Enrico Berlinguer líder del Partido Comunista Italiano y Santiago Carrillo líder del Partido Comunista de España, 1976 |
«Los revisionistas eurocomunistas italianos afirmaban en la famosa declaración conjunta con los eurocomunistas españoles de 1975: que la sociedad socialista que ellos perfilaban sólo era posible en estos países por medio de una mayor democratización de la sociedad existente, para ello arengaban por prescindir de hegemonizar un partido y una ideología en el Estado, y proclamaban la libertad en la cultura, el arte y las ciencias, campos que como sabemos los marxista-leninistas no son ni mucho menos neutrales:
«La perspectiva de una sociedad socialista nace hoy de la realidad misma, y se basa en la convicción de que el socialismo puede afirmarse solamente, en nuestros países, a través del desarrollo y de la plena actividad democrática. Esto tiene como base la afirmación del valor de las libertades personales y colectivas y de su garantía, la no oficialización de una ideología de Estado, de su articulación democrática, de la pluralidad de partidos en una dialéctica libre, de la autonomía del sindicato, de las libertades religiosas, de la libertad de expresión, de la cultura, del arte y de las ciencias». (Declaración conjunta del Partido Comunista de España y el Partido Comunista Italiano; Una política de renovación democrática y socialista de la sociedad para salir de la crisis, 1975)
Podríamos decir que esta visión es herencia de los viejos jefes del partido revisionista italiano anteriores a la llegada a la cima de Berlinguer, pero sería más justo decir que era la forma de ver la sociedad de cualquier reformista o revisionista desde los tiempos de Marx y Engels. Los eurocomunistas dibujaban transitar al «socialismo» por tanto, a través de ampliar los «derechos y libertades democráticas» del sistema capitalista y del Estado burgués, al parece no entendían o parecían hacer que no entendían que tal tránsito no era posible partiendo de la realidad de la sociedad capitalista de la que partían, ya que el Estado burgués y todo su sistema está diseñado para defender la dictadura de la burguesía, por tanto hay un absoluto dominio capitalista no sólo en el campo de la política o la economía sino inclusive en campos como la cultural, el arte y las ciencias lo que imposibilita cualquier intento de reformarlo; serían Santiago Carrillo y el Partido Comunista de España, dentro del mundo eurocomunista, quienes más se apegaron a la teoría de que primero había que ganar para sí la cultura en la sociedad, para poder transformarla económica y políticamente, saltándose con ello todo axioma marxista sobre la relación entre la estructura, la base económica, la superestructura y la cultura que indica que para poder cambiar la superestructura, donde anida la cultura, hay que volar la estructura burguesa, es decir la economía que da pie al surgimiento y reproducción de la burguesía: También se olvidaron de reconocer lo que estamos seguros que conocían de sobra: que si lo ve necesario la burguesía se saltará la propia legalidad de «derechos y libertades democráticas» limitados y formales que ella ha establecido en su constitución. Esto es un axioma sobre la democracia burguesa que todo marxista-leninista debe conocer:
«La burguesía y, junto a ella, los revisionistas modernos, hablan y hacen cálculos sobre las llamadas «libertades democráticas». En efecto, en cada Estado burgués denominado democrático, existen algunas «libertades» democráticas» relativas. Decimos relativas, porque no rebasan jamás el límite de la concepción burguesa de la «libertad» y de la «democracia», porque llegan precisamente hasta el punto de no perjudicar los intereses vitales de la burguesía en el poder. Naturalmente, la clase obrera y los hombres progresistas aprovechan estas condiciones para organizarse, para difundir sus concepciones y su ideología, y preparar el derrocamiento de las clases explotadoras y la toma del poder. (…) Las llamadas «libertad burguesa» y «libertad democrática» en los países capitalistas no son como para permitir a los partidos comunistas y a los grupos revolucionarios alcanzar sus objetivos. De ningún modo. La burguesía y la reacción toleran la actividad de los revolucionarios mientras no constituya un peligro para el poder de clase de la burguesía. Cuando este poder está en peligro, o cuando la reacción encuentra el momento propicio, sofoca las libertades democráticas, recurre a todos los medios, sin ningún escrúpulo moral ni político, para destruir a las fuerzas revolucionarias. En todos los países en que se ha permitido a los partidos comunistas militar abiertamente, la burguesía y la reacción aprovechan esa situación para conocer toda la actividad, las personas, los métodos de trabajo y de lucha de los partidos marxista-leninistas y de los revolucionarlos, por eso, los comunistas y sus partidos auténticamente marxistas-leninistas cometerían un error fatal si tuvieran confianza en las «libertades» burguesas que les proporciona la coyuntura, si lo hicieran todo abiertamente y no guardaran el secreto de su organización y de sus planes. Los comunistas deben aprovechar las condiciones del trabajo legal, incluso para desarrollar un amplio trabajo propagandístico y organizativo, pero, al mismo tiempo, deben estar preparados para el trabajo clandestino». (Enver Hoxha; El golpe fascista en Indonesia y las enseñanzas que extraen de él los comunistas, 11 de mayo de 1966)
Los eurocomunistas argumentaban que el sistema político democrático-burgués serviría como sistema político con el que conseguir el socialismo, para tal propósito explicaban que sólo se tendría que corregir ciertas «deficiencias y errores» de este sistema:
«La sociedad del «socialismo democrático», que predican ahora los eurocomunistas, es la sociedad burguesa actual que existe en sus países. A esta sociedad buscan darle sólo algunos retoques de modo que la vieja burguesía europea al borde de la tumba, torne el aspecto de una moza lozana y llena de vitalidad. (...) Para ellos el sistema social vigente en Italia, Francia, España, etc., el Estado que domina en estos países es un tipo de democracia supraclasista, una democracia para todos. En esta sociedad y en este Estado sólo ven algunas dificultades, algunos errores, cuanto más algunas deformaciones, y eso es todo. Sobre esta concepción y premisa fundamentales trazan también los esquemas de su «socialismo democrático», que en el fondo será la misma sociedad burguesa actual, pero sin las «deficiencias», «limitaciones», «dificultades que tiene hoy». (Enver Hoxha; Eurocomunismo es anticomunismo, 1980)
Pero lo cierto era y es, que el sistema de democracia burguesa en la época capitalista del fenómeno del imperialismo, lejos de acercar y ampliar los derechos y libertades de las clases trabajadoras, y llegar al socialismo, estos se recortan agudizándose la explotación; esto deja como única solución destruir todo el sistema político burgués, si de verdad se desea transitar al socialismo, y no especular con las lindezas del capitalismo y sus sistemas políticos en que se envuelven las sociedades burguesas:
«Todo el mundo sabe que en la época del imperialismo, ella no tiene la oportunidad, en el cuadro de la sociedad burguesa, un desarrollo progresista de las libertades y de la democracia para las masas. Quién por el contrario lo que crece y se acentúa en este cuadro, son las fuerzas de la reacción, la militarización de la producción y de otros aspectos de la vida, la opresión del proletariado y de las naciones, para llegar a la forma más feroz y la más bárbara, la del fascismo. Sólo la revolución violenta y la instauración de la dictadura del proletariado aseguran las condiciones necesarias para la expansión de la libertad y de la democracia para las amplias masas populares». (Enver Hoxha; Informe en el VIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1976)
Siguiendo la estela de la representación eurocomunista de una sociedad capitalista, que tan solo tiene ciertos «fallos», ciertos «errores de ejecución», donde han sido maniatadas sus derechos y libertades a causa de la mala actuación de los gobiernos anteriores, y donde se pretende restaurar e incluso ampliar tales derechos y libertades con el fin de llegar al «socialismo», uno puede reconocer la vieja táctica de la socialdemocracia para atacar a los partidos más conservadores con los que compite por obtener el poder político en el parlamento burgués; es a esa táctica a la que actualmente apela SYRIZA para engañar a la clase obrera y a las masas populares:
«Vamos a cancelar los memorandos y las leyes implementadas. Vamos a implementar un programa de recuperación social y económica, de reconstrucción productiva y ambiental, que sanará las heridas infligidas a la clase obrera y poco a poco restableceremos las condiciones de seguridad en el empleo y una vida decente, con los salarios y las pensiones adecuadas, con la creación de nuevos puestos de trabajo. (...) La propuesta de un gobierno de la izquierda define las nuevas líneas divisorias sociales en el campo político y sugiere un camino alternativo de la salvación social, el de la reconstrucción social, productiva y ambiental en beneficio de la gran mayoría social. (...) Vamos a restaurar y fortalecer el Estado de bienestar y promover la democratización de todas sus actividades y funciones: protección del empleo, el desempleo, la sanidad, el bienestar social, la educación y la seguridad social. (...) El objetivo estratégico de SYRIZA es el socialismo del siglo XXI en Grecia y en Europa». (SYRIZA; Resolución política del Iº Congreso de SYRIZA, 2013) (Equipo de Bitácora (M-L); ¿Es Alexis Tsipras el nuevo Enrico Berlinguer?, 2015)
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