lunes, 23 de diciembre de 2019

Los factores que influyen en la posible restauración del capitalismo en una sociedad socialista...


«La experiencia internacional y de nuestro país muestra que las esperanzas de la burguesía y la reacción para la restauración del capitalismo no se basan solamente en los remanentes de las viejas clases explotadoras ni en los espías y agentes de la diversión pagados por los extranjeros. Sus esperanzas están basadas especialmente sobre otros enemigos del socialismo, que emergen de la propia sociedad socialista, en gente que está gravemente infectada por la supervivencia de viejas ideologías, en gente con tendencias individualistas y arribismo pronunciado, en gente corrompida por las influencias de la ideología burguesa y revisionista actual, en aquellos que ceden ante la presión de enemigos internos y externos, en aquellos que eventualmente se desvían de la revolución y degeneran en contrarrevolucionarios.

En la sociedad socialista existe el peligro de la degeneración de determinadas personas, del surgimiento de nuevos elementos burgueses, de su transformación en contrarrevolucionarios. El marxismo-leninismo nos enseña que esto se debe, no sólo a que en la nueva sociedad socialista se conservan aún tradiciones, costumbres, comportamientos y concepciones del modo de vida de la sociedad burguesa de la cual ha surgido, sino también a ciertas condiciones económicas y sociales, que en la fase transitoria existen en esta sociedad. Las fuerzas productivas y las relaciones de producción, la forma de distribución que se basa en ellas, están aún muy lejos de ser enteramente comunistas. En este sentido influyen asimismo las diferencias que existen en diversos terrenos, como entre el campo y la ciudad, entre el trabajo manual y el intelectual, entre el trabajo cualificado y el no cualificado, etc., que no pueden desaparecer de golpe. A todo esto se le debe sumar la fuerte y múltiple presión que el mundo capitalista y revisionista ejerce desde el exterior. El socialismo puede limitar en gran medida el surgimiento de los fenómenos negativos, que no son inherentes a su naturaleza, pero no está en condiciones de evitarlos enteramente». (Enver Hoxha; Informe en el VIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1976)

martes, 17 de diciembre de 2019

¿Rescate de las figuras progresistas o la rehabilitación de traidores?; Equipo de Bitácora (M-L), 2019


«Un comunista debe evaluar a las figuras políticas dentro de su contexto histórico. Debe evaluar todos sus méritos y fallos, y ver si cualitativamente pesan más los primeros o los segundos. Abundan entre los pseudomarxistas el reivindicar a famosos revisionistas porque en algún momento de su vida fueron marxistas o al menos se reivindicaron como tal. Sobra decir que esto solo lo hacen elementos sin nula capacidad analítica, perdonando u olvidando incluso los peores actos de traición en favor del enemigo de clase.

Elena Ódena, líder indiscutible del Partido Comunista de España (marxista-leninista), reivindicaba el legado de los comunistas consecuentes como Miguel Hernández o José Díaz. Al mismo tiempo, arremetía sin compasión contra el revisionismo local condensado en la traición de figuras como las de Carrillo o Ibárruri, que habían llevado al Partido Comunista de España (PCE) hacia el desfiladero del eurocomunismo:

«La historia de los diez años de existencia de nuestro partido está íntimamente ligada a la lucha contra el revisionismo. El partido ha surgido, se ha desarrollado y se ha fortalecido en tenaz lucha contra el revisionismo moderno y en primer término contra sus manifestaciones en el plano nacional, cuya corriente principal encabeza el grupo Carrillo-Ibárruri». (Elena Ódena; X años de lucha contra el revisionismo y el oportunismo, 1974)

domingo, 15 de diciembre de 2019

Lenin en relación a las premisas de una insurrección victoriosa...


«Un complot militar pertenece al blanquismo puro si no está organizado por el partido de una clase determinada; si sus organizadores no han apreciado justamente el momento político en general y la situación internacional en particular; si no cuentan con la simpatía –demostrada con hechos– de la mayoría del pueblo; si el curso de la revolución no ha destruido las ilusiones y las esperanzas de la pequeña burguesía en cuanto a la posibilidad y a la eficacia del acuerdo entre las clases; si los organizadores del complot no han conquistado la mayoría, en el seno de los órganos de la lucha revolucionaria, «provistos de plenos poderes» o, al igual que los Soviets, con un lugar importante en la vida de la nación; si no hay en el ejército –en tiempos de guerra– una determinada hostilidad frente al gobierno que prolonga una guerra injusta, contra la voluntad del pueblo; si las consignas de la insurrección –«Todo el poder para los Soviets», «La tierra para los campesinos», «Propuesta inmediata a todos los Estados beligerantes de una paz democrática», «Anulación inmediata de los tratados secretos», «Abolición de la diplomacia secreta», etc.– no cuentan con una amplia difusión y con la mayor popularidad; si los obreros avanzados no están convencidos de la situación desesperada de las masas y asegurados del apoyo de los campesinos –apoyo demostrado por un importante movimiento campesino, o por una sublevación de gran envergadura, contra los propietarios y el gobierno que los defiende–; si la situación económica permite esperar realmente una solución favorable de la crisis, por medios pacíficos y por vía parlamentaria». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Carta a los camaradas, 1917)

viernes, 13 de diciembre de 2019

Carta de Dimitrov a Stalin sobre los métodos y defectos en la Internacional Comunista


«Habiéndome familiarizado mejor con la situación en la Internacional Comunista (IC), llegué a la conclusión de que algunos cambios deben tomar lugar en el movimiento obrero internacional. (…) Requiere urgente revisión y cambios en los métodos de trabajo en los órganos de liderazgo de la IC. (…) Después de un intercambio de opiniones con los camaradas y líderes de la IC me convencí de que un cambio es imposible sin la intervención directa y asistencia del Buró Político del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS. Todo esto es lo más esencial como solución a estos problemas es complicado por cierto conservadurismo y rutina burocrática incrustada en el liderazgo de la IC, así como por las relaciones poco saludables entre los camaradas que directamente participan en el liderazgo de la IC. (…) La necesidad del fortalecimiento político-ideológico en general del liderazgo del movimiento comunista». (Carta de Georgi Dimitrov a Stalin, 6 de octubre de 1934)

Notas de Bitácora (M-L):

Marx hablando sobre el derecho al trabajo y los impuestos progresivos, su desarrollo, significado y límites dentro de las repúblicas burguesas


«En el primer proyecto de Constitución [1848], redactado antes de las jornadas de Junio, figuraba todavía el «droit au travail», el derecho al trabajo, esta primera fórmula, torpemente enunciada, en que se resumen las reivindicaciones revolucionarias del proletariado. Ahora se convertía en el droit à l'assistance, en el derecho a la asistencia pública, y ¿qué Estado moderno no alimenta, en una forma u otra, a sus pobres? El derecho al trabajo es, en el sentido burgués, un contrasentido, un mezquino deseo piadoso, pero detrás del derecho al trabajo está el poder sobre el capital, y detrás del poder sobre el capital la apropiación de los medios de producción, su sumisión a la clase obrera asociada, y, por consiguiente, la abolición tanto del trabajo asalariado como del capital y de sus relaciones mutuas. Detrás del «derecho al trabajo» estaba la insurrección de Junio. La Asamblea Constituyente, que de hecho había colocado al proletariado revolucionario hors la loi, fuera de la ley, tenía, por principio, que excluir esta fórmula suya de la Constitución, ley de las leyes; tenía que poner su anatema sobre el «derecho al trabajo». Pero no se detuvo aquí. Lo que Platón hizo en su República con los pactas lo hizo ella en la suya con el impuesto progresivo: desterrarlo para toda la eternidad. Y el impuesto progresivo no sólo era una medida burguesa aplicable en mayor o menor escala dentro de las relaciones de producción existentes; era, además, el único medio de captar para la república «honesta» a las capas medias de la sociedad burguesa, de reducir la deuda pública, de tener en jaque a la mayoría antirrepublicana de la burguesía.

Con ocasión de los concordats à l'amiable, los republicanos tricolores sacrificaban efectivamente la pequeña burguesía a la grande. Y este hecho aislado lo elevaron a principio, prohibiendo por vía legislativa el impuesto progresivo. Dieron a la reforma burguesa el mismo trato que a la revolución proletaria. Pero, ¿qué clase quedaba entonces como puntal de su república? La gran burguesía. Y la masa de ésta era antirrepublicano. Si explotaba a los republicanos del «National» para volver a consolidar las viejas relaciones en la vida económica, de otra parte abrigaba el designio de explotar este régimen social nuevamente fortalecido para restaurar las formas políticas con él congruentes». (Karl Marx; Sobre la lucha de clases en Francia de 1848 a 1850, 1850)

lunes, 9 de diciembre de 2019

La tendencia a centrar los esfuerzos en la canonizada Asamblea Constituyente como reflejo del legalismo burgués; Equipo de Bitácora (M-L), 2019


«La RAE define constituyente como: «1. adj. Que constituye o establece. 2. adj. Dicho de las Cortes o de otras cámaras o asambleas: Convocadas para elaborar o reformar la Constitución del Estado. 3. m. y f. Persona elegida como miembro de una asamblea constituyente».

El marxismo sobre los «procesos constituyentes» del republicanismo liberal

Karl Marx, analizando el desarrollo de la lucha de clases en Francia, concluiría sobre estos fenómenos históricos:

«Desde las jornadas de Junio, la Asamblea Constituyente, que siguió siendo la representante exclusiva del republicanismo burgués, destacaba tanto más decididamente este aspecto suyo cuanto más se desmoronaba la influencia de los republicanos tricolores fuera de la Asamblea. Si se trataba de afirmar la forma de la república burguesa, disponía de los votos de los republicanos demócratas; si se trataba del contenido, ya ni el lenguaje la separaba de las fracciones burguesas monárquicas, pues los intereses de la burguesía, las condiciones materiales de su dominación de clase y de su explotación de clase, son los que forman precisamente el contenido de la república burguesa. No fue, pues, el monarquismo, sino el republicanismo burgués el que se realizó en la vida y en los hechos de esta Asamblea Constituyente, que a la postre no se murió ni la mataron, sino que acabó pudriéndose». (Karl Marx; La lucha de clases en Francia de 1848 a 1850, 1850) 

Concluyendo que el republicanismo burgués tampoco solventaba la cuestión social de la emancipación del proletariado:

«Mediante el sufragio universal, otorga la posesión del poder político a las clases cuya esclavitud social debe eternizar: al proletariado, a los campesinos, a los pequeños burgueses. Y a la clase cuyo viejo poder social sanciona, a la burguesía, la priva de las garantías políticas de este poder. Encierra su dominación política en el marco de unas condiciones democráticas que en todo momento son un factor para la victoria de las clases enemigas y ponen en peligro los fundamentos mismos de la sociedad burguesa. Exige de los unos que no avancen, pasando de la emancipación política a la social; y de los otros que no retrocedan, pasando de la restauración social a la política. Estas contradicciones tenían sin cuidado a los republicanos burgueses. A medida que dejaban de ser indispensables y sólo fueron indispensables como campeones de la vieja sociedad contra el proletariado revolucionario, se iban hundiendo y, a las pocas semanas de su victoria, pasaban del nivel de un partido al nivel de una pandilla». (Karl Marx; La lucha de clases en Francia de 1848 a 1850, 1850) 

Lenin describió en varias de sus obras como opera administrativamente toda la maquinaria burguesa del Estado. Hizo tal descripción en sendas ocasiones para fustigar sin compasión las ilusiones de los republicanos burgueses y pequeño burgueses, los cuales tenían fe en que a través de su pacifismo parlamentario, podrían introducir importantes medidas progresistas en la sociedad:

«Toda la historia de los países de parlamentarismo burgués, y en gran medida de los países burgueses constitucionales, enseña que la sucesión de los ministerios tiene muy poca importancia, puesto que todo el trabajo real de la administración está confiado a un inmenso ejército de funcionarios. Ahora bien, este ejército se halla profundamente penetrado de un espíritu esencialmente antidemocrático. Este ejército de funcionarios se encuentra ligado por millares y millones de lazos a los grandes propietarios agrarios y a la burguesía de los cuales depende en todos los terrenos. Este ejército está sumido en una atmósfera burguesa a la cual le es absolutamente imposible sustraerse. Momificado, paralizado dentro de formas inconmovibles, no tiene la fuerza de arrancarse a este ambiente y no puede modificar en nada su manera de pensar, de sentir y de proceder. Descansa tanto en el principio jerárquico como en ciertos privilegios reservados al «servicio del Estado»; sus cuadros superiores se hallan completamente sometidos, por mediación de los bancos y de las sociedades anónimas, al capital financiero, del cual, en cierta medida, son agentes, defendiendo sus intereses y propagando su influencia. Tratar de efectuar, por medio de este aparato gubernamental, transformaciones sociales tales como la supresión sin indemnización de la gran propiedad agraria o el establecimiento del monopolio de cereales, etc., es caer en una ilusión total y engañar al pueblo. Este aparato puede facilitar a una burguesía republicana la creación de una República que sería una «Monarquía sin monarquía» como la Tercera República francesa; pero es absolutamente incapaz de aplicar reformas que, no digo yo abolir, sino simplemente que limiten de manera más o menos efectiva los derechos del Capital y los derechos de la «sacrosanta propiedad privada». Por esta razón, en todos los ministerios de «coalición» en los que han participado los «socialistas», estos últimos, aun cuando fueran de buena fe, sólo han proporcionado un vano adorno o una portada a los gobiernos burgueses, un pararrayos contra la indignación popular, un instrumento de engaño de las masas». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Una de las cuestiones fundamentales de la revolución, 1917)

Los revolucionarios del siglo XIX, incluso los no marxistas, entendían claramente lo siguiente en relación a una eventual Asamblea Nacional Constituyente:

«¡Pueblo! Llevas hoy armas y tienes en tu propia mano tus destinos. Asegura de una vez para siempre el triunfo de la libertad, pide para ello garantías. No confíes en esa ni en otra persona; derriba de sus inmerecidos altares a todos tus antiguos ídolos. Tu primera y mas sólida garantía son tus propias armas; exige el armamento universal del pueblo. Tus demás garantías son, no las personas, sino las instituciones; exige la convocación de Cortes Constituyentes elegidas por el voto de todos los ciudadanos sin distinción alguna, es decir, por el sufragio universal». (Francisco Pi y Margall; Reacción y revolución, 1854)

Sobre las figuras de dudoso pasado que aparentaban estar con el pueblo y se sumaban en momentos de cambio político. Pi y Margall advertía:

«¿Cumplirán todos su deber y su palabra? El pueblo debe estar preparado a todas las eventualidades, y no dormir un solo momento sobre sus laureles». (Francisco Pi y Margall; Reacción y revolución, 1854)

Este axioma tan básico, aunque parezca mentira, no ha sido comprendido por algunos, los cuales, pese a llamarse republicanos e incluso comunistas, no le llegan ni a la suela de los zapatos al viejo revolucionario aquí mencionado.

domingo, 8 de diciembre de 2019

Autocrítica de Siker, músico y antiguo simpatizante de las ideas del PCE (r); Siker, 2018

NOTA: Esta autocrítica fue publicada el 28 de Enero del 2017, y el actual texto presenta algunas modificaciones, como por ejemplo nuevas comentarios de Siker, o la eliminación de algunas citas con la finalidad de que el texto no sea redundante, a causa de que esas citas  ya aparecen durante el propio documento de Bitácora (M-L) sobre el PCE(r) y los GRAPO.

El documento:

«Voy a proceder a hacer pública una autocrítica sumamente importante. Algo larga y compleja pero necesaria para esclarecer más de una cuestión.

En los últimos años, en Youtube, han/hemos crecido jóvenes haciendo canciones pretendidamente comunistas y presuntamente al servicio de las ideas del proletariado, ya que la rabia contra el Estado capitalista explotador junto a la influencia de cantantes y autores que se hicieron famosos escribiendo en nombre del comunismo, entre otras cosas, han hecho que salgamos cierto número de artistas difundiendo de forma calcada esas mismas ideas de las canciones, vídeos, textos... de los que hemos «mamado».

Llegados aquí, por mi parte, llega el momento de hacer pública parte de una profunda autocrítica que es imprescindible y que ya tocaba. Antes de empezar, decir que esta es mi humilde conclusión de un conjunto de lecturas y reflexiones y que esto pretende ser un pequeño aporte para barrer con conceptos y actitudes que  considero erróneas y si me llegara a equivocar en algo, querría que se me rectificase honestamente.

martes, 3 de diciembre de 2019

Cataluña es una nación; Joan Comorera, 1940


«[Nota de «Nuestra Bandera», periódico del Partido Comunista de España: El 8 de Septiembre el camarada Juan Comorera, Secretario General del Partido Socialista Unificado de Cataluña Sección Catalana de la Internacional Comunista pronunció en la ciudad de México una importante conferencia sobre el tema «Contra la Guerra Imperialista y por la Liberación social y nacional de Cataluña». Publicamos en este número, íntegramente, la importantísima parte de la conferencia de Comorera que se refiere al problema nacional y a las tareas para la lucha por la liberación nacional y social de Cataluña, Esta parte, es de extraordinario valor para la orientación y el trabajo práctico de los miembros del Partido hermano del pueblo catalán y del pueblo español en el combate por su victoria sobre el régimen dominante].

Marx y Engels y el problema nacional y colonial

Al analizar los acontecimientos que en su época tuvieron lugar en Irlanda, la India, China, los países centro-europeos, Polonia y Hungría, Marx y Engels, nos dieron las directivas fundamentales sobre la cuestión nacional y colonial. Estas directivas fundamentales no solamente no fueron desarrolladas por la socialdemocracia, sino que fueron desconocidas y tergiversadas en la teoría, y renegadas en la práctica. Los problemas nacionales de Europa han sido y son un factor revolucionario de lucha contra el imperialismo. En la medida en que los partidos de la II Internacional degeneraron en partidos de ''reformas sociales», se apartaban de la lucha de clases, renegaban de la dictadura del proletariado, pasaban a las filas de la contrarrevolución, la cuestión nacional que en un principio anunciaban vagamente, se transformó en instrumento «ideológico» de subordinación nacional al Imperialismo. No vale la pena de analizar ahora las teorías socialdemócratas justificativas de la opresión nacional y colonial. Recordemos, nada más, que para los socialdemócratas la lucha de los pueblos coloniales, era contraria a los intereses del proletariado europeo, que la tesis sobre «la misión y la tarea del hombre blanco» de los más fanáticos imperialistas la aceptaban al hablar del papel progresivo del imperialismo en las colonias, y hacían el juego al imperialismo al asegurar que los pueblos coloniales y las naciones oprimidas, no estaban preparadas para el ejercicio de la libertad y de la soberanía. Nuestra experiencia es suficiente para conocer a fondo la posición práctica de los socialdemócratas en la cuestión nacional. El Partido Socialista Obrero Español, ha combatido a sangre y fuego a Cataluña y Euzkadi, las dos nacionalidades históricas oprimidas y que han llegado a la madurez nacional. El Partido Socialista Obrero Español, ha sido un instrumento del imperialismo español, debido a la acción del cual, tanto escrita como práctica, grandes núcleos de obreros, nunca comprendieron que la cuestión nacional y colonial, es parte integrante de la revolución proletaria internacional. En el curso de nuestra guerra, las incomprensiones y los exabruptos del Partido Socialista Obrero Español y de sus líderes en función de gobierno Largo Caballero, Prieto y Negrín, respecto a Cataluña y a nuestras instituciones autónomas, fueron uno de los principales factores que contribuyeron a la derrota de Cataluña y de la República. 

domingo, 1 de diciembre de 2019

De nuevo la importancia de comprender el concepto de «partido» en el siglo XXI; Equipo de Bitácora (M-L), 2019


«Ya analizamos las causas de la degeneración del Partido Comunista de España (marxista-leninista) durante los años 80. Véase el capítulo: «El PCE (m-l)... de querer ser un «partido bolchevique» a emular a un «partido menchevique» (1986-1992)».

El origen del nuevo PCE (m-l) de 2006

Tras la disolución oficial del PCE (m-l) en 1992, diversos grupos y líderes que no nos engañemos, habían sido los causantes de la degeneración del partido desde mediados de los 80 fueron entablando relaciones a finales del siglo XX para dar pie a un nuevo proyecto:

«El 10 de febrero de 2002 se han reunido en Madrid representantes de la Organización Comunista de Octubre, de la Juventud Comunista del País Valenciano, Dissidencies y la O.C. 27 de septiembre, a objeto de dar cumplimiento al acuerdo de avanzar hacia la unidad de las organizaciones comunistas». (La Chispa; Órgano del Comité Estatal de las Organizaciones Comunistas (CEOC), junio, 2002)


Según diversos testigos, algunos de los elementos inocentes de varias de las organizaciones del Comité Estatal de Organizaciones Comunistas (CEOC) que daría pie luego a refundar el PCE (m-l), plantearon ciertas discordias a resolver. Uno. Se exigía realizar una autocrítica de lo que había sido el PCE (m-l) y su fracaso, cosa que el grupo de Raúl Marco nunca hizo. Dos. Se negaban a aceptar la entrada de grupos como el PCPE como proponía el grupo de Raúl Marco, ya que era un partido revisionista brezhnevista que jamás había renegado de sus orígenes. 

Según cuenta otro oportunista, el Pepe Avilés, el grupo de Raúl Marco aunque en principio reconoció estos puntos, luego los rechazó, y muchos cesaron en tal reclamación bajo la estúpida presión de «no romper el espíritu de unidad del partido». La refundación, fue en palabras de algunos un cómico «congreso de aplausos», donde no se hizo ninguna autocritica del pasado. El triunfo total del grupo de Marco es palpable por dos razones. Primero basta observar que el nombre del periódico del nuevo PCE (m-l) era Octubre, el nombre su propia organización, ninguneando al resto de grupos. Segundo, el nuevo PCE (m-l) trató de acercarse de nuevo intento de acercarse al PCPE, justo como Raúl Marco había intentado a finales de los 80.

Sin duda había que ser muy cándido para replantearse plantearse fundar un nuevo partido o refundar un PCE (m-l) revolucionario bajo los mismos individuos que le habían llevado a la ruina, mucho más dejándose chantajear con la acusación de «divisores» del movimiento obrero sino aceptaban tales despropósitos. Pero buenos estamos hablando de gente como Avilés, que como buen maoísta, siempre ha puesto por encima de lo ideológico la unidad formal, tratando luego que la lucha de líneas le diese el poder con el tiempo, aunque esta vez no fue así para él y tuvo que huir de nuevo y cobijarse en una parodia que representa el republicanismo burgués como REM.

Raúl Marco siempre ha hablado mucho de los «traidores» sin principios y «liquidacionistas» del grupo de Chivite que le apartaron de la dirección del viejo PCE (m-l) en 1991, pero nunca ha hecho una radiografía completa de las razones por las que el PCE (m-l) descendió hasta ser un partido marginal a finales de los 80, ni habla de las distorsiones ideológicas que en conjunto con Chivite introdujo en el partido durante 1986-1991: rehabilitando al castrismo o loando a líderes socialdemócratas como Tierno Galván antes criticados fuertemente, colaborando con renegados como Lorenzo Peña que habían insultado al partido, aliándose con la dirección del PCPE hasta el punto de conformar una coalición electoral con este grupo marginal revisionista en 1989, apoyando a Ramiz Alia a cada paso durante años, llegando hasta el punto vergonzoso de publicitar sus reformas ultraliberales de 1990 … y podríamos seguir. 

Los «planteamientos unitarios, sin apriorismos»

Lo curioso es que con esas acciones y estas nuevas tesis del grupo Octubre –que exoneraban al revisionismo de su responsabilidad–, él mismo estaba sosteniendo la bandera del liquidacionismo, ayudando a mantener el estado de confusión en que se había sumido el movimiento marxista-leninista.

La forma en que se planteaba todo daba a entender que era una repetición de los mimos errores. Lo primero que llama la atención sobre el concepto de partido de estos líderes, son las teorías claudicadoras y conciliadoras hacia el revisionismo, en especial del grupo Octubre, que estaba dirigido por Raúl Marco. En sus memorias cita un boletín de su organización:

«Las circunstancias nos exigen encontrar y saber aplicar medidas para desarrollar la lucha contra la reacción, la burguesía y el imperialismo. (...) La búsqueda de terrenos o planteamientos unitarios, sin apriorismos... es urgente». (Raúl Marco; Ráfagas y retazos de la historia del PCE (m-l) y el FRAP, 2018)