ha sido comprendido por algunos, los cuales, pese a llamarse republicanos e incluso comunistas, no le llegan ni a la suela de los zapatos al viejo revolucionario aquí mencionado.
domingo, 8 de diciembre de 2019
Autocrítica de Siker, músico y antiguo simpatizante de las ideas del PCE (r); Siker, 2018
El documento:
martes, 3 de diciembre de 2019
Cataluña es una nación; Joan Comorera, 1940
domingo, 1 de diciembre de 2019
De nuevo la importancia de comprender el concepto de «partido» en el siglo XXI; Equipo de Bitácora (M-L), 2019
El origen del nuevo PCE (m-l) de 2006
Tras la disolución oficial del PCE (m-l) en 1992, diversos grupos y líderes –que no nos engañemos, habían sido los causantes de la degeneración del partido desde mediados de los 80– fueron entablando relaciones a finales del siglo XX para dar pie a un nuevo proyecto:
«El 10 de febrero de 2002 se han reunido en Madrid representantes de la Organización Comunista de Octubre, de la Juventud Comunista del País Valenciano, Dissidencies y la O.C. 27 de septiembre, a objeto de dar cumplimiento al acuerdo de avanzar hacia la unidad de las organizaciones comunistas». (La Chispa; Órgano del Comité Estatal de las Organizaciones Comunistas (CEOC), junio, 2002)
Según diversos testigos, algunos de los elementos inocentes de varias de las organizaciones del Comité Estatal de Organizaciones Comunistas (CEOC) que daría pie luego a refundar el PCE (m-l), plantearon ciertas discordias a resolver. Uno. Se exigía realizar una autocrítica de lo que había sido el PCE (m-l) y su fracaso, cosa que el grupo de Raúl Marco nunca hizo. Dos. Se negaban a aceptar la entrada de grupos como el PCPE como proponía el grupo de Raúl Marco, ya que era un partido revisionista brezhnevista que jamás había renegado de sus orígenes.
Según cuenta otro oportunista, el Pepe Avilés, el grupo de Raúl Marco aunque en principio reconoció estos puntos, luego los rechazó, y muchos cesaron en tal reclamación bajo la estúpida presión de «no romper el espíritu de unidad del partido». La refundación, fue en palabras de algunos un cómico «congreso de aplausos», donde no se hizo ninguna autocritica del pasado. El triunfo total del grupo de Marco es palpable por dos razones. Primero basta observar que el nombre del periódico del nuevo PCE (m-l) era Octubre, el nombre su propia organización, ninguneando al resto de grupos. Segundo, el nuevo PCE (m-l) trató de acercarse de nuevo intento de acercarse al PCPE, justo como Raúl Marco había intentado a finales de los 80.
Sin duda había que ser muy cándido para replantearse plantearse fundar un nuevo partido o refundar un PCE (m-l) revolucionario bajo los mismos individuos que le habían llevado a la ruina, mucho más dejándose chantajear con la acusación de «divisores» del movimiento obrero sino aceptaban tales despropósitos. Pero buenos estamos hablando de gente como Avilés, que como buen maoísta, siempre ha puesto por encima de lo ideológico la unidad formal, tratando luego que la lucha de líneas le diese el poder con el tiempo, aunque esta vez no fue así para él y tuvo que huir de nuevo y cobijarse en una parodia que representa el republicanismo burgués como REM.
Raúl Marco siempre ha hablado mucho de los «traidores» sin principios y «liquidacionistas» del grupo de Chivite que le apartaron de la dirección del viejo PCE (m-l) en 1991, pero nunca ha hecho una radiografía completa de las razones por las que el PCE (m-l) descendió hasta ser un partido marginal a finales de los 80, ni habla de las distorsiones ideológicas que en conjunto con Chivite introdujo en el partido durante 1986-1991: rehabilitando al castrismo o loando a líderes socialdemócratas como Tierno Galván antes criticados fuertemente, colaborando con renegados como Lorenzo Peña que habían insultado al partido, aliándose con la dirección del PCPE hasta el punto de conformar una coalición electoral con este grupo marginal revisionista en 1989, apoyando a Ramiz Alia a cada paso durante años, llegando hasta el punto vergonzoso de publicitar sus reformas ultraliberales de 1990 … y podríamos seguir.
Los «planteamientos unitarios, sin apriorismos»
Lo curioso es que con esas acciones y estas nuevas tesis del grupo Octubre –que exoneraban al revisionismo de su responsabilidad–, él mismo estaba sosteniendo la bandera del liquidacionismo, ayudando a mantener el estado de confusión en que se había sumido el movimiento marxista-leninista.
La forma en que se planteaba todo daba a entender que era una repetición de los mimos errores. Lo primero que llama la atención sobre el concepto de partido de estos líderes, son las teorías claudicadoras y conciliadoras hacia el revisionismo, en especial del grupo Octubre, que estaba dirigido por Raúl Marco. En sus memorias cita un boletín de su organización:
«Las circunstancias nos exigen encontrar y saber aplicar medidas para desarrollar la lucha contra la reacción, la burguesía y el imperialismo. (...) La búsqueda de terrenos o planteamientos unitarios, sin apriorismos... es urgente». (Raúl Marco; Ráfagas y retazos de la historia del PCE (m-l) y el FRAP, 2018)
jueves, 28 de noviembre de 2019
Carta de Iósif Stalin a Klement Gottwald, 24 de julio de 1951
Las purgas en el Partido Comunista de Checoslovaquia de los años 50; Equipo de Bitácora (M-L), 2019
miércoles, 27 de noviembre de 2019
Los años 90 y el «socialismo de mercado» como receta económica; Equipo de Bitácora (M-L), 2019
lunes, 25 de noviembre de 2019
Carta al Comité Comunista de correspondencia de Bruselas; Engels, 1846
«París, 23 de octubre de 1846
Acerca del asunto con los Straubingers de aquí, no hay mucho que decir. Lo principal es que las diversas diferencias que hasta ahora he debido discutir con los muchachos ya han sido arregladas; Papa Eisermann, el principal partidario y discípulo de Grün, ha sido separado, la influencia del resto sobre la masa de los Straubingers ha sido completamente vencida, y conseguí una resolución unánime contra ellos.
En resumen, esto es lo que ocurrió:
jueves, 21 de noviembre de 2019
El «pablismo» de Podemos, pese a su pose original, es heredero del «carrillismo» del PCE en su estrategia de toma de poder
Entrevista a Santiago Carrillo realizada por Pablo Iglesias en 2011 |
Esta confesión serviría para evidenciar los vínculos ideológicos entre uno y otro. Y de paso sirve para avergonzar a todos los ex militantes del Partido Comunista de España (marxista-leninista) y del Frente Revolucionario Antifascista y Patriótica (FRAP) que ahora ponen sus esperanzas en Podemos y adulan a Pablo Iglesias como el nuevo «mesías» de la revolución, cuando no es sino otro falso profeta. Pero los vínculos entre Iglesias y Carrillo son mucho más profundos que una mera admiración del primero por el segundo.
Si repasamos el histórico libro de Santiago Carrillo: «Eurocomunismo y estado», de 1977, veremos que en lo fundamental, pese a que ahora todos reniegan del renegado, el revisionismo hispano ha recogido sus tesis, o manejan unas similares sin saberlo. En el caso de Podemos, Pablo Iglesias es un conocedor de la historia del Partido Comunista de España (PCE), no solo la ha estudiado, sino que proviene de sus juventudes, y ha podido entrevistar a su ídolo Carrillo, por tanto, es un «eurocomunista» o «carrillista» consciente, aunque como hemos advertido, Podemos y Pablo Iglesias, beben de muchas corrientes, siendo el eclecticismo su bandera.
lunes, 18 de noviembre de 2019
El atraso de un pueblo no significa que no pueda convertirse en progresivo, más avanzado incluso que otros que lo venían siendo hasta entonces
sábado, 16 de noviembre de 2019
El PCE (m-l) y la rehabilitación de corrientes y elementos revisionistas superados: el castrismo y el sandinismo; Equipo de Bitácora (M-L), 2019
viernes, 15 de noviembre de 2019
De la oposición al apoyo del PCE (m-l) a la Comunidad Económica Europea –actual Unión Europea–; Equipo de Bitácora (M-L), 2019
jueves, 14 de noviembre de 2019
Comorera hablando de la cuestión nacional...
«Cataluña, es, pues, una nación. Pero Cataluña, camaradas, no es una «comunidad de destino». El principio de Lenin: «dentro de cada nación moderna hay dos naciones», se adapta plenamente a Cataluña, como a cualquiera otra nación. Importa, compañeros, que meditemos y asimilemos este principio de Lenin. La incomprensión del principio de Lenin abre la puerta a todas las desviaciones nacionalistas pequeño burguesas, nos conduciría a un callejón en el cual nunca ha hallado ni hallaría solución nuestro problema nacional. En cada nación hay dos clases antagónicas, irreconciliables: la burguesía y el proletariado, los explotadores y los explotados. Hay, por tanto, dos naciones antagónicas irreconciliables. La burguesía se vale y se valdrá del problema nacional para resolver sus asuntos de clase, dispuesta siempre a aliarse con la burguesía imperialista en el momento preciso en que considere satisfecha su ambición de clase o en que vea en peligro sus intereses de clase por el desarrollo y la ofensiva del movimiento obrero. El proletariado, quiere resolver y resolverá definitivamente el problema nacional, pues no ignora que si se convirtiese en opresor de otros pueblos, volvería a ser oprimido nuevamente. La burguesía y el proletariado pueden y deben entenderse y luchar juntos contra un enemigo provisionalmente común, en un momento dado y por una cuestión nacional concreta. (...) Pero la burguesía y el proletariado no han de confundirse, no pueden confundirse nunca. Su destino no es común. El destino de la burguesía es desaparecer. El destino del proletariado es llegar a serlo todo para construir un mundo socialista, de igualdad, de libertad, de verdadera fraternidad entre todos los hombres y todos los pueblos» La tesis socialdemócrata del «destino común», de la «comunidad nacional», subordinando necesariamente los intereses de clase a las exigencias nacionales, induce a los trabajadores a la colaboración y la paz entre las clases, a la negación de la lucha de clases, conduce en su desarrollo lógico a la teoría racista reaccionaria, al fascismo». (Joan Comorera; Contra la guerra imperialista y por la liberación social y nacional de Cataluña, 1940)
miércoles, 13 de noviembre de 2019
El socialismo burgués o conservador
Anotaciones de Bitácora (M-L):
Un tiempo antes, Engels describiría esta tendencia, como una ideología basada en gente que:
La Revolución de Octubre y la cuestión nacional y colonial; Joan Comorera, 1940
martes, 12 de noviembre de 2019
Engels sobre la Primera Republica Española (1873)
lunes, 11 de noviembre de 2019
En el socialismo a diferencia del capitalismo, la cuestión nacional será resuelta de modo democrático, o sea, de acuerdo con la voluntad y las «simpatías» de la población
«Todos los indicios señalan que el imperialismo dejará en herencia al socialismo, su sucesor, fronteras menos democráticas, una serie de anexiones en Europa y otras partes del mundo. ¿Y qué? ¿El socialismo victorioso, restableciendo y aplicando a fondo la democracia plena en toda la línea, se negará a la determinación democrática de las fronteras del Estado? ¿No querrá tomar en cuenta «las simpatías» de la población? Basta formular estas preguntas para ver claramente cómo nuestros colegas polacos van rodando del marxismo al «economismo imperialista». Los viejos «economistas», trasformando el marxismo en una caricatura, enseñaban a los obreros que para los marxistas «sólo» es importante «lo económico». Los nuevos «economistas» piensan que el Estado democrático del socialismo victorioso existirá sin fronteras –una especie de «complejo de sensaciones» sin materia–, o bien que las fronteras serán determinadas «exclusivamente» de acuerdo con las necesidades de la producción. En realidad, estas fronteras serán determinadas de modo democrático, o sea, de acuerdo con la voluntad y las «simpatías» de la población. El capitalismo pisotea estas simpatías, y con eso añade nuevas dificultades a la causa de la amistad entre las naciones. El socialismo, al organizar la producción sin opresión de clase, al garantizar el bienestar de todos los miembros del Estado, da libertad plena a las «simpatías» de la población, y por consiguiente facilita y acelera enormemente la amistad y unión de las naciones. (...) Bajo el capitalismo no es posible suprimir la opresión nacional –ni la opresión política en general–. Para ello es imprescindible suprimir las clases, es decir, implantar el socialismo. Pero si bien el socialismo se basa en la economía, dista de resumirse en ella. Para eliminar la opresión nacional hace falta una base –la producción socialista–, pero sobre esta base son necesarios, además, la organización democrática del Estado, el ejército democrático, etc. Al trasformar el capitalismo en socialismo, el proletariado crea la posibilidad de eliminar totalmente la opresión nacional; esta posibilidad se convertirá en realidad «sólo» –¡«sólo»!– con la aplicación integral de la democracia en todas las esferas, incluyendo la determinación de las fronteras de acuerdo con las «simpatías» de la población, incluyendo la plena libertad de separación. Sobre esta base, a su vez, se desarrollará en la práctica la eliminación absoluta hasta de los menores rozamientos nacionales, de la más mínima desconfianza nacional, se acelerarán la amistad y la unión de las naciones, lo que culminará con la extinción del Estado. Esta es la teoría del marxismo, de la cual se apartaron equivocadamente nuestros camaradas polacos». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Balance de una discusión sobre el derecho de las naciones a la autodeterminación, 1916)
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Una nota rápida sobre la dimisión de Evo Morales...; Equipo de Bitácora (M-L), 2020
«El recorrido político que ha tenido la Bolivia de Evo Morales [*] ya ha sido comentado varias veces...
Hoy amanecimos con una noticia de novedades políticas en La Paz. ¿Y qué podemos concluir? Que lo de estos «socialistas del siglo XXI» sobrepasa de lo ridículo. Nos han vendido la idea de que ellos son la prueba del «tránsito pacífico al socialismo», que ellos son «pueblo» y que el «pueblo les defenderá ante cualquier eventualidad» que sufra la «revolución». Pero ahora los seguidores de Evo Morales claman en Bolivia, que existe un «golpe de Estado» contra él, que su poder es legítimo y el de sus opositores no. Si su relato es cierto, pregunto, ¿por qué decide dimitir y entregar el poder sin más? Se imaginan en la España de 1936, que los republicanos, socialistas, comunistas y anarquistas, y que ante el golpe de Estado de los militares reaccionarios, «demócrata-cristianos», monárquicos y fascistas, dijesen: «Señores, han dado un golpe contra la República inadmisible, pero... nos retiramos, el poder es suyo»...
¡Algo no cuadra...!». (Equipo de Bitácora (M-L); Una nota rápida sobre la dimisión de Evo Morales..., 2020)
Anotaciones de Bitácora (M-L):
miércoles, 6 de noviembre de 2019
¡Democracia «para todos», no!
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