«En los casos respectivos de limitación a un actividad rural a los que hemos visto que se refiere Stalin, como en el caso de Yugoslavia y China, se añadía el problema de que a causa de la ideología pequeño burguesa de los líderes de estos partidos comunistas, la línea de tales partidos obligaba a los cuadros a evitar el trabajo en las ciudades y concentrarse en los campos, por lo que cuando en estos dos casos particulares estos partidos se encontraron con el poder político en sus manos –en gran parte, como dice Stalin, por factores externos como la asistencia externa y los acontecimientos internacionales–, no tenían nexos con el proletariado de las ciudades, y esto se traducía en que este poder político estaba aislado del proletariado al cual habían ignorando durante el ejercicio de la lucha armada y que el proletariado no estaba templado en la ideología comunista. Esto quería decir que no se instruía a los trabajadores con la literatura marxista-leninista, y eso redundaba en que sobre todo las masas populares de la ciudad, al no participar en los eventos hasta las etapas finales de la lucha, tampoco podían corroborar la justeza de la teoría marxista en la práctica, no podían aprender de sus propios errores, corregirse y avanzar en su trabajo y mentalidad. También esta línea militar daba paso a un apoyo a las teorizaciones revisionistas que instigaban la teoría de que el campesinado era la fuerza más revolucionaria, y que era dicha clase social que debía hegemonizar el próximo régimen político a establecer.
Estos ejemplos contrastaban con la correcta línea de los comunistas en Checoslovaquia, Bulgaria, Albania, y otros, donde pese a los periodos de ocupación de las ciudades por el enemigo, se tenía un vasto campo de actividad en ellas, y en el momento de su liberación contaban con un apoyo y conciencia avanzada de un proletariado curtido en la lucha y que estaba versado en la conciencia marxista-leninista que impartía el partido. En otros casos de análoga situación a la sino-yugoslava –guerra de guerrillas con asistencia de Estados vecinos que por factores internos y externos se corona con el triunfo de los guerrilleros– como Vietnam o Camboya, la misma carencia de formación ideológica de sus líderes sobre el tema del trabajo en las ciudades y el campo, legó al nuevo poder unos partidos sin contacto con el proletariado bastante evidente y problemas de similar calado.
En el caso de Nicaragua pese a que el FSLN hubiera apostado desde finalmente desde 1977, por una táctica insurreccionalista, las iniciales líneas foquistas y la posterior de la «guerra popular prolongada» (GPP), hicieron que a la postre, a la toma de poder del FSLN en 1979 los nexos con la clase obrera estuvieran pobremente establecidos, además no debemos de ignorar que el poco trabajo ideológico de educación marxista que el FSLN desarrolló sobre las masas no estaba libre de manipulaciones y alteraciones premeditadas.
Pero eso no debemos engañarnos, lo aquí expresado sobre los errores militares no es un factor decisivo, las desviaciones y causas de que Nicaragua jamás transitara hacia el socialismo tienen raíces más profundas como ya hemos visto con anterioridad. No obstante, los errores de la organización político-militar del FSLN: cambiando tanto de línea oficial estratégico-militar –pasando del foquismo, a la «guerra popular prolongada», y luego a un insurreccionalismo– o la existencia de varios cuerpos militares autónomos y descoordinados, solo fueron la consecuencia de viejas y mayores desviaciones como es el caso de la inexistencia de un partido proletario que dejara claro:
1) Qué clase debía hegemonizar la revolución –que hubiera acabado con las ideas de que el campesinado es la vanguardia de la revolución y el campo el único área de actuación–;
2) Que cerrara filas y prohibiera el fraccionalismo –y eso hubiera incluido los brazos militares de las tres tendencias–;
3) Que tuviera una unidad ideológica que incluyera una educación marxista-leninista como elemento esencial para la derrota en el interior de la organización de teorías militares revisionistas como el foquismo o la GPP». (Equipo de Bitácora (M-L); ¿Qué fue de la «Revolución Popular Sandinista»?: Un análisis de la historia del FSLN y sus procesos, 19 de julio del 2015)
Estos ejemplos contrastaban con la correcta línea de los comunistas en Checoslovaquia, Bulgaria, Albania, y otros, donde pese a los periodos de ocupación de las ciudades por el enemigo, se tenía un vasto campo de actividad en ellas, y en el momento de su liberación contaban con un apoyo y conciencia avanzada de un proletariado curtido en la lucha y que estaba versado en la conciencia marxista-leninista que impartía el partido. En otros casos de análoga situación a la sino-yugoslava –guerra de guerrillas con asistencia de Estados vecinos que por factores internos y externos se corona con el triunfo de los guerrilleros– como Vietnam o Camboya, la misma carencia de formación ideológica de sus líderes sobre el tema del trabajo en las ciudades y el campo, legó al nuevo poder unos partidos sin contacto con el proletariado bastante evidente y problemas de similar calado.
En el caso de Nicaragua pese a que el FSLN hubiera apostado desde finalmente desde 1977, por una táctica insurreccionalista, las iniciales líneas foquistas y la posterior de la «guerra popular prolongada» (GPP), hicieron que a la postre, a la toma de poder del FSLN en 1979 los nexos con la clase obrera estuvieran pobremente establecidos, además no debemos de ignorar que el poco trabajo ideológico de educación marxista que el FSLN desarrolló sobre las masas no estaba libre de manipulaciones y alteraciones premeditadas.
Pero eso no debemos engañarnos, lo aquí expresado sobre los errores militares no es un factor decisivo, las desviaciones y causas de que Nicaragua jamás transitara hacia el socialismo tienen raíces más profundas como ya hemos visto con anterioridad. No obstante, los errores de la organización político-militar del FSLN: cambiando tanto de línea oficial estratégico-militar –pasando del foquismo, a la «guerra popular prolongada», y luego a un insurreccionalismo– o la existencia de varios cuerpos militares autónomos y descoordinados, solo fueron la consecuencia de viejas y mayores desviaciones como es el caso de la inexistencia de un partido proletario que dejara claro:
1) Qué clase debía hegemonizar la revolución –que hubiera acabado con las ideas de que el campesinado es la vanguardia de la revolución y el campo el único área de actuación–;
2) Que cerrara filas y prohibiera el fraccionalismo –y eso hubiera incluido los brazos militares de las tres tendencias–;
3) Que tuviera una unidad ideológica que incluyera una educación marxista-leninista como elemento esencial para la derrota en el interior de la organización de teorías militares revisionistas como el foquismo o la GPP». (Equipo de Bitácora (M-L); ¿Qué fue de la «Revolución Popular Sandinista»?: Un análisis de la historia del FSLN y sus procesos, 19 de julio del 2015)
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