sábado, 15 de marzo de 2014

Cuando Anguita dijo que el «¿Qué hacer?» de Lenin era inservible para nuestra época; Equipo de Bitácora (M-L), 2014


«Estoy convencido de que sobre la conciencia colectiva de la ciudadanía flota una pregunta que entre 1901 y 1902 fue formulada por Lenin, ¿Qué hacer? Es obvio que las circunstancias son otras y también que la perspectiva a afrontar es más perentoria aún que aquella. Cualquier persona que use el intelecto sin una ideologización dogmática no tiene por menos que interrogarse acerca de cuál debe ser el camino a seguir para salir de esta postración económica, social, política y de valores; de esta situación de anomia.

Es indudable que toda elucubración acerca del camino a seguir está predetermina por el objetivo. Y es aquí donde radica el núcleo del debate, la separación entre la quimera y la propuesta programática concorde con el horizonte deseado. Cuando las autoridades de la troika inciden una y otra vez en la afirmación de que las "reformas" deben continuar aunque no pueda hablarse hasta ad calendas graecas de recuperación del empleo, es que el horizonte no estaba en el cumplimiento de los DDHH, la carta Social Europea o el Título I de la Constitución de 1978 sino en el cumplimiento de unos parámetros, de unos índices, de unos porcentajes, estrictamente numéricos, que en absoluto tienen que ver, en primera instancia con el problema del paro, la precariedad y la exclusión social. Y digo en primera instancia porque la recuperación económica -si la hay- será imposible o sólo se referenciará a las grandes cifras que atañen a la minoría social que está beneficiándose de la situación.

Por eso, para poder abordar la respuesta que da título al artículo, se impone cambiar las referencias, las prioridades y sobre todo no confundir fines y medios. El fin de toda política democrática es por definición el bienestar social y el cumplimiento de la justicia social. Cuando se persiste en seguir manteniendo una política económica que una y otra vez mantiene encallada a la sociedad o se cambia de rumbo o se incurre en traición a la soberanía popular». (Julio Anguita; Publicado en el El economista/Insurgente, 2014)

Sólo podemos decirte que decepcionante Julio Anguita, decepcionante pero no por ello inesperado, al fin eres parte del equipo «constructor» de esa masa ecléctica, revisionista, reformista de la izquierda burguesa institucional que conocemos bajo el nombre de Izquierda Unida –IU– en donde vegeta el también revisionista Partido Comunista Español –PCE–, heredero del carrillismo. Claro que tu discurso resulta hasta un cierto punto alentador para el lector sin formación ideológica, bien escondido en la retórica confusa, pero hay elementos que guardan esas líneas que te delatan y revelan como parte de todos los obstáculos a los que se ha de enfrentar la clase proletaria española para su organización y búsqueda del socialismo.

¿Verdaderamente crees que las circunstancias son fundamentalmente distintas a las existentes en tiempos de Lenin? ¿Crees que la naturaleza de la explotación del trabajo asalariado es cualitativamente distinta? ¿Acaso la necesidad del tipo de organización comunista que nace de tales condiciones ha cambiado? ¿Acaso insinúas que las leyes generales de construcción del socialismo determinadas por el marxismo-leninismo son un «dogma»? ¿A qué cambios te refieres como necesarios Anguita, a los que ya impusiesen Ibárruri-Carrillo y ayudaste a mantener durante tu paso por el PCE? ¿A qué resultado ha conducido al PCE esa revisión del marxismo-leninismo bajo la excusa de lucha contra el «dogmatismo stalinista»? ¿Tiene mejor salud o influencia el PCE de hoy gracias a tales revisiones ideológicas o es un cadáver andante?

El problema está en que estás organizaciones, en las que militaste, dejaron la senda del marxismo-leninismo, pues todo sabemos que el PCE perdió su espíritu combativo en la posguera con la dupla Ibárruri-Carrillo, por lo que IU nunca ha sido una organización marxista ni pretendía serlo, sino una sopa de siglas e ideologías las cuales buscaban formar parte de los órganos de legitimación del sistema burgués, no por su presencia en ellas –no somos anarquistas–, sino por su discurso y actuación. Desde ese momento –ya sin ninguna máscara– vuestros fines son completamente distintos a los del proletariado y demás capas explotadas, y lo hicisteis para alcanzar vuestras «metas» que ya no eran el socialismo en sentido marxista-leninista, de ahí que los métodos empleados también resulten en un oportunismo atroz, métodos que ya forman parte de los mecanismo empleados por la dictadura de la burguesía para mantener aisladas a las masas.

Y hacia el final de tus líneas se muestra en todo su esplendor tu esencia revisionista, dices:

«El fin de toda política democrática es por definición el bienestar social y el cumplimiento de la justicia social». (Julio Anguita; Artículo: ¿Qué hacer?, 2014)

Aquí profesor, déjenos decirle que como comunista, y teniendo en cuenta a sus oyentes, debería de no jugar con las palabras democracia, justicia social, etc. Porque recordemos que hay varios conceptos y sobre todos prácticas de «democracia» y «justicia social» según el modelo. Por lo tanto si se llama comunista no hable de la democracia poniendo como modelo «democrático» al actual Estado –que tú como heredero del eurocomunismo piensa que necesita tan sólo unos retoques–, ya que su política, es mantener sojuzgada a las clases dominadas, y en este caso, la democracia burguesa es un mecanismo de dominación que garantiza que la explotación y todos los males inherentes al capitalismo se perpetúen para beneficio de unos pocos, por lo tanto, hablar de justicia social en un sistema así es incongruente. Esa esencia de clase de la democracia burguesa no puede ser ocultada por ninguno de vosotros, los que pretendéis ubicar al Estado por encima de las clases sociales. Y ya que se alude a Lenin entre su verborrea, tendría que saberse ese principio fundamental del pensamiento marxista-leninista, salvo que la alusión solo sea para bastardear su pensamiento. 

Que el lector no olvide: se puede actuar todo lo que se quiera dentro de la institucionalidad burguesa, los líderes de la izquierda domesticada pueden declarar cada cierto tiempo la conformación de «frentes de la izquierda» en aras de la supuesta «unidad» –aunque luego reine la confusión ideológica entre ellos y se apuñalen a las primeras de cambio–; se puede denunciar la corrupción del sistema –mientras se oculta la del partido y aliados–; se puede jugar a la filantropía e incluso donar «pensiones» para los «pobres» –como acostumbra el señor Anguita–: se puede hablar como un humanista «por encima de las ideologías», pero eso no acabará con los efectos que denuncian del sistema, y eso lo saben estas mismas personalidades. Solo un partido de vanguardia proletaria guiado por el marxismo-leninismo eliminará para siempre las contradicciones que genera todo lo que emana de negativo de la dictadura de la burguesía bajo las relaciones capital-trabajo. Y eso está claro que el PCE no lo va a cumplir, porque ni está ni se le espera para tal fin. Gente como Anguita puede seguir presentando la «vía reformista» como la opción cabal para los trabajadores, pero no existe prueba ni experiencia histórica que abale tal cosa. Ningún partido bajo tales lineamientos ha logrado una transformación radical del capitalismo. La confirmación del fracaso de esta estrategia se puede constatar con la historia del propio PCE: en el momento en que se apartó de la línea revolucionaria de la época de José Díaz en 1942, perdió toda su popularidad, desde entonces solo ha languidecido, y hoy no solo no asusta al enemigo de clase, sino que hasta partes de él lo usan como peón en el tablero de la política española institucional». (Equipo de Bitácora (M-L)Cuando Anguita dijo que el «¿Qué hacer?» de Lenin era inservible para nuestra época, 2014)

Anotaciones de Bitácora (M-L):

[Nota de 2020: Véase el apoyo de Julio Anguita al fenómeno de Podemos y su líder Pablo Iglesias, calificando sus tácticas oportunistas de leninista: «Las luchas de fracciones en Podemos y su pose ante las masas» de 2017.]

No hay comentarios:

Publicar un comentario

«¡Pedimos que se evite el insulto y el subjetivismo!»