Alexis Tsipras, junto a la bandera de Grecia y la Unión Europea |
«La actual Unión Europea, nació y evolucionó según la conocemos hoy a partir de la unión y fusión de varios estamentos la Comunidad Europea del Carbón y del Acero –CECA–, la Comunidad Europea de la Energía Atómica –Euratom– y la Comunidad Económica Europea –CEE–. Uno de los objetivos centrales fue como era normal, la creación del Mercado Común Europeo, que con el paso de los años fue cobrando forma con los sucesivos tratados y acuerdos entre los países miembro. ¿Qué significaba este Mercado Común Europeo desde el punto de vista marxista-leninista desde su fundación?:
«El Mercado Común Europeo, cuando se creó, tenía por objetivo desarrollar las relaciones económicas y comerciales entre sus miembros, que al principio eran 6 y después 9. El objetivo de esta institución era aportar el máximo beneficio a la burguesía capitalista de cada país miembro, así como reforzar la economía capitalista de cada Estado en particular y de todos ellos en general. Naturalmente, junto con el arreglo del problema de las tarifas aduaneras, se ordenaron toda una serie de cuestiones como el problema de los precios, los problemas monetarios y otros concernientes a las relaciones bilaterales y multilaterales. Al principio, el Mercado Común Europeo no podía por menos de tener en cuenta la poderosa economía estadounidense y de coordinar su paso, aunque pretendía presentarse como independiente del imperialismo estadounidense. Este último, una vez acabada la Segunda Guerra Mundial, gracias a las «ayudas» que concedió a Europa Occidental, contribuyó a su recuperación económica, pero en ningún momento se olvidó de sus intereses, que eran y continuaron siendo considerables en esta zona. Por lo tanto, con la creación del Mercado Común Europeo, continuaron, por un lado, los esfuerzos del imperialismo estadounidense para dictar a este organismo su política económica y, por otro, los esfuerzos de los miembros del Mercado Común Europeo para liberarse de la tutela estadounidense. Surgieron contradicciones, que se han ido profundizando». (Enver Hoxha; China está metiéndose en el juego político de las superpotencias; Reflexiones sobre China, Tomo II, 21 de junio de 1975)
El eurocomunismo en materia relativa a lo que sería la actual Unión Europea pedía la introducción de los futuros países revisionistas-capitalistas eurocomunistas en sus órganos económicos capitalistas –como hacía el Partido Comunista de España– o de su permanencia en ellos en caso de ya estar dentro –como hacía el Partido Comunista Italiano–. El revisionismo español en particular, planteaba la rápida adhesión de España a la Comunidad Económica Europea, lo que significaba la entrada de España a lo que conocemos hoy como la actual Unión Europea. Los eurocomunistas, coincidiendo con los revisionistas chinos encabezados por Mao Zedong y la teoría de los «tres mundos», estaban a favor de la Comunidad Económica Europea, y creían que era algo positivo para los pueblos:
«Consideramos que quienes se oponen al ingreso de España en la Comunidad Económica Europea dan la espalda a las conveniencias de un proceso democrático, progresista, en el seno de dicha Comunidad; a una construcción europea equilibrada, en la que Europa del Sur tenga el peso que le corresponda. El Partido Comunista de España, al preconizar el ingreso de España en la Comunidad Económica Europea, afirma su voluntad de transformar, al lado de las demás fuerzas de izquierda de Europa, el actual carácter de la comunidad, dominada por los grandes monopolios. Aspiramos a la Europa de los trabajadores, a la Europa de los pueblos: una Europa unida en los planos económico y político, que tenga una política propia, independiente; que no esté subordinada ni a los Estados Unidos ni a la Unión Soviética, pero que mantenga relaciones positivas con ambas potencias». (Partido Comunista de España; Resolución del IXº Congreso del Partido Comunista de España, 1978)
El Partido Comunista Italiano no sólo defendía que Italia estuviera dentro de tal institución capitalista internacional, sino que apoyaba esta empresa de los revisionistas españoles e instaba a otros partidos eurocomunistas a que metieran a sus países en la Comunidad Económica Europea:
«El Partido Comunista italiano ratificó ayer su completo apoyo al proceso de ampliación del Mercado Común Europeo, que culminará con la entrada de Grecia, España y Portugal, según declaró Giorgio Napolitano, miembro, de la directiva del Partido Comunista Italiano, al término de una visita oficial a la Comisión de las Comunidades Europeas, que es la primera que efectúa una delegación comunista italiana. La postura de los comunistas italianos difiere de la de sus camaradas franceses, que se oponen enérgicamente al ingreso español en las Comunidades Europeas». (El País; El PCI apoya la incorporación de España al Mercado Común, 10 de febrero de 1979)
El Partido Comunista Italiano de los Berlinguer-Napolinato como el Partido Comunista de España de los Carrillo-Pasionaria eran unos convencidos defensores de que la Comunidad Económica Europea podía ser convertida en una institución que sirviera a la «Europa de los trabajadores» por medio de la participando en sus instituciones: como su Parlamento Europeo. Esto era una necedad y una muestra de a qué punto habían llegado los eurocomunistas en su traición:
«El Mercado Común Europeo y la «Europa unida», esta gran unión de los monopolios capitalistas y de las sociedades multinacionales para explotar a los pueblos y a las masas trabajadoras de Europa y del mundo, son para los eurocomunistas una «realidad» que debe ser admitida. Pero admitir esta «realidad» significa admitir la supresión de la soberanía y de las tradiciones culturales y espirituales de los diversos países europeos en favor de los intereses de los grandes monopolios, la liquidación de la personalidad de los pueblos europeos y su transformación en una masa de oprimidos por las multinacionales, dominadas por el gran capital estadounidense. Las consignas de los eurocomunistas de que su participación en «el parlamento y en los otros organismos de la comunidad europea conducirá a la transformación democrática» y a la creación de una «Europa de los trabajadores», son puro engaño y demagogia. Tal como la sociedad capitalista de cada país no puede transformarse en una sociedad socialista a través del «camino democrático», Europa tampoco puede llegar a ser socialista a través de los discursos que los eurocomunistas pronuncian en las reuniones propagandísticas del parlamento de la «Europa unida». Por eso la actitud de los eurocomunistas hacia el Mercado Común Europeo y la «Europa unida» es una actitud propia de oportunistas y esquiroles, que emana de su línea de reconciliación de clase y de sumisión a la burguesía, y tiende a desorientar a las masas trabajadoras, contener su ímpetu combativo en defensa de sus propios intereses de clase y los de la nación entera». (Enver Hoxha; Eurocomunismo es anticomunismo, 1980)
En la cuestión de la Comunidad Económica Europea, que es lo que hoy conocemos como Unión Europea, el partido griego de SYRIZA es favorable a que Grecia participe en ella, y propone como el Partido Comunista Italiano –y otras organizaciones revisionistas– en su momento cambiarla en pro del socialismo desde dentro a través del Parlamento Europeo. Para tal propósito SYRIZA se une a otros partidos de «izquierda» como Izquierda Unida de España y Podemos de España, el Partido de la Refundación Comunista en Italia –uno de los sucesores de mantener el PCI de Berlinguer– entre otros, y forman el Partido de la Izquierda Europea en el Parlamento Europeo:
«Destacamos la necesidad y exigimos la reversión de la forma actual del proceso de integración europea, la revocación de la Euro zona y el concepto neoliberal en que se ha basado la moneda común, con el fin de volver a encontrarnos con el proyecto europeo en la dirección de la construcción y funcionamiento democráticos, la justicia social y el socialismo. A través del Partido de la Izquierda Europa, nuestra acción en el Parlamento Europeo y todos los foros europeos e internacionales, cooperamos con otras fuerzas de izquierda y construimos relaciones camaraderiles con las fuerzas políticas y movimientos sociales de varios países de Europa con los que compartimos ideas y prácticas». (SYRIZA; Resolución política del Iº Congreso de SYRIZA, 2013) (Equipo de Bitácora (M-L); ¿Es Alexis Tsipras el nuevo Enrico Berlinguer?, 2015)
«El Mercado Común Europeo, cuando se creó, tenía por objetivo desarrollar las relaciones económicas y comerciales entre sus miembros, que al principio eran 6 y después 9. El objetivo de esta institución era aportar el máximo beneficio a la burguesía capitalista de cada país miembro, así como reforzar la economía capitalista de cada Estado en particular y de todos ellos en general. Naturalmente, junto con el arreglo del problema de las tarifas aduaneras, se ordenaron toda una serie de cuestiones como el problema de los precios, los problemas monetarios y otros concernientes a las relaciones bilaterales y multilaterales. Al principio, el Mercado Común Europeo no podía por menos de tener en cuenta la poderosa economía estadounidense y de coordinar su paso, aunque pretendía presentarse como independiente del imperialismo estadounidense. Este último, una vez acabada la Segunda Guerra Mundial, gracias a las «ayudas» que concedió a Europa Occidental, contribuyó a su recuperación económica, pero en ningún momento se olvidó de sus intereses, que eran y continuaron siendo considerables en esta zona. Por lo tanto, con la creación del Mercado Común Europeo, continuaron, por un lado, los esfuerzos del imperialismo estadounidense para dictar a este organismo su política económica y, por otro, los esfuerzos de los miembros del Mercado Común Europeo para liberarse de la tutela estadounidense. Surgieron contradicciones, que se han ido profundizando». (Enver Hoxha; China está metiéndose en el juego político de las superpotencias; Reflexiones sobre China, Tomo II, 21 de junio de 1975)
El eurocomunismo en materia relativa a lo que sería la actual Unión Europea pedía la introducción de los futuros países revisionistas-capitalistas eurocomunistas en sus órganos económicos capitalistas –como hacía el Partido Comunista de España– o de su permanencia en ellos en caso de ya estar dentro –como hacía el Partido Comunista Italiano–. El revisionismo español en particular, planteaba la rápida adhesión de España a la Comunidad Económica Europea, lo que significaba la entrada de España a lo que conocemos hoy como la actual Unión Europea. Los eurocomunistas, coincidiendo con los revisionistas chinos encabezados por Mao Zedong y la teoría de los «tres mundos», estaban a favor de la Comunidad Económica Europea, y creían que era algo positivo para los pueblos:
«Consideramos que quienes se oponen al ingreso de España en la Comunidad Económica Europea dan la espalda a las conveniencias de un proceso democrático, progresista, en el seno de dicha Comunidad; a una construcción europea equilibrada, en la que Europa del Sur tenga el peso que le corresponda. El Partido Comunista de España, al preconizar el ingreso de España en la Comunidad Económica Europea, afirma su voluntad de transformar, al lado de las demás fuerzas de izquierda de Europa, el actual carácter de la comunidad, dominada por los grandes monopolios. Aspiramos a la Europa de los trabajadores, a la Europa de los pueblos: una Europa unida en los planos económico y político, que tenga una política propia, independiente; que no esté subordinada ni a los Estados Unidos ni a la Unión Soviética, pero que mantenga relaciones positivas con ambas potencias». (Partido Comunista de España; Resolución del IXº Congreso del Partido Comunista de España, 1978)
El Partido Comunista Italiano no sólo defendía que Italia estuviera dentro de tal institución capitalista internacional, sino que apoyaba esta empresa de los revisionistas españoles e instaba a otros partidos eurocomunistas a que metieran a sus países en la Comunidad Económica Europea:
«El Partido Comunista italiano ratificó ayer su completo apoyo al proceso de ampliación del Mercado Común Europeo, que culminará con la entrada de Grecia, España y Portugal, según declaró Giorgio Napolitano, miembro, de la directiva del Partido Comunista Italiano, al término de una visita oficial a la Comisión de las Comunidades Europeas, que es la primera que efectúa una delegación comunista italiana. La postura de los comunistas italianos difiere de la de sus camaradas franceses, que se oponen enérgicamente al ingreso español en las Comunidades Europeas». (El País; El PCI apoya la incorporación de España al Mercado Común, 10 de febrero de 1979)
El Partido Comunista Italiano de los Berlinguer-Napolinato como el Partido Comunista de España de los Carrillo-Pasionaria eran unos convencidos defensores de que la Comunidad Económica Europea podía ser convertida en una institución que sirviera a la «Europa de los trabajadores» por medio de la participando en sus instituciones: como su Parlamento Europeo. Esto era una necedad y una muestra de a qué punto habían llegado los eurocomunistas en su traición:
«El Mercado Común Europeo y la «Europa unida», esta gran unión de los monopolios capitalistas y de las sociedades multinacionales para explotar a los pueblos y a las masas trabajadoras de Europa y del mundo, son para los eurocomunistas una «realidad» que debe ser admitida. Pero admitir esta «realidad» significa admitir la supresión de la soberanía y de las tradiciones culturales y espirituales de los diversos países europeos en favor de los intereses de los grandes monopolios, la liquidación de la personalidad de los pueblos europeos y su transformación en una masa de oprimidos por las multinacionales, dominadas por el gran capital estadounidense. Las consignas de los eurocomunistas de que su participación en «el parlamento y en los otros organismos de la comunidad europea conducirá a la transformación democrática» y a la creación de una «Europa de los trabajadores», son puro engaño y demagogia. Tal como la sociedad capitalista de cada país no puede transformarse en una sociedad socialista a través del «camino democrático», Europa tampoco puede llegar a ser socialista a través de los discursos que los eurocomunistas pronuncian en las reuniones propagandísticas del parlamento de la «Europa unida». Por eso la actitud de los eurocomunistas hacia el Mercado Común Europeo y la «Europa unida» es una actitud propia de oportunistas y esquiroles, que emana de su línea de reconciliación de clase y de sumisión a la burguesía, y tiende a desorientar a las masas trabajadoras, contener su ímpetu combativo en defensa de sus propios intereses de clase y los de la nación entera». (Enver Hoxha; Eurocomunismo es anticomunismo, 1980)
En la cuestión de la Comunidad Económica Europea, que es lo que hoy conocemos como Unión Europea, el partido griego de SYRIZA es favorable a que Grecia participe en ella, y propone como el Partido Comunista Italiano –y otras organizaciones revisionistas– en su momento cambiarla en pro del socialismo desde dentro a través del Parlamento Europeo. Para tal propósito SYRIZA se une a otros partidos de «izquierda» como Izquierda Unida de España y Podemos de España, el Partido de la Refundación Comunista en Italia –uno de los sucesores de mantener el PCI de Berlinguer– entre otros, y forman el Partido de la Izquierda Europea en el Parlamento Europeo:
«Destacamos la necesidad y exigimos la reversión de la forma actual del proceso de integración europea, la revocación de la Euro zona y el concepto neoliberal en que se ha basado la moneda común, con el fin de volver a encontrarnos con el proyecto europeo en la dirección de la construcción y funcionamiento democráticos, la justicia social y el socialismo. A través del Partido de la Izquierda Europa, nuestra acción en el Parlamento Europeo y todos los foros europeos e internacionales, cooperamos con otras fuerzas de izquierda y construimos relaciones camaraderiles con las fuerzas políticas y movimientos sociales de varios países de Europa con los que compartimos ideas y prácticas». (SYRIZA; Resolución política del Iº Congreso de SYRIZA, 2013) (Equipo de Bitácora (M-L); ¿Es Alexis Tsipras el nuevo Enrico Berlinguer?, 2015)
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