Hoy queríamos deleitarnos de nuevo con uno de los capítulos que el marxista-leninista francés Vincent Gouysse nos brindó en su obra Comprender las divergencias sino-albanesas, en dicho capítulo podremos ver un trabajo de contraste entre las opiniones abiertamente jruschovianas y antistalinistas de Mao Zedong, y contraponerlas con la posición marxista-leninista de Enver Hoxha que en este caso tuvo que hacer de adalid de Stalin frente a las acusaciones de Mao Zedong que parecían sacados de viejos renegados zinovietistas o bujarinistas. Por suerte hemos traducido como ya hace tiempo mostramos la extensa crítica de Enver Hoxha que hizo en 1976 a esta obra de Mao Zedong, obra que fue liberada oficialmente en ese año, y que sería incluida en el V de obras escogidas del revisionista Mao Zedong.
El documento:
El documento:
Nikita Jruschov saludando a Mao Zedong durante el 30 de diciembre de 1959 |
El discurso: «Sobre diez grandes relaciones» de Mao Zedong
Este discurso fue pronunciado por Mao Zedong el 25 de abril de 1956 en una reunión ampliada del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China. Este está también presente en el tomo V de las obras escogidas de Mao Zedong, un tomo que fue publicado finalmente en 1977. Este texto es por tanto, posterior al XXº Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, celebrado en febrero de 1956; pertenece a lo que Enver Hoxha nombró muy justamente la «primavera del revisionismo moderno» durante la cual las tesis revisionistas jruschovistas comenzaron a abrirse ampliamente en el seno del movimiento comunista internacional. Debido a su carácter «específico», este discurso de Mao Zedong nos servirá como punto de partida para criticar algunas de sus concepciones no marxistas.
Al presentar el documento, Enver Hoxha señala con acierto que:
«Uno de los objetivos esenciales de este «decálogo» de Mao Zedong es trazar la línea de demarcación entre él y Stalin, entre la construcción socialista en la Unión Soviética y la ideología que guía la construcción del socialismo en China. En otras palabras, Mao Zedong opone la teoría marxista con sus propias ideas del «Pensamiento Mao Zedong», que es como ahora los chinos lo llaman, demandando que ellos tienen «fundamentalmente las mismas teorías del marxismo-leninismo», aunque en realidad estas ideas sean la oposición al marxismo-leninismo». (1) (Enver Hoxha, Algunos juicios sobre el «decálogo» de Mao Zedong, 28 de diciembre de 1976, Reflexiones sobre China, Tomo II)
Eso es algo que perfectamente vuelve a salir a flote en el paso introductorio del documento en cuestión:
«Actualmente seguimos para llevar adelante la revolución socialista y la construcción de un país socialista. Sin embargo, existen en nuestro trabajo algunos problemas que es preciso abordar. Algo que merece especial atención son ciertos defectos y errores existentes en el proceso de la edificación socialista de la Unión Soviética, que últimamente han salido a la luz. ¿Desea uno repetir las desviaciones que ellos transitaron? En el pasado, pudimos evitar ciertas desviaciones gracias justamente a que tomamos en cuenta sus experiencias y lecciones, y ahora con mayor razón debemos hacerlo ahora». (2) (Mao Zedong, Sobre diez grandes relaciones, 1956)
No podemos ser más claro: según Mao Zedong, los errores que se produjeron en Unión Soviética y que Jruschov rectificó durante el XXº Congreso del PCUS deben servir de enseñanza para China, y por lo tanto «ahora» tras la muerte de Stalin y los cambios introducidos por Jruschov, se hace posible también llevarlo a China sin problemas. Por «errores», principalmente hay que oír las grandes realizaciones económicas operadas bajo Stalin. Mao Zedong además, tomará muchas calumnias hechas hacía Stalin por parte de Jruschov.
Así por ejemplo, Stalin habría preparado mal la defensa de la Unión Soviética para la Segunda Guerra Mundial [26]:
«No se puede prescindir de la defensa nacional. Actualmente nuestra capacidad defensiva ha llegado ya a un determinado nivel. A través de la guerra de resistencia a la agresión estadounidense y en ayuda a Corea, así como del proceso de entrenamiento y consolidación de los últimos años, nuestro ejército se ha fortalecido y es ahora algo más poderoso que el ejército rojo soviético de antes de la Segunda Guerra Mundial y, además, ha mejorado su armamento. Está en vías de construcción nuestra industria de defensa. Ya hemos comenzado a construir aviones y camiones, que no supimos construir nunca antes, desde que Pan Ku separó el cielo de la tierra». (3) (Mao Zedong, Sobre diez grandes relaciones, 1956)
Esto dio lugar a que Enver Hoxha afirmara lo siguiente:
«Según Mao, la defensa china es según su afirmación más poderosa que la de la Unión Soviética antes de la Segunda guerra mundial. Jruschov emitió la tesis según la cual Stalin había dejado Unión Soviética sin defensa frente a los hitlerianos. Y Mao suscribió a esta calumnia jactándose de asegurar la defensa de China con los aviones y los cañones que tenía –más la bomba atómica que le entregaría Jruschov–, volvemos a observar similitudes entre las dos figuras. Los hechos atestiguan que China está atrasada. Esto es el resultado de la subestimación de industria pesada y la confianza en otras formas para reforzar la capacidad de defensa mediante una estrategia militar incorrecta. Ahora, China comenzó a cambiar de opinión en materia de defensa, pero modificó al mismo tiempo sus alianzas. Se acercó a los estadounidenses y adquirió tecnología moderna de guerra». (4) (Enver Hoxha, Algunos juicios sobre el «decálogo» de Mao Zedong, 28 de diciembre de 1976, Reflexiones sobre China, Tomo II)
Denigrando la industrialización socialista y la colectivización agrícola efectuadas bajo Stalin, Mao Zedong dijo:
«En el tratamiento de esta relación, no hemos cometido errores de principio; hemos trabajado mejor que la Unión Soviética y algunos países de Europa Oriental. En nuestro país no existen problemas como el que se presentó en la Unión Soviética, donde la producción cerealera no pudo alcanzar, durante largo tiempo, el nivel más alto de antes de la Revolución de Octubre, o como aquellos serios problemas surgidos en algunos países de Europa Oriental a causa del grave desequilibrio entre el desarrollo de la industria ligera y el de la pesada. Ellos ponen unilateralmente el acento en la industria pesada y descuidan la agricultura y la industria ligera, lo que ha provocado la escasez de productos en el mercado y la inestabilidad de la moneda. Nosotros, en cambio, prestamos una mayor atención a la agricultura y a la industria ligera. (...) La cuestión que actualmente se nos presenta es la de introducir apropiados reajustes en la proporción correlativa de las inversiones en la industria pesada, de un lado, y la agricultura y la industria ligera, del otro, imprimiendo un mayor desarrollo a estas dos últimas. ¿Significa esto que la industria pesada dejará de ser lo principal? No. Seguirá siéndolo, permanecerá como el sector prioritario para las inversiones. Sin embargo, debe aumentar en cierta medida la cuota de inversión para la agricultura y la industria ligera. ¿Qué resultado dará ese aumento? En primer lugar, se abastecerá mejor al pueblo de lo necesario para su subsistencia y, en segundo, se acelerará la acumulación de fondos, lo que permitirá desarrollar aún más y mejor la industria pesada. Es cierto que esta última también acumula fondos, pero, dadas nuestras condiciones económicas de hoy, la industria ligera y la agricultura dan una acumulación mayor y más rápida». (5) (Mao Zedong, Sobre diez grandes relaciones, 1956)
Comentando este párrafo, Enver Hoxha dice con razón:
«En el primer punto de su «decálogo» Mao Zedong presenta la tesis antimarxista de que hay que dar prioridad a la industria ligera y a la agricultura con relación a la industria pesada [27]. Mao Zedong justifica esta desviación revisionista de Kosyguin pretendiendo que las inversiones en la industria pesada son muy elevadas y que no son rentables, mientras que la industria de los caramelos y de las zapatillas, son más ventajosas, más rentables. Y que en cuanto a la agricultura, que asegura la alimentación de la población. Esta tesis antimarxista de Mao no aumenta sino que al contrario frena el desarrollo de las fuerzas productivas. La agricultura y la industria ligera no pueden desarrollarse a la cadencia requerida si su desarrollo no se acompaña del de la industria minera, si no se produce acero, petróleo, si no se produce tractores, vagones, automóviles, buques, si no se pone en pie una industria química, etc., etc. El auge de la industria, según Mao, es un proceso artesanal. La industria ligera, que Mao pretendía desarrollar, no podía ser puesta en pie solamente con ladrillares, bicicletas, tejidos impresos, termos y abanicos. Es cierto que pueden proporcionar rentas, pero la gente sólo los adquiere si tienen el poder adquisitivo correspondiente. En 1956, China era un país muy poblado pero económicamente atrasado, y muchos de los artículos de consumo corrientes fueron vendidos por debajo de su precio de coste. La productividad del trabajo era todavía muy reducida. En su «decálogo» Mao critica a Stalin y la situación económica en la Unión Soviética. La realidad muestra que en la Unión Soviética, en los 24-25 años que separan la Revolución de la Segunda Guerra mundial bajo la dirección de Lenin y luego de Stalin, gracias a una línea y gracias a una política conjunta con el pueblo fue edificada una industria pesada, que no sólo estimuló la economía interior de este primer país socialista, sino que permitió hacer frente a la terrible máquina de guerra de la Alemania hitleriana. ¿En cambio, con la política económica de Mao, es decir después de unos 30 años, de 1949 hasta nuestros días, cuál es hoy el potencial industrial de China? ¡Un potencial muy mediocre! ¿Y es culpa de la «banda de los cuatro» como dirían los actuales dirigentes? No, es la línea de Mao, como lo confirman sus vistas expuestas en este «decálogo». ¿Qué podría hacer la gran China socialista sin una industria pesada? Ciertamente, Mao pensaba que gozaría de la ayuda de Unión Soviética para construir una, o que se volvería entonces hacia los créditos americanos. Viendo que la Unión Soviética «no se decidía» que no se le concedía la ayuda solicitada, Mao se echó a vaciar acero por estufas construidas sobre las aceras de los bulevares o por mini-hornos de fundición. China se quedó atrás, quedó privada de tecnología moderna. Es verdad que el pueblo chino no sufría hambre como antes, pero tampoco hasta afirmar como lo hizo Mao que el campesino chino en 1956 vivía mejor que el koljosiano soviético, al mismo tiempo que efectivamente tenía un campo atrasado, se atrevía a volver a denigrar la colectivización de la agricultura y la construcción del socialismo en la Unión Soviética de la época de Lenin y de Stalin. Mao Zedong dice con desdén: «¿Qué sentido tiene hablar del desarrollo de la industria pesada? Los trabajadores deben tener garantizados los medios de sustento». En otros términos, es la «teoría del goulash» de Jruschov. Y para concluir, Mao, en su «decálogo» da a entender que en China no se cometió errores como en la Unión Soviética, o más bien –pero esto francamente no puede decirlo– como los cometieron Lenin y Stalin. Para camuflar sin embargo esta desviación, no deja de decir que «debemos desarrollar la industria pesada, pero debemos dedicar más atención a la agricultura y la industria ligera». Este diseño suyo fue aplicado de manera pragmatista, y es a ello que China debe su gran retraso, esto hizo que les falten más de dos décadas hasta el año 2000 para llegar a coger a los demás países incluyendo con la ayuda y los créditos que su nueva estrategia le permite conseguir del capital americano. Sin duda alguna, China puede apoyarse en sus propias fuerzas, dispone de fuerzas humanas inmensas, y posee también un potencial económico considerable, pero su retraso es debido a su línea errónea». (6) (Enver Hoxha, Algunos juicios sobre el «decálogo» de Mao Zedong, 28 de diciembre de 1976, Reflexiones sobre China, Tomo II)
Mao también criticó la política agraria llevada a cabo por Stalin:
«A diferencia de la política de la Unión Soviética para con los campesinos, la nuestra contempla tanto los intereses del Estado como los de los campesinos. Nuestro impuesto agrícola siempre ha sido más o menos liviano. En el intercambio entre los productos industriales y los productos agrícolas, seguimos la política de reducción de la «apertura de tijeras», de intercambio equivalente o casi equivalente de valores. Nuestros acopios de productos agrícolas se efectúan a precios normales, sin causar pérdidas a los campesinos; además, los precios de compra van aumentando poco a poco. En el abastecimiento de artículos manufacturados a los campesinos, aplicamos la política de vender en gran cantidad y con tasas bajas de utilidad y de estabilizar o reducir apropiadamente los precios, al par que, generalmente, subsidiamos en algo las ventas de cereales a los campesinos de las zonas que tienen déficit de ellos. Pero, incluso así, es posible que por negligencia incurramos en tales o cuales errores. En vista de los graves errores de la Unión Soviética en este problema, debemos prestar aún mayor atención al tratamiento correcto de la relación entre el Estado y los campesinos». (7) (Mao Zedong, Sobre diez grandes relaciones, 1956)
Enver Hoxha subraya aquí que:
«Evocando al campesinado y esto en 1956, es decir algunos años solamente después de la liberación, Mao hacía observar que el sistema de los koljóses y sovjoses de la Unión Soviética eran un fracaso, que los campesinos fueron gravados allí mediante grandes impuestos, que sus productos les fueron pagados baratos, que sufrían también otros dolores y es exactamente como dice él que en China, en cambio, el campesinado vivía en la opulencia y la felicidad, que las producciones eran abundantes, los precios bajos y la acumulación del Estado limitada. ¡Curioso análisis! Conocimos y entre ellos yo mismo la situación tanto en la Unión Soviética como en China porque fuimos a la vez a estos dos países, también aquí lo que dice Mao no corresponde a la realidad. A este punto del «decálogo», el análisis de Mao sobre las relaciones entre el Estado y la agricultura, sobre las comunas populares, sobre el reparto de las rentas, sobre el problema de las inversiones, sobre la cuestión de la acumulación y el nivel de vida de las comunas populares rurales y urbanas no es marxista-leninista de ninguna manera, no constituye un cuadro claro y objetivo de la situación, y no demuestra la supuesta «superioridad» de la agricultura china sobre la soviética. Jruschov se presentaba como «teórico de la agricultura», y se jactaba de alzar a esta rama de la economía «del cenagal donde lo había sumergido Stalin». Y para variar Mao imitó las patrañas de este kulak. Cierra este problema tan importante por consideraciones que pretenden mostrar que en China todo marcha bien; da lugar a la industria pesada en tercer lugar, integra a los burgueses de las fábricas en el socialismo, predica la misma política para el kulak en las colectividades del campo, y todo debería ser ajustado según su teoría maoísta que siempre sería justa e infalible. En realidad obviamente estas ideas de Mao están en oposición con las de Lenin y de Stalin. No sabríamos ir más lejos en la megalomanía, ni denigrar la obra de Lenin y de Stalin más que de lo que lo hace este «clásico» del revisionismo». (8) (Enver Hoxha, «Algunos juicios sobre el «decálogo» de Mao Zedong», 28 de diciembre de 1976, Reflexiones sobre China, Tomo II)
No tenemos grandes cosas que añadir a las palabras de Enver Hoxha, sólo debemos relacionar el fracaso del «gran salto adelante» –que ya hemos explicado anteriormente–, ello nos basta y nos muestra irrefutablemente los puntos de vista erróneos de Mao Zedong en lo que concierne a la industrialización. Mao Zedong muestra con ello que no es marxista, ya que según Marx:
«El comunismo se distingue de todos los movimientos anteriores en que echa por tierra la base de todas las relaciones de producción y de intercambio que hasta ahora han existido y por primera vez aborda de un modo consciente todas las premisas naturales como creación de los hombres anteriores, despojándolas de su carácter natural y sometiéndolas al poder de los individuos asociados. Su institución es, por tanto, esencialmente económica, la elaboración material de las condiciones de esta asociación; hace de las condiciones existentes condiciones para la asociación». (9) (Karl Marx, La ideología alemana, 1845-1846)
En el momento del «gran salto adelante», Mao Zedong no tuvo en cuenta las condiciones materiales necesarias para la construcción de las comunas populares. Quiso llevar en la campaña las ideas comunistas, mientras que la base material faltaba. Esto por otra era otro tema donde los maoístas criticaban entre otras cosas a Stalin porque decían que en la construcción del socialismo pasaba primero por el desarrollo rápido de las fuerzas productivas, teniendo una visión demasiado «economista» de la construcción de la sociedad socialista. Mao Zedong no es marxista, ya que un marxista es ante todo economista. Marx fue un filósofo, pero era ante todo economista. ¿Por qué si no habría dedicado la parte mayor de su vida a la crítica de la economía política burguesa? Mao Zedong, ese «gran dialéctico» que quería corregir los errores de Stalin, se mostró subjetivo e idealista y demostró que no había comprendido el materialismo dialéctico, el cual:
«Las relaciones sociales están íntimamente vinculadas a las fuerzas productivas. Al adquirir nuevas fuerzas productivas, los hombres cambian de modo de producción y al cambiar el modo de producción, la manera de ganarse la vida, cambian todas las relaciones sociales. El molino movido a brazo nos da la sociedad de los señores, el molino de vapor, la sociedad de los capitalistas industriales». (10) (Karl Marx, Miseria de la Filosofía, 1847)
Habría que añadir en este pequeño repaso que:
«No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es el que determina su conciencia». (11) (Karl Marx, Contribución a la Crítica de la Economía Política, prefacio, 1859)
Ambas frases fueron citadas por el propio Iosif Stalin en su libro: «Materialismo histórico y materialismo dialéctico» de 1938, a la hora de explicar el marxismo-leninismo.
Ambas frases fueron citadas por el propio Iosif Stalin en su libro: «Materialismo histórico y materialismo dialéctico» de 1938, a la hora de explicar el marxismo-leninismo.
La sociedad socialista puede pues ser construida sólo teniendo como base una técnica avanzada. La transformación de las conciencias en cuanto a ella puede hacerse sólo en este marco, sin que uno se entregue a los sueños huecos de los socialistas utópicos. Dejaremos hablar de esto a Lenin y Stalin:
«Podemos y debemos emplear nuestro poder en hacer realmente al obrero urbano el propagador de las ideas comunistas en el seno del proletariado rural. Dije «comunista», pero me apresuro a hacer reservas, temiendo causar malos entendidos o ser entendido literalmente. Esto no debe ser tomado de ninguna manera en el sentido de que deberíamos en seguida referirnos en las campañas del campo a las ideas comunistas puras y simples. Como no tenemos ninguna base material para el comunismo en el pueblo sería hacer obra perjudicial, una obra nefasta para el comunismo». (12) (Lenin, Pravda, el 4 de enero de 1923)
«Podemos y debemos emplear nuestro poder en hacer realmente al obrero urbano el propagador de las ideas comunistas en el seno del proletariado rural. Dije «comunista», pero me apresuro a hacer reservas, temiendo causar malos entendidos o ser entendido literalmente. Esto no debe ser tomado de ninguna manera en el sentido de que deberíamos en seguida referirnos en las campañas del campo a las ideas comunistas puras y simples. Como no tenemos ninguna base material para el comunismo en el pueblo sería hacer obra perjudicial, una obra nefasta para el comunismo». (12) (Lenin, Pravda, el 4 de enero de 1923)
He aquí el ejemplo de Stalin:
«El camarada Dzerzhinski tiene razón al decir que nuestro país puede y debe convertirse en un países metalúrgico. La enorme importancia de este hecho tanto para el desarrollo interno de nuestro país como para la revolución internacional apenas necesita la prueba. No hay duda que desde el punto de vista de nuestro desarrollo interno, el desarrollo de nuestra industria metalúrgica y la importancia de su crecimiento es colosal, ya que este desarrollo se traduce en el crecimiento de nuestra industria total y de nuestra economía en tono global, debido a que la industria metalúrgica es la piedra angular de toda la industria, véase que para levantar la industria ligera, para el transporte, para la industria de combustibles, para la electrificación, y para la agricultura no se podrán realizar a no ser que se cuente con una buena industria metalúrgica poderosamente desarrollada. Aquí está lo que Lenin dice sobre «la industria pesada» queriendo decir principalmente la industria metalúrgica: «La salvación de Rusia no solo radica en una cosecha buena de las granjas de los campesinos –eso no es suficiente; y no sólo la buena condición de industria ligera, que provee del campesinado de bienes de consumo– ya que tampoco es suficiente; también necesitamos la industria pesada. Y ponerlo en buen estado requerirá muchos años de trabajo». Y más adelante se decía: «A no ser que nosotros salvemos la industria pesada, a no ser que nosotros lo restauremos, no seremos capaces de aumentar cualquier industria; y sin esto seremos condenados totalmente como un país independiente». (Lenin, Informe al IVº Congerso de la Komintern, 1922) En cuanto al ámbito del desarrollo internacional de nuestra industria del acero, es sin duda inconmensurable. Porque ¿qué es el vertiginoso crecimiento de la industria del metal bajo la dictadura del proletariado si no la prueba directa de que el proletariado no sólo es capaz de destruir la vieja, sino también de la construcción de la nueva, que es capaz de construir con sus propias fuerzas una nueva industria, y una nueva sociedad libre de la explotación del hombre por el hombre?». (13) (Stalin, Los resultados de los trabajos de la XIVº Conferencia del PC (b) de Rusia, 1925)
Para el comunismo científico, la economía es la cosa más importante. Construir una sociedad socialista, es ante todo reorganizar la producción mediante la sustitución de las relaciones burguesas de producción, las nuevas relaciones de producción permitirán a la nueva superestructura socialista emerger. La burguesía, contrariamente a un número de «marxistas» sabe lo que le conviene. Los ataques contra la economía planificada suman una legión porque justamente es donde se encuentra el nivel que distingue al marxismo del comunismo utópico y representa el peligro más grande para el orden burgués. Por ello es que la burguesía se reserva un juicio mitigado sobre Mao Zedong: si bien rechazó finalmente la desestalinización de corte jruschoviano, rechazó la industrialización y la colectivización agrícola de la Unión Soviética rechazando la obra fundamental de Stalin. Y es por eso que la apreciación que la burguesía hace a Mao Zedong es más bien positiva:
«Totalmente aislada diplomáticamente, la China de Mao siguió primeramente el modelo soviético de construcción de la sociedad socialista. En el marco del primero plan quinquenal –de 1953 a 1957– emprendió la nueva distribución de las tierras y la eliminación de la clase de los terratenientes, desarrolló una industria masiva y una burocracia centralizada. Durante los años de Shaanxi, sin embargo Mao había elaborado una alternativa china al comunismo que tenía en cuenta la especificidad de la demografía china a partir de su propia experiencia en el contacto con los agricultores y su hostilidad a la burocracia. Sobre su plan económico, puso el énfasis en la autosuficiencia que debía ser obtenida por el trabajo encarnizado de los trabajadores en el seno de las comunas en lugar de desarrollar unas cooperativas agrícolas con una técnica altamente avanzada. Políticamente, introdujo una innovación fundamental con el concepto del gobierno de las masas que integraba a intelectuales como dirigentes de la guerrilla campesina. Hostil hacia la condena de los crímenes de Stalin por los nuevos dirigentes soviéticos, en 1956, Mao comenzó a hacer saber su propia política. En el momento de la campaña de las «cien flores» de 1957, intentó conciliarse los intelectuales permitiéndoles criticar a la burocracia. Su discurso sobre «Sobre las diez grandes relaciones» rechazaba la excesiva industrialización soviética afirmando que la clave de un desarrollo socialista rápido residía en el aumento del poder adquisitivo de los campesinos». (14) (Enciclopedia Microsoft Encarta 2004, © 1993-2003 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos)
Este hallazgo es particularmente positivo para la burguesía ya que el maoísmo afirma ser el heredero del marxismo-leninismo. Pero en realidad, el maoísmo lejos de ser una novedad que supera al marxismo-leninismo, es un paso atrás que lo lleva hacia los autores idealistas del comunismo utópico. El maoísmo lejos de «alcanzar, desarrollar, y superar al marxismo-leninismo, es un sustituto de este.
En este sentido, el maoísmo no es diferente de cualquier otra forma de revisionismo:
«En otras palabras, Mao Zedong opone la teoría marxista con sus propias ideas del «Pensamiento Mao Zedong», que es como ahora los chinos lo llaman, demandando que ellos tienen «fundamentalmente las mismas teorías del marxismo-leninismo», aunque en realidad estas ideas sean la oposición al marxismo-leninismo. Lenin previó la actividad de los antimarxistas como Mao Zedong o cualesquiera que fueran en su obra de 1913: «El destino histórico de la doctrina de Karl Marx», diciendo que: «La victoria de la dialéctica en la historia era tal que la victoria teórica del marxismo obligó a sus enemigos a disfrazarse como marxistas». (Lenin, El destino histórico de la doctrina de Karl Marx, 1913) (15) (Enver Hoxha, Algunos juicios sobre el «decálogo» de Mao Zedong», 28 de diciembre de 1976, Reflexiones sobre China, Tomo II)
Resumiendo las concepciones antimarxistas de Mao Zedong escritas en este ensayo, Enver Hoxha escribió:
«Como este «decálogo» muestra, Mao Zedong ha estado mucho tiempo en oposición a la teoría revolucionaria y a la práctica del marxismo-leninismo sobre muchas publicaciones de principio. Como se desprende de este «decálogo», desde el tiempo de «La gran marcha», desde el tiempo que él estaba en Yenán, él ya tenía vistas antimarxistas sobre la hegemonía de la clase obrera predicando el papel principal del campesinado en la revolución. Y aún hoy Mao hacía el llamado al «tercer mundo» como el «centro y la fuerza principal de la revolución», negando así el papel principal del proletariado internacional. Los prismas antimarxistas de Mao, son reflejados en este «decálogo» y fueron cristalizados en la guerra china de liberación, no sólo dejando de lado la lucha de clases, sino predicando abiertamente su extinción. Estas tesis reaccionarias y antirrevolucionarias de Mao son pues fijadas también en el «decálogo» de 1956. En sus obras escogidas de cuatro tomos no encontramos exprimidas abiertamente sus tesis manifiestamente antimarxistas y antileninistas. Resulta que Mao Zedong fue un ecléctico, un revisionista camuflado, que botó su máscara cuando se acomodó con los revisionistas jruschovistas para repudiar el leninismo y atacar a Stalin. Bajo la máscara del marxismo-leninismo Mao Zedong desplegó su teoría pseudomarxista, y esta «teoría» según ellos «debía guiar desde ahora en adelante al proletariado mundial y la revolución». El denominado «Pensamiento Mao Zedong» tiene un carácter místico, megalómano y denigra al marxismo-leninismo. El «Pensamiento Mao Zedong» guio también la «gran revolución cultural proletaria» [28], ante la cual, según Mao, la gran revolución socialista de octubre del 1917 quedaba «anticuada» al mismo tiempo que la teoría de Marx y de Lenin. Los tiempos cambiaron, de modo que, según él y los maoístas hacía falta una «teoría nueva para reemplazar el marxismo» y esta teoría sería el «Pensamiento Mao Zedong». Es allí una versión del revisionismo moderno que como el jruschovismo intenta conservar la máscara leninista. Estas dos variantes de revisionismo moderno son un todo indivisible, pero el problema es saber cuál de ellos, si la variante de Jruschov o la variante de Mao dominará la escena independientemente del hecho de que ambas acaben en la misma bocana, la del antimarxismo. De esta rivalidad depende la cuestión de saber cuál gran Estado dominará al otro, y cual dictará la ley. En esta vía ambos parten de la denigración de la obra genuina de Stalin. Los jruschovistas sepultaron a Stalin de calumnias mientras que Mao sacó provecho de esta denigración de Stalin y utilizó sólo los elementos que le hacían falta para camuflar su línea revisionista, ya que a la vez que exaltaba a Stalin como si él mismo fuera un sincero marxista-leninista, se enmascaraba todavía mejor, y de esta manera ganaba terreno frente a los jruschovistas». (16) (Enver Hoxha, Algunos juicios sobre el «decálogo» de Mao Zedong, 28 de diciembre de 1976, Reflexiones sobre China, Tomo II)
Ese intento de los revisionistas maoístas de crear una «teoría nueva para reemplazar el marxismo», se puede claramente en la figura del revisionista Abimael Guzmán, más conocido como «Presidente Gonzalo», sus escritos son una ilustración perfecta sobre la supuesta naturaleza «hegemónica» del maoísmo, al cual intenta ruinmente sustituir por el marxismo-leninismo:
«Hoy principalmente el maoísmo, es la única ideología todopoderosa porque es verdadera y los hechos históricos lo están demostrando. Es producto, aparte de lo antedicho, de la extraordinaria labor de figuras históricas extraordinarias como Marx, Engels, Lenin, Stalin y el Presidente Mao Zedong, para destacar notables cumbres; pero entre ellas resaltamos a tres: a Marx, a Lenin y al Presidente Mao Zedong como las tres banderas que se concretan, una vez más, en marxismo-leninismo-maoísmo y principalmente maoísmo». (17) (Entrevista del Presidente Gonzalo periódico El Diario, 1988)
En los comentarios del discurso «Sobre las diez grandes relaciones» de Mao Zedong nos hemos centrado en el análisis económico del revisionismo maoísta y particularmente en sus errores graves en la cuestión de la industrialización socialista y de la colectivización agrícola. Pero muchos de otros diseños «específicos» de Mao Zedong merecerían ser criticados igualmente. Entre estos están: su concepto de centralismo democrático que lo hace acercarse más al concepto de autogestión titoista que a otra cosa, su concepto de dictadura del proletariado a la cual da el papel preponderante al campesinado, sobre pésimo conocimiento del materialismo dialéctico al cual sustituye por una variante idealista bajo la excusa de «mejorar» la exposición magistral realizaba por Stalin, o bien su tolerancia de varias líneas políticas en el seno del partido marxista-leniinsta que no es nada más que la legalización de las fracciones o por poner un último ejemplo el propio multipartidismo en la sociedad sociedad. [Nota de V.G.: En vez de desarrollar todos estos puntos que alargarían excesivamente la exposición, reenviamos al lector a la lectura de los documentos del Partido del Trabajo de Albania que abastecen de detalles todo esto, principalmente recomendamos la obra de Enver Hoxha llamada: «Reflexiones sobre China» y más particularmente todavía los capítulos de las páginas relativas al 28 de diciembre de 1976 hasta el 26 de diciembre de 1977.]
Para concluir sobre la figura de Mao Zedong, estas palabras de Enver Hoxha son particularmente adaptables:
«Indiqué en mis escritos que había que acabar con los mitos, y precisamente pensaba en el mito de Mao Zedong, este mito lo presentaba como un «gran marxista-leninista». Mao Zedong no es un marxista-leninista, sino un demócrata revolucionario progresista y es a través de este prisma que hay que, a mi juicio, estudiar su obra. Ya dije que no había que estudiar las tesis de Mao Zedong juzgándolos solamente según las frases arregladas en los cuatro tomos publicados para sus obras escogidas (9), sino que hay que estudiarlos en su aplicación en la vida. Y estos diseños han sido aplicados en un período semejante al de revolución francesa democrático-burguesa, donde la burguesía estaba su época jugando un papel de una clase progresista. Actualmente, las ideas de Mao Zedong son desarrolladas en la época de la decadencia del imperialismo, este estadio supremo del capitalismo, por consiguiente en la época en la que las revoluciones proletarias son de actualidad y donde el ejemplo y las grandes enseñanzas de la Gran Revolución socialista de octubre y las enseñanzas de Marx y de Lenin son para nosotros las guías infalibles. La teoría de Mao Zedong, el llamado «Pensamiento Mao Zedong» que vio la luz en estas nuevas condiciones debían intentar ataviarse con un vestido formado de la teoría más revolucionaria y más científica de la época, el marxismo-leninismo, pero se mantuvo en su esencia una teoría antimarxista, porque está en contra de las revoluciones proletarias y ayuda a imperialismo en descomposición. Es por eso que, en la ideología de Mao Zedong encontramos reflejados todos los aspectos de las ideas concebidas por el capitalismo y el imperialismo en el curso de su largo período de decadencia y descomposición. El «Pensamiento Mao Zedong» es una amalgama de ideologías, yendo desde el anarquismo y el trotskismo, al revisionismo moderno de Tito y Jruschov, pasando por el «eurocomunismo» de Marchais-Berlinguer-Carrillo hasta incluso la utilización de fórmulas marxistas-leninistas. En toda esta amalgama debemos distinguir las ideas viejas de Confucio, de Mencius y de otros filósofos chinos que considerablemente influyeron en la formación de las ideas de Mao Zedong en su evolución cultural y teórica. Es pues difícil de definir una sola línea, o más bien una línea clara de la ideología en cuestión». (18) (Enver Hoxha, ¿Puede la revolución china puede ser calificada de proletaria?, 26 de diciembre de 1977, Reflexiones sobre China, Tomo II)
También es interesante escuchar la opinión de Molotov que corrobora nuestras observaciones [29]:
«Entrevistador: ¿Cuál su impresión usted a cerca de Mao Zedong?. MOLOTOV: Es un hombre inteligente, un líder campesino, un Pougatchev al estilo chino. Por supuesto estaba lejos de ser marxista. Vino para el septuagésimo aniversario de Stalin, en 1949. Se quedó algo así como seis semanas en la dacha de Stalin. Estuvo un poco indispuesto. Fuimos a visitarle Mikoyan y yo. Tuvimos una conversación. Nos hizo probar té verde chino. Me acuerdo que dijo particularmente: «jamás leí «El Capital» de Karl Marx». ¿Por qué dijo esto? ¿Para mostrar que no tenía nada de un doctrinario?». (19) (Félix Tchouev, Conversaciones con Molotov, 140 entrevistas con el brazo derecho de Stalin, Albin Michel, 1995)
Notas:
(9) El tomo V de sus obras escogidas pareció sólo en 1977 y reagrupaba escritos de Mao Zedong posteriores a la muerte de Stalin. Enver Hoxha subrayaba que de hecho en los cuatro primeros tomos de sus obras escogidas las cuestiones expuestas fueron generalmente correctamente.
Notas de Bitácora de un Nicaragüense:
[26] Debemos recordar estas palabras pronunciadas por la misma época que el famoso discurso del «décalogo»:
«Stalin no dio pruebas de tomar la vigilancia necesaria en vísperas de la guerra antifascista». (Sobre la experiencia histórica de la dictadura del proletariado. Artículo publicado el 5 de abril de 1956 en el diario Renmin Ribao)
[27] Enver Hoxha en 1976 habla de que Mao Zedong y el Partido Comunista de China abogaban por una economía donde la industria pesada quedaba relegada al tercer lugar –por detrás de la agricultura y la industria ligera–, para el lector, a simple vista puede parecer una exageración, ya que el documento de Vivent Gouysse solo muestra las iniciales desviaciones de Mao Zedong registradas en su documento: «Sobre diez grandes relaciones» donde critica la «excesiva industria pesada» de la Unión Soviética y los países de Europa del Este en «detrimento del campesinado», por lo que defendía elevar el nivel de inversiones al campo y a la industria ligera manteniendo la mayor inversión para la industria pesada, esta explicación se corresponde correctamente a las teorizaciones de Mao Zedong durante los años 50, al igual que las teorizaciones de descentralización que llevo por esa época, pero según pasaron los años y especialmente en los años 60: Mao Zedong y el PCCh hablaban directamente ya, de que no era la industria pesada el eje de la economía, sino la agricultura, mostrándose así ellos mismos que sus iniciales desviaciones de los años 50 no fueron casualidad, sino una preparación del terreno para alentar esta tesis burguesa económica. Sería recomendable ver la obra de Rafael Martínez«: Sobre el manual económico de Shanghái» de 2006, que criticaba precisamente ese manual de economía política que fue publicado en China en 1974. Rafael Martínez critica, que los autores del manual –o sea los revisionistas chinos– declaran abiertamente que la agricultura es la base de la economía nacional:
«Los autores declaran abiertamente que la agricultura es la base de la economía nacional: «En la organización del desarrollo de la economía nacional, el país socialista debe aplicar conscientemente las leyes objetivas de la agricultura como base de la economía nacional». (ibíd., p. 368) Esta declaración va mucho más allá de la comprensión sobre la agricultura en un país con una abrumadora mayoría de campesinos, donde la agricultura tiene que jugar un papel muy importante por la razón evidente de que hay una desproporción económica clara al comienzo del desarrollo económico del país. No es eso, estamos tratando aquí con una nueva comprensión de la dirección del desarrollo de la economía de transición en un país relativamente atrasado como China. Cuando los autores apelan al principio de la agricultura como base de la economía nacional, dan a entender que la agricultura debe ser una prioridad en la economía nacional: «Dado que la agricultura es la base de la economía nacional, es necesario tratar el desarrollo de la agricultura como una prioridad de la economía nacional. Sólo cuando la agricultura se desarrolla como la base de la economía nacional puede iluminar la industria, la industria pesada, y otras empresas económicas, culturales y educativas se podrán desarrollar así mismo». (ibíd., p. 370) En este punto, no hay una aparente lógica, sino que se utiliza profundamente un argumento antimarxista». (Rafael Martínez, Sobre el manual de economía política de Shángai, 2006)
Las muestras del revisionismo chino en el tema económico se pueden observar en sus propios documentos, he aquí otro llamado: «Relaciones entre la industria pesada, ligera, y la agricultura» de Pekín Informa de 1972, donde reconocen que si bien inicialmente apostaban por una economía basada en la industria pesada, el «gran presidente» Mao Zedong «desarrolló» la «teoría dialéctica» de que la agricultura debía ser el eje principal:
«En su discurso: «Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo» pronunciado en 1957, el Presidente Mao afirmó: «La industria pesada es el núcleo de la construcción económica de China. Al mismo tiempo, se debe prestar plena atención al desarrollo de la agricultura y la industria ligera». Más tarde, explicando la teoría que la agricultura es la fundación de la economía nacional, el Presidente Mao lo resumió en estas palabras: «Tomar la agricultura como la base de la economía y la industria como el factor principal». Que constituye el principio general para el desarrollo de la economía nacional. Él indicó que se debe dar el primer lugar al desarrollo de agricultura. Estas instrucciones del Presidente Mao son en profundidad dialécticas; ellas revelan las leyes objetivas que gobiernan el crecimiento de economía socialista en China y son un desarrollo de la economía política del marxismo». (Pekin Informa, 25 de agosto de 1972)
Como vemos esta teoría revisionista tuvo como legado una China débil que no tenía desarrollada la industria pesada debido a que se daba prioridad a la industria ligera y a la agricultura, como ellos mismos confiesan:
«Aunque la industria pesada más tarde se ha desarrollado en cierta medida, la velocidad de su crecimiento todavía se queda atrás de las de algunas otras provincias, y sus productos se redujeron en base a las necesidades de las del desarrollo de la agricultura y la industria ligera de la provincia. (...) La práctica en las localidades ha permitido a los cuadros que toman parte en la discusión para llegar a un entendimiento profundo de que deben en primer lugar firmemente tener en cuenta el principio de tomar la agricultura como base de la economía nacional». (Pekin Informa, 25 de agosto de 1972)
Enver Hoxha tuvo completa razón entonces, al criticar las desviaciones de Mao Zedong y el Partido Comunista de China en cuanto a la teoría de que la «agricultura era la base de la economía», solo que Vincent Gouysse no explica mucho la evolución de las teorizaciones chinas sobre la economía y se queda enfocado al explicar solo las desviaciones inminentes de Mao Zedong tras el XXº Congreso del PCUS y el VIIIº congreso del PCCh, ambos congresos realizados en 1956.
[28] Algunos libros burgueses e inclusive también algunos «marxistas» ha reproducido la idea de que la «revolución cultural» maoísta fue aplicada de manera mecánica en la República Popular Socialista de Albania de Enver Hoxha, esto es una de las mentiras más grandes que puede haber, con esta mentira se intenta probar que Enver Hoxha fue un alumno de Mao Zedong y que era su sirviente, por lo tanto si Mao Zedong desarrollaba «revolución cultural», Enver Hoxha no habría sido menos, pero la pura realidad que se puede fácilmente contrastar con los documentos oficiales del Partido del Trabajo de Albania relatan que Enver Hoxha se opuso a los métodos antimarxistas utilizados durante la «revolución cultural» maoísta, que como él mismo declaro no tenía nada de cultural ni de proletaria, pues era un movimiento político contra la camarilla más reaccionaria y capitalista del partido, camarilla, que pudo acceder al poder precisamente por las teorías liberales de Mao Zedong sobre la burguesía; como la lucha de las dos líneas en el partido. Enver Hoxha expresó durísimas críticas donde expresó su preocupación al iniciarse la «revolución cultural» maoísta: esto lo podemos constatar en obras como: «Algunas opiniones previas sobre la revolución cultural proletaria china» de 1966, «Nada puede ser resuelto complemente sin el partido» de 1966, o «La anarquía no se combate con anarquía» de 1967, obras donde se critica la deriva de la «revolución cultural» maoísta. Si se inspeccionan estos documentos, se vera que esa «revolución cultural» albanesa que la historiografía burguesa presenta, no pudo existir ya ni que ni los mismos albaneses sabían los propósitos chinos de dicha «revolución», no se les informaba de los acontecimientos muchas veces, y muchas otras les negaban dar constancia de los documentos de los pocos congresos y plenos que se celebraban en el partido y el Comité Central como Enver Hoxha relató. Por lo tanto; mientras en China se debatía en un caos político y movimiento político encabezado por Mao Zedong –que no dejaba de ser un revisionista– para afrontar y derrotar la fracción más reaccionaria del partido que había ocupado –según él– los puestos claves en el partido y el Estado –y que muchos de ellos serían rehabilitados igualmente poco a poco–, en su lugar, en la Albania de los años 60 no existió ninguna lucha fraccionaria pues el Partido del Trabajo de Albania era un partido monolítico y no se consintió tal grado de descomposición en el partido y el Estado, pero sí existió sin embargo una fuerte campaña cultural para la emancipación de la mujer, así como una gran lucha contra la religión en beneficio del materialismo-dialéctico, para no extender este punto: recomendamos ver las obras escogidas de Enver Hoxha en español el Tomo IV, así como los tomos I y II de la Historia del Partido del Trabajo de Albania.
[29] Mao Zedong aparte de reconocer que jamás había leído la obra: «El Capital» de 1867, escrita por Marx, reconoció ante la delegación yugoslava que tampoco le gustaba los libros de Stalin, ni su estilo, es más, reconoció que apenas había leído un par de obras contadas:
«Antes de mi encuentro con Stalin, yo no tenía buenos sentimientos hacía el. No me gustaba leer sus obras: he leído solamente «Sobre los Fundamentos del Leninismo», un largo artículo criticando a Trotsky, y «Los éxitos se nos suben a la cabeza», menos aún me gustaban sus artículos sobre la revolución china. Él era bastante diferente de Lenin: Lenin compartía su corazón con los otros y los trataba como a iguales, mientras que a Stalin le gustaba estar por encima de los demás y dar órdenes a todos. Este estilo puede ser detectado en sus obras. Después de mi reunión con él, me disgusté aún más: peleé mucho con él en Moscú. Stalin era excitable por el temperamento. Cuando se agitaba podía decir cosas desagradables. He escrito tres artículos elogiando a Stalin. El primero fue escrito en Yenan para celebrar el 60 aniversario de su nacimiento –el 21 de diciembre de 1939–, el segundo fue un discurso de felicitación –que pronuncié– en Moscú y el tercero fue un artículo a solicitud de Pravda después de su muerte –en marzo de 1953–. Nunca me gustó felicitar a otros ni que otros me felicitaran. Cuando estuve en Moscú para celebrar su cumpleaños, ¿qué otra podría haber hecho si decidía no felicitarlo? ¿Insultarlo? Después de su muerte, la Unión Soviética necesitaba nuestro apoyo y nosotros también queríamos apoyar a la Unión Soviética. Por eso escribí ese artículo elogiando las virtudes y logros de Stalin. Ese artículo no fue para Stalin sino para el PCUS. En cuanto al artículo que escribí en Yenan, tuve que dejar de lado mis sentimientos personales y tratarlo como al líder de un país socialista. De ahí que ese artículo fuera vigoroso mientras que los otros dos tuvieron su origen en la necesidad –política–, no en mi corazón ni en mi voluntad. La vida es contradictoria: tus emociones te dicen no escribas esos artículos pero tu racionalidad te obliga a hacerlo. Ahora que Moscú a criticado a Stalin, somos libres de hablar de estos temas». (Mao Zedong, entrevista con la delegación yugoslava, 1956)
Como vemos Mao Zedong jamás pudo ser un «stalinista», y ni mucho menos pudo criticar conscientemente la obra filosófica o económica de Stalin, ya que apenas había leído nada de dicha figura –es parecido a lo que comenta Molotov sobre Mao Zedong y la lectura de Marx–. Encima él –Mao Zedong– reconoce delante de los renegados yugoslavos que no se llevaba bien con él ni antes de conocerle ni después, y que sus pocos elogios a Stalin fueron bajo coacción, lo que se traduce que Mao Zedong jamás fue un marxista-leninista consecuente con la obra de Stalin. Así expresaba Stalin su preocupación a Molotov sobre el Partido Comunista de China y su escasa preparación en ese año:
«Desafortunadamente no tenemos un real o, si quieren, un verdadero Partido Comunista en China. Si ustedes quitan a los comunistas de mando medio que son un buen material de lucha pero son totalmente inexpertos políticamente, entonces ¿qué es el actual Comité Central del Partido Comunista de China? Nada sino una «amalgama» de frases generales reunidas aquí y allá, no ligadas en una línea o idea guía. No quiero ser muy exigente con el Comité Central del PCCh. Yo sé que no se puede ser demasiado exigente con ellos. Pero sólo una simple exigencia: cumplan las directivas de Komintern. ¿Se han cumplido las directivas de Komintern? No. No, porque no las entienden, o porque no quieren cumplirlas y tienen engañada a Komintern, o porque no son capaces de cumplirlas. Eso es un hecho». (Cartas de Stalin a Molotov, Carta 36, del 9 de julio de 1927)
Esto tampoco cambiaría después.
Notas:
(9) El tomo V de sus obras escogidas pareció sólo en 1977 y reagrupaba escritos de Mao Zedong posteriores a la muerte de Stalin. Enver Hoxha subrayaba que de hecho en los cuatro primeros tomos de sus obras escogidas las cuestiones expuestas fueron generalmente correctamente.
Notas de Bitácora de un Nicaragüense:
[26] Debemos recordar estas palabras pronunciadas por la misma época que el famoso discurso del «décalogo»:
«Stalin no dio pruebas de tomar la vigilancia necesaria en vísperas de la guerra antifascista». (Sobre la experiencia histórica de la dictadura del proletariado. Artículo publicado el 5 de abril de 1956 en el diario Renmin Ribao)
[27] Enver Hoxha en 1976 habla de que Mao Zedong y el Partido Comunista de China abogaban por una economía donde la industria pesada quedaba relegada al tercer lugar –por detrás de la agricultura y la industria ligera–, para el lector, a simple vista puede parecer una exageración, ya que el documento de Vivent Gouysse solo muestra las iniciales desviaciones de Mao Zedong registradas en su documento: «Sobre diez grandes relaciones» donde critica la «excesiva industria pesada» de la Unión Soviética y los países de Europa del Este en «detrimento del campesinado», por lo que defendía elevar el nivel de inversiones al campo y a la industria ligera manteniendo la mayor inversión para la industria pesada, esta explicación se corresponde correctamente a las teorizaciones de Mao Zedong durante los años 50, al igual que las teorizaciones de descentralización que llevo por esa época, pero según pasaron los años y especialmente en los años 60: Mao Zedong y el PCCh hablaban directamente ya, de que no era la industria pesada el eje de la economía, sino la agricultura, mostrándose así ellos mismos que sus iniciales desviaciones de los años 50 no fueron casualidad, sino una preparación del terreno para alentar esta tesis burguesa económica. Sería recomendable ver la obra de Rafael Martínez«: Sobre el manual económico de Shanghái» de 2006, que criticaba precisamente ese manual de economía política que fue publicado en China en 1974. Rafael Martínez critica, que los autores del manual –o sea los revisionistas chinos– declaran abiertamente que la agricultura es la base de la economía nacional:
«Los autores declaran abiertamente que la agricultura es la base de la economía nacional: «En la organización del desarrollo de la economía nacional, el país socialista debe aplicar conscientemente las leyes objetivas de la agricultura como base de la economía nacional». (ibíd., p. 368) Esta declaración va mucho más allá de la comprensión sobre la agricultura en un país con una abrumadora mayoría de campesinos, donde la agricultura tiene que jugar un papel muy importante por la razón evidente de que hay una desproporción económica clara al comienzo del desarrollo económico del país. No es eso, estamos tratando aquí con una nueva comprensión de la dirección del desarrollo de la economía de transición en un país relativamente atrasado como China. Cuando los autores apelan al principio de la agricultura como base de la economía nacional, dan a entender que la agricultura debe ser una prioridad en la economía nacional: «Dado que la agricultura es la base de la economía nacional, es necesario tratar el desarrollo de la agricultura como una prioridad de la economía nacional. Sólo cuando la agricultura se desarrolla como la base de la economía nacional puede iluminar la industria, la industria pesada, y otras empresas económicas, culturales y educativas se podrán desarrollar así mismo». (ibíd., p. 370) En este punto, no hay una aparente lógica, sino que se utiliza profundamente un argumento antimarxista». (Rafael Martínez, Sobre el manual de economía política de Shángai, 2006)
Las muestras del revisionismo chino en el tema económico se pueden observar en sus propios documentos, he aquí otro llamado: «Relaciones entre la industria pesada, ligera, y la agricultura» de Pekín Informa de 1972, donde reconocen que si bien inicialmente apostaban por una economía basada en la industria pesada, el «gran presidente» Mao Zedong «desarrolló» la «teoría dialéctica» de que la agricultura debía ser el eje principal:
«En su discurso: «Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo» pronunciado en 1957, el Presidente Mao afirmó: «La industria pesada es el núcleo de la construcción económica de China. Al mismo tiempo, se debe prestar plena atención al desarrollo de la agricultura y la industria ligera». Más tarde, explicando la teoría que la agricultura es la fundación de la economía nacional, el Presidente Mao lo resumió en estas palabras: «Tomar la agricultura como la base de la economía y la industria como el factor principal». Que constituye el principio general para el desarrollo de la economía nacional. Él indicó que se debe dar el primer lugar al desarrollo de agricultura. Estas instrucciones del Presidente Mao son en profundidad dialécticas; ellas revelan las leyes objetivas que gobiernan el crecimiento de economía socialista en China y son un desarrollo de la economía política del marxismo». (Pekin Informa, 25 de agosto de 1972)
Como vemos esta teoría revisionista tuvo como legado una China débil que no tenía desarrollada la industria pesada debido a que se daba prioridad a la industria ligera y a la agricultura, como ellos mismos confiesan:
«Aunque la industria pesada más tarde se ha desarrollado en cierta medida, la velocidad de su crecimiento todavía se queda atrás de las de algunas otras provincias, y sus productos se redujeron en base a las necesidades de las del desarrollo de la agricultura y la industria ligera de la provincia. (...) La práctica en las localidades ha permitido a los cuadros que toman parte en la discusión para llegar a un entendimiento profundo de que deben en primer lugar firmemente tener en cuenta el principio de tomar la agricultura como base de la economía nacional». (Pekin Informa, 25 de agosto de 1972)
Enver Hoxha tuvo completa razón entonces, al criticar las desviaciones de Mao Zedong y el Partido Comunista de China en cuanto a la teoría de que la «agricultura era la base de la economía», solo que Vincent Gouysse no explica mucho la evolución de las teorizaciones chinas sobre la economía y se queda enfocado al explicar solo las desviaciones inminentes de Mao Zedong tras el XXº Congreso del PCUS y el VIIIº congreso del PCCh, ambos congresos realizados en 1956.
[28] Algunos libros burgueses e inclusive también algunos «marxistas» ha reproducido la idea de que la «revolución cultural» maoísta fue aplicada de manera mecánica en la República Popular Socialista de Albania de Enver Hoxha, esto es una de las mentiras más grandes que puede haber, con esta mentira se intenta probar que Enver Hoxha fue un alumno de Mao Zedong y que era su sirviente, por lo tanto si Mao Zedong desarrollaba «revolución cultural», Enver Hoxha no habría sido menos, pero la pura realidad que se puede fácilmente contrastar con los documentos oficiales del Partido del Trabajo de Albania relatan que Enver Hoxha se opuso a los métodos antimarxistas utilizados durante la «revolución cultural» maoísta, que como él mismo declaro no tenía nada de cultural ni de proletaria, pues era un movimiento político contra la camarilla más reaccionaria y capitalista del partido, camarilla, que pudo acceder al poder precisamente por las teorías liberales de Mao Zedong sobre la burguesía; como la lucha de las dos líneas en el partido. Enver Hoxha expresó durísimas críticas donde expresó su preocupación al iniciarse la «revolución cultural» maoísta: esto lo podemos constatar en obras como: «Algunas opiniones previas sobre la revolución cultural proletaria china» de 1966, «Nada puede ser resuelto complemente sin el partido» de 1966, o «La anarquía no se combate con anarquía» de 1967, obras donde se critica la deriva de la «revolución cultural» maoísta. Si se inspeccionan estos documentos, se vera que esa «revolución cultural» albanesa que la historiografía burguesa presenta, no pudo existir ya ni que ni los mismos albaneses sabían los propósitos chinos de dicha «revolución», no se les informaba de los acontecimientos muchas veces, y muchas otras les negaban dar constancia de los documentos de los pocos congresos y plenos que se celebraban en el partido y el Comité Central como Enver Hoxha relató. Por lo tanto; mientras en China se debatía en un caos político y movimiento político encabezado por Mao Zedong –que no dejaba de ser un revisionista– para afrontar y derrotar la fracción más reaccionaria del partido que había ocupado –según él– los puestos claves en el partido y el Estado –y que muchos de ellos serían rehabilitados igualmente poco a poco–, en su lugar, en la Albania de los años 60 no existió ninguna lucha fraccionaria pues el Partido del Trabajo de Albania era un partido monolítico y no se consintió tal grado de descomposición en el partido y el Estado, pero sí existió sin embargo una fuerte campaña cultural para la emancipación de la mujer, así como una gran lucha contra la religión en beneficio del materialismo-dialéctico, para no extender este punto: recomendamos ver las obras escogidas de Enver Hoxha en español el Tomo IV, así como los tomos I y II de la Historia del Partido del Trabajo de Albania.
[29] Mao Zedong aparte de reconocer que jamás había leído la obra: «El Capital» de 1867, escrita por Marx, reconoció ante la delegación yugoslava que tampoco le gustaba los libros de Stalin, ni su estilo, es más, reconoció que apenas había leído un par de obras contadas:
«Antes de mi encuentro con Stalin, yo no tenía buenos sentimientos hacía el. No me gustaba leer sus obras: he leído solamente «Sobre los Fundamentos del Leninismo», un largo artículo criticando a Trotsky, y «Los éxitos se nos suben a la cabeza», menos aún me gustaban sus artículos sobre la revolución china. Él era bastante diferente de Lenin: Lenin compartía su corazón con los otros y los trataba como a iguales, mientras que a Stalin le gustaba estar por encima de los demás y dar órdenes a todos. Este estilo puede ser detectado en sus obras. Después de mi reunión con él, me disgusté aún más: peleé mucho con él en Moscú. Stalin era excitable por el temperamento. Cuando se agitaba podía decir cosas desagradables. He escrito tres artículos elogiando a Stalin. El primero fue escrito en Yenan para celebrar el 60 aniversario de su nacimiento –el 21 de diciembre de 1939–, el segundo fue un discurso de felicitación –que pronuncié– en Moscú y el tercero fue un artículo a solicitud de Pravda después de su muerte –en marzo de 1953–. Nunca me gustó felicitar a otros ni que otros me felicitaran. Cuando estuve en Moscú para celebrar su cumpleaños, ¿qué otra podría haber hecho si decidía no felicitarlo? ¿Insultarlo? Después de su muerte, la Unión Soviética necesitaba nuestro apoyo y nosotros también queríamos apoyar a la Unión Soviética. Por eso escribí ese artículo elogiando las virtudes y logros de Stalin. Ese artículo no fue para Stalin sino para el PCUS. En cuanto al artículo que escribí en Yenan, tuve que dejar de lado mis sentimientos personales y tratarlo como al líder de un país socialista. De ahí que ese artículo fuera vigoroso mientras que los otros dos tuvieron su origen en la necesidad –política–, no en mi corazón ni en mi voluntad. La vida es contradictoria: tus emociones te dicen no escribas esos artículos pero tu racionalidad te obliga a hacerlo. Ahora que Moscú a criticado a Stalin, somos libres de hablar de estos temas». (Mao Zedong, entrevista con la delegación yugoslava, 1956)
Como vemos Mao Zedong jamás pudo ser un «stalinista», y ni mucho menos pudo criticar conscientemente la obra filosófica o económica de Stalin, ya que apenas había leído nada de dicha figura –es parecido a lo que comenta Molotov sobre Mao Zedong y la lectura de Marx–. Encima él –Mao Zedong– reconoce delante de los renegados yugoslavos que no se llevaba bien con él ni antes de conocerle ni después, y que sus pocos elogios a Stalin fueron bajo coacción, lo que se traduce que Mao Zedong jamás fue un marxista-leninista consecuente con la obra de Stalin. Así expresaba Stalin su preocupación a Molotov sobre el Partido Comunista de China y su escasa preparación en ese año:
«Desafortunadamente no tenemos un real o, si quieren, un verdadero Partido Comunista en China. Si ustedes quitan a los comunistas de mando medio que son un buen material de lucha pero son totalmente inexpertos políticamente, entonces ¿qué es el actual Comité Central del Partido Comunista de China? Nada sino una «amalgama» de frases generales reunidas aquí y allá, no ligadas en una línea o idea guía. No quiero ser muy exigente con el Comité Central del PCCh. Yo sé que no se puede ser demasiado exigente con ellos. Pero sólo una simple exigencia: cumplan las directivas de Komintern. ¿Se han cumplido las directivas de Komintern? No. No, porque no las entienden, o porque no quieren cumplirlas y tienen engañada a Komintern, o porque no son capaces de cumplirlas. Eso es un hecho». (Cartas de Stalin a Molotov, Carta 36, del 9 de julio de 1927)
Esto tampoco cambiaría después.
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