domingo, 1 de enero de 2017

Otras cuestiones; Stalin, 1952


«1) La coacción no económica bajo el feudalismo: naturalmente, la coacción no económica desempeñó cierto papel en el fortalecimiento del poder económico de los terratenientes feudales; sin embargo, la base del feudalismo no fue esa coacción, sino la propiedad feudal sobre la tierra.

2) La propiedad personal del hogar koljosiano: no sería justo decir en el proyecto de libro de texto que «cada hogar koljosiano posee en usufructo personal una vaca, ganado menor y aves de corral». Como es sabido, la vaca, el ganado menor, las aves, etc., no se poseen en realidad, en usufructo personal sino que son propiedad personal del hogar koljosiano. La expresión «en usufructo personal» ha sido tomada, por lo visto, del estatuto modelo del artel agrícola. Pero en el estatuto modelo del artel agrícola se incurrió en un error. La Constitución de la Unión Soviética, que fue elaborada con más minuciosidad, dice otra cosa, a saber:

«Cada hogar koljosiano posee en propiedad personal una economía auxiliar, casa-vivienda, ganado productivo, aves de corral y aperos de labranza menudos». (Constitución de la Unión Soviética, 1936)

Esto, naturalmente, es acertado.

Debería además decirse, y con detalle, que cada koljosiano posee en propiedad personal de una a tantas vacas, según las regiones; tantas y tantas ovejas, tantas y tantas cabras, tantos y tantos cerdos –indicando las cifras mínimas y máximas, según las regiones– y un número ilimitado de aves de corral –patos, gansos, gallinas, pavos–.

Estos detalles tienen gran importancia para nuestros camaradas de otros países que quieren saber con exactitud qué le ha quedado concretamente al hogar koljosiano en propiedad personal, después de haber sido colectivizada en nuestro país la agricultura.

3) El valor del arriendo pagado por los campesinos a los terratenientes y el valor de los gastos de compra de la tierra: en el proyecto de manual se dice que, como resultado de la nacionalización de la tierra:

«Los campesinos se vieron eximidos del pago de arriendos a los terratenientes por una suma total de unos 500.000.000 rublos anuales» –es necesario indicar «rublos oro»–. (Proyecto del manual de economía política, 1951)

Haría falta precisar esta cifra, pues, según me parece, no comprende la suma total de arrendamiento en toda Rusia, sino solamente en la mayor parte de sus provincias. A la vez, hay que tener en cuenta que en algunas regiones periféricas de Rusia el pago del arriendo se hacía en especie, cosa que, según parece, no ha sido tomada en consideración por los autores del proyecto de manual. Además, es necesario no olvidar que los campesinos no sólo se vieron eximidos del pago del arriendo, sino también de los gastos anuales de compra de la tierra. ¿Se ha tenido en cuenta esto en el proyecto de manual? Me parece que no se ha tenido en cuenta, aunque hubiera sido necesario tenerlo.

4) La ensambladura de los monopolios con el aparato de Estado: la expresión «ensambladura» no es exacta. Es una expresión que registra de modo superficial y descriptivo el acercamiento de los monopolios y del Estado, pero no revela el sentido económico de ese acercamiento. Se trata de que en el proceso de ese acercamiento no se produce una simple ensambladura, sino la subordinación del aparato de Estado a los monopolios. Por esa razón, procedería desechar la palabra «ensambladura» y sustituirla por las palabras «subordinación del aparato de Estado a los monopolios».

5) El empleo de la maquinaria en la Unión Soviética: En el proyecto de manual se dice que:

«Las máquinas se emplean en la Unión Soviética en todos los casos en que economizan el trabajo a la sociedad». (Proyecto del manual de economía política, 1951)

No es eso, ni mucho menos, lo que procedería decir. En primer lugar, las máquinas, en la Unión Soviética, siempre economizan trabajo a la sociedad, y por ello no conocemos ningún caso en que no economicen en nuestro país ese trabajo. En segundo lugar, las máquinas no sólo economizan trabajo, sino que, a la vez, facilitan la labor de los trabajadores, y por ello en nuestro país, a diferencia de los países capitalistas, los obreros utilizan muy gustosamente las máquinas en su trabajo.

Hubiera procedido decir, por tanto, que en ninguna parte se emplea la maquinaria de tan buena gana como en la Unión Soviética, pues las máquinas economizan trabajo a la sociedad y facilitan la labor de los obreros, y, como en la Unión Soviética no hay paro, los obreros emplean gustosamente las máquinas en la economía nacional.

6) La situación material de la clase obrera en los países capitalistas: cuando se habla de la situación material de la clase obrera se tiene habitualmente en cuenta a los obreros ocupados, dejando a un lado la situación material del llamado ejército de reserva de los sin trabajo. ¿Es acertada esa forma de tratar el problema de la situación material de la clase obrera? Yo creo que no es acertada. Si existe un ejército de reserva de desocupados, cuyos componentes carecen de otro medio de vida que no sea la venta de su fuerza de trabajo, los desocupados no pueden por menos de formar parte de la clase obrera, y, si forman parte de ella, su situación de miseria no puede dejar de influir en la situación material de los obreros ocupados. Yo creo, por ello, que, al caracterizar la situación material de la clase obrera en los países capitalistas, se hubiera debido tener también en cuenta la situación del ejército de reserva de los obreros parados.

7) La renta nacional: pienso que es indispensable incluir en el proyecto de manual un capítulo nuevo sobre la renta nacional.

8) Sobre la inclusión en el manual de un capítulo especial acerca de Lenin y Stalin como fundadores de la Economía Política del socialismo: Yo pienso que se debe excluir del manual el capítulo:

«La doctrina marxista del socialismo, Lenin y Stalin, fundadores de la Economía Política del socialismo». (Proyecto del manual de economía política, 1951)

Es por completo innecesario en el manual, ya que no aporta nada nuevo y es sólo una pobre repetición de lo que los capítulos anteriores explican con mayor detalle.

En cuanto a las demás cuestiones, no tengo ninguna observación que hacer a las «propuestas» de los camaradas Ostrovitiánov, Leóntiev, Shepílov, Gatovski y otros.» (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Problemas económicos del socialismo en la Unión Soviética, 1952)

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