jueves, 10 de octubre de 2019

«Si somos verdaderos revolucionarios, no debernos alardear de tales»...


«No se trata ya de discutir en la prensa ni en la tribuna, sino en los campos de batalla, dicen algunos republicanos. Cansado estoy de repetir que no creo que por las vías legales pueda llegarse a la República. Por el Parlamento no se llega aquí ni siquiera a un mal cambio de Gabinete. No hay posibilidad de llegar por estos caminos a mudanza alguna, ínterin los gobiernos, para conseguir el triunfo de sus candidatos, no vacilen en recurrir a la coacción y la violencia. ¿Quiere decir esto que hayamos de fiar a la sola fuerza de las armas el triunfo de la República? Si así es, ¿por qué escribimos periódicos? ¿Por qué celebramos reuniones públicas? ¿Por qué nos asociarnos públicamente y no vacilamos en hablar bajo el receloso oído de los delegados del Gobierno? ¿Por qué hemos acudido hoy a las urnas v acudían antes los correligionarios de muchas ciudades para conseguir cargos concejiles y diputaciones de provincia? Si de la sola fuerza debemos esperar el poder, están vetados para nosotros todos estos medios de propaganda.

Si somos verdaderos revolucionarios, no debernos alardear de tales ni en casinos, ni en clubs, ni en lugares públicos. Debemos preparar las revoluciones en lugares donde no nos oigan ni nos vean nuestros enemigos. ¿Qué significa estar constantemente con la revolución en los labios y no en las manos? ¿Qué significa amenazar siempre para no dar nunca, prometer lo que no se ha de cumplir, fascinar al pueblo con ilusiones que ha de ver mañana desvanecidas? ¿Es esto de hombres serios?, ¿es de hombres dignos?

Las revoluciones, las verdaderas revoluciones, las trae, más que la voluntad de los hombres, el curso de los acontecimientos. Lucharon los progresistas del año 1843 al 1854 y nunca vencieron. ¿Quién vino a facilitarles el triunfo? Uno de sus capitales enemigos, el general O’Donnell. Lucharon del año 56 al 68, y siempre fueron vencidos. ¿Quién les facilitó la victoria? Topete, que había sido ministro de Narváez; Serrano, que ya el año 44 los había abandonado. Y cuenta que del 1843 al 1854 habían tenido a su frente los progresistas un general como Espartero, que había forzado el puente de Luchana y puesto fin a una guerra en los campos de Vergara, y del 56 al 58 un general como Prim, que ejercía grande influencia en el ejército por sus legendarias proezas en las costas de África.

Pueden venir acontecimientos como los del año 54 y el año 68, y para cuando lleguen bueno es que viváis apercibidos; mas es impropio de hombres hacer en todo tiempo y sazón alarde de revolucionarios». (Francisco Pi y Margall; Discurso en el XVIII aniversario de la I República, 12 de febrero de 1891)

Anotaciones de Bitácora (M-L):

En España encontramos en Francisco Pi y Margall (1824-1901) a finales del siglo XIX, a una de las figuras de mayor estudio y sensibilidad sobre la cuestión nacional en cuanto a entender la variada idiosincrasia que existe en lo que hoy se conoce como España. Pero Pi y Margall pese a su honradez, humanismo y alto pensamiento progresista para su tiempo –preocupado incluso como decía Engels por la cuestión obrera y social–, no podemos decir que fuese un socialista de tipo materialista-dialéctico, pues pese a su autodenominación como socialista nunca pasó de ser un socialista utópico a lo sumo, conteniendo las limitaciones que eso conllevaba en lo filosófico-político, mezclado con otras posiciones correctas o cercanas al materialismo-dialéctico. Pese a sus limitaciones nos legó infinidad de reflexiones que vale la pena repasar en la actualidad. 

Su pensamiento descansa sobre: republicanismo, federalismo y socialismo.

Con republicanismo nos podemos referir a una concepción de forma de gobierno, pero no solo eso, no buscaba una «república unitaria» que uniese a los pueblos por la fuerza, la cual consideraba como igual a «una monarquía pero con un gorro frigio», sino una república federal, con federalismo se refiere a forma de organización del Estado, pero tampoco un federalismo rígido y en el fondo unitario como el alemán o estadounidense, sino uno en cual aplique la máxima de que «entre soberanos solo caben pactos», incluyendo el derecho a autodeterminación de los pueblos frente al «nacionalismo castellano» hegemónico en España; y con socialismo se buscaba una «revolución tanto social como política», este socialismo de Pi y Margall no es todavía un socialismo en el sentido marxista, pero sí uno que repudia el libre mercado de la «economía política» liberal, con una honda preocupación por la cuestión social y el proletariado, en su visión política se detectan tendencias revolucionarias en sus objetivos para llegar al poder, se rectifica la defensa a ultranza del individualismo personal para empezar a considerar el individuo junto a la comunidad que le rodea: «aplaudimos también de todo corazón la nueva ciencia que, sin negar la libertad ni la personalidad, busca en la idea de la justicia y en el derecho que la traduce la solución a las cuestiones relativas al trabajo. Somos partidarios de la economía social, somos socialistas».

Muchos actuales republicanos, en vez de basarse en los aspectos más progresista de su pensamiento, por el contrario se suelen apoyar en las concepciones premarxistas de Pi i Margall: su crítica a la religión sobre sostenes panteístas, sus inicial identificación de democracia con garantía para sí, para el individuo y sus derechos frente al colectivo, el regir la descentralización en todos los campos como la panacea para todos los males, el exceso de fe en ocasiones sobre los mecanismos legales, su concepto de partido de masas, etc. Unos corregidos y otros jamás corregidos.

1 comentario:

  1. "La única garantía posible de democracia es un fusil en el hombro de cada obrero" Lenin

    ResponderEliminar

«¡Pedimos que se evite el insulto y el subjetivismo!»