El primer ministro griego Alexis Tsipras (d) y el ministro de Finanzas Yanis Varufakis (2d), en el Parlamento de Atenas |
«Enrico Berlinguer directamente atacaba la concepción leninista sobre el uso del parlamento burgués por los comunistas, y reconocía su validez antaño pero decía que para 1974 no podía atenerse ya a tal concepción, que tal concepción debía de ser actualizada:
«El parlamento no puede, pues, ser enfocado ni concebido, como sucedía en la época de Lenin y como puede aún ocurrir en algunos países, sólo como una tribuna para la denuncia del capitalismo y de los gobiernos burgueses, y para la propaganda del socialismo. El Parlamento es también, en Italia, ante todo una sede en la que los representantes del movimiento obrero desarrollan y concretizan sus iniciativas, en el terreno político y legislativo, intentando influir en las orientaciones de la política nacional, y afirmar su función dirigente. El Parlamento puede cumplir su función si, como dijo Togliatti, se convierte cada vez más en «espejo del país» y si las iniciativas parlamentarias de los partidos del movimiento obrero se ligan a la lucha de masas, al desarrollo de un poder democrático en la sociedad, a la afirmación de los principios democráticos y constitucionales en todos los sectores y organismos de la vida del Estado». (Enrico Berlinguer; La vía democrática y la violencia reaccionaria 1974)
Este tipo de declaraciones de efecto mistificador entre las masas populares, fueron explicadas perfectamente por los marxista-leninistas para evidenciar el fraude y cariz reformista que guardaban en su seno:
«Los revisionistas esperaban de la «experiencia chilena» no sólo una confirmación de sus «teorías» sobre el «camino parlamentario», sino también el modelo «clásico» de construcción del socialismo bajo la dirección de una coalición de partidos marxistas y burgueses. Esperaban que se confirmara la posibilidad de marchar al socialismo por medio de las elecciones parlamentarias y sin revolución, de construir el socialismo no sólo sin la destrucción del viejo aparato estatal de la burguesía, sino incluso con su ayuda, no sólo sin la instauración del poder revolucionario popular, sino incluso negando éste. Las teorías de la «coexistencia pacífica» y del «camino pacífico parlamentario» preconizadas en primer lugar por los revisionistas soviéticos, por los revisionistas italianos, franceses y sus secuaces son en considerable medida responsables de la difusión de ilusiones pacifistas y de posiciones oportunistas frente a la burguesía y del alejamiento de la lucha revolucionaria. En todos los documentos programáticos de los partidos revisionistas de Occidente, publicados tras el XX Congreso del PCUS de 1956, se ha absolutizado el «camino parlamentario» de transición del capitalismo al socialismo, mientras que el camino no pacífico ha sido excluido definitivamente. En la práctica esto se ha traducido en la renuncia definitiva de estos partidos a la lucha revolucionaria y en la sola reivindicación de reformas ordinarias de carácter puramente económico o administrativo. Se han transformado en partidos de la oposición burguesa y han presentado su candidatura para hacerse cargo de la administración de los bienes de la burguesía, tal como hasta el presente vienen haciendo los viejos partidos socialdemócratas». (Enver Hoxha; Los trágicos acontecimientos de Chile, enseñanza para los revolucionarios de todo el mundo, 2 de octubre de 1973)
Syriza no difiere en el uso del parlamento burgués como herramienta para lograr sus objetivos:
«SYRIZA toma iniciativas legislativas con anteproyectos de ley que reflejan elementos de su futura política –gubernamental– presente y, fuerzas de movilización con conocimiento y experiencia. SYRIZA está elaborando el programa gubernamental que será la base del Gobierno de la Izquierda». (Syriza; Resolución política del Iº Congreso de Syriza, 2013)
El parlamento burgués y sus elecciones, responden como tal, a herramientas de defensa de los intereses de la burguesía, sus mecanismos están dispuestos para que los partidos burgueses y de otras clases explotadoras tengan ventaja en tales elecciones al parlamento, sus partidos son apoyados en sus medios de comunicación y financiados por ellos, esta todo conformado precisamente para limitar las posibilidades de victoria del proletariado y las masas populares, de los verdaderos partidos comunistas. Esto tiene su respaldo científico: históricamente se ha comprobado que cuando no ya un partido comunista, sino un partido con ciertas perspectivas progresistas antifeudales, antimonopólicas, anticoloniales en su programa, y este llega al poder a través de la vía pacífica y parlamentaria no significa con ello el fin automático del poder político de la burguesía en ese país, ya que la burguesía sigue teniendo grandes cotas de poder político, en los ministerios, en la policía, en el ejército, y los refuerza gracias al poder económico que todavía alberga así como con la superestructura burguesa existente. Cuando tal gobierno progresista perjudica ciertas cotas de poder sobre todo en lo económico de algunas capas de las clases explotadoras locales y extranjeras –desde la gran burguesía extranjera, pasando por los terratenientes, kulaks o la burguesía nacional–, éstas activan todo su poder en el Estado que aún mantiene en sus manos, introducen todo tipo de presiones, incluyendo como recurso el golpe de Estado para derribar a tal gobierno; de hecho, no pocas veces hemos visto fracasar sangrientamente a gobiernos progresistas que simplemente intentaban aplicar desde meras reformas agrarias hasta medidas de nacionalizaciones contra empresas nacionales o extranjeras. Es decir, en el momento en que ciertas clases explotadoras se sienten amenazadas con razón o sin ella, y sientan que está amenazado su poder económico –es el sostén de su poder político y cultural–, estás no vacilaran en romper cualquier legalidad de la sociedad burguesa. Es por ello que los partidos reformistas y revisionistas han ido rebajando cada vez más su programa electoral por miedo a molestar a las capas de la burguesía más reaccionaria, de tal modo que terminan haciendo todo tipo de concesiones; y esta es la razón de que todos estos partidos oportunistas que hablan de «socialismo» y vía parlamentaria, realmente en caso de llegar al poder por vía electoral, lo harían con gran beneplácito de la burguesía, y lo harán como administradores del Estado burgués y no llegarán a tocar realmente el poder económico de la burguesía:
«En los Estados burgueses, sin embargo, son los capitalistas, las empresas nacionales, los carteles nacionales y las sociedades multinacionales los que tienen bien amarrado el poder. Estas fuerzas del capital detentan las llaves principales de la dirección de la economía y del Estado, dictan la ley y, a través de un proceso democrático fraudulento, se designa un gobierno que estará a sus órdenes y actuará como un administrador oficial de la riqueza. La burguesía no salvaguarda su poder para entregarlo a los «eurocomunistas» sino para proteger sus intereses de clase, incluso con derramamiento de sangre si es necesario. Para dejar de ver esta realidad que la vida atestigua cada día necesitaríamos cerrar los ojos y disfrutar soñando despierto. Si los «eurocomunistas» conociéndoles en efecto, tienen éxito en la obtención de una o más posiciones en el gobierno burgués, será que de hecho, que llegaran allí como representantes y gendarmes del capitalismo, al igual que los otros partidos políticos burgueses y no como representantes del proletariado ni defensores de sus derechos allí». (Enver Hoxha; La autogestión yugoslava; teórica y práctica capitalista, 1978)
Y efectivamente así ha sido el camino cumplido por SYRIZA. De hecho, si analizamos a modo de comparativa el caso del Partido Comunista Italiano con el de SYRIZA, como ya vimos, sus programas económicos no han supuesto una amenaza real para el sistema capitalista, ni para la burguesía local ni extranjera. Pero indagando en la cuestión actual griega habría que tener en cuenta las disputas entre las propias capas de la burguesía nacional y extranjera y que intereses tienen en el país, y si creen que SYRIZA es buena baza o mejor dicho si en el contexto de la crisis griega es lo suficientemente buena para sus intereses como para apoyarle. Como en su día pasó en Italia la burguesía más reaccionaria interna y externa rechazaba no ya el triunfo de los eurocomunistas italianos, sino que rechazaban incluso que pasara a formar parte del gobierno de la Democracia Cristiana, ellos veían a los eurocomunistas como los representantes de los intereses de otros grupos y capas de la burguesía local y extranjera con los que rivalizaban, y como unos vacilantes a la hora de defender los intereses generales del capitalismo. Se podía decir que la burguesía anti-Partido Comunista Italiano tenía sus intereses en partidos como la Democracia Cristiana o el fascista Movimiento Social Italiano o cualquiera de los otros partidos más a la derecha que no sólo defendían de forma más eficaz sus intereses en la práctica, cosa que el Partido Comunista Italiano no había demostrado aún del todo, sobre todo en un gobierno; por supuesto que hay que entender que algunas clases explotadoras todavía creían por entonces que el eurocomunismo tenían realmente algo que ver con el comunismo e incluso lo calificaban, y a sus miembros, de «stalinistas».
En Grecia, puede ocurrir algo similar. Recordemos que los partidos son solamente representantes de las clases sociales, la burguesía puede ir apoyando más a uno u otro partido, o apoyar a uno y dejar en la cuneta a otro si piensa en ese momento ese partido representa ahora mejor sus intereses. Nunca en una sociedad de variadas clases sociales, el gobierno y su partido tienen asegurado el apoyo de todas las clases sociales de la sociedad, las rivalidades incluso entre las capas de la clase de la burguesía, efectivamente existen, son volubles y no deben subestimarse, igual que a veces a la burguesía le conviene, según las circunstancias, usar un cariz más derechista o izquierdista a la hora de apoyar un partido que le represente. Nueva Democracia y otros partidos más a la derecha como Amanecer Dorado, representan en el país heleno los intereses de las clases y capas sociales más reaccionarias y por eso vemos que identifican a SYRIZA de «rojos» y «bolcheviques», e incluso pedir auxilio al exterior para parar tal gobierno «revolucionario».
Del mismo modo, en el campo de la burguesía se observa que ante el descalabre de muchos partidos de la burguesía, sus medios de comunicación han optado por apoyar el ascenso de muchos otros partidos que creen que pueden servirles como nuevo «caballo de carreras» tras el aparente fin del bipartidismo PASOK-Nueva Democracia. Y sin duda, gran parte de la burguesía que todavía duda en posicionarse, no dudará en apoyar e institucionalizar a SYRIZA como «el nuevo PASOK» y valerse de tal partido, si ve u confía que dicho partido es una «izquierda coherente» como efectivamente parece, o bien, puede ser que esa burguesía se sienta amenazada y haga piña con las clases sociales que siguen siendo reticentes a SYRIZA, bien porque no se fían que vayan a defender sus intereses suficientemente bien, porque reciben presiones de la burguesía internacional no afín a SYRIZA o por otras razones, y en esas circunstancias es posible que se acuse a tal partido con que es un partido de izquierda radical, extrema izquierda, ultraizquierdista, antisistema, antidemocrático, autoritario, o simplemente utilizará los argumentos como la corrupción, incapacidad de solventar la crisis económica, la cuestión de la deuda, etc. Si ocurriera que gran parte de la burguesía local y extranjera agudizaran hasta el extremo sus divergencias con SYRIZA, estemos seguros que no dudaran en utilizar todo su poder, incluyendo el promover golpes de Estado bien por el Ejército, bien por medio de distintas organizaciones políticas, si es que de verdad lo creen necesario para defender sus puestos de poder en la sociedad griega; pero dado el caso, este golpe se daría no porque SYRIZA amenace realmente o haya pretendido amenazar el capitalismo en sí, sino por las razones que ya hemos enunciado. También puede pasar que pese a que SYRIZA rebaje todavía más su discurso y sus actividades, una parte de las clases explotadoras habrán perdido la oportunidad de «subirse al carro» de SYRIZA, estando los puestos de dicho carro ya ocupados por otras capas y grupos de las clases explotadoras a los que favorece, por lo que a estas capas no le quedará más opción que sumarse a la campaña anti-SYRIZA, lo que formará parte de la lucha intestina entre explotadores por ganarse los favores del nuevo partido en el sistema capitalista burgués, es parte de la luchas burguesas no antagónicas.
Lo que hemos de tener claro es que como en su día hubiera ocurrido con un gobierno eurocomunista en Italia, y como pasa hoy en día en Grecia con SYRIZA, si estos partidos acceden al poder a través de la vía electoral y se mantienen, lo harán porque han llegado y se mantienen gobernando no como representantes de las clases populares sino como representantes de la burguesía, porque se van adaptando al sistema democrático-burgués: esto es lo que con razón Enver Hoxha decía de las estrategias para llegar al poder y un posible gobierno pseudorevolucionario de los eurocomunistas:
«Cuando los revisionistas italianos, franceses y españoles hablan de «compromiso histórico», de «bloque histórico de la izquierda», etc., o cuando luchan por formar parte de los gobiernos burgueses, lo hacen no para arrebatar el Poder a la burguesía, no para liquidar el orden capitalista, sino para defenderlo de la revolución y para asumir ellos mismos la administración de los asuntos de la burguesía. Pretenden sustituir en ese papel a la socialdemocracia, comprometida y desacreditada ya ante las masas como servidora descarada de la burguesía». (Enver Hoxha; Informe en el VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981) (Equipo de Bitácora (M-L); ¿Es Alexis Tsipras el nuevo Enrico Berlinguer?, 2015)
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