martes, 26 de enero de 2021

Las teorías conspiranoicas sobre el COVID-19; Equipo de Bitácora (M-L), 2021

[Publicado originalmente en 2020. Reditado en 2021]

«Tras nuestra lectura de los informes, discursos y otros documentos hechos públicos de diversas organizaciones respecto a la pandemia del COVID-19 [coronavirus], bien sean estas más «progresistas» o «conservadoras», más escoradas a la «izquierda» o a la «derecha», observamos, una vez más, que gran parte de los políticos, artistas y filósofos, lejos de alejarse de las corrientes pseudocientíficas, secundan y emiten declaraciones que terminan por reproducir y dar por buenas una serie de hipótesis «conspiranoicas» de lo más ridículas, las cuales no solo no aportan claridad al respecto, sino que acaban sembrando entre la población −más aún si cabe− una mezcla de pánico y confusión. Bien, lo primero que habría que dejar claro es que las ideas de esta gente son, por lo general, muy fáciles de desmontar, pues encierran ingentes cantidades de contradicciones.

El desconfiado y el charlatán comparten el conformismo agnóstico, a ambos les basta con afirmar que «esto» o «aquello» no debe ser discutido por su plausibilidad, porque «el ser humano es suficientemente retorcido» como para hacer esto otro. Pero como dijo Lenin, «háblame de hechos y no de posibilidades». En cambio, el hombre de ciencia, en lugar de arrojarse a la especulación enajenada, en lugar de sumarse a la turba de «expertos» que se dedican a la «opinología», comprobará qué hechos sostienen una teoría −o si estos existen en absoluto−. Lo contrario es embarcarse en la cavilación estéril que, tras días de quebraderos de cabeza, culmina en conclusiones carentes de valor que deben ser arrojadas al contenedor de la especulación. Uno de los pensadores materialistas más importantes del siglo XIX lo explicaba así:

«Esta incomprensibilidad no te da derecho a deducir las consecuencias supersticiosas que la teología saca del conocimiento humano; no te da derecho a fantasear en el campo de las causas naturales, porque solamente puedes decir: «Yo no puedo explicar la vida desde estos fenómenos o causas naturales que me son conocidas o desde el modo como ahora me son conocidas»; y no puedes decir sin pretender haber agotado hasta la última gota de océano de la naturaleza que la vida no sea totalmente explicable por medio de la superposición de seres inventados; no te da derecho a hacerte ilusiones y a engañarte a ti mismo y a los demás con una explicación que nada explica; no te da derecho a convertir en «no saber» de las causas naturales y materiales en un «no saber» de dichas causas, a divinizar tu ignorancia, a personalificarla y objetivizarla en un ser que debería sacarte de encima tu ignorancia, pero que en realidad no expresa más que la naturaleza de esa ignorancia tuya, que la ausencia de explicaciones positivas y materiales. (...) En lugar de ser lo suficientemente honesto y humilde como para decir: «No sé el motivo, no puedo explicarlo, me faltan datos, los materiales» tú, con ayuda de la fantasía, conviertes estos defectos, estas negaciones, estas definiciones de tu cabeza en seres positivos, en seres que son inmateriales. (...) La ignorancia se conforma con seres inmateriales, incorpóreos, no naturales, pero su inseparable compañera, la exuberante fantasía, que siempre tiene cosas que hacer únicamente con seres altísimos y supremos y máximos, eleva inmediatamente estas pobres producciones de la ignorancia al rango de seres sobremateriales y sobrenaturales». (Ludwig Feuerbach; La esencia de la religión, 1845)

«Sorprendentemente», en los análisis de este tipo de personas paranoicas y especulativas siempre concluyen con el escenario más improbable. Estos señores, a falta de datos concretos que permitan una examinación en profundidad, eluden por completo los instrumentos esenciales del análisis lógico como, por ejemplo, la «navaja de Ockham», que indica que: «En igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable». El nominalismo del siglo XIV, el racionalismo de este franciscano, es una filosofía más avanzada y cercana al método científico que la que acostumbran estos seres. Pero, como no siempre todo es tan sencillo como parece y esta formulación lógica no es suficiente −ni mucho menos−, es hora de que empecemos a entrar en materia.

Comencemos observando algunas de las tesis conspirativas que se han viralizado en los últimos meses:

«A través de Twitter y Facebook se ha extendido una idea falsa que atribuye el brote de este virus a un complot promovido por el empresario y filántropo Bill Gates, cofundador de Microsoft, y planificado a través de un laboratorio británico. Esta teoría ha sido alentada por integrantes de la comunidad anti-vacunas y el movimiento QAnon, fundado por simpatizantes de Donald Trump que creen que el presidente de Estados Unidos, con la ayuda discreta de las Fuerzas Armadas, se enfrenta a «élites globalistas» que pretenden socavar las esencias del país. El multimillonario George Soros, destacados dirigentes demócratas... y Bill Gates serían algunos de sus miembros destacados, según este movimiento. (...) Finalmente, hay usuarios convencidos de que esta enfermedad ha sido fabricada por grupos farmacéuticos interesados en vender vacunas. Sin embargo, ahora mismo, gracias a que las autoridades chinas están haciendo pública toda la información sobre el brote, cualquier laboratorio del mundo puede trabajar en fabricar una vacuna para comercializarla después». (El día.es; Del complot de Bill Gates a la mano de las farmacéuticas, 31 de enero de 2020)

Algunos grupos revisionistas, es decir, aquellos que revisan las bases fundamentales del método marxista, han reproducido estas teorías sin problemas. Una parte de ellos acusa a un bloque imperialista en base a las afirmaciones de los voceros del bloque antagónico. Otros coinciden con las ideas más fantasmagóricas que la derecha conservadora difunde día y noche. También hay unos pocos que recubren su discurso conspiranoico de un halo anticapitalista −para así decorar sus historias fantásticas que en ningún momento pueden sostener con datos ni pruebas empíricas concluyentes−. ¿Qué significa todo esto a nivel filosófico, qué implica este subjetivismo?

«La negación de la presencia de un grano de verdad absoluta en las leyes de la ciencia por parte de la filosofía burguesa moderna tiene como objetivo reemplazar la verdad científica con lo «irracional», la fe, incluso la «fe animal» −instinto−, etc. (...) Todo esto es necesario para que la reacción imperialista pase de contrabando el oscurantismo y el misticismo a la ciencia y convierta la ciencia en un instrumento para la esclavitud espiritual de las masas trabajadoras». (V.P. Tugarinov; Sobre las leyes del mundo objetivo y las leyes de la ciencia, 1952)

Todos ellos tratan de analizar un fenómeno no a partir del estudio de la realidad concreta, sino partiendo de lo que deberían ser las conclusiones de su análisis, reduciendo la argumentación a la justificación de sus prejuicios. Erigen su análisis sobre concepciones absolutamente erradas en la comprensión del funcionamiento del poder bajo el capitalismo: achacan a una élite bancaria la capacidad de gobernar sin equívoco y al unísono cada fenómeno que tiene lugar en el mundo −¡o quizás en el universo!−. No hay cabida para la casualidad; toman el correcto principio de que nada ocurre porque sí −causalidad− para distorsionarlo y situar a la mencionada «élite» a la cabeza de todo lo que ocurre en el mundo, dependa esto −o no− exclusivamente del factor humano de la ecuación. No hay nada en el mundo que no haya sido dictado por esta supuesta élite todopoderosa y omnisciente; si hay una explosión en un edificio madrileño debe ser parte de la política de choque y pánico de una élite interesada en «desviar la atención» y «manipular la opinión pública». Si las cigüeñas alteran su vuelo migratorio no es cuestión de la alteración de su hábitat natural, sino culpa del Club Bilderberg o los anunakis −o vaya uno a saber que tontería−. Y, por supuesto, una pandemia mundial no puede ser algo ajeno a la élite, esta tiene que estar detrás de ella. Así, si se parte de este hecho−prejuicio, más bien−, si se acepta su existencia, debe reconocerse que no hay ningún fenómeno que no haya sido dictado por las élites entre bastidores. Se confunde la respuesta del capital ante determinados fenómenos con las razones que los originan. Un error de colegial:

«Se trata sencillamente de otra formulación del viejo amable método ideológico que solía llamarse apriorístico, y que consiste en no registrar las propiedades de un objeto estudiando el objeto, sino en deducirlas demostrativamente a partir del concepto del objeto. El objeto debe regirse por el concepto, no el concepto por el objeto. (...) La filosofía de la realidad muestra, pues, también aquí que es pura ideología, deducción de la realidad no a partir de sí misma, sino a partir de la representación. Si, pues, un tal ideólogo se dispone a construir la moral y el derecho no con las condiciones sociales reales de los hombres que le rodean, sino a partir del concepto o de los supuestos elementos simples de «la sociedad», ¿qué material tiene para esa construcción? Lo tiene obviamente de dos tipos: primero, el escaso resto de contenido real que tal vez quede en aquellas abstracciones puestas como fundamento; segundo, el contenido que nuestro ideólogo vuelva a introducir en ellas partiendo de su propia consciencia. Y ¿qué encuentra en su consciencia? Sobre todo, concepciones morales y jurídicas que son expresión más o menos adecuada −positiva o negativa, conformista o polémica− de las condiciones sociales y políticas en las que vive; luego tal vez nociones tomadas de la literatura principal; por último, quizá, manías personales». (Friedrich Engels; Anti-Dühring, 1878)

Así, por ejemplo, llegaríamos a que para estos idealistas subjetivos, términos como «coronavirus» o «pandemia», no serían acepciones objetivas basadas en el estudio de dichas manifestaciones en la realidad concreta −en este caso, España o el mundo− sino que, para estos «filósofos» de a pie −y otros «profesionales» que se ganan la vida ejerciendo tales chorradas−, cada uno debería ser libre de interpretarlos bajo las libres apetencias de su propio esquema mental: así pue, tenemos que unos interpretan la presente crisis pandémica del COVID-19 como sinónimo de «crisis desatada por un determinado país» −como alegan los líderes imperialistas−, otros como «plan de dominación mundial» −globalistas conspiranoicos−, e incluso como una «oportunidad revolucionaria» −como celebran los catastrofistas−.

Y algunos dirán: «¡No, hombre! No es un afán subjetivo mío, esta concepción es compartida por más compañeros». Bien, entonces este idealista cree que la veracidad de un fenómeno no está basada en su objetividad real e independiente del ser humano, ¡sino que depende del grado de cordura o locura del colectivo!

«Esta insistencia en la independencia del mundo exterior de la conciencia humana es el principio que distingue al materialista dialéctico del subjetivista en su actitud hacia la verdad objetiva. Para Bogdanov, la objetividad de una cosa tiene un solo significado: su «general significado».

«El carácter objetivo del mundo físico», dice Bogdanov, «radica en esto, que no existe para mí personalmente, sino para todos y tiene para todos un significado definido, que estoy seguro es el mismo que para mí. La objetividad del orden físico es su general significado».

Como vemos de lo anterior, Bogdanov entiende por objetividad la coincidencia de representaciones en la conciencia de varios «co-hombres», y solo eso; niega así una objetividad puramente concreta de la naturaleza, es decir, su independencia del hombre y de la existencia humana. El principio bogdanoviano de «significado general» establece la objetividad del mundo material totalmente en dependencia del sujeto, como resultado de lo cual la distinción entre ciencia y superstición parece borrarse. Este último punto es enfatizado fuertemente por Lenin, quien declara que se puede decir de cualquier creencia religiosa que se desee que posea un «significado general», porque incluso hoy se puede encontrar que una «gran parte de la humanidad» se aferra a ella». (M. Shirokov; Un libro de texto de filosofía marxista, 1937)

Por si el lector se ha perdido al no estar familiarizado con la terminología filosófica, intentaremos explicarlo mediante otro ejemplo: la realidad objetividad de que la Tierra es esférica y rota alrededor del Sol desde hace miles de millones años no es algo que fuera alterado durante la Edad Antigua, cuando el pensamiento mayoritario no contemplaba esta realidad. Incluso cuando se pudo corroborar científicamente −confirmándose las teorizaciones previas− que la Tierra es un orbe esférico que rota alrededor del Sol, una gran cantidad de personas seguirían creyendo que la Tierra era el centro del universo durante largo tiempo. ¿Quién tenía razón? ¿Quiénes apoyaban la antigua teoría, aún mayoritaria? ¿O quienes, entonces en minoría, la reformularon de acuerdo con las investigaciones científicas más avanzadas? Por mucho que se considerase que el universo se comporta de un modo determinado, a este le «es indiferente» la opinión que la mayoría de la humanidad tuviese −o tenga− de él. El universo seguirá rigiéndose por sus leyes objetivas −a las que, no olvidemos, la humanidad también está sometida−, independientes de las creencias y el grado de conocimiento humano. Dicho de otro modo: por mucho que el número de personas terraplanistas y geocéntricas creciese de forma exacerbada, esto no comportaría ningún cambio en la física y composición de la Tierra y el Sistema Solar que, evidentemente, no variarán en consonancia con la opinión generalizada del ser humano, aún si esta se manifiesta de forma unánime. Esto es así, pues que sepamos, hasta la fecha, ¡la humanidad no ha desarrollado la capacidad de crear o destruir mundos y galaxias con el pensamiento!

a) Los «conspiranoicos» que aceptan alguna de las teorías de los bloques imperialistas

Pasemos, pues, a ver los tres principales modelos de conspiración. Empecemos por estos primero. Los líderes mundiales, como era de esperar en medio de una guerra comercial entre China y los EE.UU., se han aventurado a intercambiar una serie de acusaciones sin respaldo alguno, usándolas como arma arrojadiza para denigrar al adversario. Así pues, China acusó a EE.UU. de haber comenzado el COVID-19:

«El portavoz del Ministerio de Exteriores chino Zhao Lijan publicó un tuit en el que sugería que podría ser el Ejército estadounidense quien llevó el nuevo coronavirus a Wuhan. «La CDC [institución sanitaria estadounindense] atrapada en el acto. ¿Cuándo comenzó el paciente cero en los Estados Unidos? ¿Cuántas personas están infectadas? ¿Cómo se llaman los hospitales? Podría ser el ejército de EE. UU. quien llevó la epidemia a Wuhan. ¡Sean transparentes! ¡Hagan públicos sus datos! ¡Estados Unidos nos debe una explicación!». (Euronews; Guerra de propaganda por el coronavirus entre Rusia, China, Estados Unidos y la UE, 18 de marzo de 2020)

Rusia, aliada de conveniencia −e intermitente− del gigante asiático, se sumó al juego de las especulaciones:

«Varios políticos y expertos advierten de que el nuevo coronavirus, denominado COVID-19, es un arma biológica creada por Estados Unidos. Uno de estos políticos es el líder del Partido Liberal Demócrata ruso −LDPR, por sus siglas en inglés−, Vladimir Zhirinovski, quien ha dicho que EE.UU. cuenta con varios laboratorios secretos cerca de China y Rusia, incluidos en Georgia, Kazajistán y Ucrania, uno de cuyos productos fue la gripe porcina H1N1, según recogieron el viernes los medios locales en un informe respecto al brote del coronavirus». (Hispan TV; ‘EE.UU. ha producido el coronavirus en sus laboratorios secretos’, 14 de marzo de 2020)

Esto no es nuevo, en los años 80 comenzaron a detectarse los primeros casos de SIDA, momento en el que los servicios secretos soviéticos consideraron que esta era una buena ocasión para orquestar una campaña de desinformación contra los EE.UU. Así pues, en 1983 usaron a sus periódicos, científicos y simpatizantes de todo el mundo para propagar la idea de que la administración estadounidense había diseñado la enfermedad en el laboratorio de Fort Detrick, algo que, como reconoció en 1992 Yevgeny Primakov, el jefe del KGB, era un mero invento para intentar desacreditar a su competidor.

Hoy día ocurre igual, pero para nuestra desgracia, las irracionales e interesadas ideas de los Trump, Putin, Bolsonaro o Xi Jinping son la línea política a difundir en la arena internacional para muchos de los «antisistema» de todas las partes del globo. Para muestra un botón. Un conocido filósofo idealista que agrada a los más crédulos de la «izquierda», Noam Chomsky, afirma categóricamente que la actual crisis se trata de un plan de:

«La CIA, Bildeberg, Israel y demás poderes mundiales, [que] acuerdan hacer estallar una guerra bacteriológica de baja intensidad, propagando en territorio chino, un virus de laboratorio, el COVID-19. (...) Una vez consumida la Pandemia paralizadora del planeta, llegará la segunda fase. Control total de la guerra bacteriológica al poseer desde el primer momento la VACUNA GLOBAL del Covid19 desde su producción en laboratorios americanos. Luego de la dispersión y caos sanitario mundial, llegará el orden capitalista nuevamente, así reseteadas las economías nacionales, el nuevo valor en alza se llamará industria química USA, que a su antojo venderá patentes a países amigos y al CONTRARIO, bloqueo farmacéutico a países enemigos, debilitándolos aún más, si cabe o presionando a gobiernos hostiles a cambio de las vacunas salvadoras. Tercera fase: Implementación del Nuevo Orden Mundial con el cambio de las relaciones entre países:

-Desaparición de la Unión Europea.

-Desaparición de enemigos potenciales cómo Irán, Corea del Norte, Venezuela, etc.

-Debilitamiento de China continental y Rusia.

- Nuevo patio trasero: USA en Latinoamérica.

-Globalización planetaria alrededor de la nueva USA y su poder omnímodo». (Noam Chomsky; Insurgente; Noam Chomsky se ha pronunciado con esta contundencia acerca del coronavirus, 20 de marzo de 2020)

Noam Chomsky lo tiene claro, pero, ¿es alguien de fiar? Él también tiene clarísimo, por ejemplo, en su entrevista: «Sobre la violencia revolucionaria, el comunismo y la izquierda estadounidense» (2013), que Lenin fue un «contrarrevolucionario», pero que en «Estado y revolución» (1917) es «casi anarquista». Y siguiendo a Bakunin, en su obra: «Sobre la democracia y la educación» (2003), considera que los marxistas son la «burocracia roja» que «implanta las dictaduras más violentas y despiadadas». En cambio, ¿cuáles son las experiencias de referencia para Chomsky? En «Apuntes sobre anarquismo» (1970) alaba los «logros de la revolución social en España» del anarquismo español, y para ello se basa en concreto en autores como Abad de Santillán, quien para quien no lo sepa en su obra «¿Por qué perdimos la guerra?» (1940) expresó claras simpatías falangistas. He aquí una muestra de la validez de sus divagaciones y su autoridad. Que cada uno decida, pero, para nosotros, desde luego, no tomaremos jamás en serio a este cretino.

Pero no todo son delirios anarcoides. Desde España tenemos a la «La (Sin)Razón Comunista», revista dirigida por el estrafalario Santiago Armesilla, unos «socialchovinistas» viven de reproducir los dogmas de la secta-padre: la escuela del filósofo nacionalista Gustavo Bueno. Ellos nos aseguraban que la culpa de todo lo malo que acontece es de Soros y su élite globalista-posmoderna (sic). Joaquim J.P. en su artículo así lo aseguraba:

«Eso está haciendo el gobierno [PSOE-Podemos]: administrar los negocios de la burguesía; pero esa burguesía no tiene interés en que a España le vaya bien, pues nuestro gobierno gestiona los intereses de la burguesía financiera globalista, cuyo testaferro es George Soros. (...) El desarrollo de esta clase ha comportado nuevas formas de dominación política, sociológica y económica. (...) La Open Society Foundation es el proyecto geopolítico de la burguesía financiera globalista anglosajona, y las clases políticas posmodernas son en general su correa de transmisión». (La Razón Comunista; Crisis, Leyenda Rosa de la Unión Europea, Coronavirus y desarrollo del socialismo en España, 2020)

Para nuestra fortuna, los armesillistas nos tranquilizaban con que en el escenario internacional existen dirigentes valientes que se oponen a estos malévolos planes. ¿Y quiénes son? ¿Los pueblos, las masas, los individuos y colectivos revolucionarios con su antiimperialismo? ¡No! ¡Los EE.UU. de Trump y la China de Xi Jinping (sic)!:

«Dentro de este marco del desarrollo e implementación de la «Sociedad Abierta» a escala global, desde 2016, ha surgido un fiero enemigo que podría poner fin a la hegemonía y continuidad del proyecto de Soros: Donald Trump. (...) [También] China ha puesto en jaque el beneficioso desarrollo que la globalización había tenido hasta ahora para Occidente». (La Razón Comunista; Crisis, Leyenda Rosa de la Unión Europea, Coronavirus y desarrollo del socialismo en España, 2020)

En consecuencia, teorizan que existe una «burguesía progresista» y «proteccionista» concentrada en la rama industrial, que sería Vox, mientras existe una «burguesía financiera» reaccionaria y «librecambista-cosmopolita», que sería PSOE-Podemos −ellos por influyo de Armesilla niegan la definición de Lenin sobre cómo se forma la oligarquía financiera en nuestra época, la cual es la «fusión del capital bancario con el industrial»−. Véase el capítulo: «El armesillismo rechaza a Lenin y su teoría del imperialismo» de 2021.

Para los armesillistas el primer bloque −el industrial− querría «defender la nación española» y el segundo bloque −el financiero− diluirla, venderla a poderes fácticos extranjeros:

«La gran burguesía industrial Occidental se ha visto amenazada de muerte por el proyecto globalizador de la «Sociedad Abierta», que pretende mermar el poder y peso de los Estados nación creando plataformas continentales desreguladas y con instituciones con baja capacidad de intervención -es el rumbo que sigue la Unión Europea desde su nacimiento-. Frente a este proyecto, esta gran burguesía pretende frenar el proyecto destructor del Estado nación para usarlo como salvaguarda de sus maltrechas industrias, recuperar políticas proteccionistas para competir con China y evitar que ésta se haga con el mercado Americano y Europeo». (La Razón Comunista; Crisis, Leyenda Rosa de la Unión Europea, Coronavirus y desarrollo del socialismo en España, 2020)

Por ello, en la práctica, este grupo se presenta cual maoísta tercermundista creyendo fervientemente que esta es una de las «contradicciones principales de nuestro tiempo», arengando, pues, a que se cree un «frente único internacional» en favor del «bloque de la burguesía industria-nacional» como única salvación para el país. Esto no tiene sentido porque el empresariado industrial siempre ha sido igual o más «cosmopolita» que los bancos a la hora de «vender los intereses de la nación», deslocalizando sus empresas hacia otros lugares del mundo, reinvirtiendo las ganancias en otros países más rentables, etc. Véase la obra: «Unas reflexiones sobre la huelga de los trabajadores de LM Windpower en El Bierzo» de 2021.

Este análisis de «La (Sin)Razón Comunista» respecto a un esquema nacionalista clásico −aquel que elimina los intereses de clase por los juegos y maniobras entre bloques imperialistas−; solo que aquí todo se reduce a la necedad de que apoyando a un bloque y modelo España podría «resurgir de sus cenizas» −eso sí, sin cambiar el modelo productivo, sin eliminar el capitalismo, ya que recordemos el plan económico de Armesilla es «universalizar la propiedad privada», a lo Proudhon−. Para Armesilla, pues, el mejor aliado de España es China:

«El auge de la República Popular China supone la apertura de una ventana de oportunidad para nuestras dos naciones, Venezuela y España, en lo que respecta a poder salir de los yugos imperialistas depredadores que las atenazan». (Santiago Armesilla; Venezuela y la Leyenda Negra: mentiras e Historia de España, 2020)

En honor de la verdad más bien habría que decir tal alianza es beneficiosa para las élites económicas hispanas −que se pueden fijar en su homólogo chino para saber cómo tener disciplinados a los asalariados para extraerles la plusvalía−, pero nunca para la mayoría del pueblo. En cualquier caso, Armesilla justo coincide con su exorganización, el moribundo Partido Comunista de España (PCE), y con los viejos brezhnevistas del Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE), los cuales confían en China como «aliado de la revolución» en la Península Ibérica. ¡Ese es el nivel! Ese triste tercermundismo que juega todas sus cartas no en la fuerza de sus organizaciones sino en apoyarse en un bloque imperialista para combatir a otro.

En suma, cualquiera de estas variantes es una completa aberración proimperialista. En su día, ya en el capítulo: «¿Lucha de clases o lucha entre «proteccionismo» y «librecambismo»?» desgranamos esta visión tan clásica como desacertada:

«Actualmente el término «proteccionismo», si se analiza con frialdad, es vacuo, pues la burguesía no es garantía de nada que no pase por intentar adaptarse a las condiciones para maximizar la extracción de plusvalía, usando y combinando cualesquiera que sean las tácticas que le permitan acercarse a su objetivo final. Debatir sobre si un Estado es exclusivamente proteccionista o librecambista tiene el mismo sentido que las burdas tertulias escolásticas de la televisión burguesa, donde unos pontifican que su Estado es eminentemente «neoliberal» o exclusivamente «socialdemócrata» mientras que, en realidad, se adoptan ambas políticas al mismo tiempo en diferentes sectores de la economía nacional». Es más, con el paso del tiempo y la rápida evolución del mercado mundial, las leyes y medidas establecidas por el gobierno nacional sobre el comercio, bien pueden pasar de ser una fuerte barrera proteccionista a una completa ganga para el inversor o importador extranjero. Las potencias imperialistas, cuando dominan el comercio mundial, reducen el proteccionismo interno −si no están recelosos de su competitividad puede que ni siquiera lleguen a eso−, pero, por encima de todo, su política de cara al mundo es exigir el «libre comercio» del mercado mundial en nombre de la «libertad» y el «progreso». Así lo hizo el imperialismo británico con sus competidores −sabiendo que la división internacional del trabajo le era altamente favorable−. Cuando la propaganda del imperialismo hegemónico sobre las bonazas del librecambismo no era suficiente se adoptaba la violencia abierta para abrir los mercados. (...) Si ahondamos un poco más veremos que la supremacía económica de China en diversos sectores y la posibilidad de difundir la idea del libre comercio mundial de forma interesada no excluye que siga siendo partidaria de una política proteccionista de su industria y sectores estratégicos. De hecho, las quejas de la UE respecto al proteccionismo ruso y chino que obstaculizan sus exportaciones son frecuentes». (Equipo de Bitácora (M-L); La deserción de Vincent Gouysse al socialimperialismo chino; Un ejemplo de cómo la potencia de moda crea ilusiones entre las mentes débiles, 2021)

Incluso individuos «de cabeza amueblada» han caído presa de estas excentricidades, como le ha ocurrido al señor Vincent Gouysse, que de analista marxista se ha pasado a la bancada de los analistas maoístas, antaño sus enemigos. En su caso, veníamos advirtiendo que toda su atención se volcaba obsesivamente en la guerra comercial entre EE.UU. y China −único tema que al parecer considera hoy relevante, pues en los artículos de los últimos tiempos se había dedicado a ello casi de forma exclusiva, y lejos de mejorar caminar seguro, sus análisis cada vez derrapaban más−. Por tanto, era plausible −pero no inevitable− que de tal obsesión acabase haciendo eco de alguna de las innumerables arriesgadas tesis «conspiranoicas» que han circulado por la red para intentar cuadrar lo que no le cerraba en sus investigaciones −la desesperación clásica en la que incurre todo ser impaciente−:

«El coronavirus es una «falsa pandemia» cuyas cifras se inflan deliberadamente y que ha surgido con el único propósito de crear un nuevo orden mundial de capital financiero occidental». (Vincent Gouysse; EE.UU. como el campeón del ultraliberalismo… de repente se convirtió en el campeón mundial del proteccionismo económico, ¡demasiado tarde!, 2 de mayo de 2020)

De esta forma daba voz a quienes afirman sin pruebas concluyentes que «todo es un plan de Trump para romper la economía china» o «una excusa para salvar su economía aprovechando la crisis». ¡Sí, claro! Un maquiavélico plan trazado por Trump, sobre todo si tenemos en cuenta que su nefasto y tardío desempeño contra la pandemia acabó por ser una de las razones por las que perdió la presidencia. Muy lógico todo, señor Gouysse. Claro que «el imperialismo es capaz de todo». Pero si a cada acontecimiento de transcendencia: atentado terrorista, guerra local, crisis económica, extinción de una especie foránea, en vez de explicar las causas a partir de las lecciones históricas pertinentes que ya tenemos, más la observación de los hechos constatables en la realidad concreta, concluimos sin más que «todo es un plan secreto del imperialismo X» o «los manejos de una élite oculta», no estaremos aportando nada a clarificar las causas, estaremos parloteando bajo una carcasa «ultrarevolucionaria». Sin ir más lejos, así lo explicamos por ejemplo cuando ocurrió el atentado yihadista de Barcelona de 2017:

«No se puede reducir todo atentado existente como hacen algunos a un «ataque de bandera falsa» autoperpetrado por la burguesía en el poder porque sería algo irreal. El terrorismo bien sea provocado de forma directa o indirectamente también acarrea a su vez problemas para la misma burguesía en el gobierno, ya que desde grupos rivales políticos se le reclama por no saber atajar la oleada de ataques terroristas y no «saber defender a la ciudadanía», se crea un desconecto entre las masas trabajadoras por el estado constante de inseguridad en las calles, y por último económicamente supone un freno en sectores como el turismo que afectará a la burguesía y pequeña burguesía. Por ello la burguesía en el poder no puede hacer uso exclusivo del fenómeno del terrorismo para mantenerse y reforzar su posición de poder, más bien puede aprovecharse del fenómeno una vez acaecido o fomentarlo en diversos momentos para fines muy concretos, pero sin pasarse, ya que las consecuencias pueden suponer su caída política en favor de otras agrupaciones [como pasó con los atentados del 11-M y el gobierno de Aznar, por ejemplo]. Por ello en cada atentado terrorista debemos analizas todo sin apresurarnos a simplemente calificar sin pruebas concluyentes que los atentados terroristas siempre son autoataques, sino nos acercaríamos más a charlatanes de la «conspiración» que a analistas marxistas». (Equipo de Bitácora (M-L); Aclaraciones pertinentes sobre el atentado terrorista en Barcelona [Recopilación documental] , 2017)

Pero, insistimos, todo esto no sería entendible sin ser antes plenamente conscientes que de un tiempo a esta parte el señor Gouysse venía aupando la bandera prochina desde Francia. O dicho de otro modo: el investigador si bien no está ni jamás estará inmunizado contra los datos falsos y las teorías falsas, desde luego aumenta su probabilidad de contagiarse de tal «pandemia intelectual» si abandona el enfoque del materialismo histórico y abraza modismos pasajeros, que en este caso es la admiración hacia una superpotencia económica, como la China capitalista y su séquito de mercenarios de pluma digital.

La respuesta siempre está en el análisis concienzudo de los hechos, y no en las abstracciones mentales de estos «osados pensadores», estos «filósofos de la desconfianza». Lo que debe quedar claro es que de esta modalidad de «conspiranoicos» se basan en un reduccionismo tan simple como tonto −valga la redundancia−: si un hecho cualquiera ha beneficiado a un determinante agente político −o no lo ha perjudicado tanto como al resto−, este debe estar detrás del hecho mencionado, debe haberlo provocado en beneficio propio. Esto es absurdo. Tomemos un ejemplo histórico: la España de la época de Alfonso XIII y en el contexto de la Primera Guerra Mundial (1914-18). Su neutralidad en el enfrentamiento le permitió establecer relaciones comerciales prósperas con los dos bloques imperialistas en pugna, por ende, algunos sectores de la economía española entraron en una pequeña fase de bonanza pronunciada mientras duró el conflicto. Por tanto, la guerra interesó a Madrid. Entonces, si seguimos la lógica de estos «avispados analistas», ¿debemos concluir que los industriales, terratenientes o banqueros hispanos provocaron esta conflagración mundial? Nada más lejos de la realidad. Si tomamos los hechos, que suelen ser muy tozudos −como para que permanezcan ocultos ad infinitum−, el capitalismo español pintó muy poco como catalizador de la Primera Guerra Mundial, por mucho rédito que extrajera de ella.

Esto significa que en ocasiones la burguesía se topa de bruces con los hechos, con el devenir histórico. Es decir, que sea ajena a la causa de X fenómenos, no está reñido con que reaccione y termine dominando la situación, con que intente obtener todo el rédito político y económico que sea posible en dicho contexto nuevo o atípico. Esto tampoco excluye que en otros casos sí sea la culpable y responsable de haber provocado directa o indirectamente otros eventos catastróficos. Al mismo tiempo, hay que recordar que la burguesía, como clase social, no es y no puede ser un todo homogéneo. Aunque entre todos los burgueses existan intereses comunes a veces surgen posibles escenarios que benefician a algunas facciones y perjudican a otras, entrando estas últimas en «colisión» temporal con las primeras. Esto tiene su reflejo en las disputas parlamentarias entre partidos que representan a las distintas secciones de esta clase −una lucha que, por supuesto, también se da entre bastidores, incluso con mayor virulencia−. Estas pugnas ni mucho desaparecen con el fascismo, que no es otra cosa que un modelo de dominación más autoritario, sino que en él siguen produciéndose los desacuerdos entre los diversos escalafones que participan en el entramado capitalista: entre empresarios agrarios, industriales, comerciantes, prestamistas, especuladores, intermediarios, etc. La diferencia es que aquí, la arena del parlamento se sustituye por la «camarilla del César», puesto que el parlamento, de existir, es un elemento puramente decorativo −y en este caso lo afirmamos con la mayor literalidad posible−.

b) Los «conspiranoicos» que siguen el discurso irracional de la derecha más ultraconservadora.

Pasemos a la segunda franja de «conspiranoicos». Existe otra criatura dentro de esta corriente chovinista antiglobalista ha salido a flote, en este caso Santiago Abascal, el jovenzuelo vasco del Partido Popular (PP) apadrinado personalmente por Gustavo Bueno en su momento −la Fundación DENAES y el libro que escribieron juntos es prueba más que suficiente para que nadie niegue la mayor−. Ahora, el señor Abascal denunciaba desde su nuevo partido, Vox, el «contubernio de las élites globalistas». Al partido verde no le gusta tanto el bloque chino −como a la «derechita cobarde» del PP o «La (Sin)Razón Comunista»−:

«El líder del partido, Santiago Abascal, señalando a China, declaró que «España y todas las naciones democráticas deben impedir que los datos de sus compatriotas, de millones de españoles, y de millones de europeos acaben en manos de una empresa controlada por una tiranía comunista aprovechando la instalación de la nueva tecnología del 5G». El Gobierno contestó a las preguntas formuladas por Vox, según adelanta Voz Pópuli, que el despliegue del 5G se realiza teniendo presente la normativa que establecen las «medidas de protección sanitaria frente a las emisiones radioeléctricas, incluyendo las relativas a la tecnología 5G». (El Plural; La obsesión de Vox con el 5G: tres preguntas al Gobierno en dos meses, 8 de enero de 2021)

Ellos, siempre fieles al Caudillo, son más clásicos, por lo que prefieren seguir sus pasos genuflexionándose ante los yankees o financiándose a través de las fuerzas más oscurantistas de Irán, por lo que parece que Abascal, ese «superhéroe» que ha embelesado a señoritas «muy patriotas» como Sofia Rincón, no es más que un pelele más de los tantos que hemos tenido en esta nuestra España. ¡Qué desilusión! En todo caso, hay que destacar la curiosa la preocupación por la salud del líder de Vox, el mismo que niega la incidencia del ser humano en el cambio climático −que precisamente presenta a China, junto a EE.UU., como uno de los máximos protagonistas−:

«Abascal dijo que le preocupa que «nos digan a los hombres y mujeres del mundo occidental que somos los culpables del cambio climático. Me parece que es algo que no se puede probar». (20 Minutos; Santiago Abascal: «Que se diga que el hombre es responsable del cambio climático no se puede probar», 20 de febrero de 2020)

¿Por qué se hace esto? Para ir en consonancia con Trump o Jair «Caimán» Bolsonaro −luego volveremos a esto−, con el guion de la nueva derecha desacomplejada, la llamada «derecha alternativa» −la «alt right»−.

«En realidad, lo que quiere decir Gates es que nuestros Parlamentos soberanos deben someterse a las decisiones de la Organización Mundial de la Salud −en lo sanitario− ,o del Banco Mundial −en lo financiero−, o de la Organización Mundial del Comercio −en lo mercantil−; por nuestro propio bien, porque somos incapaces y no sabemos gobernarnos, y estos organismos de burócratas con el apoyo financiero de unos cuantos filántropos como él resolverán todos nuestros males y nos llevarán a ese magnífico paraíso del crecimiento constante, el desarrollo sostenible, la biotecnología, la rentabilidad y la productividad. Es la Gobernanza Mundial impuesta a golpe de pandemia». (Jorge Buxadé; El gobierno mundial, 26 de abril de 2020)

Según este viejo falangista −y lo es, échenle un ojo a su biografía−, la pandemia es un plan de Gates para imponer su agenda. Ajá, entendido. Aceptemos, por un momento, este delirio fruto de una mente diarreica, sigamos. Para quien no lo sepa, en la Península Ibérica, Vox son los que piden ayuda al «Tío Sam» para «salvar el país», firmando manifiestos que piden la intervención de los marines yankees en España, como ocurrió con la sección de Vox en Humanes:

«La iniciativa We the people: your voice in the White House, que estaría circulando para que se recojan firmas ante la Casa Blanca, se ampara en que España está siendo dirigida ilegalmente por un gobierno que proviene del fraude electoral. Es por ello que desde este movimiento se solicita al «legítimo gobierno» de Estados Unidos, el presidido por Donald Trump, que ponga en funcionamiento al ejército estadounidense para deponer tanto al presidente español como a sus aliados, a nivel local e internacional. (...) Entre el resto de propuestas que plantea la iniciativa destaca la petición de que el gobierno estadounidense asumiera temporalmente el liderazgo del Ejército español y de los cuerpos policiales del país para mantener la paz en el proceso de transición hacia un gobierno «que honre la voluntad del Pueblo Soberano de España promulgando una democracia directa, segura y participativa a través de la tecnología blockchain, que otorgue el derecho de destituir de inmediato a cualquier representante». (Spanish revolution; Vox comparte una petición para que Estados Unidos dé un golpe de estado en España, 11 de diciembre de 2020)

Pero ojo, porque, a su vez, son los mismos «antiglobalistas» que dan lecciones al resto del mundo sobre la importancia de defender el «hondo patriotismo» y la no injerencia externa de las «élites económicas extranjeras». Ese viejo «patriotismo» falangista que hablaba de españolidad, ¡sí!, pero pidiendo auxilio a las tropas marroquís de las colonias, a los aviones nazis o a las tropas regulares de los fascistas italianos para ganar la guerra contra los «rojos apátridas». Hablamos de los mismos «antiimperialistas» que en la posguerra desde «El Pueblo» saludaron el establecimiento de las bases yankees en Rota y Morón. ¿Estáis seguro que vosotros no sois los «vendepatrias» que tanto nombráis en vuestras soflamas?

Volviendo al presente, sus enemigos del gobierno, PSOE-Podemos, promueven lo contrario, la alianza debe de ser con los demócratas estadounidenses de Joe Biden. Suponemos que cuando Irene Montero dice que:

«Ha sido emocionante ver a @KamalaHarris prometer su cargo, primera mujer afroasiática en llegar a la vicepresidencia de EE.UU. Esperamos que el cambio, con el nuevo presidente @JoeBiden, abra una nueva etapa de tolerancia, justicia social e igualdad. #InaugurationDay» (Irene Montero; Twitter, 20 de enero de 2021)

Por «emocionante» se refiere a la incipiente militarización del teatro de operaciones del Pacífico. Desde luego que será «emocionante» ver al USPACOM recibir una nueva remesa de F-35, el novísimo caza de combate insignia del mantenimiento de «la paz, la prosperidad y la libertad». Sí, el contenido social del misil AGM-158 es transformador cuando sale despedido a las órdenes de una mujer «afroasiática». Esperamos que el lector perdone este pequeño paréntesis para repetir un chascarrillo tan manido, pero no podíamos desaprovechar la oportunidad. ¿Debemos pedir ayuda al ala derecha de la burguesía estadounidense −Rockefeller-Trump− para no ser controlados por su ala izquierda −Gates-Biden−, aquella que tanto alaba Podemos?

Volviendo al tema que nos ocupa, ¿es este el «antiimperialismo patriota» de Vox? Se nos olvida mencionar que mientras se produce esta «titánica lucha» por la soberanía nacional, Repsol y demás empresas españolas siguen neocolonizando el «Nuevo Mundo» en América Latina. Curioso el «concepto de libertad» de esta gente. Parece ser que las ideas «joseantonianas» están más presentes que nunca en dicha formación.

Esto, además, viene a corroborar que la ideología de la «antiglobalización» es extremadamente laxa y contradictoria, tanto que lo mismo puede ser utilizada por grupos apátridas anarquistas o hippies, que grupos nacionalistas socialdemócratas, liberales o fascistas. Así, por ejemplo, Vox anima a la población a que marque con la «X» la casilla de la Iglesia en la declaración de la renta; pide más financiación para las fiestas religiosas y para el «arte y fiesta nacional» de la tauromaquia. Pero, a la vez reza porque:

«Aprovechemos las lecciones de esta crisis tenebrosa para convertirnos en un país avanzado científica y tecnológicamente y que brillen en España, con la ayuda de Dios, la confianza en nosotros mismos, la ciencia y la investigación». (Santiago Abascal; Discurso, 12 de abril de 2020)

¿Qué podemos decir? La humanidad quizás hubiera avanzado más en estos siglos si en lugar de desperdiciar sus energías sacando a pasear retratos inanimados de madera por las calles o jalear la matanza de un animal sin más fin que la diversión, se hubiera dedicado con más tesón a investigar el funcionamiento del mundo, a hacer accesible sus conocimientos al «vulgo». Pero, claro, ya sabemos que estos personajes se encargan de que esto no ocurra. Ahí está Vox, adalid del oscurantismo medieval, solo que ahora estos fascistoides de siempre, sabedores de que su ideología religiosa está de capa caída, ruegan «piedad» y «libertad de expresión» para sus patochadas −la misma que ellos siempre han negado a otras creencias−. Con un siempre patético relativismo filosófico, intentan hacer conjugables religión y ciencia, es decir, ¡agua y aceite! Véase el capítulo: «La Escuela de Gustavo Bueno y su promoción de la religión en la filosofía y cultura de la nación» de 2020.

«Con la Iglesia hemos topado». Los dirigentes de Vox, que son amigos y parte activa de esta Iglesia Católica, cierran sus discursos con un «Dios bendiga a España» y que «otorgue salud a todos» −bueno, más bien a los «españoles de bien», pero eso ya es secreto entre el feligrés y el Altísimo−. Lo cierto es que hasta ahora no conocemos en la historia una crisis que se haya solucionado con el famoso proverbio «Dios proveerá». Muy por el contrario, el creador más bien parece divertirse viendo como su creación se destruye cual niño disfruta viendo pelear a las hormigas que ha juntado en el circo de gladiadores que ha improvisado. Por fortuna, los representantes de Dios en la tierra, como el arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, tienen claro lo que no debemos hacer durante una pandemia. Iluminándonos con las siguientes palabras de sabiduría nos sermoneaba así este siervo del Señor:

«Literalmente afirmó: «El demonio existe en plena pandemia, intentando llevar a cabo investigaciones para vacunas y para curaciones. Nos encontramos con la dolorosísima noticia de que una de las vacunas se fabrica a base de células de fetos abortados. Así de claro. Y eso es inhumano, eso es cruel, y ante eso no podemos alabarlo ni bendecirlo, todo lo contrario». (...) «Podemos luchar con otras maneras de actuar, a favor del hombre, no contra el hombre, y eso es ir en contra del hombre, eso es despreciar al hombre mismo, primero se le mata con el aborto y después se le manipula para ¡qué bueno, ¡mira qué bien! ya tenemos una vacuna. No señor, tenemos una desgracia más, obra del diablo. Eso es lo que quiere el diablo». (Cadena Ser; Cañizares: «Una vacuna del coronavirus se fabrica a base de células de fetos abortados y es obra del diablo», 15 de junio de 2020)

La pregunta es, ¿si Dios es «omnisciente», no sabía de la rebelión de Lucifer, el Ángel Caído, el Diablo? Si Dios es «benévolo» y «todopoderoso», ¿por qué deja que el Diablo atormente a los mortales? Algunos responderán que fue porque «Eva mordió la manzana tentada por el Diablo», ¿y qué Dios ecuánime es ese que me hace pagar por lo que un supuesto ancestro hizo en su día? ¿No sabía una vez más que Eva iba a pecar? ¿Por qué la humanidad tendría que aguantar el dolor y enfermedad porque el Diablo haya sido travieso y Eva una ingenua? Pero mejor dejemos el debate teológico para otro día ya que deshacer el entuerto de todas las contradicciones de la Biblia nos llevaría hasta el Día del Juicio Final, nunca mejor dicho. Véase la obra: «Materialismo dialéctico y religión; en conflicto permanente» de 2011.

Es más, este tipo de teorías «conspiranoicas» también se reflejan en el mundo de la música. Hace poco se hicieron virales las declaraciones de Miguel Bosé, icono pop de la música española de los años 80, y uno de tantos artistas que apoyaron la «campaña de la ceja» para aupar a Zapatero a la presidencia del gobierno en 2008 −hasta el punto de que estuvo a punto de ser ministro de Cultura−. Parece ser que, con el tiempo, se ha ido desencantado de la socialdemocracia, pero solo para dejarse llevar por teorías peregrinas como las que publicita el trumpismo internacional, negando la existencia del «bicho» para, después, reconocer la existencia del COVID-19 «con matices». Este «revolucionario» recomendaba no usar mascarillas y arengó a sus seguidores a manifestarse contra la «tiranía Gates-Sánchez», para después no asistir a la manifestación y aparecer públicamente con mascarilla. Pero eso no es todo:

«Miguel Bosé vuelve a ser tendencia a costa de sus comentarios sobre la pandemia de Covid-19. El cantante fue blanco de las críticas tras afirmar a principios de junio que el virus «era una mentira» y acusar a Bill Gates, creador de Microsoft, de querer controlar a la población con la nueva vacuna. Esta semana, volvía a crear polémica en Twitter al ahondar en sus teorías conspirativas. «Nos quieren matar», afirmaba el artista sin rodeos, haciendo hincapié en su hipótesis sobre los peligros de la vacunación. En concreto señalaba el comentario publicado por otra usuaria, @zuletamerchan, en la plataforma que, a su vez, se hace eco del mensaje compartido por Juan Saiz en Facebook». (Reacción mediática; Covid-19, gripe y la última teoría de Miguel Bosé: «¡Nos quieren matar!», 10 de agosto de 2020)

«Yo digo no a la vacuna, no al 5G, no a la alianza España/Bill Gates». (Twitter; Miguel Bosé, 9 de junio de 2020)

Según su lógica... ¿era el señor Bosé un «agente de Bill Gates» en 2008 al apoyar al PSOE? ¿Es su reconversión hacia los antivacunas un caballo de Troya para este noble movimiento? «No digo más». ¿No será simplemente el gobierno de turno reformista le estaba utilizando en 2008 para ganar votos como a cualquier otro tonto útil? ¿No será que hoy anda tan perdido como para repetir como un papagayo lo que afirma Abascal, un hombre que jamás ha tenido oficio ni beneficio salvo recibir dinero público de los chiringuitos y estafas del PP? Como puede comprobar, señor Bosé, a veces todo es más fácil de lo que parece, no hay una trama hollywoodiense detrás de cada acto de estupidez humana.

Por fortuna, la población actual no está tan idiotizada, hay esperanza, pues parece que al menos conserva cierto racionalismo. ¿A qué nos referimos? Tras estos episodios surrealistas hubo una marea de comentarios negativos en repulsa por la actitud del artista, lo que causó la baja voluntaria de Miguel Bosé de toda red social:

«Ante las informaciones aparecidas en diversos medios de comunicación relativas a su baja en determinadas redes sociales, en nombre de nuestro representado, Don Miguel Bosé Dominguín, queremos precisar, de manera excepcional y de una vez y por todas, que el artista ha decidido voluntariamente darse de baja en dichas redes sociales» explica la agencia en dicho comunicado». (EFE México; Miguel Bosé aclara que su desaparición de las redes sociales fue voluntaria, 1 de septiembre de 2020)

En realidad, todos estos artistas nunca se han dotado de una herramienta filosófica materialista para comprender los fenómenos que ocurren a su alrededor, que como tal solo puede ser en clave histórica y dialéctica. Es por ello que, cuando entran en crisis, compran este tipo de explicaciones rocambolescas, creyéndose muy «rompedores» y «contestatarios» ante el sistema que les ha decepcionado. Esto también ocurre con los supuestos «artistas revolucionarios». Pero deben saber que intentar combatir al sistema con este arsenal de memeces y chismes es equivalente a intentar derribar un muro a cabezazos: uno puede poner todo el empeño que quiera, pero no logrará nada. Ahora se nos entenderá mejor.

¿Qué es lo que ocurre desde «Fachadolid», perdón Valladolid? Puligato, asegura haber alzado la voz contra la «Plandemia». Para quien no conozca la simpática banda de rock de estos muchachos, tienen unas letras afines a organizaciones fascistas como Bastión Frontal. En una de sus últimas letras recitaban lo mismo que Miguel Bosé pero incluyendo otros alegatos «conspiranoicos» más «arios», como la idea de que existe un plan para exterminar a la raza blanca:

«La premisa es clara y ya estaba planeado, romper la economía y convertirnos en esclavos. (...) Eres un peón en manos de la ingenieria social, el fruto de la agenda de este nuevo orden mundial (NOM). (...) Se llama plandemia el NOM ha llegado para convertirte en esclavo. (...) Torhschild, Soros, Astor o Rockefeller controlan el ojo del que nadie escapa ya». (Pugilato; Nueva normalidad, 2021)

¿Acaso esta forma de pensar es exclusiva de la derecha más esquinada a la derecha? No, resulta que la presunta «izquierda» que racionalmente debería plantar cara al fascismo y su filosofía idealista hoy reproduce exactamente lo mismo. Citemos ahora el caso de un rapero, Nyto. En teoría −y según sus propias palabras− hace unos años estaba encaminándose a «estudiar y propagar el marxismo» para así ayudar a la «emancipación de los trabajadores», aunque sólo se quedó en eso, en un intento, pues apenas logró acercarse a una suerte de semianarquismo. Pero hoy, por si quedaban dudas de su validez política, ha decidido apartarse definitivamente de todo atisbo de pensamiento científico para jugar a especular con las ideas que hablan sobre «planes secretos» de malévolas logias que urden su «golpe final» para la «dominación mundial», defendiendo en sus letras a los «antiglobalización», que, como ya hemos visto, suelen ser rancios politicastros nacionalistas −no por casualidad podemos meter en este saco a los seguidores de la Escuela de Gustavo Bueno−:

«Tienen una agenda nombre y apellidos, globalistas de mierda con proyectos, ¡dilo! Gates, Soros, los visibles, tu mente es su tesoro, ¿veis todos? Todo controlado y tú en el lodo. (...) ¿Qué pasa con tanto puesto no reciclado? ¿Dime, qué pasa con ese futuro automatizado? En su agenda 2030 Bill y Sanchez al lado se reúnen criminales para matarnos pavo. (...) Las cartas illuminati de antes del 95, una agenda, ven el futuro, esto es un ciclo. Trump de presidente, las torres gemelas, ¡bingo! Cuarentena, ¿esta es la última cena y viejo orden extinto? (...) Qué curioso como en las pelis ¿eh? Netflix por cierto financiada por élites. Gran show de Truman, en esta granja humana, por si aún lo dudan el Gran Hermano hoy gana... (...) Canales como Exponiendo la Verdad. España el laboratorio de la nueva realidad. (...) Sistema AI Mars ¿Creías que era por salud chaval? Te implantarán cual vaca, el 5G lo harán funcionar. (...) Patria o muerte, la mía suerte de vivir el fin». (Nyto; El inicio del fin, 23 de octubre de 2020)

He aquí como un músico conocido por su «haselismo» mantiene su existencialismo pesimista mientras cae en las tesis «conspiranoicas» más ridículas, llegando hasta el punto de azuzar con sospecha todos los avances de la revolución científica y tecnológica cual inquisidor del siglo XVII. Es paradójico quejarse de «engaños y «control de masas» de «los de arriba» cuando uno mismo, pese a ser un intelectual, un «ilustrado», ejerce como vector para confundir a los trabajadores a la hora de señalar al capital como responsable de sus miserias, dispersándolo en cuentos para niños sobre complejos planes globalistas y predicciones de iluminatis. ¿Qué los burgueses se reúnen en secreto para debatir sobre sus negocios, que desean dominar la política, que pugnan entre ellos y tienen redes clientelares donde se ayudan? ¡Vaya novedad! Cuando Nyto conozca la teoría de la plusvalía le parecerá cuestión de brujería.

Nyto nos recomienda canales tan didácticos como «Exponiendo la verdad». Bien, invitamos al lector que entre en él y no se deje llevar por los nombres extraños de los títulos, sino que consuma alguno de sus vídeos y disfrute del gran torrente de información sobre «iluminatis», «reptilianos», «satanismo», «viajes astrales», «curaciones milagrosas», «terraplanismo», «estados superiores de conciencia» (sic), etc. El canal predilecto para todo borrego abducido por la pseudociencia. Pero, él, como gran revolucionario preocupado por el pueblo, nos recomienda esta valiosa información por nuestro bien.

En verdad, este pobre chaval, que ojala reencuentre el camino a la cordura, anda tan, pero tan desorientado que, en clave de los ecologistas más místicos, dejó caer inicialmente que la pandemia podía ser un castigo de la «Madre Naturaleza»:

«Así que recen a Dios que igual Madre Natura tiró los dados diciéndonos adiós». (Nyto; Apocalipsis en pijama, 25 de marzo de 2020)

¿En qué quedamos, señor Nyto? ¿Es culpa de la «Madre Naturaleza» por los «pecados de la humanidad»? ¿O es un «plan prediseñado» por las «élites globalistas» para controlarnos? ¡Oh! ¡Ya lo vemos! ¡La «Madre Naturaleza» es un nombre en clave ideado por los «reptlianos-illuminati» para esconderse de la vista de pájaro que posee la gente como Nyto para destapar la verdad! ¡Por eso la nevada histórica que nos asoló hace unas semanas no era sino esa «Élite» haciendo caer PVC de unos O.V.N.Is que nos sobrevolaban! ¡Y esto en nombre de la Mater Natura! En fin.

Planteémonos una última duda... ¿por qué entonces YouTube −que, como Google y tantas otras multinacionales, es un siervo, según vosotros, de ese poder «en la sombra»− no ha eliminado todo este contenido «subversivo» que desmonta «Su Mentira»? ¿Por qué los medios de comunicación se hacen eco de lo que dicen Bosé, Pugilato o él? ¿Por qué no censurarlos o eliminarlos físicamente, sin más? ¿O es que tienen una capacidad inferior a la de la CIA? ¿No? Entonces, ¿qué sentido tiene dar voz a estos «profetas y salvadores de la humanidad» en tiempos donde «todo está dado» para el «gran golpe final» que traerá el «Nuevo Orden Mundial»? Hay cosas que, para los simples mortales y «alienados» como nosotros, parecen imposibles de entender... ¿por qué estos señores siniestros se iban a arriesgar a dejar tantos flecos sueltos que dieran al traste con tanto esfuerzo? Parece ser que, pese a que ha desarrollado todo tipo de tecnologías para la represión y medios de control mental de masas, este «Gran Poder Dictatorial Global» olvida algunos «detalles», como eliminar la disidencia político-ideológica del mismo modo que haría cualquier dictadorzuelo de una república bananera. Será cosa de que esta burguesía alienígena-masónica es «de fuera» y todavía tiene mucho que aprender de la «Realpolitik» terrícola…

Antes de dejar de lado la sorna y el ensañamiento y pasar al siguiente punto, que consideramos especialmente importante dado el calado de la demagogia que encierra, no podíamos acabar sin recordar estas míticas declaraciones de Bolsonaro:

«El contrato de Pfizer es muy claro: no nos hacemos responsables de ninguno de los efectos secundarios. Si llegas a convertirte en caimán es tu problema». (Jair Bolsonaro; 12 de diciembre de 2020)

En honor a la verdad, y a pesar del revuelo que esta afirmación ha causado en redes sociales, todo parece indicar que esta afirmación de Bolsonaro se trata de «una forma de hablar». Aunque, conociendo el historial del presidente brasileño, tampoco nos sorprendería que realmente tema convertirse en un caimán. Pero tampoco podemos poner la mano en el fuego de alguien que suelta perlas como que llevar mascarilla «es de gais», como si el «mariconismo» fuese una enfermedad y como si este le impidiese al sujeto darle un buen croché por imbécil.

c) Los «conspiranoicos» que intentan adornar sus ideas con una bocanada de fraseología revolucionaria y «anticapitalista»

Por último, traigamos a la mesa a los «conspiranoicos» de la «izquierda combativa». Uno de los filósofos irracionales más laureados por posmodernos y revisionistas a nivel mundial es Slavoj Žižek, este hoy profetiza que esta crisis obligará al sistema capitalista a generar un cambio de paradigma, y nos presenta su receta −un disparate recurrente entre los revisionistas y otros enemigos de la ciencia−: una mezcla de «comunismo» y los «aspectos buenos» del capitalismo:

«Si a esto se agrega una posible nueva ola de refugiados, se obtiene la tormenta perfecta, y creo que Europa está tan debilitada que no podrá reaccionar de manera unificada, y eso es lo que quiero decir cuando digo que el coronavirus da nueva oportunidad para el comunismo», dijo. «Por supuesto, no me refiero al comunismo antiguo. Por comunismo, me refiero simplemente a lo que dice la Organización Mundial de la Salud. Deberíamos movilizarnos, coordinarnos, etc». (...). «Algún tipo de coordinación europea... tal vez incluso movilización en tiempos de guerra. Incluso puede hacer aumentar la productividad. Lo que quiero decir es que es posible mantener los lados buenos del capitalismo, pero no obstante, a través de un estado coordinado, el esfuerzo social para movilizarse. No solo con el coronavirus, esto es necesario con otras crisis ecológicas, refugiados, etc». (Spectator USA; 'Lo que me gusta del coronavirus' de Slavoj Žižek, 14 de marzo de 2020)

Si alguien quiere tomar como referencia al sofista y arlequín del posmodernismo Slavoj Žižek, está en su total derecho. ¡Faltaría más! Si este le deja de convencer, no le faltarán reemplazos en el extenso nicho de los filósofos del parloteo. Es en tiempos como estos, tiempos de crisis, donde el espíritu pequeño burgués llega al borde de la histeria, desesperado por comprar cualquier filosofía de la salvación, cualquier libro de autoayuda para masas, cualquier secta religiosa. ¿Quizás la propia vida sea una ilusión? ¿Existe la verdad o la moral? ¿Vale la pena discutir por ella? ¿Debéis darme todas vuestras posesiones terrenales antes del suicidio colectivo del miércoles? Esto divulgan él y los de su escuela de la charlatanería, se llamen filósofos o clérigos. Véase el capítulo: «Instituciones, ciencia y posmodernismo» de 2021.

Una de las tesis preferidas de esta última corriente ha sido que «el coronavirus es una enfermedad más sin importancia», la cual el capitalismo emplea como excusa para recortar derechos y libertades y, sobre todo, «salvar su sistema económico» que «a nivel planetario estaría al borde del colapso». Un rancio partido revisionista de «larga estirpe», el Partido Comunista Obrero de España (PCOE), afirmaba que:

«Los capitalistas, lejos de ver el coronavirus como una de las muchas enfermedades que a lo largo de la historia ha tenido que combatir el ser humano, han visto en este momento una oportunidad para, por un lado, justificar la bancarrota de su sistema económico a nivel planetario, del imperialismo y, por el otro, aplicando la manipulación social a través de los medios de masas generando el miedo entre los ciudadanos de los distintos países, una fórmula para recortar derechos y libertades a los pueblos, a los trabajadores, y adaptar la base económica a la realidad a la que nos está llevando la descomposición del capitalismo monopolista». (Partido Comunista Obrero de España; Coronavirus, la justificación de los capitalistas para salvar su moribundo sistema económico, 12 de marzo de 2020)

Desde medios clásicos del eclecticismo, como La Haine, se nos advertía:

«A medida que pasan los días, y se van conociendo cada vez más casos de enfermos por el coronavirus, va arraigando mi sospecha de que dicha enfermedad ha sido «distribuida» en forma consciente del daño que podría ocasionar». (Darío Herchhoren; Coronavirus: guerra química y bacteriológica, 19 de marzo de 2020)

Todos ellos son los mismos que alaban al régimen cubano, que sí «cree» en el virus y su peligrosidad, pero que se gasta el dinero en pseudomedicinas como la homeopatía:

«El Ministerio de Salud Pública de Cuba ha confirmado la utilización de un producto homeopático para «mejorar las defensas» de colectivos y zonas en riesgo por la expansión del nuevo coronavirus, del que ya se han detectado 350 casos y nueve fallecidos en la isla. El producto en cuestión es PrevengHo-Vir, de fabricación cubana, ha explicado en rueda de prensa el director de epidemiología del Ministerio, Francisco Durán». (Europa Press; Coronavirus. Cuba recurre a la homeopatía para «mejorar las defensas» frente al coronavirus, 7 de abril de 2020)

¿Qué será lo próximo, ver a Raúl Castro pidiéndole ayuda a los santeros? Eso es imposible, porque él es más de rezar rosario en mano. Y de un grupo procubano, pasamos a otro. En este caso, si observamos el vocero digital de los restos del Partido Comunista de España (reconstituido), emite ideas similares, pero enfocándolas a su monotema: la represión y el fascismo:

«La histeria del coronavirus es una maniobra para imponer el fascismo, la ley marcial, el toque de queda y la anulación definitiva en todo el mundo de las reliquias que quedaban de derechos y libertades fundamentales». (Movimiento Político de Resistencia; Contagio: si aplaudimos la ley marcial, también aplaudiremos la censura total, 19 de marzo de 2020)

Pobre Nyto, ahora entendemos su empanada mental. ¿En qué quedamos señores? ¿No repetís en vuestros artículos día y noche que vivimos en un «fascismo», que España es uno de los peores países en cuanto a represión? Ahora consideran el coronavirus una «histeria» prediseñada por las altas esferas −cuando el gobierno y sus medios, por el contrario, ignoraron el virus hasta que el desastre se le vino encima−. Esto no es nada extraño en negacionistas del cambio climático y la responsabilidad del hombre −más bien, del modo de producción capitalista− en él, y que, de hecho, copian el discurso de la derecha más conservadora sobre el tema −la de Brasil, Italia, España y EE.UU., más concretamente−. Véase el capítulo: «El negacionismo del cambio climático y la influencia del hombre en él» de 2017.

Su página está repleta de todo tipo de artículos negacionistas con artículos en plan Bosé tipo «¡Abajo las mascarillas!». Así, por ejemplo, en abril de 2020 también se sumaron a la difusión del bulo de que el COVID-19 es poco menos que un catarro:

«Ya estamos bastante por debajo de las previsiones y bastante por debajo de la gripe común y corriente, por lo que la pregunta vuelve a saltar: ¿a qué viene toda esta campaña?, ¿qué hay de nuevo y diferente respecto a otras epidemias?». (Movimiento político de resistencia; ¿Está el mundo entero bajo la ley marcial a causa de un catarro?, 2020)

Falso. En España, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), durante gripe estacional entre octubre de 2017 y septiembre de 2018 fallecieron en torno a 1.961 personas, mientras el Centro Nacional de Epidemiología (CNE) estima que puede que unos 15.000 ciudadanos, porque analizó además el impacto indirecto de la gripe. Sea como fuere, el COVID-19 en seis meses en España ha segado la vida de casi 30.000 personas, hoy superando ya las cifras de 50.000 fallecidos, y va a más. Sin contar, claro está, con las recurrentes secuelas derivadas del virus, que no se asemejan en nada a las de una gripe común: disnea, pérdida de la movilidad de las extremidades, mareos, migrañas, miocarditis, pericarditis, y un largo etc. Véase el artículo de El País: «Covid persistente: las secuelas que no se van» de 2020.

Desafortunadamente, este es el «trabajo teórico de vanguardia» que puede ofrecernos un PCE (r) o un PCOE, a cual más patético: rumorología, especulaciones e idealismo por doquier. ¡Qué fantástica «labor de concienciación» realizáis muchachos! Si ya de por sí sus artículos sobre política causan vergüenza ajena, en otros campos donde son todavía más ignorantes, al menos debería intentar no repetir los bulos de los más indocumentados, lo decimos para que se ahorren estos ridículos. Compárese estas declaraciones con las de cualquier secta «freak» de la «conspiranoia» que a continuación vamos a tocar.

Somos conocedores que en la era digital todo el mundo puede dar su opinión y llegar a miles de personas y damos gracias a ello que de esa manera podemos ponernos en contacto con gente afín a nosotros. Pero entiéndase que en ocasiones esto es como darle una metralleta a un simio, puesto que abre una puerta gigantesca para la difusión de pseudocientíficas, las cuales, por el estado de racionalidad general tan dudoso, no es difícil que acaban calando entre la población. Las consecuencias de esto ya se vieron en EE.UU. con Trump arengando a su pueblo a tomar lejía o detergente para combatir el COVID-19.

En México, desde Facebook, un grupo «comunista» afirma que el fascismo domina casi todo el planeta −justo como en España hacen PCE (r)-PCOE−, llamando a Joe Biden «nazi-fascista» (sic), a la vez que tenían tiempo de advertirnos en enero de 2021 de no caer en la trampa del falso virus:

«¡Mil veces malditos sean todos los revisionistas; los miserables «comunistas» y «socialistas» que se han unido a la dictadura burguesa en la ruin tarea de mantener aterrorizados a los trabajadores con esta siniestra mentira!

Compañero proletario: ¡Rebélate! contra quienes te han engañado y convertido en un títere, en un verdadero autómata. ¡Quítate el bozal y la careta, y lánzalos a la lumbre; y únete a tu hermano trabajador! ¡Sublévate contra el maldito gobierno dictatorial que te tiene en la miseria, en el hambre y en la esclavitud!

El «coronavirus no existe, ha sido sólo un diabólico invento del capitalismo mundial. Cuyo objetivo central es tener aterrorizado al pueblo para que no se insurreccione contra los explotadores capitalistas que han provocado la crisis económica mundial

El «mortífero virus» ha sido una descomunal mentira tramada por la más negra reacción mundial». (Voz del obrero; Continua el terror contra el pueblo, 2021)

¿Voz del obrero o «voz del conspiranoico»? Para estos señores el COVID es una «descomunal mentira». ¡Suponemos que los 170.000 fallecidos en México son actores que se han prestado para una macabra «performance»! Como dice el refrán: «Aquí cada loco con su tema».

En fin, estos señores eluden el elemento esencial, el biológico. Para empezar, alrededor del 60% de los patógenos infecciosos que afectan al ser humano lo hacen por vía zoonótica. Es decir: somos huéspedes accidentales al adquirir patógenos «más comunes» en otras especies. Estos patógenos evolucionan y, en consecuencia, logran atravesar la barrera que separa a las especies entre sí. Es lo que sucedió con el H1N1 y, muy probablemente, es lo que ha sucedido con el SARS-CoV-2.

En este punto es preciso aclarar que los estudios sobre el SARS-CoV-2 encaminados a conocer el reservorio natural del virus, publicados por la revista de divulgación científica «Nature Medicine», han concluido que el virus no es resultado de una manipulación, sino que es fruto de la evolución natural. La propia inteligencia yankee ha descartado que el virus fuera desarrollado como arma biológica. Véase el artículo de El Diario: «La investigación de EE.UU. no puede determinar el origen del coronavirus y descarta que fuera un arma biológica» de 27 de agosto de 2021.

A falta de confirmación, se presumía que el coronavirus se propagó del murciélago al pangolín, siendo este último la especie-reservorio desde donde saltó al ser humano. En cambio, las afirmaciones categóricas que hemos visto estos días sobre la causa del virus −a cada cual más disparatada que la anterior−, aunque carecen de sentido y causarían la mofa de cualquier persona cuerda, pasan como explicaciones coherentes en estos mundillos porque, a fin de cuentas, portan la misma filosofía idealista que sus «adversarios» de la derecha. Véase el capítulo: «El romanticismo y su influencia mística e irracionalista en la «izquierda» de 2021.

Podríamos seguir citando y citando cientos de artículos que han circulado estos días con sus extravagantes conclusiones, pero las ideas anteriores recogen la esencia de este tipo de teorías y planteamientos. A los «marxistas» de pacotilla que apoyan todo este tipo de sandeces nos gustaría preguntarles una cosa muy sencilla, ¿creen realmente que un gobierno revolucionario debatiría con estos cabezas de chorlito la obligatoriedad de la vacunación general? ¿Se imaginan al gobierno bolchevique discutiendo con los místicos y supersticiosos de la época la implementación de la vacuna de la viruela? Al menos no todos los revisionistas son tan inconscientes como los que acabamos de ver:

«En un Estado que tenía a principios del siglo XX altísimas tasas de mortalidad infantil −de cada 1.000 personas muertas dos tercios eran niños menores de 5 años− y de mortalidad por enfermedades infecciosas −tasa de mortalidad por tuberculosis era de 400/100.000−, la puesta en marcha de servicios sanitarios en todos los rincones del inmenso territorio se acompañó de la implementación de medidas generalizadas de prevención (...) El triunfo de la Revolución en 1917 instaura las condiciones para aplicar esos avances, que habían permanecido encerrados en los laboratorios, al conjunto de la población. Se realizó la primera campaña de vacunación universal de la historia de la humanidad: el 18 de septiembre de 1918, el Comisario del Pueblo de Salud Pública N.A. Semashko adoptó el «Reglamento de vacunación contra la viruela» basado en el informe científico de Gamaleya y en abril de 1919, el presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo, Lenin, firmó el decreto correspondiente. Fue la primera campaña de vacunación universal de la historia de la humanidad». (Ángeles Maestro; La vacuna rusa contra la covid-19, sobre los hombros de la URSS, 2020)

Los eclécticos de Red Roja jamás van a ilustrarnos en nada de cuestión político-ideológica, por saber no saben ni donde tienen la mano izquierda, pero hay que reconocer que, a diferencia respecto a los artículos anteriores que hemos ido criticando a lo largo del documento, al menos no realizan un culto al irracionalismo en esta cuestión, lo cual es de agradecer. Y es que, entre tanto, en pleno siglo XXI, en mitad de una pandemia mundial, la mayoría de los revisionistas desean llevarnos a la era de las cavernas gritando «¡No a las vacunas!», «¡No a las medidas sanitarias!». Ahora, ¿creen en serio que una dictadura del proletariado sería condescendiente con aquellos que, por su imprudencia, ponen en riesgo a la colectividad?

«[Quienes justifican a estos elementos] hacen verdaderos malabarismos con el tema de la influencia capitalista sobre este tipo de sujetos, y justifican todo en base al concepto de «alienación» para dar carpetazo final al tema. Esto que dicen es cierto: son productos del propio sistema y sus deficiencias, son sujetos alienados. Hemos hablado infinidad de veces de la presión ideológico-cultural que se ejerce desde la superestructura sobre los sujetos sociales, pero cuando se exponen los errores de estos elementos y persisten sus errores no puede existir compasión posible con ellos. Hacer la vista gorda sobre este tipo de actitudes en períodos de desorganización y falta de clarividencia ideológica es más peligroso aún; insistir en un trato amigable, aparcar las diferencias y confiar en una reeducación futura −incluso de sujetos abiertamente recalcitrantes− no deja de ser un ideario liberal del todo estúpido, que se acerca más a una premisa cristiana de ejercer el perdón automático sin rencor ni reflexión alguno que a una actitud marxista. Cuando varios elementos que no quieren, o no pueden rectificar, son un claro obstáculo para el progreso, ¿quién si no los comunistas deben analizar en profundidad y criticar estas actitudes que perjudican la causa? ¿Se lo dejamos a los liberales burgueses y sus intelectuales para que creen teorías como que todo el proletariado ha degenerado en [conspiranoicos]? (...) Debe concluirse que por supuesto las condiciones materiales tienen el peso decisivo que dan luz a estos fenómenos, en eso hemos insistido siempre, pero no olvidemos la personalidad de cada sujeto y el nivel de fuerza de voluntad de cada uno para autotransformarse, ya que no somos elementos pasivos condenados al error. No olvidemos que, en una futura sociedad socialista, el espíritu liberal e individualista, el afán autojustificador no le va a valer a nadie de excusa para causar un perjuicio al bien colectivo ni a la propiedad común, no servirá para estar por encima de las leyes populares». (Equipo de Bitácora (M-L): Estudio histórico sobre los bandazos oportunistas del PCE (r) y las prácticas terroristas de los GRAPO, 2017)

Pasemos a lo siguiente...». (Equipo de Bitácora (M-L)Algunas consideraciones sobre el COVID-19 [Coronavirus], 2020)

5 comentarios:

  1. Pues a mi modo de ver, contraponer lo individual a lo colectivo en la actualidad sí que me parece algo bastante propio del fascismo. No sé, llamadme loco o conspiranoico o lo que se os ocurra; pero si una persona individual no puede salir a la calle sin estar condicionado permanentemente por las medidas restrictivas (aplicadas por la policía), las organizaciones estarán en la misma situación: anuladas permanentemente en su actividad. ¿Qué revolución vas a organizar si no puedes juntar más de 4 personas?

    Alguno saldrá con la excusa de la excepcionalidad, de que esto es temporal. Eso mismo dijeron en marzo del año pasado.

    Y ya que os encantan los análisis científicos en base a lo concreto, ¿por qué no habláis de las medidas? ¿qué opináis de los efectos en la salud que provoca el confinamiento de toda la población, sana o enferma? ¿qué os parecen el toque de queda y el cierre de la hostelería? ¿qué tenéis que decir sobre la situación de la clase obrera cuya vida se limita a ir de casa al trabajo y del trabajo a casa (si es que tiene trabajo)? ¿qué os parece la expansión del teletrabajo/trabajo a destajo? ¿qué os parecen las movilizaciones masivas que se han dado o se están dando en países como Italia, Holanda, Túnez, Líbano o la India; contra las medidas restrictivas? ¿Cuál es la posición que hay que tomar ante estos actos individualistas a ojos de vuestra lógica pandémica? ¿Habrá que sacar el látigo y reprimir a todas esas masas enfurecidas? ¿En eso consiste el socialismo, en un despotismo ilustrado maquillado con un barniz científico basado en las tesis prefabricadas del complejo militar-industrial imperante en lo ideológico? Poco rentable es el socialismo entonces, no nos daría nada que no tengamos ya. Y desde luego no nos daría, y no nos estáis dando, lo que realmente se necesita ahora: una postura independiente y a contracorriente de la versión dominante, que es la covidiana indiscutiblemente.

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  2. Te responderemos en el mismo tono:

    "Pues a mi modo de ver, contraponer lo individual a lo colectivo en la actualidad sí que me parece algo bastante propio del fascismo".

    -Tú "modo de ver" no es indiferente. La realidad es la que es. El fascismo antepone lo individual (un caudillo) y exige la sumisión y movilización colectiva en sus ideales, que no son discutibles bajo el concepto de autoridad y fe ciega fascista. Su filosofía es idealista e irracional (igual que la de los grupos conspiranoicos). Véase el documento: "¿Acaso el fascismo español una «tercera vía» entre capitalismo y comunismo?" de 2014.

    Que sepamos los antivacunas, lo de Bill Gates, los terraplanistas pueden soltar su discurso, los críticos del gobierno (en cualquier materia) también, el gobierno y sus aliados, por supuesto que también pueden. Eso ha sido así antes y después del COVID-19. Cada partido político parlamentario o extraparlamentario tiene su discurso, y este tiene cabida (mediatizado claro por el capital), pero te recuerdo que Vox, entre otros, tiene un discurso conspiranoico y es del "gran capital". ¿Qué me quieres decir entonces señor?

    No sé en qué ves fascismo en España, esperamos tu argumentación.

    2 "Si una persona individual no puede salir a la calle sin estar condicionado permanentemente por las medidas restrictivas (aplicadas por la policía), las organizaciones estarán en la misma situación: anuladas permanentemente en su actividad. ¿Qué revolución vas a organizar si no puedes juntar más de 4 personas?"

    -¿Y desde cuando la burguesía necesita del fascismo o de medidas restrictivas por motivos de salud para tener "controlada la actividad de las organizaciones"? ¿De qué organizaciones revolucionarias hablas? ¿La Cup, RC, PCPE? La mayoría dedican el 80% del tiempo a realizar colectas, fiestas, batucadas, manifestaciones cerveza en mano, desfiles con banderitas, dinero y más dinero para los jefes de partido. El nivel ideológico es secundario o inexistente (o ponme tú de referencia que partido ha hecho algo productivo en esto en los últimos años). Todo ello no es "activismo revolucionario", eso no es un "partido", ni "pone contra las cuerdas al sistema". Véase el capítulo: "¿Cuál es realmente el "trabajo de masas" de RC?" de 2021.

    O dicho de otro modo, no se puede vender la moto de que "las medidas del COVID impiden" una "organización del pueblo", algo que en ningún momento se logró antes de la pandemia (ni en España ni en ningún lado). Es más, de no existir tales medidas tampoco lograrían nada porque esos métodos insulsos que ya se han demostrado como impotentes, están más cerca del anarquismo (o el reformismo economicista) que del marxismo. Estos grupo no están en "condiciones de organizar la revolución", y pese a que no han aprendido ni a andar algunos estáis hablando de correr y ganar una maratón. Vivís en otra dimensión.

    Sea lo que fuere, cuando ha habido manifestaciones de derecha o izquierda, las manifestaciones ilegales han seguido su curso, más allá de la legislación vigente.

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  3. 3. "Alguno saldrá con la excusa de la excepcionalidad, de que esto es temporal. Eso mismo dijeron en marzo del año pasado. (...) "¿por qué no habláis de las medidas? (...) ¿Qué os parecen el toque de queda y el cierre de la hostelería? ¿qué tenéis que decir sobre la situación de la clase obrera cuya vida se limita a ir de casa al trabajo y del trabajo a casa (si es que tiene trabajo)?"

    -Hay una pandemia, punto. Si no entiendes esto tras leer el artículo y ver a tu alrededor, nosotros no vamos a lograr hacer que lo comprendas en un comentario. ¿Pretendes que un Estado (sea del tipo que sea) no tome medidas sanitarias? Así hizo en un principio: "Los mensajes de los medios de comunicación, la intelectualidad y los políticos capitalistas antes la crisis sanitaria" de 2020.

    ¿Y hoy? Pues si el Estado español si pudiera (y no causase un colapso sanitario) restablecería la normalidad de circulación hoy mismo, pues la actuación actual (con medidas severas) NO beneficia la economía (que como anticipamos y era obvio, la está hundiendo). Que la crisis la pagaría la clase obrera no es análisis nuestro ni tuyo, es una soberana obviedad de todas las crisis capitalistas. Véase el capítulo: "El coronavirus y su repercusión en la economía capitalista mundial" de 2020.

    ¿Y bien? En este caso, las medidas lanzadas a la clase obrera con restricciones sin sentido como el cierre de viajes entre municipios y comunidades, pero a su vez, exigir ir al trabajo a largas distancias en transportes hacinados, la falta de vacunas, profesionales y materiales sanitarios, mientras se suben el sueldo, más dinero para la monarquía y medidas feministas sin sentido, etc. es fruto de la contradicción capital-trabajo, y de la mala preparación de los ministros, no de "tiranías" ni de "nuevo orden mundial". Por eso analizamos que, ya con el estado sanitario anterior a la pandemia, con su degradación, en marzo de 2020 el gobierno (el mismo que había apoyado recortes) no estaba en posición de asumir el bache del coronavirus. Véase el capítulo: "Algunos datos que demuestran la debacle del sistema sanitario español" de 2020.

    4. "Y ya que os encantan los análisis científicos en base a lo concreto".

    - En efecto, y tú hasta ahora no has contestado nada CONCRETO del documento que sea incorrecto. ¿Por qué no empiezas por ahí antes de pedir "nuestras opiniones" a la carta? Danos tu opinión y contraponla con datos serios y hechos a nuestros análisis, o, en su defecto, déjanos un artículo que exprese tu parecer.

    Te quejas que no explicamos las "medidas". Nuestro artículo fue sacado cuando empezó el COVID, pero las primeras medidas que toma el capitalismo en estas situaciones fueron explicadas, otras son impredecibles (y así de demostró con reacciones desiguales).

    Si hubiera un "plan general" Sánchez no habría hecho una gestión que destrozase de tal manera la economía. Jhonson, Bolsonaro y Trump no habrían tomado medidas tardías como indicamos (constándole a este la presidencia), y un largo, etc. Véase el capítulo: "Los mensajes de los medios de comunicación, la intelectualidad y los políticos capitalistas antes la crisis sanitaria" de 2020.

    Del mismo modo en un post reciente hablamos que el gobierno español no ha cumplido absolutamente nada de un programa ya de por sí ineficaz para los problemas sociales. Véase el capítulo: «¡Los oportunistas al rescate del «gobierno del cambio»! de 2021.

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  4. 5. "¿qué os parece la expansión del teletrabajo/trabajo a destajo?"

    -No sé qué pretendes preguntar con eso. ¿Qué el teletrabajo es una medida que "necesitaban los gobiernos" para "salvar su economía"? Por el contrario, es una medida que permite conjugar la vida familiar y laboral, y que la mayoría de usuarios prefiere, las empresas no tanto, porque la productividad puede caer sin ese "control" in situ. ¿Los alumnos están peleando por no realizar exámenes sin medidas de seguridad y vosotros qué reclamáis? ¿Ir a estudiar sin mascarilla con pupitres literalmente pegados el uno frente al otro? ¿O qué? Sé más específico sobre qué encaramos mal.

    6. "¿qué os parecen las movilizaciones masivas que se han dado o se están dando en países como Italia, Holanda, Túnez, Líbano o la India; contra las medidas restrictivas?"

    -En lo internacional. ¿Las que convocan nazis? Dinos tú.

    ¿Y de España? Cuáles exactamente? ¿Las que convoca Vox, Bosé, las revueltas en Vallecas?

    Suponiendo que te refieres a las más "izquierdistas", nos parece lo mismo que las manifestaciones en Venezuela contra Maduro o aquí contra el PSOE-Podemos, antes, durante o después de la pandemia. Sus demandas en muchas ocasiones son más que legítimas (como una demanda de mayor gasto público en la gestión sanitaria, no pagar ciertos impuestos, etc.), otras son demandas conspiranoicas (como que el virus no existe), pero las legítimas no conducirán a nada productivo (ni superior) sin organización (y esto empieza por clarificación IDEOLÓGICA para que esa organización sea seria y contundente). El espontaneísmo como mucho puede forzar el derrocamiento de una facción de la burguesía por otra. Pero no traerá ni socialismo ni nada parecido, como muchas mentes calenturientas piensan a menudo. Véase el capítulo: "Los catastrofistas que creen que los desastres naturales «aceleran la revolución»" de 2020.

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  5. 7. "¿Cuál es la posición que hay que tomar ante estos actos individualistas a ojos de vuestra lógica pandémica? ¿Habrá que sacar el látigo y reprimir a todas esas masas enfurecidas?"

    -El "individualismo" es actuar por impulsos y sentimientos propios. Pero también hay sujetos "en grupo" que dicen y cometen idioteces, se concentran en Colón y afirman que todo es una pantomima de las élites extraterrestres, que el virus es menos que un constipado, ese es un ejemplo. Otro sería los que dicen que el COVID-19 beneficia a la economía mundial.

    Además, confundes la postura de los comunistas dentro y fuera del poder sobre cómo afrontar una crisis así. Vuelve a leer el texto.

    8. "¿En eso consiste el socialismo, en un despotismo ilustrado maquillado con un barniz científico basado en las tesis prefabricadas del complejo militar-industrial imperante en lo ideológico?"

    -En lo que no consiste el socialismo, es en una especulación y relativismo sobre los fenómenos socio-históricos. Te pondré un ejemplo:

    «Ciertamente, siempre existirán diferencias en cuanto a fuerza física e intelecto entre personas, incluso en una sociedad sin clases. Del mismo modo, salvo que uno sea anarquista, todo el mundo reconoce que también habrá jerarquías a la hora de dirigir. La cuestión del marxismo en contraposición al resto de ideologías, como el fascismo y otras formas de supremacismo, radica en torno a cómo se articulan esas cuotas de poder y organización. El fascismo solo reconoce una voluntad, el líder, y esta es, además, indiscutible. La respuesta, pues, se torna sencilla. Dado que caudillo no hay más que uno, esto, automáticamente, condena al resto, tanto a nivel general como regional y local, a ser esclavos del «líder» y de otros «pequeños líderes». En todo caso, la ideología fascista solo puede ser una ideología y «moral de señores» para los que ya lo son o aspiran a serlo –incluyendo en su plan nieztschiano avasallar al vecino–, pues recordemos que según el filósofo de referencia del fascismo, Friedrich Nieztsche, la buena «virtud» del superhombre es la competición, incluyendo en esta la envidia, el engaño o la calumnia si eso sirve para superar al camarada y competidor. Estas maquiavélicas aspiraciones bien se pueden disimular –pero no es necesario– con la hipocresía cristiana sobre el «amor al prójimo», e incluso obras de asistencialismo. Pero este plan y aspiraciones –que son imposibles de ocultar en la práctica– condenan inevitablemente al resto de mortales a una vida y empresa de dependencia, coerción de sus fuerzas internas y terror. Si el ideal político es de por sí antidemocrático, como en el caso del fascismo, no es –ni puede ser– una ideología de «autosuperación» para todos, como algunos estafadores la presentan, sino una moral de borregos para el pueblo. Esta dicotomía psicológica se ve clara en aquellas ocasiones en las que, mientras el militante fascista acepta la monarquía e incluso le rinde pleitesía al rey –considerando normal y honroso ser súbdito de otra persona–, el líder fascista mira a cualquier monarca con desconfianza, como un posible rival y tratará siempre de derrocarlo en cuanto ya no sirva al propósito de su movimiento, es decir, al suyo, puesto que él es el movimiento fascista, el único verdaderamente «nacional» y «regenerador». (Fundamentos y propósitos, 2021)

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