Rául Castro y Fidel Castro con Mengistu Haile Mariam, Cuba, 1975 |
«2) Los revisionistas soviéticos consideran la creación y desarrollo del sector económico del Estado y la aplicación gradual de formas socialistas de gestión de dicho sector», «el compromiso gradual del campesinado en las formas pre-socialistas y socialistas de organización del trabajo y la explotación de la tierra», «el desarrollo planificado de la economía nacional», como otra manifestación de la aplicación práctica de la «vía no capitalista de desarrollo». (A. S. Shin, Op. cit., pp. 233-234)
Todo esto, según ellos, representa cambios cualitativos en la esfera de las relaciones económicas, y si por casualidad en los países de «orientación socialista»:
«El sector del Estado y el sector colectivo se hacen sector preponderantes, con lo cual entonces podríamos hablar ya de triunfo de las relaciones socialistas y de la construcción de la sociedad socialista». (Azia i Afrika sevodnja, n° 4, 1981)
Los revisionistas soviéticos especulan con las medidas progresivas tomadas en bastantes países por la nacionalización del capital extranjero. Las empresas nacionalizadas constituyen el sector económico del Estado. Este sector incluye muchas otras empresas creadas bajo la dirección de estos nuevos Estados.
El marxismo-leninismo nos enseña que el contenido del sector del Estado en la economía depende directamente de la naturaleza del poder político. Este sector sirve a los intereses de las fuerzas de clase en el poder. En los países dónde domina la burguesía nacional, el sector del Estado representa una forma de ejercicio de la propiedad capitalista sobre los medios de producción. Vemos actuar allí todas las leyes y todas las relaciones capitalistas de producción y de reparto de los bienes materiales, la opresión y de explotación de las masas trabajadoras. No puede aportar ningún cambio al lugar que ocupan las clases en el sistema de la producción social. Al contrario, tiene por objetivo el fortalecimiento de las posiciones de clase políticas y económicas de la burguesía.
El Estado burgués de los países excoloniales, en sus condiciones de profundo retraso, y de debilidad de la burguesía local, interviene en tanto como factor que ayuda a acumular y concentrar los medios financieros necesarios y las reservas materiales útiles para el desarrollo de las ramas de la economía que claman de un porcentaje de capitales mayor, ramas que no pueden ser abastecidas por capitalistas particulares. Ayuda a aumentar las inversiones, a intensificar la explotación de la mano de obra y obtener más beneficios. Esto también aparece en el hecho de que el Estado efectúa inversiones en determinados sectores, susceptibles de sostener y estimular el desarrollo del capital privado, por ejemplo en el ámbito energético, los productos químicos que sirven de materias primas, de la metalurgia, los transportes, así como el dominio bancario y el comercio exterior. De hecho en todos los países dónde existe el sector del Estado vemos crecer las empresas y reforzarse el sector capitalista privado que goza de derechos ilimitados.
Por otra parte, la élite local y los funcionarios de los partidos y del Estado se enriquecen y se aseguran los recursos necesarios a costa del presupuesto y el sector del Estado para crear diversas empresas. Ciertos autores occidentales, tratando los problemas de las sociedades de los países excoloniales evocan así la burguesía «burocrática», «administrativa» y de «Estado» que goza de una situación privilegiada en sus relaciones con las masas trabajadoras, y realiza así, gracias a su pertenencia al aparato del Estado, la acumulación privada de capital necesaria para convertirse en una clase burguesa, y se distingue por sus relaciones con el capital extranjero.
Con su demagogia sobre el sector del Estado, los revisionistas y los partidos políticos burgueses locales tienen como objetivo disimular y ocultar la opresión y la explotación de las masas trabajadoras, queriendo crear ilusiones sobre la supuesta creación de una «nueva sociedad» a través de la integración pacífica al «socialismo». Estas proclamas tienen el fin de ahogar el espíritu combatiente de la clase proletaria e intentar que renuncie a la lucha revolucionaria. Así, deformando la realidad de los llamados países «de orientación socialista», los revisionistas soviéticos, incluso llegan a decir que:
«Los trabajadores ocupados en la economía del Estado no se declaran en huelga, ni se comprometen en actos de protesta masiva, aunque su nivel de vida sea bajo y muchos de sus problemas pidan una solución». (Ibíd., n° 4, 1979, p. 32)
El camarada Enver Hoxha, desenmascarando las opiniones de los revisionistas soviéticos en el «sector del Estado», dijo:
«La Unión Soviética ha encontrado para ello esa vía propagandística consistente en que los países del pretendido tercer mundo deben explotar las empresas estatales, en las cuales deberán apoyarse estos países para ir hacia el «socialismo». (...) ¿Quién dirige estas empresas estatales? ¿Están dirigidas por el pueblo o por las camarillas burguesas capitalistas de estos países? Es seguro que están bajo la dirección de las camarillas capitalistas, y precisamente por eso la Unión Soviética y los Estados Unidos ayudan a dichas camarillas burguesas capitalistas, que se aprovechan de las ayudas de las dos superpotencias para conservar y reforzar su poder a costa del pueblo». (Enver Hoxha; China defiende su tesis oportunistas del «tercer mundo»; Reflexiones sobre China, 14 de marzo de 1977)
Es solamente en el marco de una revolución dirigida por el proletariado, con su partido comunista marxista-leninista, y a través de la instauración de la dictadura del proletariado, que puede asentarse unas bases sólidas para la socialización de los medios de producción que sirva a los intereses de los productos de bienes materiales.
En el desarrollo del sector del Estado en los países excoloniales, los socialimperialistas soviéticos buscan desarrollar su expansión colonialista en la economía. Así, la «creación de empresas estatales» está ligada también con la exportación del capital soviético, particularmente en forma de créditos y de préstamos de Estado a Estado. A principios de los años 70, los socialimperialistas concedieron a los países africanos de los llamados de «orientación socialista» créditos que ascendían a los 5 millones de rublos para la construcción de diferentes obras. Llegaron a financiarse con ello la construcción de 509 empresas. (Sovietsko-afrikanskie otnoshenija, Moscou, 1982, p. 9)
Por otro lado en el marco de la organización del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), que es el organismo que cumple los objetivos expansionistas de los socialimperialistas y su instrumento para poner en práctica su política neocolonialista, los revisionistas soviéticos se comprometieron a construir más de 1.689 empresas y establecimientos industriales y agrícolas. (Istoria mezhdunarodnih otneshenij i vneshnaja politika SSSR, (1968-1979), Moscou, 1979, p. 253)
La mayoría de las empresas del Estado en los países de «orientación socialista» son «empresas mixtas» con la participación del capital soviético en colaboración con el capital local. Las principales inversiones soviéticas ocupan posiciones preponderantes. De acuerdo con los revisionistas soviéticos, la Unión Soviética:
«Ayuda y controla la organización de la producción y venta». (Azia i Afrika sevodnja, n° 1, 1978)
Y participa:
«En la explotación de materias primas así como en la dirección de la mano de obra». (Azia i Afrika sevodnja, n° 1, 1978)
Los países que crearon «empresas mixtas» deben devolver las «ayudas» soviéticas en préstamos y en créditos no solo por el valor de sus «productos tradicionales de exportación», sino también con el de productos de las empresas que recibieron este tipo de «ayuda». Estos productos deben pasar a la metrópoli soviético como forma de «compensación». Igualmente en las «empresas mixtas» una parte del beneficio es utilizado para comprar productos soviéticos sobre la base de un comercio desigual. (Sovietsko-afrikanskie otnoshenija, Moscou, 1982, p. 45)
Esta es la «colaboración» con la Unión Soviética donde también se atribuye la presunta planificación de la economía en los países de la «vía no capitalista de desarrollo». En la literatura del revisionismo soviético se puede leer que:
«En todos los países de la vía de desarrollo no capitalista, la transición a la planificación se llevó a cabo bajo la influencia directa de la experiencia de la planificación nacional de la Unión Soviética. Los especialistas soviéticos prestan su ayuda en la preparación de recomendaciones y orientaciones necesarias para la gestión esencial del desarrollo de la economía nacional de estos países liberados y para la elaboración de planes a largo plazo». (K. M. Tsagallov, Osvobodivtchiesja strani, zashita socialnoj revoluci, p.176, Moscou, 1981)
Se comprende que en las condiciones del sistema capitalista que domina en esos países y en el contexto de las relaciones neocoloniales que forjan con la Unión Soviética, la «planificación» de la que hablan los socialimperialistas soviéticos concierne solamente a la dirección y orientación de las ramas de la economía de los países africanos y asiáticos que interesan a la metrópoli soviética. La pretendida planificación es un método utilizado para integrar toda la vida económica de estos países bajo una dependencia completa. Las «ayudas» económicas de los socialimperialistas soviéticos así como la de otras potencias imperialistas solo contribuyen a la esclavitud económica y política de los países receptores». (Llambro Filo; La «vía no capitalista de desarrollo» y la «orientación socialista», «teorías» que sabotean la revolución y abren las vías a la expansión neocolonialista, 1985)
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