«El Partido Obrero Húngaro es plenamente consciente que un avance pacífico de los elementos capitalistas hacia el socialismo es impensable. Las restricciones impuestas a los elementos capitalistas, limitándolos y eliminándolos gradualmente, se traducirá inevitablemente en el resultado de una resistencia de su parte y dará lugar a una agudización de la lucha de clases.
En la medida que los grandes terratenientes y capitalistas pierden sus posiciones económicas, sus puntos fuertes sociales y políticos, ellos van a recurrir cada vez más y más a formas de sabotaje, espionaje, conspiración y acciones armadas contra la democracia. Y aunque las masas trabajadoras que libran su lucha contra la reacción, tengan en sus manos la máquina del Estado, ellos saben que la lucha entre las fuerzas democráticas que avanzan al socialismo y las fuerzas de las reacción que se esfuerzan por restaurar el capitalismo no se decidirá sino se elimina el poder político y económico de los elementos capitalistas, y hasta que se elimine a los imperialistas extranjeros que continúan ayudando a restaurar a la reacción.
Por consiguiente, los intereses de las democracias populares requieren de un fortalecimiento de los órganos de seguridad estatal, la policía, y una eterna vigilancia y predisposición para la lucha del pueblo, la clase obrera y el partido». (Mátyás Rákosi; Discurso en el Congreso de Unificación del Partido de los Trabajadores Húngaros, 12 de junio de 1948)
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