miércoles, 14 de febrero de 2018

La burguesía y el fenómeno del terrorismo para sacar provecho político; Equipo de Bitácora (M-L), 2017


«El terrorismo es una lacra más que nace del propio capitalismo. Nace de los problemas no resueltos en la sociedad capitalista como el desempleo y la precariedad, de la influencia que la superestructura burguesa proyecta en la clase obrera hasta degenerar a algunos de sus miembros y convertirlos en lumpemproletariado, de la herencia en las concepciones equivocadas sobre la revolución a falta de un factor subjetivo marxista-leninista que barra con estas desviaciones, de la inestabilidad y desesperación pequeño burguesa, de la creación e incitación de los servicios secretos de los gobiernos, de la desesperación de la burguesía para mantener su poder o para volver a acceder a él.
Sobre las clases explotadoras a de saberse que: 1) se vale de estos grupos terroristas o los crea artificialmente en los países capitalistas para ser utilizados como un as en la manga, siendo otro método de distracción de los problemas gubernamentales, así mismo, en ocasiones se vale de estos grupos para ajustar cuentas con otras fracciones de la burguesía, pero también para preparar el terreno para recortar derechos y libertades o incluso llevar a cabo un golpe de Estado fascista; 2) del mismo modo históricamente ha creado grupos y los ha puesto en acción para causar sabotajes, desordenes y asesinatos en los países socialistas, valiéndose de clases derrocadas, desclasados, y personas débiles, ha hecho uso de estas operaciones como vectores de desestabilización y creadores de descontento hacia gobiernos liderados por los comunistas.

Ahí hay que buscar la fuente de las bandas terrorista en cualquier país.

1) El paradigma del uso del terrorismo por la burguesía fue la red del Gladio, ella fue una red de seguridad tejida por los servicios secretos de EE.UU. en coordinación con otros servicios de seguridad. Muchos expertos y elementos implicados no se ponen de acuerdo en tipificar desde cuando podemos hablar de Gladio como tal, pero si somos justos con la propia estrategia estadounidense la red se teje desde la Segunda Guerra Mundial, posteriormente con la fundación de la organización militar de la OTAN en 1949, todos los países miembros como Bélgica, Francia, Italia e incluso otros de fuera de ella como Grecia, España o Turquía debían comprometerse a que sus servicios secretos colaborasen entre sí, diesen su territorio para un amplio campo de actuaciones y ensayos, con el objetivo de tener lista una «quinta columna» que actuaría en la sombra en caso de que algunos de los países cayese en el comunismo.

Un destacado agente de la CIA en Europa fue tajante respecto a las obligaciones de la OTAN respecto al Gladio y su función eminentemente anticomunista:

«Oswald LeWinter: Hubo una enmienda al protocolo de la OTAN y en ella se decía que era absolutamente necesario que lo firmaras para entrar en ella, y en ella se decía que era obligatorio a cada gobierno no perseguir el activismo de extrema derecha, actividades anticomunistas en sus propios países». (BBC; Operación Gladio, 1992)

Entre tanto esta red funcionaba en la práctica contrarrestando la creciente influencia comunista de diversas formas, pero también su objetivo era atacar a cualquiera que causase un mínimo de problemas al gobierno: desde movimientos antiimperialistas hasta sindicalistas. Para tal fin se valieron tanto del soborno, la intimidación, el encarcelamiento, tortura y asesinato del movimiento obrero, pero también impulsar el apoyo eclesiástico en las campañas anticomunistas, estimular el golpismo del ejército, o apoyar otras tácticas más maquiavélicas como la propagación del terror entre la población a través de grupos teóricamente comunistas o cercanos a él, lo que diametralmente causaría el rechazo de la gente al comunismo.

Así confesaría uno de los implicados, algunos de los objetivos y las bases de operaciones que tuvo en el momento en que fue destapado el Gladio:

«La organización secreta paramilitar conocida con el nombre de red Gladio, cuya existencia fue desvelada en diciembre pasado en Italia por el exagente de la misma Alberto Volo, no ha sido disuelta, e incluso ha celebrado una reunión este mismo mes en la isla de Gran Canaria, según publicó ayer el periódico Canarias 7. El propio Volo, que se encuentra estos días en dicha isla, donde, según él, fue entrenado para Gladio en los años sesenta, declara que esta red sigue actuando bajo otro nombre y que el archipiélago canario y Sicilia son dos de las ubicaciones estratégicas de esta organización paramilitar. Según el exagente italiano de la Rosa de los Vientos –nombre originario de Gladio–, el objetivo de esta organización secreta no se limita a «proteger del comunismo a los países miembros», sino «de todo aquello que les pudiera ocasionar problemas». (El País; La «red Gladio» continúa operando, según el exagente Alberto Volo, 19 de agosto de 1991)

En realidad el término Gladio hace referencia a la trama italiana del «ejército secreto» de la OTAN que operaba fuera del conocimiento público y de las propias instituciones parlamentarias, se llamó así ya que el nombre hace referencia al gladio, espada que utilizaban los romanos, pero se suele utilizar de un modo genérico a todo tipo de operaciones del mismo tipo durante la Guerra Fría en los países tanto de la OTAN como fuera de ella, lo cual no es equivocado, ya que todo tiene relación y el mismo fin.

El Gladio digamos que no ha desaparecido, ha mutado, bajo otras siglas y otras organizaciones, pero el uso de sus técnicas sigue existiendo adaptado a los nuevos tiempos. No con razón sigue existiendo la OTAN, la CIA y se siguen sucediendo los escándalos. El Gladio, o mejor dicho, sus formas, existirán en tanto exista el Estado y lo detente la burguesía.

Unos de los movimientos encordados en acciones de este tipo fueron las operaciones británicas-estadounidenses en países como Grecia, Hungría, Polonia, Albania, Yugoslavia durante la Segunda Guerra Mundial para financiar y ganarse el favor de los grupos nacionalistas que colaboraban con los nazis alemanes, cuando estos grupos fueron viéndose derrotados se pasó a apoyar a los movimientos que habían luchado contra el fascismo pero que no guardaban ninguna especial simpatía por el comunismo, podía ser desde partidos agraristas, partidos liberales hasta socialdemócratas, dependiendo el caso, pero también se intentó poner en activo elementos dentro de los propios partidos comunistas.

Es de resaltar las operaciones encubiertas en Grecia durante 1942-1949, cuya misión fue actuar en favor de la restauración del monarco-fascismo totalmente desacreditado, lo que derivó en enfrentamientos armados entre los partisanos antifascistas y las propias tropas de ocupación británicas que habían ayudado a liberar al país del nazismo. Pero hubo otros casos de renombre como serían la cooperación estadounidense a sus aliados como Francia para contrarrestar los movimientos anticoloniales de Argelia y Vietnam, o la ayuda prestada a Gran Bretaña contra Malasia y Birmania. Pero sin duda lo más recordado de estas operaciones son las que tuvieron lugar en las democracias burguesas occidentales.

Para levantar estos «ejércitos secretos» se hizo uso abierto del reclutamiento de viejos fascistas. Un viejo militante de Ordine Nuovo, organización fascista con nexos con el Gladio, diría:

«Vincenzo Vinciguerra: Esas estructuras paralelas usaban a la extrema derecha por una cuestión muy simple, porque combatían a los comunistas». (BBC; Operación Gladio, 1992)

Es decir en el momento en que las tropas soviéticas junto a sus pretendidos «aliados antifascistas» estadounidenses y británicos avanzaban simultáneamente por todo el mundo para liberar a los países del fascismo, los departamentos británicos y estadounidenses del servicio de inteligencia se ocupaban de localizar a la «resistencia» fascista para ser reclutados. Véase la paradoja. Entre estos elementos incluía desde fascistas, monárquicos, nacionalistas y derechistas radicalizados y prácticamente todo elemento que se oponían a ser liberados del nazi-fascismo por los aliados, en especial si las tropas liberadoras eran las soviéticas. El nombre en clave de estas formaciones de viejos fascistas era X2. A partir de entonces se les ofrecía pasar a formar parte de lo que sería conocido luego popularmente como el Gladio. Un oficial de la OSS, la predecesora de la actual CIA, activo en Roma entre 1943-1945, dijo:

«Peter Tompkins: Llegué aquí y tome contacto con la Junta Militar, con los grupos de partisanos. Andy Burdin fue el primer agente X2 que llegó a Roma, era periodista de Asociated Press, y tenía un contacto en el que me dijo que podía confiar, y fue él quien me dio toda la información sobre los grupos en la «retaguardia» alemanes. Jim Angleton apareció en agosto para reclutar fascistas porque creyó que era la mejor manera de controlar a los comunistas era contratar fascistas. Uno de los más duros era el príncipe Valerio Borghese, que dirigía lo que se conocía como «Decima Mas», eran los tipos que asesinaban a los partisanos [antifascistas] en toda Italia». (BBC; Operación Gladio, 1992)

Otro actor implicado, comentaría que efectivamente al principio la influencia británica era más notable que la estadounidense en ciertos países por su experiencia, hasta que por supuesto los EE.UU. pasaron de la OSS a la CIA y construyeron toda una red de agentes con gran experiencia y alta capacidad de actuación para diversas situaciones, rivalizando con los británicos al poco tiempo y superándolos finalmente:

«Oswald LeWinter: Desde el principio Gladio fue divido en dos esferas de influencia: la británica y la americana, porque el acuerdo original entre los X2 de las OSS y los Nazis había previsto que los británicos llevarían el control sobre los países que habían sido tradicionalmente de influencia británica. (…) Así que si yo tenía que hacer algo en aquellos países tenía que contactar con alguien del MI6 [servicios secretos británicos]». (BBC; Operación Gladio, 1992)

Algunos de estos agentes reclutados por el Gladio eran reconocidos asesinos del nazismo alemán y del fascismo italiano, incluso se dio la anécdota de que los agentes más inocentes de los servicios secretos estadounidenses denunciaron a sus superiores que algunos de sus enlaces y colaboradores eran criminales de guerra buscados por algunos gobiernos occidentales:

«Erhard Dabringhaus: En 1948 yo era agente especial en el contraespionaje americano dentro de la Alemania ocupada, estaba destinado en Augsburg y fui encargado de manejar una red de informadores alemanes, entre los cuales se hallaba Klaus Barbie, el cual, más tarde descubrí que era buscado por asesinato por los franceses. Reporté a mis superiores y me dijeron que cerrara la boca. (…) El coronel Bernthau era un agente, que trabajaba para los servicios secretos de Sttutgart. Le proporcionábamos una casa segura en Luftwitzborge, donde le visitaba tres veces al día y nos proporcionaba información sobre comunistas y cualquier cosa que quisiéramos. Era un nazi de primera, un día le vi en su oficina mirando las fotos de un álbum y en el medio de ese álbum, estaba mirando una bonita foto de Hitler. Otros altos mandos de las SS fueron a visitarle a la casa que le habíamos proporcionado, y me dijo que si había alguna razón de necesidad, podía llamar a cualquier de los líderes de la SS desde Hamburgo a Munich. Le recuerdo llevándome a un lugar determinado que descubrimos y excavamos donde había armas de todo tipo. (…) Y me dijo tenemos miles de estos por todo el país». (BBC; Operación Gladio, 1992)

Significativa fue entre todas ellas, fue la famosa campaña desatada por EE.UU. a base de calumnias, sobornos, amenazas y violencia –en colaboración directa con el Vaticano– contra el Partido Comunista Italiano (PCI), con el objetivo de debilitarlo y disminuir su influencia tras el gran estatus alcanzado en la posguerra. En concreto las operaciones subversivas se agudizaron en la vista previa a las elecciones generales de 1948, es decir un año después de la creación de la CIA y un año antes de la fundación de la propia OTAN, cuando no se hablaba todavía del Gladio. Los EE.UU. se habían movilizado los cruceros frente a las costas italianas, se había activado toda una serie de tropas encubiertas fascistas y nacionalistas de derecha, para realizar un posible golpe de Estado inminente en caso de ganar los comunistas.

Dentro del gobierno estadounidense se debatía si celebrar las elecciones o impedirlas por la fuerza. El Asesor del departamento del estado italiano diría:

«Michael Leeden: Había gente dentro del gobierno estadounidense, George Kenen, más notablemente, estaba argumentando sobre que la posible victoria del partido comunista en 1948. (…) [Se decía que] EE.UU. debía utilizar su ejército para parar las elecciones, para cancelarlas. Mandar al ejército y decirles que no iban a permitir las elecciones porque era una oportunidad para que ganasen los comunistas. (…) Esto era lo que se discutía en el Departamento de Estado y los demás secretariados oficiales». (BBC; Operación Gladio, 1992)

El conocido líder de los democratacristianos Francesco Cossiga, que llegó a ser Presidente en 1985-1992, relató así estos momentos de tensión y como los democratacristianos fueron armados por los aparatos represivos del Estado:

«Francesco Cossiga: Formamos grupos en la capital de la provincia y en otras ciudades de alrededor y fuimos armados con pistolas ligeras. Yo personalmente tenía una Sten. Los jefes de la policía local nos suministraban granadas de mano para la eventualidad de que los comunistas ignorasen el electorado». (BBC; Operación Gladio, 1992)

Las elecciones por tanto se celebraron en un clima de tensión y terror para que los democratacristianos triunfasen como ocurrió finalmente, ellas fueron supervisadas estrictamente por EE.UU. Ello fue la tónica en todos los países liberados por los estadounidenses y británicos, citar el caso de Grecia en las elecciones 1946, donde el terror blanco desatado contra comunistas y todo grupo antifascista y antimonárquico fue consentido por las tropas de ocupación británicas, pero fue reportado y denunciado mundialmente por varios periodistas de la época, ello derivaría en la cruenta Guerra Civil Griega de 1946-1949.

Lejos de lo que decía la propaganda estadounidense y anticomunista en aquellos días, y de lo que creían los más temerosos en el gobierno estadounidense, el panorama italiano presentaba realmente a un PCI con un amplio nivel de afiliación e influencia ciertamente, pero con un bajo nivel teórico y capacidad de movilización para la refriega, esto era debido a que en su dirección estaba plagada de concepciones legalistas y pacifistas que truncaban cualquier toma de poder, ni siquiera para una movilización y defensa efectiva contra los decretos gubernamentales democratacristianos que impulsaba el imperialismo entre bastidores. Hablando claro era un partido fácilmente amedrentado por la burguesía italiana como criticarían los diversos comunistas del extranjero en la primera Conferencia de la Oficina de Información de los Partidos Comunistas y Obreros –Kominform– de 1947, donde se fustigó las teorías de los líderes italianos como Togliatti, Longo y compañía, así como a sus homólogos franceses. Véase nuestra obra «La crítica al revisionismo en la Iº Conferencia de la Kominform de 1947» de 2015.

En Italia el 26 de noviembre de 1956 el SIFAR, servicio secreto italiano, firmó un acuerdo secreto con la CIA, servicio secreto estadounidense, de colaboración en materia de información política, espionaje y contraespionaje en materia de seguridad, así como la creación de bases de entrenamiento para comandos como la que hubo en Cerdeña. De ahí saldrían los actos de terrorismo y golpismo más famosos de las décadas posteriores, pero la ciudadanía no supo de esto hasta los 80 y las investigaciones del juez italiano Felice Casson y sobre todo hasta las revelaciones del Primer Ministro Guilio Andreotti ante el Parlamento Italiano en 1990.

A partir de entonces la presión de la Red Gladio se haría notar: diversos sucesos como la conspiración golpista de 1964 conocida como Operación Piano, el atentado de la Piazza Fontana en 1969, el golpe fallido conocido como «Golpe Borghese» 1970, las masacres de Peteano 1972 y el atentado de la estación de trenes de Bolonia 1980 son ejemplos de complots o atentados de grupos fascistas que contaron con la directa implicación de los servicios del Gladio como diría sin miramientos años después el General Gianadelio Maletti, exjefe de los servicios de contraespionaje.

Pese al triunfo electoral de la derecha católica en todas las elecciones sucesivas, se establecería en Italia la «estrategia de la tensión», que venía a ser, utilizar la excusa de los atentados terroristas cometidos por grupos no aclarados o por las denominadas Brigadas Rojas (BR), para atemorizar a la gente, creando la sensación de que se necesitaba un gobierno fuerte e inculpando al comunismo en abstracto ligando en la mente colectiva comunismo con terrorismo, pese a que el PCI naufragaba en el reformismo y la conciliación de clases más patética desde hacia tiempo, y pese a que estas bandas armadas como las BR tenían más en común con los grupos anarquistas que comunistas en cuanto a referentes organizativos, metodológicos e ideológicos. Así mismo los revisionistas se valían del terrorismo para deslegitimar todo tipo de violencia revolucionaria de las masas y predicar una vía estrictamente parlamentaria y pacífica. Por tanto el terrorismo cumplía una función doble. 

Años después la justicia italiana condenaría a algunos de los implicados, gran parte de ellos fascistas, otros casos quedaron completamente sin resolver, algunas de las figuras de la justicia italiana señalarían directamente al gobierno italiano y la OTAN como responsable de dichos atentados, dándose a conocer públicamente la red del Gladio que operó en diversos países. Esto fue noticia en los medios de todo el mundo durante la década de los 90 pero prácticamente en todos los gobiernos ni se investigó ni se habló oficialmente de su alcance salvo en el caso italiano. Algunos medios de información masivos y vinculados de una u otra manera con los gobiernos y la trama, tuvieron que verse obligados durante un tiempo a publicar información sobre un escándalo que era imposible de silenciar, pues la noticia estaba en la calle y en los círculos políticos, también debe anotarse la presión de periodistas más honestos y progresistas en incidir en el tema, pues recordemos que muchos de ellos se ven obligados a trabajar en medios de información con los que no comulgan en su línea ideológica y en donde son incluso censurados, así mismo hay que subrayar la labor de investigadores y periodistas de línea independiente a estos medios. Pero en general una vez pasada la oleada del escándalo, de nuevo los principales medios de comunicación volvieron a olvidarse de este hecho histórico que demostraba el carácter putrefacto de las instituciones y justificaban hacer una apología directa de la OTAN y de este tipo de acuerdos secretos.

Sobre estos juicios hay variada y extensa documentación que recomendamos al lector indagar. Es interesante y rico en detalles el libro de Daniele Ganser «Los ejércitos secretos de la OTAN» de 2007, pese a su desconocimiento del comunismo y manifiesto antistalinismo, pero en su favor, ha de decirse que es un documento está basado en recopilaciones documentales de la época y en testimonios de actores directos, donde no cabe refutación alguna en cuanto a su intención principal: demostrar la existencia y el funcionamiento del Gladio en Europa.

En especial, entre las tácticas de la burguesía, se destacaba el dar carta blanca para que los grupos que los medios liberales llamaban de la «extrema derecha» atentasen libremente y desapareciesen tras atentar; mientras que los autodenominados grupos de «extrema izquierda» también eran estimulados o eran manipulados si no eran de creación propia, de vez en cuando sus integrantes eran apresados y juzgados, ampliando la sensación de que el comunismo era sinónimo de bandolerismo o terrorismo, silenciando a su vez, la actividad de los grupos y bandas fascistas en los medios así como sus partidos legales. 

El parlamento italiano tipificó en sus investigaciones que solo entre 1969 y 1987, unos 491 civiles fallecieron y 1.181 fueron heridos a causa de atentados terroristas de grupos de «extrema izquierda» y «extrema derecha».

Si miramos el interesante documental de la BBC sobre la Operación Gladio emitido en 1992, veremos entrevistas a varios políticos, jefes de policías y exagentes de los servicios secretos. En este sentido, el excoronel de la CIA en Europa Oswald LeWinter confesó que las bandas terroristas de diversos países; Italia, Alemania, Francia y otros estaban repletas de topos de diversos servicios secretos:

«Oswald LeWinter: Las Brigadas Rojas estaban penetradas, la RAF estaba penetrada, Acción Directa estaba penetrada. Varias de estas organizaciones terroristas de izquierda lo estaban». (BBC; Operación Gladio, 1992)

El propio Federico Umberto Damato, jefe de la Policía Italiana y Ministro del Interior durante 1972-74, también confesaría que las Brigadas Rojas estuvieron infiltradas por sus agentes:

«Federico Umberto Damato: Las Brigadas Rojas fueron penetradas con alguna dificultad porque era una organización muy cerrada, y muy eficiente, pero en ella hubo algunas importantes y muy exitosas infiltraciones». (BBC; Operación Gladio, 1992)

En realidad las características y defectos intrínsecos de estas bandas contrarrestaban esta intención de hermetismo que aquí se describe. 

En todas estas bandas armadas de la época como podrían ser las Brigadas Rojas, RAF, Acción Directa, Células Combatientes Comunistas, GRAPO o ETA tenemos siempre un caso similar de organización clandestina y conspirativa donde pequeños comandos actuaban muchas veces de forma autónoma y por inercia, donde nadie conocía a nadie salvo el captador y un par de elementos más de la reducida célula, si a eso le debemos sumar el explosivo ingrediente disolvente del extremo fraccionalismo interno debido a causas de una mezcolanza ideológica no definida, sin tiempo para la formación ideológica premiándose más la práctica, donde muchas veces como principios para acceder a formar parte del grupo era más valorado el discurso radical y militarista de «acción directa» que cualquier otra influencia ideológica, que no pocas veces era tachada de «pedantería intelectualoide». 

Todo esto era un cóctel propicio para la infiltración de elementos de todo tipo como confiesa este autor que ocurrió, hablamos de infiltración tanto de antimarxistas como directos provocadores de los servicios del Estado. Esta debilidad en el ámbito ideológico, hacía muy común las pugnas arribistas por intereses fraccionales y personales, por ello hacía muy fácil que los servicios secretos de los países donde operaban se infiltraran en la organización –véase casos en ETA como el de Mikel Lejarza alias Lobo– logrando o bien vender a sus dirigentes a la policía o utilizar a los elementos más volubles para azuzar desde dentro a que se cometieran actos aventureros para interés de los gobiernos de turno o de otras fuerzas burguesas. 

Esto también fue comentado por actores implicado en los Gladio cuando empezaba a ser revelado, en enero de 1984, el fascista italiano Marco Pozzan, miembro de la organización Ordine Nuovo (ON), reveló al juez Felice Casson:
«Marco Pozzan, quien huyó de España a principios de los años 1970, reveló que «Caccola», como apodaban a Delle Chiaie, recibía muy buena paga por los servicios que prestaba en España. «Hacía viajes muy costosos, siempre en avión, incluyendo vuelos transatlánticos. Caccola recibía casi siempre el dinero de los servicios secretos y de la policía española». Entre los blancos del fascista se hallaban los terroristas de ETA (Euskadi Ta Askatasuna) que luchaban por la independencia del país vasco. Por orden de Caccola, agentes subversivos se infiltraron en las células de ETA y entre sus simpatizantes». (Daniele Ganser; Los ejércitos secretos de la OTAN, 2007)

Un ejemplo histórico claro de cómo la burguesía ajusta cuenta entre sus facciones y se sirve de los grupos terroristas para ello, fueron las pugnas en la convulsa y oscura Italia de los 70 que estamos relatando. La Red Gladio usó a los llamados grupos de «extrema izquierda» con el fin de atemorizar a la población y eliminar a los partidarios incómodos de otras fracciones burguesas.

El contexto del que hablamos, es uno en el cual los revisionistas habían obtenido un 34,4% de votos, junto a sus aliados socialistas que habían sacado un 9,6%, mientras que los democratacristianos obtuvieron un 38,8%, abriendo la posibilidad de que los democratacristianos no pudieran gobernar esta vez sin los revisionistas. Ante estos resultados el líder democratacristiano Aldo Moro estaba dispuesto a consumar la teoría del «compromiso histórico» para Italia, que pretendían establecer un «gobierno de salvación nacional» entre los democratacristianos de Benigno Zaccagnini, los socialdemócratas de Bettino Craxi y los revisionistas de Berlinguer. Pero algunos de los sectores de los democratacristianos, del ejército, de la iglesia y los gobiernos del exterior como EE.UU. vieron esto como una señal de concesión imperdonable, una alarma de que los democratacristianos perdían efectivamente la hegemonía de la política italiana que llevaba dominando desde los años 40, y desde luego ellos no confiaban en las tendencias reformistas y no revolucionarias del PCI las cuales las veían como meras maniobras fingidas. Esta experiencia histórica demuestra una vez más que la burguesía sobre todo la más reaccionaria no distingue entre churras y merinas, no va a contratar en expertos que disciernan si son varaderos comunistas o falsos comunistas, y que para ella, en momentos críticos, no le vale la promesas de los revisionistas, directamente está dispuesta a barrer con escoba de hierro cualquier tendencia mínimamente crítica. Esto depende como decimos de qué tipo de elementos controlen los ministerios, servicios secretos, y demás, pues como se ha visto también, los más audaces, no son tan cortos de miras, y sí están dispuestos a colaborar o incluso ceder el poder a los revisionistas a cambio de ciertas garantías, garantías que el PCI ofreció sin duda, como la no retirada de la OTAN y de la CEE, así como el respeto a la iglesia, monopolios nacionales y multinacionales extranjeras.

Según el excoronel de la CIA en Europa, Oswald Winter, en dicho documental de la BCC, confiesa que el secuestro y posterior asesinato de Aldo Moro en 1978 por las Brigadas Rojas no fue un acto ajeno de un grupo «extremista», si no que partió directamente de las órdenes del general Santovito, jefe de los servicios de inteligencia italianos. Varios miembros de las Brigadas Rojas comentaron en diversas ocasiones que dudaba que su banda tuviera el potencial suficiente como para realizar esa operación y salir indemne. Por si quedaba alguna duda, otro peso pesado del gobierno estadounidense de aquel entonces reveló lo mismo que la CIA:

«Steve Pieczenick, enviado a Roma por la administración del entonces presidente de EEUU, Jimmy Carter, tras el secuestro de Moro, en las que desvelaba que su Gobierno «manipuló» a las Brigadas Rojas «para que asesinaran» al líder democristiano. «He estado callado hasta hoy, he esperado 30 años para revelar esta historia y lamento la muerte de Moro. Pido perdón a la familia, pero tuvimos que manipular a las Brigadas Rojas para que lo asesinaran. Las BR habían dado un paso demasiado grande y el país estaba cerca de la desestabilización total», dijo Pieczenick». (EFE; El enviado de Carter dice que manipuló a las Brigadas Rojas para que mataran a Aldo Moro, 10 de marzo de 2008)

Algunos ideólogos de los partidos comunistas, entre ellos Browder, Varga, Togliatti, Thorez y Mao, teorizaron que después de la Segunda Guerra Mundial los comunistas se podrían y debían buscar el entendimiento con el imperialismo estadounidense; que todo sería un periodo de paz y cooperación mundial cordial, que los países saldrían de la pobreza apoyándose conjuntamente; que los créditos estadounidenses serían otorgados al resto de país con total altruismo y que no suponían ningún peligro para la soberanía nacional; que se podrían evitar las guerras en reuniones conjuntas entre todas las potencias, y que todo en definitiva sería idílico tras el fin del militarismo japonés, el nazismo alemán y el fascismo italiano. Véase nuestra obra «Desmontando mitos: Mao Zedong; ese liberal, proestadounidense, ídolo para Browder» de 2014.

Pero la realidad era muy diferente, los imperialistas estadounidenses, el resto de países imperialistas así como los gobiernos reaccionarios neocolonizados por éstos, estaban creando redes de espionaje y planeando liquidar a la resistencia antifascista y el gran prestigio adquirido por los partidos comunistas que los lideraban:

«Desde el comienzo mismo de la Segunda Guerra Mundial, Bélgica se vio derrotada y ocupada por las tropas alemanas. El gobierno belga tuvo que refugiarse en Londres, donde se mantuvo exiliado hasta que los aliados liberaron Europa. Durante aquel difícil periodo, los altos responsables del gobierno y del ejército belga colaboraron estrechamente con los británicos en la creación de movimientos clandestinos de resistencia que debían operar dentro del territorio ocupado de Bélgica.

A partir del verano de 1942, el SOE (Special Operations Executive) británico comenzó a preparar depósitos de municiones y a entrenar un ejército secreto. Los ingleses proporcionaban equipos de radio y medios para transportar hombres y material y supervisaban desde Londres las cuestiones logísticas así como la formación de los agentes enviados clandestinamente tras las líneas enemigas y la información que proporcionaban. (...) Los ejércitos secretos se reconstituyeron después de la guerra, pero poniendo el comunismo soviético en el lugar que antes ocupaba el enemigo nazi. La investigación oficial demostró que la red stay-behind activa en Bélgica durante la guerra fría se componía de 2 ramas: el SDRA 8 y la STC/Mob]». (Daniele Ganser; Los ejércitos secretos de la OTAN, 2007)

¿Qué tipo de planes había desde el imperialismo estadounidense, el imperialismo británico y su aliada la monarquía belga sobre los comunistas y antifascistas del país? No precisamente la colaboración amistosa:

«Los miembros del ejército secreto belga eran «en su mayoría monárquicos convencidos», precisa un informe antiguamente confidencial del SOE, «es por eso que no había miembros comunistas de la resistencia en sus filas» [7].

Después del desembarco y la posterior liberación de Bélgica, estadounidenses y británicos se inquietaron ante la influencia de los comunistas belgas. Al igual que en Italia y Francia, existía en la población belga un gran respeto por los comunistas debido a su coraje y al papel crucial que habían desempeñado en la lucha contra la ocupación nazi. Es por ello que, a fines de 1944, las autoridades británicas y belgas se apresuraron a desarmar a la Resistencia y a rearmar a la policía [8].

«Inmediatamente después de la guerra, un poderoso partido comunista se impuso con, según creo, 21 escaños en el parlamento, por primera vez en la historia de Bélgica», señaló el historiador Etienne Verhoyen en un documental de la BBC dedicado al Gladio. «Nunca antes había sucedido aquello y, teniendo en cuenta la expansión internacional del comunismo, la gente de derecha se alarmó ante aquella «amenaza comunista» que planeaba sobre Bélgica» [9].

El carismático jefe del partido comunista belga era Julien Lahaut. Arrestado por los alemanes, había pasado toda la guerra en prisión y, al ser liberado en 1945, había sido nombrado presidente honorario de los comunistas belgas. Lahaut se oponía abiertamente al regreso del rey –Leopoldo III– por considerarlo una marioneta de la centroderecha y de Estados Unidos.

«La izquierda se oponía firmemente al regreso del rey, los simpatizantes de la derecha eran –por supuesto– favorables a este, algunos de ellos establecieron los primeros contactos con la embajada americana en 1948», explicaba el historiador Verhoyen en el mismo documental. La derecha belga se puso en contacto con un oficial estadounidense llamado Parker, que probablemente trabajaba para la CIA. Según Verhoyen, Parker «quería no sólo la campaña de restauración leopoldista sino también que se crearan grupos stay-behind destinados a garantizar la resistencia anticomunista» [10].

Cuando el futuro rey Balduino prestó juramento ante el parlamento belga en agosto de 1950, Lahaut protestó al grito de «¡Viva la República!» Para la derecha belga aquello era un acto imperdonable y significaba que los comunistas representaban una grave amenaza para las instituciones.

Un clima de tensión se apoderó del país. Dos semanas después del incidente, el 18 de agosto de 1950, dos hombres asesinaron a Lahaut delante de su domicilio. El asesinato de Lahaut causó una profunda conmoción en la población belga. La extrema derecha y su red clandestina acaban de deshacerse del más popular de los comunistas belgas [11]». (Daniele Ganser; Los ejércitos secretos de la OTAN, 2007)

La cuestión del terrorismo es para la burguesía un juego permanente de equilibrismo.

En España durante los gobiernos de Felipe González de 1982-1996 y después con José María Aznar 1996-2004, el PCE (r)/GRAPO intentó integrarse en la democracia burguesa sin éxito como vimos. Esto fue en parte porque para principios de los 80 los GRAPO estaban descabezados y realmente no eran una amenaza para el sistema político burgués español. Los respectivos gobiernos del PSOE y luego del PP vieron más factible dar cierto margen al terrorismo de los GRAPO hasta que se fuese consumiendo poco a poco, sin pausa pero sin prisas, a expensas de ver si era necesario reactivar la baza del terrorismo o enterrarla por un tiempo. Era por tanto un terrorismo que a esas alturas era ya de baja intensidad para los años 90 por las grandes oleadas de detenciones y por la existencia de infiltrados en la organización que otorgaban a los sucesivos gobiernos tranquilidad para manipular los acontecimientos políticos a su antojo sin que se descontrolasen. Igual estrategia se practicó con ETA, el cual proporcionaba en Euskadi y sobre todo en el resto del Estado un gran número de apoyos y votos electorales para los grupos burgueses españoles y vascos que se presentaban en contra del fenómeno del terrorismo, sobre todo entendiendo, que mientras la causa independentista fuese reivindicada por una banda terrorista, nunca calaría del todo entre la población. En esta partida actuaban el miedo de la población a las acciones terroristas pero también las respuestas terroristas de los mercenarios del gobierno del llamado terrorismo de Estado, un clima de terror generalizado que deslizaba a la población a una situación insostenible, empujando a mucha gente a posiciones apolíticas donde para ello lo importante era el cese del clima de terror, por su seguridad, por sus pequeños negocios, para su libertad de expresión, etc. Así mismo el terrorismo sirvió durante décadas de argumentos políticos entre facciones burguesas para atacar a otras formaciones con la excusa de «no comprometerse lo suficiente en la lucha contra el terrorismo» o de «doblegarse ante las peticiones de los terroristas», PP y PSOE usaron estos dardos entre sí y contra otras formaciones para hacer mella, pese a que ambos negociaron en varias ocasiones con las llamadas bandas terroristas, las cuales a su vez reconocían tener topos en su seno. 

Si bien los ministros socialistas negaron el conocimiento del Gladio cuando salió el escándalo a la luz, lo cierto es que todos los implicados extranjeros señalaron la existencia de esa red en España, al menos, durante la época de Franco:

«En 1990 se descubrió que agentes de los servicios secretos españoles habían codirigido, junto a la CIA, una célula del Gladio español en Las Palmas, Islas Canarias. La base fue construida al parecer en 1948 y estuvo operando durante los años 1960 y 1970. Agentes del servicio de inteligencia de las fuerzas terrestres parecen haber estado profundamente implicados en la red secreta stay-behind. André Moyen, quien fue miembro del SDRA, la inteligencia militar belga, de 1938 a 1952, afirmó que la Segunda Bis estaba siempre «muy bien informada sobre el Gladio» [12]. El historiador francés Roger Faligot confirmó las declaraciones de Mouen. (…) Una segunda confirmación llegó de Italia, donde el coronel Alberto Vollo declaró en 1990 que «en los años 1960 y 1970 existía efectivamente en Las Palmas, Islas Canarias, un centro de entrenamiento del Gladio dirigido por instructores americanos. En el mismo lugar había también instalaciones SIGINT americanas. (...) Durante la guerra fría, la dictadura de Franco dio refugio a numerosos terroristas de extrema derecha que habían participado en la guerra secreta contra el comunismo en Europa Occidental. En enero de 1984, el extremista italiano Marco Pozzan, miembro de la organización Ordine Nuovo, reveló al juez Felice Casson, el magistrado que descubrió la existencia de los ejércitos secretos, que una verdadera colonia de fascistas italianos se había establecido en España durante los últimos años del régimen franquista». (Daniele Ganser; Los ejércitos secretos de la OTAN, 2007)

Pero el gobierno español no necesitaba realmente de participar directamente en ninguna red internacional, los lazos de los estadounidenses con España eran excelentes con Franco por los Pactos de Madrid de 1953, España era un Gladio en sí misma durante la era franquista, siendo además, conocido por ser el centro de exilio preferido tanto de ex dirigentes nazis, neofascistas italianos como de peronistas. A la muerte de Franco en 1975, son conocidos por todos la labor del imperialismo estadounidense para financiar al Partido Socialista Obrero Español (PSOE), un partido que había desaparecido durante 1939-1975. Dicho partido vio en su seno una especie de refundación gracias a la inyección de capital emitida a través de los socialdemócratas de la Alemania Occidental. El libro de «La CIA en España: espionaje, intrigas y política al servicio de Washington» de 2006 reúne una montaña de pruebas de fuentes directas, pero hay variada documentación sobre ello más allá de este libro. En él se citan comentarios como el siguiente, otro exagente de la CIA confesando lo ya obvio para todos desde hacia tiempo, que EE.UU. se dedicó a fomentar una «izquierda» domesticada valiéndose del socialdemocratismo:

«Dentro del «Programa Democracia», elaborado por la Agencia, se cuida con especial atención a las fundaciones de los partidos políticos alemanes, principalmente a la Friedrich Ebert Stiftung, del Partido Socialdemócrata, y la Konrad Adenauer Stiftung, de los democristianos. Estas fundaciones habían sido establecidas por los partidos alemanes en los años cincuenta y se utilizaron para canalizar el dinero de la CIA hacia esas organizaciones, como parte de las operaciones de «construcción de la democracia», tras la Segunda Guerra Mundial. Después, en los sesenta, las fundaciones alemanas empezaron a apoyar a los partidos hermanos y a otras organizaciones en el exterior y crearon nuevos canales para el dinero de la CIA. Hacia 1980, las fundaciones alemanas tienen programas en funcionamiento en unos sesenta países y están gastando cerca de 150 millones de dólares. Operan en un secreto casi total. (...) Las operaciones de la Friedrich Ebert Stiftung (Fundación), del SPD, fascinan a los norteamericanos, especialmente sus programas de formación y las subvenciones que hicieron llegar a los socialdemócratas de Grecia, España y Portugal, poco antes de que cayeran las dictaduras en esos países e inmediatamente después». (Zona Cero; Entrevista con Philip Agee; Las operaciones blanqueadas de la CIA, 1987) 

Cuando los marxista-leninistas soviéticos declaraban que los jefes socialdemócratas de la Internacional Socialista eran traidores, antipatriotas, vendidos al imperialismo y demás calificativos, no era fruto de una verborrea propagandística, ni un arranque de pasión, era una realidad constatada. El deber de todo comunista era y es, denunciarlos sin miramientos, exponer sus planes, sus nexos con la reacción internacional, demostrar su cariz ante sus bases y unirse en acciones concretas con los militantes que realmente tengan nociones y planteamientos de tipo antiimperialistas, patriotas y combativas contra el enemigo de clase:

«En vista de que la mayoría de los líderes de los partidos socialistas –especialmente los laboristas británicos y los socialistas franceses– actúan como agentes de los círculos imperialistas de Estados Unidos, ha recaído sobre los comunistas el papel histórico especial de liderar la resistencia al plan estadounidense de subyugar Europa, desenmascarando valientemente a los cómplices del imperialismo estadounidense en sus propios países. Al mismo tiempo, los comunistas deben apoyar a todos los elementos verdaderamente patriotas que no quieren ver a sus países sometidos y quieren luchar contra la subyugación de sus países al capital extranjero y por la conservación de su soberanía nacional. Los comunistas deben ser los líderes en el reclutamiento de todos los elementos antifascistas y amantes de la libertad, en la lucha contra los nuevos planes expansionistas estadounidenses para la subyugación de Europa». (Andréi Zhdánov; Sobre la situación internacional; Informe en la Iº Conferencia de la Kominform, 1947)

Los recientes informes desclasificados de la CIA describían a Felipe González como:

«Creemos que la disciplina del PSOE, la moderación ideológica y su pragmatismo le dan al partido la posibilidad de mantenerse los próximos cuatro años». (CIA; España: El nuevo sistema de partidos, 1982)

Por ello creían que la victoria del PSOE en las elecciones de 1986 servía para continuar asegurados los intereses estadounidenses en España:

«El resultado más probable de las próximas elecciones –una continuación del mandato socialista– sirve a los intereses de EEUU». (CIA;
¿Puede el centro-derecha hacer frente a los socialistas?, 1984)

¿Y no era así? En lo económico el PSOE vino a acabar la obra del franquismo: la integración en la CEE y en la OTAN. La España de Franco solicitó formalmente entrar en la Comunidad Económica Europea (CCE) en 1962, lo cual propicio una lucha interna de países miembro a favor y en contra con una fuerte presión social detrás, pese al rechazo final, a cambio se firmo el beneficioso acuerdo CEE-España de 1970 donde se rebajaron los niveles arancelario, sin duda un gran favor de las democracias burguesas occidentales de los muchos que se dieron a la dictadura franquista mientras se aparentaba mantener una política de aislamiento. En 1979, ya bajo gobierno de la UCD de Suarez, se volvió a pedir la integración en ella y esta vez se estudio el caso, pero solo fue confirmada con la llegada del PSOE de Felipe González en 1982, concluyéndose la incorporación en 1986.

En lo militar, la España fascista de Franco también estaba ligada por diversos tratados militares a EE.UU. desde los años 50, también a partir de 1979 se iniciaron los trámites para volver a valorar la idea de agregar oficialmente a España en la OTAN, pero de nuevo apareció en escena un PSOE, quién en principio abogaba por no adherirse a la OTAN, pero que tras llegar al poder volvió a consumar los deseos del viejo franquismo, haciéndose oficial la integración en el pacto militar en 1982.

Por lo tanto, no es una exageración, sino una obviedad que el PSOE también era a su modo un Gladio en sí, esto es: otro agente en favor de los intereses estadounidenses.

Hay que entender que el término agente puede funcionar como acepción para alguien que trabajaba a favor de los intereses de alguien por dinero, como también para nombrar a alguien que simplemente actúa en favor de alguien pero sin cobrar, por otras motivaciones, como pueden ser el miedo, el chantaje o el oportunismo.

Durante la llamada «Transición» del franquismo a la democracia burguesa los cuadros técnicos del ejército, policía y servicios secretos, al no ser juzgados ninguna de estas instituciones por sus crímenes durante del franquismo, siguieron en sus puestos en su mayoría, por tanto, hablamos de cuadros que estaban especializados en materia de represión anticomunista, operaciones de espionaje, infiltración y represión gracias a la veteranía adquirida de la época anterior. Tengamos presente la cooperación y el intercambio de experiencias del sistema franquista con los servicios secretos peronistas sin ir más lejos, expertos en materia de represión anticomunista y destrucción de la oposición revolucionaria sindical, no citemos ya los expertos estadounidenses en estos campos. Por tanto hablamos de un aparato represivo con experiencia, asistencia y mano libre.

El exagente de los servicios secretos belgas André Moyen, diría que España si formaba parte del Gladio, y que además no solo luchaba contra el pretendido comunismo:

«El Gladio no solamente se ocupaba de la lucha anticomunista, se ocupaba de la lucha antisubversiva, es un error relacionarlo siempre con el anticomunismo, porque en algunos países se ocupaba mucho más de los anarquistas, por ejemplo de la Federación Anarquista Ibérica o de la ETA». (Informe Semanal; La red Gladio y España, 1990)

Dentro del campo anarquista, ciertamente organizaciones como la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y la Federación Anarquista Ibérica (FAI) fueron por su eclecticismo característico del anarquismo, puntos fáciles para la infiltración y manipulación, en ocasiones hasta en favor de actos armados terroristas. Esto pudo ser visto ya desde la Guerra Civil 1936-1939, como se comprobó en más de un acto provocador que hasta sus medios oficiales censuraban y echaban la culpa «a incontrolados que no merecen el carnet».  Si nos centramos en personalidades podríamos hablar de las sospechosas declaraciones antistalinistas Diego Abad de Santillán mientras a su vez emitía opiniones favorables al falangista José Antonio Primo de Rivera; o el caso del rabioso anticomunismo imperante de José García Pradas, que participó en el Golpe de Casado en 1939 rindiendo Madrid a Franco, elemento que se dedicó el resto de la posguerra a calumniar a los movimientos comunistas de todo el mundo, bien lucharan contra el imperialismo bien otra la reacción nacional. 

Es claro que el anarquismo español durante la posguerra fue si cabe más reaccionario ideológicamente, algunos incluso se posicionaron de lado del imperialismo estadounidense. Por ello el anticomunismo de los medios de las publicaciones de la CNT-FAI también causaba harto interés de los franquistas e imperialistas, y por supuesto facilitaba el nivel de infiltración en la jerga a utilizar, véase los propios informes de la CIA. Consúltese también los variados casos de Antonio Seba y de Luis Alfaro en 1944, Eliseo Melis en 1947, o el caso más famoso aún de Joaquín Gambín alias el Grillo en 1978. Véase como fuente el propio libro anarquista de Juan J. Alcade «Los servicios Secretos: La represión contra el movimiento libertario español (1936-1995)» de 1995. 

Con la llegada de la democracia burguesa los diversos gobiernos españoles de la democracia burguesa, los servicios secretos españoles se hicieron famosos internacionalmente ante otros servicios secretos extranjeros por el éxito en los casos de infiltración en bandas armadas terroristas, pero también, por el uso de mercenarios para contrarrestarlas o el hacer desaparecer a elementos incómodos que pusieran en jaque sacar a la luz este peligroso doble juego.

A los gobiernos de la UCD y PSOE durante 1975-1990 tampoco se les podía ir de las manos la cuestión del terrorismo, por ello interesaba dar algún golpe antiterrorista para tranquilizar a las masas electorales en la cuestión terrorista –atemorizadas por la escalada de atentados–, así como para no perder el apoyo de los sectores duros del Ejército, Policía y la Guardia Civil –uno de los principales blancos del terrorismo, en especial de ETA–, en especial en la época en que se hicieron los atentados indiscriminados bajo la política de «hacer lo que fuera pero hacer algo, perpetrar el mayor número de atentados» como diría el etarra J. M. Soares Gamboa de la consigna de la banda en 1986. 

Para el Estado cuando se deseaba dar un golpe pero no se estaba en posesión de suficiente información y la situación escapaba a su control se usaban grupos mercenarios especializados en estos menesteres para liquidar a los comandos de las bandas terroristas o a sospechosos de serlo, «combatiendo el fuego con fuego», he ahí el caso de los GAL y el escándalo para el gobierno del PSOE por el uso de mercenarios con dinero público para desencadenar un contraterrorismo basado en el terrorismo de Estado, con sonados casos de torturas y ejecuciones extrajudiciales, inclusive de personas que nada tenían que ver con el núcleo del grupo terrorista. Muchos seguramente serían tentados de ser manipulados para sus fines y no fue posible, de ahí seguramente más de una ejecución, aunque por supuesto muchas de estas ejecuciones eran propiciadas por venganza hacia sujetos que habían eliminado a amigos de profesión, otros por fanatismo por tanto entramos en una trama hartamente complicada. Igualmente en caso de que las operaciones fuesen descubiertas, los implicados tomaban la puerta del exilio, la jubilación o penas ridículas de cárcel, saliendo además pronto de las cárceles por buen comportamiento, véase el Caso Lasa y Zabala, con responsables como Enrique Rodríguez Galindo  cumpliendo solamente 5 años de cárcel. Esto es una prueba más de cómo el Estado defiende a los ejecutores de ese llamado terrorismo de Estado, aunque por supuesto cuando ha sido necesario los funcionarios implicados han sido usados y tirados como un limón exprimido, hay diversos casos. 

Refrescando la memoria, el lector debe acordarse que como demostramos anteriormente con los propios periódicos burgueses, bajo el gobierno del PSOE de los 80, los propios agentes infiltrados de los GRAPO como Rufo Mora denunciaban ante los medios de comunicación como Diario 16 que, «el gobierno no se comprometía realmente para acabar de una vez por todas con los GRAPO pese a la información disponible». Esto sucedía porque al gobierno en ese momento no le interesaba acabar totalmente con ellos, sino que lo que deseaba era mantenerlos controlados y seguir sacando tajada del terrorismo y sus consecuencias. De nuevo es la misma fórmula que se siguió con ETA. Recientemente Felipe González en una entrevista confesó que tenía toda la información sobre una próxima reunión de la cúpula de ETA en Francia y que no quiso ni «volarla por los aires» ni realizar una operación encubierta para detenerlos como hacían por costumbre:

«Tuve una sola oportunidad en mi vida de dar una orden para liquidar a toda la cúpula de ETA. Antes de la caída de Bidart, en 1992, querían estropear los Juegos Olímpicos, tener una proyección universal. No sé cuánto tiempo antes, quizá en 1990 ó 1989, llegó hasta mí una información, que tenía que llegar hasta mí por las implicaciones que tenía. No se trataba de unas operaciones ordinarias de la lucha contra el terrorismo: nuestra gente había detectado –no digo quiénes– el lugar y el día de una reunión de la cúpula de ETA en el sur de Francia. De toda la dirección. Operación que llevaban siguiendo mucho tiempo. Se localiza lugar y día, pero la posibilidad que teníamos de detenerlos era cero, estaban fuera de nuestro territorio. Y la posibilidad de que la operación la hiciera Francia en aquel momento era muy escasa. Ahora habría sido más fácil. Aunque lo hubieran detectado nuestros servicios, si se reúne la cúpula de ETA en una localidad francesa, Francia les cae encima y los detiene a todos. En aquel momento no. En aquel momento solo cabía la posibilidad de volarlos a todos juntos en la casa en la que se iban a reunir. Ni te cuento las implicaciones que tenía actuar en territorio francés, no te explico toda la literatura, pero el hecho descarnado era: existe la posibilidad de volarlos a todos y descabezarlos. La decisión es sí o no. Lo simplifico, dije: no. Y añado a esto: todavía no sé si hice lo correcto». (El País; Entrevista a Felipe González, 7 de noviembre de 2010)

El terrorismo también ha servido históricamente a su vez para que la burguesía a través de los grupos terroristas, fuesen de «izquierda» o derecha, ajustaran cuentas con otras facciones rivales de de la burguesía, seleccionando su extorsión, secuestro o asesinato. El peronismo es un ejemplo palpable no solo de infiltración y represión brutal contra el movimiento obrero, sino de guerra interna sangrienta entre sus fracciones, véase el caso de los montoneros y la Triple A, peronistas de izquierda y de derecha, en la Argentina de la época de las «desapariciones», que no comenzaron con la dictadura militar de Videla en 1976 como creen muchos sino con el peronismo en sus diversos gobierno. Hubo varios casos de renombre, tanto contra comunistas, como contra peronistas de izquierda, que engañados por su ídolo, que acabaron fuera de línea por los propios peronistas de derecha.

En Francia, los servicios secretos se forjaron directamente en la lucha contra el comunismo tras la Segunda Guerra Mundial, en concreto presionando para la expulsión en 1947 de los comunistas de los ministerios del gobierno de coalición de la posguerra, pero también creando artificialmente una escisión sindical para debilitar el bastión comunista entre los obreros:

«Por sugerencia del embajador Jefferson Caffery, quien supervisaba estrechamente la guerra secreta contra el comunismo en Francia, la CIA, después de las maniobras que habían llevado a la expulsión de los comunistas del gobierno a finales de 1947, se volvió entonces contra la CGT, columna vertebral del comunismo francés. En su memorando al presidente Truman, el general estadounidense Vandenberg subraya con razón que los «medios de acción [de los comunistas] por la fuerza o la presión económica a través de la CGT, como indica el embajador Caffery, los protegen principalmente contra una exclusión del gobierno» [14]. La CIA logró crear una división en el seno de la CGT, organización dominada por los comunistas, sacando de ella a los moderados del sindicato Force Ouvriere, que la propia CIA financiaba a principios de los años 50 con más de medio millón de dólares al año [15]». (Daniele Ganser; Los ejércitos secretos de la OTAN, 2007)

También podríamos citar la lucha entre redes gaullistas y antigaullistas que compitieron durante años por hacerse con el control del Estado francés, sobre todo en los momentos críticos de la IV República:

«En 1981, el SAC [gaullista][Servicio de Acción Cívica] contaba aún con 10 000 miembros. «Se estima que entre el 10 y el 15% eran policías. Pero también había en sus filas oportunistas, gángsteres y partidarios de la extrema derecha.» [78] (...) Fundado inmediatamente después de la guerra, el SAC era el brazo armado del RPF –el Reagrupamiento del Pueblo Francés– que trataba en vano de conformar una oposición contra los comunistas y los socialistas franceses. Creado oficialmente como un grupo destinado a mantener el orden en los actos del RPF, el SAC era en realidad la sección anticomunista del RPF a cargo de los trabajos sucios. Sus unidades realizaban operaciones clandestinas contra los obreros en huelga o contra los militantes comunistas. (...) La comisión parlamentaria denunció el SAC como un peligroso ejército secreto que había servido de policía paralela, se había infiltrado en organizaciones públicas para influir en las decisiones de estas y había cometido actos de violencia. Como conclusión de lo que era en aquel entonces la investigación parlamentaria más profunda que se había realizado en Francia sobre una red secreta, los diputados estimaron que la existencia del SAC era «incompatible con las leyes de la República», y el gobierno del presidente Francois Mitterrand ordenó su desmantelamiento en julio de 1982 [79]». (Daniele Ganser; Los ejércitos secretos de la OTAN, 2007)

Pero mucho más relevante es el hecho para nosotros la confesa utilización de bandas armadas denominadas comunistas, anarco-comunistas o de «extrema izquierda» para liquidar a periodistas que revelaban los implicados en las redes secretas y el funcionamiento de la misma. En el caso francés hablamos del uso y manipulación de la organización terrorista Acción Directa:

«El excoronel del ejército estadounidense Oswald LeWinter, quien fuera durante más de 10 años el segundo hombre de la CIA en Europa y copresidente del Comité Clandestino de la OTAN, ha venido a confirmar ese punto de vista [8]. [LeWinter] confirmó que sus hombres infiltraron varios grupos europeos de extrema izquierda, como las Brigadas Rojas en Italia y Acción Directa en Francia; que reclutó al mismo tiempo mercenarios anticomunistas de extrema derecha y, finalmente, que organizó diferentes atentados, ejecutados por la extrema derecha y atribuidos a la extrema izquierda, reivindicados incluso por esta última. LeWinter declaró que la OTAN ordenó el asesinato del general francés René Audran, director de Asuntos Internacionales en el ministerio [francés] de Defensa –o sea, responsable de las exportaciones de armas– después de descubrir que [el general francés] había sido la fuente de ciertas informaciones divulgadas en años anteriores por el periodista italiano Mino Pecorelli [9]. El asesinato fue atribuido a Acción Directa y cinco miembros de ese grupo fueron condenados a cadena perpetua [10]». (Ossama Lotfy; TAN: de Gladio a los vuelos secretos de la CIA, 24 de abril de 2007)

Otro caso poco conocido pero que dentro del país causó verdadero estupor cuando fue revelado, fue la actuación del Gladio dentro de Bélgica, uno de los países más sumisos a la nueva política expansionista del imperialismo estadounidense en la posguerra. Esto se reflejó en lo político en casos concretos como la personalidad de Paul-Henri Spaak, quién sería tres veces Primer Ministro de Bélgica, responsable de negociar el despliegue de Gladio en su país, y, años después, nombrado Secretario General de la OTAN por sus servicios prestados a EE.UU. 

¿Fue acaso suficiente el asesinado del comunista, que a su vez era el mayor líder del campo antifascista y antimonárquico en 1950 para que se calmasen los ánimos entre la burguesía belga? Para nada, la reacción en especial hizo uso del terrorismo de forma brutal durante la década de los 80, pero esta vez, a diferencia de incidir más en el movimiento comunista –debilitado y dividido por la irrupción del jruschovismo, el maoísmo y el eurocomunismo–, se decidió enfocar un terrorismo indiscriminado hacia la población en nombre de grupos armados autodenominados «comunistas», como el caso de las infames Células Comunistas Combatientes (CCC), una banda militar de aspecto terrorista de origen, composición y metodología similar al del resto de bandas armadas de Europa, «una más», que vino a engrosar la larga lista de grupos que mancharon el buen nombre del comunismo. 

En aquel entonces los periódicos de todo el mundo se hacían eco de sus acciones: 

«Las Células Comunistas Combatientes, desconocidas hasta hace poco, se responsabilizaron ayer del cuarto atentado que han cometido en Bélgica desde el pasado 2 de octubre. En esta ocasión se ha tratado de una bomba lanzada contra el Centro Paul Hymans, del Partido Reformista Liberal belga, que capitanea el ministro de Justicia, Jean Gol. Estos hechos han impulsado un nuevo sistema de organización para la lucha antiterrorista en Bélgica». (El País; Nuevo atentado en Bélgica de las Células Comunistas Combatientes, 16 de octubre de 1984)

Veamos otro ejemplo donde para despistar sus actos contrarrevolucionarios terroristas, atentaban contra instituciones que fuesen símbolos del poder burgués, para aparentar ser «revolucionarios combatientes del imperialismo»:

«Dos bomberos muertos y 12 herido, tres de ellos también bomberos, es el balance del atentado cometido en la madrugada de ayer por las Células Comunistas Combatientes (CCC) contra la sede de la Federación de las Empresas Belgas (FEB). Con el atentado, efectuado mediante una camioneta bomba contra la parte trasera del edificio, en el centro de Bruselas, las CCC pretendían conmemorar el Primero de Mayo. La explosión y el incendio que provocó el atentado causaron daños materiales sumamente elevados. Es la primera vez que el terrorismo de las CCC se cobra vidas en Bélgica. Poco después de medianoche, según la policía, tres o cuatro individuos salieron de una camioneta aparcada en la parte trasera de la sede de la patronal belga y desaparecieron tras lanzar octavillas firmadas por las CCC. A las 0.17, una llamada anónima a la policía avisaba de esta situación y de que una de las octavillas, en francés y flamenco, advertía que se trataba de un coche bomba». (El País; Dos muertos en un atentado de las Células Comunistas Combatientes contra la patronal belga, 2 de mayo de 1985)

Los sucesivos testimonios y confesiones tanto de exmilitantes de las CCC, de los servicios secretos belgas, como de agentes involucrados en el Gladio confirmaron a la postre los vínculos existentes entre este grupo con los servicios secretos del Gladio, ayudándoles en sus actos indiscriminados de extrema violencia, así como, destapándose el hecho de que algunos eran conocidos elementos de ideología fascista, no por casualidad una vez destapada toda la red en 1985, algunos volverían abiertamente al redil de las agrupaciones fascistas. 

Esto demostraba que el grupo, como tantos otros por Europa de aquellos años, o bien era una creación directa de la burguesía nacional en confabulación con el imperialismo estadounidense, o que en su defecto se trataba de un grupo de aventureros con un gran número de provocadores policiacos en su seno las cuales eran usadas por el Gladio para poner en práctica su «estrategia de la tensión», criminalizando el comunismo y preparando a la población para la instauración de medidas coercitivas de derechos y libertades. 

El caso más ejemplificante de estas conexiones fue la operación de Vielsalm, ya que pudo anidar los nexos entre los comandos del Gladio y la banda de las CCC. Pese a lo largo del testimonio, creemos necesario que el lector no pierda detalle de lo que se relatará a continuación:

«En 1990, cuando se descubrió toda la red stay-behind europea, el soldado Dislaire atestiguó ante las cámaras –en un documental sobre el Gladio– que, además del de Vielsalm, se habían realizado otros ejercicios conjuntos con las fuerzas especiales estadounidenses. (...) 

René Haquin recordaba que la operación de Vielsalm era sólo una más entre las tantas en que las fuerzas especiales estadounidenses habían operado en suelo belga de forma clandestina. «Habíamos leído algo sobre un ataque contra un campamento militar de los Cazadores Ardenenses, aquí en Bélgica. Así que fui allí con otros periodistas», contaba Haquin, también ante las cámaras.

«Habían cortado la cerca, tomado la armería por asalto, herido al guardia y se habían llevado cierta cantidad de armas. Logré entrar en el lugar gracias a alguien que conocía allí. Adentro pude ver militares extranjeros, americanos específicamente». [63]

El miembro del Gladio belga Lucien Dislaire confirmó al periodista René Haquin que las fuerzas especiales estadounidenses habían estado implicadas varias veces en operaciones clandestinas en territorio belga. «Había habido problema días antes» del ataque de Vielsalm, le contó Dislaire. (…)

Después de cada una de aquellas operaciones realizadas en los años 1980, las autoridades belgas destruían meticulosamente todos los indicios para evitar sospechas. El ejército stay-behind belga siguió siendo secreto y sólo algunos ataques fueron oficialmente confirmados. «Las autoridades americanas y belgas interrogadas finalmente admitieron al cabo de varios meses que se habían organizado maniobras y que había habido varios ataques», explicaba René Haquin. «Yo recuerdo, por ejemplo, el ataque contra un depósito de combustible del ejército en Bastogne. Y también el asalto contra una comisaría en Neufchateau. Los militares admitían poco a poco la realidad de aquellos ataques».

Pero los detalles sobre la operación de Vielsalm no fueron divulgados. «La última versión que dieron del incidente de Vielsalm era que se había planificado un asalto pero que había sido anulado en el último momento», recordaba el periodista que subrayaba igualmente que las armas sustraídas habían ido a parar en manos de un oscuro grupo de activistas de izquierda para hacer creer que los culpables eran los comunistas: «Algunas de las armas robadas en Vielsalm fueron encontradas en un apartamento perteneciente a las CCC, las Células Comunistas Combatientes» [65]. ¿Por qué se montaron operaciones de ese tipo? ¿Y cómo fue que las armas robadas en Vielsalm por las fuerzas especiales estadounidenses fueron a parar al escondite de un grupo comunista belga en Bruselas?

«Aquel ejercicio tenía un doble objetivo: poner en alerta a la Policía belga y dar a la población la impresión de que el tranquilo y próspero reino de Bélgica se hallaba bajo la amenaza de una revolución roja», escribió el periodista británico Hugh O’Shaughnessy en un artículo dedicado al Gladio [66].

Los comunistas belgas, al igual que sus camaradas italianos, se vieron desacreditados por aquellas operaciones bajo bandera falsa realizadas conjuntamente por las fuerzas especiales estadounidenses y la red stay-behind belga.

La tesis se confirmó cuando se descubrió que el grupúsculo terrorista incriminado, supuestamente comunista, las CCC, era en realidad una creación de la extrema derecha. Entre octubre 1984 y el otoño de 1985, las CCC fueron responsables de no menos de 27 atentados. Bajo la dirección de Pierre Carette, aquel grupo apuntaba, con ataques minuciosamente preparados, a los símbolos del capitalismo, como las instalaciones estadounidenses vinculadas a la OTAN, bancos y edificios militares.

El 17 de diciembre de 1985 fueron arrestados los líderes de las CCC y el grupo fue desmantelado en el mayor despliegue de fuerzas policiales y militares que se haya producido en Bélgica desde el arresto de los nazis, después de la Segunda Guerra mundial. El descrédito cayó sobre los comunistas hasta que varios periodistas descubrieron que la red terrorista que Pierre Carette había creado a principios de los años 1980 se componía en realidad de agentes vinculados a la extrema derecha. La mano derecha de Carette, Marc de Laever, incluso se unió posteriormente a un movimiento neonazi alemán [67]». (Daniele Ganser; Los ejércitos secretos de la OTAN, 2007)

En 1990 debido a las investigaciones internas italianas se destapó todo, afectando a otros países donde la población y los partidos pidieron explicaciones, ante lo cual la OTAN y el propio primer ministro belga confesarían ante los medios lo evidente para casi todos a esas alturas:

«El mando militar supremo de la OTAN –SHAPE– coordinaba las acciones de la organización secreta Gladio –Espada–, según las explicaciones dadas por el secretario general de la Alianza Atlántica, Manfred Wörner, a los embajadores de los 16 países aliados. La reunión se celebró pocos días antes de que, el 9 de noviembre, el primer ministro belga, Wilfried Martens, y el titular de Defensa, Guy Coeme, admitieran públicamente que la red estaba dirigida por los servicios secretos militares y actuaba coordinadamente en diferentes países europeos». (El País; El mando militar de la OTAN coordinaba Gladio, 21 de noviembre de 1990)

El caso de Bélgica, forma parte del paradigma idóneo para entender como operaba el Gladio en toda su crudeza durante la Guerra Fría, esto es, por encima de las instituciones constitucionales locales, incluso por encima del poder ejecutivo nacional del país.

Hace poco se ha mostrado como la famosa banda de Brabante que aterrorizó a la población belga durante tres años con total libertad durante los 80, no era otra cosa, que otro operativo del Gladio:

«¿Quién estaba detrás de los ataques que sacudieron Bélgica entre 1982 y 1985, una ola de atracos a menudo con un botín ridículo que más bien parecían querer aterrorizar a la ciudadanía? Conocidos como los locos asesinos de Brabante o la banda de Nivelles, por la región en los alrededores de Bruselas en la que actuaron, sus atentados dejaron tras de sí 28 muertos. La cadena de supermercados Delhaize, atacados en tres ocasiones, sigue ofreciendo una recompensa de un millón de francos –250.000 euros al cambio actual– a quien aporte una pista que permita hacer avanzar la investigación.

El caso nunca ha desparecido de la memoria de los belgas pero ha vuelto a primera plana de la actualidad a raíz de la confesión que un agente de policía jubilado hizo a su hermano antes de morir, enfermo y alcoholizado a los 61 años. «Yo era el Gigante», habría dicho Christiaan B., identificándose con el sobrenombre de uno de los líderes de la banda. El agente, natural de Aalst, era miembro de Diane, un grupo de élite de la policía belga ya desmantelado y en su confesión, realizada en el 2015, también implicó a otros policías de este círculo. Su hermano se decidió a ir a la policía en febrero aunque la novedad sólo ha salido ahora a la luz. «Me costó asumirlo, no podía ser mi hermano. Pero ahora lo sé», ha contado

Todavía hoy es posible cruzarse con los retratos robot de los autores, que solían actuar a cara descubierta. Las fotografías difundidas estos días de Cristiaan B. indican un gran parecido con el sospechoso número 19. Sus exparejas lo han definido como un hombre violento, con ideas de extrema derecha, que a veces hablaba de dar un golpe de Estado. Esta filiación confirmaría la teoría de que el objetivo de los ataques era desestabilizar al país para forzar un estado de opinión más favorable a políticas de seguridad más duras». (La vanguardia; Luz sobre los años de plomo belgas, 26 de octubre de 2017)

Seguramente, conforme se vayan desclasificando los documentos gubernamentales y de los servicios secretos, conforme se vayan produciéndose nuevas confesiones y demás iremos sabiendo así como aclarando gran parte de los atentandos históricos. En muchos se demostrarán que detrás de las presuntas «bandas de izquierda» estaban los poderes fácticos, detrás de otros sin resolver, se verá que no fueron más que producto de mentes calenturientas.

Pero pongamos otro ejemplo del otro lado del Océano Atlántico, donde el destino presentaba oportunidades perfectas para acabar con las bandas terroristas pero se priorizaba tenerlas controladas y seguir sacando partida de sus consecuencias. 

Hace poco en Perú se desveló por medio del periodista Gustavo Gorriti que en 1990 la localización de la cúpula de Sendero Luminoso (SL) fue localizada preparándose un gran dispositivo para su captura inmediata, pero una orden del 5 de diciembre de 1990 impidió inexplicablemente esto, demorándose hasta enero de 1991. Esta línea de los sucesos fue corroborada en el reportaje por grandes personajes de la época como el General Oblitas, Clodomiro Díaz Marín, Félix Murazzo, Marco Miyashiro y Luis Felipe Elías. El propio Gorriti explica que todo provenía de un plan de Fujimori, que desde septiembre de 1990 tenía pensado prolongar el estado de pánico general de la población y poder justificar el golpe del 5 de abril de 1992, erigiéndose así como salvador de la situación. Todos estos testigos directos relataban que el momento clave fue cuando el General Oblitas recibió una llamada del General Pablo Riveras, que le exigía que se parase el operativo por una orden presencial, ante lo cual, él primero se negó, siendo ipso facto sustituido de su puesto y siendo remplazado por Jhon Caro que paró todo el dispositivo de captura de los senderistas por un tiempo, a partir de entonces entró en juego el siniestro Montesinos que debate la idea de no intervenir de inmediato junto con Benedicto Jiménez que es el único que niega la versión y quién a la postre sería el jefe de la operación que capturó a Abimael Guzmán en 1992. En sus memorias el senderista Oscar Ramírez Durand alias el «Camarada Feliciano» relata en su obra «El megajuicio de Sendero» de 2006 que en esa operación se salvaron gracias a un soplo que recibieron a través de una carta anónima por debajo de la puerta de alguien que solo decía que era parte del Dincote, el grupo especial de inteligencia contra el terrorismo. Díaz Marín califica así la acción de Montesinos de traición a la patria, comentando que fue necesaria para sus intereses esa postura para que él y Fujimori desataran el golpe posterior. Como se recogió luego en un informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, esta operación no capturó a toda la cúpula como se pretendía en principio, porque los senderistas abandonaron el emplazamiento gracias al soplo de parte del propio gobierno, pero en cambio la operación sí sirvió para recoger documentos sobre el Iº Congreso de SL de 1988, las listas que indicaban quién formaba parte del Comité Central y el Buró Político, es decir, que estas incautaciones servían para tener bien controlados a los senderistas y conocer su funcionamiento interno, y dar el golpe contra ellos cuando se viera preciso. 

Algunos creen que una vez acabada la Guerra Fría la metodología del tipo Gladio pasó a mejor vida. Pero no nos engañemos, el teórico «fin de la guerra entre el capitalismo y comunismo» es una teoría imperialista o una teoría derrotista, dependiendo quién sea el autor que la empuñe, pero por encima de todo es falsa. Aunque no existan países dirigidos por partidos comunistas que construyan el socialismo, esta lucha entre capitalismo y comunismo existe en nuestro mundo actual, se ve en la lucha del capitalismo por suprimir a los pocos partidos comunistas existentes o los de estado embrionario que intentan constituirse, se nota claramente en los actos de censurar la única ideología proletaria –el marxismo-leninismo– o en los intentos de deformarla hasta hacerla inútil e inofensiva. La lucha de la que hablamos es una lucha producida por las contradicciones inherentes del capitalismo, en especial de la contradicción capital-trabajo –burguesía-proletariado–, por tanto no se puede parar, pues dicha pugna es completamente inexorable debido a la lucha de clases que se desarrolla en medio de una sociedad dividida en clases, su forma de producción determina que se creen estas contradicciones que no pueden desaparecer; esto es así más allá de los deseos de algunos por ocultar esta realidad, igualmente aunque algunos pierdan el tiempo teorizando el fin del proletariado con el «precariado» y hablando de las bondades de la «sociedad de consumo», lo cierto es que como ha demostrado la última crisis global el capitalismo no tiene solución, reaparecen viejos problemas o se recrudecen otros, el proletariado como tal sigue existiendo, y es con su ideología la única clase social que puede poner fin al capitalismo. 

Las fricciones que se crean diariamente dentro del mundo capitalista crean una conciencia entre los trabajadores, la enérgica repulsa hacia los males de la sociedad –aunque no sepan muy bien como procesar todo esto ni cómo actuar–, es algo que puede ser aprovechado por los comunistas para dotarles de conciencia de clase o puede ser aprovechada por la burguesía para mitigar estas inclinaciones a través de diversas formas de alineación. Entonces, incluso en las manifestaciones de la lucha de clases que no pongan directamente en tela el poder de la burguesía, aunque sean movimientos con métodos arcaicos de lucha, mal organizados, eclécticos ideológicamente y en definitiva, no netamente comunistas, la burguesía en más de una ocasión debido a su fragilidad y a su miedo se verá obligada a reprimir a los trabajadores cuando no pueda engañarlos incluyendo dentro de las democracias burguesas; cuando no tenga medios para dar unas concesiones que calmen los ánimos, tomara una actitud represiva que como hemos visto a lo largo de siglos con varios ejemplos, se agudizará más en cuanto las formas de actuación de las masas se vuelvan cada vez más sofisticadas, tomando conciencia de sus actuaciones y de sus objetivos finales, adquiriendo su movimiento un carácter realmente ofensivo y peligroso para el estatus político-económico dominante. 

Por ello la burguesía cuando se ve con un pie en la tumba, recurre a todo como sabemos. Insistimos: los métodos de la CIA y de todos los gobiernos burgueses, sus cuerpos de espionaje y en general todos sus cuerpos represivos no han cambiado. Si nos centramos en las conexiones estadounidenses, solo hay que ver los escándalos sobre espionaje, secuestros, desapariciones, experimentos, torturas, espionaje y demás casos que cada día salen a la luz sobre viejos eventos en Chile, Argentina, Irak, Guantánamo, Vietnam, Nicaragua, Salvador, Irán, Congo, Indonesia, Somalia, Libia y así un sucesivo etc., la lista sería realmente interminable.

Cuando la documentación de los servicios secretos es desclasificada al público tras variadas décadas o cuando ante la vejez y ya ante nada que perder, más de un agente confiesa los trapos sucios de la organización, por supuesto los medios de (in)comunicación masivos no dedican ni la mitad del tiempo a mostrar estas revelaciones del que dedican a otros temas estúpidos y banales, pero esto es normal, ¿acaso no es ella, la clase burguesa, quién también controla el poder comunicacional-propagandístico de la sociedad? Entonces a obviedades materiales debemos llegar a conclusiones obvias de porqué todo esto no es realmente conocido entre la población. Pero estos datos deben ser propagados y popularizados entre los trabajadores, para que se quiten de encima cualquier ilusión sobre cómo se las gasta la burguesía ante sus enemigos.

Les guste o no a los apologistas del capitalismo y de la flamante democracia burguesa, poco a poco se siguen confirmando estos crímenes de Estado, y esto no va a parar nunca, ni se podrá contrarrestar por mucho que se esfuercen por dejarse millones en crear y difundir libros, películas y canciones de aspecto propagandístico bajo mitos anticomunistas para intentar justificar sus pecados, o para convencer a las masas que en el peor de los casos «todos son iguales».

¿Para qué sirve también esta documentación que sale a la luz día tras día sobre los viejos atentados, la identidad real de sus miembros y objetivos reales de sus ejecutores? Para recordar que mientras hubo, hay y habrá oportunistas semianarquistas que dieron su apoyo a muchas de estas bandas que incluso acabaron atentando contra el pueblo, algunos sí tuvieron la cabeza fría, y ahora, más si cabe, pueden demostrar y confirmar con mayores datos en la mano, las estimaciones y previsiones que los verdaderos marxista-leninistas hicieron de estos fenómenos del terrorismo en su momento. El famoso líder albanés Enver Hoxha analizó varias veces el origen de la enorme efervescencia de este tipo de bandas en aquellas décadas. En una interesantísima entrevista con Ernst Aust, líder del Partido Comunista de Alemania Marxista-Leninista, describía así el origen y fin de estos grupos, su metodología principal así como su composición social:

«Los marxista-leninistas están en contra el terrorismo y contra el anarquismo, tanto en la teoría y la práctica. Sin embargo, estamos preparando la revolución, por lo tanto, estamos obligados a llegar a las manos con el ejército de la burguesía. Por esta razón la burguesía ya se está preparando el terreno y adoctrina a las masas psicológicamente para crear la impresión entre ellos que nosotros, los comunistas y proletarios que se levantan en la insurrección contra el sistema de opresión y explotación, presuntamente son terroristas, anarquistas, asesinos y ladrones de bancos y nos etiqueta con otros epítetos que son perfectamente adecuados para las bandas terroristas y anarquistas, pero de ninguna manera son apropiada para los comunistas. Es el sistema capitalista que crea estas bandas, el que provoca la degeneración de sus miembros y les anima a operar bajo, etiquetas pseudoproletarias, pseudocomunistas y pseudorevolucionarias. Originalmente, muchos miembros de estas pandillas eran gente honesta, desempleados y sin hogar que han sufrido grandes dificultades, pero esta vida miserable y el capitalismo mismo los llevan a cometer actos de terrorismo, robo y asesinato. En algunos casos, estas pandillas son una vergüenza para el poder de la burguesía, pero sobre todo que sirven a la burguesía y es por lo que éstas aumentan continuamente y los deja libres para seguir actuando. Este es el ejército del fascismo con que el proletariado se ha enfrentado y siempre ha chocado cada vez que se levanta en la lucha revolucionaria. Estas bandas son las ayudas auxiliares del ejército, la policía y todos los órganos de coerción de la burguesía». (Enver Hoxha; Sólo bajo un genuino partido marxista-leninista se pueden conseguir los objetivos; A partir de una charla con Ernst Aust, Presidente del Partido Comunista de Alemania Marxista-Leninista, 30 de noviembre de 1979)

En una época tan lejana como el siglo XIX, Engels analizando los métodos terroristas y sus conexiones con los grupos de poder, vislumbró lo que pasaba en España, pero también lo que pasaría años después:

«En cuanto a los anarquistas, no están, quizá, lejos de acabar consigo mismos. Esta fiebre violenta, esta salva de atentados, insensatos y, en última instancia, pagados y provocados por la policía, no puede dejar de abrir los ojos hasta a los burgueses sobre la naturaleza de esa propaganda de locos y agentes provocadores. Incluso la burguesía considerará a la larga que es absurdo pagar a la policía –y a través de la policía a los anarquistas– para que hagan saltar por los aires a los mismos burgueses que les pagan. Y si ahora corremos el riesgo de sufrir, también nosotros, la reacción burguesa, ganaremos a la larga, pues esta vez conseguiremos demostrar a todos que entre nosotros y los anarquistas hay todo un abismo». (Carta de Friedrich Engels a Pablo Iglesias, 26 de marzo de 1894)

¡¿Y no han conseguido los GRAPO autoliquidarse ellos mismos con estos «atentados insensatos»?! ¿No ha «abierto los ojos» como dice Engels sobre la necedad de esta metodología como método de lucha tras el paso de los años? ¿No se cansó por ejemplo la propia burguesía gubernamental española de valerse del terrorismo de dar manga ancha a estos grupos nacionales a finales de los 90 hasta desmontarlos definitivamente y desviar la atención con otras herramientas como la sociedad de consumo o el terrorismo extranjero yihadista? He aquí como Engels anticipa en 1894 gran parte del origen del fenómeno terrorista y sus consecuencias, lo que demuestra su brillantez. El único requisito que no se ha cumplido es la clara diferenciación entre anarquistas y marxistas, entre otras cosas porque grupos como el PCE (r)/GRAPO basan su publicidad en defender que los métodos del terrorismo anarquista son los mismos que los del marxismo, eso sí, mientras juran que no son anarquistas.

El PCE (r)/GRAPO nacen como vimos en un contexto interno y externo muy turbio, más allá de las buenas intenciones que hayan podido tener algunos de sus militantes, han sido organizaciones que desde sus albores han estado plagadas por colaboradores con la policía e infiltrados por los servicios de seguridad, repasemos algunos de los más famosos casos:

a) Requeté y José Luis Espinosa Pardo infiltrados ambos en los GRAPO desde 1977, de ahí las numerosas detenciones como la del Comité Central del PCE (r) en octubre de 1977;

b) Colaboración de miembros del PCE (r) con la policía como el caso de Santiago Veiga que facilitó la caída en septiembre de 1979;

c) El caso de Rufo Mora conocido entre los GRAPO como Andrés Gajate Ramos, quién fue un infiltrado de la policía primero a través de la Asociación de Familiares y Amigos de los Presos Políticos (AFAPP) y después siendo miembro del PCE (r) teniendo acceso a la cúpula de los GRAPO hasta que abandonó el partido en 1988. Cuando su historia salió en Diario 16 y acusó a la policía «de no querer desmontar los GRAPO, cosa que yo podía haberles facilitado»;

d) El caso de Alberto Martínez que logró infiltrarse en los GRAPO y causó la detención de noviembre de 1995;

e) El caso de Fernando Pérez López infiltrado en los GRAPO y artífice de la detención de la cúpula del PCE (r) en 2002.

Todos estos datos pueden ser confirmados en los propios documentos policiales públicos donde se vanaglorian de estos logros, los periódicos de la época de medios como El País, ABC, Diario16 y similares o en libros especializados sobre la historia de la banda como la obra de Rafael Gómez Parra «Grapo los hijos de Mao» de 1991.

Por supuesto toda organización revolucionaria pese a las medidas más severas de seguridad puede sufrir infiltraciones, pero lo de estas organizaciones clama al cielo. Si miramos su cronología, el PCE (r)/GRAPO ha estado infiltrado durante toda su historia activa. Todos estos casos corresponden de nuevo a problemas derivados de la falta de exigencias en el reclutamiento y al eclecticismo ideológico que facilitan la infiltración de cualquier elemento oportunista, inestable, arribista o provocador. 

Casualmente los seguidores del PCE (r) acostumbrados al lenguaje e historia mitificada de secta, siempre denominan de chivato y provocador policiaco a cualquiera que se niegue a aceptar los dogmas inoculados desde su organización archirevisionista, defienden un culto a una historia sagrada. ¿Sabrán de estos datos sobre las infiltraciones de su organización o lo ignoran igual que las desviaciones ideológicas del PCE (r) como cuando desconocían el apoyo que dio este partido a personajes traidores de la talla de Mao, Brezhnev, Deng Xiaoping o Gorbachov?

Con razón el PCE (m-l) de Elena Ódena consideraba al PCE (r) como un grupo nacido para ser vocero y satisfacer las exigencias de Pekín como ya vimos. Y en cuanto al GRAPO quizás no era acertado calificarlo sin más como un montaje del gobierno, pero sí era del todo acertado como se demostró después, que era un grupo lleno de topos, provocadores y fascistas en manos de los intereses del Estado que cumplían el objetivo de desprestigiar la lucha armada de las masas:

«–¿Qué opinas de los GRAPO?

–Los GRAPO es un montaje grotesco de los servicios especiales represivos de la oligarquía. De qué sector de ellos, no lo sabemos, pero existe un reparto de papeles cuyo objetivo es desprestigiar la lucha armada y la violencia popular. Existe el consentimiento del conjunto de la oligarquía, porque si el Gobierno de Suárez hubiera querido hacer algo, habría podido hacerlo.

–Los GRAPO pues, ¿es una banda fascista más?

–Para nosotros, desde luego». (Elena Ódena; Entrevista realizada para «Interviu» por el periodista José Dalamu, 17 de febrero de 1977)

También los líderes marxista-leninistas anotaron sus reflexiones sobre la interconexión del creciente terrorismo de todo pelaje y etiqueta, con los esfuerzos de los servicios de seguridad de aquel entonces para desviar la atención de los problemas e inocular teorías anticomunistas como que el proletariado había degenerado en unos malhechores:

«En los países capitalistas, además de las fuerzas revolucionarias que están dirigidas por el partido marxista-leninista, hay otras fuerzas que luchan y se enfrentan con la policía, la gendarmería, etc. Muchas acciones y enfrentamientos de estas otras fuerzas tienen un carácter terrorista, aventurerista, anarquista, se presentan con toda clase de colores y etiquetas y están guiadas por diversas ideologías. Estas acciones a menudo son organizadas a instigación de los servicios secretos de los países capitalistas, son financiadas por ellos, y tienen por objeto, entre otras cosas, desacreditar a los partidos marxista-leninistas, atribuyéndoles tales acciones. Los elementos fascistas o los agentes secretos de la burguesía que organizan y dirigen frecuentemente estas acciones, se esfuerzan por sacar partida del descontento, la indignación y el coraje del proletariado, de los estudiantes, de la juventud etc., a fin de lanzar a los grupos y los diversos movimientos que forman estas masas a acciones que además de no tener nada en común con los movimientos revolucionarios reales, ponen en peligro los propios movimientos revolucionarios, creando la impresión de que el proletariado está en degradación, de que se ha transformado en lumpemproletariado. 

Los partidos marxista-leninistas, dedicando la debida atención a esta cuestión, deben, de una parte, hacer que las masas se convenzan por su propia experiencia de que las acciones revolucionarias tienen un carácter totalmente diferente de los actos terroristas y anarquistas y, de otra parte, deben luchar para separar y reconducir de las filas de los grupos terroristas y anarquistas a los elementos revolucionarios que han caído en su trampa, alejarlos también de la influencia que puedan haber recibido de los fascistas y los agentes secretos de la burguesía infiltrados en dichos grupos». (Enver Hoxha; El imperialismo y revolución, 1978)

Esto demuestra que el terrorismo ha sido una herramienta útil en las democracias burguesas de Europa y América durante los 70, 80 y 90, pero también un cuchillo de doble filo, como lo es también en la actualidad.

En ese sentido, y no podía ser de otro modo, el terrorismo yihadista tan de moda por desgracia en nuestros tiempos, opera en contra de los intereses de las clases trabajadoras y en beneficio de la burguesía gubernamental. Ya hemos explicado en otras ocasiones la relación que guardan las leyes antiterroristas implementadas por las bandas terroristas de los 60 y 70 en Europa y su evolución para adaptarlas después al fenómeno del nuevo terrorismo yihadista. Esto es importante pues en los países que no tienen legislación antiterrorista se legisla como delitos comunes, pero en los países donde generalmente han existido varias bandas armadas, a su desaparición, simplemente se ha adaptado el viejo código o se actualizado para aplicarlo al yihadismo. 

Las personas de mente aguda verán que el terrorismo fascista y el terrorismo yihadista van de la mano en cuanto a principios; nacionalismo, religiosidad a ultranza, modo de pensar patriarcal, belicosidad. Pero quizás hay algo más importante para el tema que hablamos: uno suele crecer exponencialmente junto al otro ya se dan motivos recíprocos para la desconfianza y así como para retroalimentar sus mentiras y engaños. Así mismo el fenómeno del yihadismo va de la mano del aumento de los beneficios para la industria armamentística y el establecimiento de nuevas leyes de seguridad. ¿Es evidente como de beneficioso vuelve a ser para la burguesía un fenómeno que en principio no lo parece a simple vista? Algunos ven el yihadismo solamente como un peligro y problema para los gobiernos occidentales, pero si se analiza se ve que la burguesía puede aprovecharse de él y que incluso le conviene darle cierta manga ancha siempre que no se descontrole demasiado. El crear en el ideario colectivo que un pequeño grupo de terroristas amorales lleva una lucha de forma indiscriminada con víctimas inocentes contra un «gran gobierno unitario» y que preserva los «valores culturales de la nación como la libertad y la democracia» es un esquema muy bonito e idealista en el que la burguesía se siente a gusto, refuerza su autoridad frente a sus séquitos y sirvientes, de paso cumple el rol de dispersor de los temas centrales de la lucha de clases.

2) Los métodos de infiltración, espionaje, sabotaje, creaciones de grupos armados y uso del terrorismo para desestabilizar un país, por supuesto también se intentaba dentro de los partidos comunistas, sobre todo en los países donde los comunistas habían llegado al poder, esto ha de saberse. El contexto de hostilidad de los países capitalistas hacia la URSS durante sus primeros años de vida, y sus intentos de derrocarsu gobierno, es irrefutable. Véase la obra de Michael Sayers y Albert E. Kahn «La gran conspiración contra Rusia» de 1940 o en la obra de James Klugmann «De Trotski a Tito» de 1951.

Pese a todo intento desesperado, los imperialistas y sus agencias no pudieron evitar los grandes hitos en la URSS como fueron hechos tales como la victoria en la Guerra Civil de 1918-1922, la industrialización del país, la colectivización del campo, la alfabetización de la población, la victoria en la Segunda Guerra Mundial o de nuevo la rápida reconstrucción del país en la posguerra, que fueron hechos alabados por toda la prensa burguesa, ya que algunos eran éxitos económicos inigualables en la historia. Son conocidos los intentos de los imperialistas de financiar y armar a todo grupo que luchara contra los comunistas en la URSS desde mencheviques, eseristas, zaristas, anarquistas hasta trotskistas.

Pero tanto o más famosos son los intentos británicos-estadounidenses de ganarse tanto a los nacionalistas como a los comunistas durante la Segunda Guerra Mundial, ello se vislumbró de forma clara en países como China, misma operación se realizó en Yugoslavia, financiando incluso a la vez, al movimiento nacionalista y al comunista. Tanto en el caso chino como yugoslavo, se hacía esto a fin de que, ganase uno u otro, tener un «caballo ganador» en la línea de meta cuando acabase la guerra. Pese a triunfar y salir reforzados los comunistas en la mayoría de países por su reputada lucha contra el fascismo invasor, los imperialistas pudieron penetrar poco a poco en el interior de los partidos comunistas, ya que entre sus filas como es normal, no solo se encontraban seres honestos e incorruptibles, sino también se encontraban por diversas causas, elementos pragmáticos, arribistas, nacionalistas que se creían o se encubrían de marxistas, elementos simplemente susceptibles de ser sobornables, y mucho más, siendo tan válidos para los imperialistas para sus propósitos como el más fascista para cumplir los designios, incluso el hecho de que posaran bajo una fachada comunista era un plus de valor para los imperialistas, porque podían crear la idea de que había un comunismo ortodoxo y otro heterodoxo. Los documentos de la CIA desclasificados al respecto ya dejan constancia de las comunicaciones, charlas y ofertas entre algunos de los líderes yugoslavos y chinos con los enlaces estadounidenses de sus zonas, demostrando la línea de pensamiento proimperialista de estas personas, como se vería más tarde.

Pero siguiendo la época del Gladio, veamos a qué se dedicaban los afables Estados Unidos y el resto de sus aliados durante el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Un periodista inglés anticomunista en base a las revelaciones documentales de la propia CIA, dejaba constancia que el espionaje hacia los países bajo influencia comunista era ciertamente no solo innegable sino abundante:

«Desde la liberación de Polonia en 1944, se presentaba en el país como jefe de una misión de abastecimiento británica y, bajo la coartada de acciones caritativas, levantó una de las redes de espionaje político más complejas y elaboradas que podían encontrarse en ese momento en el mundo». (Steven Stewart: La gran trampa, 1976)

Otro exagente de la CIA dejaría caer en el mismo sentido que era consciente de varias operaciones fallidas para causar el derrocamiento de los regímenes comunistas por la fuerza en sus primeros años:

«Sabemos que los intentos por dirigirlos desde el extranjero fueron descubiertos y desbaratados por la policía secreta en Polonia y en Albania, durante los años 1950». (William Colby; Hombres de honor: Mi vida en la CIA, 1978)

Esto es del todo cierto aunque no sea muy conocido. Una de las principales cabezas del comunismo polaco, dejaría constancia de estos hechos, los cuales pese a todo, como ya reconocían los imperialistas, no pudo perturbar el orden político, su desarrollo económico y el fortalecimiento de la influencia comunista entre las masas:

«Debido al apoyo de la fuerza y la ayuda de la Unión Soviética, las democracias populares evitaron la intervención imperialista armada. Es cierto que las clases explotadoras derrocadas se beneficiaron y se benefician de la estrecha ayuda de los imperialistas y aquí y allá sobre la base de esta ayuda surgieron los intentos de resistencia armada –como por ejemplo en Polonia, donde durante un cierto período las actividades de las bandas clandestinas marcaban algunos elementos de una guerra civil–. (...) Como se sabe, la reconstrucción del país en la Unión Soviética no fue capaz de comenzar hasta después de la intervención imperialista armada, o sea, solo cuatro o cinco años después de la Revolución de Octubre de 1917. En Polonia, por otra parte, incluso cuando la resistencia armada de las clases derrocadas tenía relativamente mayor alcance y duraba por más tiempo, fue incapaz de detener por un instante el trabajo de reconstrucción del país». (Hilary Minc; Las democracias populares en Europa del Este, 1950)

Otro hecho que se cita en estos documentos imperialistas de la CIA con asiduidad y que pueden ser consultados actualmente por todos vía online, son las incursiones y creaciones de grupos contrarrevolucionarios en la pequeña Albania, que había sido liberada los propios partisanos comunistas de los nazis alemanes y fascistas italianos sin la necesidad de que ningún ejército extranjero entrase en su auxilio:

«Los enemigos externos e internos actúan en estrecha relación y coordinación entre sí. Dondequiera que la actividad del enemigo interno aparece, detrás de ella se encuentra el apoyo y la ayuda del enemigo externo, y del mismo modo, siempre que la actividad del enemigo externo aparece, estimula y la usa el enemigo interno, también. La historia de la construcción del socialismo en nuestro país da testimonio de esta fusión de la actividad de los enemigos internos y externos en un solo frente unido. Muchos actos de sabotaje, terrorismo, distracción, etc. han llevado a cabo sobre la base de esta acción conjunta, yendo tan lejos como revueltas armadas, tales como las de los enemigos en Koplik en 1945 y en Shkodra en 1946. Particularmente feroz fue la actividad hostil ejercida por las bandas armadas que se introdujeron desde el extranjero o que se crearon en el territorio de nuestro país en los primeros años posteriores a la liberación, y que ascendieron a unas 84 bandas de más de 1.500 criminales fugitivos. Una lucha feroz y sangrienta, en la que 463 mártires dieron su vida, siendo necesario aniquilar por completo estas bandas». (Vahid Lama y Gramos Hysi; La lucha de clases en el campo político en el periodo del socialismo, 1978)

Nótese que el acoso hacia Albania es otro caso que no ha sido conocido internacionalmente a diferencia de otras intervenciones de menor calado en otros países con fricciones con el imperialismo. A esto debe sumarse las razias fronterizas con Grecia en 1949, la constante infiltración de espías y asesinos que desde la Yugoslavia de Tito se mandaban para subvertir el régimen, o el gran periodo de presiones y amenazas de la URSS de Jruschov y luego Brézhnev de intervenir en el país por no seguir su línea, como efectivamente se atrevieron a hacer en otros lugares que consideraban sus cotos por derecho, así como las presiones ideológicas y económicas de la China de Mao y Deng. Simplemente se ha tapado las operaciones de los diferentes imperialismos y se ha ridiculizado las medidas defensivas del pequeño bastión comunista balcánico y sus obras de defensa –como los famosos búnkeres–, cuando la realidad mostraba que había un peligro harto evidente. Precisamente la burguesía no puede hablar de despilfarro de dinero en obras defensivas, pues hubo y hay bajo su mando casos realmente ridículos: como la famosa Línea Maginot, una línea francesa de más de 100 fuertes construidos en más de 15 km construida durante 1930-1940 que no evitó precisamente su propósito durante la Segunda Guerra Mundial, siendo Francia conquistada en tres escasos meses, y destapándose el faraónico proyecto en una ruina económica.

Los informes de la CIA sobre el cerco y presión imperialista sobre el país balcánico son tan detallados que incluso revelan que Tito, el dirigente yugoslavo proestadounidense que cortó relaciones con el campo socialista, estuvo en contacto con el Rey Zog de Albania para intentar derribar a su vecino régimen comunista:

«Representantes del Marsical Tito se encontraron con representantes del Rey Zog en un encuentro de tres días (28-30 de agosto de 1952) en el pueblo de Saraj, localizado a 10 km al Este de Skopie. La delegación yugoslava estaba compuesta por Branko Milic y el Coronel Cedomir Mijovic. La delegación albanesa representante del Rey Zog estaba compuesta por Satfet Lutfi Tozan, Avi Daralla y Irfan Bey Ohri». (CIA; Reunión de los representantes del Rey Zog y el Mariscal Tito, 23 de octubre de 1952)

En el texto se revela que las intenciones eran cooperar conjuntamente para derrocar al gobierno comunista de Enver Hoxha, establecer un régimen monárquico-reaccionario y sacar a Albania de cualquier cooperación con el campo socialista, incluyendo la Kominform como se hace mención allí. Esto de nuevo viene a confirmar que las denuncias de los partidos de la Kominform y en particular de Stalin y Hoxha sobre los titoistas yugoslavos no solo eran justas, sino que todos los traidores como Jruschov, Mao y demás que rehabilitaron el titoismo se equivocaron de forma flagrante rehabilitando a un traidor imperialista, sobre todo cuando la actividad del titoismo a partir de 1953 fue todavía más descaradamente proimperialista si cabe.

El nivel de destinación de fondos oficiales del gobierno estadounidense para este tipo de actividades era cuantioso, el conocido periódico francés Le Monde, diría:

«Créditos de 100 millones de dólares están contemplados en el proyecto de ley estadounidense sobre ayuda militar y económica al extranjero, a fin de permitir la constitución de cuerpos especiales de refugiados de los países del Este del telón de hierro. Estas unidades, precisan informaciones de Washington, estarán mezcladas con divisiones estadounidenses e integradas en el ejército atlántico». (Le Monde, Edición, 2 de octubre de 1951)

¡Ahora imagínense esa suma sumada a los fondos extraoficiales!

A fines de junio de 1956, el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos dedicó una sesión especial a la agitación en los países socialistas producida por la llamada desestalinización, allí el 29 de junio, John Foster Dulles, secretario de Estado bajo el mandato del presidente Dwight D. Eisenhower diría:

«El mundo libre ha de permanecer unido para ejercer las presiones que aceleren la desintegración total del comunismo internacional y, quizás, del sistema actual de la Unión Soviética. Es preciso, en especial, intensificar la presión sobre los países satélites, lo que podría conducir a su liberación completa». (Janos Berecz; 1956 Contrarrevolución en Hungría, 1986)

Es más, hablemos claro desde un punto de vista marxista-leninista. ¿Que demuestran las intrigas de varios partidos políticos burgueses y las purgas en los propios partidos comunistas en el poder, como fueron los casos de Albania, Checoslovaquia, Polonia o Hungría? Que desde luego no eran ni «procesos preparados con fines políticos propagandísticos», ni «para desviar la atención de otros asuntos mayores», ni a causa de las «paranoias de las dirigencias indígenas o exteriores» como dice la propaganda anticomunista. 

Incluso con el valor de la perspectiva que da los años transcurridos y los resultados de aquello, se ve con nitidez que en dichos procesos, los sujetos procesados que se libraron de la pena de muerte y fueron solamente encarcelados, serían a la postre liberados por los revisionistas a partir del proceso contrarrevolucionario que se liberaría a partir de 1953. Ellos serían los principales cuadros utilizados por la contrarrevolución desatada por el revisionismo soviético, siendo los sustitutos de los marxista-leninistas en los puestos de poder y en los cargos del partido en los países donde logró afianzarse el jruschovismo –en realidad en todos menos Albania–. Y también se corroboró que los condenados y finalmente ejecutados por sus graves crímenes durante 1944-1953, fueron rehabilitados y condecorados póstumamente por los viejos o nuevos contrarrevolucionarios que restaurarían el capitalismo y establecerían lazos de sumisión económica e ideológica con los imperialistas. Esto puede verse de forma extensa en nuestro documento: «Las purgas en el Partido Comunista de Checoslovaquia de los años 50» de 2015.

Una disertación sobre las formas de la política exterior burguesas ya había sido expuesta por Stalin en más de una ocasión. Él trataba la cuestión explicándole a las masas con ejemplos sencillos: si entre los Estados burgueses-capitalistas es bien conocido por la historia de la humanidad la instigación del envió de saboteadores, sicarios, espías por las agencias de seguridad de cada país, llegando incluso a provocar revueltas y revoluciones, corroborándose como una ley en las relaciones entre países capitalistas, ¿por qué con los Estados socialistas iban a tener la compasión de no utilizar estas armas?:

«Tomemos por ejemplo, los estados burgueses. Gente inocente podrá creer que entre ellos existen solamente buenas relaciones, como entre estados de un solo y mismo tipo. Pero sólo gente simple puede pensar así. En realidad las relaciones entre esos estados están muy lejos de ser relaciones de buena vecindad. Ha sido demostrado, como dos y dos son cuatro, que los estados burgueses se envían mutuamente a sus retaguardias, espías, saboteadores, agentes desviacionistas y algunas veces hasta sus asesinos; les dan como tarea infiltrarse en los establecimientos y empresas del Estado y formar agentes y en caso de «necesidad», destruir la retaguardia de estos Estados para debilitarlos y sabotear su poder. Esto está sucediendo actualmente. Y así sucedió también en el pasado. Tomemos, por ejemplo, los Estados europeos en la época de Napoleón I. En Francia hormigueaban entonces los espías y los agentes desviacionistas del campo ruso, alemán, austriaco, inglés. E inversamente, Inglaterra, los Estados de Alemania, Austria, Rusia, tenían entonces en sus retaguardias, una cantidad no menos grande de espías y de agentes desviacionistas del campo francés. Dos veces los agentes de Inglaterra atentaron contra la vida de Napoleón, y sublevaron varias veces a los campesinos vandeanos en Francia, contra el gobierno de Napoleón. (…) Actualmente en Francia y en Inglaterra hormiguean los espías y agentes desviacionistas alemanes; e inversamente, los espías y agentes desviacionistas anglo-franceses hormiguean, por su parte, en Alemania. En los Estados Unidos de América hormiguean los espías y agentes desviacionistas japoneses y en el Japón, los espías y agentes desviacionistas americanos. Tal es la ley de las relaciones entre Estados burgueses. ¿Por qué los Estados burgueses tendrían que tener una actitud más delicada y de mejor vecindad hacia el Estado soviético socialista, que la que tienen hacia los Estados burgueses de su mismo tipo? ¿Por qué tendrían que enviar a la retaguardia de la Unión Soviética menos espías, saboteadores, agentes desviacionistas y asesinos, de los que tienen en su retaguardia los Estados burgueses congéneres? ¿De dónde habéis sacado eso? ¿No sería más justo suponer, desde el punto de vista marxista que los Estados burgueses deben enviar a la retaguardia de la Unión Soviética una cantidad dos o tres veces mayor de saboteadores, espías, agentes desviacionistas y asesinos, de los que envían a la retaguardia, de no importa qué Estado burgués? ¿Acaso no es evidente que mientras exista el cerco capitalista, existirán aquí saboteadores, espías, agentes desviacionistas y asesinos enviados a la retaguardia de nuestro país por los agentes de Estados extranjeros? Todo eso fue olvidado por nuestros camaradas del Partido; han sido tomados desprevenidos». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Sobre los defectos del trabajo del partido y sobre las medidas para liquidar a los elementos trotskistas y demás elementos de doble cara: Informe y discurso de clausura en el Pleno del Comité Central del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 3 y 5 de marzo de 1937)

Quién no entienda esto no comprende el desarrollo dialéctico de las revoluciones socialistas frente al cerco imperialista:

«Permanecer incrédulo ante la presencia de espías, traidores y agentes en el movimiento comunista viene a ser como lavar la ropa sucia de la burguesía y sus crímenes, creer que la burguesía lleva un justo intercambio de ideas contra el socialismo, al nivel de los juegos electorales de salón que la televisión nos ofrece de vez en cuando. Alojarse en esta incredulidad testifica en última instancia, un completo desconocimiento de lo que es el socialismo y el trastorno que introduce en el mundo plurimilenario de opresión y explotación». (L'Emancipation; Manos fuera de Albania, 1982)

Este es un fenómeno que sucede continuamente cuando los partidos comunistas no están en el poder y luchan contra el sistema capitalista, pero es algo que se intensifica aún más en el contexto en que los comunistas llegan al poder y tratan de luchar contra las clases explotadoras nacionales e internacionales así como sus lacayos.

Esto lo explica muy bien el checoslovaco Alexej Čepička en un texto de 1953 haciendo referencia al caso concreto de su país:

«Después de la liberación de los países del sudeste de Europa central por el heroico Ejército Soviético, las clases explotadoras, confiando en sus partidos políticos, trataron de impedir el establecimiento del nuevo sistema socialista en estos países. Ellos calcularon frustrar los cambios democráticos y preservar el capitalismo a través de estos partidos. Los representantes de los partidos burgueses buscaban, por medio de discursos demagógicos en el parlamento, sembrar la desconfianza en la fuerza de la clase obrera, la desconfianza en los partidos comunistas y la Unión Soviética. La burguesía se concentró en los partidos no comunistas, en los parásitos del capitalismo y el fascismo, los traidores del pueblo que se salvaron de un castigo justo, y el clero reaccionario. Para la organización de la resistencia al nuevo sistema, la burguesía se basó en todos los países de democracia popular en los derechistas socialdemócratas, sirvientes del capitalismo y traidores a los intereses de la clase trabajadora. (...) Los resultados de los intentos de la burguesía de organizar putschs antipopulares y tomar el poder son bien conocidos por todos. En todos los países de democracia popular la burguesía, en sus análisis finales cosechó una derrota: los partidos no comunistas fueron purgados de traidores y la clase obrera, bajo el liderazgo de sus partidos comunistas y obreros, contando con la ayuda desinteresada de la Unión Soviética, tomó el camino de la construcción socialista. Como resultado de esa lucha fortaleció y desarrollo el Estado democrático-popular como una forma de la dictadura del proletariado y una arma para la lucha contra las insidiosas maquinaciones del enemigo extranjero imperialista». (Alexej Čepička; Sobre la lucha de clases en los países de democracia popular, 1953)

¿Cuál sería la nueva táctica a tomar por las clases explotadoras derrotadas del interior, y de las clases explotadoras internacionales?:

«Después de esta derrota, la burguesía actuaría bajo las órdenes de los imperialistas estadounidenses, lanzando sus reservas al frente de la lucha de clases. Los imperialistas comenzaron a formar estas reservar mucho antes de la Segunda Guerra Mundial, en el curso de la guerra y en el periodo de la posguerra. Mucho antes de la guerra los jefes del campo imperialista discernían el peligro que constituía para el orden capitalista el continuo fortalecimiento de los partidos comunistas que se volvían más fuerte cada año. Es precisamente esto lo que explica por qué la reacción imperialista, utilizaría todos los medios, enviando sus agentes, espías y traidores a los partidos comunistas con la asignación de destruirlo desde dentro, de minar su fuerza. De esta manera los imperialistas tuvieron éxito en crear dentro de los partidos comunistas agencias que promovían la restauración del capitalismo en los países de democracia popular. Pero solo una de estas quinta-columnas al servicio de los imperialistas estadounidenses y británicos; la pandilla de espías y asesinos de Tito, tuvo éxito en la realización de este oscuro acto y traición a los intereses del pueblo. La exposición de la pandilla de Tito que hunde cada vez más a los pueblos de Yugoslavia en la esclavitud capitalista fue un golpe demoledor a las maquinaciones de los enemigos de los países de democracia popular. La vigilancia de los partidos comunistas y obreros ayudó a frustrar a tiempo diseños criminales similares de las bandas de espionaje y conspiración de László Rajk en Hungría, Traycho Kostov en Bulgaria, Koçi Xoxe en Albania, Rudolf Slánský en Checoslovaquia y Gomułka-Spychalski en Polonia». (Alexej Čepička; Sobre la lucha de clases en los países de democracia popular, 1953)

Las pruebas de esto son irrefutables, por citar un ejemplo: la Yugoslavia de Tito no solo apoyó políticamente al imperialismo estadounidense en cada una de sus aventuras internacionales, no solo promovió una política internacional en favor de teorías en favor que maquillaban el neocolonialismo como el Movimiento de los Países No Alineados, no solo formó parte del belicista Pacto de los Balcanes de 1953, no solo encarceló, torturó y asesinó a miles de comunistas y patriotas, sino que acabó haciendo de Yugoslavia un país económicamente dependiente del imperialismo occidental, y en concreto, el país más endeudado de Europa a su muerte en 1980, siendo famoso por sus deudas con el FMI hasta el punto de no poder no ya devolver los créditos sino los intereses de ellos. Por ello el titoismo acabó siendo siempre el modelo de país «heterodoxo y no dogmático» propagado por el imperialismo para hacer degenerar los partidos comunistas, no es casualidad que esta ideología fuese rehabilitada tanto por el jruschovismo como por el maoísmo, tratando siempre de copiar sus formas de gestión económica y alabando su postura pragmática frente al imperialismo. A su vez, no creamos que el titoismo era una ideología claudicadora nueva, sino que simplemente era una evolución del kautskismo, del trotskismo y del bujarinismo, del browderismo y el anarco-sindicalismo, es decir del basurero de las doctrinas ya derrotadas hace décadas por el marxismo o comunismo.

El famoso comunista británico James Klugmann diría refutando las peroratas de los laboralistas:

«Pero esto es monstruoso», asalta la prensa capitalista. ¿Esperas que creamos en tales tramas? Estos son los inventos de la policía secreta de los Estados totalitarios, pretextos para eliminar todos los obstáculos en su camino». «¡Imposible!», Se hacen eco de los líderes laboristas de derecha. «Es increíble que tales conspiraciones puedan nacer en las democracias occidentales». Es parte del papel de la socialdemocracia en los países capitalistas embotar la conciencia de clase de los trabajadores. La teoría socialdemócrata de la neutralidad del Estado apunta a desarmar a la clase trabajadora y sus aliados. Y como parte de esta teoría del desarme moral y político, los líderes laboristas de derecha tratan de enseñar, y sobre todo en Gran Bretaña, que los espías, agentes y provocadores del movimiento obrero son algo lejano y ajeno a las «tradiciones democráticas británicas». Pretenden decir que quizás tales cosas podrían suceder en Oriente, pero no en las democracias occidentales. Pero, ¿cuál es la verdad? Fue el capitalismo británico el primero que utilizó espías y agentes provocadores en el movimiento obrero a gran escala. El Estado capitalista británico nunca ha dejado de usarlos, aunque ha aprendido a utilizar una mayor sutileza y elasticidad, hipocresía y astucia en su empleo. Y hoy es sobre todo en los EE. UU. donde se usan. Es sobre todo el imperialismo estadounidense el que se ha convertido en el principal empleador de todos los métodos sucios del espionaje laboral, no solo contra sus propias organizaciones progresistas, sino contra los movimientos progresistas y de la clase obrera en todo el mundo. (...) La verdad es que el uso de espías y «agentes provocadores» por parte del capitalismo para penetrar, perturbar y provocar al movimiento obrero es tan antiguo como la lucha del capital contra el trabajo. (...) La verdad es que todos los métodos abiertos y manifiestos de opresión capitalista (policía, ejército, prensa reaccionaria, matones fascistas y vigilantes) se complementan con los esfuerzos secretos y encubiertos de los capitalistas para penetrar, espiar e interrumpir las organizaciones de la clase obrera y el movimiento progresivo desde adentro, a través de espías y agentes». (James Klugmann; De Trotski a Tito, 1951)

Muchos de nuestros lectores nos preguntaran. ¿Es posible que existieran irregularidades? ¿Ilegalidades? ¿Exageraciones? ¿Injusticias en los procesos de purgas en la lucha contra las infiltraciones enemigas? Estamos seguros que fue así, y es hasta cierto punto normal debido a cuestiones como la experiencia, la falta de formación, la dificultad de la clandestinidad o el nivel de presión y represión.

Es bien conocido el informe del soviético Andréi Zhdánov en el Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética de 1939. Allí habló y reconoció este tipo de fenómenos durante las expulsiones de partido o procesos judiciales, lo hizo precisamente con el objetivo de que se pudiera aprender de estos errores, y tener un sistema más justo y libre de deficiencias. El estudio de este informe y sus conclusiones es de obligatoriedad para todos los comunistas que pretendan gestionar un gobierno.

El ejemplo más sencillo de un caso donde los elementos anticomunistas aprovecharon el aparato del partido para cometer todo tipo de crímenes fue el caso de oportunistas como Carrillo-Ibárruri, quienes en el Partido Comunista de España (PCE) se hacía eco de los diferentes procesos contra los titoistas en otros partidos para desatar una campaña para calumniar y deshacerse de sus rivales:

«Viendo ya en el siglo XXI la historia por sí sola como se ha desarrollado. ¿Quién es entonces señoras y señores, el «agente», «traidor», «liquidacionista», «titoista», y «canalla» en el Partido Comunista de España de los años 40 y 50? ¿Los miembros como Comorera, Trilla, Monzon y compañía que fueron verdaderos cuadros probados y a los cuales nunca se les probó los crímenes de los que se les acusó? ¿O lo era en cambio la persona de la que sí se demostró que todas estas acusaciones eran imputables a ella misma? (...) Ha quedado demostrado conforme pasaban los años y su actividad oportunista y renegada se amplificaba, que él es el principal culpable junto a Dolores Ibárruri de la degeneración ideológica tan atroz sufrida por el Partido Comunista de España, ha quedado demostrado que los cuadros condenados bajo su mando cuanto menos eran inocentes de las viles calumnias que se inventaba y que lejos de demostrarse se irían desmontando por la labor de viejos o exmilitantes –como Vicente Uribe y Enrique Líster– implicados en su día, aunque en realidad ya con su sola actuación en toda su carrera política, destapa sus propios crímenes, ya que al haber acusado a cuadros de lo que él mismo cometía o iba a cometer, sin necesidad de nada más, sólo con su hipocresía estaba retratando la fragilidad de sus viejas acusaciones hacia otros camaradas en el pasado». (Equipo de Bitácora (M-L); Unas reflexiones sobre unos comentarios emitidos en «Nuestra Bandera» en 1950 vistos a la luz de nuestros días, 2015)

En el caso rumano, con la figura de Dej, tenemos algo similar, algo que además se agrava al tratarse de un partido comunista en el poder:

«En la cuestión Pauker-Luca, y de otros, estamos ante otros casos similar al de Joan Comorera en el PSUC. ¡Los defensores del marxismo-leninismo y los que más se habían esforzado por combatir al titoismo fueron acusados [de traidores] por los que a posteriori se reconciliarían con el titoismo! A la llegada del jruschovismo al poder, el líder que dirigió estas purgas, Gheorghiu-Dej, y que tan activo había sido en las lisonjas a Stalin y en las campañas contra Tito, ahora condenaba a Stalin y se abrazaba con Tito. (...) También, por entonces, y volviendo sobre los temas como el de Anna Pauker o Vasile Luca, [Dej] se atrevía a reconocer [en marzo de 1956] que las purgas ejercidas en el PCR durante los años 50 no fueron contra elementos derechistas o izquierdistas, sino contra elementos «stalinistas», esto quiere decir marxista-leninistas. (…) De nuevo la tesitura histórica enfrenta a los comunistas a la realidad del hecho de que el partido comunista sino es formado bajo unos principios ideológicos –bajo la ideología marxismo-leninista– y organizativos –bajo el centralismo democrático– sólidos pueden suceder casos como el que estamos viendo, donde los oportunistas se apoderen del partido, expulsen e incluso asesinen a los verdaderos comunistas». (Equipo de Bitácora (M-L); La crítica al revisionismo en la Iº Conferencia de la Kominform de 1947, 2015)

Si analizamos también el desarrollo de los nuevos partidos marxista-leninistas después de la traición jruschovista y maoísta, una de las causas de su desaparición temprana en muchos casos en los 70 o de su desaparición tardía a principio de los 90, fue el escaso trabajo al estudio de la doctrina, el poco cuidado a las cuestiones de seguridad, el poco trabajo contra la presión de la ideología burguesa en todas sus manifestaciones; lo que les hacían fáciles de ser destruidos desde dentro no solo dejándose arrastrar no solamente por aventureros anarquistas o provocadores de los servicios secretos, sino por sujetos con tesis liquidacionistas de tipo socialdemócratas, electoralistas, fraccionalistas, que de triunfar llevaban al partido al abismo:

«Entre sus miembros había elementos que no estaban perfectamente templados con las ideas marxistas-leninistas o cuyo dominio de ellas era superficial y más bien por razones sentimentales. Por ejemplo, muchos de ellos no hicieron ningún esfuerzo para obtener un profundo conocimiento sobre el rol principal del partido como el destacamento de vanguardia de la clase obrera y de las principales dificultades que encontrarían en su lucha y trabajo bajo las salvajes condiciones de opresión y explotación del régimen capitalista, un régimen hostil, en primer lugar, para los marxistas-leninistas. Por estas razones, entonces, en algunos pequeños partidos, desde el inicio aparecieron fricciones y se produjeron escisiones, no se tomaron medidas contra los facciosos, porque los miembros y dirigentes del partido no estaban familiarizados correctamente con las formas de organización leninista-stalinista de partido en las peligrosas y complicadas condiciones de sus países. Por otra parte, ellos no proveyeron que la reacción tendría la actividad del partido y sus miembros bajo permanente vigilancia y que se infiltrarían dudosos elementos, sus agentes, o simpatizantes vacilantes entre sus filas. (...) Hasta a día de hoy, hay miembros de estos partidos que piensan que ellos pueden militar en las formas legales como comunistas marxista-leninistas sin que ser molestados por el capitalismo y sin sufrir su aparato de represión. (...) En resumen, algunos de estos partidos marxista-leninistas se escindieron debido a que no tenían una educada compresión de su papel en la revolución, porque no se organizaron para una feroz lucha contra la reacción organizada y armada y los partidos revisionistas y socialdemócratas, los cuales tienen gran experiencia y numerosos medios para combatir a cualquier oponente que emerge, para lucha y socavar su trabajo, como las herramientas del capital que son». (Enver Hoxha; El movimiento marxista-leninista y la crisis mundial del capitalismo, agosto de 1979)


***

A estas lecciones sobre el terrorismo, el espionaje, la infiltración y demás, se une el hecho irrefutable histórico de que en los campos de la política, la economía y el cultural están interconectados entre sí, como tal, debemos decir que sin un fortalecimiento y comprensión del funcionamiento en cada uno de estos campos, el movimiento marxista-leninista es mucho más susceptible de ser desviado de su propósito por gente consciente o inconsciente, por ignorantes o por agentes enemigos; por tanto si se mantiene en este letargo será más fácil desencadenar el descalabro en cualquiera de los campos, las equivocaciones, las negligencias, que de no ser corregidas a su vez afectaran a los otros campos todavía no afectados.

Es menester comprender de una vez por todas que sin un conocimiento concreto de la doctrina no se puede defender con garantías el ejercer la lucha de clases en cualquier de estos campos y sus expresiones, incluyendo una evaluación correcta del fenómeno del terrorismo en todas sus manifestaciones, bien estemos atendiendo la experiencia histórica de la Revolución Francesa y sus elecciones, bien hablemos del uso del terror por una banda semianarquista, del caso de una red de sabotaje imperialista contra otro país, el actual terrorismo del yihadismo o la manifestación concreta que se tercie. Sin un conocimiento fidedigno de la teoría marxista apoyado y contrastado en casos prácticos, no hay movimiento revolucionario consistente, hay dogmas, deseos, todos ellos sin corroborar y solo existentes más que en la cabeza de los dementes y fantasiosos». (Equipo de Bitácora (M-L); Estudio histórico sobre los bandazos oportunistas del PCE(r) y las prácticas terroristas de los GRAPO, 30 de junio de 2017)

1 comentario:

  1. Camaradas, muy interesante el artículo, pero...¡¿Cómo colgáis un enlace DIRECTO a la página de la CIA?! (Enlaces:"El nuevo sistema de partidos" y "¿Puede el centro-derecha hacer frente a los socialistas?").Creo que podéis meter a alguien en un lío. Prevenid a los lectores de esto, por favor. Un saludo.

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