«Lo mismo podría decirse del libro del señor Bernstein: todo en él es disparate y sonido de palabras huecas, pero precisamente es esta variedad la que induce a melancólicas reflexiones en el atento lector. En todo lo referente a cuestiones teóricas, el señor Bernstein se muestra el más débil entre los débiles. ¿De qué manera ha podido ocupar en el curso de muchos años uno de los puestos teóricos más conspicuos dentro del partido? Habría que meditar sobre ello. Y no es fácil encontrar una respuesta que nos deje tranquilos. Otra cuestión no menos importante: según el señor Bernstein tan sólo subsisten unos débiles vestigios del socialismo. En verdad, Bernstein está mucho más cerca de los partidarios pequeño burgueses de las «reformas sociales» que de los socialdemócratas revolucionarios. A pesar de esto, sigue siendo un «camarada» y nadie le ha pedido que se vaya del partido. Esto se explica, en parte, por una errónea actitud hacia la libertad de opinión, muy difundida a la sazón entre los socialdemócratas. Ellos dicen: «¿Cómo es posible expulsar a un hombre del partido por culpa de sus opiniones? Esto equivale a una persecución por herejía». Las personas que razonan de este modo olvidan que la «libertad de opinión» debe realizarse siempre a través de la libertad de asociación y de disolución, y que esta última libertad no existe cuando un prejuicio fuerza a marchar juntas a personas que deberían estar separadas debido a sus divergencias. Este razonamiento erróneo explica de manera parcial el hecho de que el señor Bernstein no ha sido expulsado del Partido Socialdemócrata alemán. No lo ha sido, porque sus nuevos puntos de vista son compartidos por un número considerable de otros socialdemócratas. Por causas que no podemos analizar detenidamente en este artículo, el oportunismo ha ganado muchos seguidores en las filas de la socialdemocracia en varios países. Y en esta difusión del oportunismo radica el mayor peligro entre todos los que nos amenazan en la actualidad. Los socialdemócratas que han seguido fieles al espíritu revolucionario del programa partidario –y afortunadamente casi en todas partes constituyen mayoría– cometerían un error insalvable si no tomaran a tiempo medidas decisivas para combatir este peligro. El señor Bernstein, aislado, no sólo no inspira temores sino que es francamente cómico, un personaje que muestra una desopilante semejanza con el filosófico Sancho Panza. Pero el espíritu del «bernsteinismo» es aterrador como síntoma de una posible claudicación. (...) La pésima traducción del lamentable libro del señor Bernstein ya ha tenido dos ediciones «legales». Probablemente no tardará mucho tiempo en salir la tercera. No hay de qué asombrarse. Cualquier «crítica» del marxismo o parodia del mismo –siempre que esté imbuida del espíritu burgués– halagará indefectiblemente a ese sector de nuestros marxistas legales que representa la parodia burguesa del marxismo». (Gueorgui Plejánov; Cant contra Kant o el legado espiritual del señor Bernstein, 1901)
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