«Se ve cómo la solución de las mismas oposiciones teóricas sólo es posible de modo práctico sólo es posible mediante la energía práctica del hombre y que, por ello, esta solución no es, en modo alguno, tarea exclusiva del conocimiento, sino una verdadera tarea vital que la filosofía no pudo resolver precisamente porque la entendía únicamente como tarea teórica». (Karl Marx; Manuscritos económicos y filosóficos, 1844)
Por cuestiones obvias, consideramos este capítulo uno de los más importantes de nuestro documento. En él, abordaremos cuáles han sido las confusiones más típicas entre la unidad de la teoría y la práctica, cómo se interrelacionan y qué consecuencias ha tenido esto en el actuar de los grupos revolucionarios y demás. Entre medias, nos veremos obligados a clarificar conceptos variopintos como: «teoría», «abstracción», «práctica» o «praxis», entre otros; confirmándose, como vimos en entregas anteriores, que no se puede hacer un culto a las palabras. Esto demostrará que los sujetos, aun estando separados por otras épocas, distintas lenguas y diferentes culturas filosóficas, y aunque no manejen exactamente los mismos términos, esto muchas veces no les ha impedido entender y actuar de forma análoga. También nos centraremos en indagar por qué el revisionismo tiene tanto interés en rebajar o ignorar la necesidad de un estudio científico de la teoría, insistiendo una y otra vez en «el peligro de caer en la desviación contemplativa» −cuando, desde sus inicios, de lo que más ha adolecido el movimiento emancipador es de un «practicismo ciego»−. Por último, daremos una serie de ejemplos para liquidar ese pensamiento idealista que considera como «práctica» solo las cosas más básicas instaladas en el imaginario colectivo, cuando esta recorre toda actividad humana, haciendo entender que el problema no es la «teoría» o la «práctica», sino de qué tipo se trata, de si es efectiva o no, de si se sostiene sobre bases sólidas, de si parte de la realidad.
La «Línea de Reconstitución» y sus sofismas lukacsianos sobre la «praxis»
Aquí de nuevo tomaremos a la «Línea de Reconstitución» (LR) por ser un buen representante de una o varias desviaciones típicas, lo cual nos servirá una vez más como hilo conductor para explicar las cosas. Ahora, el lector ha de tener en cuenta que, si se fija con detenimiento, sus concepciones nunca son originales, sino reproducciones de las que muchos grupos de la «izquierda» ya cometían antes de su misma existencia −se presentasen estos como más «radicales» y «revolucionarios», o más «moderados» y «académicos», que lo mismo da−; unos planteamientos que, por otra parte, también heredan hoy muchos de los competidores de la LR, lo que certifica que comparten raíces.
Sin ir más lejos, en sus escritos, la LR advierte que hay que saber bien lo que es la «praxis» −o más bien, la versión lukacsiana que ellos entienden de este concepto−, una rehabilitación de Lukács en la que también vinieron insistiendo décadas atrás los eurocomunistas del Partido Comunista de España (PCE) −si el lector no nos cree, hoy tiene disponible las publicaciones de «Nuestra Bandera» o «Utopía» al respecto−. Al parecer su percepción sobre esta le atribuye una transcendencia que «lo habría cambiado todo». Genial. ¡Afortunados somos de teneros entonces! Veamos en qué se basa:
«Esta praxis revolucionaria, como decimos, es la fusión ente la teoría revolucionaria y la práctica revolucionaria». (Comité por la Reconstitución; Línea Proletaria, Nº3, 2018)
¿Y qué hay aquí de novedoso? Nada, todo lo contrario. Pero antes de continuar, nos vemos obligados −aunque no sea muy agradable ni para el lector, ni para nosotros− a detenernos en la etimología del término para observar los errores y malinterpretaciones que se suelen dar −y que acaban en un subjetivismo atroz como veremos más adelante−.