Cartel de Partido Comunista de Checoslovaquia con la imagen de Klement Gottwald que proclama: «Con el acero de Ostrava ponemos los cimientos de la construcción del socialismo» |
«El pueblo trabajador de Checoslovaquia quiere defender su país contra Hitler y los demás fascistas extranjeros. ¿Puede confiarse para esto en la burguesía? No puede, absolutamente no. No hablemos de la burguesía alemana y húngara, cuyas relaciones amistosas con Hitler y Horthy son harto conocidas. Hablemos de la burguesía checa y eslovaca. ¿No conspiran ya hoy con Henlein los Kramar, Strshibrny, Stoupal y Klinka, y no guiñan ya el ojo a Berlín? ¿No hay en el actual gobierno fuertes corrientes reaccionarias que abogan por la creación de un amplio bloque reaccionario que apoderándose del gobierno iniciaría una política interior y exterior a gusto de los Kramars, es decir, orientada hacia Berlín? ¿Acaso los partidos socialistas gubernamentales no impulsan estas aspiraciones reaccionarias con su política de colaboración de clases, su eterna capitulación ante la reacción y su repulsa contra el frente único? ¿Y no existe, como resultado de toda esto, el peligro de que los que hoy más claman acerca de la defensa de la república, un buen día vendan al Berlín de Hitler esta república con todos sus atributos, incluyendo, por tanto, el ejército? ¿Cómo puede el pueblo trabajador defenderse contra este peligro? No tiene, manifiestamente, más que un camino: concentrando sus fuerzas en un frente popular antifascista, oponiéndose a la burguesía dominante, aislando a ésta dentro del pueblo y dificultándole la posibilidad de abusar del poder armado contra los intereses del pueblo: es decir, sólo desplegando la lucha de clases contra la burguesía». (Klement Gottwald; Por la aplicación acertada de la línea del VIIº Congreso de la Komintern; Discurso pronunciado ante el VIIº Congreso del Partido Comunista de Checoslovaquia, 1936)
Anotación de Bitácora (M-L) Lecciones finales a extraer por Gottwald tras los acuerdos capituladores de Múnich –que entregaban a Alemania los sudetes– de 1938, y la posterior invasión total de Checoslovaquia por la Alemania, Hungría y Polonia, la no aplicación del acuerdo militar con Checoslovaquia en su defensa y el rechazo de la ayuda militar soviética por parte del gobierno checoslovaco ante el ataque alemán; seguido también de la proclamación de independencia bajo tutela alemana de Eslovaquia en 1939; después de la liberación de Checoslovaquia por el Ejército Rojo de la Unión Soviética en 1945; y tras la toma total del poder por el Partido Comunista de Checoslovaquia en el país durante 1948:
«Los grandes y poderosos dirigentes de la República de antes de Múnich, han afirmado todavía que sólo ellos eran los llamados a dirigir y administrar de una manera justa los asuntos nacionales de los checos y de los eslovacos, así como los asuntos de Estado de Checoeslovaquia. Que únicamente bajo su dirección nuestras naciones podrían tener garantizadas su libertad nacional y su independencia. Sin embargo, los resultados de la hegemonía de la gran burguesía eran, precisamente en esos asuntos vitales para la nación y para el Estados, los más trágicos, los más horrorosos y los más desastrosos. Para mantener su régimen de clase y sus privilegios la burguesía checa y eslovaca se asoció primeramente con los enemigos interiores de la República, con los fascistas alemanes y húngaros. Por las mismas razones egoístas de clase, la gran burguesía checa y eslovaca capituló en la época de Múnich y rehusó la ayuda militar ofrecida a Checoslovaquia por la Unión Soviética. Y de nuevo, en interés de las cajas de caudales y de sus bienes, los magnates checos y eslovacos sacrificaron la causa nacional, y el 15 de marzo de 1939, aceptaron el vergonzoso protectorado y la separación de Eslovaquia de los países checos, y se pusieron completa y abiertamente al servicio de Hitler, mientras sabían que, obtenida la victoria, la Alemania hitleriana, estaba decidida a dispersar los checos y los eslovacos y a arrumar su nación. De esta forma, la gran burguesía checa y eslovaca, no se ha mostrado como buena administradora, sino como traidora miserable de la causa nacional y republicana». (Klement Gottwald; Programa de acción del nuevo gobierno checoslovaco, 1948)
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