«Son superfluas las explicaciones para demostrar que la participación en el poder de muchos partidos burgueses, capitalistas, revisionistas y fascistas en los países capitalistas e imperialistas, como en los Estados Unidos entre otros, no ha transformado en absoluto sus sociedades, de reaccionarias en progresistas. Por el contrario, en el imperialismo la democracia hace un viraje hacia la reacción. No es progresista ni democrática la sociedad que defiende al régimen de explotación y de apoya en él. Asimismo, la existencia de un partido único en el poder, cuando este partido no sigue la línea marxista-leninista, es decir, cuando no es un partido del proletariado, jamás puede conducir a la edificación del socialismo. Por el contrario, un partido tal, como quiera que se haga llamar, «marxista» o «marxista-leninista», en realidad es un partido de la burguesía o un partido fascista, que se encarga de financiar la propiedad privada o estatal capitalista, para alimentar a una nueva clase de dominantes.
Un partido tal necesita conservar ciertas formas supuestamente marxistas y se esfuerza en darle formas y denominaciones socialistas también al poder que dirige, pero su esencia y sus objetivos, así como los del Estado, son antisocialistas, porque tiende a realizar la transformación regresiva del país y restaurar el capitalismo. La burguesía nueva, en este caso, se apropia gradualmente del poder a costa del proletariado y de sus aliados naturales. Este proceso se ha verificado en Yugoslavia, en la Unión Soviética y en muchos otros países antaño de democracia popular, donde no existe el pluralismo de los partidos. En estos países, el capitalismo ha sido restaurado a través de diversas formas, y una clase de nuevos explotadores se anima y toma fuerza. Si el país que sufre esta regresión es importante por si territorio, población y potencial económico, su Estado se convierte en socialimperialista, si, por el contrario, es pequeño, se hace un satélite del capitalismo mundial, un Estado dominado por los capitales extranjeros y el neocolonialismo, que explotan las riquezas del país y el sudor del pueblo. Por lo tanto, todos los Estados llamados democráticos, tanto bajo el sistema del pluralismo, como bajo la dominación de un partido único, que no es marxista-leninista, no quieren reemplazar la vieja sociedad capitalista explotadora por una sociedad nueva, socialista. En esta vieja sociedad, donde existe la propiedad privada y la dominación capitalista, no puede haber libertad, democracia, independencia y soberanía verdaderas para el pueblo». (Enver Hoxha; La democracia proletaria es la democracia verdadera; Discurso pronunciado en la reunión del Consejo General del Frente Democrático de Albania, 20 de septiembre de 1978)
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