martes, 19 de enero de 2021

¡Los oportunistas al rescate del «gobierno del cambio»!; Equipo de Bitácora (M-L), 2021


«Como pudimos comprobar en entregas anteriores [*], en el tema educativo tampoco debemos engañarnos. El creciente desprestigio de la educación pública –desde la educación infantil hasta las universidades– se ha hecho patente estos últimos años y demuestra que deja mucho que desear por varios motivos, pues no todo depende de la mala gestión y la falta de financiación, sino que los problemas son mucho más profundos. 

Pero, para la «izquierda light» señalar la verdadera raíz de estos defectos en la educación, sobre todo cuando gobierna el PSOE-Podemos –como ocurre ahora–, es motivo automático de condena, significa «hacerle el juego a la derecha», ya que, para algunos, pareciese que no contemplasen la existencia real de problemas serios de funcionamiento. Otros, sabedores de que es necio intentar tapar estas deficiencias, tratan de convencernos que estos fallos de la institución educativa transcurren por cauces ajenos a cómo está estructurada la propia educación pública burguesa. Resultaría que nosotros estaríamos equivocados en los motivos, puesto que «¡la culpa es del anterior gobierno de la derecha!» o en su defecto, «¡del saboteo que se ejerce contra el gobierno progresista!». A los que se creen esta pantomima deberíamos preguntarles: ¿y vuestros grandes líderes no sabían qué país iban a heredar al llegar al poder? ¿Qué medidas contundentes han tomado en consecuencia? 

Sería inútil debatir todo esto con los jefecillos del reformismo. Simplemente cada uno cumple su función. Por eso, podemos encontrar casos de organizaciones que con su populismo característico defienden con ahínco, por ejemplo, la «actual programación escolar», razonando que esto debe ser así porque debemos confiar en el «criterio y profesionalidad de los actuales docentes». Así, pues:

«Las actividades complementarias están incluidas en la programación que los centros, previa consulta de los consejos escolares, se aprueban y estas son obligatorias y evaluables. Y contra ellas no existe objeción de conciencia. Confiamos en el criterio y la profesionalidad de los docentes y consideramos inadmisible que se les censure en su ejercicio docente». (Manifiesto por la eliminación del pin parental en la región de Murcia; Firman 103 colectivos, 17 de enero de 2019)

¿Sí? ¿Seguro? ¿También confiáis en el Ministerio de Educación y los consejos escolares manipulados por los burócratas y aburguesados de siempre? ¿En las reputadas «instituciones universitarias» y «revistas especializadas» que aceptan tesis posmodernas sobre la verdad y el conocimiento científico? ¿De verdad os resultan fiables los ahora tan de moda «estudios de género»? ¿Depositáis vuestra confianza en los profesores que se valen de su puesto para vender sus libros a sus alumnos a precios de escándalo? ¿En las universidades que estafan a las familias con cursos de mística idealista para «niños telépatas» como hace la UNED? Esto muestra que quienes firman este documento no son muy honestos ni imparciales. Son tan cortos de miras que creen apoyar un modelo progresista por defender la educación pública en abstracto, incluso a costa de ocultar sus evidentes limitaciones y fallos.

Estos manifiestos para «la defensa y mejora de la educación» vienen a ser impulsados por los mismos charlatanes «revolucionarios» que, en los años 80, tragaban sin masticar todas las enseñanzas de filosofía e historia que recibían de las universidades. Fueron aquellos que buscaron hacer «entrismo» en el PSOE «para presionarle a cumplir los anhelos populares». Poco después, parece ser que les pilló de sorpresa darse cuenta de que no tenían capacidad real de cambiar nada, y que el gobierno de Felipe González no solo no cumplió su programa electoral –ya de por sí insuficiente para atender las necesidades de la población–, sino que atacó las pensiones, la educación y la sanidad. España asistió a uno de los periodos de huelgas, protestas y mayor conflictividad social. Pese a la ofensiva «neoliberal» del PSOE en los años 80, los ilusos de siempre volvieron a depositar sus esperanzas en el «progresista y renovador» Zapatero, aunque tras la crisis de 2008 volvieron a quedar retratados. ¿A la tercera va la vencida? En 2014 algunos de los elementos descontentos con el PSOE y otros nuevos se subieron al carro del «fenómeno morado» para apoyar a Pablo Iglesias con Podemos. Este venía con un programa muy similar al de Felipe González. ¿Y bien? Una vez más los reformistas se dieron de bruces contra la realidad. 

Pese a lo que dice la historia, la labor de los partidos «constitucionales» de todo signo político es convencernos de que su objetivo es impulsar una educación pública, laica, universal, de calidad y científica… ¡bueno y ahora también feminista!

«El cabeza de lista de Podemos al Congreso de los Diputados por la provincia de Ciudad Real, Juan Pablo Wert, ha avanzado que si llega a la Cámara Baja trabajará desde el Grupo Parlamentario de la formación morada por una reforma educativa «que no se haga de espaldas a la comunidad», ya que «es algo demasiado serio como para dejarlo solo en manos de los políticos», y apostará por que traiga una educación «laica, gratuita y de calidad». (Periódico CLM; «Apostaré desde Podemos por una educación laica, gratuita y de calidad», 10 de diciembre de 2015)

Precioso. Nuestra pregunta es, ¿es una propuesta de verdad o será como «no cogobernar con el partido de la casta y la cal viva», la «salida de la OTAN», «eliminar la carta magna monárquica del régimen del 78», «juzgar los crímenes del franquismo», la «derogación de la reforma laboral», «investigar los fraudes y negocios turbios del rey», «garantizar el pleno empleo», «apoyar el derecho de autodeterminación», «parar los desahucios y reducir el precio de los alquileres», o introducir el «impuesto a los ricos»? Parece ser que a Podemos ni en el gobierno nacional ni en sus «ayuntamientos del cambio» les ha ido muy bien –razón por la que los ha ido perdiendo con una sangría de votos y alcaldías cada vez mayor–. Véase la obra: «Las luchas de fracciones en Podemos y su pose ante las masas» de 2017.

Señoras y señores... cuando te engañan una vez eres un crédulo, cuando lo hacen dos veces eres un colaborador consciente y formas parte de la pantomima.

Pero, ¿por qué gran parte de la población sigue confiando en el reformismo y sus expresiones políticas?

«Para las capas atrasadas supone un polo intermedio entre el conservadurismo de la derecha y el aparente radicalismo del comunismo. Debido al bajo nivel político y cultural de las masas, es posible simplificar esto hasta estos extremos en casi todas las cuestiones. Si a esto le sumamos la escasa memoria política, cuando no la indiferencia hacia la política, tenemos siempre en la socialdemocracia la opción «sensata» para el nivel político del trabajador medio. En el caso español, el que el PSOE haya conseguido adaptarse oportunamente a los movimientos sociales de moda, como el movimiento LGTBI, o a las variadas ramas del feminismo, suma un gran número de votantes fieles de diversos colectivos en auge, colectivos a los que, por supuesto, no se discute ni una coma de todas sus teorías y conclusiones, ni siquiera cuando se encuentran disparates de tamaño, pues contradecir públicamente a cualquiera de estos movimientos se interpreta desde la cúpula de los grandes partidos socialdemócratas como una «lucha ideológica estéril» que bien puede hacerle perder votos, algo que no se pueden permitir. Pero entre las cuestiones siempre pendientes está la cuestión social. Cuando la socialdemocracia está en el poder se encomienda, como viene haciendo desde hace siglos, a una evidente política de colaboración de clases, lo que la introduce de lleno en una contradicción de la cual no puede escapar, pues dicen defender a los «trabajadores» o a «toda la nación» sin distinción de clases, mientras, en la práctica, gobiernan en favor de una parte ínfima de ella; esto es, gobiernan en favor de los explotadores y en contra de la mayoría de población: los explotados. Al colocarse en pro de los deseos de los poderosos no solo no resuelve la problemática de la cacareada «justicia social», sino que ahondan las contradicciones del capitalismo y sus tensiones sociales y, por tanto, causa un desapego entre los trabajadores de mayor concienciación socio-política. A su vez, con sus actuaciones, la socialdemocracia crea condiciones objetivas para que sus opositores –anarquistas, conservadores, comunistas y hasta fascistas– puedan aprovechar dicho panorama si son hábiles y audaces en la realización de un buen trabajo de persuasión entre las masas. De hecho, cualquier grupo político que pueda realizar una buena labor de masas y tenga una gran organización interna estará en condiciones de radicalizar y llevar hacia su terreno a las masas trabajadoras descontentas con los socialdemócratas». (Equipo de Bitácora (M-L); Las luchas de fracciones en Podemos y su pose ante las masas, 2017)

¿A qué se ha dedicado, entre tanto, el falso marxismo, el revisionismo? Unos se han dedicado a echarle la culpa del estado de la educación al «neoliberalismo de los gobiernos del PP» –como si el PSOE no hubiera hecho lo mismo–. Otros han calificado la nueva Ley Celaá del gobierno como «insuficiente», sin explicar en detalle de qué limitaciones adolece o qué perspectiva tienen ellos sobre el modelo educativo. Los primeros tienen como táctica atacar a solo un bando de la burguesía, mientras los segundos no se explayan en explicar qué les diferencia realmente de los burgueses en su idea de educación para la nueva sociedad, algo normal ya que sus métodos son similares. Solo hacer falta ver la formación de sus militantes y las formas de organización para sus partidos, donde se construye todo en la mitología, la formalidad de las reuniones, la evasión de responsabilidades en los de arriba y la disciplina ciega en los de abajo –¡curiosamente los vicios que corroen la estructura del sistema educativo público!–.

Estos grupos se declaran contrarios a las ilusiones socialdemócratas, pero curiosamente reproducen sus síntomas –esos que más allá de la época y la situación, son siempre tan reconocibles–:

«La predilección de los mencheviques por las frases generales, su afición a evitar la concreta exposición de los problemas, es un rasgo netamente intelectualoide; ajeno de raíz al proletariado y perjudicial desde el punto de vista de éste». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Irritado desconcierto, 1907)

Los más atrapados caen en todas las ensoñaciones imaginables del reformismo. Se dedican a pintar un cuadro donde el «posibilismo» como fórmula sería el medio para llegar a la Nueva Arcadia que traerá el «gobierno del cambio» PSOE-Unidas Podemos. 

Manolo Albentosa, en un tono que nos recuerda a Bernstein o Kautsky, nos describía al Estado como un ente paternalista que se encontraría por encima de las clases sociales y que está destinado a cuidar de todos nosotros:

«El Estado debe garantizar para todos alimentación, indumentaria, vivienda, energía, salud, educación ocio y conectividad». (República en Marcha; ¿Qué hacer ante la crisis sanitaria y económica si tenemos un gobierno de patriotas, máxima si son de izquierdas?, 2020)

¿Simple, no? Y para ello se basaba en que el gobierno tiene los medios, solo es cuestión de voluntad:

«El Estado dispone de medios de acción sin tener que cambiar de momento la actual Constitución, con los artículos que hacen referencias a la posibilidad de intervención del Estado en la economía, al carácter social de la propiedad y sus límites y a los deberes de protección del estado para con los ciudadanos tiene el gobierno un amplio instrumental, máxime durante un Estado de Alarma. Aquí influye también la voluntad». (República en Marcha; ¿Qué hacer ante la crisis sanitaria y económica si tenemos un gobierno de patriotas, máxima si son de izquierdas?, 2020)

¡Ante todo, se trata de voluntad! Bueno… y de correlación de fuerzas políticas, intereses económicos –y todo lo que nuclea la lucha de clases–. Aunque el gobierno no tuviese tal legitimidad legal en mano, la burguesía sabría darle la vuelta como un calcetín, puesto que lo hace cada vez que la situación lo requiere… la cuestión es, ¿desea la burguesía española garantizar todo eso? Nosotros sabemos la respuesta en vistas a la historia del capitalismo español y mundial, pero nuestros ilusos amigos de REM parece que aún confían en su burguesía «patriótica» «rojimorada» de «izquierda».

Pueden seguir apoyando toda la ridícula escenificación de Pablo Iglesias, el cual ahora se pasea por los foros y platós con la Constitución del 78 como muestra de su catecismo reformista, pero nosotros ni nadie honesto le seguirá. Más allá de ciertas medidas excepcionales anunciadas por el gabinete ejecutivo en mitad de una crisis sin precedentes –muchas de las cuales no se están cumpliendo, como los famosos ERTE–, resulta cómico que estos grupos vean en este gobierno un salvoconducto para el pueblo en medio de la crisis. «¡El pueblo salva al pueblo!» dirán. En efecto, pero vosotros confundís al pueblo con sus verdugos:

«Estamos seguros de que, pese a estos datos que algunos desconocen o no recuerdan, los más crédulos, utópicos, y demagogos nos asegurarán que gracias a esta crisis «el sistema ahora sí puede ser reformado», que esta crisis será «el momento perfecto para concienciar a los de arriba y a los de debajo de que se debe asentar una sanidad universal de calidad para que algo así no vuelva a suceder». Esta es una promesa muchas veces hecha que nunca se ha cumplido y que no va a cumplirse tampoco ahora. Es más, el principal actor de dicha promesa será la falsa «izquierda» del PSOE, aunque estamos seguros de que su lacayo Podemos y otras organizaciones menores se esforzarán por vender el nuevo relato. Pero el grupo que los capitanea no solo ha sido autor de recortes en sanidad [y educación]. (…) Aquellos que dicen que los periodos de crisis, sea la época que sea, pueden servir para purificar espiritualmente a los seres humanos y reformar la sociedad pacíficamente no podrían ser más ilusos. Según esta gente los ricos se volverían clementes y cabales ante los intereses generales de la población; la filantropía ocasional y con claras intenciones de marketing se convertiría ahora en una norma general del sistema, estupidez colosal donde las haya, si esto sucediera sencillamente los capitalistas dejarían de ser capitalistas». (Equipo de Bitácora (M-L); Algunas consideraciones sobre el COVID-19, 2020)

El Partido del Trabajo Democrático (PTD) es otro de tantos «partidos» que confía y pide el voto por Unidas Podemos con esperanzas. Ante la formación del nuevo gobierno hace meses le pedía «la derogación de la Ley Mordaza», las «nacionalizaciones de sectores estratégicos» y la «reducción de la jornada de trabajo sin reducción de salario», entre otras cosas. Véase el artículo del PTD: «Sobre la formación de un gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos» de 2019.

Hoy, con una inocencia casi entrañable, su lista de propuestas feministas parece la carta de un niño que todavía cree en los Reyes Magos:

«Queremos empleos estables y con buenos salarios, para tener independencia y poder desarrollarnos como personas. Lo queremos para nosotras, y también para vosotros. (...) Queremos un sistema educativo público que eduque en la igualdad, el respeto y la conciencia social.  (...) Aumento de la inversión en la escuela pública. (...) Queremos que el Estado actúe con firmeza contra las mafias de trata de blancas, los prostíbulos y los empresarios de la prostitución. (...) Queremos empresas públicas, con control social y democrático, que produzcan los bienes y servicios que el país necesita y creen empleo estable. (...) Queremos que el Estado actúe con firmeza y de oficio frente a la precariedad, la explotación y la discriminación en las empresas».  (Partido del Trabajo Democrático; Feminismo socialista, 2020)

¡Por pedir que no quede! ¿Habéis reflexionado sobre si vuestros métodos de trabajo son los adecuados como para tener que apostarlo todo a que otros acepten aplicar vuestras demandas? ¿Con qué fuerza se hacen tales peticiones? ¿Acaso saben vuestros amos que existís como para influir mínimamente sobre ellos? 

Hay más ejemplos de esta ceguera por posibilismo. El actual Partido Comunista de España (marxista-leninista), que en lo ideológico no tiene nada que ver con el partido con mismas siglas que existió durante 1964-85, ha venido sufriendo una serie de bajas en militantes por las críticas internas y externas que ha recibido por su posicionamiento oportunista ante el gobierno de Sánchez-Iglesias –entre otros motivos–. 

«Por eso, el PCE (m-l) llama a la clase obrera y a los sectores populares no sólo a no dar ni un voto a las derechas, sino a votar activamente por las izquierdas». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Sobre los resultados de las elecciones generales, 2019)

¿Entonces para qué está el PCE (m-l)? ¿Por qué no se presenta? ¿Se ha convertido oficialmente en un grupo de folclore del antiguo PCE (m-l) de los 70? La dirección no sabe explicar por qué un partido que presume de décadas de historia no tiene fuerza para presentarse a elecciones y ofrecer una plataforma al pueblo, una alternativa. ¿Falta de apoyos, falta de unidad ideológica, lo uno y lo otro a la vez?

Sobre las elecciones de 2019, sacaron un comunicado celebrando los resultados que causó polémica:

«El resultado de las elecciones generales celebradas ayer, pone en claro que nuestra decisión fue acertada. La derecha ha salido de esta cita dividida y debilitada, aunque ni mucho menos derrotada. La victoria ha sido de nuestra clase y los pueblos de España, que han dejado meridianamente claro que a pesar del desánimo generado por el reformismo, su disposición a combatir el fascismo sigue alta. Un solo dato resume el carácter de esta cita: la participación en las elecciones ha aumentado en más de 2 millones de personas. Por todo ello, el PCE (m-l) valora positivamente el resultado electoral. Pero dicho esto, hay que añadir que sería un gravísimo error que la izquierda institucional considerara éste como un cheque en blanco para continuar aplicando sus ambiguas y limitadas políticas. Por el contrario, el resultado de las elecciones incrementa aún más la responsabilidad de los dirigentes social liberales y ciudadanistas frente a las clases populares. Y eso deben tenerlo particularmente claro los dirigentes de Unidas Podemos que han perdido más de un millón de votos y un 40% de escaños». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Sobre los resultados de las elecciones generales, 2019)

Aquí o bien se está admitiendo que gracias a su actividad y comunicados las «izquierdas» institucionales han obtenido la victoria electoral, cosa que significaría que declarados comunistas han trabajado activamente por un gobierno burgués socialdemócrata; o bien –y lo más probable– saben la incapacidad del PCE (m-l) para hacer ningún cambio real y por lo tanto, sus comunicados «para frenar el fascismo»  son un brindis al sol, un método alarmista y oportunista –según ellos táctica revolucionaria– para hacerle el juego al reformismo y ganarse su complicidad –seguramente para autoconvencerse de que no están completamente aislados de las masas– y, ahora que «se ha frenado el fascismo» pasan a exigirle al nuevo gobierno burgués que no sea como suele ser, que es como exigirle a un gorrino que no se arrastre por el fango; ambas posibilidades delatan al PCE(m-l) como lo que es,  el furgón de cola, la retaguardia de la retaguardia.

Para el PCE (m-l) «ganó el pueblo», para nosotros el pueblo no tiene nada que celebrar. Los trabajadores siguen echándose en brazos del reformismo por el miedo al fascismo, en cambio los descontentos con el primero tienden al apoliticismo cuando no a pasarse de trinchera fascista, cansados de decepciones y de que nadie se ocupe de sus problemas de raíz. Aumentó enormemente el voto a Vox, ni el PCE (m-l) ni ningún otro grupo antifascista ganó nada sustancial, pero, eh, «ganó el pueblo», ¿por qué? Según uno entiende de este comunicado simplemente porque el PSOE triunfó frente al PP en la lucha bipartidista de siempre, un partido que ellos mismos reconocen que está «al servicio de la oligarquía», pero a su vez dicen no estar tomados por la psicología del «cretinismo parlamentario». ¿Seguro? No comentaremos en demasiado este tipo de posturas, ya que tenemos un documento completo al respecto que razona en torno al error histórico de ver las elecciones como eje fundamental de la lucha antifascista. Esa desviación de conformarse con confiar o delegar en las fuerzas socialdemócratas –por ahora mayoritarias– para dirigir el combate contra el fascismo. Una táctica que las más de las veces acaba en tragedia para el pueblo. Un comunista de verdad no estará tranquilo –por lo menos– hasta que su partido tenga la suficiente fuerza para defenderse de forma autónoma ante la reacción, como para no tener que depender de aliados auxiliares tan poco confiables como anarquistas, agraristas, feministas, socialdemócratas y otros, sean grandes o pequeños, viejos o nuevos. Véase la obra: «Las elecciones, la amenaza del fascismo, y las posturas de los revisionistas» de 2019.

Hoy, tras dos años de estafas, para intentar maquillar sus posturas de «apoyo crítico» al gobierno, Carlos Hermida ha lanzado un «elaborado artículo» contra la nueva Ley Celaá donde ha elevado el tono de su «malestar» titulado: «El supuesto progresismo de la «Ley Celaá» o el arte de dar gato por liebre» de 2020, publicado en el Nº140 de su revista «Octubre». Toda la capacidad que el actual PCE (m-l) puede desplegar para exponer la nueva ley burguesa de educación, la cual se debatió hace meses, se basa en un artículo de literalmente una página. En él se condensa toda su queja en que los funcionarios no puedan mantener su trabajo, que los profesores de filosofía puedan dar a Platón y Kant sin problemas, y que se agilicen los trámites burocráticos. Parece ser que con eso y un par de detalles más ya tendríamos una educación pública al servicio del pueblo. A esto se le llama literalmente ser la aristocracia obrera del sistema, la cual mendiga a la burguesía un reparto del botín.

Sus militantes nos dirán. «¡Pero es que ese tema educativo ya lo hemos desarrollado en otras ocasiones!». En efecto, estas palabras de Hermida no nos sorprenden. En 2016, el PCE (m-l) ya escribía en un tono socialdemócrata:

«La educación pública está sufriendo desde hace años el acoso y derribo por parte del Partido Popular. La LOMCE es la última pieza de una política educativa clasista, destinada a reforzar la enseñanza privada concertada y vaciar de contenido humanístico el sistema educativo. El reforzamiento de la asignatura de Economía –siempre impartida desde una óptica neoliberal–, la progresiva marginación de la Filosofía y la Historia, así como la potenciación de la Religión, están conduciendo a la degradación de la educación, sometida a los dictados de un modelo pedagógico absurdo en el que los contenidos científicos se ven sustituidos por oscuros estándares de aprendizaje y competencias». (La JCE (m-l) convoca a los estudiantes a la huelga, 2016)

¿Se dan cuenta? Según el PCE (m-l), el PP habría venido a desmontar los programas «humanísticos» y «científicos» del PSOE.

Y en ese mismo año, en el mismo tono, dijeron:

«¿Qué hacer? La defensa de la educación debe ser una de nuestras premisas políticas y un punto de reunión con otras fuerzas progresistas. En estos momentos de crisis, donde el capital ataca ferozmente contra los derechos de los trabajadores, debe encontrarse una respuesta decidida y unitaria, los comunistas debemos exigir que la única política educativa correcta es aquella que promueve una educación pública, laica, gratuita e igualitaria para todas las personas». (Jesús Anero; La educación: una cuestión de clases, 2016)

Entiéndase que en palabras de un partido que publica sin despeinarse odas al feminismo de Simone de Beauvoir y que emite circulares internas de no atacar al «gobierno del cambio», esto no puede significar para ellos otra cosa que la «reunión con las fuerzas» con las organizaciones del gobierno y sus palmeros. Por lo que, en consecuencia, nadie va a confiar que vaya a ejercer un criticismo y oposición de verdad respecto a la cuestión de la mujer, la educación y la lucha de clases en general. Véase la obra: «Carta de Cese de militancia del Partido Comunista de España (marxista-leninista)» de 2020.

El actual PCE (m-l) castiga también a los militantes que no respetan mantener una «diplomacia con las fuerzas de la izquierda constitucional». ¿Qué significa esto? Que no se permite criticar públicamente las posturas capitalistas del PCE cuando la ministra del Trabajo, la orgullosa feminista Yolanda Díaz, pone de ejemplo a la empresa Inditex de Amancio Ortega. Todo esto se vuelve doblemente ridículo si tenemos en cuenta que el viejo PCE (m-l) nació en 1964 como escisión del propio PCE por su colaboración de clases. ¿Esto es «respetar el legado de Elena Ódena»? Más bien una forma de escupir sobre el mismo. Si la pasional revolucionaria pudiera ver a quien porta sus siglas, seguramente el apelativo más cariñoso que les profesaría a estos farsantes sería el de «sarnosos mencheviques» y «liquidacionistas». Todo esto viene de la actual política de alianzas del PCE (m-l). Véase el capítulo: «¿No se ha aprendido nada del desastre de las alianzas oportunistas y de los intentos de fusionarse con otros revisionistas?» de 2020.

Actualmente, trata de imponer a sus militantes la directriz de «no criticar al gobierno abiertamente por la ilusión despertada entre las masas». ¿No será que vosotros estáis proyectando sobre otros vuestros pensamientos reales como mecanismo de defensa? ¿No estaréis confundiendo vuestra ilusión –y vuestro oportunismo con las ideas del trabajador medio, que vota a estas agrupaciones como el «mal menor» ante PP-Vox o sencillamente lo hace, pero sin esperanza real de cambio alguno?

El PCE (m-l) opina que hay que pedir al gobierno «implementar sus promesas» para, supuestamente, «poner en jaque a la estructura del poder establecido» –¡como si el programa de cualquier organización socialdemócrata más a la derecha o más a la izquierda fuese encaminado a romper con el capitalismo!–. Así, después de eso –que nunca llegará– cree que será posible «promover y profundizar las medidas gubernamentales». ¿Pero con qué organización, autoridad y movilización se exigirá esto al «gobierno vacilante»? ¿Con la confianza que porta la línea política del PCE (m-l) con sus bandazos ideológicos y deserciones mensuales? ¡Por favor! Dejad de tomarnos el pelo a todos. 

La idea de «presionar al gobierno» para que tome medidas en contra de sus intereses y acabe poniendo las bases con las que destruir el capitalismo es simplemente absurda en sí misma, bien sea como petición o como exigencia, ¡antes de que algo así pase, la burguesía saca los tanques a la calle! Pero esto es mucho más irreal teniendo en cuenta que hoy los capitalistas se ríen de la «fuerza» y «aspiraciones» de estos «marxistas» de pacotilla –que recuerdan demasiado a Santiago Carrillo y sus renuncias–. La mayoría de la oligarquía está más que contenta con esos políticos que, desde el Ministerio de Trabajo, alaban a los capitalistas, cosa que además los «marxistas» de fuera del gobierno aplauden o silencian. Y cuando el «marxismo», en vez infundir temor, infunde tranquilidad, es que se ha convertido en el enemigo de clase. Todo esto ocurrirá de forma cíclica sin consecuencia de peso en el sentir popular, porque no existe una alternativa ideológicamente seria y organizadamente eficaz, por lo que siempre será aprovechado por un u otra facción de la burguesía.

Este ingenioso plan táctico del PCE (m-l) supone renegar a la hegemonía que se supone que debe construir el partido marxista-leninista –algo que piensan poder paliar con alianzas de dudoso fin–. La hegemonía real entre los trabajadores es la única que capacitaría no solo arrancar en un futuro concesiones a este u otro gobierno burgués en crisis, sino ponerlo directamente de rodillas y aniquilarlo sin contemplaciones mediante una revolución. Como dijeron los marxistas del siglo XIX: «La conquista del poder político se ha convertido en el gran deber del proletariado». No obstante, en la situación actual estas agrupaciones revisionistas piden calma y paciencia hacia el gobierno burgués, y cuando no es así –como ocurre con otros–, aunque se opongan frontalmente a él, por sus metodologías –igualmente reformistas o anarquistas– no tienen capacidad de penetrar, seducir y movilizar a las masas de forma independiente. Así, todo es palabrería. A ver quién dice la cosa más grandilocuente. Nuestros pequeños reformistas de momento se contentan con poner velas y rezar para que los grandes reformistas encuentren el camino de la rectitud moral una vez llegan al gobierno, para que no caigan en las tentaciones del capital, para que escuchen los alaridos de indignación del pueblo. Pero los partidos capitalistas del gobierno romperán constantemente sus promesas electorales, dejarán en la estacada a quienes confiaron en ellos para una mejora mínima de sus vidas. Es más, ya lo han vuelto hacer en esta legislatura. ¿Cuántas de las promesas que hizo Sánchez en su moción de censura contra Rajoy ha incumplido tras varios meses de gobierno? ¿Cuántas medidas que prometió durante la pandemia para aliviar la crítica situación está incumpliendo?

«Pablo Iglesias: «Mi primera medida en el Gobierno sería prohibir los desahucios hipotecarios». (La Sexta; 31 de mayo de 2014)

«El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ha afirmado este domingo en Santander que los socialistas van a construir «la España de las oportunidades, una España sin pobreza infantil, la España que puso fin a la impunidad de las élites financieras, que echó el candado a las puertas giratorias, una España sin desahucios, y una España laica», ha enfatizado». (Pedro Sánchez promete «una España sin desahucios, sin puertas giratorias y laica», 15 de marzo de 2015)

¿Y qué dicen los propios medios afines al gobierno?

«En España los desahucios no están prohibidos. El Gobierno dejó de permitirlos el pasado mes de marzo para las familias vulnerables económicamente «a consecuencia de la emergencia sanitaria ocasionada por el COVID-19», tal y como se puede ver en el Real Decreto-ley 11/2020, de 31 de marzo, de medidas urgentes para hacer frente al COVID-19, que ha sido prorrogado hasta el 31 de enero de 2020. Pero los desahucios no están prohibidos para el resto de ciudadanos. Según las estadísticas del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), se siguen produciendo desahucios en nuestro país. Por ejemplo, la organización «Stop Desnonaments» pidió ayuda para parar seis desahucios este martes 3 de noviembre en Palma de Mallorca. No es la única. La asociación de vecinos SOS Malasaña ha publicado diferentes tuits para movilizar a Madrid este 24 de noviembre ante un desahucio en la calle Luna». (Maldita.es; Es falso que los desahucios estén «prohibidos hasta el 31 de enero del próximo año» como dice Pedro Sánchez, 24 de noviembre de 2020)

Para más inri, todo quedó en:

«El texto definitivo, que, salvo sorpresa, irá al Consejo de Ministros el martes, supone que se paralicen durante el estado de alarma los desahucios de familias vulnerables sin una alternativa habitacional digna, pero también compensar con dinero público a los propietarios afectados, también en el caso de grandes tenedores, como bancos y fondos de inversión». (La Sexta; Podemos cede. El decreto antidesahucios incluirá compensaciones a los propietarios, también bancos y fondos de inversión, 17 de diciembre de 2020)

Hace unos años Sánchez, Iglesias o Garzón acusaban al gobierno del PP de ser unas marionetas al servicio de los monopolios de las eléctricas:

«La subida de la luz del 8% prueba el fracaso de la reforma eléctrica de Rajoy y alerta del riesgo de más gente sufriendo pobreza energética». (Twitter; Pedro Sánchez, 19 de diciembre de 2013)

«El Gobierno dijo que la luz subiría un 0,9%, luego un 2,8%. Finalmente es más de un 11%. Nos gobierna un partido vasallo de las energéticas». (Twitter; Alberto Garzón, 19 de diciembre de 2013)

«Disparar la factura de la luz un día como hoy solo demuestra la codicia de las eléctricas. Si el gobierno lo consiente, será cómplice». (Twitter; Pablo Iglesias Turrión, 18 de enero de 2017)

Si uno no los conociese, pudiera parecer que se está ante tres valientes progresistas que denuncian la especulación. Bien, ¿y que hace hoy el gran gobierno PSOE-Unidas Podemos del que forman parte? ¿Ha puesto coto a estos desmanes? ¡No! Ha permitido que las empresas que proveen a la mayoría de la población un bien básico, se llenen los bolsillos batiendo récords en cuanto precios inflados:

«La «memoria histórica», tan aludida por este Gobierno de coalición para otras respetables cuestiones, se ha vuelto contra él en un asunto que de verdad importa a los ciudadanos porque les toca sus bolsillos: la subida de la luz. Sin embargo, hasta ahora mantienen silencio ante el espectacular incremento que han tenido esta semana los costes de la electricidad en el mercado mayorista, cuyo precio medio se han disparado un 102%, pasando de los casi 47 euros el megavatio hora (MWh) del pasado domingo a los 95 euros de ayer». (ABC; Sánchez, Iglesias y Garzón callan la subida del 102% de la luz y criticaron a Rajoy alzas del 10%, 8 de enero de 2020)

¿Qué pasó con el llamado mínimo vital básico?:

«Las previsiones del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones cuando se diseñó y aprobó esta ayuda –cuyo proceso no estuvo exento de polémica por la rivalidad entre este departamento y la vicepresidencia social que dirige Pablo Iglesias– decían que llegaría a unos 850.000 hogares entre el final de este año y principios del que viene, a más tardar. Sin embargo, lo más seguro es que, para esa fecha, finalmente las familias beneficiadas con el IMV ronden las 200.000. Esto es: la mitad de la mitad de lo previsto este año, en el mejor de los casos. Según los últimos datos facilitados por el propio ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá». (Cinco Días; Ingreso mínimo vital: la mitad de la mitad de lo previsto, 16 de diciembre de 2020)

Lo mismo podríamos decir sobre el famoso impuesto a los ricos:

«Finalmente, el texto que presentan PSOE y Podemos como propuesta conjunta para la comisión de reconstrucción social y económica, al que ha tenido acceso El Independiente, tiene más significado por lo que elude que por lo que incluye. Porque en el capítulo referido a la fiscalidad, bajo el título «Política Fiscal y eficiencia del Gasto Público», nada se dice del llamado «impuesto a los ricos» o «tasa Covid». (El Independiente; PSOE y Unidas Podemos eliminan de sus propuestas de reconstrucción el impuesto a los ricos, 4 de junio de 2020)

¿Y el famoso apoyo a los «emprendedores» y «pymes»? El PSOE-Podemos ha descuidado a sus pequeño burgueses:

«El presidente del Gobierno anunció el 17 de marzo la puesta a disposición de 100.000 millones de avales públicos para que las empresas –principalmente pymes y autónomos– pudieran pedir préstamos con los que poder afrontar los pagos y poder subsistir ante el cierre de sus negocios. Por ahora, según las últimas cifras del pasado martes, el Ejecutivo apenas había aprobado operaciones con unas garantías de algo más de 5.000 millones, es decir, un 5% del total prometido». (El economista; Sánchez incumple sus principales promesas y genera más incertidumbre, 18 de abril de 2020)

¿Qué fue de la derogación íntegra de la reforma laboral? ¿Y de la odiada Ley de seguridad ciudadana o más popularmente conocida como Ley Mordaza? Podríamos seguir todo el día señores, no es el gobierno del cambio, sino el gobierno del fraude. 

El mismo vicepresidente del gobierno confesaba:

«Pablo Iglesias: Ningún rico ni ningún poderoso está dispuesto a aceptar fácilmente una decisión, por muy democrática que sea si afecta a su riqueza y a su poder. (...) ¿Pero tienes alguna duda de que la patronal y las inmobiliarias no hacen presión al ministro de Economía? (...) A veces puede ocurrir que dentro del Gobierno, tú estés discutiendo con otro ministro, que no solamente esté hablando en base a las presiones que tiene, sino que hace suyos los argumentos de la Patronal inmobiliaria, o ¿qué te piensas que es esto? ¿O cómo funciona la política o los lobbies? (...) Tenemos un sistema democrático, pero limitado por poderes que ponen muchas trabas y muchas dificultades a que la voluntad popular de la gente se pueda expresar. (...) Estar en el Gobierno no es estar en el poder. (...) Yo dije antes de ser vicepresidente del Gobierno que hay señores que mandan más que los diputados y los ministros y ahora, siendo vicepresidente, lo vuelvo a decir, hay dueños de bancos, dueños de grandes empresas que tienen más poder que yo y no les ha votado nadie. (...) A veces dentro del Gobierno estás discutiendo con un ministro que hace suyos los argumentos de la patronal inmobiliaria», afirma Pablo Iglesias cuando habla de las presiones de «gente poderosa y rica» al Gobierno». (Salvados; Entrevista a Pablo Iglesias, 17 de enero de 2021)

Aquí solo hay dos opciones. La primera, es que Iglesias, como licenciado en Ciencias Políticas, conocía sobradamente cómo discurre la política burguesa y el funcionamiento de esta «democracia limitada», pero pese a saber que no iba a cambiar nada sustancial, ha entrado como vicepresidente del gobierno PSOE-Unidas Podemos para acaparar poder y riquezas personales –¡el chalet de Galapagar de 615.000 euros no se paga solo!–. La otra opción es que, sin saberlo, ha prometido algo a sus seguidores que ahora se da cuenta que es imposible, un programa que no puede cumplir –por las propias reglas del juego–, y, en consecuencia, debe dimitir –acto honorable que jamás hará este chupóptero–. Cualquiera de las dos opciones deja en mal lugar al señor Iglesias y a quienes pidieron el voto para ellos –aun sin ser militante de la formación morada–.

Pero, Podemos, no solo no rompe la coalición de un gobierno que sabe que no hará nada de enjundia, sino que, como le recordaba el periodista de su entrevista, ha creado sus propios medios de comunicación –gracias a la financiación estatal que recibe su partido–:

«Gonzo: ¿Qué es que un partido político en el gobierno como Podemos saque un medio digital como es la última hora?, Usted también es poderoso, usted dijo que si los poderosos tienen un medio político como medio de comunicación es peligroso». (Salvados; Entrevista a Pablo Iglesias, 17 de enero de 2021)

¿Cómo es posible que un periodista de la Sexta tenga más criticismo que los presuntos «revolucionarios»? ¿Alguien piensa que la «izquierda financiada» va a salvar al pueblo derrocando este Estado que le costea una vida de marqueses?

Para finalizar, un Pablo Iglesias totalmente derrotado políticamente, anunció su dimisión, dejó preparada su última baza, Yolanda Díaz, ¡futura presidenta de España! ¿bajo qué credenciales presenta Unidas Podemos su candidatura? ¿Por tener un nombre en femenino? ¡No, hombre! No es eso, atentos:

«En una entrevista concedida a FurorTV, el vicepresidente ha querido ensalzar la trayectoria política de Díaz, que se ha convertido en, según Iglesias, la «mejor ministra de Trabajo de la historia». «Todo el mundo ve que Yolanda va a ser una de las personas por las que pase el futuro». (El Plural; Pablo Iglesias abre la puerta a Yolanda Díaz como su sucesora: «¿Por qué no?», 25 de febrero de 2021)

¿Sí, seguro? Veamos unos números –juramos al lector no marearle más con datos, por suerte, el «gobierno progresista» se desmonta rápido–:

«Las previsiones se han visto una vez más desbordadas y el mercado laboral ha retrocedido más de un semestre, hasta las cifras del pasado mes de julio, al registrarse a mediados de este mes 878.000 trabajadores afectados por un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) como consecuencia de la gestión de la pandemia». (La Razón; Rumbo al millón de personas en ERTE, 23 de febrero de 2021)

«En concreto, 101.086 empresas con al menos un asalariado han desaparecido del tejido productivo en los últimos 12 meses. Lo singular no es solamente el número, que representa la liquidación de casi siete de cada 100 empresas el 6,79% que existían en España antes de la pandemia, sino que este, lejos de crecer, ha seguido cayendo en el último trimestre en coherencia con el aumento de las restricciones debido a la tercera oleada del virus». (El Confidencial; Más de 100.000 empresas siete de cada 100– han echado el cierre en el último año, 2 de febrero de 2021)

¡Enorme trabajo señora Díaz! ¿A quién le importa la destrucción de las fuerzas productivas del país y el desempleo cuando tiene feminismo? 

Y todavía existen organizaciones y figuras que se dicen de «izquierda» que apoyan todo este circo. El destino de todas estas agrupaciones, REM, la Maza, PCE (m-l), PDT y tantos otros, es bien sabido a poco que se repase la historia:

«Grupos eclécticos los hay y los ha habido a pares y no tienen que enseñar nada a nadie. Tenemos hoy al Partido de Trabajo Democrático (PTD) que le hace el juego a Podemos. De su entrismo en él solo saldrá su disolución en él, como ocurre siempre, véase el trotskismo o la antigua ORT y su final deshonroso en el PSOE. Estos grupos acaban matándose en una lucha fraccional como la que acaba de sufrir Podemos con las salidas del grupo de Errejón y ahora con los anticapitalistas, y esta es la conclusión normal como advertíamos desde su fundación en 2014, porque son eclécticos sin principios sólidos. (...) Esto es normal. Pequeños grupos y escisiones como brotan a diario. Muchos nacen, se desarrollan y mueren sin pena ni gloria. El motivo de tal fenómeno es que cuanto más ecléctica es una organización con más fuerza se hace notar la fuerza centrífuga en su seno, más rápido se descompone, aunque la acción personal de sus actores es un factor nada desdeñable. Los planes fantasiosos, mecanicistas y metafísicos de estos cabecillas llevan a la atrofia en el partido –aunque dudamos de que alguna vez esta gente haya comprendido o sabido aplicar la dialéctica en sus planes–, lo que conduce a que su organización sufra el mismo fenómeno que uno puede observar con el agua estancada: si no existe suficiente corriente, si no existe una fluidez del agua que permita que todo siga un ciclo correcto, en dicho lugar empiezan a proliferar todo tipo «enfermedades» –liberalismo, aislacionismo de la realidad, miopía política, burocratismo, etcétera–, mientras la charca ya es disputada por diversos «insectos» –los cabecillas de cada corriente– cada uno con un fin propio, beneficiándose de dicho lugar hasta que crean preciso irse a otro –fundación de un nuevo partido–». (Equipo de Bitácora (M-L); Ensayo sobre el auge y caída del Partido Comunista de España (marxista-leninista), 2020)

Se comprende pues que pecan de oportunismo. ¿Y qué significa esto? Para quien no esté familiarizado con el término podemos decir que desde el punto de vista marxista y la lucha de clases:

«El oportunismo es el sacrificio de los intereses vitales de las masas en aras de los intereses momentáneos de una minoría insignificante de obreros o, dicho en otros términos, la alianza entre una parte de los obreros y la burguesía contra la masa proletaria». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Irritado desconcierto, 1907)

Así pues la creencia de cualquier autodenominada «izquierda» –nos da igual que más preferentemente socialdemócrata, nacionalista, feminista e incluso anarquista– de que se puede crear una educación de este tipo bajo el régimen capitalista –y a través de su sistema parlamentario– tiene el mismo sentido que las aspiraciones a la «paz», «democracia» y «libertad» en abstracto; es creerse el cuento de que bajo el sistema imperante puede existir una «educación universal, laica, científica y de calidad» sin choques y fricciones sociales enormes con las élites económicas –una fea realidad que ninguno de estos grupos están dispuestos a asumir, por lo cual siempre se acaban plegando ante los mandatos de los de arriba–. Creer en estos cuentos, que a todas luces la historia revela como una mentira, es de un reformismo estéril en el que solo puede confiar un alma cándida. Quien propala esto es, en el mejor de los casos, un necio, en el peor, un estafador. 

«En primer lugar, no hay que sobrestimar el rol de las reformas en las condiciones del capitalismo, de ningún modo hay que crear en la clase obrera y las masas trabajadoras ilusiones del tipo que por medio de las reformas se pueden resolver los problemas vitales de los trabajadores, asegurar el mejoramiento radical de sus condiciones de trabajo y vida. (...) Si el programa de reformas se separa, se aísla, y se convierte en algo independiente de la lucha general por el derrocamiento del capitalismo y el triunfo del socialismo, sobre todo cuando la lucha de reformas se presenta como la vía al socialismo, como es el hecho de la actual dirigencia del PCI, esto lleva a posiciones oportunistas y reformistas del «economismo». (...) En segundo lugar, en la lucha por las reformas no hay que olvidar tampoco la importante enseñanza de Lenin según el cual hay reformas y reformas. Hay unas reformas que los trabajadores, bajo la dirección del partido revolucionario, arrancan por su lucha al capital, lo obligan a batirse en retirada, a hacer concesiones, que son ciertamente reformas en interés de las masas trabajadoras y es por ello que por tales reformas hay que pelear. Pero también existen reformas engañosas que son emprendidas por las clases explotadoras en el poder, a fin de desviar a los trabajadores de la revolución». (Zëri i Popullit; A propósito de las tesis concernientes al Xº Congreso del Partido Comunista Italiano, 18 de noviembre de 1962)

Si uno echa un vistazo a la historia del revisionismo moderno, sabrá que la idea de Unidas Podemos y de toda la ristra de organizaciones que le acompañan es la de aspirar a la vieja estrategia reformista basada en tratar de conquistar poco a poco los «medios ideológicos de poder», como son la escuela o los medios de comunicación, posibilitando –en teoría– un «cambio estructural». Es decir, quieren empezar la casa por el tejado. Véase el capítulo: «El «pablismo» de Podemos, pese a su pose original, es heredero del «carrillismo» del PCE en su estrategia de toma de poder» de 2017.

Aunque quizás el problema es que directamente nuestros afables oportunistas no quieren aceptar los límites reales del reformismo como todo buen revolucionario entendería:

«Para los comunistas, el parlamento no puede ser actualmente, en ningún caso, el teatro de una lucha por reformas y por el mejoramiento de la situación de la clase obrera, como sucedió en ciertos momentos en la época anterior. El centro de gravedad de la vida política actual está definitivamente fuera del marco del parlamento. Por otra parte, la burguesía está obligada, por sus relaciones con las masas trabajadoras y también a raíz de las relaciones complejas existentes en el seno de las clases burguesas, a hacer aprobar de diversas formas algunas de sus acciones por el parlamento, donde las camarillas se disputan el poder, ponen de manifiesto sus fuerzas y sus debilidades, se comprometen, etc. Por eso el deber histórico inmediato de la clase obrera consiste en arrancar esos aparatos a las clases dirigentes, en romperlos, destruirlos y sustituirlos por los nuevos órganos del poder proletario. Por otra parte, el estado mayor revolucionario de la clase obrera, está profundamente interesado en contar, en las instituciones parlamentarias de la burguesía, con exploradores que facilitarán su obra de destrucción. Inmediatamente se hace evidente la diferencia esencial entre la táctica de los comunistas que van al parlamento con fines revolucionarios y la del parlamentarismo socialista que comienza por reconocer la estabilidad relativa, la duración indefinida del régimen. El parlamentarismo socialista se plantea como tarea obtener reformas a cualquier precio. Está interesado en que cada conquista sea considerada por las masas como logros del parlamentarismo socialista –Turati, Longuet y cía.–. (...) Esta acción parlamentaria, que consiste sobre todo en usar la tribuna parlamentaria con fines de agitación revolucionaria, en denunciar las maniobras del adversario, en agrupar alrededor de ciertas ideas a las masas que, sobre todo en los países atrasados, consideran a la tribuna parlamentaria con grandes ilusiones democráticas, debe ser totalmente subordinada a los objetivos y a las tareas de la lucha extraparlamentaria de las masas». (Internacional Comunista; El partido comunista y el parlamentarismo, 1920)

Marx refutó estas ilusiones sobre la educación con sorna, detallando las limitaciones de la educación bajo el sistema existente:

«¿Educación popular igual? ¿Qué se entiende por esto? ¿Se cree que en la sociedad actual –que es de la única de que puede tratarse–, la educación puede ser igual para todas las clases? ¿O lo que se exige es que también las clases altas sean obligadas por la fuerza a conformarse con la modesta educación que da la escuela pública, la única compatible con la situación económica, no sólo del obrero asalariado, sino también del campesino?

«Asistencia escolar obligatoria para todos. Instrucción gratuita». La primera existe ya, incluso en Alemania; la segunda, en Suiza y en los Estados Unidos, en lo que a las escuelas públicas se refiere. El que en algunos estados de este último país sean «gratuitos» también centros de instrucción superior, sólo significa, en realidad, que allí a las clases altas se les pagan sus gastos de educación a costa del fondo de los impuestos generales. Y –dicho sea incidentalmente– esto puede aplicarse también a la «administración de justicia con carácter gratuito» de que se habla en el punto A, 5 del programa. La justicia en lo criminal es gratuita en todas partes; la justicia civil gira casi exclusivamente en torno a los pleitos sobre la propiedad y afecta, por tanto, casi únicamente a las clases poseedoras. ¿Se pretende que éstas ventilen sus pleitos a costa del Tesoro público?

El párrafo sobre las escuelas debería exigir, por lo menos, escuelas técnicas –teóricas y prácticas–, combinadas con las escuelas públicas.

Eso de «educación popular a cargo del Estado» es absolutamente inadmisible. ¡Una cosa es determinar, por medio de una ley general, los recursos de las escuelas públicas, las condiciones de capacidad del personal docente, las materias de enseñanza, etc., y, como se hace en los Estados Unidos, velar por el cumplimiento de estas prescripciones legales mediante inspectores del Estado, y otra cosa completamente distinta es nombrar al Estado educador del pueblo! Lo que hay que hacer es más bien substraer la escuela a toda influencia por parte del gobierno y de la Iglesia. Sobre todo en el imperio prusiano-alemán –y no vale salirse con el torpe subterfugio de que se habla de un «Estado futuro»; ya hemos visto lo que es éste–, donde es, por el contrario, el Estado el que necesita recibir del pueblo una educación muy severa.

Pese a todo su cascabeleo democrático, el programa está todo él infestado hasta el tuétano de la fe servil de la secta lassalleana en el Estado; o –lo que no es nada mejor– de la superstición democrática; o es más bien un compromiso entre estas dos supersticiones igualmente lejanas del socialismo.

«Libertad de la ciencia»; la estatuye ya un párrafo de la Constitución prusiana. ¿Para qué, pues, traer esto aquí?

«¡Libertad de conciencia!». Si, en estos tiempos del Kulturkampf, se quería recordar al liberalismo sus viejas consignas, sólo podía hacerse, naturalmente, de este modo: todo el mundo tiene derecho a satisfacer sus necesidades físicas, sin que la policía tenga que meter las narices en ello. Pero el Partido Obrero, aprovechando la ocasión, tenía que haber expresado aquí su convicción de que «la libertad de conciencia» burguesa se limita a tolerar cualquier género de libertad de conciencia religiosa, mientras que él aspira, por el contrario, a liberar la conciencia de todo fantasma religioso. Pero, se ha preferido no sobrepasar el nivel «burgués». (Karl Marx; Glosas marginales al programa del Partido Obrero Alemán, 1875)

Daremos un solo dato que evidencia la superioridad de la educación socialista versus la educación capitalista:

«Artículo 121. Los ciudadanos de la URSS tienen derecho a la instrucción. Garantizan este derecho la enseñanza general y obligatoria de ocho grados, la gran amplitud de la enseñanza media politécnica general, de la enseñanza profesional y técnica, y de la enseñanza media especializada y superior, basadas en la vinculación del estudio con la vida, con la producción; el fomento máximo de la enseñanza nocturna y por libre, la gratuidad de toda clase de enseñanza y el sistema de becas del Estado; la enseñanza en las escuelas en la lengua materna, y la organización en las fábricas, sovjoses y koljoses de la enseñanza gratuita fabril, técnica y agronómica para los trabajadores». (Constitución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, 1936)

Pongamos otro ejemplo más concreto hablando de los logros de los comunistas en la educación:

«En la Hungría de Horthy, en institutos y universidades, los jóvenes estudiantes de procedencia obrera y campesina constituían solamente 5 % en los Institutos y 3.5 % en las Universidades. Hoy, esos porcentajes son, respectivamente, de 67% y de 46.5%. ¿Qué es lo que ha permitido ese cambio total en la composición social del cuerpo estudiantil de los Institutos y Universidades? La transformación económica, política y social que se -ha operado en Hungría. (...) Por eso en un régimen capitalista, y en un régimen fascista con mayor razón, el acceso a los centros de cultura les está vedado a la inmensa mayoría de los jóvenes, aún cuando las leyes de la nación les reconozcan demagógicamente ese derecho, que su condición económica les coloca en la imposibilidad de ejercer. (...) La Constitución no es letra muerta. La Constitución húngara de 1949 garantiza a todos los ciudadanos el derecho, a la instrucción, y el Gobierno les da la posibilidad de adquirir esa instrucción. Veamos cómo ocurre eso en la práctica. Ya hemos dicho más arriba que la enseñanza primaria es obligatoria y gratuita. ¿Qué ocurre con la segunda enseñanza y la enseñanza universitaria? En esos centros culturales, la enseñanza también es gratuita y en ellos pueden ingresar todos aquellos muchachos y muchachas que habiendo terminado con éxito los estudios de la escuela primaria general, reúnan condiciones para el estudio. Y no sólo la enseñanza es gratuita, sino que muchos de esos jóvenes, especialmente los hijos de obreros y campesinos y aquéllos que tienen que abandonar su hogar para ingresar en la universidad –los que viven en pueblos pequeños, por ejemplo–reciben del Estado una ayuda material, una especie de sueldo que les permite cubrir sus necesidades, pues el estudio se considera un deber, como se considera un deber el trabajo. En el ejercicio de 1950-51, el Estado húngaro ha destinado 160 millones de forintos a las becas y a las instituciones de ayuda a los estudiantes. (...) Más de 19.000 estudiantes de las universidades y escuelas superiores, han percibido becas. (...) En el año escolar 1950-51 han funcionado en Hungría 22 universidades y escuelas superiores, o sea 10 más que antes de la guerra. Están también –y ésta es una de las cosas más importantes y merece ser estudiada aparte– las sucesivas reformas de la enseñanza encaminadas a simplificar ésta y hacerla más eficaz, dividiéndola en diversas ramas. Todo eso refleja la preocupación del Gobierno húngaro por el desarrollo de la enseñanza, dentro del cuadro del desarrollo de la cultura en general, que está adquiriendo en Hungría una brillantez como jamás la había conocido». (Vicente Arroyo; Desarrollo cultural de la República Popular de Hungría, 1951)

Esta instrucción multifacética y gratuita en el campo de la formación personal que se otorgaba en la antigua URSS o Hungría, todavía no se ha logrado jamás en ningún país capitalista. Y claro es, que la burguesía no permitirá que se adopten estas medidas puesto que supone arriesgar su bolsillo, por lo que repetimos, los planes de esta «izquierda domesticada» no conducen a nada, a vagar en la nimiedad.

Esto no excluye que aquellos proyectos educativos alcanzasen la perfección ni que estuviesen exentos de graves errores en su puesta en práctica. De otro modo, estos países no habrían caído rápidamente bajo la ideología burguesa-revisionista. Las universidades, lejos de ser un caldo de cultivo para combatir la burocracia y las medidas procapitalistas de los jruschovistas, se convirtieron en los focos oposición, sí, pero solo para promover el anticomunismo cercano a Occidente. 

En próximos capítulos veremos qué metodología adoptan los marxistas en el ámbito pedagógico, cómo cambiará la educación en el plano ideológico y de las materias a estudiar, así como también qué errores históricos han acontecido en la educación de los países marxistas y deben ser evitados a toda costa». (Equipo de Bitácora (M-L); La cuestión educativa, el feminismo, y el clásico discurso liberal de la «izquierda», 2021)

Anotaciones de Bitácora (M-L):

[*] Los capítulos anteriores:






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