«Hay muchos y variados aspectos y variable cuya convergencia han dado como resultado el rechazo a los acuerdos de paz, veamos los más importantes:
1) Las FARC-EP, como ejemplo concreto del «revisionismo armado», siempre ha estado aislada de la sociedad colombiana en general lo que ha sido estimulado por todo ese enjambre de acciones derivadas de su revisionismo que le ha llevado a la ejecución de acciones terroristas, reclutamientos forzosos y demás métodos de los que ya hemos dado cuenta en este documento. Esto indudablemente ha dado lugar a que toda propuesta que involucre a las FARC será rechazada de modo beligerante o por simple indiferencia; así ocurre y viene ocurriendo cuando trata de deponer las armas e intentar incorporarse al tejido socio-político colombiano.
2) Las reiteradas tesis y prácticas erróneas de las FARC-EP han dejado a las masas completamente vulnerables ante la propaganda de los sectores de la burguesía más retardataria, la filofascista, y en estas condiciones estos sectores se permiten el control de la «voluntad colectiva». Valiéndose de esa hegemonía del pensamiento colectivo, estos sectores se dedican en exclusiva a la defensa de sus intereses concretos de clases que suponen la continuidad del conflicto armado, de ahí la propaganda del NO básicamente debido: a) evitar toda posible investigación sobre los crímenes de guerra cometidos por el Estado de las que son directamente responsables; b) al ser sectores que se han beneficiado de la guerra en un sentido económico pues perderían una fuente importante de ingresos así como de su influencia; c) tendrían que restituir la tierras usurpadas a los desplazados mediante todo tipo de corruptelas; d) investigación por su papel central en la formación y dirección de las autodefensas y su relación con las instituciones; e) la investigación de la dimensión de los «falsos positivos» y «fosas comunes».
3) Tampoco podemos pasar por alto que la sociedad colombiana está altamente infectada por la «violencia estéril» engendrada por el crimen organizado que por muchos años determinó los lineamientos del Estado mismo, a causa de ello se ha generado una «mentalidad colectiva conflictiva», que se cuela por todas las grietas de la sociedad colombiana, que sumado al factor religioso, a la propaganda de unos y otros, y a todas las condicionantes ya expuestas, pues simplemente se cae en una lectura dualista del conflicto: «buenos y malos», «vencedores y vencidos», etc.
4) En «conflicto armado», por sus características, ha afectado al Estado colombiano de una forma desigual: a) al ser un conflicto casi exclusivamente rural las ciudades no se ven afectadas de ahí que los núcleos urbanos fueran el baluarte del NO; b) el conflicto afecta a los departamentos periféricos del país, en los territorios centrales es más bien anecdótico y aquí se repite el hecho de que en estos se apoyara el NO, sumado al hecho de que son las áreas con la mayor densidad demográfica; c) debido a que es un conflicto enquistado de «baja intensidad» la sociedad colombiana ha podido mantener un cierta «normalidad económica», dentro de los límites del capitalismo por supuesto; de hecho Colombia muestra un PIB elevado considerando que se trata de un país en conflicto armado; d) como siempre sucede, quienes ponen los muertos son las clases más empobrecidas, las clases mejor posicionadas económicamente nunca toman parte del «conflicto caliente», valiéndose de la corrupción reinante, y por lo mismo, es que los «muertos» en el conflicto no afectan a esa difusa masa de burgueses, terratenientes, intelectuales burgueses y ciertos sectores aburguesados de las masas trabajadoras que al final son los que se han posicionado en contra de los acuerdos ya fuera con su voto o con su indiferencia.
Hemos de agregar que al tratarse en realidad de un «conflicto de baja intensidad» este pierde capacidad de incidir en la voluntad colectiva, veamos algunos números extraídos de los informes de mortalidad del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE): Se estimó que el número de víctimas mortales causadas por el conflicto desde 1958 a 2013 estaba entorno a 220.000 personas, esto significa que se han dado unas 4.000 muertes anuales a causa del conflicto. En el mismo sentido, en el 2015 Colombia registró un total de 202.199 muertes, de estos el 4,9% –10.000 personas– fue a causa de «la violencia en general» que fue reportada como la «cuarta causa de muerte» que engloba al crimen organizado, crimen común, conflicto armado, etc. –las tres primeras causas están ligadas al estilo de vida: infarto de miocardio, enfermedades cerebro-vasculares, enfermedades pulmonares de índole obstructiva–. Más aún, el número de muertos por «accidentes de tráfico» en el 2015 fue de 5.677 personas posicionándose como la «novena causa de muerte». Estos números explican por sí mismo la indiferencia general respecto al conflicto que se ha expresado en ese 60% de abstencionismo, así como el hecho de que el NO haya vencido en el plebiscito. Estamos convencidos de que si no hubiera una afectación desigual tanto en lo geográfico, como en lo concerniente al tejido social, y que además hubiese un «conflicto de alta intensidad», el resultado habría sido un SI rotundo; por poner un ejemplo: ¿se imaginan cual sería el resultado un plebiscito similar en el caso de un país que sufre un conflicto de alta intensidad como Siria o Irak? En este último la cifra de víctimas mortales está en torno a 1.5 millones en 13 años».
Vale decir que aún con una salida negociada al «conflicto armado» las causa que lo originaron seguirán subyaciendo lo que supone que el conflicto continuará y se expresará por otras vías. Ello, a pesar de que las FARC-EP intenten asimilarse al sistema y que pretendan que las causa del mismo ya no existen». (Equipo de Bitácora (M-L); Una reflexión necesaria sobre las FARC-EP, los acuerdos de paz y la historia de las guerrillas en Colombia, 2016)
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