El líder de SYRIZA, Alexis Tsipras (dcha), mantiene un encuentro con el presidente del partido de derecha nacionalista Griegos Independientes (ANEL), Panos Kamenos (izq) |
«En el programa de los revisionistas italianos encabezados por Berlinguer se incluía un entendimiento y alianza no sólo con los partidos que ellos denominaban de «izquierda» como el Partido Socialista Italiano, sino también con los partidos de derecha como la Democracia Cristiana, y en base a esa alianza bajo el cuadro de la democracia burguesa multipartidista, proyectaban un tránsito progresivo al «socialismo». Según Berlinguer, esta alianza correspondía a las «particularidades históricas de Italia» nacidas de la alianza contraída entre los partidos de variadas tendencias que lucharon contra el fascismo y a que estos partidos –burgueses y pequeño burgueses– que defendían el orden burgués desde final de la Segunda Guerra Mundial –como el propio Partido Comunista Italiano de Togliatti también haría–, debían ampliar la democracia dentro del propio marco de la constitución burguesa que defendía el Estado burgués conformando el «socialismo eurocomunista»; a esta tesis sobre las alianzas para llegar al socialismo la denominaron «compromiso histórico».
Precisamente esta alianza que incluía no sólo a los pseudopartidos de izquierda sino también a los más retrógrados y reaccionarios enconados de lo que podría decirse derecha, se inspiraba en las «lecciones» extraídas por los italianos de la experiencia chilena fallida que unió al socialdemócrata Partido Socialista Chileno de Salvador Allende, al revisionista Partido Comunista de Chile de Luis Corvalán y a otros partidos de la llamada «izquierda», una pretendida «vía pacífica al socialismo» que fue frustrada por el golpe de Estado fascista de Augusto Pinochet promovido por los partidos de la derecha; ante estos acontecimientos Berlinguer alegaría que esto no demostraba la incoherencia del tránsito pacífico parlamentario bajo la democracia burguesa, sino que era culpa de la poca visión de Allende-Corvalán que no supieron abrazar para su «vía socialista» a los partidos de la derecha para contenerlos y contentarlos buscando un acuerdo recíproco en el «proyecto socialista»:
«Conscientes de ello, siempre hemos pensado –y la experiencia chilena nos afirma esta creencia–, que la unidad de los Partidos de trabajadores y de las fuerzas de izquierda no es una condición suficiente para garantizar la defensa y el progreso de la democracia, si a ésta unidad se le opone un bloque de los Partidos que se sitúan del centro a la extrema derecha. (...) Es obvio que la unidad, la fuerza política y electoral de la izquierda y el entendimiento cada vez más sólido entre sus diversas y autónomas expresiones, son la condición indispensable para mantener en el país una presión en favor del cambio, así como para determinarlo. Pero sería ilusorio pensar que, incluso si los partidos y fuerzas de izquierda llegasen a conquistar el 51% de los votos y de la representación parlamentaria –lo que sería un gran paso adelante en las relaciones de fuerza entre los Partidos en Italia–, este hecho garantizase la supervivencia y la acción de un gobierno que representase a ese 51%. Por ello no hablamos de «alternativa de izquierda» sino de «alternativa democrática», en la perspectiva de una colaboración y un entendimiento de las fuerzas sociales de inspiración comunista y socialista con las fuerzas de inspiración católica, además de con otras formaciones de orientación democrática. (Enrico Berlinguer; Alianzas sociales y orientaciones políticas, 1974)
El llamado «compromiso histórico» caló tan hondo entre los partidos revisionistas de todo tipo que hoy en día tras el presunto «fin del eurocomunismo», los partidos que alardean de «antidogmáticos» y «antiesquematismos» siguen impartiendo entre sus militantes tal «receta de alianzas» como única vía para transitar al socialismo, siendo «primogénitos no reconocidos» del eurocomunismo. También otros partidos, como el Partido Comunista de España, que en las últimas décadas alude que su partido renegó del eurocomunismo a partir de la expulsión de Carrillo en 1985, imparte actualmente en su formación ideológica el «compromiso histórico» de Berlinguer, explicando a su militancia los «beneficios» de entender en pleno siglo XXI esta estrategia de alianzas para lograr el socialismo.
El «compromiso histórico» del Partido Comunista Italiano era un giro teórico si cabe más derechista, que pretendía apuntalar la democracia burguesa bajo la alianza de cualquiera que se prestara para ello, no existiendo barreras ideológicas entre tales partidos a la hora de conformar tal alianza, y surgía aprovechando el rotundo fracaso de la experiencia chilena como ya comentamos, de esto se daba cuenta en su día y se puede dar cuenta hoy cualquiera:
«El «compromiso histórico» de Berlinguer fue un intento y una esperanza surgida bajo la influencia de los acontecimientos de Chile. Cuando los revisionistas italianos vieron que el socialista Salvador Allende no pudo mantenerse en el poder sin colaborar con el Partido Demócrata Cristiano de Frei, pensaron que tampoco podían acceder al poder y mantenerse en él sin el apoyo y la colaboración de los democristianos. El miedo a la instauración del fascismo con la ayuda del imperialismo estadounidense, les indujo a retroceder y a hacer grandes concesiones de principio y en el terreno práctico, a abandonar la posición en cierto modo independiente que mantenían hasta entonces al pensar que podrían conquistar la mayoría parlamentaria y gobernar conjuntamente con una coalición de izquierda. A partir de ese momento, para evitar que en Italia se repitieran los acontecimientos de Chile, aceptaron jugar el papel secundario del que se somete a una coalición no ya de izquierda, sino de derecha con los democristianos. Cuando el Partido Comunista Italiano lanzó la consigna del «compromiso histórico», Italia daba la impresión de que iba transformándose en un poderoso país industrial. Tanto la reacción como los propios «comunistas» creían que el «compromiso histórico» era en este período una «estrategia» a largo plazo. Pero vino la crisis y el fascismo se reanimó, se volvió amenazador; las bombas comenzaron a estallar, la gente era asesinada y desaparecía. El «compromiso histórico» empezó a ser más actual y le parecía «razonable» también a un sector de la burguesía y de los democristianos. Representante de esta corriente era también Aldo Moro, pero fue eliminado, porque los democristianos no estaban, ni están todavía, dispuestos a entrar en este compromiso, pese a los reveses que han sufrido en las elecciones». (Enver Hoxha; Eurocomunismo es anticomunismo, 1980)
SYRIZA y Alexis Tsipras se aleja teóricamente, en este caso, de la cuestión de las alianzas por el Partido Comunista Italiano; y es que mientras Enrico Berlinguer apostaba por una alianzas que no bastaría con partidos de «izquierda» sino también de centro y derecha en lo que se llamaba el «compromiso histórico», Alexis Tsipras apuesta por una «alianza entre los partidos de izquierda», por un «gobierno de izquierda»:
«SYRIZA persiste en su propuesta de colaboración con las fuerzas de la izquierda, los socialdemócratas de izquierda, la ecología radical; esta es una propuesta que está en el corazón del plan para un gobierno de izquierda. Es evidente que en circunstancias de emergencia de hoy en día no podemos esperar a que los dirigentes de la Izquierda comprendan la necesidad de la unidad y la acción unitaria. Al mismo tiempo, sin embargo, manifestamos nuestra intención de entablar un diálogo –en cualquier momento, hoy o mañana, antes o después de las elecciones– y dar pasos hacia la unidad para la prevención de una mayor destrucción del país y el apoyo del Gobierno de Izquierda». (SYRIZA; Resolución política del Iº Congreso de SYRIZA, 2013)
En este sentido, siempre claro, hablando desde el aspecto teórico que conforma su estrategia de alianzas, se parece más al Partido Comunista Francés de Georges Marchais y la búsqueda de la «alianza histórica de la izquierda». Pero, ¡oh, sorpresa! Si miramos la práctica del programa de SYRIZA anunciado en 2012, el «gobierno de izquierda», vemos que llevado a la práctica extrañamente dicho «gobierno de izquierda» se conforma en coalición con los Griegos Independientes, partido de una procedencia de «izquierda» todavía más dudosa que SYRIZA; de ahí que SYRIZA en vez de disimular y plantear un gobierno de cara a la galería con los partidos de «izquierdas» como les gusta decir constantemente a muchos de sus seguidores en el exterior, su pragmatismo ha resultado en preferir formar gobierno apoyándose en la agrupación referida, una organización política filo-fascista que se formó a partir de sectores descontentos de «Nueva Democracia» –el otro responsable doméstico de la crisis griega–. De este modo queda evidenciado que el «izquierdismo radical» de SYRIZA no es tal, e incluso, que se apoya en fuerzas claramente retardatarias:
«Tras lograr el apoyo de los Griegos Independientes –13 escaños–, el líder de Syriza jura como primer ministro, el más joven de la historia. Por primera vez, el nuevo jefe de Gobierno evita la fórmula religiosa y lo hace solo por lo civil. Su intención es tener listo su Gobierno mañana mismo. Su partido descarta una salida de Grecia del euro y destaca que «lo importante ahora» es evitar «la confrontación». (...) Su nombramiento se produce tras llegar a un acuerdo de Gobierno con Panos Kamenos, presidente del partido de derecha nacionalista Griegos Independientes, pocas horas después de abrir la ronda de contactos con los demás partidos. En las elecciones celebradas este domingo, Syriza se quedó a solo dos escaños de la mayoría absoluta». (Vozpopuli; Tsipras gobernará Grecia tras lograr el apoyo de la derecha nacionalista, 26 de enero de 2015)
¡Vaya! ¡Parece que si bien en la teoría Alexis Tsipras y SYRIZA se distanciaba del compromiso histórico y la alianza con la derecha de Enrico Berlinguer y el Partido Comunista Italiano, en la práctica vuelven a coincidir con los eurocomunistas!». (Equipo de Bitácora (M-L); ¿Es Alexis Tsipras el nuevo Enrico Berlinguer?, 2015)
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