martes, 17 de enero de 2017

La «orgullosa» promoción de la religión en Corea del Norte; Equipo de Bitácora (M-L), 2015


«¿Cómo es tratada la cuestión religiosa en Corea del Norte? Muy sencillo, del mismo modo que otros revisionistas: ignorando la transformación ideológica de las masas trabajadoras, igual, por ejemplo, que hacen sus homólogos cubanos en la otra punta del mundo revisionista, que dan coba al cristianismo católico en su sociedad tras años y años de supuesto poder revolucionario, bajo un partido también supuestamente comunista. Corea del Norte y su pueblo, sufre la misma inoperancia de los revisionistas en este campo.

Los revisionistas coreanos llegan incluso a proclamar, que para que uno pueda entender su régimen, debemos entender las religiones que han imperado durante siglos allí:

«Para entender a Corea del Norte es necesario tener nociones de budismo, confucionismo y cultura tradicional, ya que el ideario político no contradice sino que está influenciado por esa sabiduría ancestral». (Boltxe; entrevista a Alejandro Cao de Benós, 23 de enero de 2013)

¿Se imaginan a Lenin proclamando que para entender a la Unión Soviética socialista debemos comprender los «aportes» del cristianismo ortodoxo; o a Enver Hoxha que para entender a la Albania socialista debemos entender al Islam?

El revisionismo coreano, vira al revisionismo chino, y como él, adoptaría en su día la idea de que al perpetuar la religión, tendría una herramienta que le haría más fácil controlar a las masas trabajadoras sin que cuestionaran el poder político recién adquirido:

«La religión había creado en China su propio culto, el culto del budismo, y ligándolo al culto de «Zhung Guo», desarrollaba y propagaba entre los chinos las teorías de Confucio. El budismo y el confucianismo suscitaron la xenofobia, al mismo tiempo que la megalomanía, por todo lo que era propio de los chinos, del «Zhung Guo». Todo estaba penetrado por esas concepciones religiosas y éticas. (...) Después del triunfo de la revolución, la cultura china no tuvo un desarrollo vigoroso, ni se procedió a depurarla de las viejas teorías regresivas y reaccionarias; no se echaron bases sólidas para conseguir una cultura nacional y revolucionaria. (...) Toda la cultura china estaba, y lo continúa estando, en las tenazas de la vieja cultura confuciana. Lo que los maoístas llaman «cultura revolucionaria». (Enver Hoxha; ¿Donde estaba y a donde va China?: Reflexiones sobre China, Tomo II, 1 de abril de 1976)

Es obvio, que estas ideas megalómanas, xenofóbicas, chovinistas, machistas, y demás que existen en Corea del Norte condensadas en la idea del «Juche» son consecuencia directa de la no eliminación de los remanentes ideológicos de las diferentes religiones y sus ideas reaccionarias. El proclamar que el «pensamiento «Juche» es la síntesis de la ideología progresista del la historia actual», que «el viento del Pacífico orienta la rueda de la historia», que «los coreanos son la única nación con pureza de sangre que descendiente del primer hombre», que «en Corea del Norte las masas se reúnen en torno al partido y al líder, siendo el primero la madre y el segundo el padre, y que el padre es el cabeza de familia en la sociedad», son la consecuencia directa de que Kim Il Sung y secuaces conscientemente no hayan eliminado la religión, a sabiendas de que esta iba a jugar un rol cardinal en la labor de engañar a las masas e implantar el «pensamiento «Juche».

Pasando a limpio, después de más de medio siglo de régimen revisionista, los norcoreanos reconocen que no han hecho ningún trabajo destacable en cuanto a promoción del ateísmo y visión científica del mundo, siendo la dirigencia beneficiada de esta ignorancia que las masas trabajadoras adquieren a través de la religión:

«Los partidarios de Kim Il Sung van aún más lejos con su fiebre anticomunista, ellos felizmente declaran que «existe libertad de creencia y práctica religiosa», en particular de la religión budista, que hasta a día de hoy ha influido considerablemente en Corea del Norte, principalmente en las clases explotadas y oprimidas. El budismo es una «teoría» totalmente falsa, reaccionaria, anticomunista, que extensamente ha sido utilizada por las clases explotadoras asiáticas para explicar y justificar la deplorable vida y las miserables condiciones de trabajo a través de la invención de historias sobre supuestas «vidas pasadas» que determinarían la situación de cada persona en la vida presente». (Internacional Comunista Stalinista-Hoxhista; ¡Abajo el revisionismo coreano!, 2013)

Desde el nacimiento del marxismo, sus ideólogos han sido claro respecto al papel de la religión y sus consecuencias directas en la conciencia de la clase obrera. Lenin tampoco auguró ninguna duda sobre el carácter de la religión, y su tóxica influencia ideológica en la conciencia de las masas:

«La religión es una de las formas de opresión espiritual que gravita por doquiera sobre las masas abrumadas por el trabajo incesante en bien de otros, por la pobreza y la privación. La impotencia de todos los explotados en su lucha contra los explotadores, origina inevitablemente la creencia de una vida mejor, después de la muerte, del mismo modo que la impotencia del salvaje en su lucha con la naturaleza, da origen a la creencia en los dioses, los diablos, los milagros, etc. La religión enseña a aquellos que se debaten toda su vida en la pobreza a que sean resignados y pacientes en este mundo, y los consuela con la esperanza de la recompensa en el cielo. En cuanto a los que viven del trabajo ajeno, la religión les enseña a ser «caritativos», suministrándoles así un justificativo a su explotación y, por decirlo así, un billete barato para el cielo. «La religión es el opio del pueblo». La religión es una especie de tóxico espiritual en el que los esclavos del capital ahogan su conciencia y adormecen su anhelo de una existencia humana decente». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Socialismo y religión, 1905)

En entrevista al catalán Alejandro Cao de Benós, representante de la política exterior de Corea del Norte, al preguntarle sobre la religión hizo las siguientes jugosas declaraciones. A la pregunta: ¿hay libertad religiosa? Responden que sí, pero incluye en su respuesta que el Estado ha financiado dichos lugares de culto, y que su propia ideología ecléctica del Juche, recoge trozos de las religiones locales, ¡reconociendo de paso que dichas ideas están fuera de la concepción materialista y por tanto marxista del mundo!:

«No sólo es libertad religiosa. El gobierno paga las iglesias protestantes o los templos budistas que arrasaron los Estados Unidos. Además, dentro de la propia idea «Juche» hay muchos elementos espirituales que no serían aceptados por un materialismo puro, un materialismo dialéctico; por ejemplo, la espiritualidad respecto a que el alma es un ente inmortal separado del cuerpo y que continúa viviendo cuando uno fallece. Son creencias espirituales que van más allá del materialismo clásico y que se siguen practicando hoy en día». (Alejandro Cao de Benós; Entrevista en Torredembarra, 2012)

Esto nos recuerda a cuando:

«La propaganda china da a entender abiertamente que en el país no se combate la religión, por eso habla de las fiestas religiosas, de las pascuas y del bairam, de las misas y de las plegarias que tienen lugar en las iglesias y en las mezquitas de Pekín. La agencia Hsinhua informa que en la mezquita de Pekín se ha celebrado pomposamente el bairam y que en esta fiesta han participado todos los embajadores de los países musulmanes acreditados en China. ¡Prosigue la línea de demostrar al mundo que China está en el «tercer mundo», que apoya a los árabes y a los musulmanes, así como a su religión! ¡Bonita manera de respetar los principios!». (Enver Hoxha; En China se hace propaganda religiosa: Reflexiones sobre China, Tomo II, 18 de enero de 1973)

¿Cuáles deben de ser las tareas del partido comunista respecto al Estado y la religión? ¿Debe de ser financiado las instituciones religiosas?

«El Estado debe desligarse de la religión; las sociedades religiosas no deben estar unidas al Estado. Toda persona debe ser absolutamente libre de profesar la religión que le plazca o no profesar ninguna, esto es, ser atea, como acostumbran a serlo los socialistas. No debe existir ninguna diferencia entre los derechos de los ciudadanos por razones de religión. (...) No debe pagarse subsidio alguno a la Iglesia, ni concederse fondos del Estado a las iglesias ni a las instituciones religiosas. Estas deben ser independientes del Estado, asociaciones voluntarias de ciudadanos feligreses». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Socialismo y religión, 1905)

¿Acaso el partido puede hacer la más mínima concesión al cristianismo en lo ideológico? ¿Debe de evitar la propaganda atea para no asustar a los obreros cristianos?

Dejemos clara la cuestión entre partido marxista-leninista y la religión con otro fragmento de Lenin:

«La religión debe ser considerada como una cuestión privada»; tal es la posición corriente de los socialistas respecto a la religión. Pero es menester definir el significado de estas palabras precisamente para evitar todo equivoco. Nosotros exigimos que se considere a la religión como una cuestión privada en lo que concierne al Estado; pero de ninguna manera podemos considerarla como una cuestión privada en nuestro propio partido. (...) No obstante, para el Partido Socialista Proletario la religión no es una cuestión privada. Nuestro partido es una organización de luchadores conscientes y progresistas por la liberación de la clase obrera. Semejante organización no puede ni debe ser indiferente a la ignorancia y al oscurantismo bajo la forma de creencias religiosas. Nosotros exigimos la total separación de la Iglesia del Estado con objeto de disipar la neblina de la religión con armas pura y únicamente intelectuales, mediante nuestra prensa y la persuasión oral. Uno de los objetivos de nuestra organización, el Partido Obrero Socialdemócrata ruso [así se llamaban los marxistas revolucionarios, hasta que tras la Primera Guerra Mundial se autodenominaron comunistas, para diferenciarse de la socialdemocracia de la II Internacional - Anotación de Bitácora (M-L)], consiste precisamente en luchar contra todo engaño religioso entre los trabajadores. Para nosotros, la lucha ideológica no es una cuestión privada, sino una cuestión que interesa a todo el partido y a todo el proletariado. Si es así ¿por qué no declaramos en nuestro programa que somos ateos? ¿Por qué no impedimos a los cristianos y creyentes que vengan a nuestro partido? La respuesta a esta pregunta revela una diferencia muy esencial entre la actitud democrática burguesa y la democrática socialista frente a la religión. Nuestro programa está enteramente basado en la filosofía científica, para ser más exacto materialista. Por consiguiente, al explicar nuestro programa debemos necesariamente explicar las verdaderas raíces históricas y económicas de la religión. Así pues, nuestro programa incluye por fuerza la propaganda del ateísmo». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Socialismo y religión, 1905)

Esto, como sabemos, es algo que los viejos y nuevos quieren ocultar. De hecho, refiriéndonos a aquella frase oportunista de que «no hay contradicción entre marxismo y cristianismo», se ha reacuñado la vieja paradoja que expresa que: «existen marxista-leninistas cristianos», que el ser profundamente religioso no altera para nada la visión materialista y dialéctica del sujeto, ¡su visión científica!, que se debe hacer una excepción en la lucha contra este campo contrarrevolucionario a fin de «respetar» costumbres «ya arraigadas en la sociedad».

Como todo el mundo sabe, esta tendencia de la socialdemocracia de tolerancia hacia la religión, e incluso de vender la fusión entre religión y marxismo-leninismo, entre materialismo marxista e idealismo religioso, es una tendencia que recogieron los distintos revisionismos como el cubano, el chino o el revisionismo que nos atiende en este documento, el coreano. Hoy en día, las nuevas corrientes antimarxistas no ocultan declararse herederos de estas desviaciones, por eso los ideólogos y dirigentes del llamado «socialismo del siglo XXI» mantienen bien en alto la bandera de que por ejemplo «no hay contradicción entre ser marxista y cristiano» o «tomar el mundo desde la condición científica como hace el comunismo y aceptar el punto de vista idealista de la religión». Esto es lo que promovían los revisionistas italianos por ejemplo, los que a posteriori formaron el llamado eurocomunismo. Estos revisionistas ya que no exigían una lealtad ideológica a sus militantes a una doctrina clara, no veían contradicción tampoco en que su partido anidaran militantes con concepciones religiosas:

«En las tesis del XVº Congreso del Partido Comunista Italiano de marzo-abril de 1979 se apunta que ahora se habría construido el «partido nuevo». ¿En qué consiste este «partido nuevo»?: «El Partido Comunista Italiano –se señala en sus estatutos– organiza a los obreros, los trabajadores, los intelectuales, los ciudadanos que luchan, en el marco de la constitución republicana, por el reforzamiento y desarrollo del régimen democrático antifascista, por la renovación socialista de la sociedad, por la independencia de los pueblos, por la distensión y la paz, por la cooperación de todas las naciones. En el Partido Comunista Italiano, –se dice más adelante– pueden ingresar los ciudadanos que han cumplido la edad de 18 años y que independientemente de la raza, de las convicciones filosóficas y del credo religioso, acepten su programa político y se entreguen a la acción para realizarlo militando en una organización del partidos». (La política y organización de los comunistas italianos; tesis y estatutos aprobados en el XVº Congreso del Partido Comunista de Italia, 1979) Hemos citado este extenso artículo de los estatutos del partido revisionista italiano, que son casi idénticos a los de los partidos revisionistas francés y español para que se vea hasta qué punto los revisionistas eurocomunistas se han alejado de los conceptos del partido leninista y se han aproximado a los modelos de los partidos socialistas y socialdemócratas. Al hablar de «partido nuevo», los revisionistas eurocomunistas tratan de diferenciarse del partido de tipo leninista, pero de hecho su partido, al que califican de nuevo, no es sino un «partido viejo» del tipo de los de la II Internacional, a los que Lenin combatió». (Enver Hoxha; Eurocomunismo es anticomunismo, 1980)

Por lo tanto, en cuanto a la religión, para los norcoreanos, como tantos otros revisionistas pasados o que están en activo, no le importa la ideología de sus militantes, ni por extensión sus concepciones filosóficas del mundo, e incluso si sus miembros tienen concepciones realmente retrógradas como las religiosas, ya sean del tipo budistas, católicas, musulmanas o las que sean; a estos partidos sólo les importa el acatamiento del programa que la dirección del partido ha hecho y que quiere que el militante siga a ciegas; es más, para dichos «fariseos» si dicha religión sirva para sus planes burgueses, revisionistas y reaccionarios, bienvenido sea la religión, y se acopla en la ideología del partido como reconocía Alejandro Cao de Benós hablando de la ideología Juche y el budismo». (Equipo de Bitácora (M-L); El revisionismo coreano: desde sus raíces maoístas hasta la institucionalización del «Pensamiento Juche», 2015)

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