Para acabar con el fascismo hay que acabar con la base material de la reacción
«Mientras los campesinos no tengan la tierra que hoy usurpan los terratenientes, mientras a éstos no se les expropie la tierra sin indemnización, para entregarla gratuitamente a los campesinos trabajadores y a los obreros agrícolas, no habrá posibilidad de desarrollar un régimen democrático. Mientras la Iglesia continúe cobrando millones y millones del Estado –mientras no haya una separación rotunda de la Iglesia y del Estado–, y en vez de entregarle a ella esos millones se entreguen para obras públicas, para mejorar la situación del proletariado y de los campesinos, no habrá democracia en el país. El que quiera ir a misa o a comulgar, que vaya a la iglesia tranquilamente, pero que se pague su religión. Lo que no se puede consentir es que eso salga del proletariado, de las masas trabajadoras». (Prolongados aplausos) (José Díaz; La España revolucionaria; Discurso pronunciado en el Salón Guerrero de Madrid, 9 de febrero de 1936)
¿No hay dinero?
«Y si para estas medidas de transformación se dice que no hay dinero, habrá que ver dónde se encuentra. Nosotros no queremos atacar los sentimientos religiosos de nadie, pero decimos: la Iglesia, con el gran predominio económico-político de que goza en España, como corresponde a la situación semifeudal que ocupa, tiene grandes riquezas, y esas riquezas han sido arrancadas del pueblo, y como el pueblo tiene hambre, pide esas riquezas. Por lo tanto, la subvención del Estado a la Iglesia debe desaparecer inmediatamente; si son diecinueve o veinte millones de pesetas las que el Estado entrega a la Iglesia, esa cantidad debe dedicarse a obras, que son muy necesarias en España, para que los parados tengan pan y trabajo; pero, además, es necesario expropiar esa riqueza de la Iglesia por ser dinero sacado del pueblo, y si esos reaccionarios son tan amantes de dar pan a los necesitados, todas esas riquezas, esas acciones de empresas y entidades anónimas, todos esos millones, manejados tan turbiamente, deben pasar inmediatamente al pueblo, para que éste pueda trabajar y pueda comer, porque así lo merece el triunfo del 16 de febrero, y porque además el que quiera religión, el que guste de escuchar un sermón o confesarse que lo haga; pero que lo pague, y yo tengo la seguridad que el que no tiene para comer no va a dar nada para escuchar un sermón. (Gran ovación) Y esto no es tampoco una medida comunista, pues estoy seguro que en este mitin hay muchos republicanos que tienen este punto en el programa de su partido. A la cárcel los responsables de la represión de octubre». (José Díaz; Discurso pronunciado en Cartagena, el día 5 de abril de 1936)
Fuentes de las cuales hay que sacar el dinero para atajar el problema de los parados
«En España hay un millón de parados. Hay hambre, y miseria. Y el Gobierno tiene que adoptar medidas urgentes para remediar esta situación. Se dice que no hay dinero. Pero si hay de dónde sacarlo. Nosotros no vamos a exigir al Gobierno que tome medidas socialistas o comunistas, que él no puede realizar y que tampoco están en el pacto. Sólo le vamos a pedir medidas que entren de lleno en su significación republicana y democrática y en el espíritu del pacto sellado con nosotros. Medidas de carácter democrático auténtico, eso es lo que pedimos. Una de ellas es la expropiación de las riquezas de la Iglesia. Nosotros no vamos contra la religión. Todos los que quieran sostener el culto, son libres de hacerlo; pero habrán de pagarlo. Ya sabemos que los trabajadores no iban a sostenerlo. Repito que respetamos los sentimientos religiosos. Lo que no podemos respetar es que la Iglesia y los dignatarios de la Iglesia, que dicen predicar el amor a los pobres, detenten riquezas fabulosas, en un país en que hay miles y miles de hombres que sufren hambre y miseria. Esas cuantiosas riquezas que posee la Iglesia son robadas al pueblo. ¿De dónde proceden? Proceden del latrocinio, de concesiones hechas a la Iglesia y a las órdenes monásticas por los reyes y por los déspotas, a costa de la miseria del pueblo. Esas riquezas deben ser expropiadas y destinadas al fondo contra el paro». (Grandes aplausos) (José Díaz; La unidad, clave del triunfo; Discurso pronunciado en la Plaza de Toros de Zaragoza el 1 de junio de 1936)
Desmontando el mito de los comunistas españoles sobre la quema de iglesias y asesinatos a católicos
«He hablado ya de los católicos que participan en el Gobierno. Hay una campaña fascista de tipo internacional para hacer creer que nosotros, los obreros especialmente, asesinamos a los católicos, quemamos todas las iglesias y cometemos qué sé yo cuántas tropelías más contra los creyentes. Nosotros, el Partido Comunista, respetamos las creencias religiosas, aunque no las profesemos. En el Gobierno hay un ministro católico y miles de católicos se baten al lado del pueblo en las trincheras. Es necesario ganar para nuestra causa a las masas campesinas que todavía son católicas. Y les haremos comprender su error. Esa será una labor lenta y tenaz de educación, Pero, al mismo tiempo, tenemos que afirmar que respetamos las creencias religiosas y a los hombres que las profesan. Y a los que dicen que nosotros hemos quemado iglesias, hay que hacerles ver que nosotros, en esos casos, no nos hemos encontrado con templos, sino con fortificaciones artilladas con toda clase de armas, y las ventanas y las torres erizadas de fusiles y ametralladoras. Sería difícil señalar en toda España una docena de iglesias que no fuesen fortines de los fascistas. En estas condiciones, es difícil darse cuenta de que allí hay una iglesia, pues las iglesias se han hecho para rezar y no para convertirlas en nidos de ametralladoras. Si el pueblo, en el fragor de la lucha, ve que le tiran a mansalva desde los muros de un edificio, lo arrasa, sea el edificio que fuere». (José Díaz; ¿Qué hacer para ganar la guerra?; Conferencia pronunciada en el Teatro Olimpia de Valencia, el 2 de febrero de 1937)
Los comunistas no dejan que la religión sea usada por el fascismo y el resto de la reacción para atacar al pueblo
«En España quedan en pie miles de iglesias, y nosotros no tenemos, el menor interés en derribarlas ni en destruir lo que hay dentro de ellas. Si una iglesia no se utiliza como fortín de guerra por los más obligados a respetarla; como templó, y si los fieles van a esa iglesia a profesar su culto, a rezar o dar fe de sus creencias, que lo hagan; nosotros les respetaremos también, y no les molestaremos. Lo que ocurre es que hasta hoy, en España, la religión católica era, en su inmensa mayoría, de un cerrillismo tal, que sólo alentaba en ella odio contra el proletariado y contra las fuerzas progresivas, y esos católicos cerriles son los que se han levantado hoy en armas contra la República y contra el pueblo. Todo el que se levante en armas contra el pueblo, visto uniforme avista sotana, llevará su merecido, eso es evidente. Pero es necesario que se sepa, lo decimos como partido comunista, que nosotros respetamos las creencias religiosas cuando se profesa honradamente y no como un arma de lucha contra el pueblo. Allí está, repito, el caso de los nacionalistas vascos. Pero los que menos pueden especular con el respeto a la religión, son los elementos del fascismo internacional, pues ellos son, nadie lo ignora, los que han convertido las iglesias en arsenales de armas y en polvorines». (José Díaz; ¿Qué hacer para ganar la guerra?; Conferencia pronunciada en el Teatro Olimpia de Valencia, el 2 de febrero de 1937)
Los revolucionarios deben seguir el ejemplo soviético sobre el trato a la religión
«Donde haya alguien, que ayude al pueblo, que haga algo en defensa de nuestra España, que haga algo para ayudarnos a ganar la guerra, hay que considerarles como un aliado, sin meterse a averiguar sus creencias religiosas. A los trabajadores que las profesen, nuestro deber es hacerles comprender, a lo largo del tiempo, que están equivocados. Tenemos, en apoyo de esto, un hecho concreto; tenemos el hecho grandioso de la Unión Soviética. En la Unión Soviética hay todavía algunas iglesias abiertas al culto. ¿Pero quién entra en ellas? En los primeros tiempos de la revolución, todavía entraba mucha gente en las iglesias. Pero hoy, cuando pasamos por delante de alguna de las iglesias que quedan aún en la Unión Soviética, vemos que sólo entran en ellas el pope y cuatro pobres viejos apegados a su rutina. ¿Y qué ocurre? Que las iglesias van desapareciendo como consecuencia de la nueva educación, ante la nueva generación, hija del socialismo. En España también respetamos o debemos respetar las creencias religiosas. A los que no respetamos es a los falsos religiosos que convierten el crucifijo en trabuco, que empuñan las armas contra el pueblo y que se parapetan en las iglesias como si fuesen fortalezas de guerra. (Aplausos) (José Díaz; ¿Qué hacer para ganar la guerra?; Conferencia pronunciada en el Teatro Olimpia de Valencia, el 2 de febrero de 1937)
Equipo de Bitácora (M-L)
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