Sátira española sobre los problemas de cantonalismo en el gobierno de Pi y Margall en el siglo XIX |
«En los documentos de Reconstrucción Comunista (RC) se ponen siempre un par de frases contra el cantonalismo que son un copia y pega de las citas de las obras de las figuras marxistas más destacadas, como hicieron en su panfleto:
«El cantonalismo es un problema común en el desarrollo del partido, ante el cual hay que tener una vigilancia continua». (Juan Mesana, Tomás Garante y Julio Moreno; Compendio de textos sobre el partido, 2017)
Pero de nuevo, no aplican nada de lo que dicen apoyar, y este problema sale a flote como tantos otros pese a que juran y perjuran que lo combaten.
Sabemos que algunos de nuestros lectores no pueden estar familiarizados con el término cantonalismo. ¿A qué se refiere esta desviación? Básicamente a que cada Comité Regional, e incluso dentro de ellos, cada célula «barra para su parcela», es un reflejo del individualismo pequeño burgués, muchas veces estas organizaciones de un partido actúan como los círculos de organizaciones no partidistas que compiten entre sí, la vocación de sus líderes por buscar reconocimiento e independencia de las directrices superiores con las que no concuerdan recuerda al espíritu de las sectas políticas. Bajo esta estructura gremial, la constitución del partido comunista como tal es imposible.
Reconstrucción Comunista (RC) tiene bastante de esto, sobre todo porque su organización basada en el culto mesiánico al líder, no puede aspirar a otra cosa. Felipe, el propio ex Secretario de Organización de RC hasta 2016, al desvelar la estructura organizativa, nos comentaba:
«Felipe: Regiones «cool» y regiones olvidadas: Dentro de RC, para Roberto había dos tipos de territorios, siempre por detrás de Madrid y sus problemas y circunstancias personales. Los «guays», Bilbao, Barcelona y Valencia, y los «pringados» y los «frikis», Mallorca, Cuenca, Galicia y Andalucía. Si los militantes de RC de todas estas zonas llegan a leer esto, se sorprenderán, pero esto es solo la punta del iceberg, cualquiera que conozca la forma en la que habla Roberto de sus «camaradas», sabe o lo sabrá pronto, que te «coleguea» cara a cara y por detrás es un completo Judas. ¿Como hacía esta división de territorios? Fácil, se establecía con un baremo muy sencillo; ¡en base a cuántos amigos tenía Roberto en cada sitio y de cuántos iba a poder disfrutar en cada sitio! Pero por supuesto también el aspecto sexual, pues RC era su harén particular, si en x territorios había muchas amantes o examantes, o futuros fichajes, lo ponía como ejemplo a seguir aunque fuese un desastre. Esta división creaba un desajuste enorme en cuanto a formación y conocimientos de asuntos de la organización entre los territorios «conectados a Madrid» y los «olvidados», lo cual facilitaba que Roberto insistiera constantemente en lo «frikis», «vagos», «indisciplinados» y «analfabetos» que eran los militantes de los territorios «olvidados». Graciosamente algunos de los elementos que hoy mantienen una defensa totalmente fanática y pueril de Roberto son los mismos a los que ponía verde como militantes, a los que acusaba de que su territorio daba «vergüenza». (Equipo de Bitácora (M-L); Entrevista a dos exmiembros del Comité Central de Reconstrucción Comunista sobre su experiencia en dicha organización, 25 de junio de 2017)
Otra persona que ostentó grandes cargos dentro de la organización diría:
«Itxasne: Regionalismo/cantonalismo: Llevaba demasiado tiempo soportando la mentalidad cantonalista de Roberto, que imponía cualquier acontecimiento, problema, iniciativa política, etc., relacionado con Madrid a, en mi caso, cualquier caso relacionado con Valencia. Llegaba, incluso, a competir estúpidamente: «nosotros tenemos más «me gusta» que vosotros en la página de Facebook», «nosotros hemos hecho un acto más grande que el vuestro», «nosotros tenemos 50 militantes y vosotros 30», «nosotros vamos a llevar a más gente a la escuela de formación que vosotros», eran frases recurrentes y constantes en mis conversaciones semanales con Roberto como responsable política de Valencia. Claras muestras de lo que ese «nosotros» significaba para Roberto: su visión distorsionada y antileninista de Partido, donde veía más un reino de taifas que se disputaban la hegemonía que un partido con una sola dirección y una sola línea política y estratégica. Quizá debería revisarse las desviaciones derechistas que todavía no ha logrado pulir a raíz de su paso por las juventudes del PCE y del PCPE». (Equipo de Bitácora (M-L); Entrevista a dos exmiembros del Comité Central de Reconstrucción Comunista sobre su experiencia en dicha organización, 25 de junio de 2017)
Ese es el patetismo de RC, competir entre sus propios Comités Regionales y con otras organizaciones por ver quién tiene más «me gusta» en las redes sociales.
Elena Ódena –una de las grandes figuras marxista-leninistas de España– nos define los defectos del cantonalismo de una forma que coinciden plenamente con las actitudes de Roberto Vaquero: 1) el cantonalismo es subproducto del liberalismo; 2) el cantonalismo es la consecuencia de una comprensión formal de la necesidad de organizar el partido por el centralismo democrático; 3) el cantonalismo impide regular el funcionamiento del partido y pervierte sus bases democráticas, teniendo el mismo efecto cuando se trata de colaborar y coordinarse con el resto de partidos marxista-leninistas del extranjero; 4) el cantonalismo supone el pasar por encima de las directrices de los acuerdos de los camaradas y del ejercicio de la dirección colectiva, acaparando competencias ajenas; 5) el cantonalismo se produce por grandes dosis de subjetivismo y egocentrismo:
«Una de las manifestaciones relativamente frecuentes del liberalismo en nuestras condiciones de trabajo y lucha, es el «cantonalismo» y el «espíritu independentista». El «espíritu cantonalista» e «independentista» suele ser causa, cuando no se rectifica a tiempo, de graves problemas de desfases, desenfoques y de una aplicación deformada de las directrices y de la política general del Partido en todos los terrenos. Como en todos los demás casos, esta manifestación específica del liberalismo tiene, por supuesto, una base ideológica cuya raíz es el menosprecio del centralismo democrático o la incomprensión de su importancia como base organizativa imprescindible para un partido comunista pueda desempeñar su papel dirigente de la revolución a escala nacional, y asumir también responsabilidades a escala internacional en el seno del Movimiento Comunista Internacional –marxista-leninista–. El «cantonalismo» suele justificarse consciente o inconscientemente confundiendo el espíritu creador, de iniciativa, que todo comité, órgano de dirección y cuadro del Partido deben aplicar en su labor, con una interpretación totalmente subjetiva, parcial o local, de la necesidad de ejecutar o de dedicar esfuerzos a las tareas señaladas, o aplicando la política y las tareas del Partido tal como las entienden en el plano concreto donde se encuentran, sin tener en cuenta que cuando la Dirección Nacional marca unas tareas determinadas, traza una política, lo hace en función de unas necesidades y una situación general de la lucha. (...) De manera concreta, el espíritu «independentista» suele darse por lo general en camaradas responsables a distinto nivel que aceptan mal o resienten como una intromisión el control, las orientaciones o las críticas de camaradas de organismos de dirección superiores. En estos casos el fondo ideológico es el mismo que el del «cantonalismo», es decir, piensan, menospreciando el centralismo democrático, que ellos conocen mejor que nadie la situación –lo que por lo general no suele ser verdad–». (Elena Ódena; Contra el liberalismo (III), 1975) (Equipo de Bitácora (M-L); Antología sobre Reconstrucción Comunista y su podredumbre oportunista, 25 de septiembre de 2017)
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«¡Pedimos que se evite el insulto y el subjetivismo!»