«En el pensamiento teórico de nuestro partido destaca la profunda argumentación científica de la conexión orgánica existente entre dictadura y democracia, y la defensa de esta relación en la presente lucha ideológica. En afirmación de esta unidad dialéctica, nuestro partido señala que el fortalecimiento de la dictadura del proletariado no puede ser concebido sin la verdadera democracia para las masas, al igual que la ampliación de la democracia no puede ser concebida sin el fortalecimiento de la dictadura del proletariado. El partido considera la profundización de la democracia socialista como una condición política fundamental para la realización de las tareas de la dictadura del proletariado, como el camino general para su defensa e incesante fortalecimiento, y la amplia de la participación de las masas en la gobernación del país como en la dirección fundamental de la democracia, como uno de los más importantes factores para la defensa de nuestro Estado y sociedad contra el peligro de la degeneración burgués-revisionista.
Adhiriéndose a estos principios, nuestro partido ha rechazado los puntos de vista de los revisionistas quienes crean una brecha entre dictadura y democracia bajo el pretexto de que no puede haber democracia sin derribar la dictadura del proletariado. Por su parte, los revisionistas yugoslavos consideran el desvanecimiento del Estado socialista como el principal camino para el desarrollo de la denominada «democracia directa», mientras los revisionistas soviéticos consideran la liquidación de la dictadura del proletariado como una condición sine qua non para el desarrollo de la democracia socialista. Sin embargo, el debilitamiento y, después, la liquidación de la dictadura del proletariado en la Unión Soviética y en otros ex países socialistas no les llevaron al fortalecimiento, sino a la liquidación de la democracia socialista.
El desarrollo y la ampliación de la democracia socialista, la participación cada vez más activa de las masas en la gobernación del país, no excluye el uso de la fuerza en una parte del Estado de dictadura del proletariado contra los enemigos del socialismo. El partido y el camarada Enver Hoxha han señalado la absoluta necesidad de esta función, así como de otras funciones, de la dictadura del proletariado también después de la liquidación de las clases explotadoras. A pesar de las limitaciones a las que esta función está sujeta, y esta son obvias, no desaparece sino que pervive sobre todo el periodo de transición hacia el comunismo, no sólo para acabar con la resistencia de los restos de las clases explotadoras y cualquier otra actividad hostil de los enemigos externos e internos, sino también para combatir a la nueva burguesía y a los elementos antisocialistas que surgen en el proceso de la lucha de clases en el país. Esta función se vuelve incluso más importante en las condiciones de la gran, salvaje y multifacética presión del cerco mundial revisionista y capitalista que nos rodea. Los vínculos y mutuos condicionamientos entre dictadura y democracia encuentran su concreta expresión en la implementación del principio del centralismo democrático. Nuestro partido ha prestado particular atención al correcto entendimiento e implementación de este principio, no sólo porque es el fundamental principio de la construcción y funcionamiento del mecanicismo social del Estado socialista, sino también para prevenir cualquier malentendido y distorsión que pueda emerger en la relación entre centralismo y democracia. La vida ha probado que cualquier absolutización del centralismo e infravalorización de la democracia conduce al centralismo burocrático, al sectarismo y el aventurerismo político, como ha pasado en la Unión Soviética donde los revisionistas establecieron su dictadura burocrática como un arma para la ley de la nueva burguesía sobre las masas. Cualquier absolutización de la democracia e infravalorización del centralismo conduce al oportunismo y al liberalismo anarco-sindicalista, a la disgregación y a la degeneración de la dictadura del proletariado. El ejemplo de la llamada «autogestión» de la clase obrera y la «directa democracia de las masas», que los revisionistas yugoslavos predican muestra a dónde conduce el abandono del centralismo proletario». (Jorgji Sota; Sobre la dictadura del proletariado y la lucha de clases en Albania, 1983)
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