«La composición del partido, la forma de reclutar y el trabajo diario con las masas, son cuestiones muy importantes, que además tienen su incidencia e influyen en otros aspectos como puede ser las alianzas a contraer.
Si ya hemos visto que el PCE (m-l) jamás logró arrebatar al revisionismo carrillista de CCOO ni al socialdemocratismo felipista de UGT el papel predominante, no pudo lograr la hegemonía entre el sindicalismo obrero. Pero no era el único problema al que se enfrentó.
Uno de los mayores problemas a los que tuvo el PCE (m-l) fue el contenido en sí de su militancia.
Cuando el partido comenzó a desarrollarse, más que eco entre la clase obrera, tuvo una influencia reseñable entre la juventud como recogían los servicios secretos franquistas:
«Como ya queda dicho, el PCE (m-l) se ha extendido especialmente en el ámbito estudiantil y algo en el laboral, teniendo su mejor acogida entre la juventud por su radicalismo». (Informe del SECED Sobre el Partido Comunista de España (marxista-leninista), Grupos subversivos, julio de 1974)
Como era normal, esto hacía derivar en fenómenos como los que se relatan:
«Los militantes del PCE (m-l) y de sus organizaciones han dado frecuentes pruebas de falta de formación ideológica, de indisciplina y de desorganización, especialmente entre los elementos jóvenes con espíritu rebelde y deseosos de violencia, componente de muchos comandos ejecutados en contra de la disciplina del partido». (Informe del SECED Sobre el Partido Comunista de España (marxista-leninista), Grupos subversivos, julio de 1974)
Años después se señalaría desde el PCE (m-l) sobre el tema de la juventud en pleno inicio de la década de los 80: