«Cuanto más se profundizan las contradicciones del capitalismo y del imperialismo y se aproxima la ola de la revolución, tanto más se descubre la catadura antimarxista y contrarrevolucionaria de la otra corriente revisionista, el eurocomunismo.
El eurocomunismo es producto de la degeneración de los partidos comunistas que emprendieron el camino del revisionismo, de la división producida en el campo revisionista, como resultado del predominio que adquirió en su seno el nacionalismo burgués.
Es la ideología de la aristocracia obrera alimentada con migajas de las ganancias de la burguesía. El eurocomunismo, la más pura ideología del reformismo burgués, juega el papel de «quinta columna» en el seno del movimiento obrero.
Los eurocomunistas, que figuraron entre los más ardientes adeptos de la campaña contra Stalin, para volver supuestamente a Lenin, se han unido ahora abiertamente con todo el coro de la burguesía y los socialdemócratas para atacar a Lenin y al leninismo. El mismo término «eurocomunismo» es expresión del alejamiento del marxismo-leninismo, de la negación de las leyes generales de la revolución y de la construcción de la sociedad socialista.
Los eurocomunistas han desenterrado y vuelto a poner en circulación las viejas teorías oportunistas de Lasalle, Bernstein, Kautsky y de la II Internacional, proclamando que son la última palabra del desarrollo creador del marxismo en nuestros días. El ataque frontal y abierto desde posiciones anticomunistas contra las enseñanzas fundamentales del marxismo-leninismo es la conclusión lógica de todo el revisionismo moderno, de todas sus corrientes.
Las prédicas de los eurocomunistas sobre el Estado capitalista supraclasista, sobre la democracia para todos, sobre el camino pacífico, parlamentario, democrático hacia el socialismo, sobre las reformas estructurales en el marco de la Constitución burguesa, etc., tienen un solo objetivo: sabotear la revolución, defender y perpetuar el orden capitalista. Cuando los revisionistas italianos, franceses y españoles hablan de «compromiso histórico», de «bloque histórico de la izquierda», etc., o cuando luchan por formar parte de los gobiernos burgueses, lo hacen no para arrebatar el Poder a la burguesía, no para liquidar el orden capitalista, sino para defenderlo de la revolución y para asumir ellos mismos la administración de los asuntos de la burguesía. Pretenden sustituir en ese papel a la socialdemocracia, comprometida y desacreditada ya ante las masas como servidora descarada de la burguesía.
A la vez que embellecen al capitalismo, los eurocomunistas manifiestan una abierta hostilidad hacia el socialismo. Según ellos, ni ha existido ni existe hasta hoy ningún socialismo verdadero. Para ellos, el «verdadero socialismo» es el que han inventado ellos mismos, el llamado «socialismo democrático», «socialismo pluralista» o «tercera vía».
El «socialismo» imaginado por los eurocomunistas es un socialismo sin dictadura del proletariado, sin dirección exclusiva del partido comunista, sin teoría marxista-leninista. En ese socialismo el Poder será de todas las clases, accederán a la dirección diversos partidos según los votos que obtengan en las elecciones, la ideología marxista convivirá con todas las demás ideologías burguesas, pequeño burguesas y religiosas. En el socialismo de los eurocomunistas existirán diversas formas de la economía, la propiedad socializada y la iniciativa privada, los capitales imperialistas y las multinacionales.
Así pues, en esa sociedad calificada de pluralista se entrelazarán y convivirán en paz y plena armonía clases, partidos, ideologías, distintos tipos de propiedad, elementos socialistas y capitalistas en la economía y en la política, en la base y en la superestructura, en toda la vida de la sociedad. Pero una sociedad así, una mezcla capitalista-socialista ni ha existido ni puede existir jamás. Únicamente puede existir en la imaginación de los eurocomunistas. El socialismo y el capitalismo son dos órdenes sociales que se excluyen mutuamente. La nueva sociedad predicada por los eurocomunistas no es más que la actual sociedad capitalista barnizada con un baño socialista.
El surgimiento del eurocomunismo fue anunciado con gran ruido por la burguesía, que se forjó ilusiones de que su ideología reformista eclipsaría la ideología revolucionaria del marxismo-leninismo. Esperaba que el eurocomunismo alcanzaría una gran difusión y se convertiría en una bandera que uniría a todos los revisionistas, del Oeste y del Este. Pero el fracaso fue rotundo. En los propios partidos eurocomunistas proliferaron las fracciones y divisiones; entre los diversos partidos eurocomunistas comenzó la lucha por el liderazgo. Las disputas y las divergencias con el resto de los partidos revisionistas pasaron a ser aún mayores. El partido de Georges Marchais abandonó el campo eurocomunista y se aproxima cada vez más a los revisionistas soviéticos. El Partido Comunista de España se ha dividido en diversas fracciones, en eurocomunistas ortodoxos y heréticos, en prosoviéticos y antisoviéticos. Por su parte el partido de Enrico Berlinguer está atravesando una grave crisis ideológica y política. Y lo que es más importante, los partidos eurocomunistas han perdido gran parte de la influencia que tenían entre las masas, cosa que puede verse en sus sucesivas derrotas en las elecciones, a las que consideran su caballo de batalla». (Enver Hoxha; La lucha contra el revisionismo, y el movimiento revolucionario y de liberación en la etapa actual; VIº capítulo del Informe en el VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
«¡Pedimos que se evite el insulto y el subjetivismo!»