domingo, 1 de enero de 2017

Un programa económico que defiende la propiedad privada; Equipo de Bitácora (M-L), 2016


«En una reciente entrevista Timoleón Jiménez, «Timochenko», actual líder de las FARC-EP, habló de la visión económica de la guerrilla, y mostró una vez más el carácter de la organización que lidera, ¡dejando ver que no sólo no son marxistas, ni buscan el socialismo, sino que ni siquiera son una garantía mínima para la defensa de los intereses más básicos del pueblo trabajador colombiano!

Timochenko reconoce que las FARC-EP jamás han estado contra la propiedad privada sino que sólo están en contra de la «sobreexplotación»:

«SEMANA: En bastantes sectores de la sociedad hay temores sobre la visión de que esos acuerdos sean enemigos de la empresa privada, de la generación de riqueza. Se habla de la visión castro-chavista. ¿Ustedes qué visión tienen del capitalismo y la libre empresa?

T.: Nosotros nunca hemos dicho que estamos en contra de la propiedad privada. Nosotros de lo que estamos en contra es de la sobreexplotación de la gente, estamos en contra es de la inequidad tan grande que hay en la distribución de la riqueza en Colombia, de que somos uno de los países más inequitativos del mundo, más corruptos del mundo y donde hay mayor impunidad. Si logramos entrar a superar esos tres elementos, podemos entre todos construir una Colombia más amable». (Semana; Entrevista a Timochenko, 30 de enero de 2016)

¡Una «Colombia más amable»! Que viene a ser la misma receta reformista-revisionista de siempre. Queda claro pues que las FARC-EP no han querido poner en duda la propiedad privada del empresario, y que nunca lo han hecho:

«SEMANA: Hubo una reunión en La Habana con grandes empresarios. ¿Cómo les fue en esa reunión?

T.: Yo no estuve. El informe que tengo es de optimismo, que fue una reunión muy buena, muy sincera. Cada uno dijo sus temores y creo que ellos se fueron satisfechos con la explicación que se les dio de lo que se está haciendo aquí, de las perspectivas del proceso. Incluso, les quitamos esa gran preocupación que tienen los empresarios de que ahora van a salir 2.000, 5.000, 10.000 o 15.000 hombres para darles trabajo. Nosotros no vamos a pedirles trabajo, vamos a trabajar por Colombia. Nosotros no nos estamos negando a hablar de ningún tema. Este no es un proceso que va encaminado contra el empresariado. Este no es un proceso que va encaminado a tumbar el Estado colombiano, es un proceso que está tratando de generar las condiciones para que en Colombia se produzcan unas mínimas transformaciones para que nos dejemos de matar por las ideas que cada uno defienda. Así de sencillo». (Semana; Entrevista a Timochenko, 30 de enero de 2016)

Como vemos se trata de un discurso típicamente reformista donde se busca la mejora de las condiciones de explotación de las que son objeto las masas que no detentan los medios de producción en la sociedad capitalista –es decir la inmensa mayoría de la población–, por tanto un objetivo que no incluye sino que excluye la toma de estos medios de producción, el fin de la explotación asalariada y el derrocamiento del capitalismo.

Los marxista-leninistas no despreciamos la lucha por las reformas y el mejoramiento de las masas trabajadoras –la llamada lucha por reivindicaciones económicas–, pero no quitamos el ojo del hecho de que estas reformas solo es un paso para concienciar a los trabajadores de que sus males y preocupaciones, su emancipación social, solo se logrará cuando tomen el poder y destruyan el orden económico capitalista de la propiedad privada:

«No tenemos la intención de ninguna manera de decir que el partido comunista en las condiciones de la orden capitalista y concretamente en Italia, no debe luchar por reformas a favor de los intereses de la clase obrera y de todos trabajadores. Tal actitud rígida e «izquierdista» no puede tener nada común con marxismo-leninismo revolucionario. Pero es absolutamente necesario no olvidar en la lucha por las reformas, dos enseñanzas importantes del marxismo, que han sido confirmadas y son confirmadas cada día por la vida y por la experiencia del movimiento revolucionario de la clase obrera desde varias decenas de años. En primer lugar, no hay que sobrestimar el rol de las reformas en las condiciones del capitalismo, de ningún modo hay que crear en la clase obrera y las masas trabajadoras ilusiones del tipo que por medio de las reformas se pueden resolver los problemas vitales de los trabajadores, asegurar el mejoramiento radical de sus condiciones de trabajo y vida. (...) Si el programa de reformas se separa, se aísla, y se convierte en algo independiente de la lucha general por el derrocamiento por el derrocamiento del capitalismo y el triunfo del socialismo, sobre todo cuando la lucha de reformas se presenta como la vía al socialismo, como es el hecho de la actual dirigencia del PCI, esto lleva a posiciones oportunistas y reformistas del «economismo» de Bernstein, desorienta la lucha de clases obrera, con el pretexto de algunas mejoras y reformas parciales, desviando el objetivo principal: la lucha para derrocar al capitalismo». (Zëri i Popullit; A propósito de las tesis concernientes al Xº Congreso del Partido Comunista Italiano, 18 de noviembre de 1962)

Este discurso en realidad ha sido el discurso de las FARC-EP desde su fundación, a nadie tendría que sorprenderle a estas alturas. Todo el mundo debe saber que su programa ha sido un programa para el reparto de tierras primero, y de lucha contra el neoliberalismo después, pero jamás de lucha por el socialismo. En especial todos los movimientos revisionistas, inclusive los que mantienen una retórica de lenguaje más cercano al marxismo-leninismo, han intentando estos años focalizar sus reivindicaciones sobre el neoliberalismo, pero focalizar la lucha sobre el neoliberalismo lo que significaba realmente era que estaban dispuestos a retomar la bandera de la socialdemocracia de los años 60, es decir de buscar un capitalismo más amable, no de derrocarlo.

Marx y Engels, ya esgrimieron que la propiedad privada es la máxima representación de la explotación de la clase obrera y la base medular del capitalismo, por lo que se hace necesario acabar con toda ella para la construcción económica socialista:

«La propiedad privada actual, la propiedad burguesa, es la última y más acabada expresión del modo de producción y de apropiación de lo producido basado en los antagonismos de clase, en la explotación de los unos por los otros. En este sentido los comunistas pueden resumir su teoría en esta fórmula única: abolición de la propiedad privada». (Marx y Engels; Manifiesto del partido comunista, 1848)

Para lograr la supresión de clases, que es el objetivo del comunismo, es necesario empezar suprimiendo la propiedad privada para eliminar objetivamente a las clases explotadoras en tanto que parásitas:

«Es evidente que, para suprimir por completo las clases, no basta con derrocar a los explotadores, a los terratenientes y a los capitalistas, no basta con suprimir su propiedad, sino que es imprescindible también suprimir toda propiedad privada sobre los medios de producción». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Una gran iniciativa, 1919)

¿Se acordará de estos pasajes el líder colombiano y decide ignorarlos o es que nunca ha leído ni ha escuchado nada parecido? Ni lo sabemos ni nos importa, lo único importante es que no puede ir de comunista alguien que no conoce este principio básico.

Timochenko reconoce que las FARC-EP están dispuestas a estimular al capital nacional y extranjero mientras se respeten las condiciones de explotación y no haya «sobreexplotación»:

«SEMANA: ¿Las FARC como movimiento político en las regiones estarían dispuestas a ayudar a los empresarios que van a hacer agroindustria?

T.: Habría que ver en qué condiciones. Si es en condiciones de sobreexplotar la fuerza de trabajo de la gente, ahí sí tenemos una visión distinta. Desarrollemos la actividad agrícola, traigamos el capital que sea necesario y donde esté, nacional o extranjero, pero en qué condiciones. Somos los colombianos los que debemos poner las condiciones porque es en nuestra tierra. ¿Cuál es el problema que hay con todas esas políticas agroindustriales? Que imponen que es lo que se va a producir. Mire todo el daño que han hecho en muchas regiones, con el etanol, la famosa caña, grandes extensiones que antes sembraban arroz hoy siembran caña. La palma, y no es que esté en contra de la palma, pero partamos de las realidades nuestras, de las necesidades nuestras. Y eso es algo que debemos construir entre todos». (Semana; Entrevista a Timochenko, 30 de enero de 2016)

¡¡¡Cualquier empresario del mundo aplaudiría estas declaraciones!!! Es decir, he aquí el mismo discurso que hemos oído de los gobiernos de Nicaragua, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Brasil y otros países respecto a la entrada de capital extranjero, donde finalmente estos gobiernos facilitan a los inversores extranjeros no sólo la vulneración de los derechos de los trabajadores para ejercer su obra, sino hasta violar la propia constitución y soberanía del país con tal de que el capitalista extranjero siga invirtiendo allí. Esto presupone que ante una eventual toma de poder de las FARC-EP a través del sistema político electoral colombiano, su programa dará la bienvenida al capital extranjero privado como hicieron los «socialistas del siglo XXI» que tanto admiran. Se presentará la entrada masiva de la burguesía «socialista del siglo XXI» extranjera en Colombia como un «pacto para la cooperación y reforzamiento de los pueblos bolivarianos» e incluso una «cooperación económica antiimperialista».

Con estas declaraciones se demuestra a los que ya lo sabíamos –y a los que se resistían a ello– que no hay nada de marxismo en las FARC-EP pese a que en algunas épocas se presentaron algunos elementos de la guerrilla como tal.

Unas lecciones para los revolucionarios que deseen acabar con el capitalismo y crear una sociedad socialista: el proletariado no toma las armas para abandonarla al ganar una mejora en las condiciones laborales dejando todavía intacta la explotación asalariada, ni toma las armas para reivindicar mayores derechos y la abandona cuando se lo prometen dentro del marco democrático burgués y bajo la atenta mirada de la burguesía y sus cuerpos represivos; el proletariado debe tomar las armas para hegemonizar el proceso de emancipación social de las clases trabajadora y eliminar la propiedad privada que da luz a la explotación del hombre por el hombre, debe alzarse para derruir el viejo orden político parlamentarista y crear el nuevo poder popular de los soviets que de una verdadera participación político real de las masas trabajadoras, combinando el poder legislativo con el ejecutivo, siendo así dueñas de su destino; y cuando estas dos funciones se lleven a cabo se podrá llevar a cabo la expansión de una verdadera cultura proletaria en la nueva sociedad.» (Equipo de Bitácora (M-L); Una reflexión necesaria sobre las FARC-EP, los acuerdos de paz y la historia de las guerrillas en Colombia, 2016)

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