Siempre que hablamos de Cuba en los aspectos económicos, los defensores de su deriva actual se basan esencialmente en el «bloqueo económico desarrollado por el imperialismo estadounidense» en contra de la isla; pero desde el punto de vista marxista-leninista debemos de hacerlo con una visión objetiva y tomar en cuenta todos los aspectos económicos recientes. Varias consideraciones:
1. Indudablemente el bloqueo económico ha desarrollado una efecto negativo sobre la economía cubana, no obstante, cuando analizamos ese aspecto olvidamos que el impacto enormemente negativo que este tiene sobre Cuba se debe en lo fundamental en que La Habana estuvo adherida –sin fisuras– a las teorías económicas y política económica desarrollada por el jruschovismo-brezhnevismo, de hecho sus teorías hoy prevalecen en el Partido Comunista de Cuba y no sólo en el ámbito económico. Partiendo de entender esto debemos entender que la teoría y práctica que más le afectó por entonces para el desarrollo futuro sería la aceptación de la «división socialista internacional del trabajo» –cuya máxima expresión fue la entrada de Cuba en el Consejo de Asistencia Económica Mutua (CAME) en 1972–, la cual plegaba a los países del campo revisionista soviética a una mera especialización económica mientras la Unión Soviética socialimperialista mantenía el monopolio industrial. En el caso cubano eso se tradujo en una especialización en la agricultura y en especial en el azúcar, en consecuencia, Cuba desatendió el desarrollo de su industria pesada, ley general del desarrollo del socialismo, y requisito indispensable para la independencia y autosuficiencia económica y por extensión política.
2. Es de sobra conocido que actualmente los planteamientos sobre la búsqueda de la «rentabilidad económica» o la «descentralización» en la economía, son eslóganes que ya llevan presentando los economistas cubanos desde ni se sabe, y que ni siquiera se diferencian formalmente de los argumentos del revisionismo soviético o chino cuando han introducido reformas económicas similares. Estos eslóganes en realidad ya habían sido puestos en práctica muchas décadas antes, cuando las reformas económicas cubanas de los 70 fueron al son de las introducidas en la Unión Soviética de Leonid Brézhnev:
«El precio del renovado apoyo soviético fue una cierta descentralización de la toma de decisiones económicas y la introducción de una gama limitada de los mecanismos de mercado. Desde el comienzo de los años 70, los dirigentes cubanos trataron de reformar las estructuras económicas y políticas de Cuba para dar cabida al nuevo modelo. (...) Las reformas que siguieron en la primera mitad de la década los 70 en Cuba iban en consonancia con la línea de la Unión Soviética, bajo la cooperación de numerosos asesores soviéticos se reestructuraron los organismos y empresas económicas de Cuba. Una Comisión soviético-cubana se creó en diciembre de 1970 para coordinar el uso de la ayuda soviética, y dos años más tarde, Cuba se convirtió en un miembro de pleno del mercado común del bloque soviético, el CAME –Consejo de Ayuda Mutua Económica–. Un nuevo sistema de gestión económica se estableció progresivamente en los años 70, y estaba en pleno funcionamiento a finales de la década. Se introdujeron un cierto grado de responsabilidad financiera, la rentabilidad, así como la introducción de una amplia gama de incentivos materiales. (...) Fidel Castro no fue parco en sus ataques a la excesiva centralización en la planificación económica los administradores de la empresa se les dio mayor poder de toma de decisiones a nivel de las empresas individuales». (Sebastian Balfour; Castro, 1990)
3. Dado que no alcanzó a desarrollar la industria pesada por el advenimiento de la disgregación de la Unión Soviética –y la propia tendencia revisionista de sus economistas hacía otras ramas–, no llegó a alcanzar la autosuficiencia, una de las aspiraciones económicas fundamentales de la economía socialista para que pueda ser considerado como tal, teniendo en cuenta que la industria pesada es la que permite desarrollar tanto la industria en general en la ciudad como la agricultura en el campo. De hecho los dirigentes se adhirieron a la teoría del revisionismo chino de tomar la agricultura como base de la economía:
«Le pregunte [al embajador albanés en Cuba] si pensaba que estaban descuidando la industrialización, y me contestó que en un primer momento pusieron todo en la industrialización, que no funcionó, y que ahora ponen todo en la agricultura –uno de los lemas en los carteles es: toda la fuerza para la agricultura–, y que tendría que haber un equilibrio». (Conversación con Xhustin Papogorgi, Tercer Secretario de la Embajada de la República Popular de Albania en Cuba, 27 de septiembre de 1978)
4. Con la caída del bloque revisionista soviético, Cuba ya no pudo colocar sus productos en el mercado del CAME, su mercado interno era deficiente, y la industria pesada seguía como asignatura pendiente. En este punto tenemos la tentativa de recurrir a la pujante industria farmacéutica –pertenece a la industria ligera–. Dado que su industria está basada en la ligera, sus mercancías de exportación no pueden ser vendidas en el mercado internacional con la misma facilidad, lo que se agrava con el bloqueo estadounidense. Esto hace que la economía cubana se abra de modo mayor al capital privado extranjero, proceso que ya se había iniciado desde los 80 debido a la deficiencia económica de su sistema:
«Ya desde 1982 existía la base legal para las asociaciones económicas con el capital extranjero y en julio de 1992 la Asamblea Nacional aprobó las reformas constitucionales que dieron cauce a la reestructuración del comercio exterior y de las relaciones económicas externas. Se impulsó activa pero ordenadamente una política de apertura a la inversión de capital extranjero en la búsqueda de capital, tecnología y mercados». (Berkys Esther Sosa Sosa; Fidel Castro Ruz y su pensamiento económico en la revolución, 2009)
5. Además se promocionó en el interior la iniciativa de la pequeña propiedad privada, y a partir de esos años 90 el sector turístico sustituye a la agricultura como pilar de la economía según los economistas cubanos:
«Especial relevancia tuvo la decisión de impulsar el turismo como el sector de mayor dinamismo y capacidad para generar ingresos en divisas en plazos relativamente breves y también por su potencial para propiciar la reanimación e integración de otros sectores, y estimular el empleo.». (Berkys Esther Sosa Sosa; Fidel Castro Ruz y su pensamiento económico en la revolución, 2009)
En ese momento desde el gobierno cubano se invito a pensar de que se trataba de una maniobra similar a la de la Nueva Política Económica (NEP) de la Rusia Soviética. Pero la industria pesada siguió estando «relegada» respeto a otras ramas, y en la economía cubana se introduce la figura del cuentapropista –lo que es un pequeño burgués–: una figura elemental de la economía capitalista que si no se mantiene limitada sirve como base para la reproducción del capitalismo y forma burguesía a gran escala, todo eso es sumado a lo anterior comentado sobre la inversión extranjera; pero desde la propaganda se siguió y sigue planteando que todo sigue dentro de la maniobra de reestructuración económica de esa entendida como «NEP» a la cubana. Lo cierto era que la NEP cubana no era tal, pues la NEP soviética tenía como objetivo la extensión la propiedad estatal y la centralización, y en cambio el modelo económico cubano desde los 90 hasta hoy en día no existe plan real desde la dirección cubana para lograr la industrialización del país y su autosuficiencia, pues no hay avance en este campo, plegándose por otro lado, a estimular la economía privada a pequeña escala, la promoción de nuevas leyes para promover la inversión extranjera para cubrir sus carencias, y partiendo siempre del esquema de que el sector turístico como eje de la economía cubana para subsistir.
6. Se puede concluir –viendo el poco avance en estas asignaturas pendientes que tiene Cuba en su plano interior, más las cada vez más frecuentes leyes en pro de la inversión extranjera– que queda decididamente al descubierto que la pretendida economía «socialista» de Cuba no sólo no está construyendo socialismo sino que está permitiendo el avance del capitalismo extranjero en suelo cubano. Para ser exactos, la apertura descarada al capital extranjero es algo que Cuba inició desde mediados de los 80:
Y es una técnica en la que todos los revisionismos han concluido; el otorgamiento de poderes a los inversores dentro del manejo de las empresas nacionales o bajo empresas mixtas, y la protección de los inversores bajo las leyes del Estado revisionista deudor, fue un mismo y similar proceso que sufrió China, Vietnam, Polonia o Yugoslavia, en todos los casos fue aplaudido masivamente por la prensa extrajera como un socialismo beneficioso y «antidogmático», que rompía con los esquemas «stalinistas», y si sumamos las reformas en favor de la promoción de la pequeña propiedad privada para salvar la economía de la baja producción de las emperesas capitalistas de Estado, estamos al frente de las mismas recetas de los revisionistas europeos como la Hungría de János Kádár antes de colapsar su régimen a finales de los 80. No estamos pues, ante un nuevo modelo económico, sino que es la desesperación de medidas liberales de los regímenes capitalistas-revisionistas del siglo XX para escapar a la crisis económica.
Pero dejemos claro aún más que significan estas medidas;
1) En cuanto al plano interno, y la extensión de la pequeña economía privada –los cuentapropistas etc.– recordamos a Lenin:
«Es evidente que, para suprimir por completo las clases, no basta con derrocar a los explotadores, a los terratenientes y a los capitalistas, no basta con suprimir su propiedad, sino que es imprescindible también suprimir toda propiedad privada sobre los medios de producción; es necesario suprimir la diferencia existente entre la ciudad y el campo, así como entre los trabajadores manuales e intelectuales. Esta obra exige mucho tiempo. Para realizarla, hay que dar un gigantesco paso adelante en el desarrollo de las fuerzas productivas, hay que vencer la resistencia –muchas veces pasiva y mucho más tenaz y difícil de vencer– de las numerosas supervivencias de la pequeña producción, hay que vencer la enorme fuerza de la costumbre y la rutina que estas supervivencias llevan consigo». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Una gran iniciativa, 1919)
Sobre las teorías económicas en auge desde hace años en Cuba que abogan por la autogestión de los medios de producción, descentralización, y demás:
«Toda legislación, ya sea directa o indirecta, sea de la posesión de su propia producción por los obreros de una fábrica o de una profesión tomada en particular, con derecho a moderar o impedir las órdenes del poder del Estado en general, es una burda distorsión de los principios fundamentales del poder soviético y la renuncia completa del socialismo». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La naturaleza democrática y socialista y del poder soviético, 1917)
2) En cuanto a la tendencia a extender la inversión extranjera capitalista, recordamos a Enver Hoxha:
«Las denominadas empresas autogestionadas, ya sean grandes o pequeñas, son de hecho obligadas a tener en cuenta al inversor extranjero. Este inversor tiene sus propios derechos, los cuales se han impuesto en el Estado yugoslavo, tiene sus propios representantes directos en estas empresas mixtas y tiene sus propios representantes o su influencia en la Federación. De hecho, directa o indirectamente, el inversor impone su voluntad a la Federación, la empresa mixta o la empresa. (...) Pero lo que él –Edvard Kardelj– se esfuerza por negar en su libro se confirma cada día por muchos hechos revelados por la prensa occidental, en realidad esto lo podemos demostrar incluso por la agencia de noticias yugoslava TANJUG, que anunció, durante el último 16 de agosto la publicación de un nuevo reglamento de la Asamblea ejecutiva federativa relativo a las inversiones extranjeras en Yugoslavia. En virtud de esta normativa los derechos de los inversionistas extranjeros capitalistas en Yugoslavia se amplían aún más». (Enver Hoxha; La autogestión yugoslava; teoría y práctica capitalista, 1978)
3) En cuanto a la teórica revisionista de rentabilidad por encima de todo: incluso se hace falta rebajar salarios de los obreros, de despedir orberos, de cerrar fábricas, de no industrializar el país, recordemos a Stalin:
«Los rasgos esenciales y las exigencias de la ley económica fundamental del socialismo podrían formularse, aproximadamente, como sigue: asegurar la máxima satisfacción de las necesidades materiales y culturales, en constante ascenso, de toda la sociedad, mediante el desarrollo y el perfeccionamiento ininterrumpidos de la producción socialista sobre la base de la técnica más elevada». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Problemas económicos del socialismo en la Unión Soviética, 1952)
Todo esto vuelve a poner de manifiesto, que sin un partido proletario guiado por el marxismo-leninismo y en este caso, que entienda sus leyes económicas fundamentales, es imposible cumplir con las leyes de la construcción socialista, que como decían los marxista-leninistas no pasan de largo en cualquier país pese a sus particularidades nacionales.
Cosa que a día de hoy, Cuba obviamente no cumple.
El documento:
1. Indudablemente el bloqueo económico ha desarrollado una efecto negativo sobre la economía cubana, no obstante, cuando analizamos ese aspecto olvidamos que el impacto enormemente negativo que este tiene sobre Cuba se debe en lo fundamental en que La Habana estuvo adherida –sin fisuras– a las teorías económicas y política económica desarrollada por el jruschovismo-brezhnevismo, de hecho sus teorías hoy prevalecen en el Partido Comunista de Cuba y no sólo en el ámbito económico. Partiendo de entender esto debemos entender que la teoría y práctica que más le afectó por entonces para el desarrollo futuro sería la aceptación de la «división socialista internacional del trabajo» –cuya máxima expresión fue la entrada de Cuba en el Consejo de Asistencia Económica Mutua (CAME) en 1972–, la cual plegaba a los países del campo revisionista soviética a una mera especialización económica mientras la Unión Soviética socialimperialista mantenía el monopolio industrial. En el caso cubano eso se tradujo en una especialización en la agricultura y en especial en el azúcar, en consecuencia, Cuba desatendió el desarrollo de su industria pesada, ley general del desarrollo del socialismo, y requisito indispensable para la independencia y autosuficiencia económica y por extensión política.
2. Es de sobra conocido que actualmente los planteamientos sobre la búsqueda de la «rentabilidad económica» o la «descentralización» en la economía, son eslóganes que ya llevan presentando los economistas cubanos desde ni se sabe, y que ni siquiera se diferencian formalmente de los argumentos del revisionismo soviético o chino cuando han introducido reformas económicas similares. Estos eslóganes en realidad ya habían sido puestos en práctica muchas décadas antes, cuando las reformas económicas cubanas de los 70 fueron al son de las introducidas en la Unión Soviética de Leonid Brézhnev:
«El precio del renovado apoyo soviético fue una cierta descentralización de la toma de decisiones económicas y la introducción de una gama limitada de los mecanismos de mercado. Desde el comienzo de los años 70, los dirigentes cubanos trataron de reformar las estructuras económicas y políticas de Cuba para dar cabida al nuevo modelo. (...) Las reformas que siguieron en la primera mitad de la década los 70 en Cuba iban en consonancia con la línea de la Unión Soviética, bajo la cooperación de numerosos asesores soviéticos se reestructuraron los organismos y empresas económicas de Cuba. Una Comisión soviético-cubana se creó en diciembre de 1970 para coordinar el uso de la ayuda soviética, y dos años más tarde, Cuba se convirtió en un miembro de pleno del mercado común del bloque soviético, el CAME –Consejo de Ayuda Mutua Económica–. Un nuevo sistema de gestión económica se estableció progresivamente en los años 70, y estaba en pleno funcionamiento a finales de la década. Se introdujeron un cierto grado de responsabilidad financiera, la rentabilidad, así como la introducción de una amplia gama de incentivos materiales. (...) Fidel Castro no fue parco en sus ataques a la excesiva centralización en la planificación económica los administradores de la empresa se les dio mayor poder de toma de decisiones a nivel de las empresas individuales». (Sebastian Balfour; Castro, 1990)
3. Dado que no alcanzó a desarrollar la industria pesada por el advenimiento de la disgregación de la Unión Soviética –y la propia tendencia revisionista de sus economistas hacía otras ramas–, no llegó a alcanzar la autosuficiencia, una de las aspiraciones económicas fundamentales de la economía socialista para que pueda ser considerado como tal, teniendo en cuenta que la industria pesada es la que permite desarrollar tanto la industria en general en la ciudad como la agricultura en el campo. De hecho los dirigentes se adhirieron a la teoría del revisionismo chino de tomar la agricultura como base de la economía:
«Le pregunte [al embajador albanés en Cuba] si pensaba que estaban descuidando la industrialización, y me contestó que en un primer momento pusieron todo en la industrialización, que no funcionó, y que ahora ponen todo en la agricultura –uno de los lemas en los carteles es: toda la fuerza para la agricultura–, y que tendría que haber un equilibrio». (Conversación con Xhustin Papogorgi, Tercer Secretario de la Embajada de la República Popular de Albania en Cuba, 27 de septiembre de 1978)
4. Con la caída del bloque revisionista soviético, Cuba ya no pudo colocar sus productos en el mercado del CAME, su mercado interno era deficiente, y la industria pesada seguía como asignatura pendiente. En este punto tenemos la tentativa de recurrir a la pujante industria farmacéutica –pertenece a la industria ligera–. Dado que su industria está basada en la ligera, sus mercancías de exportación no pueden ser vendidas en el mercado internacional con la misma facilidad, lo que se agrava con el bloqueo estadounidense. Esto hace que la economía cubana se abra de modo mayor al capital privado extranjero, proceso que ya se había iniciado desde los 80 debido a la deficiencia económica de su sistema:
«Ya desde 1982 existía la base legal para las asociaciones económicas con el capital extranjero y en julio de 1992 la Asamblea Nacional aprobó las reformas constitucionales que dieron cauce a la reestructuración del comercio exterior y de las relaciones económicas externas. Se impulsó activa pero ordenadamente una política de apertura a la inversión de capital extranjero en la búsqueda de capital, tecnología y mercados». (Berkys Esther Sosa Sosa; Fidel Castro Ruz y su pensamiento económico en la revolución, 2009)
5. Además se promocionó en el interior la iniciativa de la pequeña propiedad privada, y a partir de esos años 90 el sector turístico sustituye a la agricultura como pilar de la economía según los economistas cubanos:
«Especial relevancia tuvo la decisión de impulsar el turismo como el sector de mayor dinamismo y capacidad para generar ingresos en divisas en plazos relativamente breves y también por su potencial para propiciar la reanimación e integración de otros sectores, y estimular el empleo.». (Berkys Esther Sosa Sosa; Fidel Castro Ruz y su pensamiento económico en la revolución, 2009)
En ese momento desde el gobierno cubano se invito a pensar de que se trataba de una maniobra similar a la de la Nueva Política Económica (NEP) de la Rusia Soviética. Pero la industria pesada siguió estando «relegada» respeto a otras ramas, y en la economía cubana se introduce la figura del cuentapropista –lo que es un pequeño burgués–: una figura elemental de la economía capitalista que si no se mantiene limitada sirve como base para la reproducción del capitalismo y forma burguesía a gran escala, todo eso es sumado a lo anterior comentado sobre la inversión extranjera; pero desde la propaganda se siguió y sigue planteando que todo sigue dentro de la maniobra de reestructuración económica de esa entendida como «NEP» a la cubana. Lo cierto era que la NEP cubana no era tal, pues la NEP soviética tenía como objetivo la extensión la propiedad estatal y la centralización, y en cambio el modelo económico cubano desde los 90 hasta hoy en día no existe plan real desde la dirección cubana para lograr la industrialización del país y su autosuficiencia, pues no hay avance en este campo, plegándose por otro lado, a estimular la economía privada a pequeña escala, la promoción de nuevas leyes para promover la inversión extranjera para cubrir sus carencias, y partiendo siempre del esquema de que el sector turístico como eje de la economía cubana para subsistir.
6. Se puede concluir –viendo el poco avance en estas asignaturas pendientes que tiene Cuba en su plano interior, más las cada vez más frecuentes leyes en pro de la inversión extranjera– que queda decididamente al descubierto que la pretendida economía «socialista» de Cuba no sólo no está construyendo socialismo sino que está permitiendo el avance del capitalismo extranjero en suelo cubano. Para ser exactos, la apertura descarada al capital extranjero es algo que Cuba inició desde mediados de los 80:
Y es una técnica en la que todos los revisionismos han concluido; el otorgamiento de poderes a los inversores dentro del manejo de las empresas nacionales o bajo empresas mixtas, y la protección de los inversores bajo las leyes del Estado revisionista deudor, fue un mismo y similar proceso que sufrió China, Vietnam, Polonia o Yugoslavia, en todos los casos fue aplaudido masivamente por la prensa extrajera como un socialismo beneficioso y «antidogmático», que rompía con los esquemas «stalinistas», y si sumamos las reformas en favor de la promoción de la pequeña propiedad privada para salvar la economía de la baja producción de las emperesas capitalistas de Estado, estamos al frente de las mismas recetas de los revisionistas europeos como la Hungría de János Kádár antes de colapsar su régimen a finales de los 80. No estamos pues, ante un nuevo modelo económico, sino que es la desesperación de medidas liberales de los regímenes capitalistas-revisionistas del siglo XX para escapar a la crisis económica.
Pero dejemos claro aún más que significan estas medidas;
1) En cuanto al plano interno, y la extensión de la pequeña economía privada –los cuentapropistas etc.– recordamos a Lenin:
«Es evidente que, para suprimir por completo las clases, no basta con derrocar a los explotadores, a los terratenientes y a los capitalistas, no basta con suprimir su propiedad, sino que es imprescindible también suprimir toda propiedad privada sobre los medios de producción; es necesario suprimir la diferencia existente entre la ciudad y el campo, así como entre los trabajadores manuales e intelectuales. Esta obra exige mucho tiempo. Para realizarla, hay que dar un gigantesco paso adelante en el desarrollo de las fuerzas productivas, hay que vencer la resistencia –muchas veces pasiva y mucho más tenaz y difícil de vencer– de las numerosas supervivencias de la pequeña producción, hay que vencer la enorme fuerza de la costumbre y la rutina que estas supervivencias llevan consigo». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Una gran iniciativa, 1919)
Sobre las teorías económicas en auge desde hace años en Cuba que abogan por la autogestión de los medios de producción, descentralización, y demás:
«Toda legislación, ya sea directa o indirecta, sea de la posesión de su propia producción por los obreros de una fábrica o de una profesión tomada en particular, con derecho a moderar o impedir las órdenes del poder del Estado en general, es una burda distorsión de los principios fundamentales del poder soviético y la renuncia completa del socialismo». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La naturaleza democrática y socialista y del poder soviético, 1917)
2) En cuanto a la tendencia a extender la inversión extranjera capitalista, recordamos a Enver Hoxha:
«Las denominadas empresas autogestionadas, ya sean grandes o pequeñas, son de hecho obligadas a tener en cuenta al inversor extranjero. Este inversor tiene sus propios derechos, los cuales se han impuesto en el Estado yugoslavo, tiene sus propios representantes directos en estas empresas mixtas y tiene sus propios representantes o su influencia en la Federación. De hecho, directa o indirectamente, el inversor impone su voluntad a la Federación, la empresa mixta o la empresa. (...) Pero lo que él –Edvard Kardelj– se esfuerza por negar en su libro se confirma cada día por muchos hechos revelados por la prensa occidental, en realidad esto lo podemos demostrar incluso por la agencia de noticias yugoslava TANJUG, que anunció, durante el último 16 de agosto la publicación de un nuevo reglamento de la Asamblea ejecutiva federativa relativo a las inversiones extranjeras en Yugoslavia. En virtud de esta normativa los derechos de los inversionistas extranjeros capitalistas en Yugoslavia se amplían aún más». (Enver Hoxha; La autogestión yugoslava; teoría y práctica capitalista, 1978)
3) En cuanto a la teórica revisionista de rentabilidad por encima de todo: incluso se hace falta rebajar salarios de los obreros, de despedir orberos, de cerrar fábricas, de no industrializar el país, recordemos a Stalin:
«Los rasgos esenciales y las exigencias de la ley económica fundamental del socialismo podrían formularse, aproximadamente, como sigue: asegurar la máxima satisfacción de las necesidades materiales y culturales, en constante ascenso, de toda la sociedad, mediante el desarrollo y el perfeccionamiento ininterrumpidos de la producción socialista sobre la base de la técnica más elevada». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Problemas económicos del socialismo en la Unión Soviética, 1952)
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Todo esto vuelve a poner de manifiesto, que sin un partido proletario guiado por el marxismo-leninismo y en este caso, que entienda sus leyes económicas fundamentales, es imposible cumplir con las leyes de la construcción socialista, que como decían los marxista-leninistas no pasan de largo en cualquier país pese a sus particularidades nacionales.
Cosa que a día de hoy, Cuba obviamente no cumple.
El documento:
El Parlamento de Cuba ha aprobado una nueva Ley de Inversión Extranjera con el objetivo de atraer capital tras 52 años de un asedio comercial por parte de Washington que ni los propios ciudadanos estadounidenses apoyan.
La nueva ley reduce del 30% al 15% los impuestos sobre las ganancias de los inversores extranjeros y ofrece mayor protección legal. Para la mayoría de ellos se establecerá también una moratoria tributaria para un período ocho años. De esta manera Cuba busca eludir el enorme efecto negativo del bloqueo por parte de EE.UU., un cerco que de cesar dispararía el desarrollo de la economía isleña, creen los expertos.
"El sector de negocios está muy disminuido por las trabas, las presiones y las prohibiciones de comercio con Cuba, pero es cierto también que después de la crisis económica, parece que algunos países se han dado cuenta de que es una cosa totalmente ilógica, falta de sentido no comerciar con un país que tiene ciertas potencialidades", opina el periodista Pedro Hernández Soto. "El bloqueo es obsoleto, es un recurso de la guerra fría, nadie gana con el bloqueo a Cuba, absolutamente nadie", agrega.
Y para no perder sino ganar, muchos ya se preparan para un eventual cese del bloqueo. El ejemplo es el gran proyecto empresarial de Marina en el balneario cubano de Varadero, una instalación proyectada para atender el flujo de turistas y yates una vez se derrumbe el muro entre La Habana y Washington.
Y Cuba está lista para ofrecer a EE.UU. también su sabor más auténtico. "Havanista es el mismo ron de 7 años que se vende, la única diferencia es la etiqueta, es una nueva marca que pertenece a Havana Club. Es el mismo ron con el mismo sabor, el mismo aroma, la misma producción... El propósito de lanzar Havanista fue destinarlo al mercado de EE.UU, porque por el embargo no podemos vender Havana Club allá, entonces una vez que se elimine ese embargo, se podrá vender Havanista", explica Grethel Perdomo, jefa del departamento comercial del Museo del ron.
Así, el más emblemático de los rones cubanos, aunque con el nombre cambiado, está listo para conquistar el mercado estadounidense, que consume el 40% de la producción de estas bebidas y en el que los directivos de la empresa ronera consideran que, solamente a corto plazo, podrían vender un millón de cajas.
Los expertos coinciden en que las relaciones comerciales reactivadas y nuevos flujos de dinero sanearían la economía isleña. Algo que las autoridades cubanas también pretenden lograr con la introducción de la actualizada Ley de Inversión Extranjera que proporciona muchas bonificaciones a los inversores foráneos.
"La nueva Ley de Inversión Extranjera va a romper prácticamente con la situación del bloqueo fuera de los EE.UU. La prensa ya ha publicado visitas de delegaciones belgas, de empresarios franceses, ahora viene una delegación importante de empresarios brasileños", insiste Pedro Hernández Soto.
Por supuesto, la idea de negociar con Cuba es tan atractiva que, pese a todas las dificultades, ni siquiera en Norteamérica pudieron ignorarla.
Los beneficios que traería el fin del bloqueo económico para ambas naciones son indiscutibles. Según cifras de la Comisión de Comercio Internacional de Estados Unidos, se estima que las pérdidas para el país norteamericano en el comercio con Cuba alcanzan hasta los 1.200 millones de dólares anuales, un importante mercado por desarrollar.
Para Gary Silversmith, presidente de Inversiones P&L, Cuba representa una enorme oportunidad comercial. Resalta que el mayor motor económico es la industria del turismo, en la que los estadounidenses no tienen virtualmente ninguna participación. Los proveedores de la industria vacacional están ansiosos por entrar en el mercado y esperan que los cambios en la legislación cubana también proporcionen mejores condiciones para la inversión extranjera.
"Creo que es un momento emocionante para comerciar e invertir en Cuba, ya que considero que estamos muy cerca de desarrollar nuevamente una cultura vibrante y un intercambio económico entre ambos países que ha existido históricamente y que no hay razón para que no siga existiendo hoy", afirma el empresario.
No son solo empresarios, sino también ciudadanos estadounidenses los que apoyan la medida. Un estudio del Consejo Atlántico plantea que un 56% de la población estadounidense está de acuerdo con la normalización de las relaciones con la nación caribeña y más del 60% de los norteamericanos apoya que aumenten las empresas que hacen negocios con Cuba. Muchos factores parecen indicar que los días del embargo están contados.
RT Actualidad
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