sábado, 14 de junio de 2014

Periodos principales del desarrollo del partido; Georgi Dimitrov; 1948


«Camaradas y delegados;

El Partido Obrero (comunista) Búlgaro, que no tengo duda que en el actual congreso estará de acuerdo por unanimidad de cambiar su nombre a Partido Comunista Búlgaro, tiene sus raíces profundas en el pasado.  Fue fundado como un partido socialdemócrata en 1891 en el Congreso de Mt. Buzludja [1]. Sin embargo, fue sólo en 1903, a raíz de la ruptura con los socialistas «amplios» –los comunistas eran conocidos como socialistas «estrechos»–, es decir, después de que se limpió así mismo de los socialreformistas, del ala oportunista, que se convirtió en un partido proletario marxista bajo la dirección de Dimiter Blagoev y sus camaradas de armas Georgi Kirkov y Gavril Georgiev.

Durante su desarrollo, nuestro partido libró una lucha incesante contra las influencias extranjeras burguesas y pequeñoburguesas y defendió la formación de una clase obrera independiente, con una ideología y organización propia. Sobre inicios del siglo era un pequeño pero creciente partido, que trató de imbuir a los obreros una conciencia de clase, para organizar y defender  sus intereses vitales, es decir, que era principalmente una organización de propaganda basada en popularizar el socialismo. A partir de este estado modesto se desarrolló gradualmente durante y como consecuencia de la Primera Guerra Mundial, en un partido político de masas de la clase obrera.

Bajo el impacto de la revolución rusa, que fue acogida con entusiasmo por las masas trabajadoras en Bulgaria, el partido se renombró así mismo como Partido Comunista Búlgaro en 1919, siguiendo el ejemplo de los bolcheviques en Rusia, de igual modo, formo parte de la fundación de la Komintern. Y se mantuvo como miembro activo hasta la autodisolución de ésta en 1943.

En el curso de tres décadas, especialmente después del levantamiento de septiembre en 1923, nuestro partido se deshizo de su «no bolchevismo», de la «estrecha» ortodoxia que había en sus vestigios socialistas, luchando así contra varias desviaciones derechistas e izquierdistas, aprendiendo del ejemplo del Partido Comunista Ruso (bolchevique), acumulando un acervo cada vez mayor de experiencia, desarrollando, transformado, y rearmándose en el espíritu marxista-leninista. Convirtiéndose así, en un genuino partido marxista-leninista; en la organización y vanguardia consciente de la clase obrera, en un partido de nuevo tipo, capaz de movilizar y dirigir a la clase obrera en una lucha a vida o muerte, capaz de forjar una alianza militante entre la clase obrera y el resto de trabajadores de la ciudad y el campo, capaz de derrocar a la brutal dictadura fascista, de tomar en sus propias manos el destino de nuestro país, y con firmeza resuelta llevarnos a la victoria del socialismo, para lograr el triunfo completo del comunismo.

En su desarrollo el partido tuvo que atravesar un difícil, espinoso y zigzagueante camino, un camino de heroísmo y fe inquebrantable en la clase obrera y el resto de trabajadores. El partido pasó a través de un largo período de actividad clandestina, sufriendo graves retrocesos y haciendo grandes sacrificios, en el cual, nuestro partido nunca acabó renunciando a la lucha.

El partido siempre ha sido fiel a la misión liberadora que tiene la clase obrera. A lo largo de su existencia, a pesar de los errores, debilidades y vacilaciones, siempre se esforzó por estar en medio de las masas, para continuar adelante con ellas, para instruirlas en el espíritu de la lucha de clases sin concesiones y el internacionalismo, para defender sus intereses honesta y desinteresadamente y para llevarlas a la batalla contra sus enemigos jurados. Durante los años más duros de  la dictadura monarco-fascista y la ocupación alemana, el partido sin miedo encabezó la lucha contra el fascismo y los invasores extranjeros, organizó y llevó a cabo el movimiento partisano, se creó el Frente de la Patria y por su orientación desinteresada y correcta, tuvo éxito en la conducción de la nación al victorioso levantamiento del 9 de septiembre, ganándose finalmente la simpatía y la confianza de las amplias masas.

La reciente fusión con el Partido Obrero Socialdemócrata Búlgaro, su participación en el Frente de la Patria bajo nuestro partido, sobre la base del marxismo-leninismo y bajo nuestras reglas del partido y disciplina, acabaron con los últimos elementos de desunión dentro la clase trabajadora, que ahora se unió en un solo partido político.

Es natural y lógico que nuestro partido debe ser reconocido hoy en día como la fuerza principal en la administración del Estado y en toda la vida pública de nuestro país.

El gran prestigio de nuestro partido, el interés general que nuestro congreso ha alzado y la esperanza que nuestro pueblo tienen puestas en sus decisiones, muestran claramente que se le encomienda la misión de asegurar el progreso de nuestro país siendo la piedra angular de la sociedad socialista, una sociedad sin explotación del hombre por el hombre.

No puede haber la menor duda de que el Partido Obrero (comunista) Búlgaro, al frente de la clase obrera, disfrutando de la confianza y el apoyo de la gente trabajadora y manteniéndose siempre fiel en toda victoria a la doctrina del marxismo-leninismo, cumplirá con éxito su misión histórica. Las decisiones de nuestro actual congreso serán una adicional garantía de esto.

I
Periodos principales del desarrollo del partido

Antes de analizar el estado actual de nuestro partido y sus inmediatas tareas, es conveniente hacer una revisión crítica general de su desarrollo desde su fundación hasta la actualidad. Esto tiene tanto un histórico como un político interés de importancia para el partido, así como para nuestro pueblo y país. Es plenamente necesario para aclarar ciertas cuestiones de su pasada historia.

La historia de nuestro partido se puede dividir en los siguientes períodos:

1. Desde la fundación del partido en 1891, a la ruptura con los socialistas oportunistas en 1903.

2. A partir de la formación del partido como un partido marxista de la clase obrera en 1903, con la revolución rusa de 1917 y la transformación del partido en un partido comunista en 1919, y su participación en la fundación de la Komintern.

3. A partir de 1919, con el levantamiento de septiembre de 1923.

4. Desde el levantamiento de septiembre de 1923, a la Segunda Guerra Mundial en 1940.

5. A partir de la Segunda Guerra Mundial hasta el levantamiento del 9 de septiembre de 1944.

6. A partir del levantamiento del 9 de septiembre de 1944, hasta el presente.

Estos principales períodos de la historia del partido tienen, naturalmente, sus propias etapas de desarrollo.

Vamos a analizar los rasgos más característicos de estos períodos en el desarrollo de nuestro partido.

El periodo de los socialistas «estrechos»

Antes de proceder a analizar el periodo de los socialistas «estrechos» quiero anotar que el primer período de nuestro partido, 1891-1903, se caracteriza por una creciente y persistente propaganda de las ideas comunista y por una incesante lucha contra los ideólogos de la burguesía y la pequeña burguesía que negaban la posibilidad de un movimiento socialista si todavía no se tenía entonces desarrolladas las condiciones sociales. Tuvo que ser demostrado que en Bulgaria, que apenas había entrado en el camino del capitalismo, existía la posibilidad del socialismo, que el exponente incipiente de lo que sería la clase obrera, que el futuro pertenecía a esta clase, y que tenía que tener su propio partido político. Una creciente lucha se produjo en el partido en torno a estas cuestiones entre la tendencia revolucionaria marxista de Dimiter Blagoev y la tendencia reformista-oportunista de Yanko Sakazov. Esta larga lucha ideológica terminó con la victoria del marxismo revolucionario sobre el socialismo pequeñoburgués reformista.

Los atributos positivos del partido durante el periodo de los socialistas «estrechos» fueron que se conservó una profunda lealtad al marxismo, al socialismo y al internacionalismo proletario, una actitud intransigente hacia la clase de la burguesía y sus agentes reformistas, una fe inquebrantable en el triunfo y el futuro de la clase obrera,  y una férrea disciplina consciente. Los socialistas «estrechos» creían firmemente en la subordinación de la vida personal, los intereses privados y de la voluntad individual del miembro del partido a los intereses y la voluntad del partido proletario. Gracias a estas cualidades de nuestro partido logró un gran éxito en el período anterior a la Primera Guerra Mundial e inmediatamente después de ella. Permitieron que se convierta en la organizador dirigente de las lucha de los obreros desalojando el reformismo de sus posiciones clave anteriores en el movimiento obrero. También ayudaron a que durante la Primera Guerra Mundial se adoptara una postura internacionalista valiente, similar a la de los bolcheviques, y a que después de la revolución rusa de 1917 y la creación de la Komintern, se procediera a su propia bolchevización final.

Durante  el periodo de los socialistas «estrechos» nuestro partido limpió sus filas de los reformistas, aseguró el desarrollo independiente de la clase obrera como una clase separada, y llevó a cabo una lucha implacable contra la burguesía dominante. Clase contra clase era el lema y la política del partido en ese período. Se asumió el liderazgo de las crecientes luchas de los obreros y demás trabajadores en torno a lograr la jornada de ocho horas de trabajo, la legislación social, la mejora de condiciones de vida y de trabajo, y contra la reaccionaria política exterior de la burguesía. Organizó y dirigió el comercio, el movimiento sindical, dirigió la huelga de los grandes mineros en Pernik en 1906, así como las huelgas de otros sectores de la clase obrera durante los años siguientes. No había ni una sola huelga que no estuviera bajo la dirección del partido, o al menos bajo su influencia.

El partido educó a las masas trabajadores en el espíritu del internacionalismo proletario. Tomó la iniciativa y se estuvo dentro de una parte muy activa que luchaba por lograr la creación de una federación balcánica de los partidos socialistas, y se esforzó también con toda sus fuerzas para fortalecer la solidaridad entre los trabajadores búlgaros y los trabajadores de otros países de los Balcanes, y del mundo.

La actitud inflexible de los socialistas «estrechos» hacia el reformismo y varias facciones reformistas, su negativa a coexistir con la burguesía y sus agentes en el movimiento obrero, la lucha militante en defensa de los intereses y derechos vitales de la clase trabajadora, todo esto se imprimió de forma extraña dentro del movimiento obrero internacional de la II Internacional como una tendencia revolucionaria marxista. De todas las tendencias socialdemócratas de izquierda, los comunistas búlgaros eran más cercanos al bolchevismo.

De esto no se desprende, sin embargo, que el socialismo «estrecho» de los búlgaros no difería del bolchevismo ruso en las cuestiones básicas. El partido sufrió la idea falsa de que el socialismo «estrecho» era una marca búlgara de bolchevismo y que sólo tenía que adaptarse a la nueva situación internacional.

Cabe destacar que fue esta misma idea falsa del partido y sobre todo de su liderazgo, bajo Dimiter Blagoev, que durante mucho tiempo llevó a cabo de nuevo a la posición del marxismo del siglo XIX, marxismo que le impidió la asimilación de lo nuevo en el marxismo; hablamos de los valiosos aportes de Lenin, quien trajo el marxismo hasta la fecha, adaptándola a la época del imperialismo, fase superior del capitalismo. Esto retrasó sustancialmente la bolchevización de nuestro partido, y explica la táctica equivocada de su liderazgo durante los acontecimientos Vladaya, y especialmente durante el golpe de Estado militar-fascista del 9 de junio de 1923.

Es cierto que el socialismo «estrecho», sobre todo con su actitud intransigente de clase, la lucha contra el menchevismo búlgara, y su disciplina de hierro, estaba cerca de bolchevismo. Ahora, no es menos cierto, sin embargo, que el socialismo «estrecho» difería del bolchevismo y del leninismo sobre varias cuestiones fundamentales de principio y de táctica.

¿Cuáles fueron las principales diferencias entre el socialismo búlgaro «estrecho» y el bolchevismo ruso?

El socialismo «estrecho» no consideró la dictadura del proletariado como una característica básica de la revolución proletaria. Esta cuestión  faltaba en el programa del partido. Como tampoco el partido se dio cuenta de la aparición de una nueva fase de desarrollo del capitalismo como su última fase y víspera de la revolución proletaria, no pudo plantear concretamente la cuestión del poder y la insurrección armada como medios de derrocar a la burguesía.

El socialismo «estrechos»  no mantuvo posiciones leninistas sobre la cuestión del papel del partido como vanguardia militante de la clase obrera en la revolución, en la lucha por el poder, aunque en su estructura, sobre la organización y la disciplina, el partido estuvo cerca de la doctrina leninista de partido. Nuestro partido aún no se consideraba como una forma superior de organización de la clase obrera búlgara que pudiera conducir al resto de las organizaciones de trabajadores, no podía establecer el contacto más estrecho con las masas y asegurar así la actividad revolucionaria exitosa.

El socialismo «estrecho» no estaba exento de un cierto culto a la espontaneidad en el movimiento obrero. Estuvo bajo el hechizo de la concepción socialdemócrata del funcionamiento automático de las leyes sociales objetivas. Vio como su principal tarea la agitación y la propaganda, la explicación y aclaración de las leyes que funcionan de manera objetiva del desarrollo social, organizando y educando a los obreros y demás capas trabajadoras en el espíritu del socialismo, despertando su conciencia de clase, orientando sus luchas diarias con el fin de que la revolución socialista era inevitable; que se produciría como resultado de las condiciones objetivas que maduraban. El partido no se consideraba una fuerza activa llamada no sólo para organizar y educar a las masas trabajadoras y dirigir sus luchas cotidianas, no sólo para explicar los eventos diarios, sino también para participar en la creación y la canalización de los acontecimientos revolucionarios para convertirse en un factor dominante en la preparación, organización y desarrollo de la revolución proletaria. Por lo tanto, hubo un cierto retraso y pasividad del partido en el momento de la agudización de la lucha de clases, un aislamiento sectario frente a las masas que se habían levantado en armas. 

El socialismo «estrecho» transformó una serie de enseñanzas marxistas en un dogma, como resultado de la cual el partido cayó en el sectarismo e hizo sus contactos con las amplias masas más difícil. Así, por ejemplo, aplicando una política de lucha sin cuartel contra la clase burguesía correcta, se opuso a las diversas coaliciones electorales con partidos burgueses, y el trabajo legislativo «constructivo» del parlamento burgués, el partido dio la vuelta al concepto de organización de clase independiente y lo moldeo como un dogma, negando en general, y en todas las condiciones la conveniencia de un acuerdo con otros grupos sociales y políticos y, por tanto, como de hecho sucedió, se aisló. La actitud de nuestro partido no tenía nada en común con la doctrina leninista en cuanto a los compromisos revolucionarios, sin los cuales el partido revolucionario no puede luchar con éxito y avanzar.

Al no entender el papel de los campesinos como aliados de la clase obrera en la lucha contra el capitalismo, se tomó una posición plejanovista y no una posición leninista sobre el problema campesino. El partido alistó a campesinos bajo su bandera sólo a condición de que estos hubieran mudado a las posiciones del proletariado. Como es bien sabido, Lenin complementó, desarrolló, la doctrina marxista de las relaciones del proletariado y de los campesinos. Propuso y desarrolló la idea de una alianza combativa de los obreros y los campesinos aceptando su capacidad como pequeños productores de mercancías, y pese a que estos no estuvieran todavía listos para asimilar el socialismo. Lenin demostró la posibilidad de utilizar las potencialidades revolucionarias existentes de los campesinos en la revolución democrático-burguesa como en la revolución socialista.

Nuestro partido libró una lucha correcta y exitosa contra los reformistas que trataron de transformar el partido de la clase obrera en un diluido partido pequeño burgués que de esta manera sería herramienta de la burguesía y privaría a la clase obrera de su independencia. Pero de igual forma que en ello acertó, nuestro partido falló y no se dio cuenta de que los campesinos, como pequeños productores de mercancías están sometidos a la explotación del capital monopolista, y tienen un considerable potencial revolucionario, siendo los aliados naturales de la clase obrera en su lucha por la emancipación. No supo ver que sin la alianza de los obreros y campesinos, sin la realización de la dirección de la clase obrera en esta alianza, la dominación capitalista no puede ser derrocada y ninguna victoria del proletariado es posible.

El socialismo «estrecho» definió dogmáticamente al campesino productor de mercancías únicamente como un elemento conservador en la sociedad. El partido no se dio cuenta de que el dominio de los trusts conduce al aumento de la explotación y al empobrecimiento de la masa de los campesinos, los hace cada vez más insatisfechos y despierta en ellos tendencias revolucionarias. Esta falta de comprensión de las posibilidades revolucionarias del campesinado como un aliado de la clase obrera en la revolución constituye una de las diferencias más características entre el socialismo «estrecho» y el leninismo. Por lo tanto, no es en absoluto casual que el partido durante 1900, en las revueltas campesinas, descuidara las potencialidades revolucionarias de los campesinos en la lucha contra el capitalismo, potencialidades que podrían haber sido desarrolladas sólo bajo la dirección de la clase obrera y su vanguardia militante. Tampoco es casual entonces que nuestro partido no tenía en ese momento un programa agrario revolucionario. Es de destacar que no es el único de los problemas que Lenin desarrolló y contribuyó notablemente al tesoro del marxismo, como la continuación y aplicación del marxismo en la época del imperialismo, en donde los socialistas «estrechos» no tomaron posiciones leninistas. Por lo tanto, no se pudo sacar provecho de las lecciones de la primera revolución rusa en 1905, y esto redunda en que en la apreciación de la revolución y en sus deducciones de ella, no se pudo ir más allá de Kautsky. Se era completamente ajeno a los nuevos aspectos esenciales de la teoría marxista de la revolución proletaria desarrollada por Lenin en su obra: «Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática» de 1905, cuando se hablaba sobre el papel dirigente de la clase obrera en la revolución democrático-burguesa, y de la transformación de este última en una revolución socialista mediante el levantamiento armado. Es por eso que, a pesar de que se propagaba incansablemente la idea de una revolución socialista como la única salida para los trabajadores, nuestro partido no tenía ninguna concepción clara de los problemas básicos de esta revolución. No pensaba el problema de las formas y medios concretos en que la revolución podrían llevarse a cabo en Bulgaria, de sus principales impulsores, su carácter y
peculiaridades y el papel de la clase obrera y su partido, tampoco se hacía frente a la cuestión de los aliados de la clase obrera.

Esto demuestra que nuestro partido, a pesar de sus enormes servicios revolucionarios para las masas trabajadoras en Bulgaria, no era todavía un partido bolchevique marxista-leninista, un partido de nuevo tipo  que fuera:

«Lo bastante experto para orientarse en las condiciones complejas de la situación revolucionaria y lo bastante flexible para sortear todos y cada uno de los escollos, que se interponen en el camino hacia sus fines». (1) (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Fundamentos del leninismo, 1924)

Antes de la Primera Guerra Mundial de 1914, cuando la tarea principal era organizar a las fuerzas de la clase obrera, y desarrollar su conciencia de clase, las deficiencias y debilidades del socialismo «estrecho» aún no se hicieron sentir en la práctica. Pero, cuando la Primera Guerra Mundial estalló y el derrocamiento del capitalismo se convirtió en un problema práctico, se destacaron notoriamente y se hicieron sentir con intensidad.

Durante la Primera Guerra Mundial, sobre todo después de la revolución rusa de 1917, el partido puso en marcha una unidad de educación y propaganda entre los soldados para preparar en ellos: «seguir el ejemplo de sus hermanos rusos», es decir, para la revolución. Pero en el momento decisivo, cuando los soldados en el frente volvieron sus bayonetas contra los criminales de guerra, se levantaron en masa y se dirigieron a Sofía, –es decir, en la práctica siguieron el ejemplo de sus hermanos rusos–, el partido no estaba a su tarea. No pudo organizar y dirigir con éxito el levantamiento, para darle un amplio carácter nacional que tocara de lleno a obreros y campesinos, para darle dirección y transformarlo en una revuelta popular contra la monarquía –la principal agencia del imperialismo alemán– y en contra de la camarilla dominante capitalista que estaba usando la guerra para el saqueo y el enriquecimiento. El partido hubiera podido, sin duda en ese momento, unir a la mayoría de los trabajadores de las ciudades y el campo levantando la consigna de la paz y de la república democrática popular. La unidad de acción entre el partido obrero y el sindicato agrario habría asegurado el éxito de la sublevación. Tal levantamiento popular victorioso por una república popular en 1918, podría haber cambiado la tendencia general de desarrollo del país y en los Balcanes en beneficio de los pueblos.

La razón principal por la cual nuestro partido no asumió el liderazgo sobre las masas de soldados que en el otoño de 1918 se habían levantado en contra de la guerra y de la  monarquía, estaba en sus tendencias doctrinarias, sus conceptos y métodos no bolcheviques que eran vestigios del socialismo «estrecho».

Al carecer de la concepción leninista sobre las características peculiares del proceso revolucionario en diferentes países, de la relación y vínculo orgánico entre la lucha por la democracia y la lucha por el socialismo, nuestro partido consideró que la época de la revolución socialista había llegado ya, y por tanto, que la consigna de una república popular no podía ser presentada por un partido marxista, ya que no era una consigna específicamente socialista.

Al carecer de la concepción leninista de una alianza combativa entre obreros y campesinos, el partido pensó que debido a que las masas de soldados, compuestas principalmente de campesinos, no estaban dispuestos a luchar por el poder soviético, que eran, por tanto, incapaces de cualquier lucha revolucionaria real. El hecho de esta interpretación doctrinaria del marxismo, se tradujo en que la dirección a cargo del partido no lideraría el levantamiento de los soldados y no hizo nada para transformarlo en un levantamiento general. Como resultado, el levantamiento quedó aislado, sin un liderazgo adecuado y fue sofocado.

Por lo tanto, como se ha visto, el  socialismo «estrecho» era una tendencia revolucionaria marxista, pero no una marca búlgara del bolchevismo. Una larga lucha fue necesaria para bolchevizar al partido con el fin de convertirlo en un partido de nuevo tipo, marxista-leninista, que con un sentimiento justificado de orgullo aparece hoy ante el presente congreso.

Nuestro partido en la Komintern y el principio de su bolchevización

Nuestro Partido por unanimidad y entusiasmo dio la bienvenida a la revolución rusa de 1917, adoptando sus consignas y movilizando a nuestra gente para que trabajara en defensa de la joven República Socialista Soviética.

Durante la guerra civil, con la intervención imperialista y la hambruna en las regiones del Volga, nuestro partido llevó a cabo una notable campaña política y aliviando esta situación. ¿Quién puede olvidar los meses históricos cuando nuestros campesinos que trabajaron con gran entusiasmo y sacrificio recogieron una gran cantidad de alimentos para sus hermanos soviéticos, y cuando la clase obrera, dirigida por el partido, dispersó al fuerte ejército de Wrangel de 20,000 soldados en Bulgaria e impidió su uso por Winston Churchill y sus amigos en una intervención militar contra la Unión Soviética?

En su Iº Congreso del Partido Comunista Búlgaro de 1919 nuestro partido cambió su nombre por el de Partido Comunista Búlgaro. En contraste con los partidos de muchos otros países, nuestro partido en su conjunto entró en la Komintern: lo que es más, jugó un papel en su creación, bajo la dirección del Partido Comunista Ruso (bolchevique) y de Lenin. Se adoptó un nuevo programa. Ahí era considerada la revolución proletaria no ya como un objetivo a largo plazo, sino como una tarea inmediata, para lo cual las condiciones objetivas ya habían madurado y cuya solución dependía del factor subjetivo de la revolución, es decir, principalmente en la disposición y la capacidad de nuestro partido para organizar y dirigir la revolución. En el IIIº Congreso del Partido Comunista Búlgaro de 1921 se declaró que la forma soviética de la dictadura del proletariado era un factor fundamental de la revolución proletaria. En su resolución sobre el problema campesino el partido proclamó como un requisito indispensable para el triunfo de la revolución la alianza entre obreros y campesinos, bajo el liderazgo de la clase obrera. La adopción de estos puntos programáticos, que se popularizaron a través de las traducciones de las obras básicas de Lenin, fue acompañado por la activa participación del partido en el trabajo de la Komintern.

El partido también aprobó, en principio, los métodos de la lucha clandestina y su combinación con el mayor uso de todas las posibilidades legales para la lucha, como eran el parlamento y los consejos municipales y de condado.

El partido procedió a crear una organización militar propia, dedicada a la propaganda considerable y organización activa entre los soldados, también comenzó a armar a las masas. Encabezó las amargas luchas de los trabajadores después de la catastrófica guerra, las grandes campañas por la amnistía, contra la carestía de la vida, contra el giro de que Bulgaria fuera una base para la intervención contra la Unión Soviética, y por el reconocimiento internacional de la Unión Soviética.

Al mismo tiempo, el partido lanzó una lucha de masas para transformar los municipios que eran los instrumentos de la opresión, el despojo y la explotación, en organizaciones que sirvieran a los intereses del pueblo trabajador. Una serie de ciudades importante y varios consejos de aldea pasaron a manos del partido comunista. Así, en 1920 tuvimos 22 ciudades y 65 aldeas con municipios comunistas. Su política económica y cultural iban en favor de los intereses de la clase obrera y el pueblo trabajador en general, naturalmente, esto no podía más que encontrase con la feroz resistencia de la burguesía y de las autoridades centrales. Las largas y muy amargas luchas, la formación y consolidación de estas «comunas», como se les llamaba, siempre serán recordadas en la historia de nuestro país.

A menos que el proletariado, dirigido por su partido, tomara el poder por completo en todas las esferas, estas comunas estarían obligadas a ser de corta duración, y efectivamente como pasó al final, fueron destruidos por la burguesía de una en una.

Pero la lucha de masas trabajadoras bajo la dirección de nuestro partido para capturar todo estos municipios contribuyó mucho a la unificación de las masas en la lucha contra los explotadores y fue algo que elevó considerablemente el prestigio del partido.

Nuestro partido se vinculó a las luchas populares de los trabajadores en torno a sus inmediatas necesidades preparando batallas decisivas para la victoria de la revolución. Cuando los intereses importantes de los trabajadores estaban en juego o los derechos y libertades políticas en serio peligro, el partido no dudó en recurrir también a la organización de la huelga general política, al igual que el caso de la huelga de transporte de 1919-1920, y realizó así mismo otras grandes acciones de masas, yendo tan lejos como para colaborar con el gobierno agrario de 1922 cuando surgió el panorama del aumento de la reacción y el fascismo. Así, el partido recuperó nuevas grandes masas de los pueblos y aldeas.

A pesar de su participación en la Komintern y sus considerables éxitos que le hacían emerger como líder de la lucha de clases de la clase obrera en una situación revolucionaria de posguerra,  el partido aún no estaba consolidado, y su liderazgo no había señalado concretamente la diferencia fundamental entre el socialismo «estrecho»  y el bolchevismo, aún no se habían elaborado las lecciones necesarias para el partido, y aún no había encabezado la lucha por la superación de las resacas negativas de ese socialismo «estrecho» y rearmado al partido con el marxismo-leninismo.

El partido fue de hecho acumulando su propio capital revolucionario, pero continuó predominando en él los hábitos de propaganda legalistas y una tendencia a considerar el marxismo como un dogma y no como un guía para la acción revolucionaria.

Esto se hizo más evidente en la posición adoptada por la dirección del partido el 9 de junio de 1923, cuando sólo esta «estrecha» tendencia doctrinaria socialista tomó la delantera del partido. La política nefasta de neutralidad, proclamada por la dirección del partido, fue justificada por consideraciones doctrinarias sin vida completamente ajenas a la realidad y al marxismo revolucionario. La dirección del partido sostuvo que debido a que el gobierno agrario se había desacreditado sí mismo por su administración, las masas no se levantarían en su defensa contra el golpe de Estado fascista, y por otro lado, se pensaban que desde que el campesinado no se estaba todavía dispuesto a luchar por un gobierno obrero y campesino, que no seguirían el llamamiento del Partido Comunista Búlgaro a un levantamiento contra el fascismo. La dirección del partido, evidentemente, subestimó la gran autoridad del partido comunista entre las masas, autoridad que se había ganado por sus luchas. Se subestimó el odio de la gente sobre el fascismo y la oligarquía banquero-militarista, provocada por los representantes del palacio y las camarillas burguesa-monárquicas, odio que por si era poco, era avivado por el partido comunista. Si hubiera seguido el ejemplo dado por el Partido Comunista Ruso (bolchevique) durante el intento del golpe de Kornílov en septiembre de 1917, si se hubiera unido a las fuerzas de la Unión Agraria y hubiera salido abiertamente en contra de los conspiradores fascistas, el golpe fascista indudablemente habría sido aplastado.

El concepto no bolchevique de la revolución típico de los socialistas «estrechos» prevaleció en la dirección del partido, y el 9 de junio y los días siguientes, dieron lugar a un fracaso moral y político. Una excelente oportunidad se perdió para destruir completamente a las fuerzas monarco-fascistas en ese momento, y ganar posiciones importantes en la lucha contra el capitalismo y a favor del socialismo.

El socialismo «estrecho» como arma ideológica y política de la clase obrera no pasó la prueba de la historia en las nuevas condiciones de la crisis de la posguerra del capitalismo y la consiguiente lucha por el poder. Esta arma  se ha demostrado ser claramente insuficiente para garantizar la victoria del proletariado en nuestro país.

Nuestro partido tenía que aprovechar esto, para ver a la luz de su propia experiencia revolucionaria, la diferencia cualitativa entre el socialismo «estrecho»  y el bolchevismo, y acorde a eso, revisar la totalidad de su actividad política y organizativa sobre un espíritu marxista-leninista, para poder así lograr la total superación de una vez por todas de los remanentes negativos socialdemócratas en sus conceptos, hábitos y métodos. Las sanas tradiciones, cualidades y experiencia marxistas del socialismo «estrecho» tuvieron que ser fundidas en el caldero bolchevique.

Nuestro partido ya había comenzado a moverse a lo largo de ese camino, pero su purificación en cuanto a deshacerse de los vestigios negativos del pasado y la conquista de su completa bolchevización tendría que ser dos propósitos a lograr, que ahora se jugarían bajo las duras condiciones de la ilegalidad y el terror blanco que siguió a raíz de la represión del levantamiento de septiembre de 1923, o sea bajo el fuego implacable y brutal del enemigo.

El levantamiento del 9 de septiembre de 1923, punto de inflexión en la bolchevización del partido

El levantamiento popular contra el fascismo de septiembre de 1923, organizado y dirigido por el Partido Comunista Búlgaro, constituye un punto de inflexión en su desarrollo del paso del socialismo «estrecho» al bolchevismo.

Lo que el partido comunista no pudo alcanzar durante la crisis provocada por el golpe de Estado fascista –de junio de 1923–, se trató de hacer más tarde, cuando el gobierno fascista arrojó al país a una nueva crisis que derivó en el levantamiento armado de septiembre de ese mismo año. La fuerza sana del núcleo en agosto de 1923, con la ayuda de la Komintern, ganó transcendencia dentro de la dirección del partido e impuso un cambio radical en su estrategia y táctica. El partido rompió con su antiguo aislamiento, se embarcó en un curso de reagrupación de todas las fuerzas antifascistas en un solo bloque de trabajadores de ciudad y campo, y se puso a preparar a las masas para una lucha general contra la dictadura monarco-fascista, incluyendo un levantamiento armado, levantando la consigna de lograr un gobierno de obreros y campesinos.

En dirección con este nuevo curso, el partido concluyó una alianza para la lucha común con la Unión Agraria, trató de lograr un acuerdo con la Organización Interna Revolucionaria de Macedonia –OIRM–, y extendió la mano para la lucha conjunta al Partido Obrero Socialdemócrata Búlgaro, cuyos dirigentes se habían enganchado al carro de Tsankov. En cooperación con la Unión Agraria, el partido tomó el liderazgo en el levantamiento armado del 9 de septiembre de 1923.

Las condiciones en que se llevaron a cabo este levantamiento no eran ya naturalmente, tan favorables como en junio –antes del golpe de Estado reaccionario–. La iniciativa había pasado a manos del enemigo. Pero incluso en septiembre, la victoria de la insurrección era objetivamente posible. Todo dependía de la energía, la audacia y la unidad del partido y de las masas en la revuelta. El fracaso de la bases y liderazgo del partido para limpiar plenamente lo erróneo y la nocividad de las tácticas de junio, y la incompleta bolchevización del partido, como ya he subrayado, le impidió organizar adecuadamente, y coronar con el éxito el levantamiento del 9 se septiembre de 1923.

Los acontecimientos de septiembre demostraron que muchos de los líderes locales y centrales del partido no aprobaban el curso de la lucha sin cuartel contra el fascismo, o lo habían hecho sólo formalmente, mediante palabras, sin sentir en ello una responsabilidad o una voluntad de luchar, sin el deseo de preparar realmente al partido para tal lucha. Como resultado, muchas organizaciones del partido fueron atrapadas en un profundo sueño durante estos eventos. Durante el levantamiento muchos líderes locales no pudieron o no quisieron emprender ninguna acción en contra de las autoridades fascistas. En esto radica la razón principal de su derrota.

Hay, sin embargo, derrotas que contribuyen mucho al futuro triunfo de la causa de la emancipación de la clase obrera. Tal fue el caso de la derrota de la sublevación de septiembre 1923.

El hecho de que el partido se hizo cargo de la dirección de la insurrección, puso fin al derrotismo del 9 de junio e hizo adoptar un rumbo firme de lucha contra la dictadura fascista, algo que era de importancia decisiva para su futuro y para el del movimiento revolucionario búlgaro.

El levantamiento de septiembre de 1923 creó una brecha sangrienta e insalvable entre las masas populares y la burguesía fascista. Como resultado, el fascismo durante los años siguientes nunca logró estabilizar sus posiciones y formar tras de sí una amplia base social. La lucha desinteresada y el trabajo incansable por la creación de un frente antifascista unido, atrajeron mucho más cerca a las masas, fortalecieron el vínculos con ellas, pudiendo crear las condiciones necesarias para que el partido apareciera como el verdadero líder de los trabajadores de la ciudad y el campo en la lucha por la democracia y el socialismo.

Estos fueron los grandes logros que firmemente se incrustaron dentro del arsenal revolucionaria de nuestro partido.

La sangrienta lección del levantamiento de septiembre de 1923 galvanizó el proceso bolchevización del partido. Esto fue facilitado también de modo considerable por la admisión del error de junio de 1923 por medio del propio líder del partido, Dimiter Blagoev, y por su completa aprobación poco después, del levantamiento de septiembre de ese mismo año.

Al mismo tiempo, sin embargo, la derrota y las grandes bajas sufridas por el partido y las masas dieron vida a las tendencias liquidacionistas e izquierdistas dentro del partido. Ambas tendencias condenaron el levantamiento de septiembre de 1923 y se unieron en un bloque sin principios para la lucha contra el liderazgo del partido que había liderado tal insurrección. El objetivo final de este bloque era liquidar en la práctica el Partido Comunista Búlgaro.

Un grupo de ex militantes comunistas, encabezados por Nikola Sakarov e Iván Klincharov, proclamaron al Partido como «liquidado» y fundaron un aborto involuntario oportunista llamado: «Partido Laborista Independiente». Los obreros conocieron este «partido» y lo calificaron con animosidad de traicionero, mientras el Comité Central del Partido Comunista Búlgaro excluyó a los liquidadores del partido. Esto demostró el peligro que amenazaba al partido después de la derrota del levantamiento de septiembre de 1923, teniendo pues, que desarrollar una decisiva lucha contra estos fenómenos.

Un momento importante en el desarrollo del partido después de la derrota de septiembre de 1023 y después de su prohibición por el gobierno fascista fue la ilegal Conferencia de Vitosha, que tuvo lugar en abril de 1924, con la participación de delegados de la mayoría de los distritos.

La Conferencia de Vitosha de 1924 expresó su solidaridad con la evaluación por el Comité Ejecutivo de la Komintern de los acontecimientos y de las tácticas de nuestro partido durante el período que actualmente estoy examinando. Admitió que durante el 9 de junio de 1923 el partido había permitido graves errores sobre la aplicación de la táctica del frente único y que por tanto había cometido error crucial.

La conferencia aprobó la orientación del partido hacia un levantamiento armado, aprobada a principios de agosto de 1923, pero condenó tanto las pre-septiembre como post-septiembre «tácticas del 9 de junio», que tan obstinadamente la mayoría del Comité Central y el Consejo del partido mantuvieron. La justificación de la posición errónea por parte del Comité Central de esas «tácticas del 9 de junio» obstaculizó el no poder extender la orientación consciente del partido hacia la insurrección armada.

La conferencia consideró que era correcto que el partido: «hubiera asumido el mando de la insurrección», iniciado por las masas populares, que: «hubiera fijado su objetivo hacía la formación de un gobierno obrero-campesino» y que: «en condiciones extremadamente difíciles», se hubiera intentado: «organizarse, unificarse y ampliarse». El partido había demostrado con ello que era: «capaz de pasar por encima de la propaganda y la agitación revolucionaria para llevar a cabo la acción revolucionaria», que era «un partido comunista genuino», que había cumplido con su tarea asignada de una manera digna: preparar y dirigir a los obreros hacia una nuevo levantamiento armado para el establecimiento de un gobierno obrero y campesino.

La importancia de la Conferencia de Vitosha consiste en el hecho de que, en el momento más crucial en la vida del partido, logró reunir a las fuerzas sanas del partido alrededor del núcleo del Comité Central de septiembre de 1923, y basándose en la línea de septiembre del partido, algo que aprobó y ratificó la Komintern. Pero, mientras que la movilización de las masas para aplicar la política correcta del partido, y la lucha contra la desviación a la derecha se desarrollaban, no pudo darse una advertencia adecuada sobre el peligro de izquierda, contra el que una pelea decisiva tendría también que llevarse a cabo.

La situación durante el período que siguió al levantamiento de septiembre de 1923, con la proscripción del Partido Comunista Búlgaro y de las organizaciones de la clase obrera, se caracterizó por los siguientes hechos:

1. El país se enfrentaba a la perspectiva de las nuevas luchas por el derrocamiento del gobierno fascista y la creación de un gobierno obrero-campesino. Los resultados de las elecciones parlamentarias de noviembre de 1923 confirman esta estimación de la dirección del partido, que coincidía con la misma interpretación de los hechos por la Komintern. Se mostró que la oposición contra el gobierno fascista, representada por el Partido Comunista Búlgaro y la Unión Agraria, era bastante fuerte. La conclusión fue que la indignación de las masas era grande y que estaban dispuestas a continuar luchando por el derrocamiento del gobierno fascista.

2. El hecho de que los comunistas y agraristas fueron a la campaña electoral con una lista común demostró que habían aprendido una lección del pasado y habían adoptado las nuevas tácticas del frente único. La lucha conjunta, del Partido Comunista Búlgaro y de la Unión Agraria tuvo una importancia decisiva para la victoria en esas elecciones.

3. La dictadura fascista impidió seriamente el trabajo legal de masas del partido. Al mismo tiempo, las perspectivas de una nueva lucha armada indujeron al partido a prestar especial atención a la formación militar de las masas.

En esta situación, y estimulado por el terror blanco del gobierno fascista, surgió el peligro de una desviación ultraizquierdista dentro del partido, y en particular dentro de su organización militar que, en respuesta al terror del gobierno, organizaron sus propias agrupaciones y actuaban cometiendo actos terroristas.

Mientras tanto, a finales de 1924 y principios de 1925, marcó un cambio en la situación general. La posición internacional y nacional del fascismo se fortaleció temporalmente como consecuencia de la estabilización temporal y parcial del capitalismo en Europa. No existía posibilidad de un nuevo levantamiento armado. En marzo de 1925, los representantes del partido en el extranjero volvieron a evaluar la posición del país a nivel nacional e internacional y propusieron suspender la línea del partido de la insurrección armada. En su lugar, recomendaron un curso de creación de las organizaciones de masas y de la intensificación de la lucha de masas de los obreros y campesinos para la satisfacción de sus necesidades vitales. Esta nueva política pretende evitar el peligro inminente de una desviación ultraizquierdista, que habría sido fatal para el partido y el movimiento revolucionario. La dirección ejecutiva del partido en el interior del país, sin embargo, se mostró incapaz de hacer frente a la desviación ultraizquierdista, de suspender en el tiempo la política de la insurrección armada y proceder a la reorganización de la actividad del partido de conformidad con las nuevas condiciones.

El gobierno fascista continuó su curso terrorista con mayor ferocidad. Aprovechando las acciones desesperadas de los líderes de la organización militar del partido, que culminó en el atentado en la Catedral de Sveta-Nedelyaa del 16 de abril de 1925 [2], lo que se tradujo en el comienzo de una masacre masiva de activistas comunistas, tanto obreros como campesinos.

El terror desatado por el gobierno tras el atentado en la catedral de Sofía fue un golpe muy serio al partido. Su liderazgo estaba desorganizado. La mayoría de los cuadros del partido que habían sobrevivido al levantamiento de septiembre de 1923 fueron asesinados, encarcelados o obligado a emigrar. Las condiciones de trabajo clandestino se convirtieron en excepcionalmente duras. Es en estas condiciones que fatalmente tornaron, el partido tenía que garantizar un liderazgo para los obreros y continuar la lucha contra el fascismo. Tenía que aprender también de sus lecciones de las derrotas de 1923 y 1925, para descubrir sus principales causas y unificar a los miembros del partido en una base bolchevique. Después de haber sufrido graves reveses, debilitado considerablemente, privados de sus mejores líderes, el partido se encontraba en el período de mayor prueba.

La cuestión del pasado del partido y su bolchevización se discutieron por primera vez en la Conferencia de Moscú de 1925, convocada por iniciativa de la dirección del partido en el extranjero con el consentimiento del Comité Ejecutivo de la Komintern al que asistieron los supervivientes de la Comité Central y el resto de activistas del partido que habían emigrado durante los eventos de 1923-1925. La estimación dada por esta conferencia, era que el partido había logrado en Bulgaria: «pasar de forma gradual y sin dolor, ni graves crisis internas, de la época de desarrollo orgánico del capitalismo a la de su declive, de asimilar y adaptarse a las peculiaridades de la época revolucionaria», esto fue sin embargo exagerado y no correspondía del todo con la realidad. La experiencia demuestra que la transición de la del partido desde: «la época de desarrollo orgánico del capitalismo a la de su declive», era difícil, vacilante, acompañado de errores serios, como, por ejemplo, durante la insurrección de los soldados en Vladaya en 1918, el 9 de junio de 1923, o el gran error del atentado de los dirigentes de la organización militar-izquierda en 1925.

La asimilación de las características de la época revolucionaria fue, en general, una tarea difícil y seria, y todavía era más difícil de captar las características específicas de la época revolucionaria en los Balcanes, donde nuestro grupo tenía que funcionar. La conferencia señaló acertadamente la necesidad de dominar el marxismo-leninismo como guía para la acción mediante el estudio de nuestra propia experiencia revolucionaria y de la revolución rusa. La utilización de la sana autocrítica del partido: «tuvo que reeducar a sí mismo al partido con el fin de ser capaz de encontrar su camino en cada situación histórica, teniendo en cuenta las condiciones concretas, para dirigir correctamente la lucha de las masas en su camino hacia la revolución internacional».

La sesión Plenaria del Comité Central en Viena durante 1926, no fue más allá de la Conferencia de Moscú de 1925 sobre la cuestión de la bolchevización del partido. De hecho, destacó específicamente la tarea de: «agrupar ideológicamente a las masas del partido en torno al estandarte del partido y la Komintern sobre la base del leninismo».

También era absolutamente cierto que la Conferencia de Moscú y la sesión Plenaria del Comité Central en Viena subrayaron la enorme importancia de la bolchevización del partido mediante el estudio de su propia experiencia a la luz del leninismo. Pero igualmente estas dos reuniones se equivocaron al considerar la bolchevización como un simple proceso de desarrollo orgánico, y no una lucha para superar las tradiciones no bolcheviques del periodo del socialismo «estrecho».

Después de la Conferencia de Vitosha de 1924, que agrupó al partido comunista en torno a la política del levantamiento de septiembre de 1923, la Conferencia del partido celebrada en Berlín a finales de diciembre 1927 y principios de 1928, sometió a un escrutinio minucioso las actividades del partido de después de 1923,  se vieron sus tácticas, logros, errores y contratiempos. Una amarga pelea tuvo que ser llevada a cabo durante tal conferencia sobre las desviaciones de izquierda y derecha.

Ya en la Conferencia de Moscú  de 1925 hubo grandes controversias reiteradas en la evaluación de los errores cometidos por el partido. Los defensores de las tácticas del 9 de junio de 1923 y los partidarios de la desviación ultraizquierdista de los eventos de abril 1925, se unieron de hecho en la lucha contra el liderazgo del partido de septiembre de 1923. Los representantes de la política de septiembre tuvieron que librar una lucha en dos frentes. Después de un debate a fondo sobre todas las cuestiones, los derechistas y los izquierdistas arriaron sus banderas y aprobaron formalmente las resoluciones propuestas por la dirección del partido.

Pero después de esa conferencia, las disensiones estallaron con nuevo vigor. Los oportunistas de derecha y los izquierdistas quedaron unificados en un bloque sin principios contra la dirección del partido de septiembre.

Como resultado de la difícil situación organizativa del partido había pocos representantes de las organizaciones del partido presentes en la conferencia y, en gran medida, su presencia era accidental. Existía además una facción sectaria ultraizquierdista encubierta dentro del partido, la cual estaba compuesta de unos cuantos intelectuales pequeño burgueses, pero ésta aún no había tomado forma, sino que trataba de crear una mayoría artificial a través de la agitación con el fin de imponer sus propias concepciones sectarias y asumir el control del liderazgo del partido.

Durante los prolongados y tormentosos debates, los defensores de las tácticas del 9 de junio y el derrotismo derechista fueron expuestos y desarmados a fondo y sin posible retorno. Pero la facción sectaria ultraizquierdista, instigados por trotskistas y elementos de izquierda de otros partidos comunistas, a pesar de que votaron a favor de las resoluciones de la dirigencia de septiembre, no se desarmaron e inmediatamente después de la conferencia continuaron y aumentaron sus actividades faccionarias.

La Conferencia  de Berlín de 1927 hizo un intento real para proporcionar un análisis y una evaluación general del pasado del partido. Se señalaron los elementos del socialismo «estrecho» que acercaban bolchevismo, dándose una orientación general al partido hacia el bolchevismo. También aparecieron muchas cuestiones sobre las que el socialismo «estrecho» difería del bolchevismo y que retrasaban la bolchevización del partido que tanto estaba costando. Si miramos al IIº Congreso del Partido Comunista Búlgaro de 1920, a pesar de que logró grandes pasos adelante, no fue hasta el final, no definía claramente la diferencia fundamental entre el socialismo «estrecho» y el leninismo en las cuestiones básicas de la revolución. Y también la Conferencia  de Berlín de 1927 consideró la bolchevización del partido como una adaptación del socialismo «estrecho» a las nuevas condiciones, y no como una lucha por la superación de los vestigios socialdemócratas dentro del partido y su rearme bajo el marxismo-leninismo. Haciendo hincapié en que, en el período de posguerra, el partido: «fue desarrollo y funcionaba en general como un partido revolucionario del proletariado búlgaro», la conferencia señaló que estaba sustituyendo gradualmente: «los métodos de la acción revolucionaria de masas, la adaptación a las necesidades y exigencias de la época revolucionaria, respecto a los métodos de agitación y propaganda y de la lucha económica del período anterior a la guerra». De hecho, la conferencia hizo hincapié en que este desarrollo: «no avanzó en línea recta sino a través de zigzags y vacilaciones», que la bolchevización del partido se llevó a cabo a través de:«un enfrentamiento entre las tendencias bolcheviques que empujan hacia adelante y los vestigios socialdemócratas que aún se cargaban». Pero, al mismo tiempo declaró de modo acrítico que el socialismo «estrecho» y la corriente de septiembre: «se fusionaron en dos raíces básicas e inquebrantables del partido como un partido bolchevique del proletariado búlgaro».

La Conferencia de Berlín de 1927 caracterizó el levantamiento de septiembre como: «una negación completa de las tácticas del 9 de junio», como: «un importante punto de inflexión en el desarrollo del partido», que sentaba las bases para la: «ruptura definitiva e irrecuperable con los vestigios socialdemócratas y las tácticas del 9 de junio», como el paso decisivo en el camino del partido a la bolchevización.

En su evaluación del período del socialismo «estrecho», la conferencia no llegó hasta el punto de identificar al  socialismo «estrecho» con el bolchevismo, no obstante, se hizo hincapié en las similitudes entre el socialismo «estrecho» y el bolchevismo y no se insistió suficientemente en las diferencias.

Resumiendo ese período, quiero decir una vez más desde esta tribuna que desafortunadamente, los colaboradores más cercanos de Dimiter Blagoev, no pudimos hacer la necesaria reevaluación marxista-leninista de todos los aspectos del pasado revolucionario del partido y del proletariado en Bulgaria en el momento adecuado; no pudimos, valiéndonos del gran capital positivo y del enorme del movimiento revolucionario, superar de una vez por todas, todos los vestigios no bolchevique del periodo del socialismo «estrecho».

Este hecho, junto con la situación ilegal grave del partido, fue explotado por varios individuos ultraizquierdistas que habían penetrado por casualidad la dirección e incluso se hicieron cargo de ella temporalmente.

La lucha contra el sectarismo de izquierda en el partido y su liquidación

Malversando la autoridad de la Komintern, posándose en el interior del país como «interpretes reales» de sus decisiones, aprovechando las difíciles condiciones de ilegalidad del partido, y apoyándose también en elementos enemigos encubiertos en el Comité Ejecutivo de la Komintern y en ciertos partidos comunistas nacionales de ese momento, los izquierdistas-sectarios de Iskrov, Georgi Lambrev y Elia Vasilev [3] lograron hacerse cargo de la dirección del partido durante la celebración del Pleno del Comité Central durante el verano de 1929 a través de su actividad fraccional. Bajo la apariencia de la bolchevización del partido, los izquierdistas-sectarios en realidad perseguían un curso antibolchevique. Planteando el lema de: «la extirpación del socialismo estrecho», se escudaron para librar una insidiosa lucha contra los miembros leales del partido de gran veterinaria, contra el pasado revolucionario del partido, y empujaron al partido en el camino desastroso que lleva al aislamiento de éste frente a las masas. Esto se hizo más fácil por la inactividad de una serie de viejos y conocidos militantes del partido en el interior del país, que entonces se había retirado de la labor del partido en ese momento.

La facción izquierdista-sectaria se convirtió en el principal obstáculo para la bolchevización del partido. En el mismo momento en que la dictadura fascista estaba persiguiendo a nuestro partido y trataba de romperlo desde dentro, queriendo aplastar a su liderazgo, no encontró mejores aliados que los líderes de la facción izquierdista-sectaria. Es más, como se reveló posteriormente en la Unión Soviética en relación con la exposición en los organismos de enemigos extranjeros dentro del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética y algunos otros partidos comunistas, algunos de estos líderes izquierdistas-sectarios, estaban al servicio de agencias de países fascistas.

Sin embargo, a pesar del ascenso temporal de la facción izquierdista-sectaria, existían suficientes fuerzas sanas dentro del partido para dirigir la lucha de las masas trabajadoras a escala local durante el nuevo auge del movimiento obrero.

El estancamiento que se había apoderado de todo el movimiento obrero y progresista después de las derrotas 1923-1925 gradualmente se estaba superando. En 1927 el Partido del Trabajo se constituyó como partido legal de la clase de trabajo –que el Partido Comunista Búlgaro temporalmente prohibido usaba como vehículo legal–: se restablecieron los sindicatos. El Partido de los Trabajadores, de conformidad con el Partido Comunista Búlgaro ilegal, logró en poco tiempo ganar una considerable autoridad entre las masas. Los signos de un nuevo ascenso revolucionario de las masas se hicieron evidentes. Grandes huelgas estallaron, importantes victorias electorales fueron anotadas y las posibilidades legales comenzaron a ser ampliamente utilizadas. El partido fue creciendo y se movía hacia adelante con valentía. Sus éxitos, sin duda, habrían sido mucho mayores, sin embargo, de no haber sido por la influencia dañina de la facción sectaria de izquierda. Así, por ejemplo, en el Pleno del Comité Central de 1929 en lugar de concentrarse en ganarse el liderazgo sobre la nueva ola militante de masas, se entró en discusiones sectarias escolásticas sobre el pasado del partido y se compuso resoluciones que ningún obrero estaba capacitado de leer y entender. Y de nuevo, por culpa de esta facción, nuestro partido no pudo llevar a buen término una conclusión acertada sobre la crisis de la dictadura fascista del verano de 1931, así como durante el golpe de Estado de 19 de mayo de 1934 [4].

La política izquierdista-sectaria, que en realidad era una política trotskista, no tenía nada en común con la línea de la Komintern y fue dirigido en contra de ella:

1. En lugar de una evaluación sobria de la situación sobre la base de un análisis marxista concreto de las fuerzas en acción, se establecieron y reiteraron fórmulas generales de la estrategia y tácticas leninista-estalinistas y se aplicaron mecánicamente las condiciones de los otros partidos comunistas sin tener en cuenta nuestra situación concreta. Los izquierdistas-sectarios tomaron para sí mismo gran crédito por los éxitos obtenidos por el partido a pesar de su liderazgo, y proclamaron como tarea inmediata el establecimiento de la dictadura del proletariado en Bulgaria.

2. Pese a que el partido había sido perseverante en la agitación constante entre los obreros y campesinos para la popularización de los lemas del partido, para la preparación de la lucha y la movilización de las masas, estos esfuerzos fueron sustituidas por las frases «revolucionarias» de izquierda y apelaciones rimbombantes sobre actuación «revolucionaria». Estas consignas sectarias típicamente fueron: «lanzar una ofensiva general y abierta», «hacerse cargo de las calles», «ocupar la tierra», etc.

La consigna de una huelga política estaba tan desacreditada por culpa de los izquierdistas-sectarios que la Profintern se vio obligada específicamente a condenar su uso en Bulgaria.

3. El verdadero liderazgo, basado en una adopción consciente por los miembros del partido y de las organizaciones de masas de las decisiones y directivas del partido, dio paso al trato grosero y mecánico del mismo. La actitud que la dirección izquierdista-sectaria de nuestro partido tenía al Partido de los Trabajadores era incorrecta y sumamente perjudicial. Aunque el Partido de los Trabajadores contaba entre sus miembros a muchos obreros con experiencia en el trabajo de masas, y a pesar de que actuó como una correa de transmisión a través del cual el Partido Comunista Búlgaro ejercía su influencia sobre las masas, sus líderes locales fueron tratados como personas de segunda categoría. Tras el golpe de Estado del 19 de mayo de 1934, cuando a los obreros se les prohibió su único partido legal y las demás organizaciones de masas, la dirección izquierdista-sectaria no puso ninguna oposición a estas acciones, y se apresuró a declarar al Partido del Trabajo como «autoliquidado».

4. Bajo la apariencia de una «bolchevización» falsa, absolutamente todo el período del socialismo «estrecho» del partido fue proclamado como «menchevique» y «antibolchevique». También bajo el pretexto de defender el levantamiento de septiembre de 1923, una «crítica» trotskista de ese levantamiento fue popularizada y pese a ello los activistas de septiembre del partido fueron condenados al ostracismo. Incluso, este liderazgo sectario fue tan lejos como para sabotear la campaña antifascista internacional en relación con el proceso de Leipzig de 1933.

5. Aunque permaneciendo temporalmente, y con la ayuda de sus amigos trotskistas del extranjero, tomaron el control de la dirección interna del partido, donde los izquierdistas-sectarios se consolidaron como una facción secreta trotskista dentro del partido. Con la excusa del leninismo y el uso de la autoridad de la Komintern, y siempre bajo una doble faz, estaban destruyendo la base del partido y desacreditando al movimiento revolucionario.

El apoyo recibido por el partido en su lucha por superar el sectarismo de izquierda de parte de la Komintern y el Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética fue decisivo, especialmente en cuanto al Pleno del Comité Central de 1929, cuyas decisiones perjudiciales fueron rechazadas por el Comité Ejecutivo de la Komintern, algo que hoy, debe de ser recordado y agradecido.

La resolución del Comité Ejecutivo de la Komintern de agosto 1930 jugó un papel sumamente importante para nuestro partido. Se trataba de problemas básicos del movimiento comunista en Bulgaria y sirvió como base sólida para una verdadera política marxista-leninista en la unión de las fuerzas sanas de dentro del partido.

Esta resolución señalaba claramente que no se debía renunciar a los elementos marxistas revolucionarios veteranos del periodo del socialismo «estrecho», sino que estos debían de convertirse en: «protagonistas conscientes y elaboradores».

Al mismo tiempo, se puso claramente de manifiesto la diferencia entre el socialismo  «estrecho» y el leninismo en las cuestiones básicas de la revolución proletaria. Definió al levantamiento de septiembre de 1923 como un punto de inflexión decisivo en la bolchevización del partido, como el comienzo en medio de los viejos y nuevos cuadros del partido de una cristalización bolchevique que hasta el momento había sido impedida por la insuficiente lucha ideológica de la dirección del partido contra los vestigios de las tradiciones no bolchevique y contra la enfermedad infantil del izquierdismo.

La resolución de la Komintern de 1930 instó al partido a superar por completo los vestigios del periodo del socialismo «estrecho» que impedían la transición de una organización puramente de agitación y propaganda a un partido que lucha por el poder. También convocó a unirse en torno a una plataforma común para la lucha contra el principal peligro del oportunismo, el seguidismo y la pasividad, así como contra el sectarismo de izquierda.

El Comité Ejecutivo de la Komintern encomendó emprender una lucha resuelta dentro del partido contra el sectarismo y el creciente peligro de la desintegración del partido en facciones.

El proceso de unir al partido bajo la plataforma que ofrecía la Komintern fue impedido por los sectarios de izquierda, que pese adoptar de palabras su plataforma, escondían al partido y a la propia Komintern su desacuerdo con ella, procediendo a la revisión de su línea en un espíritu sectario de izquierda.

La existencia y el desarrollo del partido estuvieron de nuevo en juego. Todas las fuerzas tuvieron que ser movilizados con el fin de salvarlo mediante la liquidación de la línea izquierdista-sectaria: tomando la dirección del partido fuera de las manos de éstos, realizando sobre las masas una decisivo trabajo alejado de la simple fraseología «revolucionaria» en el trabajo y de lucha. Sólo una rápida superación de las distorsiones sectarias en todas las fases de su trabajo podría permitir al partido restablecer sus contactos con las masas y construir un frente popular antifascista unido para conseguir el derrocamiento de la dictadura militar fascista.

A pesar de las graves dificultades, debido a las condiciones de ilegalidad y el terror fascista, por nuestra parte, con la ayuda de la Komintern logramos hacer frente a esta importante tarea.

La nueva línea bolchevique del partido

El VIIº Congreso de la Komintern provocó un cambio en la política de los partidos comunistas, colocando como la tarea fundamental e inmediata la lucha contra el fascismo como la mayor amenaza para la clase obrera, para el resto de trabajadores, para la paz y la libertad de los pueblos. Fue necesario movilizar a la clase obrera, y sobre esa base crear un poderoso frente popular antifascista, con el fin de detener la embestida fascista y aplastar al fascismo. La traducción del frente único en la práctica correspondió a los comunistas para superar el sectarismo engreído dentro de sus propias filas, el cual se había convertido en un mal profundamente arraigado. Por sobreestimar el grado de revolucionarización de las masas y subestimar las luchas por los intereses y derechos de los trabajadores inmediatos, el sectarismo condujo a la pasividad frente a la ofensiva fascista. Mediante la sustitución de la propaganda abstracta y frases doctrinarias dejando de lado la política de masas, por estereotipar a las consignas y tácticas de todos los países y haciendo caso omiso de las peculiaridades específicas existentes en cada nación en particular, el sectarismo retrasó el crecimiento de los partidos comunistas, impidió el desarrollo de una masa real de lucha y bloqueó la conquista de las grandes masas de obreros por parte de los partidos comunistas. Al mismo tiempo, los partidos comunistas tuvieron también que estar atentos con respecto al peligro derechista, que estaba destinado a que empezara a crecer con la amplia aplicación del frente único, y que podía manifestarse a través de la espontaneidad y el automatismo, la depreciación del papel del partido y las vacilaciones en el momento decisivo.

Esta fue la tesis fundamental del VIIº Congreso de la Komintern. Sus decisiones han desempeñado un papel decisivo en ayudar a nuestro partido para resarcirse y lograr adquirir un carácter verdaderamente bolchevique. La resolución de la Komintern en contra del liderazgo izquierdista-sectario en relación con los acontecimientos del 19 de mayo de 1934, ya planteó agudamente la cuestión del cambio del estilo del partido, algo que el liderazgo de entonces era completamente incapaz de provocar a menos que se le relevara. Este cambio se llevó a cabo por completo, a principios de 1935.

La nueva dirección del partido, en su carta abierta del 1 de octubre de 1935, basándose en la resolución 1934 de la Komintern, hizo una clara exposición de la esencia de la política sectaria oportunista de izquierda de los años anteriores, cuando ciertos elementos doctrinarios pequeño burgueses –sectarios y faccionalistas– tenían la sartén por el mango en la dirección del partido y habían impuesto su política sectaria oportunista de izquierda. Basándose en las decisiones del VIIº Congreso de la Komintern, la carta abierta formuló como tareas fundamentales del partido: a., la construcción del frente popular antifascista y; b., el organizar a la clase obrera, a través de una consolidación general del partido.

Las decisiones de la sesión Plenaria del partido de febrero de 1936 constituyen una elaboración correcta y coherente de su nueva línea bolchevique a la luz de las decisiones del VIIº Congreso de la Komintern. Esta elaboración consistía en lo siguiente:

1. Como tareas inmediatas fundamentales el pleno destacó la construcción del frente popular antifascista entre todas las organizaciones antifascistas por la lucha por las siguientes reivindicaciones políticas básicas: el restablecimiento de la Constitución de Tarnovo de 1879, elecciones para la asamblea nacional de acuerdo a la antigua ley electoral, la derogación de todos los decretos anticomunistas, la disolución de todas las organizaciones fascistas. Todas las fuerzas sanas del pueblo debían unirse firmemente detrás de estas demandas.

Al mismo tiempo, el partido propuso a todas las organizaciones de la clase obrera, una lucha común por la satisfacción de sus necesidades básicas. Expresó su disposición a apoyar un posible gobierno del frente popular antifascista, a pesar de que consideraba que una mejora radical de la situación de las masas y la defensa más completa y coherente de las libertades de las masas, de la paz y la independencia nacional, sólo podían lograrse mediante un gobierno soviético en Bulgaria.

2. El pleno aprobó por completo la expulsión de los dirigentes izquierdistas-sectarios y encomendó la dirección del partido a los probados partidarios de su nueva línea bolchevique. Al mismo tiempo esto acentuó la necesidad de llevar a cabo una mayor crítica a la pasada política izquierdista-sectaria con el fin de exponer su carácter antileninista y trotskista antes de que se llevara a cabo la educación a fondo y sistemática entre sus filas, para que así se pudiera lograr una asimilación consciente, no en palabras sino en hechos, de la nueva línea del partido.

3. El pleno elaboró una directiva detallada para agrupar y alistar en el trabajo práctico a todos los cuadros leales del partido, tanto jóvenes como antiguos, para que se procediera a una unificación real y consciente del partido, en base al marxismo-leninismo y alrededor de su Comité Central.

Gracias a esta nueva línea bolchevique, el partido volvió a establecer su contacto con las masas, y el papel en la vida política de la nación aumentó rápidamente.

Aunque no sin dificultades, el frente popular antifascista creció a pesar de la resistencia y el sabotaje de los dirigentes derechistas a de los otros partidos no fascistas. El frente popular antifascista y, en particular, el partido, demostraron una gran fuerza política en las elecciones parlamentarias y comunales.

Los principales enemigos internos, contra quien el frente popular antifascista libró su lucha eran los protagonistas del fascismo; el gobierno del Rey Boris, y el llamado Movimiento Social Nacional de Aleksandar Tsankov. El principal enemigo externo que amenazaba la paz y la independencia nacional de Bulgaria eran: la Alemania nazi de Hitler y la Italia fascista de Mussolini. Contra este doble peligro, el frente popular antifascista movilizó a las masas para la lucha por la paz, contra los instigadores de la guerra del exterior y sus lacayos búlgaros; para la defensa de la independencia nacional de Bulgaria; para lograr el establecimiento de las relaciones amistosas con todos los países vecinos; para la seguridad colectiva y de defensa común de todas las naciones democráticas grandes y pequeñas que perseguían una política de paz y democracia y contra la guerra y el fascismo.

Los febriles preparativos de la Alemania nazi de Hitler para una nueva guerra mundial, la agresión alemana en Austria y Checoslovaquia y los intentos de los imperialistas alemanes, con la ayuda del monarco-fascismo búlgaro, para gobernar sobre Bulgaria e incluirla en su «espacio vital», y después el propio estallido de la Segunda Guerra Mundial a raíz de la agresión alemana contra Polonia, fueron hechos que amenazaron con hundir a Bulgaria y a los Balcanes en la guerra. El Partido Comunista Búlgaro correctamente sintió que la Unión Soviética era el único factor seguro para la preservación de la paz en los Balcanes y la independencia de los pueblos de los Balcanes.

El partido, por lo tanto, planteó que la primera tarea de la política exterior de Bulgaria debería ser la celebración de un pacto de amistad y ayuda mutua con la Unión Soviética. Bulgaria debía, por lo tanto, en un panorama en donde enfrentaba la amenaza de una agresión de parte de cualquiera de las dos partes en conflicto –alemanes o británicos–, tener esperanza de que si entraba finalmente en la guerra el pueblo búlgaro lucharían con todas sus fuerzas para la defensa de la libertad y la independencia del país y que se podría vincular esta lucha así mismo por la defensa de la Unión Soviética.

En estas condiciones, el partido dirigió sus principales esfuerzos hacia una unificación de todas las fuerzas democráticas en defensa de la paz y la independencia nacional, de las libertades y las necesidades básicas de las masas, contra la guerra, la reacción y el saqueo capitalista.

La oferta del gobierno soviético en diciembre de 1940, a través de su emisario Arkady Sobolev, para concluir con el gobierno búlgaro un pacto de amistad y ayuda mutua, corroboró la postura correcta del partido en torno a su orientación pro soviética y fortaleció su posición entre el pueblo. Esto se convirtió en el centro de un poderoso movimiento popular para la celebración de un pacto de amistad con la Unión Soviética, fuera de los movimientos populares sólo quedaban los elementos abiertamente capitalistas y reaccionarios de ambos bandos de la guerra –los pro alemanes y el pro británicos– que se unieron en su odio contra la Unión Soviética y el bolchevismo.

El Pleno del Comité Central del partido de enero de 1941, se llevó a cabo bajo la bandera de la lucha contra la entrada de Bulgaria en la guerra. El partido se dio cuenta de que el gobierno fascista del Rey Boris, al rechazar la oferta soviética, había enganchado a Bulgaria al carro de la Alemania nazi; una circunstancia que no podía sino aumentar el peligro inminente de que Bulgaria fuera arrastrada a la vorágine de la guerra. Esto tuvo como repercusión un aumento mayor y enérgico de la propaganda entre las masas de un pacto con la Unión Soviética y en contra de la participación en la guerra.

Como resultado, estallaron disturbios en muchas localidades entre los soldados búlgaros movilizados a lo largo de la frontera, que se negaron a obedecer las órdenes de sus oficiales. Se presentaron lemas para que las tropas alemanas volvieran a su tierra, para que Bulgaria no entrara en la guerra del lado de la Alemania nazi. La ocupación hitleriana y sus colaboracionistas búlgaros se dieron cuenta muy claramente que Bulgaria estaba lejos de constituir una parte trasera segura para sus propósitos, que su política criminal no podía contar con el apoyo del pueblo búlgaro.

La agresión de la Alemania de Hitler contra la Unión Soviética el 21 de junio 1941, cambió la situación internacional. La Segunda Guerra Mundial, que había comenzado como una guerra entre dos bandos imperialistas, se convirtió en una guerra de los pueblos amantes de la libertad, encabezado por la Unión Soviética, contra la agresión nazi. Desde su estallido nuestro partido adoptó una posición firme contra el bloque de la Alemania nazi y sus secuaces búlgaros. Ya el 22 de junio de 1941, nuestro Comité Central del Partido emitió un manifiesto para el pueblo búlgaro, en el cual las posiciones de nuestro partido estaban claramente formuladas.

Decía lo siguiente:

«Nunca antes en la historia ha habido una mayor guerra bandolera, contrarrevolucionaria e imperialista que la que el fascismo está llevando a cabo contra la Unión Soviética. Por lo tanto, no hay más justa guerra y progresista de cuya emisión dependerá el destino de todas las naciones. Así que una guerra de este tipo no puede dejar de disfrutar de la simpatía y el apoyo de toda persona honesta y progresista en el mundo. El pueblo búlgaro, que en su abrumadora mayoría alberga un profundo amor por los fraternales pueblos soviéticos pone sobre ellos sus más grandes esperanzas por un futuro mejor, se enfrentan a la tarea colosal de la prevención de que su país y su ejército sea utilizado para los fines de bandidos del fascismo alemán. Debemos estar atentos y oponernos resueltamente a todas las medidas que el gobierno pueda tomar para involucrarnos en la guerra o para poner a nuestro país en el servicio de los bandidos fascistas! Ni un solo grano de trigo búlgaro, ni una pieza de pan de Bulgaria para los alemanes fascistas y saqueadores! Ni un solo búlgaros bajo su servicio!». (2) (Manifiesto del Partido Obrero (comunista) Búlgaro, 22 de junio de 1941)

En el mismo llamamiento del Comité Central caracterizaba la agresión de Hitler contra la Unión Soviética como una «aventura temeraria», en la que: «Hitler está obligado a acabar con el cuello roto».

El 24 de junio de 1941, el Buró Político del partido comenzó a preparar al pueblo búlgaro para la lucha armada contra los nazis y colaboracionistas locales. Una comisión militar especial se formó con el fin de llevar a cabo esta preparación. Se organizaron unidades militares armadas para actividades diversionistas y de sabotaje con el objetivo de interrumpir las comunicaciones alemanas, de destruir las plantas y almacenes al servicio de los nazis, y de lograr la organización de los obreros para el sabotaje de la producción –como resultado, en varias plantas de producción ésta cayó de un 40 al 50%–, de inducir a los campesinos a ocultar los productos agrícolas, etc. La consigna era atacar unidades y bases alemanas, y en general crear en el país unas condiciones adversas para los alemanes y sus colaboracionistas locales para interrumpir y paralizar su esfuerzo de guerra. Al mismo tiempo, el partido procedió a intensificar su trabajo en el ejército, bajo el lema: «Ni un soldado al frente del este!». Entre los soldados de las tropas de ocupación de Yugoslavia, el lema se elevó a fraternizar con los partisanos yugoslavos y azuzarles para que se pasaran a su lado. Ya en 1941 las primeras unidades de partisanos habían nacido en los distritos de Razlog, Batak, Karlovo, Sredna Gora oriental, Sevlievo, Gabrovo, etc.

Esta heroica lucha involucró muchos sacrificios y sufrimientos: decenas de combatientes eran colgados de la horca o fueron fusilados, los jefes partidistas que operaron en las ciudades y pueblos, fueron recluidos en las cárceles y campos de concentración. Sin embargo, a pesar del terror bestial, la lucha ganó impulso. El mayor de los contratiempos que los alemanes sufrieron en el frente oriental, como resultado de las victorias soviéticas, se convirtieron en la más clara de las perspectivas de la inevitable derrota de la Alemania de Hitler y la más brillante de las condiciones de agrupar a todas las fuerzas patrióticas populares en el Frente de la Patria, que fue fundado por iniciativa de nuestro partido hacia mediados de 1942 con la publicación de su programa.

El programa del Frente de la Patria de manera clara y categórica afirmó que el plan de Hitler para dominar el mundo tenía que acabar con la caída de la Alemania nazi y que la política del gobierno Rey Boris, que había convertido a Bulgaria en un vasallo de Hitler, iba dirigida contra el pueblo y llevaría a la nación al desastre. Por lo tanto, era el deber supremo del pueblo búlgaro, su ejército y los intelectuales patriotas unirse detrás del poderoso Frente de la Patria para obtener la salvación de Bulgaria.

El programa exigía que la alianza entre Bulgaria y la Alemania nazi debía romperse de inmediato; que los agresores alemanes debían ser expulsados de territorio búlgaro; que la riqueza y el trabajo nacional debían estar protegidos contra las incursiones extranjeras; que los derechos políticos de las personas trabajadoras debían ser restablecidos, extendidos y consolidados; que se debía tomar el ejército y dejarlo fuera del alcance de las manos de la camarilla monarco-fascista, siendo transformado en un ejército popular, de modo que las fuerzas materiales y morales de nuestro pueblo fueran añadidos a los esfuerzos de otros pueblos, que bajo la dirección de la Unión Soviética, se pudiera completar la total derrota de los imperialistas alemanes. El programa instaba a que todas las fuerzas antifascistas se unieran en el Frente de la Patria y que un gobierno del Frente de la Patria fuera creado con el fin de garantizar nuestro desarrollo político y económico como una nación libre e independiente, estrechamente aliado con los otros pueblos amantes de la libertad y sobre todo con la Unión Soviética.

El partido consideraba que la lucha por la destrucción del fascismo doméstico abrazaba todos los problemas esenciales de la vida y el futuro de los obreros y de la nación entera. Sin la destrucción del régimen fascista, el país no podía abandonar el campo fascista y salvarse de la catástrofe, la ruina y el retroceso. El más que evidente e ignominioso fin de la Alemania nazi se convertía en la forma más clarividente en que el pueblo búlgaro se daba cuenta de que nuestro régimen fascista, el cual se había identificado y había compartido el mismo destino político que sus amos hitlerianos, representaba el principal peligro que tenía que ser extirpado inmediatamente. La liberación de Bulgaria del yugo del fascismo seguido de la entera posición internacional y nacional que tomaría el país, se convirtió en la tarea central de la clase obrera, de todos los trabajadores de las ciudades y el campo, y de todas las fuerzas verdaderamente democráticas y patrióticas.

Tal era entonces la plataforma nacional y democrática de nuestro partido durante la guerra por la liberación del país del fascismo local y la ocupación alemana. Tal plataforma se encontró con una respuesta profunda, recuperó a la mayor parte del pueblo bajo la bandera del Frente de la Patria y se convirtió en una causa verdaderamente nacional.

El partido considera que la realización de este programa era una etapa inevitable y decisiva en el camino para el desarrollo hacia la transformación radical política, económica y social del país.

Armado con este programa militante, el partido dispuso de todas sus energías rápidamente para hacer del Frente de la Patria un movimiento verdaderamente nacional, para ampliar el movimiento de resistencia y de dotarle de un carácter auténtico de masas.

Durante el segundo semestre de 1942, hubo un aumento considerable en el avance de la lucha de las masas contra los ocupantes nazis y sus colaboracionistas en Bulgaria. En varias localidades, las numéricamente pequeñas unidades partisanas se convirtieron en destacamentos organizados que gozaban de amplio apoyo entre la gente. En el invierno de 1942/43 destacamentos guerrilleros en Sredna Gora libraron memorables y épicas luchas contra unos 20.000 gendarmes y soldados. Durante marzo y abril de 1943, por decisión del Comité Central, el país fue dividido en doce zonas de combate de guerrilla con un mando militar unificado. Los ataques de destacamentos guerrilleros contra los alemanes y las autoridades colaboracionistas en las ciudades y pueblos fueron de la mano siempre de una amplia actividad política entre la población. Las derrotas sucesivas que las hordas nazis sufrieron en el frente del Este, sobre todo después del golpe de Stalingrado, convirtieron la lucha partidaria en algo feroz, e hizo que personas de todas partes del país se vieran envueltas en el movimiento partisano.

Hacia el final de 1943 y principios de 1944, un ejército de 100.000 soldados y policías bajo el mando fascista estaban involucrados en la lucha contra el movimiento guerrillero. La incapacidad de Hitler y el Rey Boris de enviar un solo soldado búlgaro al frente oriental se debió principalmente al hecho de que en las fuerzas principales del ejército búlgaro luchaban los partidarios, tanto en Bulgaria como en Yugoslavia.

Fue un período verdaderamente épico, una verdadera prueba para nuestro partido y para el pueblo búlgaro. Podemos decir con seguridad que nuestro partido, respaldado principalmente por la juventud comunista, a pesar de las bajas terribles, el terror bestial y las vacilaciones oportunistas de algunos miembros del partido, pasó esta prueba con honor. Este periodo quedará inscrito con letras de oro en los anales de la historia de nuestro partido y nuestro pueblo, que con justicia puede enorgullecerse de sus partisanos heroicos, hombres y las mujeres y todos los que les ayudaron, a quienes el partido logró organizar y llevar a la batalla contra los ocupantes alemanes y los fascistas búlgaros.

El creciente alcance del movimiento partisano, ayudado por el victorioso avance del ejército soviético y el fracaso de los fascistas para hacer frente a ambos, inspiró a la gente y consolidó su fe en la victoria final, envalentonado y activando a nuestros aliados en el Frente de la Patria.

El Frente de la Patria creció en el curso de la lucha por las necesidades básicas de las masas y contra el expolio y la esclavitud a la que Bulgaria estaba siendo sometida por los imperialistas del fascismo alemán. Nuestro partido era su bujía principal, pero otros partidos y organizaciones no fascistas también se introdujeron en su actividad.

En 1944, las graves e irreparables derrotas de las hordas alemanas en todos los frentes, el avance relámpago de las tropas soviéticas hacia Alemania, la capitulación de la Italia fascista, el acercamiento del cuarto ejército ucraniano hacia las fronteras de Bulgaria; todo esto aceleró la caída de la Alemania nazi. El pánico y la desintegración fueron fenómenos que fácilmente se establecieron entre nuestros colaboracionistas locales y el gobierno de la camarilla monarco-fascista. Sus intentos de ahogar en sangre el movimiento partisano fracasaron. Su intento de dividir el Frente de la Patria también fracasó. Con la astuta intención de anticiparse al levantamiento popular que estaba madurando, pusieron sus esperanzas en el gobierno de Ivan Ivanov Bagrianov y luego en el gobierno de Konstantin Muraviev y Dimitar Gichev [5], para dar al jefe del Estado Mayor anglo-estadounidense una oferta de rendición incondicional. Esperaban, en caso de ocupación anglo-estadounidense, poder escapar del castigo de sus crímenes, e intentar preservar los endebles cimientos del régimen monarco-capitalista.

Este esquema, sin embargo, fue frustrado por el avance relámpago de los ejércitos soviéticos y la vigilancia de nuestro partido.

El 26 de agosto de 1944, el Comité Central de nuestro partido dirigió a todas sus organizaciones, funcionarios y miembros, la histórica circular nº4, pidiendo el derrocamiento inmediato, a través de un levantamiento armado, de la regencia fascista y el gobierno de Bagrianov-Gichev para alcanzar el establecimiento de un gobierno de Frente de la Patria. En esta circular declaró entre otras cosas:

«La hora que esperábamos ha llegado para Bulgaria. Su destino hoy depende únicamente del pueblo y su ejército patriota. Nuestro país está condenado a no ser que la regencia autoimpuesta y el gobierno pro alemán de Bagrianov sea derribado inmediatamente y que la alianza con Alemania sea suprimida. El partido, el Frente de la Patria, todo el pueblo búlgaro y el ejército, se enfrentan a la tarea imprescindible de reunir fuerzas y plantear una lucha armada audaz y decisiva. El Frente de la Patria es la única fuerza política capaz de salvar al país por medio de medidas audaces y acciones inmediatas». (3) (Circular n4º; publicada por el Comité Central del Partido Obrero (comunista) Búlgaro, 26 de agosto de 1944)

El mismo día, el Estado Mayor General del Ejército Popular Partisano emitió la orden:

«Proceder a la ofensiva general y establecer la autoridad del Frente de la Patria sobre una base local. Dirigir los principales golpes contra los grandes centros, en especial donde se puede contar con el apoyo de diferentes unidades del ejército». (4) (Orden del Estado Mayor General del Ejército Popular Partisano, 26 de agosto de 1944)

Consciente de su misión histórica, a la cabeza del proletariado, el partido hizo pleno uso de su experiencia militante del pasado –tanto en victorias como en reveses– reuniendo todas sus fuerzas posibles, apostado por su inmensa autoridad, contando con la decisiva del ejército soviético, con el fin de movilizar al pueblo búlgaro unido en el Frente de la Patria para lograr el derrocamiento armado del bastión más peligroso y diabólico del capitalismo y la reacción en Bulgaria como era la dictadura monarco-fascista.

Cuando el 8 de septiembre las tropas soviéticas entraron en el territorio búlgaro, el levantamiento armado ya estaba en pleno apogeo. En Plovdiv, Gabrovo y en las minas de Pernik las huelgas generales estallaron. En Sofía los trabajadores se declararon en huelga de tranvías y la población salió a las calles, mientras que en Pleven, Varna y Sliven se asaltaron las cárceles. Al mismo tiempo destacamentos guerrilleros ocuparon muchas ciudades y pueblos. Bajo la presión de hierro de los ejércitos soviéticos, las hordas alemanas emprendieron una rápida retirada de Bulgaria. Nuestros soldados se negaron a cumplir las órdenes de los oficiales reaccionarios y los abandonaron para unirse a los partisanos.

Se garantizó la victoria de la insurrección. El 9 de septiembre, bajo los golpes de martillo de las masas populares, y éstas bajo la asistencia de los destacamentos guerrilleros, de sus soldados y oficiales revolucionarios, la odiada dictadura monarco-fascista se derrumbó y el gobierno popular de Bulgaria del gobierno de Frente de la Patria fue establecido.

Sin embargo, el mayor mérito de la victoria del levantamiento del 9 de septiembre y la liberación de nuestro país del yugo fascista alemán se debe al fraternal y heroico ejército soviético y su previsor líder Iósif Stalin. El partido, la clase obrera, y todos nuestros trabajadores permanecerán por siempre agradecidos por ello.

Anotaciones de Georgi Dimitrov:

[1] Bouzhloudja, es un pico en la parte central de los Balcanes, y con dicho nombre se llamó al congreso constituyente que sentó las bases del Partido Comunista Búlgaro, el congreso de celebró en agosto de 1891.

[2] La explosión en la Catedral de Sveta-Nedelyaa del 16 de abril de 1925, fue obra de militantes pertenecientes a la extrema izquierda del movimiento antifascista, y estaba destinado a matar a los representantes del régimen monarco-fascista. El Partido Comunista Búlgaro, a través de su Comité Central, condenó rápidamente este acto tan temerario y ruinoso, que sólo ayudaba a liberar la ejecución de monstruosas y sangrientas masacres de luchadores antifascistas, de mano de los fascistas. El gobierno de Aleksandar Tsankov aprovechó el atentado y comenzó un reinado de terror. Fueron asesinados o quemados vivos miles de antifascistas, otros miles echados a la cárcel y otros se vieron obligados a emigrar. Las organizaciones antifascistas fueron disueltas finalmente.

[3] Peter Iskrov, Georgi Lambrev e Ilia Vassilev, los líderes de la facción izquierdista-sectaria del Partido Comunista Búlgaro que en 1929 se apoderó de la dirección del partido, declararon que los viejos cuadros del partido eran incapaces de actuar como auténticos revolucionarios, presentaron una teoría sobre el papel de vanguardia de la juventud y criaron consignas incorrectas como: «lanzar una ofensiva general y abierta», «hacerse cargo de las calles», «ocupar la tierra», etc.

La actividad de esta facción contuvo el rearme del partido con la teoría y la práctica leninista, llevó al alejamiento del partido de las masas y la llevó a la inacción oportunista durante el golpe de Estado militar fascista del 19 de mayo de 1934.

Las fuerzas sanas del partido, encabezadas por Georgi Dimitrov y Vasil Kolarov, llevaron una lucha resuelta contra el sectarismo de izquierda, siendo esta lucha coronada con éxito en 1935, cuando se adoptó un nuevo curso leninista en la política y la práctica del Partido Comunista Búlgaro.

[4] El 19 de mayo de 1934, la Liga de Oficiales y el Círculo Político Zveno realizaron un golpe de Estado fascista, derrocaron al gobierno del Bloque del Pueblo, que había llegado al poder como resultado de las elecciones celebradas en 1931 y se estableció una dictadura fascista.

Después del golpe de Estado, los últimos vestigios de la democracia parlamentaria y burguesa fueron eliminados. La asamblea nacional se disolvió, se disolvieron los partidos políticos y los sindicatos, se prohibieron sus publicaciones, los encuentros políticos fueron prohibidos y la prensa fue sometida a una estricta censura.

[5] Konstantin Mouraviev, fue uno de los dirigentes del ala derechista de la Unión Agraria. Como Ministro de Guerra en el gobierno de Aleksandar Stamboliyski permitió a los oficiales fascistas organizar una conspiración, y llevar a cabo el golpe de Estado militar fascista del 9 de junio de 1923. En 1931-1934 Mouraviev fue Ministro de Educación y de Agricultura. El 2 de septiembre de 1944, dirigió al gobierno de la llamada «oposición legal», gobierno nombrado por los agentes monarco-fascismo con el fin de desviar al pueblo de la insurrección, que había llegado a un punto crítico, y así ganar tiempo para que las fuerzas nazis fueran capaces de preparar nuevas posiciones de defensa en los Balcanes contra la Unión Soviética. El 9 de septiembre de 1944, el levantamiento popular derrocó el gobierno de Mouraviev. El tribunal popular lo condenó a cadena perpetua.
1948 

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