[Publicado originalmente en 2020. Reditado en 2021]
«Tras nuestra lectura de los informes, discursos y otros
documentos hechos públicos de diversas organizaciones respecto a la pandemia
del COVID-19 [coronavirus], bien sean estas más «progresistas» o
«conservadoras», más escoradas a la «izquierda» o a la «derecha», observamos,
una vez más, que gran parte de los políticos, artistas y filósofos, lejos de
alejarse de las corrientes pseudocientíficas, secundan y emiten declaraciones
que terminan por reproducir y dar por buenas una serie de hipótesis «conspiranoicas»
de lo más ridículas, las cuales no solo no aportan claridad al respecto, sino
que acaban sembrando entre la población −más aún si cabe− una mezcla de pánico
y confusión. Bien, lo primero que habría que dejar claro es que las ideas de
esta gente son, por lo general, muy fáciles de desmontar, pues encierran
ingentes cantidades de contradicciones.
El desconfiado y el charlatán comparten el conformismo
agnóstico, a ambos les basta con afirmar que «esto» o «aquello» no debe ser
discutido por su plausibilidad, porque «el ser humano es suficientemente
retorcido» como para hacer esto otro. Pero como dijo Lenin, «háblame de hechos
y no de posibilidades». En cambio, el hombre de ciencia, en lugar de arrojarse
a la especulación enajenada, en lugar de sumarse a la turba de «expertos» que
se dedican a la «opinología», comprobará qué hechos sostienen una teoría −o si
estos existen en absoluto−. Lo contrario es embarcarse en la cavilación estéril
que, tras días de quebraderos de cabeza, culmina en conclusiones carentes de
valor que deben ser arrojadas al contenedor de la especulación. Uno de los
pensadores materialistas más importantes del siglo XIX lo explicaba así:
«Esta incomprensibilidad no te da derecho a
deducir las consecuencias supersticiosas que la teología saca del conocimiento
humano; no te da derecho a fantasear en el campo de las causas naturales,
porque solamente puedes decir: «Yo no puedo explicar la vida desde estos
fenómenos o causas naturales que me son conocidas o desde el modo como ahora me
son conocidas»; y no puedes decir sin pretender haber agotado hasta la última
gota de océano de la naturaleza que la vida no sea totalmente explicable por
medio de la superposición de seres inventados; no te da derecho a hacerte
ilusiones y a engañarte a ti mismo y a los demás con una explicación que nada
explica; no te da derecho a convertir en «no saber» de las causas naturales y
materiales en un «no saber» de dichas causas, a divinizar tu ignorancia, a
personalificarla y objetivizarla en un ser que debería sacarte de encima tu
ignorancia, pero que en realidad no expresa más que la naturaleza de esa
ignorancia tuya, que la ausencia de explicaciones positivas y materiales. (...)
En lugar de ser lo suficientemente honesto y humilde como para decir: «No sé el
motivo, no puedo explicarlo, me faltan datos, los materiales» tú, con ayuda de
la fantasía, conviertes estos defectos, estas negaciones, estas definiciones de
tu cabeza en seres positivos, en seres que son inmateriales. (...) La
ignorancia se conforma con seres inmateriales, incorpóreos, no naturales, pero
su inseparable compañera, la exuberante fantasía, que siempre tiene cosas que
hacer únicamente con seres altísimos y supremos y máximos, eleva inmediatamente
estas pobres producciones de la ignorancia al rango de seres sobremateriales y
sobrenaturales». (Ludwig Feuerbach; La esencia de la religión, 1845)
«Sorprendentemente», en los análisis de este tipo de personas
paranoicas y especulativas siempre concluyen con el escenario más improbable.
Estos señores, a falta de datos concretos que permitan una examinación en
profundidad, eluden por completo los instrumentos esenciales del análisis
lógico como, por ejemplo, la «navaja de Ockham», que indica que: «En igualdad
de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable». El
nominalismo del siglo XIV, el racionalismo de este franciscano, es una
filosofía más avanzada y cercana al método científico que la que acostumbran
estos seres. Pero, como no siempre todo es tan sencillo como parece y esta
formulación lógica no es suficiente −ni mucho menos−, es hora de que empecemos
a entrar en materia.
Comencemos observando algunas de las tesis conspirativas que
se han viralizado en los últimos meses:
«A través de Twitter y Facebook se ha extendido una idea falsa que atribuye el brote de este virus a un complot promovido por el empresario y filántropo Bill Gates, cofundador de Microsoft, y planificado a través de un laboratorio británico. Esta teoría ha sido alentada por integrantes de la comunidad anti-vacunas y el movimiento QAnon, fundado por simpatizantes de Donald Trump que creen que el presidente de Estados Unidos, con la ayuda discreta de las Fuerzas Armadas, se enfrenta a «élites globalistas» que pretenden socavar las esencias del país. El multimillonario George Soros, destacados dirigentes demócratas... y Bill Gates serían algunos de sus miembros destacados, según este movimiento. (...) Finalmente, hay usuarios convencidos de que esta enfermedad ha sido fabricada por grupos farmacéuticos interesados en vender vacunas. Sin embargo, ahora mismo, gracias a que las autoridades chinas están haciendo pública toda la información sobre el brote, cualquier laboratorio del mundo puede trabajar en fabricar una vacuna para comercializarla después». (El día.es; Del complot de Bill Gates a la mano de las farmacéuticas, 31 de enero de 2020)
Algunos grupos revisionistas, es decir, aquellos que revisan
las bases fundamentales del método marxista, han reproducido estas teorías sin
problemas. Una parte de ellos acusa a un bloque imperialista en base a las
afirmaciones de los voceros del bloque antagónico. Otros coinciden con las
ideas más fantasmagóricas que la derecha conservadora difunde día y noche. También
hay unos pocos que recubren su discurso conspiranoico de un halo
anticapitalista −para así decorar sus historias fantásticas que en ningún
momento pueden sostener con datos ni pruebas empíricas concluyentes−. ¿Qué significa
todo esto a nivel filosófico, qué implica este subjetivismo?
«La negación de la presencia de un grano de verdad
absoluta en las leyes de la ciencia por parte de la filosofía burguesa moderna
tiene como objetivo reemplazar la verdad científica con lo «irracional», la fe,
incluso la «fe animal» −instinto−, etc. (...) Todo esto es necesario para que
la reacción imperialista pase de contrabando el oscurantismo y el misticismo a
la ciencia y convierta la ciencia en un instrumento para la esclavitud espiritual
de las masas trabajadoras». (V.P. Tugarinov; Sobre las leyes del mundo objetivo
y las leyes de la ciencia, 1952)
Todos ellos tratan de analizar un fenómeno no a partir del
estudio de la realidad concreta, sino partiendo de lo que deberían ser las conclusiones
de su análisis, reduciendo la argumentación a la justificación de sus
prejuicios. Erigen su análisis sobre concepciones absolutamente erradas en la
comprensión del funcionamiento del poder bajo el capitalismo: achacan a una
élite bancaria la capacidad de gobernar sin equívoco y al unísono cada fenómeno
que tiene lugar en el mundo −¡o quizás en el universo!−. No hay cabida para la
casualidad; toman el correcto principio de que nada ocurre porque sí −causalidad−
para distorsionarlo y situar a la mencionada «élite» a la cabeza de todo lo que
ocurre en el mundo, dependa esto −o no− exclusivamente del factor humano de la
ecuación. No hay nada en el mundo que no haya sido dictado por esta supuesta
élite todopoderosa y omnisciente; si hay una explosión en un edificio madrileño
debe ser parte de la política de choque y pánico de una élite interesada en
«desviar la atención» y «manipular la opinión pública». Si las cigüeñas alteran
su vuelo migratorio no es cuestión de la alteración de su hábitat natural, sino
culpa del Club Bilderberg o los anunakis −o vaya uno a saber que tontería−. Y,
por supuesto, una pandemia mundial no puede ser algo ajeno a la élite, esta
tiene que estar detrás de ella. Así, si se parte de este hecho−prejuicio, más
bien−, si se acepta su existencia, debe reconocerse que no hay ningún fenómeno
que no haya sido dictado por las élites entre bastidores. Se confunde la
respuesta del capital ante determinados fenómenos con las razones que los
originan. Un error de colegial:
«Se trata sencillamente de otra formulación del
viejo amable método ideológico que solía llamarse apriorístico, y que consiste
en no registrar las propiedades de un objeto estudiando el objeto, sino en
deducirlas demostrativamente a partir del concepto del objeto. El objeto debe
regirse por el concepto, no el concepto por el objeto. (...) La filosofía de la
realidad muestra, pues, también aquí que es pura ideología, deducción de la
realidad no a partir de sí misma, sino a partir de la representación. Si, pues,
un tal ideólogo se dispone a construir la moral y el derecho no con las
condiciones sociales reales de los hombres que le rodean, sino a partir del
concepto o de los supuestos elementos simples de «la sociedad», ¿qué material
tiene para esa construcción? Lo tiene obviamente de dos tipos: primero, el
escaso resto de contenido real que tal vez quede en aquellas abstracciones
puestas como fundamento; segundo, el contenido que nuestro ideólogo vuelva a
introducir en ellas partiendo de su propia consciencia. Y ¿qué encuentra en su
consciencia? Sobre todo, concepciones morales y jurídicas que son expresión más
o menos adecuada −positiva o negativa, conformista o polémica− de las
condiciones sociales y políticas en las que vive; luego tal vez nociones
tomadas de la literatura principal; por último, quizá, manías personales».
(Friedrich Engels; Anti-Dühring, 1878)
Así, por ejemplo, llegaríamos a que para estos idealistas
subjetivos, términos como «coronavirus» o «pandemia», no serían acepciones
objetivas basadas en el estudio de dichas manifestaciones en la realidad
concreta −en este caso, España o el mundo− sino que, para estos «filósofos» de
a pie −y otros «profesionales» que se ganan la vida ejerciendo tales chorradas−,
cada uno debería ser libre de interpretarlos bajo las libres apetencias de su
propio esquema mental: así pue, tenemos que unos interpretan la presente crisis
pandémica del COVID-19 como sinónimo de «crisis desatada por un determinado
país» −como alegan los líderes imperialistas−,
otros como «plan de dominación mundial» −globalistas conspiranoicos−, e incluso
como una «oportunidad revolucionaria» −como celebran los catastrofistas−.
Y algunos dirán: «¡No, hombre! No es un afán subjetivo mío,
esta concepción es compartida por más compañeros». Bien, entonces este
idealista cree que la veracidad de un fenómeno no está basada en su objetividad
real e independiente del ser humano, ¡sino que depende del grado de cordura o
locura del colectivo!
«Esta insistencia en la independencia del mundo
exterior de la conciencia humana es el principio que distingue al materialista
dialéctico del subjetivista en su actitud hacia la verdad objetiva. Para
Bogdanov, la objetividad de una cosa tiene un solo significado: su «general
significado».
«El carácter objetivo del mundo físico», dice
Bogdanov, «radica en esto, que no existe para mí personalmente, sino para todos
y tiene para todos un significado definido, que estoy seguro es el mismo que
para mí. La objetividad del orden físico es su general significado».
Como vemos de lo anterior, Bogdanov entiende por
objetividad la coincidencia de representaciones en la conciencia de varios
«co-hombres», y solo eso; niega así una objetividad puramente concreta de la
naturaleza, es decir, su independencia del hombre y de la existencia humana. El
principio bogdanoviano de «significado general» establece la objetividad del
mundo material totalmente en dependencia del sujeto, como resultado de lo cual
la distinción entre ciencia y superstición parece borrarse. Este último punto
es enfatizado fuertemente por Lenin, quien declara que se puede decir de
cualquier creencia religiosa que se desee que posea un «significado general»,
porque incluso hoy se puede encontrar que una «gran parte de la humanidad» se
aferra a ella». (M. Shirokov; Un libro de texto de filosofía marxista, 1937)
Por si el lector se ha perdido al no estar familiarizado con
la terminología filosófica, intentaremos explicarlo mediante otro ejemplo: la
realidad objetividad de que la Tierra es esférica y rota alrededor del Sol
desde hace miles de millones años no es algo que fuera alterado durante la Edad
Antigua, cuando el pensamiento mayoritario no contemplaba esta realidad.
Incluso cuando se pudo corroborar científicamente −confirmándose las
teorizaciones previas− que la Tierra es un orbe esférico que rota alrededor del
Sol, una gran cantidad de personas seguirían creyendo que la Tierra era el centro del universo durante
largo tiempo. ¿Quién tenía razón? ¿Quiénes apoyaban la antigua teoría, aún
mayoritaria? ¿O quienes, entonces en minoría, la reformularon de acuerdo con
las investigaciones científicas más avanzadas? Por mucho que se considerase que
el universo se comporta de un modo determinado, a este le «es indiferente» la
opinión que la mayoría de la humanidad tuviese −o tenga− de él. El
universo seguirá rigiéndose por sus leyes objetivas −a las que, no olvidemos,
la humanidad también está sometida−, independientes de las creencias y el grado
de conocimiento humano. Dicho de otro modo: por mucho que el número de personas
terraplanistas y geocéntricas creciese de forma exacerbada, esto no comportaría
ningún cambio en la física y composición de la Tierra y el Sistema Solar que,
evidentemente, no variarán en consonancia con la opinión generalizada del ser
humano, aún si esta se manifiesta de forma unánime. Esto es así, pues que
sepamos, hasta la fecha, ¡la humanidad no ha desarrollado la capacidad de crear
o destruir mundos y galaxias con el pensamiento!
a) Los «conspiranoicos» que aceptan alguna de las
teorías de los bloques imperialistas
Pasemos, pues, a ver los tres principales modelos de
conspiración. Empecemos por estos primero. Los líderes mundiales, como era de
esperar en medio de una guerra comercial entre China y los EE.UU., se han
aventurado a intercambiar una serie de acusaciones sin respaldo alguno,
usándolas como arma arrojadiza para denigrar al adversario. Así pues, China acusó
a EE.UU. de haber comenzado el COVID-19:
«El portavoz del Ministerio de Exteriores chino
Zhao Lijan publicó un tuit en el que sugería que podría ser el Ejército estadounidense quien llevó
el nuevo coronavirus a Wuhan. «La CDC [institución sanitaria estadounindense]
atrapada en el acto. ¿Cuándo comenzó el paciente cero en los Estados Unidos?
¿Cuántas personas están infectadas? ¿Cómo se llaman los hospitales? Podría ser
el ejército de EE. UU. quien llevó la epidemia a Wuhan. ¡Sean transparentes!
¡Hagan públicos sus datos! ¡Estados Unidos nos debe una explicación!».
(Euronews; Guerra de propaganda por el coronavirus entre Rusia, China, Estados
Unidos y la UE, 18 de marzo de 2020)
Rusia, aliada de conveniencia −e intermitente− del gigante
asiático, se sumó al juego de las especulaciones:
«Varios políticos y expertos advierten de que el
nuevo coronavirus, denominado COVID-19, es un arma biológica creada por Estados
Unidos. Uno de estos políticos es el líder del Partido Liberal Demócrata ruso −LDPR,
por sus siglas en inglés−, Vladimir Zhirinovski, quien ha dicho que EE.UU.
cuenta con varios laboratorios secretos cerca de China y Rusia, incluidos en
Georgia, Kazajistán y Ucrania, uno de cuyos productos fue la gripe porcina
H1N1, según recogieron el viernes los medios locales en un informe respecto al
brote del coronavirus». (Hispan TV; ‘EE.UU. ha producido el coronavirus en sus
laboratorios secretos’, 14 de marzo de 2020)
Esto no es nuevo, en los años 80 comenzaron a detectarse los
primeros casos de SIDA, momento en el que los servicios secretos soviéticos consideraron
que esta era una buena ocasión para orquestar una campaña de desinformación
contra los EE.UU. Así pues, en 1983 usaron a sus periódicos, científicos y
simpatizantes de todo el mundo para propagar la idea de que la administración
estadounidense había diseñado la enfermedad en el laboratorio de Fort Detrick,
algo que, como reconoció en 1992 Yevgeny Primakov, el jefe del KGB, era un mero
invento para intentar desacreditar a su competidor.
Hoy día ocurre igual, pero para nuestra desgracia, las
irracionales e interesadas ideas de los Trump, Putin, Bolsonaro o Xi Jinping
son la línea política a difundir en la arena internacional para muchos de los
«antisistema» de todas las partes del globo. Para muestra un botón. Un conocido
filósofo idealista que agrada a los más crédulos de la «izquierda», Noam
Chomsky, afirma categóricamente que la actual crisis se trata de un plan de:
«La CIA, Bildeberg, Israel y demás poderes
mundiales, [que] acuerdan hacer estallar una guerra bacteriológica de baja
intensidad, propagando en territorio chino, un virus de laboratorio, el
COVID-19. (...) Una vez consumida la Pandemia paralizadora del planeta, llegará
la segunda fase. Control total de la guerra bacteriológica al poseer desde el
primer momento la VACUNA GLOBAL del Covid19 desde su producción en laboratorios
americanos. Luego de la dispersión y caos sanitario mundial, llegará el orden
capitalista nuevamente, así reseteadas las economías nacionales, el nuevo valor
en alza se llamará industria química USA, que a su antojo venderá patentes a
países amigos y al CONTRARIO, bloqueo farmacéutico a países enemigos,
debilitándolos aún más, si cabe o presionando a gobiernos hostiles a cambio de
las vacunas salvadoras. Tercera fase: Implementación del Nuevo Orden Mundial
con el cambio de las relaciones entre países:
-Desaparición de la Unión Europea.
-Desaparición de enemigos potenciales cómo Irán,
Corea del Norte, Venezuela, etc.
-Debilitamiento de China continental y Rusia.
- Nuevo patio trasero: USA en Latinoamérica.
-Globalización planetaria alrededor de la nueva
USA y su poder omnímodo». (Noam Chomsky; Insurgente; Noam Chomsky se ha
pronunciado con esta contundencia acerca del coronavirus, 20 de marzo de 2020)
Noam Chomsky lo tiene claro, pero, ¿es alguien de fiar? Él
también tiene clarísimo, por ejemplo, en su entrevista: «Sobre la violencia
revolucionaria, el comunismo y la izquierda estadounidense» (2013), que Lenin
fue un «contrarrevolucionario», pero que en «Estado y revolución» (1917) es
«casi anarquista». Y siguiendo a Bakunin, en su obra: «Sobre la democracia y la
educación» (2003), considera que los marxistas son la «burocracia roja» que
«implanta las dictaduras más violentas y despiadadas». En cambio, ¿cuáles son
las experiencias de referencia para Chomsky? En «Apuntes sobre anarquismo»
(1970) alaba los «logros de la revolución social en España» del
anarquismo español, y para ello se basa en concreto en autores como Abad de Santillán,
quien para quien no lo sepa en su obra «¿Por qué perdimos la guerra?» (1940)
expresó claras simpatías falangistas. He aquí una muestra de la validez de sus
divagaciones y su autoridad. Que cada uno decida, pero, para nosotros, desde
luego, no tomaremos jamás en serio a este cretino.
Pero no todo son delirios anarcoides. Desde España tenemos a
la «La (Sin)Razón Comunista», revista dirigida por el estrafalario Santiago
Armesilla, unos «socialchovinistas» viven de reproducir los dogmas de la
secta-padre: la escuela del filósofo nacionalista Gustavo Bueno. Ellos nos
aseguraban que la culpa de todo lo malo que acontece es de Soros y su élite
globalista-posmoderna (sic). Joaquim J.P. en su artículo así lo aseguraba:
«Eso está haciendo el gobierno [PSOE-Podemos]:
administrar los negocios de la burguesía; pero esa burguesía no tiene interés
en que a España le vaya bien, pues nuestro gobierno gestiona los intereses de
la burguesía financiera globalista, cuyo testaferro es George Soros. (...) El
desarrollo de esta clase ha comportado nuevas formas de dominación política,
sociológica y económica. (...) La Open Society Foundation es el proyecto geopolítico
de la burguesía financiera globalista anglosajona, y las clases políticas
posmodernas son en general su correa de transmisión». (La Razón Comunista;
Crisis, Leyenda Rosa de la Unión Europea, Coronavirus y desarrollo del
socialismo en España, 2020)
Para nuestra fortuna, los armesillistas nos tranquilizaban con
que en el escenario internacional existen dirigentes valientes que se oponen a
estos malévolos planes. ¿Y quiénes son? ¿Los pueblos, las masas, los individuos
y colectivos revolucionarios con su antiimperialismo? ¡No! ¡Los EE.UU. de Trump
y la China de Xi Jinping (sic)!:
«Dentro de este marco del desarrollo e
implementación de la «Sociedad Abierta» a escala global, desde 2016, ha surgido
un fiero enemigo que podría poner fin a la hegemonía y continuidad del proyecto
de Soros: Donald Trump. (...) [También] China ha puesto en jaque el beneficioso
desarrollo que la globalización había tenido hasta ahora para Occidente». (La
Razón Comunista; Crisis, Leyenda Rosa de la Unión Europea, Coronavirus y
desarrollo del socialismo en España, 2020)
En consecuencia, teorizan que existe una «burguesía
progresista» y «proteccionista» concentrada en la rama industrial, que sería
Vox, mientras existe una «burguesía financiera» reaccionaria y
«librecambista-cosmopolita», que sería PSOE-Podemos −ellos por influyo de
Armesilla niegan la definición de Lenin sobre cómo se forma la oligarquía
financiera en nuestra época, la cual es la «fusión del capital bancario con el
industrial»−. Véase el capítulo: «El
armesillismo rechaza a Lenin y su teoría del imperialismo» de
2021.
Para los armesillistas el primer bloque −el industrial−
querría «defender la nación española» y el segundo bloque −el financiero−
diluirla, venderla a poderes fácticos extranjeros:
«La gran burguesía industrial Occidental se ha
visto amenazada de muerte por el proyecto globalizador de la «Sociedad Abierta»,
que pretende mermar el poder y peso de los Estados nación creando plataformas
continentales desreguladas y con instituciones con baja capacidad de
intervención -es el rumbo que sigue la Unión Europea desde su nacimiento-.
Frente a este proyecto, esta gran burguesía pretende frenar el proyecto
destructor del Estado nación para usarlo como salvaguarda de sus maltrechas
industrias, recuperar políticas proteccionistas para competir con China y
evitar que ésta se haga con el mercado Americano y Europeo». (La Razón
Comunista; Crisis, Leyenda Rosa de la Unión Europea, Coronavirus y desarrollo
del socialismo en España, 2020)
Por ello, en la práctica, este grupo se presenta cual maoísta
tercermundista creyendo fervientemente que esta es una de las «contradicciones
principales de nuestro tiempo», arengando, pues, a que se cree un «frente único
internacional» en favor del «bloque de la burguesía industria-nacional» como
única salvación para el país. Esto no tiene sentido porque el empresariado
industrial siempre ha sido igual o más «cosmopolita» que los bancos a la hora
de «vender los intereses de la nación», deslocalizando sus empresas hacia otros
lugares del mundo, reinvirtiendo las ganancias en otros países más rentables,
etc. Véase la obra: «Unas
reflexiones sobre la huelga de los trabajadores de LM Windpower en El Bierzo» de
2021.
Este análisis de «La (Sin)Razón Comunista» respecto a un
esquema nacionalista clásico −aquel que elimina los intereses de clase por los
juegos y maniobras entre bloques imperialistas−; solo que aquí todo se reduce a
la necedad de que apoyando a un bloque y modelo España podría «resurgir de sus
cenizas» −eso sí, sin cambiar el modelo productivo, sin eliminar el capitalismo,
ya que recordemos el plan económico de Armesilla es «universalizar la propiedad
privada», a lo Proudhon−. Para Armesilla, pues, el mejor aliado de España es
China:
«El auge de la República Popular China supone la
apertura de una ventana de oportunidad para nuestras dos naciones, Venezuela y
España, en lo que respecta a poder salir de los yugos imperialistas
depredadores que las atenazan». (Santiago Armesilla; Venezuela y la Leyenda
Negra: mentiras e Historia de España, 2020)
En honor de la verdad más bien habría que decir tal alianza es
beneficiosa para las élites económicas hispanas −que se pueden fijar en su
homólogo chino para saber cómo tener disciplinados a los asalariados para
extraerles la plusvalía−, pero nunca para la mayoría del pueblo. En cualquier
caso, Armesilla justo coincide con su exorganización, el moribundo Partido
Comunista de España (PCE), y con los viejos brezhnevistas del Partido Comunista
de los Pueblos de España (PCPE), los cuales confían en China como «aliado de la
revolución» en la Península Ibérica. ¡Ese es el nivel! Ese triste
tercermundismo que juega todas sus cartas no en la fuerza de sus organizaciones
sino en apoyarse en un bloque imperialista para combatir a otro.
En suma, cualquiera de estas variantes es una completa
aberración proimperialista. En su día, ya en el capítulo: «¿Lucha de clases o
lucha entre «proteccionismo» y «librecambismo»?» desgranamos esta visión tan
clásica como desacertada:
«Actualmente el término «proteccionismo», si se
analiza con frialdad, es vacuo, pues la burguesía no es garantía de nada que no
pase por intentar adaptarse a las condiciones para maximizar la extracción de
plusvalía, usando y combinando cualesquiera que sean las tácticas que le permitan
acercarse a su objetivo final. Debatir sobre si un Estado es exclusivamente
proteccionista o librecambista tiene el mismo sentido que las burdas tertulias
escolásticas de la televisión burguesa, donde unos pontifican que su Estado es
eminentemente «neoliberal» o exclusivamente «socialdemócrata» mientras que, en
realidad, se adoptan ambas políticas al mismo tiempo en diferentes sectores de
la economía nacional». Es más, con el paso del tiempo y la rápida evolución del
mercado mundial, las leyes y medidas establecidas por el gobierno nacional
sobre el comercio, bien pueden pasar de ser una fuerte barrera proteccionista a
una completa ganga para el inversor o importador extranjero. Las potencias
imperialistas, cuando dominan el comercio mundial, reducen el proteccionismo
interno −si no están recelosos de su competitividad puede que ni siquiera
lleguen a eso−, pero, por encima de todo, su política de cara al mundo es
exigir el «libre comercio» del mercado mundial en nombre de la «libertad» y el
«progreso». Así lo hizo el imperialismo británico con sus competidores −sabiendo
que la división internacional del trabajo le era altamente favorable−. Cuando
la propaganda del imperialismo hegemónico sobre las bonazas del librecambismo
no era suficiente se adoptaba la violencia abierta para abrir los mercados.
(...) Si ahondamos un poco más veremos que la supremacía económica de China en
diversos sectores y la posibilidad de difundir la idea del libre comercio
mundial de forma interesada no excluye que siga siendo partidaria de una
política proteccionista de su industria y sectores estratégicos. De hecho, las
quejas de la UE respecto al proteccionismo ruso y chino que obstaculizan sus
exportaciones son frecuentes». (Equipo de Bitácora (M-L); La
deserción de Vincent Gouysse al socialimperialismo chino; Un ejemplo de cómo la
potencia de moda crea ilusiones entre las mentes débiles, 2021)
Incluso individuos «de cabeza amueblada» han caído presa de
estas excentricidades, como le ha ocurrido al señor Vincent Gouysse, que de
analista marxista se ha pasado a la bancada de los analistas maoístas, antaño
sus enemigos. En su caso, veníamos advirtiendo que toda su atención se volcaba
obsesivamente en la guerra comercial entre EE.UU. y China −único tema que al
parecer considera hoy relevante, pues en los artículos de los últimos tiempos
se había dedicado a ello casi de forma exclusiva, y lejos de mejorar caminar
seguro, sus análisis cada vez derrapaban más−. Por tanto, era plausible −pero
no inevitable− que de tal obsesión acabase haciendo eco de alguna de las
innumerables arriesgadas tesis «conspiranoicas» que han circulado por la red
para intentar cuadrar lo que no le cerraba en sus investigaciones −la
desesperación clásica en la que incurre todo ser impaciente−:
«El coronavirus es una «falsa pandemia» cuyas
cifras se inflan deliberadamente y que ha surgido con el único propósito de crear un nuevo orden mundial de
capital financiero occidental». (Vincent Gouysse; EE.UU. como el campeón del
ultraliberalismo… de repente se convirtió en el campeón mundial del
proteccionismo económico, ¡demasiado tarde!, 2 de mayo de 2020)
De esta forma daba voz a quienes afirman sin pruebas
concluyentes que «todo es un plan de Trump para romper la economía china» o
«una excusa para salvar su economía aprovechando la crisis». ¡Sí, claro! Un
maquiavélico plan trazado por Trump, sobre todo si tenemos en cuenta que su
nefasto y tardío desempeño contra la pandemia acabó por ser una de las razones
por las que perdió la presidencia. Muy lógico todo, señor Gouysse. Claro que
«el imperialismo es capaz de todo». Pero si a cada acontecimiento de transcendencia:
atentado terrorista, guerra local, crisis económica, extinción de una especie
foránea, en vez de explicar las causas a partir de las lecciones históricas
pertinentes que ya tenemos, más la observación de los hechos constatables en la
realidad concreta, concluimos sin más que «todo es un plan secreto del
imperialismo X» o «los manejos de una élite oculta», no estaremos aportando
nada a clarificar las causas, estaremos parloteando bajo una carcasa «ultrarevolucionaria».
Sin ir más lejos, así lo explicamos por ejemplo cuando ocurrió el atentado
yihadista de Barcelona de 2017:
«No se puede reducir todo atentado existente como
hacen algunos a un «ataque de bandera falsa» autoperpetrado por la burguesía en
el poder porque sería algo irreal. El terrorismo bien sea provocado de forma
directa o indirectamente también acarrea a su vez problemas para la misma
burguesía en el gobierno, ya que desde grupos rivales políticos se le reclama
por no saber atajar la oleada de ataques terroristas y no «saber defender a la
ciudadanía», se crea un desconecto entre las masas trabajadoras por el estado
constante de inseguridad en las calles, y por último económicamente supone un
freno en sectores como el turismo que afectará a la burguesía y pequeña
burguesía. Por ello la burguesía en el poder no puede hacer uso exclusivo del
fenómeno del terrorismo para mantenerse y reforzar su posición de poder, más
bien puede aprovecharse del fenómeno una vez acaecido o fomentarlo en diversos
momentos para fines muy concretos, pero sin pasarse, ya que las consecuencias pueden suponer su caída política
en favor de otras agrupaciones [como pasó con los atentados del 11-M y el
gobierno de Aznar, por ejemplo]. Por ello en cada atentado terrorista debemos
analizas todo sin apresurarnos a simplemente calificar sin pruebas concluyentes
que los atentados terroristas siempre son autoataques, sino nos acercaríamos
más a charlatanes de la «conspiración» que a analistas marxistas».
(Equipo de Bitácora (M-L); Aclaraciones
pertinentes sobre el atentado terrorista en Barcelona [Recopilación documental] , 2017)
Pero, insistimos, todo esto no sería entendible sin ser antes
plenamente conscientes que de un tiempo a esta parte el señor Gouysse venía
aupando la bandera prochina desde Francia. O dicho de otro modo: el
investigador si bien no está ni jamás estará inmunizado contra los datos falsos
y las teorías falsas, desde luego aumenta su probabilidad de contagiarse de tal
«pandemia intelectual» si abandona el enfoque del materialismo histórico y
abraza modismos pasajeros, que en este caso es la admiración hacia una
superpotencia económica, como la China capitalista y su séquito de mercenarios
de pluma digital.
La respuesta siempre está en el análisis concienzudo de los
hechos, y no en las abstracciones mentales de estos «osados pensadores», estos
«filósofos de la desconfianza». Lo que debe quedar claro es que de esta
modalidad de «conspiranoicos» se basan en un reduccionismo tan simple como
tonto −valga la redundancia−: si un hecho cualquiera ha beneficiado a un
determinante agente político −o no lo ha perjudicado tanto como al resto−, este
debe estar detrás del hecho mencionado, debe haberlo provocado en beneficio
propio. Esto es absurdo. Tomemos un ejemplo histórico: la España de la época de
Alfonso XIII y en el contexto de la Primera Guerra Mundial (1914-18). Su
neutralidad en el enfrentamiento le permitió establecer relaciones comerciales
prósperas con los dos bloques imperialistas en pugna, por ende, algunos
sectores de la economía española entraron en una pequeña fase de bonanza
pronunciada mientras duró el conflicto. Por tanto, la guerra interesó a Madrid.
Entonces, si seguimos la lógica de estos «avispados analistas», ¿debemos concluir
que los industriales, terratenientes o banqueros hispanos provocaron esta
conflagración mundial? Nada más lejos de la realidad. Si tomamos los hechos,
que suelen ser muy tozudos −como para que permanezcan ocultos ad infinitum−, el
capitalismo español pintó muy poco como catalizador de la Primera Guerra
Mundial, por mucho rédito que extrajera de ella.
Esto significa que en ocasiones la burguesía se topa de bruces
con los hechos, con el devenir histórico. Es decir, que sea ajena a la causa de
X fenómenos, no está reñido con que reaccione y termine dominando la situación,
con que intente obtener todo el rédito político y económico que sea posible en
dicho contexto nuevo o atípico. Esto tampoco excluye que en otros casos sí sea
la culpable y responsable de haber provocado directa o indirectamente otros
eventos catastróficos. Al mismo tiempo, hay que recordar que la burguesía, como
clase social, no es y no puede ser un todo homogéneo. Aunque entre todos los
burgueses existan intereses comunes a veces surgen posibles escenarios que
benefician a algunas facciones y perjudican a otras, entrando estas últimas en
«colisión» temporal con las primeras. Esto tiene su reflejo en las disputas parlamentarias
entre partidos que representan a las distintas secciones de esta clase −una lucha
que, por supuesto, también se da entre bastidores, incluso con mayor virulencia−.
Estas pugnas ni mucho desaparecen con el fascismo, que no es otra cosa que un
modelo de dominación más autoritario, sino que en él siguen produciéndose los desacuerdos
entre los diversos escalafones que participan en el entramado capitalista: entre
empresarios agrarios, industriales, comerciantes, prestamistas, especuladores,
intermediarios, etc. La diferencia es que aquí, la arena del parlamento se
sustituye por la «camarilla del César», puesto que el parlamento, de existir,
es un elemento puramente decorativo −y en este caso lo afirmamos con la mayor
literalidad posible−.
b) Los «conspiranoicos» que siguen el discurso
irracional de la derecha más ultraconservadora.
Pasemos a la segunda franja de «conspiranoicos». Existe otra
criatura dentro de esta corriente
chovinista antiglobalista ha salido a flote, en este caso Santiago Abascal, el
jovenzuelo vasco del Partido Popular (PP) apadrinado personalmente por Gustavo
Bueno en su momento −la Fundación DENAES y el libro que escribieron juntos es
prueba más que suficiente para que nadie niegue la mayor−. Ahora, el señor
Abascal denunciaba desde su nuevo partido, Vox, el «contubernio de las élites
globalistas». Al partido verde no le gusta tanto el bloque chino −como a la «derechita
cobarde» del PP o «La (Sin)Razón Comunista»−:
«El líder del partido, Santiago Abascal, señalando
a China, declaró que «España y todas las naciones democráticas deben impedir
que los datos de sus compatriotas, de millones de españoles, y de millones de
europeos acaben en manos de una empresa controlada por una tiranía comunista
aprovechando la instalación de la nueva tecnología del 5G». El Gobierno
contestó a las preguntas formuladas por Vox, según adelanta Voz Pópuli, que el
despliegue del 5G se realiza teniendo presente la normativa que establecen las
«medidas de protección sanitaria frente a las emisiones radioeléctricas,
incluyendo las relativas a la tecnología 5G». (El Plural; La obsesión de Vox
con el 5G: tres preguntas al Gobierno en dos meses, 8 de enero de 2021)
Ellos,
siempre fieles al Caudillo, son más clásicos, por lo que prefieren seguir sus
pasos genuflexionándose ante los yankees o financiándose a través de las
fuerzas más oscurantistas de Irán, por lo que parece que Abascal, ese
«superhéroe» que ha embelesado a señoritas «muy patriotas» como Sofia Rincón,
no es más que un pelele más de los tantos que hemos tenido en esta nuestra
España. ¡Qué desilusión! En todo caso, hay que destacar la curiosa la preocupación por la salud del líder
de Vox, el mismo que niega la incidencia del ser humano en el cambio climático −que
precisamente presenta a China, junto a EE.UU., como uno de los máximos
protagonistas−:
«Abascal dijo que le preocupa que «nos digan a los
hombres y mujeres del mundo occidental que somos los culpables del cambio
climático. Me parece que es algo que no se puede probar». (20 Minutos; Santiago
Abascal: «Que se diga que el hombre es responsable del cambio climático no se
puede probar», 20 de febrero de 2020)
¿Por qué se hace esto? Para ir en consonancia con Trump o Jair
«Caimán» Bolsonaro −luego volveremos a esto−, con el guion de la nueva derecha
desacomplejada, la llamada «derecha alternativa» −la «alt right»−.
«En realidad, lo que quiere decir Gates es que
nuestros Parlamentos soberanos deben someterse a las decisiones de la
Organización Mundial de la Salud −en lo sanitario− ,o del Banco Mundial −en lo
financiero−, o de la Organización Mundial del Comercio −en lo mercantil−; por
nuestro propio bien, porque somos incapaces y no sabemos gobernarnos, y estos
organismos de burócratas con el apoyo financiero de unos cuantos filántropos
como él resolverán todos nuestros males y nos llevarán a ese magnífico paraíso
del crecimiento constante, el desarrollo sostenible, la biotecnología, la
rentabilidad y la productividad. Es la Gobernanza Mundial impuesta a golpe de
pandemia». (Jorge Buxadé; El gobierno mundial, 26 de abril de 2020)
Según este viejo falangista −y lo es, échenle un ojo a su
biografía−, la pandemia es un plan de Gates para imponer su agenda. Ajá,
entendido. Aceptemos, por un momento, este delirio fruto de una mente
diarreica, sigamos. Para quien no lo sepa, en la Península Ibérica, Vox son los
que piden ayuda al «Tío Sam» para «salvar el país», firmando manifiestos que
piden la intervención de los marines yankees en España, como ocurrió con la
sección de Vox en Humanes:
«La
iniciativa We the people: your voice in the White House, que estaría circulando
para que se recojan firmas ante la Casa Blanca, se ampara en que España está
siendo dirigida ilegalmente por un gobierno que proviene del fraude electoral.
Es por ello que desde este movimiento se solicita al «legítimo gobierno» de
Estados Unidos, el presidido por Donald Trump, que ponga en funcionamiento al
ejército estadounidense para deponer tanto al presidente español como a sus
aliados, a nivel local e internacional. (...) Entre el resto de propuestas que
plantea la iniciativa destaca la petición de que el gobierno estadounidense
asumiera temporalmente el liderazgo del Ejército español y de los cuerpos
policiales del país para mantener la paz en el proceso de transición hacia un
gobierno «que honre la voluntad del Pueblo Soberano de España promulgando una
democracia directa, segura y participativa a través de la tecnología
blockchain, que otorgue el derecho de destituir de inmediato a cualquier
representante». (Spanish revolution; Vox comparte una petición para que Estados
Unidos dé un golpe de estado en España, 11 de diciembre de 2020)
Pero ojo,
porque, a su vez, son los mismos «antiglobalistas» que dan lecciones al resto
del mundo sobre la importancia de defender el «hondo patriotismo» y la no
injerencia externa de las
«élites económicas extranjeras». Ese viejo «patriotismo» falangista que hablaba
de españolidad, ¡sí!, pero pidiendo auxilio a las tropas marroquís de las
colonias, a los aviones nazis o a las tropas regulares de los fascistas
italianos para ganar la guerra contra los
«rojos apátridas».
Hablamos de los mismos «antiimperialistas» que en la posguerra desde «El
Pueblo» saludaron el establecimiento de las bases yankees en Rota y Morón. ¿Estáis seguro que vosotros no sois los
«vendepatrias» que tanto nombráis en vuestras soflamas?
Volviendo al presente, sus enemigos del gobierno,
PSOE-Podemos, promueven lo contrario, la alianza debe de ser con los demócratas
estadounidenses de Joe Biden. Suponemos que cuando Irene Montero dice que:
«Ha sido emocionante ver a @KamalaHarris prometer
su cargo, primera mujer afroasiática en llegar a la vicepresidencia de EE.UU.
Esperamos que el cambio, con el nuevo presidente @JoeBiden, abra una nueva
etapa de tolerancia, justicia social e igualdad. #InaugurationDay» (Irene
Montero; Twitter, 20 de enero de 2021)
Por «emocionante» se refiere a la incipiente militarización
del teatro de operaciones del Pacífico. Desde luego que será «emocionante» ver
al USPACOM recibir una nueva remesa de F-35, el novísimo caza de combate
insignia del mantenimiento de «la paz, la prosperidad y la libertad». Sí, el
contenido social del misil AGM-158 es transformador cuando sale despedido a las
órdenes de una mujer «afroasiática». Esperamos que el lector perdone este
pequeño paréntesis para repetir un chascarrillo tan manido, pero no podíamos
desaprovechar la oportunidad. ¿Debemos pedir ayuda al ala derecha de la
burguesía estadounidense −Rockefeller-Trump− para no ser controlados por su ala
izquierda −Gates-Biden−, aquella que tanto alaba Podemos?
Volviendo al tema que nos ocupa, ¿es este el «antiimperialismo
patriota» de Vox? Se nos olvida mencionar que mientras se produce esta
«titánica lucha» por la soberanía nacional, Repsol y demás empresas españolas
siguen neocolonizando el «Nuevo Mundo» en América Latina. Curioso el «concepto
de libertad» de esta gente. Parece ser que las ideas «joseantonianas» están más
presentes que nunca en dicha formación.
Esto, además, viene a corroborar que la ideología de la
«antiglobalización» es extremadamente laxa y contradictoria, tanto que lo mismo
puede ser utilizada por grupos apátridas anarquistas o hippies, que grupos
nacionalistas socialdemócratas, liberales
o fascistas. Así, por ejemplo, Vox anima a la población a que marque con la «X»
la casilla de la Iglesia en la declaración de la renta; pide más financiación
para las fiestas religiosas y para el «arte y fiesta nacional» de la
tauromaquia. Pero, a la vez reza porque:
«Aprovechemos las lecciones de esta crisis
tenebrosa para convertirnos en un país avanzado científica y tecnológicamente y
que brillen en España, con la ayuda de Dios, la confianza en nosotros mismos,
la ciencia y la investigación». (Santiago Abascal; Discurso, 12 de abril de
2020)
¿Qué podemos decir? La humanidad quizás hubiera avanzado más
en estos siglos si en lugar de desperdiciar sus energías sacando a pasear
retratos inanimados de madera por las calles o jalear la matanza de un animal
sin más fin que la diversión, se hubiera dedicado con más tesón a investigar el
funcionamiento del mundo, a hacer accesible sus conocimientos al «vulgo». Pero,
claro, ya sabemos que estos personajes se encargan de que esto no ocurra. Ahí
está Vox, adalid del oscurantismo medieval, solo que ahora estos fascistoides
de siempre, sabedores de que su ideología religiosa está de capa caída, ruegan
«piedad» y «libertad de expresión» para sus patochadas −la misma que ellos
siempre han negado a otras creencias−. Con un siempre patético relativismo
filosófico, intentan hacer conjugables religión y ciencia, es decir, ¡agua y
aceite! Véase el capítulo: «La
Escuela de Gustavo Bueno y su promoción de la religión en la filosofía y
cultura de la nación» de 2020.
«Con la Iglesia hemos topado». Los dirigentes de Vox, que son
amigos y parte activa de esta Iglesia Católica, cierran sus discursos con un
«Dios bendiga a España» y que «otorgue salud a todos» −bueno, más bien a los
«españoles de bien», pero eso ya es secreto entre el feligrés y el Altísimo−.
Lo cierto es que hasta ahora no conocemos en la historia una crisis que se haya
solucionado con el famoso proverbio «Dios proveerá». Muy por el contrario, el
creador más bien parece divertirse viendo como su creación se destruye cual
niño disfruta viendo pelear a las hormigas que ha juntado en el circo de
gladiadores que ha improvisado. Por fortuna, los representantes de Dios en la
tierra, como el arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, tienen claro lo que
no debemos hacer durante una pandemia. Iluminándonos con las siguientes
palabras de sabiduría nos sermoneaba así este siervo del Señor:
«Literalmente afirmó: «El demonio existe en plena
pandemia, intentando llevar a cabo investigaciones para vacunas y para
curaciones. Nos encontramos con la dolorosísima noticia de que una de las
vacunas se fabrica a base de células de fetos abortados. Así de claro. Y eso es
inhumano, eso es cruel, y ante eso no podemos alabarlo ni bendecirlo, todo lo
contrario». (...) «Podemos luchar con otras maneras de actuar, a favor del
hombre, no contra el hombre, y eso es ir en contra del hombre, eso es
despreciar al hombre mismo, primero se le mata con el aborto y después se le
manipula para ¡qué bueno, ¡mira qué bien! ya tenemos una vacuna. No señor,
tenemos una desgracia más, obra del diablo. Eso es lo que quiere el diablo».
(Cadena Ser; Cañizares: «Una vacuna del coronavirus se fabrica a base de
células de fetos abortados y es obra del diablo», 15 de junio de 2020)
La pregunta es, ¿si Dios es «omnisciente», no sabía de la
rebelión de Lucifer, el Ángel Caído, el Diablo? Si Dios es «benévolo» y
«todopoderoso», ¿por qué deja que el Diablo atormente a los mortales? Algunos
responderán que fue porque «Eva mordió la manzana tentada por el Diablo», ¿y
qué Dios ecuánime es ese que me hace pagar por lo que un supuesto ancestro hizo
en su día? ¿No sabía una vez más que Eva iba a pecar? ¿Por qué la humanidad
tendría que aguantar el dolor y enfermedad porque el Diablo haya sido travieso
y Eva una ingenua? Pero mejor dejemos el debate teológico para otro día ya que
deshacer el entuerto de todas las contradicciones de la Biblia nos llevaría hasta
el Día del Juicio Final, nunca mejor dicho. Véase la obra: «Materialismo
dialéctico y religión; en conflicto permanente» de
2011.
Es más, este tipo de teorías «conspiranoicas» también se
reflejan en el mundo de la música. Hace poco se hicieron virales las declaraciones
de Miguel Bosé, icono pop de la música española de los años 80, y uno de tantos artistas que apoyaron la
«campaña de la ceja» para aupar a Zapatero a la presidencia del gobierno en
2008 −hasta el punto de que estuvo a punto de ser ministro de Cultura−. Parece
ser que, con el tiempo, se ha ido desencantado de la socialdemocracia, pero
solo para dejarse llevar por teorías peregrinas como las que publicita el
trumpismo internacional, negando la existencia del «bicho» para, después, reconocer
la existencia del COVID-19 «con matices». Este «revolucionario» recomendaba no
usar mascarillas y arengó a sus seguidores a manifestarse contra la «tiranía
Gates-Sánchez», para después no asistir a la manifestación y aparecer
públicamente con mascarilla. Pero eso no es todo:
«Miguel Bosé vuelve a ser tendencia a costa de sus
comentarios sobre la pandemia de Covid-19. El cantante fue blanco de las
críticas tras afirmar a principios de junio que el virus «era una mentira» y
acusar a Bill Gates, creador de Microsoft, de querer controlar a la población
con la nueva vacuna. Esta semana, volvía a crear polémica en Twitter al ahondar
en sus teorías conspirativas. «Nos quieren matar», afirmaba el artista sin
rodeos, haciendo hincapié en su hipótesis sobre los peligros de la vacunación.
En concreto señalaba el comentario publicado por otra usuaria, @zuletamerchan,
en la plataforma que, a su vez, se hace eco del mensaje compartido por Juan
Saiz en Facebook». (Reacción mediática; Covid-19, gripe y la última teoría de
Miguel Bosé: «¡Nos quieren matar!», 10 de agosto de 2020)
«Yo digo no a la vacuna, no al 5G, no a la alianza
España/Bill Gates». (Twitter; Miguel Bosé, 9 de junio de 2020)
Según su lógica... ¿era el señor Bosé un «agente de Bill
Gates» en 2008 al apoyar al PSOE? ¿Es su reconversión hacia los antivacunas un
caballo de Troya para este noble movimiento? «No digo más». ¿No será
simplemente el gobierno de turno reformista le estaba utilizando en 2008 para
ganar votos como a cualquier otro tonto útil? ¿No será que hoy anda tan perdido
como para repetir como un papagayo lo que afirma Abascal, un hombre que jamás
ha tenido oficio ni beneficio salvo recibir dinero público de los chiringuitos
y estafas del PP? Como puede comprobar, señor Bosé, a veces todo es más fácil
de lo que parece, no hay una trama hollywoodiense detrás de cada acto de
estupidez humana.
Por fortuna, la población actual no está tan idiotizada, hay
esperanza, pues parece que al menos conserva cierto racionalismo. ¿A qué nos
referimos? Tras estos episodios surrealistas hubo una marea de comentarios
negativos en repulsa por la actitud del artista, lo que causó la baja
voluntaria de Miguel Bosé de toda red social:
«Ante las informaciones aparecidas en diversos
medios de comunicación relativas a su baja en determinadas redes sociales, en
nombre de nuestro representado, Don Miguel Bosé Dominguín, queremos precisar,
de manera excepcional y de una vez y por todas, que el artista ha decidido
voluntariamente darse de baja en dichas redes sociales» explica la agencia en
dicho comunicado». (EFE México; Miguel Bosé aclara que su desaparición de las
redes sociales fue voluntaria, 1 de septiembre de 2020)
En realidad, todos estos artistas nunca se han dotado de una
herramienta filosófica materialista para comprender los fenómenos que ocurren a
su alrededor, que como tal solo puede ser en clave histórica y dialéctica. Es
por ello que, cuando entran en crisis, compran este tipo de explicaciones
rocambolescas, creyéndose muy «rompedores» y «contestatarios» ante el sistema
que les ha decepcionado. Esto también ocurre con los supuestos «artistas
revolucionarios». Pero deben saber que intentar combatir al sistema con este
arsenal de memeces y chismes es equivalente a intentar derribar un muro a
cabezazos: uno puede poner todo el empeño que quiera, pero no logrará nada. Ahora
se nos entenderá mejor.
¿Qué es lo que ocurre desde «Fachadolid», perdón Valladolid?
Puligato, asegura haber alzado la voz contra la «Plandemia». Para quien no
conozca la simpática banda de rock de estos muchachos, tienen unas letras afines
a organizaciones fascistas como Bastión Frontal. En una de sus últimas letras
recitaban lo mismo que Miguel Bosé pero incluyendo otros alegatos
«conspiranoicos» más «arios», como la idea de que existe un plan para
exterminar a la raza blanca:
«La premisa es clara y ya estaba planeado, romper
la economía y convertirnos en esclavos. (...) Eres un peón en manos de la
ingenieria social, el fruto de la agenda de este nuevo orden mundial (NOM).
(...) Se llama plandemia el NOM ha llegado para convertirte en esclavo. (...)
Torhschild, Soros, Astor o Rockefeller controlan el ojo del que nadie escapa
ya». (Pugilato; Nueva normalidad, 2021)
¿Acaso esta forma de pensar es exclusiva de la derecha más
esquinada a la derecha? No, resulta que la presunta «izquierda» que
racionalmente debería plantar cara al fascismo y su filosofía idealista hoy
reproduce exactamente lo mismo. Citemos ahora el caso de un rapero, Nyto. En
teoría −y según sus propias palabras− hace unos años estaba encaminándose a
«estudiar y propagar el marxismo» para así ayudar a la «emancipación de los
trabajadores», aunque sólo se quedó en eso, en un intento, pues apenas logró
acercarse a una suerte de semianarquismo. Pero hoy, por si quedaban dudas de su
validez política, ha decidido apartarse definitivamente de todo atisbo de
pensamiento científico para jugar a especular con las ideas que hablan sobre
«planes secretos» de malévolas logias que urden su «golpe final» para la
«dominación mundial», defendiendo en sus letras a los «antiglobalización», que,
como ya hemos visto, suelen ser rancios politicastros nacionalistas −no por
casualidad podemos meter en este saco a los seguidores de la Escuela de Gustavo
Bueno−:
«Tienen una agenda nombre y apellidos, globalistas
de mierda con proyectos, ¡dilo! Gates, Soros, los visibles, tu mente es su
tesoro, ¿veis todos? Todo controlado y tú en el lodo. (...) ¿Qué pasa con tanto
puesto no reciclado? ¿Dime, qué pasa con ese futuro automatizado? En su agenda
2030 Bill y Sanchez al lado se reúnen criminales para matarnos pavo. (...) Las
cartas illuminati de antes del 95, una agenda, ven el futuro, esto es un ciclo.
Trump de presidente, las torres gemelas, ¡bingo! Cuarentena, ¿esta es la última
cena y viejo orden extinto? (...) Qué curioso como en las pelis ¿eh? Netflix
por cierto financiada por élites. Gran show de Truman, en esta granja humana,
por si aún lo dudan el Gran Hermano hoy gana... (...) Canales como Exponiendo
la Verdad. España el laboratorio de la nueva realidad. (...) Sistema AI Mars
¿Creías que era por salud chaval? Te implantarán cual vaca, el 5G lo harán
funcionar. (...) Patria o muerte, la mía suerte de vivir el fin». (Nyto; El
inicio del fin, 23 de octubre de 2020)
He aquí como un músico conocido por su «haselismo» mantiene su
existencialismo pesimista mientras cae en las tesis «conspiranoicas» más
ridículas, llegando hasta el punto de azuzar con sospecha todos los avances de
la revolución científica y tecnológica cual inquisidor del siglo XVII. Es
paradójico quejarse de «engaños y «control de masas» de «los de arriba» cuando
uno mismo, pese a ser un intelectual, un «ilustrado», ejerce como vector para
confundir a los trabajadores a la hora de señalar al capital como responsable
de sus miserias, dispersándolo en cuentos para niños sobre complejos planes
globalistas y predicciones de iluminatis. ¿Qué los burgueses se reúnen en
secreto para debatir sobre sus negocios, que desean dominar la política, que
pugnan entre ellos y tienen redes clientelares donde se ayudan? ¡Vaya novedad!
Cuando Nyto conozca la teoría de la plusvalía le parecerá cuestión de brujería.
Nyto nos recomienda canales tan didácticos como «Exponiendo la
verdad». Bien, invitamos al lector que entre en él y no se deje llevar por los nombres
extraños de los títulos, sino que consuma alguno de sus vídeos y disfrute del
gran torrente de información sobre «iluminatis», «reptilianos», «satanismo»,
«viajes astrales», «curaciones milagrosas», «terraplanismo», «estados
superiores de conciencia» (sic), etc. El canal predilecto para todo borrego
abducido por la pseudociencia. Pero, él, como gran revolucionario preocupado
por el pueblo, nos recomienda esta valiosa información por nuestro bien.
En verdad, este pobre chaval, que ojala reencuentre el camino
a la cordura, anda tan, pero tan desorientado que, en clave de los ecologistas
más místicos, dejó caer inicialmente que la pandemia podía ser un castigo de la
«Madre Naturaleza»:
«Así que recen a Dios que igual Madre Natura tiró
los dados diciéndonos adiós». (Nyto; Apocalipsis en pijama, 25 de marzo de
2020)
¿En qué quedamos, señor Nyto? ¿Es culpa de la «Madre
Naturaleza» por los «pecados de la humanidad»? ¿O es un «plan prediseñado» por
las «élites globalistas» para controlarnos? ¡Oh! ¡Ya lo vemos! ¡La «Madre
Naturaleza» es un nombre en clave ideado por los «reptlianos-illuminati» para
esconderse de la vista de pájaro que posee la gente como Nyto para destapar la
verdad! ¡Por eso la nevada histórica que nos asoló hace unas semanas no era
sino esa «Élite» haciendo caer PVC de unos O.V.N.Is que nos sobrevolaban! ¡Y
esto en nombre de la Mater Natura! En fin.
Planteémonos una última duda... ¿por qué entonces YouTube −que,
como Google y tantas otras multinacionales, es un siervo, según vosotros, de
ese poder «en la sombra»− no ha eliminado todo este contenido «subversivo» que
desmonta «Su Mentira»? ¿Por qué los medios de comunicación se hacen eco de lo
que dicen Bosé, Pugilato o él? ¿Por qué no censurarlos o eliminarlos
físicamente, sin más? ¿O es que tienen una capacidad inferior a la de la CIA?
¿No? Entonces, ¿qué sentido tiene dar voz a estos «profetas y salvadores de la humanidad» en tiempos donde «todo está
dado» para el «gran golpe final» que traerá el «Nuevo Orden Mundial»? Hay cosas
que, para los simples mortales y «alienados» como nosotros, parecen imposibles
de entender... ¿por qué estos señores siniestros se iban a arriesgar a dejar
tantos flecos sueltos que dieran al traste con tanto esfuerzo? Parece ser que,
pese a que ha desarrollado todo tipo de tecnologías para la represión y
medios de control mental de masas, este «Gran Poder Dictatorial Global» olvida
algunos «detalles», como eliminar la disidencia político-ideológica del mismo
modo que haría cualquier dictadorzuelo de una república bananera. Será cosa de
que esta burguesía alienígena-masónica es «de fuera» y todavía tiene mucho que
aprender de la «Realpolitik» terrícola…
Antes de dejar de lado la sorna y el ensañamiento y pasar al
siguiente punto, que consideramos especialmente importante dado el calado de la
demagogia que encierra, no podíamos acabar sin recordar estas míticas
declaraciones de Bolsonaro:
«El contrato de
Pfizer es muy claro: no nos hacemos responsables de ninguno de los efectos
secundarios. Si llegas a convertirte en caimán es tu problema». (Jair
Bolsonaro; 12 de diciembre de 2020)
En honor a la verdad, y a
pesar del revuelo que esta afirmación ha causado en redes sociales, todo parece
indicar que esta afirmación de Bolsonaro se trata de «una forma de hablar».
Aunque, conociendo el historial del presidente brasileño, tampoco nos
sorprendería que realmente tema convertirse en un caimán. Pero tampoco podemos
poner la mano en el fuego de alguien que suelta perlas como que llevar
mascarilla «es de gais», como si el «mariconismo» fuese una enfermedad y como
si este le impidiese al sujeto darle un buen croché por imbécil.
c) Los «conspiranoicos» que intentan adornar sus
ideas con una bocanada de fraseología revolucionaria y «anticapitalista»
Por último, traigamos a la mesa a los «conspiranoicos» de la
«izquierda combativa». Uno de los filósofos irracionales más laureados por
posmodernos y revisionistas a nivel mundial es Slavoj Žižek, este hoy profetiza
que esta crisis obligará al sistema capitalista a generar un cambio de
paradigma, y nos presenta su receta −un disparate recurrente entre los
revisionistas y otros enemigos de la ciencia−: una mezcla de «comunismo» y los
«aspectos buenos» del capitalismo:
«Si a esto se agrega una posible nueva ola de
refugiados, se obtiene la tormenta perfecta, y creo que Europa está tan
debilitada que no podrá reaccionar de manera unificada, y eso es lo que quiero
decir cuando digo que el coronavirus da nueva oportunidad para el comunismo»,
dijo. «Por supuesto, no me refiero al comunismo antiguo. Por comunismo, me
refiero simplemente a lo que dice la Organización Mundial de la Salud.
Deberíamos movilizarnos, coordinarnos, etc». (...). «Algún tipo de coordinación
europea... tal vez incluso movilización en tiempos de guerra. Incluso puede
hacer aumentar la productividad. Lo que quiero decir es que es posible mantener
los lados buenos del capitalismo, pero no obstante, a través de un estado
coordinado, el esfuerzo social para movilizarse. No solo con el coronavirus,
esto es necesario con otras crisis ecológicas, refugiados, etc». (Spectator
USA; 'Lo que me gusta del coronavirus' de Slavoj Žižek, 14 de marzo de 2020)
Si alguien quiere tomar como referencia al sofista y arlequín
del posmodernismo Slavoj Žižek, está en su total derecho. ¡Faltaría más! Si este
le deja de convencer, no le faltarán reemplazos en el extenso nicho de los
filósofos del parloteo. Es en tiempos como estos, tiempos de crisis, donde el
espíritu pequeño burgués llega al borde de la histeria, desesperado por comprar
cualquier filosofía de la salvación, cualquier libro de autoayuda para masas,
cualquier secta religiosa. ¿Quizás la propia vida sea una ilusión? ¿Existe la
verdad o la moral? ¿Vale la pena discutir por ella? ¿Debéis darme todas
vuestras posesiones terrenales antes del suicidio colectivo del miércoles? Esto
divulgan él y los de su escuela de la charlatanería, se llamen filósofos o
clérigos. Véase el capítulo: «Instituciones,
ciencia y posmodernismo» de 2021.
Una de las tesis preferidas de esta última corriente ha sido
que «el coronavirus es una enfermedad más sin importancia», la cual el
capitalismo emplea como excusa para recortar derechos y libertades y, sobre
todo, «salvar su sistema económico» que «a nivel planetario estaría al borde
del colapso». Un rancio partido revisionista de «larga estirpe», el Partido
Comunista Obrero de España (PCOE), afirmaba que:
«Los capitalistas, lejos de ver el coronavirus
como una de las muchas enfermedades que a lo largo de la historia ha tenido que
combatir el ser humano, han visto en este momento una oportunidad para, por un
lado, justificar la bancarrota de su sistema económico a nivel planetario, del
imperialismo y, por el otro, aplicando la manipulación social a través de los
medios de masas generando el miedo entre los ciudadanos de los distintos
países, una fórmula para recortar derechos y libertades a los pueblos, a los
trabajadores, y adaptar la base económica a la realidad a la que nos está
llevando la descomposición del capitalismo monopolista». (Partido Comunista
Obrero de España; Coronavirus, la justificación de los capitalistas para salvar
su moribundo sistema económico, 12 de marzo de 2020)
Desde medios clásicos del eclecticismo, como La Haine, se nos
advertía:
«A medida que pasan los días, y se van conociendo
cada vez más casos de enfermos por el coronavirus, va arraigando mi sospecha de
que dicha enfermedad ha sido «distribuida» en forma consciente del daño que
podría ocasionar». (Darío Herchhoren; Coronavirus: guerra química y bacteriológica,
19 de marzo de 2020)
Todos ellos son los mismos que alaban al régimen cubano, que
sí «cree» en el virus y su peligrosidad, pero que se gasta el dinero en
pseudomedicinas como la homeopatía:
«El Ministerio de Salud Pública de Cuba ha
confirmado la utilización de un producto homeopático para «mejorar las
defensas» de colectivos y zonas en riesgo por la expansión del nuevo
coronavirus, del que ya se han detectado 350 casos y nueve fallecidos en la
isla. El producto en cuestión es PrevengHo-Vir, de fabricación cubana, ha
explicado en rueda de prensa el director de epidemiología del Ministerio,
Francisco Durán». (Europa Press; Coronavirus. Cuba recurre a la homeopatía para
«mejorar las defensas» frente al coronavirus, 7 de abril de 2020)
¿Qué será lo próximo, ver a Raúl Castro pidiéndole ayuda a los
santeros? Eso es imposible, porque él es más de rezar rosario en mano. Y de un
grupo procubano, pasamos a otro. En este caso, si observamos el vocero digital de
los restos del Partido Comunista de España (reconstituido), emite ideas
similares, pero enfocándolas a su monotema: la represión y el fascismo:
«La histeria del
coronavirus es una maniobra para imponer el fascismo, la ley marcial, el toque
de queda y la anulación definitiva en todo el mundo de las reliquias que
quedaban de derechos y libertades fundamentales». (Movimiento Político de
Resistencia; Contagio: si aplaudimos la ley marcial, también aplaudiremos la
censura total, 19 de marzo de 2020)
Pobre Nyto, ahora entendemos su empanada mental. ¿En qué quedamos
señores? ¿No repetís en vuestros artículos día y noche que vivimos en un «fascismo»,
que España es uno de los peores países en cuanto a represión? Ahora consideran el coronavirus una
«histeria» prediseñada por las altas esferas −cuando el gobierno y sus medios,
por el contrario, ignoraron el virus hasta que el desastre se le vino encima−.
Esto no es nada extraño en negacionistas del cambio climático y la
responsabilidad del hombre −más bien, del modo de producción capitalista− en
él, y que, de hecho, copian el discurso de la derecha más conservadora sobre el
tema −la de Brasil, Italia, España y EE.UU., más concretamente−. Véase el
capítulo: «El
negacionismo del cambio climático y la influencia del hombre en él» de
2017.
Su página está repleta de todo tipo de artículos negacionistas
con artículos en plan Bosé tipo «¡Abajo las mascarillas!». Así, por ejemplo, en
abril de 2020 también se sumaron a la difusión del bulo de que el COVID-19 es
poco menos que un catarro:
«Ya estamos bastante por debajo de las previsiones
y bastante por debajo de la gripe común y corriente, por lo que la pregunta vuelve
a saltar: ¿a qué viene toda esta campaña?, ¿qué hay de nuevo y diferente
respecto a otras epidemias?». (Movimiento político de resistencia; ¿Está el
mundo entero bajo la ley marcial a causa de un catarro?, 2020)
Falso. En España, según el Instituto Nacional de Estadística
(INE), durante gripe estacional entre octubre de 2017 y septiembre de 2018
fallecieron en torno a 1.961 personas, mientras el Centro Nacional de
Epidemiología (CNE) estima que puede que unos 15.000 ciudadanos, porque analizó
además el impacto indirecto de la gripe. Sea como fuere, el COVID-19 en seis
meses en España ha segado la vida de casi 30.000 personas, hoy superando ya las
cifras de 50.000 fallecidos, y va a más. Sin contar, claro está, con las
recurrentes secuelas derivadas del virus, que no se asemejan en nada a las de
una gripe común: disnea, pérdida de la movilidad de las extremidades, mareos,
migrañas, miocarditis, pericarditis, y un largo etc. Véase el artículo de El
País: «Covid persistente: las secuelas que no se van» de 2020.
Desafortunadamente, este es el «trabajo teórico de vanguardia»
que puede ofrecernos un PCE (r) o un PCOE, a cual más patético: rumorología,
especulaciones e idealismo por doquier. ¡Qué fantástica «labor de concienciación»
realizáis muchachos! Si ya de por sí sus artículos sobre política causan vergüenza
ajena, en otros campos donde son todavía más ignorantes, al menos debería
intentar no repetir los bulos de los más indocumentados, lo decimos para que se
ahorren estos ridículos. Compárese estas declaraciones con las de cualquier
secta «freak» de la «conspiranoia» que a continuación vamos a tocar.
Somos conocedores que en la era digital todo el mundo puede
dar su opinión y llegar a miles de personas y damos gracias a ello que de esa
manera podemos ponernos en contacto con gente afín a nosotros. Pero entiéndase
que en ocasiones esto es como darle una metralleta a un simio, puesto que abre
una puerta gigantesca para la difusión de pseudocientíficas, las cuales, por el
estado de racionalidad general tan dudoso, no es difícil que acaban calando
entre la población. Las consecuencias de esto ya se vieron en EE.UU. con Trump
arengando a su pueblo a tomar lejía o detergente para combatir el COVID-19.
En México, desde Facebook, un grupo «comunista» afirma que el
fascismo domina casi todo el planeta −justo como en España hacen PCE (r)-PCOE−,
llamando a Joe Biden «nazi-fascista» (sic), a la vez que tenían tiempo de
advertirnos en enero de 2021 de no caer en la trampa del falso virus:
«¡Mil veces malditos sean todos los revisionistas;
los miserables «comunistas» y «socialistas» que se han unido a la dictadura
burguesa en la ruin tarea de mantener aterrorizados a los trabajadores con esta
siniestra mentira!
Compañero proletario: ¡Rebélate! contra quienes te
han engañado y convertido en un títere, en un verdadero autómata. ¡Quítate el
bozal y la careta, y lánzalos a la lumbre; y únete a tu hermano trabajador!
¡Sublévate contra el maldito gobierno dictatorial que te tiene en la miseria,
en el hambre y en la esclavitud!
El «coronavirus no existe, ha sido sólo un
diabólico invento del capitalismo mundial. Cuyo objetivo central es tener
aterrorizado al pueblo para que no se insurreccione contra los explotadores
capitalistas que han provocado la crisis económica mundial
El «mortífero virus» ha sido una descomunal
mentira tramada por la más negra reacción mundial». (Voz del obrero; Continua
el terror contra el pueblo, 2021)
¿Voz del obrero o «voz del conspiranoico»? Para estos señores
el COVID es una «descomunal mentira». ¡Suponemos que los 170.000 fallecidos en
México son actores que se han prestado para una macabra «performance»! Como
dice el refrán: «Aquí cada loco con su tema».
En fin, estos señores eluden el elemento esencial, el
biológico. Para empezar, alrededor del 60% de los patógenos infecciosos que
afectan al ser humano lo hacen por vía zoonótica. Es decir: somos huéspedes
accidentales al adquirir patógenos «más comunes» en otras especies. Estos
patógenos evolucionan y, en consecuencia, logran atravesar la barrera que
separa a las especies entre sí. Es lo que sucedió con el H1N1 y, muy
probablemente, es lo que ha sucedido con el SARS-CoV-2.
En este punto es preciso aclarar que los estudios sobre el
SARS-CoV-2 encaminados a conocer el reservorio natural del virus, publicados
por la revista de divulgación científica «Nature Medicine», han concluido que el virus no es resultado de una
manipulación, sino que es fruto de la evolución natural. La propia inteligencia
yankee ha descartado que el virus fuera desarrollado como arma biológica. Véase
el artículo de El Diario: «La investigación de EE.UU. no puede determinar el
origen del coronavirus y descarta que fuera un arma biológica» de 27 de agosto
de 2021.
A falta de confirmación, se
presumía que el coronavirus se propagó del murciélago al pangolín, siendo este
último la especie-reservorio desde donde saltó al ser humano. En
cambio, las afirmaciones categóricas que hemos visto estos días sobre la causa
del virus −a cada cual más disparatada que la anterior−, aunque carecen de
sentido y causarían la mofa de cualquier persona cuerda, pasan como explicaciones
coherentes en estos mundillos porque, a fin de cuentas, portan la misma
filosofía idealista que sus «adversarios» de la derecha. Véase el capítulo: «El
romanticismo y su influencia mística e irracionalista en la «izquierda» de
2021.
Podríamos seguir citando y citando cientos de artículos que
han circulado estos días con sus extravagantes conclusiones, pero las ideas
anteriores recogen la esencia de este tipo de teorías y planteamientos. A los
«marxistas» de pacotilla que apoyan todo este tipo de sandeces nos gustaría
preguntarles una cosa muy sencilla, ¿creen realmente que un gobierno revolucionario
debatiría con estos cabezas de chorlito la obligatoriedad de la vacunación
general? ¿Se imaginan al gobierno bolchevique discutiendo con los místicos y
supersticiosos de la época la implementación de la vacuna de la viruela? Al
menos no todos los revisionistas son tan inconscientes como los que acabamos de
ver:
«En un Estado que tenía a principios del siglo XX
altísimas tasas de mortalidad infantil −de cada 1.000 personas muertas dos
tercios eran niños menores de 5 años− y de mortalidad por enfermedades
infecciosas −tasa de mortalidad por tuberculosis era de 400/100.000−, la puesta
en marcha de servicios sanitarios en todos los rincones del inmenso territorio
se acompañó de la implementación de medidas generalizadas de prevención (...)
El triunfo de la Revolución en 1917 instaura las condiciones para aplicar esos
avances, que habían permanecido encerrados en los laboratorios, al conjunto de
la población. Se realizó la primera campaña de vacunación universal de la
historia de la humanidad: el 18 de septiembre de 1918, el Comisario del Pueblo
de Salud Pública N.A. Semashko adoptó el «Reglamento de vacunación contra la
viruela» basado en el informe científico de Gamaleya y en abril de 1919, el
presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo, Lenin, firmó el decreto
correspondiente. Fue la primera campaña de vacunación universal de la historia
de la humanidad». (Ángeles Maestro; La vacuna rusa contra la covid-19, sobre
los hombros de la URSS, 2020)
Los eclécticos de Red Roja jamás van a ilustrarnos en nada de
cuestión político-ideológica, por saber no saben ni donde tienen la mano
izquierda, pero hay que reconocer que, a diferencia respecto a los artículos
anteriores que hemos ido criticando a lo largo del documento, al menos no
realizan un culto al irracionalismo en esta cuestión, lo cual es de agradecer.
Y es que, entre tanto, en pleno siglo XXI, en mitad de una pandemia mundial, la
mayoría de los revisionistas desean llevarnos a la era de las cavernas gritando
«¡No a las vacunas!», «¡No a las medidas sanitarias!». Ahora, ¿creen en serio que
una dictadura del proletariado sería condescendiente con aquellos que, por su
imprudencia, ponen en riesgo a la colectividad?
«[Quienes justifican a estos elementos] hacen verdaderos malabarismos con el tema de la influencia capitalista sobre este tipo de sujetos, y justifican todo en base al concepto de «alienación» para dar carpetazo final al tema. Esto que dicen es cierto: son productos del propio sistema y sus deficiencias, son sujetos alienados. Hemos hablado infinidad de veces de la presión ideológico-cultural que se ejerce desde la superestructura sobre los sujetos sociales, pero cuando se exponen los errores de estos elementos y persisten sus errores no puede existir compasión posible con ellos. Hacer la vista gorda sobre este tipo de actitudes en períodos de desorganización y falta de clarividencia ideológica es más peligroso aún; insistir en un trato amigable, aparcar las diferencias y confiar en una reeducación futura −incluso de sujetos abiertamente recalcitrantes− no deja de ser un ideario liberal del todo estúpido, que se acerca más a una premisa cristiana de ejercer el perdón automático sin rencor ni reflexión alguno que a una actitud marxista. Cuando varios elementos que no quieren, o no pueden rectificar, son un claro obstáculo para el progreso, ¿quién si no los comunistas deben analizar en profundidad y criticar estas actitudes que perjudican la causa? ¿Se lo dejamos a los liberales burgueses y sus intelectuales para que creen teorías como que todo el proletariado ha degenerado en [conspiranoicos]? (...) Debe concluirse que por supuesto las condiciones materiales tienen el peso decisivo que dan luz a estos fenómenos, en eso hemos insistido siempre, pero no olvidemos la personalidad de cada sujeto y el nivel de fuerza de voluntad de cada uno para autotransformarse, ya que no somos elementos pasivos condenados al error. No olvidemos que, en una futura sociedad socialista, el espíritu liberal e individualista, el afán autojustificador no le va a valer a nadie de excusa para causar un perjuicio al bien colectivo ni a la propiedad común, no servirá para estar por encima de las leyes populares». (Equipo de Bitácora (M-L): Estudio histórico sobre los bandazos oportunistas del PCE (r) y las prácticas terroristas de los GRAPO, 2017)
Pasemos a lo siguiente...». (Equipo de Bitácora (M-L); Algunas consideraciones sobre el COVID-19 [Coronavirus], 2020)
Pues a mi modo de ver, contraponer lo individual a lo colectivo en la actualidad sí que me parece algo bastante propio del fascismo. No sé, llamadme loco o conspiranoico o lo que se os ocurra; pero si una persona individual no puede salir a la calle sin estar condicionado permanentemente por las medidas restrictivas (aplicadas por la policía), las organizaciones estarán en la misma situación: anuladas permanentemente en su actividad. ¿Qué revolución vas a organizar si no puedes juntar más de 4 personas?
ResponderEliminarAlguno saldrá con la excusa de la excepcionalidad, de que esto es temporal. Eso mismo dijeron en marzo del año pasado.
Y ya que os encantan los análisis científicos en base a lo concreto, ¿por qué no habláis de las medidas? ¿qué opináis de los efectos en la salud que provoca el confinamiento de toda la población, sana o enferma? ¿qué os parecen el toque de queda y el cierre de la hostelería? ¿qué tenéis que decir sobre la situación de la clase obrera cuya vida se limita a ir de casa al trabajo y del trabajo a casa (si es que tiene trabajo)? ¿qué os parece la expansión del teletrabajo/trabajo a destajo? ¿qué os parecen las movilizaciones masivas que se han dado o se están dando en países como Italia, Holanda, Túnez, Líbano o la India; contra las medidas restrictivas? ¿Cuál es la posición que hay que tomar ante estos actos individualistas a ojos de vuestra lógica pandémica? ¿Habrá que sacar el látigo y reprimir a todas esas masas enfurecidas? ¿En eso consiste el socialismo, en un despotismo ilustrado maquillado con un barniz científico basado en las tesis prefabricadas del complejo militar-industrial imperante en lo ideológico? Poco rentable es el socialismo entonces, no nos daría nada que no tengamos ya. Y desde luego no nos daría, y no nos estáis dando, lo que realmente se necesita ahora: una postura independiente y a contracorriente de la versión dominante, que es la covidiana indiscutiblemente.
Te responderemos en el mismo tono:
ResponderEliminar"Pues a mi modo de ver, contraponer lo individual a lo colectivo en la actualidad sí que me parece algo bastante propio del fascismo".
-Tú "modo de ver" no es indiferente. La realidad es la que es. El fascismo antepone lo individual (un caudillo) y exige la sumisión y movilización colectiva en sus ideales, que no son discutibles bajo el concepto de autoridad y fe ciega fascista. Su filosofía es idealista e irracional (igual que la de los grupos conspiranoicos). Véase el documento: "¿Acaso el fascismo español una «tercera vía» entre capitalismo y comunismo?" de 2014.
Que sepamos los antivacunas, lo de Bill Gates, los terraplanistas pueden soltar su discurso, los críticos del gobierno (en cualquier materia) también, el gobierno y sus aliados, por supuesto que también pueden. Eso ha sido así antes y después del COVID-19. Cada partido político parlamentario o extraparlamentario tiene su discurso, y este tiene cabida (mediatizado claro por el capital), pero te recuerdo que Vox, entre otros, tiene un discurso conspiranoico y es del "gran capital". ¿Qué me quieres decir entonces señor?
No sé en qué ves fascismo en España, esperamos tu argumentación.
2 "Si una persona individual no puede salir a la calle sin estar condicionado permanentemente por las medidas restrictivas (aplicadas por la policía), las organizaciones estarán en la misma situación: anuladas permanentemente en su actividad. ¿Qué revolución vas a organizar si no puedes juntar más de 4 personas?"
-¿Y desde cuando la burguesía necesita del fascismo o de medidas restrictivas por motivos de salud para tener "controlada la actividad de las organizaciones"? ¿De qué organizaciones revolucionarias hablas? ¿La Cup, RC, PCPE? La mayoría dedican el 80% del tiempo a realizar colectas, fiestas, batucadas, manifestaciones cerveza en mano, desfiles con banderitas, dinero y más dinero para los jefes de partido. El nivel ideológico es secundario o inexistente (o ponme tú de referencia que partido ha hecho algo productivo en esto en los últimos años). Todo ello no es "activismo revolucionario", eso no es un "partido", ni "pone contra las cuerdas al sistema". Véase el capítulo: "¿Cuál es realmente el "trabajo de masas" de RC?" de 2021.
O dicho de otro modo, no se puede vender la moto de que "las medidas del COVID impiden" una "organización del pueblo", algo que en ningún momento se logró antes de la pandemia (ni en España ni en ningún lado). Es más, de no existir tales medidas tampoco lograrían nada porque esos métodos insulsos que ya se han demostrado como impotentes, están más cerca del anarquismo (o el reformismo economicista) que del marxismo. Estos grupo no están en "condiciones de organizar la revolución", y pese a que no han aprendido ni a andar algunos estáis hablando de correr y ganar una maratón. Vivís en otra dimensión.
Sea lo que fuere, cuando ha habido manifestaciones de derecha o izquierda, las manifestaciones ilegales han seguido su curso, más allá de la legislación vigente.
3. "Alguno saldrá con la excusa de la excepcionalidad, de que esto es temporal. Eso mismo dijeron en marzo del año pasado. (...) "¿por qué no habláis de las medidas? (...) ¿Qué os parecen el toque de queda y el cierre de la hostelería? ¿qué tenéis que decir sobre la situación de la clase obrera cuya vida se limita a ir de casa al trabajo y del trabajo a casa (si es que tiene trabajo)?"
ResponderEliminar-Hay una pandemia, punto. Si no entiendes esto tras leer el artículo y ver a tu alrededor, nosotros no vamos a lograr hacer que lo comprendas en un comentario. ¿Pretendes que un Estado (sea del tipo que sea) no tome medidas sanitarias? Así hizo en un principio: "Los mensajes de los medios de comunicación, la intelectualidad y los políticos capitalistas antes la crisis sanitaria" de 2020.
¿Y hoy? Pues si el Estado español si pudiera (y no causase un colapso sanitario) restablecería la normalidad de circulación hoy mismo, pues la actuación actual (con medidas severas) NO beneficia la economía (que como anticipamos y era obvio, la está hundiendo). Que la crisis la pagaría la clase obrera no es análisis nuestro ni tuyo, es una soberana obviedad de todas las crisis capitalistas. Véase el capítulo: "El coronavirus y su repercusión en la economía capitalista mundial" de 2020.
¿Y bien? En este caso, las medidas lanzadas a la clase obrera con restricciones sin sentido como el cierre de viajes entre municipios y comunidades, pero a su vez, exigir ir al trabajo a largas distancias en transportes hacinados, la falta de vacunas, profesionales y materiales sanitarios, mientras se suben el sueldo, más dinero para la monarquía y medidas feministas sin sentido, etc. es fruto de la contradicción capital-trabajo, y de la mala preparación de los ministros, no de "tiranías" ni de "nuevo orden mundial". Por eso analizamos que, ya con el estado sanitario anterior a la pandemia, con su degradación, en marzo de 2020 el gobierno (el mismo que había apoyado recortes) no estaba en posición de asumir el bache del coronavirus. Véase el capítulo: "Algunos datos que demuestran la debacle del sistema sanitario español" de 2020.
4. "Y ya que os encantan los análisis científicos en base a lo concreto".
- En efecto, y tú hasta ahora no has contestado nada CONCRETO del documento que sea incorrecto. ¿Por qué no empiezas por ahí antes de pedir "nuestras opiniones" a la carta? Danos tu opinión y contraponla con datos serios y hechos a nuestros análisis, o, en su defecto, déjanos un artículo que exprese tu parecer.
Te quejas que no explicamos las "medidas". Nuestro artículo fue sacado cuando empezó el COVID, pero las primeras medidas que toma el capitalismo en estas situaciones fueron explicadas, otras son impredecibles (y así de demostró con reacciones desiguales).
Si hubiera un "plan general" Sánchez no habría hecho una gestión que destrozase de tal manera la economía. Jhonson, Bolsonaro y Trump no habrían tomado medidas tardías como indicamos (constándole a este la presidencia), y un largo, etc. Véase el capítulo: "Los mensajes de los medios de comunicación, la intelectualidad y los políticos capitalistas antes la crisis sanitaria" de 2020.
Del mismo modo en un post reciente hablamos que el gobierno español no ha cumplido absolutamente nada de un programa ya de por sí ineficaz para los problemas sociales. Véase el capítulo: «¡Los oportunistas al rescate del «gobierno del cambio»! de 2021.
5. "¿qué os parece la expansión del teletrabajo/trabajo a destajo?"
ResponderEliminar-No sé qué pretendes preguntar con eso. ¿Qué el teletrabajo es una medida que "necesitaban los gobiernos" para "salvar su economía"? Por el contrario, es una medida que permite conjugar la vida familiar y laboral, y que la mayoría de usuarios prefiere, las empresas no tanto, porque la productividad puede caer sin ese "control" in situ. ¿Los alumnos están peleando por no realizar exámenes sin medidas de seguridad y vosotros qué reclamáis? ¿Ir a estudiar sin mascarilla con pupitres literalmente pegados el uno frente al otro? ¿O qué? Sé más específico sobre qué encaramos mal.
6. "¿qué os parecen las movilizaciones masivas que se han dado o se están dando en países como Italia, Holanda, Túnez, Líbano o la India; contra las medidas restrictivas?"
-En lo internacional. ¿Las que convocan nazis? Dinos tú.
¿Y de España? Cuáles exactamente? ¿Las que convoca Vox, Bosé, las revueltas en Vallecas?
Suponiendo que te refieres a las más "izquierdistas", nos parece lo mismo que las manifestaciones en Venezuela contra Maduro o aquí contra el PSOE-Podemos, antes, durante o después de la pandemia. Sus demandas en muchas ocasiones son más que legítimas (como una demanda de mayor gasto público en la gestión sanitaria, no pagar ciertos impuestos, etc.), otras son demandas conspiranoicas (como que el virus no existe), pero las legítimas no conducirán a nada productivo (ni superior) sin organización (y esto empieza por clarificación IDEOLÓGICA para que esa organización sea seria y contundente). El espontaneísmo como mucho puede forzar el derrocamiento de una facción de la burguesía por otra. Pero no traerá ni socialismo ni nada parecido, como muchas mentes calenturientas piensan a menudo. Véase el capítulo: "Los catastrofistas que creen que los desastres naturales «aceleran la revolución»" de 2020.
7. "¿Cuál es la posición que hay que tomar ante estos actos individualistas a ojos de vuestra lógica pandémica? ¿Habrá que sacar el látigo y reprimir a todas esas masas enfurecidas?"
ResponderEliminar-El "individualismo" es actuar por impulsos y sentimientos propios. Pero también hay sujetos "en grupo" que dicen y cometen idioteces, se concentran en Colón y afirman que todo es una pantomima de las élites extraterrestres, que el virus es menos que un constipado, ese es un ejemplo. Otro sería los que dicen que el COVID-19 beneficia a la economía mundial.
Además, confundes la postura de los comunistas dentro y fuera del poder sobre cómo afrontar una crisis así. Vuelve a leer el texto.
8. "¿En eso consiste el socialismo, en un despotismo ilustrado maquillado con un barniz científico basado en las tesis prefabricadas del complejo militar-industrial imperante en lo ideológico?"
-En lo que no consiste el socialismo, es en una especulación y relativismo sobre los fenómenos socio-históricos. Te pondré un ejemplo:
«Ciertamente, siempre existirán diferencias en cuanto a fuerza física e intelecto entre personas, incluso en una sociedad sin clases. Del mismo modo, salvo que uno sea anarquista, todo el mundo reconoce que también habrá jerarquías a la hora de dirigir. La cuestión del marxismo en contraposición al resto de ideologías, como el fascismo y otras formas de supremacismo, radica en torno a cómo se articulan esas cuotas de poder y organización. El fascismo solo reconoce una voluntad, el líder, y esta es, además, indiscutible. La respuesta, pues, se torna sencilla. Dado que caudillo no hay más que uno, esto, automáticamente, condena al resto, tanto a nivel general como regional y local, a ser esclavos del «líder» y de otros «pequeños líderes». En todo caso, la ideología fascista solo puede ser una ideología y «moral de señores» para los que ya lo son o aspiran a serlo –incluyendo en su plan nieztschiano avasallar al vecino–, pues recordemos que según el filósofo de referencia del fascismo, Friedrich Nieztsche, la buena «virtud» del superhombre es la competición, incluyendo en esta la envidia, el engaño o la calumnia si eso sirve para superar al camarada y competidor. Estas maquiavélicas aspiraciones bien se pueden disimular –pero no es necesario– con la hipocresía cristiana sobre el «amor al prójimo», e incluso obras de asistencialismo. Pero este plan y aspiraciones –que son imposibles de ocultar en la práctica– condenan inevitablemente al resto de mortales a una vida y empresa de dependencia, coerción de sus fuerzas internas y terror. Si el ideal político es de por sí antidemocrático, como en el caso del fascismo, no es –ni puede ser– una ideología de «autosuperación» para todos, como algunos estafadores la presentan, sino una moral de borregos para el pueblo. Esta dicotomía psicológica se ve clara en aquellas ocasiones en las que, mientras el militante fascista acepta la monarquía e incluso le rinde pleitesía al rey –considerando normal y honroso ser súbdito de otra persona–, el líder fascista mira a cualquier monarca con desconfianza, como un posible rival y tratará siempre de derrocarlo en cuanto ya no sirva al propósito de su movimiento, es decir, al suyo, puesto que él es el movimiento fascista, el único verdaderamente «nacional» y «regenerador». (Fundamentos y propósitos, 2021)