miércoles, 18 de octubre de 2017

Quien adopta el mito de Thälmann está destinado a terminar igual; Equipo de Bitácora (M-L), 2017


«Como venimos demostrando, el Partido Comunista de España (reconstituido) se traga sin masticar todas las figuras mitificadas por el revisionismo. Sus líderes no son de aquellos que realizan una labor de investigación y análisis, sino de esos que primero apoyan y luego si acaso más adelante se enteran de a quién han estado sosteniendo públicamente.

En su posición sobre Ernst Thälmann, dirían que su postura antifascista fue correcta, que sus tácticas no tenían nada de lo que pueda objetarse, que el ascenso del nazismo fue culpa exclusiva de la socialdemocracia:

«En 1923 participó en la sublevación de Hamburgo. La represión que se desató le obligó a desarrollar su actividad revolucionaria desde la clandestinidad hasta que, en 1932, en las elecciones presidenciales, el Partido Comunista le presentó como candidato; pero la traición de la socialdemocracia, al prestar su apoyo al partido nazi, facilitó la victoria de Hitler». (Amnistía Presos Políticos; Imprescindible Thälmann, 16 de abril de 2017)

Resumir la actividad de Thälmann de esa forma es lo mismo que haber ido a Wikipedia y hacer un copia y pega. Más allá de la propaganda, ¿quién fue Ernst Thälmann y qué hizo especialmente durante los años 30 que tengamos que tener en cuenta los marxistas? 

Para empezar, Thälmann había sido apoyado por la Internacional Comunista (IC) en la dirección del Partido Comunista de Alemania (PCA) en un momento de alta tensión por las luchas fraccionales que venía sufriendo. Nos referimos a personajes como Ruth Fischer –la cual, tras ser expulsada en 1926, entró a formar parte como agente de la CIA en la posguerra según los archivos desclasificados–; Heinrich Brandler –expulsado en 1928–; o seguidores de Bujarin como Arthur Ewert –este finalmente hizo una autocrítica y se reincorporó–. Posteriormente a inicios de los años 30 los desacuerdos surgieron entre Thälmann y la dupla Remmele-Neumann. Estos autores lo mismo propagaban tesis derechistas –como la propagación de que existía un marxismo occidental diferente a la esencia del bolchevismo ruso–, como caían en desviaciones izquierdistas –como alentar el terrorismo individual como método de lucha contra el nazismo–. En muchas de estas cuestiones no se puede excluir las responsabilidades de Thälmann ni de otros líderes alemanes en apoyar esas tesis u otras del mismo calado.

Fue esta y no otra fue la razón de que Thälmann pudiera disimular –al menos inicialmente– sus desviaciones y su incapacidad. Pese a ello, tampoco se libró en esa época de las reticencias de Moscú por sus actitudes sospechosas como proteger a Wittorf, un miembro que había despilfarrando las cuentas de la organización:

«Se descubrió que el líder político, John Wittorf, a quien Thälmann había designado para este puesto en marzo de 1927, era un jugador que había compensado sus pérdidas al malversar 1.850 marcos de fondos del partido con la complicidad de otros tres funcionarios locales del partido, incluido el tesorero. (…) [Esto] obligó al PCA a establecer una comisión de investigación bajo Hugo Eberlein, el experto financiero del partido, que descubrió una proliferación de irregularidades similares en el partido local y las organizaciones afiliadas. Fundamentalmente, se descubrió el papel de Thaelmann en la protección de sus faccionales designados en Hamburgo, a expensas del decoro del partido». (Normann H. Larpote; El Partido Comunista en Sajonia, 1924-33. Fraccionalismo, fraticidio y fracaso político, 1998)

En palabras de las memorias de la viuda de Eberlein, los «conciliadores» de derecha aprovecharon el caso para «dar un golpe palaciego» ya que eludían el «debate ideológico».

Este caso fue comentado por los miembros de la IC considerándolo un error inaceptable, pero en cambio permitieron a Thälmann mantener su puesto por la sencilla razón de que pensaban que su relevo apresurado –sin consultar con el núcleo dirigente de la IC– era una oportunidad para que los derechistas recuperasen posiciones de poder:

«El Comité Central del PCA publicó una resolución en la prensa, condenando a Thälmann por ocultar el caso del Secretario de Hamburgo, que despilfarró 1.500 marcos. Esto es la más vil especulación política de Gerhardt-Eberlein-Evert contra los intereses del partido y la Internacional Comunista (IC). La mayor parte del CC estaba confundido y acabaron mordiendo el anzuelo en «la lucha contra la reconciliación en el caso de corrupción». Todo se hizo sin el Comité Ejecutivo de la IC». (Carta de Mólotov a Stalin, 1 de octubre de 1928)

«Debido a la falta de familiariedad con los materiales, solo daré una opinión preliminar. (…) Thälmann cometió un grave error al ocultar al Comité Central del partido el crimen del Secretario de Hamburgo, por lo que fue castigado en forma de la conocida resolución del Comité Central. La culpa de Thälmann se mitiga por el hecho de que su error fue desinteresado y dictado por el deseo de dar al secretario de Hamburgo la oportunidad de corregirse sin escándalo. En segundo lugar, la publicación de la resolución, hecha sin el conocimiento del Comité Central, es un acto hostil contra el partido y la IC. Esto fue dictado por el extremo grado de fraccionalismo de Evert y Gerhardt». (Carta de Stalin a Mólotov, 1 de octubre de 1928)

La idea de que Thälmann ocultó la cuestión «desinteresadamente» es bastante cuestionable y cándida. Él por su experiencia política era más que sabedor que en las luchas de este tipo el conocerse un desfalco iba a ser algo que sus rivales aprovecharían, la cuestión era: ¿lo revelaba él o dejaban que otros lo hiciesen cuando las cuentas empezasen a no cuadrar? Sería imposible demostrar que la intención real de Thälmann fuese «dar la oportunidad al infractor de corregir su error» y no tanto ocultar deliberamente el caso por amiguismo. La cuestión es, si la IC tenía potestad para interceder en las luchas fraccionales del PCA, ¿por qué no aplastar las tesis de los rechistas y a su vez buscar a una figura más fiable que Thälmann implicado en casos de corrupción?

Aunque en los documentos oficiales de la época la IC mostraban un apoyo público a la línea de Thälmann, sus delegados criticaron varias de sus posicionamientos así como sus nefastos resultados. En consecuencia, hubo varias directrices para que el PCA corrigiese ciertos aspectos:

«En el XIº Pleno de la IC la delegación alemana declaró que lo más importante era el éxito del partido que había conseguido detener al nazismo y la propagación de su influencia entre la clase obrera. El aumento del voto de los nazis en las elecciones al Senado de Hamburgo, en las elecciones comunales en Alemania Central y en una serie de elecciones recientes a los comités de fábricas demuestra que esto no es así. Por tanto, es peligro decir de que «los nazis no representan una fuerza activa», que «los nazis recibieron su éxito no por su actividad sino por su pasividad» –como se dijo en un artículo oficial de Hamburger Volkszeitung–». (Nota de Knorin, Manuilsky y Pyatnisky a Stalin y Mólotov sobre las instrucciones políticas del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista al Partido Comunista de Alemania, 28 de octubre de 1931)

En otro reporte de Pyatnitsky a Stalin, el primero comentaba al segundo los errores que se iban amontonando en el PCA:

«La situación en Alemania es motivo de gran preocupación: a) Los resultados en las elecciones presidenciales y las elecciones al Landtag prusiano muestran que a pesar de la creciente actividad de las masas y el aumento de la participación en las elecciones, el número de votos para el partido comunista en todo el país –con excepción de Baviera– se ha reducido en comparación a las elecciones de 1930. (…) b) En los sindicatos rojos y en los sindicatos revolucionarios ha habido durante varios meses una disminución de la autoridad política. (…) c) Desde finales de 1931, el crecimiento del partido se ha detenido… recientemente incluso ha habido incluso una ligera disminución. (…) d) Los nacionalsocialistas lograron penetrar en algunas de las más importantes empresas y, especialmente entre los desempleados; el crecimiento continuo de la influencia de los nacionalsocialistas sobre la clase obrera da muchas razones para pensar que está del lado de los nacionalsocialistas. (…) e) Los socialdemócratas siguen perdiendo influencia entre las masas, pero no a favor de los comunistas, sino a favor de los nacionalsocialistas; por primera vez desde la crisis, lograron pasar a la ofensiva; han desarrollado una importante campaña con el «Frente de Hierro», tomando la iniciativa al partido comunista en la lucha por el frente único del proletariado; desarrollaron una propaganda histérica contra Hitler, que el partido comunista falló en oponer con una contracampaña seria; la socialdemocracia logró agrupar a los votantes comunistas que no notaban nuestra lucha contra el fascismo y creían que la socialdemocracia era la que realmente estaba luchando contra el fascismo. f) Dentro del partido, hemos detectado fenómenos malsanos que comenzaron a aumentar a través de tendencias abiertamente correctas, distorsionando de forma oportunista las tácticas de frente único y compadeciéndose ante los socialdemócratas, así como tendencias sectarias expresadas durante las elecciones en discursos de comunistas en la prensa durante la segunda vuelta donde pedían votar por la candidatura de Hitler, porque el ascenso de Hitler al poder agudizaría la situación política del país y conduciría a la aceleración del resultado revolucionario. g) Desacuerdos en el liderazgo, falta de discusión colectiva en los problemas políticos importantes, falta de iniciativa en los niveles bajos del partido que impiden la rápida corrección de las deficiencias en el trabajo. (…) El liderazgo del partido comunista se comprometió en una serie de errores que el Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista tuvo que corregir sobre la marcha. Uno de los más significativos fue que el partido comunista realizó una agitación de manera abstracta, especialmente durante las elecciones, trazó una línea donde entre socialdemócratas y nacionalsocialistas donde no hay diferencias ni desacuerdos. Sin saber reaccionar a la campaña histérica de la socialdemocracia sobre el peligro de un golpe fascista, el partido comunista dio una fórmula totalmente incorrecta «para luchar contra el fascismo hay que dar el golpe principal contra la socialdemocracia». (…) El partido no demostró en la práctica estar llevando a cabo una verdadera lucha de masas contra la ofensiva del capital en general y contra el fascismo en particular, contra la reducción de los salarios y despidos, contra la reducción de los beneficios para desempleados, no hubo una sola manifestación importante en este sentido cuando fueron prohibidas por la policía, debilitando gravemente el trabajo [entre estas capas]. (…) A pesar de nuestras instrucciones sobre la necesidad de fortalecer el trabajo en los sindicatos reformistas, poco progreso ha habido en esta área». (Carta de Pyatnitsky a Stalin con un resumen informativo adjunto sobre la actividad del Partido Comunista de Alemania, 10 de mayo de 1932)

En público se le instó acabar con varios de sus defectos:

«El Partido Comunista de Alemania luchó para rectificar los errores en relación a la situación actual. (…) Eslóganes correctos son frecuentemente distorsionados en la prensa. (…) El PCA presentó el eslogan «revolución popular» como su eslogan estratégico principal, y como sinónimo de la revolución proletaria socialista. Pero en la prensa y en el trabajo entre las masas, nuestros camaradas comenzaron a olvidar muy pronto que la «revolución popular» solo es sinónimo de revolución proletaria. Similares errores ocurrieron en la prensa del PCA también con respecto a la fórmula «Fortalecer la lucha contra la socialdemocracia», «Socialdemocracia y fascismo no son antípodas sino gemelos», esto fue interpretado. «El PCA lleva a cabo la lucha contra el fascismo, teniendo como marco de referencia que el principal ataque va contra la socialdemocracia». (…) Subestimación el trabajo para ganarse a los obreros socialdemócratas; contra la evaluación liquidacionista y fatalista sobre el crecimiento y avance del fascismo. (…) Contra la teoría y práctica del terrorismo, contra la práctica del frente único desde arriba. (…) Los oportunistas de derecha a izquierda no quieren trabajar en los sindicatos». (Internacional Comunista; Guía para el XIIº Pleno del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, 1932)

¡Ahora entendemos mejor porque el PCE (r) reivindica el legado de esta figura! Bajo su estela se manifiestan todos los errores a los cuales nos acostumbró el PCE (r). 

Uno de los mayores expertos de la IC comentaría:

«Thälmann atacó a Neumann. (…) Si continuaba de esta manera, «muy pronto significará una muerte política segura para él». En la conferencia del PCA celebrada inmediatamente después del pleno [de septiembre de 1932], Neumann se convirtió en el chivo expiatorio por los errores del pasado». (Jane Degras; La Internacional Comunista 1919-1943. Documentos seleccionados y editados, Volumen III, 1929-1943, 1965)

Como ejemplo de estos errores propiciados por Neumann, Thälmann intentó distorsionar la historia:

«Una gran confusión enderezó a Neumann sobre la cuestión de la dictadura fascista. Como en diciembre de 1930, es decir, hace unos dos años, cuando el gobierno de Brüning pasó a métodos más estrictos con el Decreto de Emergencia, fue entonces cuando el camarada Neumann en la «Bandera Roja» presentó la tesis exagerada de que el gobierno de Brüning era, por tanto, la dictadura fascista». (Ernst Thälmann; En la lucha contra la dictadura fascista, 1932)

Nótese de lo absurdo, porque este propio escrito era de 1932 donde también se calificaba de fascista al gobierno conservador de Papen:

«La anunciada reforma imperial del gobierno de Papen muestran los planes para una expansión de la dictadura fascista». (Ernst Thälmann; En la lucha contra la dictadura fascista, 1932)

Aquí debe decirse que parte de estos errores de los comunistas alemanes también fueron alentados por los consejos y anotaciones de la IC y del propio Stalin. Por ejemplo, en los archivos originales en ruso se puede constatar como Piatnisky mandó a Stalin el borrador de las tesis del Xº Pleno de la IC el 16 de abril de 1931. Stalin introdujo varias enmiendas donde se decía: «[Este gobierno] está implementando cada más con el apoyo de la socialdemocracia, la línea de llevar a cabo el fascismo. (…) La lucha exitosa contra el fascismo en Alemania requiere exponer al gobierno de Bruning como un gobierno de dictadura fascista». 

Pero si se trata de rastrear sobre quien inició tal desviación, Thälmann ya en 1930 adelantó que consideraba que los gobiernos socialdemócratas previos ya eran gobiernos fascistas:

«El socialfascismo. (…) Es el portador de armas de la dictadura fascista. Es muy difícil mantener una línea de separación entre el desarrollo de una dictadura socialfascista cuando se llega a la etapa, como en Alemania, de que un gobierno socialdemócrata utiliza las armas de la violencia más reaccionaria y los métodos de una dictadura fascista. Opinamos que el actual gobierno socialdemócrata permanecerá por mucho tiempo». (Ernst Thälmann; Los problemas del Partido Comunista de Alemania; Informe en el Presídium ampliado del Comité Ejecutivo de la IC [Publicado por la revista Internacional Comunista], 15 de abril de 1930)

Como veremos a continuación, ni antes ni en lo sucesivo Thälmann prestó suficiente atención a estos defectos. En otras ocasiones juró ante la IC tomar medidas severas, pero nunca las implementó, simplemente intentó culpar a Neumann-Remmele de todos los errores del partido, augurando que de no corregirlos el partido tenía aseguraba su muerte política, y efectivamente así fue.

Había sido el propio Ernst Thälmann quien criticó a quienes hacían una diferenciación entre fascismo y democracia burguesa:

«Se ha revelado en nuestras filas la tendencia a dibujar un contraste ente fascismo y democracia burguesa. (...) Este es el mayor peligro para el partido comunista». (Ernst Thälmann; Algunos errores en el trabajo teórico y práctico del Partido Comunista de Alemania, y como superarlos, 10 de diciembre de 1931)

También fue el instigador de que el primer golpe debía darse contra la socialdemocracia, por considerarse el baluarte de la burguesía, incluso en los países donde existía un proceso de fascistización aguda:

«La intensificación del terror fascista... obligó al partido revolucionario del proletariado a lanzar su golpe principal con una energía aún mayor contra la socialdemocracia». (Ernst Thälmann; Informe a la Conferencia de Funcionarios del Partido Comunista de Alemania, 16 de junio de 1932)

El líder del partido comunista, siendo todo un lector de los acontecimientos –nótese la ironía– afirmaría:

«Nada sería más fatal y oportunista que la sobreestimación del hitlerismo». (Ernst Thälmann; El camino revolucionario del Partido Comunista de Alemania, 19 de febrero de 1932)

¿Qué opinaba Lenin sobre estaa cuestiones? Es sencillo de intuir:

«Si Engels dice que bajo la República democrática el Estado sigue siendo, «lo mismo» que bajo la monarquía, «una máquina para la opresión de una clase por otra», esto no significa, en modo alguno, que la forma de opresión sea indiferente para el proletariado, como «enseñan» algunos anarquistas. Una forma de lucha de clases y de opresión de clase más amplia, más libre, más abierta facilita en proporciones gigantescas la misión del proletariado en la lucha por la destrucción de las clases en general». (Vladimir Ilich Uliánov; Lenin; El Estado y la revolución, 1917)

Dimitrov recuperando este legado proclamaría:

«Nosotros no somos anarquistas, y no puede en modo alguno sernos indiferente qué régimen político impera en un país dado: si la dictadura burguesa, aunque sea con los derechos y las libertades más restringidos, o la dictadura burguesa, en su forma descarada, fascista. Sin dejar de ser partidarios de la democracia soviética, defenderemos palmo a palmo las condiciones democráticas arrancadas por la clase obrera en años de lucha tenaz, y nos batiremos decididamente por ampliarlas». (Georgi Dimitrov; La clase obrera contra el fascismo; Informe en el VIIº Congreso de la Internacional Comunista, 2 de agosto de 1935)

Dimitrov anotaría en su diario el 2 de mayo de 1934 lo siguiente sobre los dos máximos líderes del Partido Comunista de Alemania (PCA). Sobre Heinz Neumann, Dimitrov anotaría que él «no entiende el marxismo» y que calificó «El Capital» de Marx recomendado por Dimitrov como «aburrido». Por otro lado, Thälmann a quien había conocido en 1930, comentaba que «no ha entendido la cuestión nacional. Internacionalismo proletario-nacionalismo. Hasta liberación social-independencia nacional». Véase la obra de la Yale Univerity Press: «Diary of Dimitrov 1933-1949» de 2008.

Por si al lector no le ha quedado claro, expondremos un ejemplo sencillo de la línea sectaria por la que abogó Ernst Thälmann. Otro comunista alemán, Wilhelm Pieck, sería de los pocos valientes que se atrevería a realizar una autocrítica de la línea del PCA durante esos años. En el famoso VIIº Congreso de la Internacional Comunista de 1935, diría:

«Estas ideas erróneas mantenidas por numerosos comunistas fueron manifestadas así mismo primeramente en la cuestión sindical. Los comunistas que habían sido expulsados de los sindicatos reformistas adoptaron una posición hostil hacia los sindicatos reformistas en la suposición que nuestra denuncia. En Alemania, fue solamente después de la llegada de Hitler, que los comunistas defendieron la clara consigna de defensa de los sindicatos libres, seguido de los lemas de restaurar los sindicatos libres. (...) Por otra parte, un error igualmente grave como la subestimación del peligro fascista fue el hecho de ver fascismo donde no existía. Este error se debió a que una serie de escritores comunistas dieron una interpretación mecánica de la declaración del VIº Congreso de la Internacional Comunista de 1928 donde se decía que la burguesía se veía obligada cada vez más a recurrir al fascismo. En Alemania, los comunistas durante mucho tiempo mantuvieron el punto de vista que el gobierno socialdemócrata de Hermann Müller estaba trabajando para la fascistización, que el gobierno de Brüning ya era un gobierno de dictadura fascista. Por otra parte, subestimaron el movimiento de Hitler, bajo la suposición de que en un país como Alemania, donde la clase obrera estaba tan altamente organizada, los hitlerianos no podrían hacerse con el poder y que las masas pequeño burguesas que viraron espontáneamente a acudir en masa hacia los hitlerianos, pronto se apartarían de ellos. (...) Estos errores se debieron a la absolutamente falsa concepción de que todos los partidos burgueses son fascistas, que «no hay dos métodos de dominación burguesa» [democracia burguesa y abierta dictadura terrorista], y que era indecoroso para los comunistas la defensa de la democracia burguesa. Mientras no podamos sustituir la democracia burguesa por la democracia proletaria, por la dictadura del proletariado, el proletariado está interesado en defender todos los derechos de la democracia burguesa para que puedan ser utilizados para preparar a las masas en el derrocamiento del poder capitalismo y lograr la democracia proletaria». (Wilhelm Pieck; Las actividades del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista; Informe en el VIIº Congreso de la Internacional Comunista, 26 de julio de 1935)

Dimitrov sería claro y serio sobre esta cuestión del triunfo del fascismo, la culpa no era simplemente de la socialdemocracia, sino también, como no podía ser de otra manera, de la actuación o la incapacidad de acción de los comunistas:

«Camaradas, si hablamos de las causas de la victoria del fascismo, si señalamos la responsabilidad histórica de la socialdemocracia en la derrota de la clase obrera, si anotamos también nuestros propios errores en la lucha contra el fascismo, no es sencillamente por el gusto de remover el pasado. Nosotros no somos historiadores, situados al margen de la vida, somos militantes combativos de la clase obrera». (Georgi Dimitrov; La clase obrera contra el fascismo; Informe en el VIIº Congreso de la Internacional Comunista, 2 de agosto de 1935)

¿Cómo pueden resumir las calamidades de esta tendencia thälmanniana que fue tan común en todos los partidos comunistas de aquellos años?

«Ernst Thälmann, líder del Partido Comunista Alemán de los años 30 quién heredaría la vena espontaneísta, idealista y anarquista de Rosa Luxemburgo a la hora de analizar los fenómenos sociológicos. Ernst Thälmann sería de aquellos líderes que en los años 30 serían conocidos por sus variadas tesis absurdas sobre el carácter del fascismo y como combatirlo, sus tácticas antifascistas fueron desastrosas para el proletariado alemán, entre ellas encontramos que según sus miras: a) no había diferencia cualitativa entre la democracia burguesa y la abierta dictadura terrorista fascista; b) que el advenimiento del fascismo solo significaba que la revolución proletaria estaba a las puertas; c) que el gobierno de democracia burguesa como el de Brüning, Papen o Schleicher era ya gobiernos fascistas creando confusión en el proletariado sobre lo que es y no es fascismo; d) que en pleno proceso de fascistización del Estado la socialdemocracia suponía el mayor peligro para el proletariado alemán; e) que era un error crear un contraste entre los fascistas y los socialfascistas –como denominaban a la mayoría de socialdemócratas– y que los socialfascistas eran los principales causantes del fascismo y a quienes había que dirigir el principal golpe». (Equipo de Bitácora (M-L); Las invenciones del thälmanniano Wolfgang Eggers sobre el VIIº Congreso de la Internacional Comunista, 2015)

Con Thälmann ya en prisión desde 1933, Stalin comentaría años después, exactamente el 15 de octubre de 1941, que las recientes concepciones políticas de Thälmann escritas el último año de vida, parecían que «estaba jugando en todos los bandos», considerando que él «no es un marxista comprometido» y que en él se notaba la «influencia de la ideología fascista» y que los nazis necesitaban a estos «comunistas inteligentes». Véase la obra de la Yale Univerity Press: «Diary of Dimitrov 1933-1949» de 2008.

Años después, muchos de los dirigentes que sobrevivieron a esta turbulenta época, hicieron una autocrítica a partir del año 1935, pero se negaron a tirar abajo el pedestal en que habían encumbrado a Thälmann. Los que luego se convirtieron de stalinistas a jruschovistas, como fue el caso de Walter Ulbritch, intentaron desligarse de su responsabilidad en este tipo de defectos, por lo que decidieron seguir manteniendo la estela de Thälmann como mártir del partido y la IC, mientras se descargaba toda la responsabilidad en las facciones expulsadas como la de Neumann-Remmele:

«Estos estimaban que la crisis económica desembocaría sin falta en una revolución y, por eso, no concebían la debida importancia a la lucha por las reivindicaciones parciales, ni a las necesidades cotidianas de los trabajadores. Era típico de ellos menospreciar la amenaza fascista y suponer que cualquier tentativa de los hitlerianos de llegar al poder no haría más que aproximar y acelerar la revolución proletaria en Alemania. (…) Ese grupo reducía la lucha contra el fascismo a los choques directos con las bandas fascistas, lo que encerraba el peligro de deslizamiento a los métodos del terror individual. Los sectarios de izquierda tildaban de socialfascistas y pequeños Zoergiebel a los obreros socialdemócratas, es decir, negaban la posibilidad de incorporarlos a la lucha. (…) Thälmann, Pieck y Ulbritch y otros destacados dirigentes se manifestaron reiteradamente, en los foros del partido y en su prensa, contra los criterios perjudiciales de los oportunistas de izquierda». (Varios autores; La Internacional Comunista)

Estamos seguros que muchos oportunistas dirán: «¡Pero Thälmann también tuvo méritos como combatir a las desviaciones derechistas y ultraizquierdistas que fueron surgiendo!». Efectivamente, y muchas conocidas figuras que fueron revisionistas toda su vida tienen en su historial actos memorables, e incluso marxistas que a la postre fueron renegados tuvieron aportes considerables al panorama de entonces. ¿Quién negaría esos méritos a Kautsky fustigando a Bernstein o a Plejánov fustigando a los populistas y liberales? Pero hay que hacer cómputo final de cada figura. Además, el tipo de errores que cometió Thälmann no son errores menores, sino muy gravísimos e incompatibles con los axiomas más básicos del marxismo, además no consta que al final de su vida rectificara todas estas posiciones, labor que le tocó a otros comunistas alemanes y del extranjero. 

El mayor problema que tuvo el movimiento comunista de esa época es que no logró detener ni en el PCA ni dentro de la propia IC este tipo de tendencias hasta que fue demasiado tarde. Una debacle de las dimensiones como las que ocurrió en Alemania tendría que haber significado depurar responsabilidades muy seriamente. En cambio, tanto antes como después de la subida de los nazis al poder la IC cometió el terrible error de no criticar públicamente a Thälmann por sus responsabilidades políticas ni tampoco a los delegados de la IC. Esto es extraño dado que la IC tenía en su poder material suficiente para demostrar las advertencias que venía haciendo al partido alemán, pero indirectamente también habría implicado autocriticarse más profundamente de lo que lo hizo por varias directrices dadas o por haber apoyado otras tesis de los comunistas alemanes que con el tiempo se demostraron incorrectas. La línea más rápida y fácil –y en la que todos fueron cómplices– fue la de seguir rindiendo honores a Thälmann como jefe del comunismo alemán mientras se empezaba a criticar progresivamente parte de su política –eso sí, exonerarle de toda responsabilidad–, algo que caló en varias generaciones de comunistas que le seguirían dedicándole un culto como mártir del antifascismo, como ejemplo a seguir. 

También debe citarse la extensa persecución y exterminio de varias de las figuras contrarias a la línea oficial, incluso una vez reconocieron una adhesión a la misma. Este fue el caso de Eberlein, Neumann, Remmele y otros cuadros arrestados y fusilados entre 1937-39, incluso los viejos partidarios de Thälmann como Hermann Schubert corrieron el mismo destino una vez el PCA y la IC se apartaron de esa línea ultraizquierdista que venía arrastrando. Esto habla muy mal de Moscú se mire por donde se mire; si todos eran realmente espías y saboteadores, ¿qué tipo de control tenía la IC como para meter en su casa a tantos espías?, si no lo eran, ¿por qué permitir masacrar a tus cuadros cuando cometen errores o incluso cuando ya han reconocido sus fallos –todo supervisado bajo un dudoso servicio de seguridad–? A esto súmese la cantidad de bajas que el PCA sufrió por la época: Jhon Schehr –asesinado por los nazis– o Fritz Heckert –fallecido de muerte natural en el exilio–. Todo esto fueron factores desestabilizadores que hicieron que la rama alemana del comunismo siempre fuese una dirección endeble, dependiente del exterior y sumamente seguidista». (Equipo de Bitácora (M-L); Estudio histórico sobre los bandazos oportunistas del PCE(r) y las prácticas terroristas de los GRAPO, 2017)

3 comentarios:

  1. Hola teneis pensado criticar este libro http://www.elviejotopo.com/libro/marxismo-la-cuestion-nacional-espanola/ ?

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  2. Si nos proporcionas el libro completo... podríamos valorarlo.

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  3. No está digitalizado.

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«¡Pedimos que se evite el insulto y el subjetivismo!»