El siguiente documento, no es sino una prueba más de lo que hemos afirmado siempre: que la teoría de los tres mundos fue puesta en práctica mucho antes de ser anunciada oficialmente en 1974. Recordemos esta evolución:
1) Recordemos que pese a que no mucha gente lo sabe, en los años 40 los revisionistas chinos ya habían dividido el mundo en tres en varias de sus publicaciones, dividiendo el mundo en los Estados Unidos, la Unión Soviética y una extensa zona de países –como en la entrevista de Mao Zedong con Anna Louise Strong de 1946–. Los revisionistas chinos sostenían la teoría menchevique de las fuerzas productivas:
«Sin un libre desarrollo de la economía privada capitalista y la economía cooperativa, sin un desarrollo nacional, científica y popular cultura de nueva democracia, sin la emancipación y desarrollo de miles de millones de personas, en breve tiempo, sin ser cuidadosos con la nueva revolución democrático-burguesa, el tratar de construir una sociedad socialista sobre las ruinas del orden colonial, semicolonial y semifeudal sería un sueño utópico». (Mao Zedong; La lucha por una nueva China; Informe en el VIIº Congreso del Partido Comunista de China, 24 de abril de 1945)
Recomendaban pues un desarrollo de la burguesía nacional, es decir del capitalismo nacional:
«Reconocer que el modo capitalista de producción es el método más progresista en la China actual, y que la burguesía, sobre todo la pequeña burguesía, representa los elementos sociales y la fuerza política comparativamente más progresistas en la China actual. (...) Así, la política del partido no es el debilitamiento del capitalismo y la burguesía, o el debilitamiento del campesino rico y sus fuerzas productivas, sino el fortalecimiento de la producción capitalista». (Partido Comunista de China; Decisión del Comité Central sobre las políticas de las tierras en las bases de apoyo antijaponesas, 28 de enero de 1942)
Los dirigentes chinos también albergaban grandes esperanzas en contraer una alianza político-económica con Estados Unidos teniendo gran confianza en sus créditos y su tecnología para industrializarse y modernizarse:
«Se necesitan grandes cantidades de capital para el desarrollo de nuestras industrias. Ellos vendrán principalmente de la riqueza acumulada por el pueblo chino, y al mismo tiempo de la asistencia extranjera. Damos la bienvenida a las inversiones extranjeras si tales son beneficiosos para la economía de China y se realizan de acuerdo con las leyes de China. Se pueden expandir rápidamente y a gran escala empresas rentables tanto para el pueblo chino como para los extranjeros, siendo la industria pesada y la modernización de la agricultura, una realidad cuando lo que hay es una firme e interna paz internacional, y cuando dichas reformas políticas y agrarias se realizan a fondo. Sobre esta base, hemos de ser capaces de absorber grandes cantidades de inversiones extranjeras. Una política regresiva y económicamente empobrecida para China no será rentable ni para el pueblo chino ni para los extranjeros». (Mao Zedong; La lucha por una nueva China; Informe en el VIIº Congreso del Partido Comunista de China, 24 de abril de 1945)
Todo esto quedó tipificado en el informe original de Mao Zedong presentado al VIIº Congreso del Partido Comunista de China de 1945 llamado: «La lucha por una nueva China» –que fue reeditado para sus Obras Escogidas llamándose ahora: «Sobre el gobierno de coalición» y eliminando estas tesis–.
2) China con Chou En-lai como representante funda el Movimiento de los Países No Alineados en la Conferencia de Bandung de 1955
«En abril de 1955 se reunieron en Bandung en Indonesia, la Conferencia de solidaridad afroasiática que reagrupaba en un inicio a los jefes de Gobierno de 29 países asiáticos y africanos: Nehru, Chou En-lai, Nasser, Sukarno y Tito, cogiéndose de la mano, pusieron las bases del «no alineamiento». China, India, Pakistán, Indonesia y Argelia formaban parte de los pilares fuertes de esta conferencia que prefiguraba las ideas tercermundistas que los revisionistas chinos abiertamente desarrollarían en los años 70, ya cuando se ilustraron las ambiciones de los pseudocomunistas chinos que procuraban desempeñar un papel de primer plano en el seno de los «no alineados» que representaban una buena parte del «segundo mundo». La Albania socialista se negó evidentemente a participar en esta conferencia. Jamás cesó de denunciar el no alineamiento y las teorías tercermundistas revisionistas-burguesas y otras teorías reaccionarias al servicio del sistema imperialista. (...) El no alineamiento fijaba oficialmente el objetivo de la búsqueda de una «tercera vía» que consistía en un tipo de «régimen intermedio», sería distinto del «capitalismo puro y duro» y de los países socialistas. Era una vía tomada prestada de la «nueva democracia» de China». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)
3) Más tarde Mao Zedong anunciaría la teoría de las zonas intermedias:
«Todas las naciones de Asia, África y América Latina se están rebelando contra el imperialismo; también Europa, Canadá y otros países se están rebelando contra el imperialismo. Incluso los imperialistas se están rebelando contra los imperialistas. ¿No es eso lo que está haciendo De Gaulle? En la actualidad, existen dos zonas intermedias en el mundo. Asia, África y América Latina constituyen la primera zona intermedia. Europa, América del Norte y Oceanía constituyen la segunda. El capital monopolista japonés pertenece a la segunda zona intermedia, pero también está descontento con Estados Unidos, y algunos de sus representantes se están rebelando abiertamente contra Estados Unidos. Y aunque ahora el capital monopolista japonés depende de Estados Unidos, llegará el momento en que se sacudirá del yugo estadounidense. (...) Obviamente, esto, de ninguna manera, significa que estoy a favor de la repetición de una agresión del imperialismo japonés. Sin embargo, no creo que el capital monopolista japonés permita que Estados Unidos lo tenga agarrado por el cuello para siempre. ¿No sería mejor para Japón ser completamente independiente, establecer relaciones y entrar en cooperación con las fuerzas que luchan por la independencia nacional en Asia?». (Mao Zedong; Entrevista con los socialistas japoneses, 11 de agosto de 1964)
4) Las teorías revisionistas del maoísmo en la economía que condujeron a sendos fracasos tanto durante el Gran Salto Adelante –con los datos negativos en agricultura y producciones de mala calidad y inservibles en la industria– y los mismos en la Revolución Cultural –con datos negativos en la industria pesada en el Tercer Plan Quinquenal– impidieron industrializarse correctamente a China, estas teorías revisionistas y estos datos económicos quedarían reflejados en el Manual de economía de Shanghái de 1974. Sumando eso a otros hechos político-económicos como los conflictos con los revisionistas soviéticos por reivindicaciones territoriales y choques fronterizos –derivando en su ruptura de relaciones económicas y la ayuda tecnológica–, Mao Zedong decidió virar de nuevo hacia los Estados Unidos para lograr la modernización e industrialización incompleta de China, para ello empezó las conversaciones secretas de Varsovia con los estadounidenses en 1969, recibió a Kissinguer en 1971, y finalmente Nixon en 1972 con el cual firmó el Comunicado de Shanghái en 1972 en el cual los revisionistas chinos firmaron la siguiente declaración ultrajante:
«La paz en Asia y la paz en el mundo requieren de esfuerzos de ambos para reducir inmediatamente las tensiones y eliminar las causas básicas de los conflictos. Los Estados Unidos trabajaran para lograr una paz justa y segura: justa, porque cumple con las aspiraciones de los pueblos y naciones para la libertad y el progreso; segura, ya que elimina el peligro de una agresión extranjera. Los Estados Unidos apoyan la libertad individual y el progreso social para todos los pueblos del mundo, libre de la presión o intervención exterior. (...) Los Estados Unidos pusieron de relieve que los pueblos de Indochina se les debería permitir determinar su destino sin intervención externa, y su principal objetivo constante ha sido una solución negociada, la propuesta de ocho puntos presentada por la República de Vietnam y los Estados Unidos el 27 de enero 1972 representa una base para la consecución de ese objetivo, en la ausencia de una solución negociada de los Estados Unidos prevé la retirada final de todas las fuerzas estadounidenses de la región en consonancia con el objetivo de la libre determinación de todos los países de Indochina. (...) Los Estados Unidos apoya el derecho de los pueblos de Asia del Sur para dar forma a su propio futuro en paz, libre de la amenaza militar, y sin que su propia área se convierta en objeto de la rivalidad entre grandes potencias». (Comunicado conjunto de la República Popular de China y los Estados Unidos, Shangai, 27 de febrero de 1972)
Enver Hoxha sentenciaba:
«¿Qué se desprende de este comunicado? China le dice al mundo que ha conversado amistosamente con los Estados Unidos, que como resultado de estas conversaciones se evitará la guerra entre ambos, que no se permitirá que la región Asia-Pacífico se convierta en zona de influencia de ninguna gran potencia –cuentos–, que ninguna de las dos partes debe entenderse con un tercero contra la otra –cuentos–, y que el mundo no debe ser dividido en esferas de influencia –más cuentos–». (Enver Hoxha; El viaje de Nixon a China, las conversaciones sino-estadounidenses, el comunicado final; Reflexiones sobre China, Tomo II, 21 de marzo, 1972)
Después en privado Mao Zedong empezaría a revelar a sus aliados la teoría de los tres mundos a la que había acabado de dar forma para sus nuevos intereses:
«Mao Zedong: «¿Quien pertenece al primer mundo?»
Kaunda: Creo que debe ser el mundo de los explotadores e imperialistas».
Mao Zedong: «¿Y el segundo mundo?»
Kaunda: «Los que se hicieron revisionistas».
Mao Zedong: «A mi juicio, los Estados Unidos y la Unión Soviética constituyen el primer mundo; fuerzas intermedias como Japón, Europa, Australia y Canadá, integran el segundo mundo; y nosotros formamos parte del tercer mundo».
Kaunda: «Estoy de acuerdo con su análisis, señor Presidente». (...)
Mao Zedong: «Toda Asia, excepto Japón, pertenece al tercer mundo; África entera pertenece también a éste, e igualmente América Latina». (Mao Zedong; Extractos de la entrevista de Mao Zedong con el presidente de Zambia, Kenneth Kaunda, realizada en Beijing, el 22 de febrero de 1974)
Es más, designaría personalmente a Deng Xiaoping para presentarla al mundo pese a la oposición de algunos:
«En marzo de 1974, cuando el Politburó convino a quien se debería elegir para liderar la delegación a las Naciones Unidas, Jiang Qing estuvo en desacuerdo con la decisión de elegir a Deng Xiaoping. El 27 de marzo de 1974 Mao escribío a Jiang Qing: «La elección de Deng Xiaoping es mi idea, lo mejor es que tú no te opongas». El discurso de Deng Xiaoping para la sesión especial de las Naciones Unidas fue aprobado por el Politburó y revisado por Mao Zedong. El 4 de abril de 1974 Mao Zedong comentó del discurso, «Bien. Lo alabo». (Gucheng Li; Un glosario de términos políticos de la República Popular de China, 1995)
Deng procedería a lanzar dicho discurso en la ONU:
«A juzgar por los cambios en las relaciones internacionales, el mundo de hoy en realidad se compone de tres partes, o mundos, que son a la vez interconectadas y en contradicción entre sí. Los Estados Unidos y la Unión Soviética constituyen el primer mundo. Los países en desarrollo de Asia, África, América Latina y otras regiones constituyen el Tercer Mundo. Los países desarrollados entre los dos componen el Segundo Mundo». (Discurso de Deng Xiaoping en la ONU, 10 de abril de 1974)
Para dar forma a la teoría, estimularía en sus medios de comunicación oficiales la visión de que el tercer mundo era la fuerza motriz de la época:
«Los pueblos de numerosos países del tercer mundo se han convertido en la mayor fuerza motriz que propulsa el avance de la historia humana y en una fuerza revolucionaria contra el imperialismo». (Pekín Informa; Vol.18, Nº18, 2 de mayo de 1975)
Y que del primer mundo, una de las superpotencias imperialistas –la Unión Soviética– era más agresiva que la otra –Estados Unidos–, intentando justificar la proposición de la alianza de Estados Unidos con el segundo y tercer mundo contra la Unión Soviética:
«No es fortuito que el socialimperialismo soviético sea el enemigo más peligroso para el tercer mundo». (Pekín Informa; Vol 19, No. 44, 29 de octubre de 1976)
Para ello se determinó en cada oportunidad que los países del segundo mundo y el tercero se uniesen:
«En su discurso Li Chiang, ministro de comercio exterior, dijo que el señor Soames es el primer representante oficial de la Comunidad Económica Europea que ha visitado China y que su visita promueve un nuevo progreso en las relaciones entre China y la Comunidad Económica Europea. Señaló: «Desde el establecimiento de la Comunidad Económica Europea, ha habido una creciente tendencia hacia la unidad entre los países de Europa Occidental. No obstante ante la presión e intervención externas, han hecho continuos esfuerzos para salvaguardar su soberanía e independencia. Esto constituye un factor positivo en el desarrollo de la situación internacional. Agrego: Quisiéramos ver el desarrollo de mejores relaciones entre la Comunidad Económica Europea y los países del tercer mundo. Nos asiste la convicción de que, siempre que se unan los países que están sometidos a la agresión, interferencia y control de las superpotencias, frustrarán los complots de esas superpotencias que buscan hegemonía mundial». (Pekín Informa; Vol 18, No. 20, 16 de mayo de 1975)
Como lo demuestran las propias reuniones de Mao Zedong con los estadounidenses:
«Presidente Ford: «Estamos muy preocupados por la situación en España también, señor presidente. Al rey lo apoyamos. Esperamos que sea capaz de manejar los elementos que pudieran socavar su régimen. Y vamos a trabajar con él para tratar de tener el control necesario de la situación durante este período de transición». Presidente Mao: «Sería bueno que el Mercado Común Europeo los aceptara. ¿Por qué no acepta la Comunidad Económica Europea a España y Portugal?». Presidente Ford: «Señor presidente, nosotros hemos exhortado a la alianza de la OTAN para que fuera más amigable incluso durante la dictadura de Franco. Y esperamos que con el nuevo rey España sea más aceptable para la alianza de la OTAN. Además creemos que la CEE debe ser sensible a los movimientos del gobierno español hacia la unidad con la Europa occidental en su conjunto. Vamos a trabajar en ambos sentidos tanto como nos sea posible». (Conversación entre Mao Zedong y Henry Kissinger; 2 de diciembre de 1975)
Por último mediante el aceptamiento de la política y las teorías de otros revisionismos de la época, China buscaba que el mundo revisionista y promocionara la teoría tercermundista de China. Véase esa conjugación de intereses en sus relaciones y comunicados con los revisionistas yugoslavos, rumanos, coreanos, etc.:
«El Presidente Mao Zedong dio la mano al Presidente Džemal Bijedić. (...) La corriente visita del Presidente Džemal Bijedić servirá de ayuda para reforzar la amistad y unidad entre China y Yugoslavia, así como sus pueblos. Las amistosas relaciones y la cooperación entre los dos países será desarrollada aún más. (...) Después de la liberación, Yugoslavia y su pueblo hicieron un esfuerzo significativo en construir su economía y su defensa nacional. La industria y la agricultura se ha desarrollado regularmente y ha hecho que este país sea autosuficiente en cuanto a grano. En cuanto a las relaciones exteriores, los yugoslavos persiguen una política de no alineamiento, reforzando la unidad y cooperación con los países del tercer mundo y dando energías y apoyo en la lucha de diversos pueblos en sus movimientos de liberación nacional: esto firmemente ha sostenido todos los países grande o pequeños sean iguales internacionalmente en sus relaciones exteriores, que deben estar basadas en los principios de igualdad, independencia, respeto, y soberanía territorial íntegra: y en oposición al imperialismo y sus ansias de poderes hegemónicos. Esta política exterior de los yugoslavos juega un rol positivo en la causa de la unidad contra el hegemonismo, en la causa mantenida por los pueblos del mundo». (Pekín Informa; Vol 18, No. 41, 10 de octubre de 1975)
Durante el documento dejaremos varias anotaciones de los propios documentos chinos, para que veamos que el apoyo de los revisionistas chinos a las diferentes políticas reaccionarias no son invenciones de Enver Hoxha, sino hechos que los mismos maoístas publicitaban con gusto.
El maoísmo no solo es el tercermundismo por antonomasia, sino también del no alineamiento y el paradigma de las llamadas «terceras vías», que no es otra cosa que una síntesis de nacionalismo más socialdemocratismo. Quien niegue esto por desconocimiento, niega la historia y es un pobre ignorante, pero quién apoye el maoísmo sabiendo todo esto, es un consciente sentimentalista, pero igualmente antimarxista.
El documento:
«Durante la primera quincena de enero han visitado oficialmente China, entre otras, una delegación del gobierno italiano, presidida por el ministro de Asuntos Exteriores, Medici, y una delegación congoleña –del Zaire–, encabezada por el presidente de esta república africana, general Mobutu.
Estas dos delegaciones han sido recibidas por Chou En-lai, el cual, como es natural, ha conversado con ellas sobre cuestiones políticas y otra serie de problemas, ha hecho declaraciones y ha formulado algunas de sus concepciones políticas e ideológicas, que a mi entender tienen una importancia especial dado su carácter «específico». Esto es lo que me empuja a escribir estas notas.
Con el italiano Medici, Chou En-lai tuvo un encuentro en el cual intercambiaron sus puntos de vista. La prensa china, aparte de anunciar esta «cordial» entrevista, no dio la más mínima información; en cambio la prensa, la radio y la televisión italianas, no sólo hicieron un amplio eco a la visita de Medici y a sus conversaciones con Chou En-lai, sino que sobre todo pusieron de relieve la siguiente declaración de este último: China aprueba el Mercado Común Europeo, aprueba y considera justa la creación de una «Europa Unida», que han comenzado a edificar los Estados de Europa Occidental [1].
En el banquete oficial que Chou En-lai ofreció en honor de Mobutu, sin ningún tipo de ambages afirmó, entre otras cosas, que «China, a pesar de las diferencias que existen entre su forma de régimen y el del Zaire, pertenece, naturalmente al igual que el Zaire, al tercer mundo» [2]. Se trata de una declaración oficial publicada en la prensa china.
Por lo que se refiere a las declaraciones que Chou En-lai hizo ante Medici, puede suponerse que la prensa italiana esté interesada en inventarse cosas, deformando dichas declaraciones. Ello es posible, pero puesto que la propia China no ha hecho ningún desmentido oficial, hay que considerar que estas declaraciones han sido hechas.
Tengamos presente que los embajadores chinos en los países de Europa han expresado a nuestros embajadores puntos de vista idénticos sobre el Mercado Común y la «Europa Unida». Por lo tanto, estamos ante una orientación política salida de la dirección central, de Pekín; estamos ante una línea y una directriz emitidas por el Comité Central del Partido Comunista de China y el gobierno chino. Así pues, esta línea es llevada a la práctica sin titubeos. Nosotros no sólo no estamos de acuerdo con dicha línea, con dichas orientaciones, sino que nos oponemos a ellas, ya que son erróneas en lo que se refiere a los principios y porque en la práctica no están en la vía marxista-leninista sino en contra de ella. Se trata de concepciones revisionista-oportunistas que no favorecen la revolución, el despertar y la lucha revolucionaria de los pueblos contra el imperialismo, el capitalismo y la burguesía reaccionaria.
Expliquémonos. ¿Cómo justifican los camaradas chinos, y en particular el camarada Chou En-lai que es el protagonista de esta línea, estas actitudes políticas cruciales que aparecen en ella? ¿Únicamente con la «explotación de las contradicciones existentes entre el imperialismo estadounidense y el socialimperialismo soviético»? «Combatamos por profundizar estas contradicciones», dice Chou En-lai. Hasta aquí bien. Pero, ¿a favor de quién las profundizamos y acaso sólo existen éstas? ¿No hay más contradicciones, conocidas unas y desconocidas otras, que debamos poner al desnudo y combatir por profundizarlas en interés de la libertad política y económica, en interés de la soberanía y la autodeterminación de los pueblos, en interés de la revolución?
¿Quién suscita estas contradicciones existentes que se agudizan cada día más? ¿Dónde está su origen? ¿Son simples o complejas? ¿Sólo las hay entre las dos superpotencias o llegan más lejos, más profundamente? ¿Los marxista-leninistas debemos interesarnos por profundizar únicamente las contradicciones que existen entre los Estados Unidos imperialista y la Unión Soviética revisionista, y olvidarnos de las contradicciones que hay, y que deben ser profundizadas, entre los Estados Unidos y sus «aliados», entre la Unión Soviética revisionista y sus «aliados», entre estas dos superpotencias y los Estados del «tercer mundo» comprendidos en sus respectivas esferas de influencia? ¿Debemos olvidar la gran cuestión de clase, la lucha del proletariado, es decir, la solución de la gran contradicción existente entre el proletariado y la burguesía capitalista, entre el capital y el proletariado, entre el proletariado y los pueblos, por un lado, y la oligarquía capitalista y su poder, por el otro? ¿Debemos olvidar que es preciso destruir el poder de la burguesía por medio de la lucha e instaurar en su lugar la dictadura del proletariado, que es preciso substituir el régimen burgués capitalista por el régimen socialista?
Si descuidamos y olvidamos todo esto, o si utilizamos fórmulas para velar esta realidad y en la práctica actuamos de manera distinta, entonces no vemos, no juzgamos y no aplicamos las cosas en tanto que marxistas.
Tomemos las cuestiones una a una. Es cierto que existen contradicciones entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, y que debemos profundizarlas. ¿Dónde radica el origen de estas contradicciones y en qué base se apoyan? Su origen radica en el mismo carácter del capitalismo y en sus eternos objetivos, en la explotación despiadada del proletariado, en la esclavización de los pueblos. El imperialismo, que es la última fase del capitalismo, se encuentra en putrefacción. Lucha a sangre y fuego, lucha con la política y la ideología, para mantener esclavizados a los pueblos, reprimir la revolución y golpear a los rivales que se le presentan en la arena internacional. Sus enemigos decididos, los que en última instancia le destruirán, son los pueblos, es el proletariado mundial, es la revolución.
La historia confirma que la rivalidad entre las agrupaciones capitalistas de un país y las agrupaciones capitalistas de otro país, o entre grupos de capitalistas de varios países y grupos de capitalistas de otros países por dominar el mundo, por crear y extender sus imperios coloniales, por repartirse las zonas de influencia y los mercados, ha dado lugar a conflictos y ha lanzado a la humanidad a guerras sangrientas. Para la humanidad esto ha significado grandes crisis, y ha tenido como objetivo la explotación y la opresión de los hombres, de los pueblos, de los Estados más débiles por parte de los más poderosos. La demagogia de los belicistas y de los esclavizadores engañaba a personas y pueblos, aprovechándose de sus sanos sentimientos, pero a pesar de todo nada podía sofocar sus aspiraciones a la libertad, a la independencia, a la liberación y a la revolución. La fuerza de estos sentimientos y aspiraciones iba en ascenso. Las masas trabajadoras oprimidas y explotadas se convirtieron en la fuerza motriz determinante del movimiento hacia el progreso, en la fuerza adversaria más severa del capitalismo esclavizador, del imperialismo. Ni la transformación de la Unión Soviética en un país capitalista, ni la transformación de una serie de Estados de democracia popular en Estados burgueses capitalistas, pudieron modificar esta tendencia del desarrollo. La revolución marcha hacia adelante, el socialismo demuestra sin cesar su vitalidad; el imperialismo estadounidense, cabeza de una serie de Estados capitalistas, y el socialimperialismo soviético, cabeza de una serie de países revisionistas, se ven metidos en una profunda crisis política, ideológica, económico-financiera, cultural y militar.
En ese mundo podrido, que está en declive, estas grandes crisis fatales son causadas por las huelgas, las protestas, etc., por la revolución que bulle en todos lados, así como por las luchas de liberación de los pueblos, cualesquiera que sean sus formas y los estadios alcanzados, que se desarrollan en todo el mundo. Aquí reside la base de nuestra lucha contra el imperialismo y el socialimperialismo, éstas son las armas decisivas que debemos emplear para echarlos abajo. Es en torno a este gran objetivo que deben ser edificadas de manera correcta nuestra estrategia y nuestras tácticas de combate y, para ahondar las contradicciones existentes entre los enemigos, debemos fundamos en estos principios y no en fantasías, en aventuras o en actitudes oportunistas.
Como es sabido, el imperialismo estadounidense salió de la Segunda Guerra Mundial fortalecido y provisto de un potencial militar y económico de carácter agresivo. Asumió el papel de gendarme internacional y trabajó para poner en pie a todas las fuerzas reaccionarias capitalistas de Europa, América Latina, etc. El imperialismo estadounidense tenía que hacer frente al gran campo socialista y a todos los pueblos del mundo, que aspiraban a la liberación y luchaban por conquistarla.
En unos cuantos años, los Estados Unidos levantaron la Alemania de Bonn, Italia, la economía capitalista francesa y la inglesa, etc., pero pusieron mucho cuidado en guardarse la «ración», es decir, la parte del león en cualquiera de los cambios que se operaban en esos países. Los Estados Unidos «aligeraron» a estos países de sus colonias, que hicieron suyas empleando nuevos métodos. Al poner aparentemente en pie a estos Estados, los imperialistas estadounidenses reforzaron su hegemonía en el mundo y ataron a sus «aliados» a su carro gracias a una serie de tratados militares y económicos. Todo esto servía para fortalecer, en primer lugar, la hegemonía estadounidense, para fortalecer a la burguesía reaccionaria de cada país, para reprimir cualquier movimiento y aspiración popular en esos países y en el resto del mundo, y para crear un bloque de hierro contra la Unión Soviética socialista, contra el comunismo. La guerra fría, las guerras locales de agresión y la amenaza de la bomba atómica que los Estados Unidos hacían pender sobre ellos, en ningún momento amedrentaron a los países socialistas y a los pueblos del mundo.
La gran traición de los revisionistas soviéticos debilitó el campo socialista, pero no podía impedir que la revolución mundial marchara adelante, no podía destruir el socialismo en tanto que régimen económico-social, ni la ideología marxista-leninista, al igual que no podía sofocar las aspiraciones de los pueblos y sus deseos de combatir por el socialismo. El marxismo-leninismo es inmortal y siempre sale triunfante.
Pero, ¿qué sucedió? Con la traición de los revisionistas soviéticos ¿se borraron quizás las contradicciones de nuestra época en toda su complejidad? En absoluto, se acrecentaron, tanto para los Estados Unidos como para la Unión Soviética, al igual que para sus respectivos aliados y esto independientemente de los tratados, de los acuerdos, de los arreglos diplomáticos, etc. Las contradicciones que tienen entre sí los imperialistas estadounidenses y los revisionistas soviéticos jamás pueden ser borradas o disminuidas, al contrario, se multiplican y se agrandan. Su origen y su base se encuentran siempre en los fenómenos que he expuesto más arriba. En la actualidad las dos superpotencias, a pesar de las contradicciones que tienen, están aliadas para combatir a los países auténticamente socialistas, para combatir a los partidos comunistas marxista-leninistas, para combatir las aspiraciones de los pueblos a la libertad, a la autodeterminación y a la soberanía, para combatir y aplastar las justas luchas de los pueblos. En todos estos sentidos están de acuerdo. Por lo tanto, están de acuerdo para combatir al socialismo y al comunismo.
Los Estados Unidos se baten por conservar su hegemonía en el mundo; la Unión Soviética se bate por establecer su hegemonía. Así pues, estas dos superpotencias están en rivalidad por repartirse las zonas de influencia y por minar recíprocamente las alianzas que cada una de ellas ha establecido con los otros. Esto entra en el juego de las zonas de influencia y ha creado, y creará como es natural, nuevas contradicciones, roces serios, e incluso fricciones armadas. Hasta el presente la bomba atómica ha tenido una función de disuasión frente al eventual estallido de un conflicto entre las dos superpotencias.
El imperialismo estadounidense y sus aliados europeos desean ver debilitada la potencia imperialista soviética y luchan para llevar este debilitamiento hasta sus últimas consecuencias, para, no solamente atenuar su peligrosidad ideológica, sino, de ser posible, tornarla económicamente dependiente de ellos, y debilitar su fuerza militar agresiva, que es temida por los Estados Unidos y sus aliados. Por eso, tienden a liquidar la dependencia de los países del Pacto de Varsovia respecto a la Unión Soviética. Por lo que a esto se refiere han obtenido un buen número de éxitos y es seguro que obtendrán otros, porque los satélites europeos de la Unión Soviética, empezando por Rumania y acabando por Polonia, tienen sus ojos vueltos hacia los Estados Unidos, la República Federal Alemana, Francia e Inglaterra. Los trapicheos entre bastidores de la diplomacia secreta están al orden del día. Los imperialistas tienen un miedo terrible a los pueblos.
Los países capitalistas de Europa, a pesar de su reconstrucción económica, se encuentran en una gran crisis y sus pueblos están oprimidos por las oligarquías locales. En todos los lados se producen huelgas, manifestaciones, enfrentamientos armados e incluso guerras, como ocurre en Irlanda del Norte. ¿Qué demuestra esto? La putrefacción del capitalismo y el ascenso de las fuerzas revolucionarias. Pero, aparte de la opresión y la explotación de las oligarquías locales, en estos Estados impera la bota salvaje del imperialismo estadounidense. En esta situación estos Estados también quieren quitarse de encima la bota de los estadounidenses. Pero, ¿cómo? La retirada de De Gaulle de la OTAN, la creación de una fuerza atómica independiente de disuasión por parte de Francia, la creación del Mercado Común Europeo, la idea lanzada de crear los «Estados Unidos de Europa» y la lucha continua que se lleva a cabo en este sentido, no tienen como único objetivo escaparse del diktat estadounidense. Esto no es más que un aspecto. Existe otro aspecto, y es que la burguesía piensa que la unión de los grandes monopolios de estos países dará lugar a una potencia económica, política y militar compacta, que estará en mejor situación de reprimir los levantamientos y las revoluciones populares, que desde ya han causado problemas insuperables y que más tarde, debido a las crisis crónicas, serán todavía más insolucionables. Pero todos estos planes reaccionarios no les resolverán nada. Las oligarquías de estos Estados desean, hasta que se aseguren frente al peligro que proviene de la Unión Soviética, preservar la OTAN, es decir, preservar la ayuda militar que les llega de los Estados Unidos. Y aquí surge una serie de contradicciones: los Estados Unidos quieren mantener la OTAN, pero no desean que el Mercado Común Europeo se transforme en una barrera para ellos y, lo que es peor, que los «Estados Unidos de Europa» se conviertan en una gran potencia. De los Estados que se unirán en esta organización, ¿quién será el preponderante? ¿Francia, Alemania Occidental o Inglaterra? Así renacen nuevas rivalidades, nuevas «alianzas», se alimentan continuas querellas, que nosotros, marxista-leninistas, debemos analizar correctamente, prever correctamente y adoptar ante ellas actitudes correctas.
Veamos ahora las declaraciones de Chou En-lai, que, para esclarecerlas, me he visto obligado a escribir estas notas, tal vez un poco largas, pero a pesar de ello incompletas.
La prensa y la radio italianas hablan con entusiasmo de la actitud de los chinos, los cuales, por boca de Chou En-lai, llaman a Europa a «encontrar su unidad en todos los dominios». Según las afirmaciones de Chou En-lai –siempre en base a la prensa italiana– «el proceso de la integración europea constituye un elemento esencial para lograr una verdadera disminución de la tensión». Chou En-lai, según esta prensa, recalcó «la necesidad de que este proceso no se limite al sector económico, sino que se extienda también al terreno de la política y al de la defensa». No se puede ser más explícito. Y puesto que no ha sido desmentido, esto ha sido dicho por Chou En-lai.
Estos juicios de Chou En-lai son antileninistas y reaccionarios, están en oposición con las conocidas tesis de Lenin sobre el problema de los «Estados Unidos de Europa». Estos puntos de vista de Chou En-lai se alinean así junto con los de la reacción europea.
Chou En-lai está por la integración europea en interés del gran capital cosmopolita, es decir, está por su dominación política, económica y militar sobre los pueblos de Europa, está porque la ley de hierro del capital impere sobre los pueblos de Europa. Con sus tesis, Chou En-lai –que se nos presenta como el teórico de la utilización de las contradicciones– ignora por completo las grandes e irreconciliables contradicciones que existen entre el proletariado y los pueblos de Europa, por un lado, y los regímenes burgueses reaccionarios de sus países y las oligarquías capitalistas, por el otro; olvida, asimismo, las contradicciones existentes entre las mismas oligarquías. Por lo tanto, Chou En-lai llama a extinguir la lucha de clases, llama a realizar la integración europea, llama a no profundizar las contradicciones del capitalismo europeo en favor del proletariado. Con justa razón, pues, la prensa reaccionaria exalta a Chou En-lai y tiene buenos motivos para hacerlo.
El proletariado italiano está en huelga casi todos los días. La burguesía italiana intenta escapar a estas tenazas. Italia se ha transformado en una base de los Estados Unidos dirigida contra el proletariado, pero inútilmente. La reacción italiana utiliza las porras de la policía, pero no puede frenar el impulso del movimiento huelguístico. La burguesía lucha por la integración europea, por la creación de los «Estados Unidos de Europa», y se sobreentiende qué es lo que la burguesía espera de ello y qué males caerán sobre los obreros y los pueblos de Europa. Y en esto, la burguesía es ayudada por Chou En-lai, que recomienda a los pueblos y al proletariado de Europa que sigan confiadamente a sus dirigentes, en lugar de decirles «levantaros contra los enemigos de clase, cavar su tumba y enterrarlos en ella, en vez de que sean ellos los que os sepulten».
Pero ¿qué es lo que empuja a Chou En-lai a pronunciarse tan descaradamente en oposición con el marxismo-leninismo? El parte de otra idea y piensa: «Alentemos este bloque reaccionario europeo, porque se presenta en contra del bloque estadounidense, pero sobre todo enfrentado al bloque soviético. Así profundizamos las contradicciones entre los bloques imperialistas en favor del socialismo». Pero hay que preguntarse: ¿a favor de qué socialismo se profundizarían estas contradicciones, cuando se llama a los obreros y a los pueblos a estarse quietos, a integrarse como corderos en el redil del pastor capitalista? En este caso el .socialismo se reduce a China, que se inspira en tales ideas de Chou En-lai.
Chou En-lai debe ser consecuente con sus ideas. Puesto que llama a los Estados europeos a integrarse bajo sus oligarquías capitalistas, debe admitir el Pacto de Varsovia y la ocupación de Checoslovaquia.
Chou En-lai proclama que está en contra del hegemonismo soviético sobre estos Estados, e incluso al respecto se pronuncia por la «desintegración». En esta cuestión no hay consecuencia por su parte, o si la hay es en el sentido de que los satélites europeos de la Unión ¡Soviética se desliguen de ésta y se integren en la otra Europa «unida», a cuya creación llama no sólo la burguesía monopolista de Europa, sino también Chou En-lai.
Chou En-lai no trabaja para lanzar a los pueblos a la revolución, para debilitar los distintos eslabones de la cadena capitalista, no ayuda a romper los eslabones más débiles de esta cadena salvaje para los pueblos, sino que propone la creación a favor de China, aunque sin decirlo abiertamente, de diversos bloques para equilibrar las fuerzas siguiendo un camino que no es marxista-leninista, que no es revolucionario. Todos debemos luchar a favor de una China socialista, pero debemos hacerlo sólo por una China socialista, y en la vía marxista-leninista.
Chou En-lai y la dirección china dicen que luchan en dos flancos a la vez, contra el imperialismo estadounidense y contra el socialimperialismo soviético. Ahora bien, resulta que han atenuado su lucha contra los Estados Unidos. ¿Y cuándo ha sucedido esto? Precisamente cuando llevan a cabo una bárbara guerra contra Vietnam y continúan sus guerras de agresión en todos lados. En semejante momento Chou En-lai pretende que «la revolución ha tocado a la puerta de los Estados Unidos». En estos momentos de crisis para el imperialismo estadounidense, tenderle la mano como ha hecho y hace China, no sólo es incorrecto, sino que además significa ayudarle. ¿Quizás así se confirma la tesis de Chou de que «estas cosas &e hacen para profundizar las contradicciones entre las dos superpotencias en favor del socialismo»? ¿Sacaron de ello algún provecho Vietnam o el Oriente Medio? ¿El hecho de que China aceptase recibir a Nixon debilitó los lazos entre el imperialismo estadounidense y el socialimperialismo soviético? Nada de esto se ha confirmado. AI parecer la política china esta por la creación de bloques cerrados, que naturalmente serán rivales entre si y estarán corroídos por grandes contradicciones.
Hace algunos meses Chi Peng-fei, ministro chino de Asuntos Exteriores, declaró más o menos lo siguiente: «China, Corea, Vietnam, Camboya, Laos y los demás países de Indochina, forman una gran familia» etc. Aquí naturalmente no se habla de «bloque», de «campo», de «países socialistas», esto huele a «familia amarilla», a «agrupación asiática». Este viento que sopla no es marxista-leninista. Por lo tanto, hoy llaman a una «Europa Unida», a constituir una «gran familia», a formar el «tercer mundo», mañana podrán llamar a la integración de los países de América Latina o de los «pueblos negros de África». Esta es la tendencia que aparece en la política china y dicha tendencia no es marxista-leninista, no es revolucionaria. Significa apartar la atención de los pueblos de la verdadera lucha revolucionaria.
La declaración de Chou en el banquete ofrecido en honor de Mobutu es abiertamente antimarxista. Colocó a China en el «tercer mundo». Esto significa negar el socialismo, ocultar a los ojos del mundo la verdadera personalidad de China y el carácter de su régimen económico-social. Este es un punto de vista oportunista y antimarxista. Es sabido que fueron Tito y sus compañeros, Sukamo, Nehru y Nasser, los que lanzaron la idea sobre el «mundo» de los países supuestamente no alineados, pero se trataba de burgueses capitalistas; ellos mismos, sus Estados ,y sus partidos estaban y están ligados a los imperialistas ya los socialimperialistas. Es cierto que los países socialistas deben crear lazos con muchos de estos Estados burgueses que los chinos incluyen en el llamado tercer mundo, ayudarles en su lucha contra el imperialismo, porque tienen profundas contradicciones con él, pero no hay que diluir la personalidad de la política de nuestro régimen socialista, disimular el hecho de que somos países socialistas, de que nuestros partidos son partidos marxista-leninistas, etc.
Declarar que estás en el «tercer mundo», significa: o hacer demagogia esforzándote por engañar a los otros, o en realidad no ser un país socialista, de la misma forma que no lo es la Yugoslavia titista, y ser en cambio un país completamente burgués capitalista.
Con tal declaración se le dice al mundo: «Dejemos que los revisionistas enarbolen la bandera de los «países socialistas», del «campo socialista», de la «comunidad socialista», nosotros estamos en el «tercer mundo»». No, esta tesis es antimarxista. Los albaneses no estamos de acuerdo. Albania socialista es y será socialista aunque se quede sola. Continuaremos siendo un país socialista, aunque nos quedemos como una pequeña isla en medio del mapa mundial, lucharemos con fe según nuestra ideología marxista-leninista, con fe en la revolución, en el proletariado mundial y en los pueblos, hasta que triunfe el socialismo y el comunismo en todo el mundo.
Los marxista-leninistas debemos saber distinguir cuando se hacen en un país transformaciones políticas esenciales verdaderamente democráticas y cuando se hacen transformaciones que no tienen este carácter. Debemos apoyar las primeras y no las segundas, e incluso combatir los cambios políticos reaccionarios.
Las transformaciones políticas de carácter democrático y progresista ayudan a la revolución socialista. Por lo tanto nosotros, países socialistas, no podemos ni debemos aislarnos y abstenernos de ayudar a los países y a los Estados del llamado tercer mundo, cuando éstos llevan a cabo transformaciones y reformas políticas democráticas, cuando están en conflicto y en lucha con los imperialistas, los socialimperialistas y otros enemigos de los pueblos. Pero a nosotros, países socialistas, no nos está permitido confundirnos con ellos.
Los países socialistas como Albania y China [3] debemos estar constantemente en pie para luchar contra el mundo capitalista y socialimperialista. Nuestra tarea consiste en arrastrar al camino justo a las clases oprimidas de los otros países, por medio de nuestro ejemplo y de nuestra lucha militante, conjugando nuestros esfuerzos para que se lancen a la revolución contra los regímenes opresores y esclavizadores capitalistas.
Cada vez estamos más convencidos de que China no actúa así. Entre muchos otros, esto aparece claro en los dos casos que he evocado aquí. El general Mobutu y su camarilla son vinos reaccionarios, son los asesinos de Lumumba y de otras personas progresistas de su país. China recibió al representante de esta antidemocrática camarilla africana en medio de grandes honores y, para darle placer, Chou En4ai declaró que «China forma parte del tercer mundo». En pocas palabras, China le dice al pueblo congoleño que «yo soy amiga de Mobutu, yo sostengo a Mobutu, porque es un demócrata, un progresista», etc., y le importa muy poco si Mobutu oprime al pueblo y al proletariado, le importa muy poco que en Pekín declarase en pleno banquete delante de Chou: «Nosotros, los congoleños, somos como somos, seguiremos siendo así y no queremos otras ideologías», etc., etc. ¡Bonita perspectiva tiene el socialismo en el Congo, en caso de que apoyemos al señor Mobutu!
La misma perspectiva sombría le será reservada a la revolución y al socialismo en caso de que los marxistas y los países socialistas apoyen al Mercado Común Europeo y a los «Estados Unidos de Europa», como hace China, o al COMECON y a la agrupación revisionista de la Unión Soviética con sus satélites europeos. No, Albania socialista y el Partido del Trabajo de Albania no marcharán jamás por este camino erróneo, antileninista, de los chinos. Estos deben abandonar lo antes posible esta vía equivocada, o de lo contrario irán mucho más lejos.
Es imposible imaginar que los camaradas chinos hayan caído en este error sin querer y sin darse cuenta. Hoy por hoy, los chinos llevan a cabo bien que mal la «lucha contra los revisionistas soviéticos», independientemente de que es evidente que la desarrollan no desde una plataforma verdaderamente marxista-leninista, sino desde una plataforma chovinista que huele a política de gran Estado; mientras que mañana es posible que cesen esta lucha, lo cual es de esperar de gente que, o bien no tiene claros los principios marxista-leninistas, o bien los tiene claros, pero quiere aplicar los principios opuestos.
Los camaradas chinos saben, de la misma manera que lo sabemos nosotros, que «el capitalismo es internacional y monopolista». Las grandes potencias capitalistas, tanto las de ayer como las de hoy, tanto si son imperialistas como si son social-imperialistas, no han cambiado, continúan, saqueando y oprimiendo a los otros pueblos y a las otras naciones. Esto es lo que hacen los Estados Unidos, lo que hace la Unión Soviética revisionista, lo que hace Japón; lo mismo han hecho y se esfuerzan por hacer ahora los capitalistas franceses, germano-occidentales, ingleses e italianos. Los capitalistas europeos, para llevar sus objetivos a mejor término, han creado el Mercado Común Europeo y están trabajando paira crear la «Europa Unida». En este sentido son apoyados por China socialista, que de esta manera se opone a las verdaderas tareas de un Estado socialista y a los puntos de vista de Lenin, que suenan tan actuales cuando dice:
«Desde el punto de vista de las condiciones económicas del imperialismo, es decir, de la exportación de capitales y del reparto del mundo por las potencias coloniales «avanzadas» y «civilizadas», los Estados Unidos de Europa bajo el capitalismo, son imposibles o son reaccionarios». (Vladimir Ilich Uliánov; Lenin; La consigna de los Estados Unidos de Europa, 1915)
Esto está claro como el agua.
¿Qué hace este grupo de capitalistas modernos? Exporta capitales e invierte en los otros países para explotar y esclavizar a sus pueblos. Son los neocolonialistas del período posterior a la Segunda Guerra ¡Mundial. Y entre ellos hay que incluir a. los revisionistas soviéticos. Asistimos a la organización de un nuevo pillaje colosal, bajo nuevas formas, por los bandidos imperialistas y soeialimperialistas.
Con la creación de los «Estados Unidos de Europa», que también es sostenida por Chou En-lai, actualmente los capitalistas de Europa Occidental no persiguen otro fin que repartirse tranquilamente el sudor y la sangre del proletariado europeo, de los pueblos europeos. Los capitalistas quieren dar a la repartición del sudor y de la sangre de estos pueblos un color «pacífico», «embelleciéndola» con slogans tales como el de la «revolución técnico-científica», la «sociedad de consumo» y otras consignas prefabricadas. Pero esta repartición, como dice Lenin, no puede hacerse sobre otras bases que las de la fuerza. Y he aquí por qué este bloque de Estados es una fuente de guerras de agresión imperialistas para repartirse el botín del pillaje.
Lenin dice:
«Bajo el capitalismo es imposible un proceso uniforme de desarrollo económico de las distintas economías y de los distintos Estados. Bajo el capitalismo, para restablecer de cuando en cuando el equilibrio alterado, no hay otro medio posible más que las crisis en la industria y las guerras en la política. Desde luego, son posibles acuerdos temporales entre los capitalistas y entre las potencias. En este sentido son también posibles los Estados Unidos de Europa, como un acuerdo de los capitalistas europeos... ¿sobre qué? Sólo sobre el modo de ahogar juntos el socialismo en Europa, de defender juntos las colonias robadas contra el Japón y Estados Unidos, cuyos intereses están muy lesionados por el actual reparto de las colonias, y que durante los últimos cincuenta años se han fortalecido de un modo inconmensurablemente más rápido que la Europa atrasada, monárquica, que ha empezado a pudrirse de vieja». (Vladimir Ilich Uliánov; Lenin; La consigna de los Estados Unidos de Europa, 1915)
Esto es claro como la luz del día; esto era actual ayer, cuando el gran Lenin lo dijo, y hoy mantiene toda su actualidad, lo será también mañana y lo seguirá siendo hasta que el mundo capitalista sea destruido y substituido por el mundo socialista». (Enver Hoxha; Algunas declaraciones antimarxistas de Chou En-lai; Reflexiones sobre China, Tomo II, 15 de enero de 1973)
Anotaciones de Bitácora (M-L):
[1] La prensa china difundió gran parte de las conversaciones con Giuseppe Medici donde se demuestra su apoyo a la Comunidad Económica Europea (CEE), futura Unión Europea (UE):
«Expresando su satisfacción de haber encontrado en las conversaciones opiniones y orientaciones comunes, el Ministro de Exterior italiano dijo: «Estamos contentos de que el Gobierno de China comprenda la validez de nuestros objetivos para la unidad de Europa, el cual es el objetivo de los países en la comunidad». (Pekín Informa; Vol. 16, No.2, 12 de enero de 1973)
[2] La prensa china también difundió con júbilo parte de las conversaciones con Mobutu que recoge Enver Hoxha:
«El Gobierno y el pueblo de China aprecian los esfuerzos del Gobierno y el pueblo del Zaire para salvaguardar la independencia nacional y desarrollar su país con nuevos éxitos. (...) El Gobierno de Zaire apuesta por la solidaridad y unidad africana, una África para los africanos, que representa la principal tendencia en África. El Gobierno de China apoya esta justa demanda. (...) Chou señaló que aunque China y Zaire tienen diferentes sistemas sociales, ambos son países en vías de desarrollo que tienen una experiencia común y forman parte del tercer mundo». (Pekín Informa; Vol.16, No.3, 19 de enero de 1973)
[3] En aquella época el Partido del Trabajo de Albania (PTA) todavía no había hecho un análisis exhaustivo de la línea económica llevada por el Partido Comunista de China (PCCh) creyendo todavía de forma errónea que China era un país socialista. El PTA tan solo había denunciado las desviaciones más conocidas en política nacional y política exterior china debido a la escasez de material y a la esperanza de que corrigiesen sus errores con las críticas camaderiles emitidas, pero con la acumulación de nuevos evidentes errores de los revisionistas chinos, los albaneses se vieron forzados a agudizar la profundidad de sus análisis sobre los errores presentes y pasados de la dirección china:
«El desarrollo caótico de la «Revolución Cultural» y sus resultados reforzaron aún más nuestra opinión, todavía no bien cristalizada, de que en China el marxismo-leninismo no era conocido ni aplicado, de que, en el fondo, el Partido Comunista de China y Mao Zedong no sostenían puntos de vista marxista-leninistas. (...) A la luz de estos acontecimientos nuestro partido empezó a ver más profundamente las causas de las vacilaciones que se habían observado en la actitud de la dirección china hacia el revisionismo jruschovista, como por ejemplo en 1962 cuando buscaba la reconciliación y la unión con los revisionistas soviéticos en nombre de un pretendido frente común contra el imperialismo estadounidense –véase las obras de Enver Hoxha: «Los chinos tienden la mano a Jruschov»; Reflexiones sobre China, Tomo I, 6 de abril de 1962; «China marcha por una vía centrista»; Reflexiones sobre China, Tomo I, 13 de julio de 1962; «Los chinos van hacia la conciliación con los jruschovistas»; Reflexiones sobre China, Tomo I, 2 de julio de 1962; «En la línea china se observan marcadas tendencias a la moderación, a la aprensión y a la pasividad»; Reflexiones sobre China, Tomo I, 10 de julio de 1962; «Los chinos dicen hoy de Jruschov lo que Jruschov decía ayer de Tito»; Reflexiones sobre China, Tomo I, 11 de julio de 1962 más la obra: «Los jruschovistas» de 1980–. O en 1964 cuando Chou En-lai, reanudando sus esfuerzos por reconciliarse con los soviéticos, fue a Moscú para saludar la llegada al poder del grupo de Brézhnev –véase las obras de Enver Hoxha: «¿Qué resultados obtuvo Chou En-lai en Moscú?»; Reflexiones sobre China; Tomo I, 15 de noviembre de 1964 y «Derrota de Chou En-lai en Moscú»; Reflexiones sobre China, Tomo I, 21 de noviembre de 1964–. Estas fluctuaciones no eran casuales, reflejaban la ausencia de los principios y de la consecuencia revolucionaria. Cuando Richard Nixon fue invitado a China y la dirección china, con Mao Zedong a la cabeza, proclamó la política de aproximarse y unirse al imperialismo estadounidense, quedó patente que la línea y la política chinas estaban en completa oposición al marxismo-leninismo y al internacionalismo proletario. Después, comenzaron a ser más evidentes los objetivos chovinistas y hegemonistas de China. La dirección china empezó a oponerse más abiertamente a las luchas revolucionarias y de liberación de los pueblos, al proletariado mundial y al auténtico movimiento marxista-leninista. Desplegó la llamada teoría de los «tres mundos», que estaba esforzándose por imponer a todo el movimiento marxista-leninista como línea general. El Partido del Trabajo de Albania, partiendo de los intereses de la revolución y del socialismo, y pensando que los errores que se constataban en la línea del Partido Comunista de China se debían a apreciaciones incorrectas de las situaciones y a una serie de dificultades, más de una vez ha intentado ayudar a la dirección china a corregir y superar estos errores. Nuestro partido ha manifestado abiertamente, de manera sincera y camaraderil, sus puntos de vista a Mao Zedong y a los otras dirigentes chinos, y, sobre una serie de actos de China, que perjudicaban directamente la línea general del movimiento marxista-leninista, los intereses de los pueblos y de la revolución, ha manifestado oficialmente y por escrito sus observaciones y su disconformidad al Comité Central del Partido Comunista de China –véase la obra de Enver Hoxha: «El recibimiento de Nixon en Pekín no es justo, nosotros no lo apoyamos; Carta dirigida al Comité Central del Partido Comunista de China»; Obras Escogidas, Tomo IV, 6 de agosto de 1971–. Pero, por parte de la dirección china jamás han sido bien acogidas las justas observaciones de principio de nuestro partido. Nunca nos ha contestado y jamás ha aceptado discutir sobre ellas. Mientras tanto los actos antimarxistas de la dirección china, tanto en el interior como en el exterior, pasaron a ser más abiertos y evidentes. Todo esto obligó a nuestro partido, así como a todos los demás marxista-leninistas, a reconsiderar la línea del Partido Comunista de China, las concepciones políticas e ideológicas por las que se ha guiado, la actividad concreta y sus consecuencias. Debido a ello, vimos que el «Pensamiento Mao Zedong», que es el que ha guiado y guía al Partido Comunista de China, representa una peligrosa variante del revisionismo moderno, contra la cual es preciso desarrollar una lucha multilateral en el plano teórico y político». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)
Cuando el PTA realizó se vió obligado a profundizar sus investigaciones para realizar nuevos análisis sobre las causas de tantos errores y tan graves llegó a la única conclusión posible:
a) China nunca había sobrepasado la revolución burguesa, siendo un país capitalista-revisionista:
«Durante este período, subsiste la tendencia según la cual la primera etapa de la revolución democrático-burguesa debía prolongarse durante bastante tiempo. Los dirigentes chinos predicaban que durante esta etapa, al mismo tiempo que se desarrollaría el capitalismo, se crearían las premisas del socialismo; el propio Mao Zedong ha dicho: «A pesar de que tal revolución democrática de nuevo tipo amplía, por un lado, el camino para el capitalismo, crea, por el otro, las premisas del socialismo». En esta prédica basan su conocida tesis sobre la coexistencia con la burguesía y el capitalismo durante un tiempo muy largo, durante unos 30 años a partir de 1956. En el informe presentado al VIIIº Congreso del PC de China, se decía abiertamente que la burguesía nacional debía mantener junto con la clase obrera la dirección estatal de China y conservar una gran parte de sus riquezas. (...) En una palabra, en esta etapa de que hablamos, en el Partido Comunista de China existía la concepción de que el régimen establecido después de la liberación debía ser un régimen democrático-burgués y de que la burguesía debía participar en el poder, mientras que en apariencia debía estar en el poder (y en realidad lo estaba) el Partido Comunista de China con Mao Zedong como presidente, y con Liu Shao-chi, Chou En-lai, Deng Xiaoping y todos los demás en la dirección. Estos eran los puntos de vista de dicho partido. No eran puntos de vista marxista-leninistas claros. Puesto que las concepciones del Partido Comunista de China no eran completamente marxista-leninistas, la revolución en China no podía ser llevada hasta el fin, y no podía ser asegurada la transformación de la revolución democrático-burguesa en revolución socialista. La transición de la revolución democrático-burguesa a la revolución socialista sólo puede ser realizada cuando la burguesía es apartada del poder de forma decidida por el proletariado y esto incluso en aquellos casos en que durante cierto tiempo ha sido su aliada. Dado que en China la clase obrera compartió el poder con la burguesía, dicho poder en esencia jamás se transformó en dictadura del proletariado, y por consiguiente la revolución china no puede ser una revolución socialista». (Enver Hoxha; ¿Puede calificarse la revolución china de proletaria?; Reflexiones sobre China, Tomo II, 26 de diciembre de 1977)
b) Que el responsable directo de estas teorías político-económicas revisionistas era el maoísmo en cualquiera de sus variantes:
«Un lugar importante en el «pensamiento Mao Zedong» está ocupado por las distorsiones revisionistas de una serie de problemas fundamentales del marxismo-leninismo relacionados con la economía. Partiendo de la idea de Mao Zedong de que el desarrollo del capitalismo va supuestamente en interés de la gente, que las contradicciones entre la clase obrera y la gran burguesía en las condiciones chinas son supuestamente contradicciones «entre el seno del pueblo» y alegando que por tanto dichas contradicciones deben de ser resueltas a través de los métodos democráticos, se han promulgado, y continúa la promulgación de numerosos decretos y leyes que no afectan a los intereses de la gran burguesía, los kulaks y los monopolios extranjeros, lo que hace y seguirá haciendo muchas concesiones a estas fuerzas en detrimento de los intereses de las masas trabajadoras». (Tomor Cerova; Los procesos de desarrollo capitalista de la economía china, 1980)
La obra de Enver Hoxha: Reflexiones sobre China, es una prueba viva de la evolución dialéctica en la visión y los análisis de los marxista-leninistas albaneses sobre los revisionistas chinos.
[*] Enver Hoxha refutaría el tercermundismo y en sí la teoría de los tres mundos destacando que:
a) Dicha teoría niega la hegemonía del proletariado tanto en la revolución antifeudal, antiimperialista, anticolonial, antifascista, como en la revolución socialista:
«Mientras que los revisionistas chinos, oponiéndose a esta tesis de Lenin, se afanan en presentar el «tercer mundo» como la «gran fuerza motriz que hace avanzar la rueda de la historia». Declarar semejante cosa significa dar en la teoría y en la práctica una definición errónea de la fuerza motriz. ¿Cómo es posible que en la época de la actual evolución social, en la época que tiene en su centro a la clase más revolucionaria, el proletariado, se califique de fuerza motriz a una agrupación de Estados dominados en su abrumadora mayoría por la burguesía y los feudales, incluso por reaccionarios y fascistas declarados? Se trata de una burda deformación de la teoría de Marx. (...) La tesis sobre el papel hegemónico del campesinado en la revolución ha sido preconizada por Mao Zedong también como la vía de la revolución mundial. De aquí parte la concepción antimarxista que considera el llamado tercer mundo, que en la literatura política china se denomina entre otras cosas el «campo mundial», como «la fuerza motriz principal para la transformación de la sociedad contemporánea». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)
b) Dicha teoría ignora la composición social de estos países y el carácter de clase de sus gobernantes:
«La dirección china no tiene presente que en el «tercer mundo» hay oprimidos y opresores, que existen el proletariado y el campesinado esclavizado, pobre y mísero, por un lado, y los capitalistas y los terratenientes, que explotan y esquilman al pueblo, por el otro. Pasar por alto esta situación de clase en el llamado tercer mundo, pasar por alto los antagonismos existentes, significa revisar el marxismo-leninismo y defender el capitalismo. En general, en los países del llamado tercer mundo es la burguesía capitalista quien está en el poder. Esta burguesía explota al país, explota y oprime al pueblo pobre en interés de su propia clase, para asegurarse los mayores beneficios posibles y mantenerlo continuamente en la esclavitud y la miseria». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)
c) Dicha teoría ignora la dependencia hacia los imperialismos de los gobiernos de estos países:
«La burguesía, que es quien detenta el poder en estos países, protege precisamente esa sociedad capitalista que el proletariado, en alianza con las capas pobres del campo y de la ciudad, busca derrotar. Constituye esa clase alta que, en aras de sus mezquinos intereses, está dispuesta, en cualquier momento y ante cualquier contingencia, a entregar al capitalismo extranjero las riquezas del país, del suelo y del subsuelo, a endeudar la libertad, la independencia y la soberanía de la patria. Esta clase, allí donde está en el poder, se opone a la lucha y a las aspiraciones del proletariado y de sus aliados, las clases y las capas oprimidas. Muchos de los Estados, que la dirección china engloba en el «tercer mundo», no están en contra del imperialismo estadounidense y del socialimperialismo soviético. Calificar estos Estados de «fuerza motriz principal de la revolución y de la lucha contra el imperialismo», como predica Mao Zedong, es un error tan grande como el Himalaya. (...) La mayoría de los Estados, que supuestamente forman el «tercer mundo» o el «mundo no alineado», dependen del capital financiero extranjero, que es tan fuerte, tan vasto, que ejerce un peso decisivo en toda la vida de los mismos. Estos Estados no gozan de una independencia plena, por el contrario, dependen de ese gran capital financiero que es quien hace una política y difunde una ideología que justifica la explotación de los pueblos». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)
1) Recordemos que pese a que no mucha gente lo sabe, en los años 40 los revisionistas chinos ya habían dividido el mundo en tres en varias de sus publicaciones, dividiendo el mundo en los Estados Unidos, la Unión Soviética y una extensa zona de países –como en la entrevista de Mao Zedong con Anna Louise Strong de 1946–. Los revisionistas chinos sostenían la teoría menchevique de las fuerzas productivas:
«Sin un libre desarrollo de la economía privada capitalista y la economía cooperativa, sin un desarrollo nacional, científica y popular cultura de nueva democracia, sin la emancipación y desarrollo de miles de millones de personas, en breve tiempo, sin ser cuidadosos con la nueva revolución democrático-burguesa, el tratar de construir una sociedad socialista sobre las ruinas del orden colonial, semicolonial y semifeudal sería un sueño utópico». (Mao Zedong; La lucha por una nueva China; Informe en el VIIº Congreso del Partido Comunista de China, 24 de abril de 1945)
Recomendaban pues un desarrollo de la burguesía nacional, es decir del capitalismo nacional:
«Reconocer que el modo capitalista de producción es el método más progresista en la China actual, y que la burguesía, sobre todo la pequeña burguesía, representa los elementos sociales y la fuerza política comparativamente más progresistas en la China actual. (...) Así, la política del partido no es el debilitamiento del capitalismo y la burguesía, o el debilitamiento del campesino rico y sus fuerzas productivas, sino el fortalecimiento de la producción capitalista». (Partido Comunista de China; Decisión del Comité Central sobre las políticas de las tierras en las bases de apoyo antijaponesas, 28 de enero de 1942)
Los dirigentes chinos también albergaban grandes esperanzas en contraer una alianza político-económica con Estados Unidos teniendo gran confianza en sus créditos y su tecnología para industrializarse y modernizarse:
«Se necesitan grandes cantidades de capital para el desarrollo de nuestras industrias. Ellos vendrán principalmente de la riqueza acumulada por el pueblo chino, y al mismo tiempo de la asistencia extranjera. Damos la bienvenida a las inversiones extranjeras si tales son beneficiosos para la economía de China y se realizan de acuerdo con las leyes de China. Se pueden expandir rápidamente y a gran escala empresas rentables tanto para el pueblo chino como para los extranjeros, siendo la industria pesada y la modernización de la agricultura, una realidad cuando lo que hay es una firme e interna paz internacional, y cuando dichas reformas políticas y agrarias se realizan a fondo. Sobre esta base, hemos de ser capaces de absorber grandes cantidades de inversiones extranjeras. Una política regresiva y económicamente empobrecida para China no será rentable ni para el pueblo chino ni para los extranjeros». (Mao Zedong; La lucha por una nueva China; Informe en el VIIº Congreso del Partido Comunista de China, 24 de abril de 1945)
Todo esto quedó tipificado en el informe original de Mao Zedong presentado al VIIº Congreso del Partido Comunista de China de 1945 llamado: «La lucha por una nueva China» –que fue reeditado para sus Obras Escogidas llamándose ahora: «Sobre el gobierno de coalición» y eliminando estas tesis–.
2) China con Chou En-lai como representante funda el Movimiento de los Países No Alineados en la Conferencia de Bandung de 1955
«En abril de 1955 se reunieron en Bandung en Indonesia, la Conferencia de solidaridad afroasiática que reagrupaba en un inicio a los jefes de Gobierno de 29 países asiáticos y africanos: Nehru, Chou En-lai, Nasser, Sukarno y Tito, cogiéndose de la mano, pusieron las bases del «no alineamiento». China, India, Pakistán, Indonesia y Argelia formaban parte de los pilares fuertes de esta conferencia que prefiguraba las ideas tercermundistas que los revisionistas chinos abiertamente desarrollarían en los años 70, ya cuando se ilustraron las ambiciones de los pseudocomunistas chinos que procuraban desempeñar un papel de primer plano en el seno de los «no alineados» que representaban una buena parte del «segundo mundo». La Albania socialista se negó evidentemente a participar en esta conferencia. Jamás cesó de denunciar el no alineamiento y las teorías tercermundistas revisionistas-burguesas y otras teorías reaccionarias al servicio del sistema imperialista. (...) El no alineamiento fijaba oficialmente el objetivo de la búsqueda de una «tercera vía» que consistía en un tipo de «régimen intermedio», sería distinto del «capitalismo puro y duro» y de los países socialistas. Era una vía tomada prestada de la «nueva democracia» de China». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)
3) Más tarde Mao Zedong anunciaría la teoría de las zonas intermedias:
«Todas las naciones de Asia, África y América Latina se están rebelando contra el imperialismo; también Europa, Canadá y otros países se están rebelando contra el imperialismo. Incluso los imperialistas se están rebelando contra los imperialistas. ¿No es eso lo que está haciendo De Gaulle? En la actualidad, existen dos zonas intermedias en el mundo. Asia, África y América Latina constituyen la primera zona intermedia. Europa, América del Norte y Oceanía constituyen la segunda. El capital monopolista japonés pertenece a la segunda zona intermedia, pero también está descontento con Estados Unidos, y algunos de sus representantes se están rebelando abiertamente contra Estados Unidos. Y aunque ahora el capital monopolista japonés depende de Estados Unidos, llegará el momento en que se sacudirá del yugo estadounidense. (...) Obviamente, esto, de ninguna manera, significa que estoy a favor de la repetición de una agresión del imperialismo japonés. Sin embargo, no creo que el capital monopolista japonés permita que Estados Unidos lo tenga agarrado por el cuello para siempre. ¿No sería mejor para Japón ser completamente independiente, establecer relaciones y entrar en cooperación con las fuerzas que luchan por la independencia nacional en Asia?». (Mao Zedong; Entrevista con los socialistas japoneses, 11 de agosto de 1964)
4) Las teorías revisionistas del maoísmo en la economía que condujeron a sendos fracasos tanto durante el Gran Salto Adelante –con los datos negativos en agricultura y producciones de mala calidad y inservibles en la industria– y los mismos en la Revolución Cultural –con datos negativos en la industria pesada en el Tercer Plan Quinquenal– impidieron industrializarse correctamente a China, estas teorías revisionistas y estos datos económicos quedarían reflejados en el Manual de economía de Shanghái de 1974. Sumando eso a otros hechos político-económicos como los conflictos con los revisionistas soviéticos por reivindicaciones territoriales y choques fronterizos –derivando en su ruptura de relaciones económicas y la ayuda tecnológica–, Mao Zedong decidió virar de nuevo hacia los Estados Unidos para lograr la modernización e industrialización incompleta de China, para ello empezó las conversaciones secretas de Varsovia con los estadounidenses en 1969, recibió a Kissinguer en 1971, y finalmente Nixon en 1972 con el cual firmó el Comunicado de Shanghái en 1972 en el cual los revisionistas chinos firmaron la siguiente declaración ultrajante:
«La paz en Asia y la paz en el mundo requieren de esfuerzos de ambos para reducir inmediatamente las tensiones y eliminar las causas básicas de los conflictos. Los Estados Unidos trabajaran para lograr una paz justa y segura: justa, porque cumple con las aspiraciones de los pueblos y naciones para la libertad y el progreso; segura, ya que elimina el peligro de una agresión extranjera. Los Estados Unidos apoyan la libertad individual y el progreso social para todos los pueblos del mundo, libre de la presión o intervención exterior. (...) Los Estados Unidos pusieron de relieve que los pueblos de Indochina se les debería permitir determinar su destino sin intervención externa, y su principal objetivo constante ha sido una solución negociada, la propuesta de ocho puntos presentada por la República de Vietnam y los Estados Unidos el 27 de enero 1972 representa una base para la consecución de ese objetivo, en la ausencia de una solución negociada de los Estados Unidos prevé la retirada final de todas las fuerzas estadounidenses de la región en consonancia con el objetivo de la libre determinación de todos los países de Indochina. (...) Los Estados Unidos apoya el derecho de los pueblos de Asia del Sur para dar forma a su propio futuro en paz, libre de la amenaza militar, y sin que su propia área se convierta en objeto de la rivalidad entre grandes potencias». (Comunicado conjunto de la República Popular de China y los Estados Unidos, Shangai, 27 de febrero de 1972)
Enver Hoxha sentenciaba:
«¿Qué se desprende de este comunicado? China le dice al mundo que ha conversado amistosamente con los Estados Unidos, que como resultado de estas conversaciones se evitará la guerra entre ambos, que no se permitirá que la región Asia-Pacífico se convierta en zona de influencia de ninguna gran potencia –cuentos–, que ninguna de las dos partes debe entenderse con un tercero contra la otra –cuentos–, y que el mundo no debe ser dividido en esferas de influencia –más cuentos–». (Enver Hoxha; El viaje de Nixon a China, las conversaciones sino-estadounidenses, el comunicado final; Reflexiones sobre China, Tomo II, 21 de marzo, 1972)
Después en privado Mao Zedong empezaría a revelar a sus aliados la teoría de los tres mundos a la que había acabado de dar forma para sus nuevos intereses:
«Mao Zedong: «¿Quien pertenece al primer mundo?»
Kaunda: Creo que debe ser el mundo de los explotadores e imperialistas».
Mao Zedong: «¿Y el segundo mundo?»
Kaunda: «Los que se hicieron revisionistas».
Mao Zedong: «A mi juicio, los Estados Unidos y la Unión Soviética constituyen el primer mundo; fuerzas intermedias como Japón, Europa, Australia y Canadá, integran el segundo mundo; y nosotros formamos parte del tercer mundo».
Kaunda: «Estoy de acuerdo con su análisis, señor Presidente». (...)
Mao Zedong: «Toda Asia, excepto Japón, pertenece al tercer mundo; África entera pertenece también a éste, e igualmente América Latina». (Mao Zedong; Extractos de la entrevista de Mao Zedong con el presidente de Zambia, Kenneth Kaunda, realizada en Beijing, el 22 de febrero de 1974)
Es más, designaría personalmente a Deng Xiaoping para presentarla al mundo pese a la oposición de algunos:
«En marzo de 1974, cuando el Politburó convino a quien se debería elegir para liderar la delegación a las Naciones Unidas, Jiang Qing estuvo en desacuerdo con la decisión de elegir a Deng Xiaoping. El 27 de marzo de 1974 Mao escribío a Jiang Qing: «La elección de Deng Xiaoping es mi idea, lo mejor es que tú no te opongas». El discurso de Deng Xiaoping para la sesión especial de las Naciones Unidas fue aprobado por el Politburó y revisado por Mao Zedong. El 4 de abril de 1974 Mao Zedong comentó del discurso, «Bien. Lo alabo». (Gucheng Li; Un glosario de términos políticos de la República Popular de China, 1995)
Deng procedería a lanzar dicho discurso en la ONU:
«A juzgar por los cambios en las relaciones internacionales, el mundo de hoy en realidad se compone de tres partes, o mundos, que son a la vez interconectadas y en contradicción entre sí. Los Estados Unidos y la Unión Soviética constituyen el primer mundo. Los países en desarrollo de Asia, África, América Latina y otras regiones constituyen el Tercer Mundo. Los países desarrollados entre los dos componen el Segundo Mundo». (Discurso de Deng Xiaoping en la ONU, 10 de abril de 1974)
Para dar forma a la teoría, estimularía en sus medios de comunicación oficiales la visión de que el tercer mundo era la fuerza motriz de la época:
«Los pueblos de numerosos países del tercer mundo se han convertido en la mayor fuerza motriz que propulsa el avance de la historia humana y en una fuerza revolucionaria contra el imperialismo». (Pekín Informa; Vol.18, Nº18, 2 de mayo de 1975)
Y que del primer mundo, una de las superpotencias imperialistas –la Unión Soviética– era más agresiva que la otra –Estados Unidos–, intentando justificar la proposición de la alianza de Estados Unidos con el segundo y tercer mundo contra la Unión Soviética:
«No es fortuito que el socialimperialismo soviético sea el enemigo más peligroso para el tercer mundo». (Pekín Informa; Vol 19, No. 44, 29 de octubre de 1976)
Para ello se determinó en cada oportunidad que los países del segundo mundo y el tercero se uniesen:
«En su discurso Li Chiang, ministro de comercio exterior, dijo que el señor Soames es el primer representante oficial de la Comunidad Económica Europea que ha visitado China y que su visita promueve un nuevo progreso en las relaciones entre China y la Comunidad Económica Europea. Señaló: «Desde el establecimiento de la Comunidad Económica Europea, ha habido una creciente tendencia hacia la unidad entre los países de Europa Occidental. No obstante ante la presión e intervención externas, han hecho continuos esfuerzos para salvaguardar su soberanía e independencia. Esto constituye un factor positivo en el desarrollo de la situación internacional. Agrego: Quisiéramos ver el desarrollo de mejores relaciones entre la Comunidad Económica Europea y los países del tercer mundo. Nos asiste la convicción de que, siempre que se unan los países que están sometidos a la agresión, interferencia y control de las superpotencias, frustrarán los complots de esas superpotencias que buscan hegemonía mundial». (Pekín Informa; Vol 18, No. 20, 16 de mayo de 1975)
Como lo demuestran las propias reuniones de Mao Zedong con los estadounidenses:
«Presidente Ford: «Estamos muy preocupados por la situación en España también, señor presidente. Al rey lo apoyamos. Esperamos que sea capaz de manejar los elementos que pudieran socavar su régimen. Y vamos a trabajar con él para tratar de tener el control necesario de la situación durante este período de transición». Presidente Mao: «Sería bueno que el Mercado Común Europeo los aceptara. ¿Por qué no acepta la Comunidad Económica Europea a España y Portugal?». Presidente Ford: «Señor presidente, nosotros hemos exhortado a la alianza de la OTAN para que fuera más amigable incluso durante la dictadura de Franco. Y esperamos que con el nuevo rey España sea más aceptable para la alianza de la OTAN. Además creemos que la CEE debe ser sensible a los movimientos del gobierno español hacia la unidad con la Europa occidental en su conjunto. Vamos a trabajar en ambos sentidos tanto como nos sea posible». (Conversación entre Mao Zedong y Henry Kissinger; 2 de diciembre de 1975)
Por último mediante el aceptamiento de la política y las teorías de otros revisionismos de la época, China buscaba que el mundo revisionista y promocionara la teoría tercermundista de China. Véase esa conjugación de intereses en sus relaciones y comunicados con los revisionistas yugoslavos, rumanos, coreanos, etc.:
«El Presidente Mao Zedong dio la mano al Presidente Džemal Bijedić. (...) La corriente visita del Presidente Džemal Bijedić servirá de ayuda para reforzar la amistad y unidad entre China y Yugoslavia, así como sus pueblos. Las amistosas relaciones y la cooperación entre los dos países será desarrollada aún más. (...) Después de la liberación, Yugoslavia y su pueblo hicieron un esfuerzo significativo en construir su economía y su defensa nacional. La industria y la agricultura se ha desarrollado regularmente y ha hecho que este país sea autosuficiente en cuanto a grano. En cuanto a las relaciones exteriores, los yugoslavos persiguen una política de no alineamiento, reforzando la unidad y cooperación con los países del tercer mundo y dando energías y apoyo en la lucha de diversos pueblos en sus movimientos de liberación nacional: esto firmemente ha sostenido todos los países grande o pequeños sean iguales internacionalmente en sus relaciones exteriores, que deben estar basadas en los principios de igualdad, independencia, respeto, y soberanía territorial íntegra: y en oposición al imperialismo y sus ansias de poderes hegemónicos. Esta política exterior de los yugoslavos juega un rol positivo en la causa de la unidad contra el hegemonismo, en la causa mantenida por los pueblos del mundo». (Pekín Informa; Vol 18, No. 41, 10 de octubre de 1975)
Durante el documento dejaremos varias anotaciones de los propios documentos chinos, para que veamos que el apoyo de los revisionistas chinos a las diferentes políticas reaccionarias no son invenciones de Enver Hoxha, sino hechos que los mismos maoístas publicitaban con gusto.
El maoísmo no solo es el tercermundismo por antonomasia, sino también del no alineamiento y el paradigma de las llamadas «terceras vías», que no es otra cosa que una síntesis de nacionalismo más socialdemocratismo. Quien niegue esto por desconocimiento, niega la historia y es un pobre ignorante, pero quién apoye el maoísmo sabiendo todo esto, es un consciente sentimentalista, pero igualmente antimarxista.
El documento:
«Durante la primera quincena de enero han visitado oficialmente China, entre otras, una delegación del gobierno italiano, presidida por el ministro de Asuntos Exteriores, Medici, y una delegación congoleña –del Zaire–, encabezada por el presidente de esta república africana, general Mobutu.
Estas dos delegaciones han sido recibidas por Chou En-lai, el cual, como es natural, ha conversado con ellas sobre cuestiones políticas y otra serie de problemas, ha hecho declaraciones y ha formulado algunas de sus concepciones políticas e ideológicas, que a mi entender tienen una importancia especial dado su carácter «específico». Esto es lo que me empuja a escribir estas notas.
Con el italiano Medici, Chou En-lai tuvo un encuentro en el cual intercambiaron sus puntos de vista. La prensa china, aparte de anunciar esta «cordial» entrevista, no dio la más mínima información; en cambio la prensa, la radio y la televisión italianas, no sólo hicieron un amplio eco a la visita de Medici y a sus conversaciones con Chou En-lai, sino que sobre todo pusieron de relieve la siguiente declaración de este último: China aprueba el Mercado Común Europeo, aprueba y considera justa la creación de una «Europa Unida», que han comenzado a edificar los Estados de Europa Occidental [1].
En el banquete oficial que Chou En-lai ofreció en honor de Mobutu, sin ningún tipo de ambages afirmó, entre otras cosas, que «China, a pesar de las diferencias que existen entre su forma de régimen y el del Zaire, pertenece, naturalmente al igual que el Zaire, al tercer mundo» [2]. Se trata de una declaración oficial publicada en la prensa china.
Por lo que se refiere a las declaraciones que Chou En-lai hizo ante Medici, puede suponerse que la prensa italiana esté interesada en inventarse cosas, deformando dichas declaraciones. Ello es posible, pero puesto que la propia China no ha hecho ningún desmentido oficial, hay que considerar que estas declaraciones han sido hechas.
Tengamos presente que los embajadores chinos en los países de Europa han expresado a nuestros embajadores puntos de vista idénticos sobre el Mercado Común y la «Europa Unida». Por lo tanto, estamos ante una orientación política salida de la dirección central, de Pekín; estamos ante una línea y una directriz emitidas por el Comité Central del Partido Comunista de China y el gobierno chino. Así pues, esta línea es llevada a la práctica sin titubeos. Nosotros no sólo no estamos de acuerdo con dicha línea, con dichas orientaciones, sino que nos oponemos a ellas, ya que son erróneas en lo que se refiere a los principios y porque en la práctica no están en la vía marxista-leninista sino en contra de ella. Se trata de concepciones revisionista-oportunistas que no favorecen la revolución, el despertar y la lucha revolucionaria de los pueblos contra el imperialismo, el capitalismo y la burguesía reaccionaria.
Expliquémonos. ¿Cómo justifican los camaradas chinos, y en particular el camarada Chou En-lai que es el protagonista de esta línea, estas actitudes políticas cruciales que aparecen en ella? ¿Únicamente con la «explotación de las contradicciones existentes entre el imperialismo estadounidense y el socialimperialismo soviético»? «Combatamos por profundizar estas contradicciones», dice Chou En-lai. Hasta aquí bien. Pero, ¿a favor de quién las profundizamos y acaso sólo existen éstas? ¿No hay más contradicciones, conocidas unas y desconocidas otras, que debamos poner al desnudo y combatir por profundizarlas en interés de la libertad política y económica, en interés de la soberanía y la autodeterminación de los pueblos, en interés de la revolución?
¿Quién suscita estas contradicciones existentes que se agudizan cada día más? ¿Dónde está su origen? ¿Son simples o complejas? ¿Sólo las hay entre las dos superpotencias o llegan más lejos, más profundamente? ¿Los marxista-leninistas debemos interesarnos por profundizar únicamente las contradicciones que existen entre los Estados Unidos imperialista y la Unión Soviética revisionista, y olvidarnos de las contradicciones que hay, y que deben ser profundizadas, entre los Estados Unidos y sus «aliados», entre la Unión Soviética revisionista y sus «aliados», entre estas dos superpotencias y los Estados del «tercer mundo» comprendidos en sus respectivas esferas de influencia? ¿Debemos olvidar la gran cuestión de clase, la lucha del proletariado, es decir, la solución de la gran contradicción existente entre el proletariado y la burguesía capitalista, entre el capital y el proletariado, entre el proletariado y los pueblos, por un lado, y la oligarquía capitalista y su poder, por el otro? ¿Debemos olvidar que es preciso destruir el poder de la burguesía por medio de la lucha e instaurar en su lugar la dictadura del proletariado, que es preciso substituir el régimen burgués capitalista por el régimen socialista?
Si descuidamos y olvidamos todo esto, o si utilizamos fórmulas para velar esta realidad y en la práctica actuamos de manera distinta, entonces no vemos, no juzgamos y no aplicamos las cosas en tanto que marxistas.
Tomemos las cuestiones una a una. Es cierto que existen contradicciones entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, y que debemos profundizarlas. ¿Dónde radica el origen de estas contradicciones y en qué base se apoyan? Su origen radica en el mismo carácter del capitalismo y en sus eternos objetivos, en la explotación despiadada del proletariado, en la esclavización de los pueblos. El imperialismo, que es la última fase del capitalismo, se encuentra en putrefacción. Lucha a sangre y fuego, lucha con la política y la ideología, para mantener esclavizados a los pueblos, reprimir la revolución y golpear a los rivales que se le presentan en la arena internacional. Sus enemigos decididos, los que en última instancia le destruirán, son los pueblos, es el proletariado mundial, es la revolución.
La historia confirma que la rivalidad entre las agrupaciones capitalistas de un país y las agrupaciones capitalistas de otro país, o entre grupos de capitalistas de varios países y grupos de capitalistas de otros países por dominar el mundo, por crear y extender sus imperios coloniales, por repartirse las zonas de influencia y los mercados, ha dado lugar a conflictos y ha lanzado a la humanidad a guerras sangrientas. Para la humanidad esto ha significado grandes crisis, y ha tenido como objetivo la explotación y la opresión de los hombres, de los pueblos, de los Estados más débiles por parte de los más poderosos. La demagogia de los belicistas y de los esclavizadores engañaba a personas y pueblos, aprovechándose de sus sanos sentimientos, pero a pesar de todo nada podía sofocar sus aspiraciones a la libertad, a la independencia, a la liberación y a la revolución. La fuerza de estos sentimientos y aspiraciones iba en ascenso. Las masas trabajadoras oprimidas y explotadas se convirtieron en la fuerza motriz determinante del movimiento hacia el progreso, en la fuerza adversaria más severa del capitalismo esclavizador, del imperialismo. Ni la transformación de la Unión Soviética en un país capitalista, ni la transformación de una serie de Estados de democracia popular en Estados burgueses capitalistas, pudieron modificar esta tendencia del desarrollo. La revolución marcha hacia adelante, el socialismo demuestra sin cesar su vitalidad; el imperialismo estadounidense, cabeza de una serie de Estados capitalistas, y el socialimperialismo soviético, cabeza de una serie de países revisionistas, se ven metidos en una profunda crisis política, ideológica, económico-financiera, cultural y militar.
En ese mundo podrido, que está en declive, estas grandes crisis fatales son causadas por las huelgas, las protestas, etc., por la revolución que bulle en todos lados, así como por las luchas de liberación de los pueblos, cualesquiera que sean sus formas y los estadios alcanzados, que se desarrollan en todo el mundo. Aquí reside la base de nuestra lucha contra el imperialismo y el socialimperialismo, éstas son las armas decisivas que debemos emplear para echarlos abajo. Es en torno a este gran objetivo que deben ser edificadas de manera correcta nuestra estrategia y nuestras tácticas de combate y, para ahondar las contradicciones existentes entre los enemigos, debemos fundamos en estos principios y no en fantasías, en aventuras o en actitudes oportunistas.
Como es sabido, el imperialismo estadounidense salió de la Segunda Guerra Mundial fortalecido y provisto de un potencial militar y económico de carácter agresivo. Asumió el papel de gendarme internacional y trabajó para poner en pie a todas las fuerzas reaccionarias capitalistas de Europa, América Latina, etc. El imperialismo estadounidense tenía que hacer frente al gran campo socialista y a todos los pueblos del mundo, que aspiraban a la liberación y luchaban por conquistarla.
En unos cuantos años, los Estados Unidos levantaron la Alemania de Bonn, Italia, la economía capitalista francesa y la inglesa, etc., pero pusieron mucho cuidado en guardarse la «ración», es decir, la parte del león en cualquiera de los cambios que se operaban en esos países. Los Estados Unidos «aligeraron» a estos países de sus colonias, que hicieron suyas empleando nuevos métodos. Al poner aparentemente en pie a estos Estados, los imperialistas estadounidenses reforzaron su hegemonía en el mundo y ataron a sus «aliados» a su carro gracias a una serie de tratados militares y económicos. Todo esto servía para fortalecer, en primer lugar, la hegemonía estadounidense, para fortalecer a la burguesía reaccionaria de cada país, para reprimir cualquier movimiento y aspiración popular en esos países y en el resto del mundo, y para crear un bloque de hierro contra la Unión Soviética socialista, contra el comunismo. La guerra fría, las guerras locales de agresión y la amenaza de la bomba atómica que los Estados Unidos hacían pender sobre ellos, en ningún momento amedrentaron a los países socialistas y a los pueblos del mundo.
La gran traición de los revisionistas soviéticos debilitó el campo socialista, pero no podía impedir que la revolución mundial marchara adelante, no podía destruir el socialismo en tanto que régimen económico-social, ni la ideología marxista-leninista, al igual que no podía sofocar las aspiraciones de los pueblos y sus deseos de combatir por el socialismo. El marxismo-leninismo es inmortal y siempre sale triunfante.
Pero, ¿qué sucedió? Con la traición de los revisionistas soviéticos ¿se borraron quizás las contradicciones de nuestra época en toda su complejidad? En absoluto, se acrecentaron, tanto para los Estados Unidos como para la Unión Soviética, al igual que para sus respectivos aliados y esto independientemente de los tratados, de los acuerdos, de los arreglos diplomáticos, etc. Las contradicciones que tienen entre sí los imperialistas estadounidenses y los revisionistas soviéticos jamás pueden ser borradas o disminuidas, al contrario, se multiplican y se agrandan. Su origen y su base se encuentran siempre en los fenómenos que he expuesto más arriba. En la actualidad las dos superpotencias, a pesar de las contradicciones que tienen, están aliadas para combatir a los países auténticamente socialistas, para combatir a los partidos comunistas marxista-leninistas, para combatir las aspiraciones de los pueblos a la libertad, a la autodeterminación y a la soberanía, para combatir y aplastar las justas luchas de los pueblos. En todos estos sentidos están de acuerdo. Por lo tanto, están de acuerdo para combatir al socialismo y al comunismo.
Los Estados Unidos se baten por conservar su hegemonía en el mundo; la Unión Soviética se bate por establecer su hegemonía. Así pues, estas dos superpotencias están en rivalidad por repartirse las zonas de influencia y por minar recíprocamente las alianzas que cada una de ellas ha establecido con los otros. Esto entra en el juego de las zonas de influencia y ha creado, y creará como es natural, nuevas contradicciones, roces serios, e incluso fricciones armadas. Hasta el presente la bomba atómica ha tenido una función de disuasión frente al eventual estallido de un conflicto entre las dos superpotencias.
El imperialismo estadounidense y sus aliados europeos desean ver debilitada la potencia imperialista soviética y luchan para llevar este debilitamiento hasta sus últimas consecuencias, para, no solamente atenuar su peligrosidad ideológica, sino, de ser posible, tornarla económicamente dependiente de ellos, y debilitar su fuerza militar agresiva, que es temida por los Estados Unidos y sus aliados. Por eso, tienden a liquidar la dependencia de los países del Pacto de Varsovia respecto a la Unión Soviética. Por lo que a esto se refiere han obtenido un buen número de éxitos y es seguro que obtendrán otros, porque los satélites europeos de la Unión Soviética, empezando por Rumania y acabando por Polonia, tienen sus ojos vueltos hacia los Estados Unidos, la República Federal Alemana, Francia e Inglaterra. Los trapicheos entre bastidores de la diplomacia secreta están al orden del día. Los imperialistas tienen un miedo terrible a los pueblos.
Los países capitalistas de Europa, a pesar de su reconstrucción económica, se encuentran en una gran crisis y sus pueblos están oprimidos por las oligarquías locales. En todos los lados se producen huelgas, manifestaciones, enfrentamientos armados e incluso guerras, como ocurre en Irlanda del Norte. ¿Qué demuestra esto? La putrefacción del capitalismo y el ascenso de las fuerzas revolucionarias. Pero, aparte de la opresión y la explotación de las oligarquías locales, en estos Estados impera la bota salvaje del imperialismo estadounidense. En esta situación estos Estados también quieren quitarse de encima la bota de los estadounidenses. Pero, ¿cómo? La retirada de De Gaulle de la OTAN, la creación de una fuerza atómica independiente de disuasión por parte de Francia, la creación del Mercado Común Europeo, la idea lanzada de crear los «Estados Unidos de Europa» y la lucha continua que se lleva a cabo en este sentido, no tienen como único objetivo escaparse del diktat estadounidense. Esto no es más que un aspecto. Existe otro aspecto, y es que la burguesía piensa que la unión de los grandes monopolios de estos países dará lugar a una potencia económica, política y militar compacta, que estará en mejor situación de reprimir los levantamientos y las revoluciones populares, que desde ya han causado problemas insuperables y que más tarde, debido a las crisis crónicas, serán todavía más insolucionables. Pero todos estos planes reaccionarios no les resolverán nada. Las oligarquías de estos Estados desean, hasta que se aseguren frente al peligro que proviene de la Unión Soviética, preservar la OTAN, es decir, preservar la ayuda militar que les llega de los Estados Unidos. Y aquí surge una serie de contradicciones: los Estados Unidos quieren mantener la OTAN, pero no desean que el Mercado Común Europeo se transforme en una barrera para ellos y, lo que es peor, que los «Estados Unidos de Europa» se conviertan en una gran potencia. De los Estados que se unirán en esta organización, ¿quién será el preponderante? ¿Francia, Alemania Occidental o Inglaterra? Así renacen nuevas rivalidades, nuevas «alianzas», se alimentan continuas querellas, que nosotros, marxista-leninistas, debemos analizar correctamente, prever correctamente y adoptar ante ellas actitudes correctas.
Veamos ahora las declaraciones de Chou En-lai, que, para esclarecerlas, me he visto obligado a escribir estas notas, tal vez un poco largas, pero a pesar de ello incompletas.
La prensa y la radio italianas hablan con entusiasmo de la actitud de los chinos, los cuales, por boca de Chou En-lai, llaman a Europa a «encontrar su unidad en todos los dominios». Según las afirmaciones de Chou En-lai –siempre en base a la prensa italiana– «el proceso de la integración europea constituye un elemento esencial para lograr una verdadera disminución de la tensión». Chou En-lai, según esta prensa, recalcó «la necesidad de que este proceso no se limite al sector económico, sino que se extienda también al terreno de la política y al de la defensa». No se puede ser más explícito. Y puesto que no ha sido desmentido, esto ha sido dicho por Chou En-lai.
Estos juicios de Chou En-lai son antileninistas y reaccionarios, están en oposición con las conocidas tesis de Lenin sobre el problema de los «Estados Unidos de Europa». Estos puntos de vista de Chou En-lai se alinean así junto con los de la reacción europea.
Chou En-lai está por la integración europea en interés del gran capital cosmopolita, es decir, está por su dominación política, económica y militar sobre los pueblos de Europa, está porque la ley de hierro del capital impere sobre los pueblos de Europa. Con sus tesis, Chou En-lai –que se nos presenta como el teórico de la utilización de las contradicciones– ignora por completo las grandes e irreconciliables contradicciones que existen entre el proletariado y los pueblos de Europa, por un lado, y los regímenes burgueses reaccionarios de sus países y las oligarquías capitalistas, por el otro; olvida, asimismo, las contradicciones existentes entre las mismas oligarquías. Por lo tanto, Chou En-lai llama a extinguir la lucha de clases, llama a realizar la integración europea, llama a no profundizar las contradicciones del capitalismo europeo en favor del proletariado. Con justa razón, pues, la prensa reaccionaria exalta a Chou En-lai y tiene buenos motivos para hacerlo.
El proletariado italiano está en huelga casi todos los días. La burguesía italiana intenta escapar a estas tenazas. Italia se ha transformado en una base de los Estados Unidos dirigida contra el proletariado, pero inútilmente. La reacción italiana utiliza las porras de la policía, pero no puede frenar el impulso del movimiento huelguístico. La burguesía lucha por la integración europea, por la creación de los «Estados Unidos de Europa», y se sobreentiende qué es lo que la burguesía espera de ello y qué males caerán sobre los obreros y los pueblos de Europa. Y en esto, la burguesía es ayudada por Chou En-lai, que recomienda a los pueblos y al proletariado de Europa que sigan confiadamente a sus dirigentes, en lugar de decirles «levantaros contra los enemigos de clase, cavar su tumba y enterrarlos en ella, en vez de que sean ellos los que os sepulten».
Pero ¿qué es lo que empuja a Chou En-lai a pronunciarse tan descaradamente en oposición con el marxismo-leninismo? El parte de otra idea y piensa: «Alentemos este bloque reaccionario europeo, porque se presenta en contra del bloque estadounidense, pero sobre todo enfrentado al bloque soviético. Así profundizamos las contradicciones entre los bloques imperialistas en favor del socialismo». Pero hay que preguntarse: ¿a favor de qué socialismo se profundizarían estas contradicciones, cuando se llama a los obreros y a los pueblos a estarse quietos, a integrarse como corderos en el redil del pastor capitalista? En este caso el .socialismo se reduce a China, que se inspira en tales ideas de Chou En-lai.
Chou En-lai debe ser consecuente con sus ideas. Puesto que llama a los Estados europeos a integrarse bajo sus oligarquías capitalistas, debe admitir el Pacto de Varsovia y la ocupación de Checoslovaquia.
Chou En-lai proclama que está en contra del hegemonismo soviético sobre estos Estados, e incluso al respecto se pronuncia por la «desintegración». En esta cuestión no hay consecuencia por su parte, o si la hay es en el sentido de que los satélites europeos de la Unión ¡Soviética se desliguen de ésta y se integren en la otra Europa «unida», a cuya creación llama no sólo la burguesía monopolista de Europa, sino también Chou En-lai.
Chou En-lai no trabaja para lanzar a los pueblos a la revolución, para debilitar los distintos eslabones de la cadena capitalista, no ayuda a romper los eslabones más débiles de esta cadena salvaje para los pueblos, sino que propone la creación a favor de China, aunque sin decirlo abiertamente, de diversos bloques para equilibrar las fuerzas siguiendo un camino que no es marxista-leninista, que no es revolucionario. Todos debemos luchar a favor de una China socialista, pero debemos hacerlo sólo por una China socialista, y en la vía marxista-leninista.
Chou En-lai y la dirección china dicen que luchan en dos flancos a la vez, contra el imperialismo estadounidense y contra el socialimperialismo soviético. Ahora bien, resulta que han atenuado su lucha contra los Estados Unidos. ¿Y cuándo ha sucedido esto? Precisamente cuando llevan a cabo una bárbara guerra contra Vietnam y continúan sus guerras de agresión en todos lados. En semejante momento Chou En-lai pretende que «la revolución ha tocado a la puerta de los Estados Unidos». En estos momentos de crisis para el imperialismo estadounidense, tenderle la mano como ha hecho y hace China, no sólo es incorrecto, sino que además significa ayudarle. ¿Quizás así se confirma la tesis de Chou de que «estas cosas &e hacen para profundizar las contradicciones entre las dos superpotencias en favor del socialismo»? ¿Sacaron de ello algún provecho Vietnam o el Oriente Medio? ¿El hecho de que China aceptase recibir a Nixon debilitó los lazos entre el imperialismo estadounidense y el socialimperialismo soviético? Nada de esto se ha confirmado. AI parecer la política china esta por la creación de bloques cerrados, que naturalmente serán rivales entre si y estarán corroídos por grandes contradicciones.
Hace algunos meses Chi Peng-fei, ministro chino de Asuntos Exteriores, declaró más o menos lo siguiente: «China, Corea, Vietnam, Camboya, Laos y los demás países de Indochina, forman una gran familia» etc. Aquí naturalmente no se habla de «bloque», de «campo», de «países socialistas», esto huele a «familia amarilla», a «agrupación asiática». Este viento que sopla no es marxista-leninista. Por lo tanto, hoy llaman a una «Europa Unida», a constituir una «gran familia», a formar el «tercer mundo», mañana podrán llamar a la integración de los países de América Latina o de los «pueblos negros de África». Esta es la tendencia que aparece en la política china y dicha tendencia no es marxista-leninista, no es revolucionaria. Significa apartar la atención de los pueblos de la verdadera lucha revolucionaria.
La declaración de Chou en el banquete ofrecido en honor de Mobutu es abiertamente antimarxista. Colocó a China en el «tercer mundo». Esto significa negar el socialismo, ocultar a los ojos del mundo la verdadera personalidad de China y el carácter de su régimen económico-social. Este es un punto de vista oportunista y antimarxista. Es sabido que fueron Tito y sus compañeros, Sukamo, Nehru y Nasser, los que lanzaron la idea sobre el «mundo» de los países supuestamente no alineados, pero se trataba de burgueses capitalistas; ellos mismos, sus Estados ,y sus partidos estaban y están ligados a los imperialistas ya los socialimperialistas. Es cierto que los países socialistas deben crear lazos con muchos de estos Estados burgueses que los chinos incluyen en el llamado tercer mundo, ayudarles en su lucha contra el imperialismo, porque tienen profundas contradicciones con él, pero no hay que diluir la personalidad de la política de nuestro régimen socialista, disimular el hecho de que somos países socialistas, de que nuestros partidos son partidos marxista-leninistas, etc.
Declarar que estás en el «tercer mundo», significa: o hacer demagogia esforzándote por engañar a los otros, o en realidad no ser un país socialista, de la misma forma que no lo es la Yugoslavia titista, y ser en cambio un país completamente burgués capitalista.
Con tal declaración se le dice al mundo: «Dejemos que los revisionistas enarbolen la bandera de los «países socialistas», del «campo socialista», de la «comunidad socialista», nosotros estamos en el «tercer mundo»». No, esta tesis es antimarxista. Los albaneses no estamos de acuerdo. Albania socialista es y será socialista aunque se quede sola. Continuaremos siendo un país socialista, aunque nos quedemos como una pequeña isla en medio del mapa mundial, lucharemos con fe según nuestra ideología marxista-leninista, con fe en la revolución, en el proletariado mundial y en los pueblos, hasta que triunfe el socialismo y el comunismo en todo el mundo.
Los marxista-leninistas debemos saber distinguir cuando se hacen en un país transformaciones políticas esenciales verdaderamente democráticas y cuando se hacen transformaciones que no tienen este carácter. Debemos apoyar las primeras y no las segundas, e incluso combatir los cambios políticos reaccionarios.
Las transformaciones políticas de carácter democrático y progresista ayudan a la revolución socialista. Por lo tanto nosotros, países socialistas, no podemos ni debemos aislarnos y abstenernos de ayudar a los países y a los Estados del llamado tercer mundo, cuando éstos llevan a cabo transformaciones y reformas políticas democráticas, cuando están en conflicto y en lucha con los imperialistas, los socialimperialistas y otros enemigos de los pueblos. Pero a nosotros, países socialistas, no nos está permitido confundirnos con ellos.
Los países socialistas como Albania y China [3] debemos estar constantemente en pie para luchar contra el mundo capitalista y socialimperialista. Nuestra tarea consiste en arrastrar al camino justo a las clases oprimidas de los otros países, por medio de nuestro ejemplo y de nuestra lucha militante, conjugando nuestros esfuerzos para que se lancen a la revolución contra los regímenes opresores y esclavizadores capitalistas.
Cada vez estamos más convencidos de que China no actúa así. Entre muchos otros, esto aparece claro en los dos casos que he evocado aquí. El general Mobutu y su camarilla son vinos reaccionarios, son los asesinos de Lumumba y de otras personas progresistas de su país. China recibió al representante de esta antidemocrática camarilla africana en medio de grandes honores y, para darle placer, Chou En4ai declaró que «China forma parte del tercer mundo». En pocas palabras, China le dice al pueblo congoleño que «yo soy amiga de Mobutu, yo sostengo a Mobutu, porque es un demócrata, un progresista», etc., y le importa muy poco si Mobutu oprime al pueblo y al proletariado, le importa muy poco que en Pekín declarase en pleno banquete delante de Chou: «Nosotros, los congoleños, somos como somos, seguiremos siendo así y no queremos otras ideologías», etc., etc. ¡Bonita perspectiva tiene el socialismo en el Congo, en caso de que apoyemos al señor Mobutu!
La misma perspectiva sombría le será reservada a la revolución y al socialismo en caso de que los marxistas y los países socialistas apoyen al Mercado Común Europeo y a los «Estados Unidos de Europa», como hace China, o al COMECON y a la agrupación revisionista de la Unión Soviética con sus satélites europeos. No, Albania socialista y el Partido del Trabajo de Albania no marcharán jamás por este camino erróneo, antileninista, de los chinos. Estos deben abandonar lo antes posible esta vía equivocada, o de lo contrario irán mucho más lejos.
Es imposible imaginar que los camaradas chinos hayan caído en este error sin querer y sin darse cuenta. Hoy por hoy, los chinos llevan a cabo bien que mal la «lucha contra los revisionistas soviéticos», independientemente de que es evidente que la desarrollan no desde una plataforma verdaderamente marxista-leninista, sino desde una plataforma chovinista que huele a política de gran Estado; mientras que mañana es posible que cesen esta lucha, lo cual es de esperar de gente que, o bien no tiene claros los principios marxista-leninistas, o bien los tiene claros, pero quiere aplicar los principios opuestos.
Los camaradas chinos saben, de la misma manera que lo sabemos nosotros, que «el capitalismo es internacional y monopolista». Las grandes potencias capitalistas, tanto las de ayer como las de hoy, tanto si son imperialistas como si son social-imperialistas, no han cambiado, continúan, saqueando y oprimiendo a los otros pueblos y a las otras naciones. Esto es lo que hacen los Estados Unidos, lo que hace la Unión Soviética revisionista, lo que hace Japón; lo mismo han hecho y se esfuerzan por hacer ahora los capitalistas franceses, germano-occidentales, ingleses e italianos. Los capitalistas europeos, para llevar sus objetivos a mejor término, han creado el Mercado Común Europeo y están trabajando paira crear la «Europa Unida». En este sentido son apoyados por China socialista, que de esta manera se opone a las verdaderas tareas de un Estado socialista y a los puntos de vista de Lenin, que suenan tan actuales cuando dice:
«Desde el punto de vista de las condiciones económicas del imperialismo, es decir, de la exportación de capitales y del reparto del mundo por las potencias coloniales «avanzadas» y «civilizadas», los Estados Unidos de Europa bajo el capitalismo, son imposibles o son reaccionarios». (Vladimir Ilich Uliánov; Lenin; La consigna de los Estados Unidos de Europa, 1915)
Esto está claro como el agua.
¿Qué hace este grupo de capitalistas modernos? Exporta capitales e invierte en los otros países para explotar y esclavizar a sus pueblos. Son los neocolonialistas del período posterior a la Segunda Guerra ¡Mundial. Y entre ellos hay que incluir a. los revisionistas soviéticos. Asistimos a la organización de un nuevo pillaje colosal, bajo nuevas formas, por los bandidos imperialistas y soeialimperialistas.
Con la creación de los «Estados Unidos de Europa», que también es sostenida por Chou En-lai, actualmente los capitalistas de Europa Occidental no persiguen otro fin que repartirse tranquilamente el sudor y la sangre del proletariado europeo, de los pueblos europeos. Los capitalistas quieren dar a la repartición del sudor y de la sangre de estos pueblos un color «pacífico», «embelleciéndola» con slogans tales como el de la «revolución técnico-científica», la «sociedad de consumo» y otras consignas prefabricadas. Pero esta repartición, como dice Lenin, no puede hacerse sobre otras bases que las de la fuerza. Y he aquí por qué este bloque de Estados es una fuente de guerras de agresión imperialistas para repartirse el botín del pillaje.
Lenin dice:
«Bajo el capitalismo es imposible un proceso uniforme de desarrollo económico de las distintas economías y de los distintos Estados. Bajo el capitalismo, para restablecer de cuando en cuando el equilibrio alterado, no hay otro medio posible más que las crisis en la industria y las guerras en la política. Desde luego, son posibles acuerdos temporales entre los capitalistas y entre las potencias. En este sentido son también posibles los Estados Unidos de Europa, como un acuerdo de los capitalistas europeos... ¿sobre qué? Sólo sobre el modo de ahogar juntos el socialismo en Europa, de defender juntos las colonias robadas contra el Japón y Estados Unidos, cuyos intereses están muy lesionados por el actual reparto de las colonias, y que durante los últimos cincuenta años se han fortalecido de un modo inconmensurablemente más rápido que la Europa atrasada, monárquica, que ha empezado a pudrirse de vieja». (Vladimir Ilich Uliánov; Lenin; La consigna de los Estados Unidos de Europa, 1915)
Esto es claro como la luz del día; esto era actual ayer, cuando el gran Lenin lo dijo, y hoy mantiene toda su actualidad, lo será también mañana y lo seguirá siendo hasta que el mundo capitalista sea destruido y substituido por el mundo socialista». (Enver Hoxha; Algunas declaraciones antimarxistas de Chou En-lai; Reflexiones sobre China, Tomo II, 15 de enero de 1973)
[1] La prensa china difundió gran parte de las conversaciones con Giuseppe Medici donde se demuestra su apoyo a la Comunidad Económica Europea (CEE), futura Unión Europea (UE):
«Expresando su satisfacción de haber encontrado en las conversaciones opiniones y orientaciones comunes, el Ministro de Exterior italiano dijo: «Estamos contentos de que el Gobierno de China comprenda la validez de nuestros objetivos para la unidad de Europa, el cual es el objetivo de los países en la comunidad». (Pekín Informa; Vol. 16, No.2, 12 de enero de 1973)
[2] La prensa china también difundió con júbilo parte de las conversaciones con Mobutu que recoge Enver Hoxha:
«El Gobierno y el pueblo de China aprecian los esfuerzos del Gobierno y el pueblo del Zaire para salvaguardar la independencia nacional y desarrollar su país con nuevos éxitos. (...) El Gobierno de Zaire apuesta por la solidaridad y unidad africana, una África para los africanos, que representa la principal tendencia en África. El Gobierno de China apoya esta justa demanda. (...) Chou señaló que aunque China y Zaire tienen diferentes sistemas sociales, ambos son países en vías de desarrollo que tienen una experiencia común y forman parte del tercer mundo». (Pekín Informa; Vol.16, No.3, 19 de enero de 1973)
[3] En aquella época el Partido del Trabajo de Albania (PTA) todavía no había hecho un análisis exhaustivo de la línea económica llevada por el Partido Comunista de China (PCCh) creyendo todavía de forma errónea que China era un país socialista. El PTA tan solo había denunciado las desviaciones más conocidas en política nacional y política exterior china debido a la escasez de material y a la esperanza de que corrigiesen sus errores con las críticas camaderiles emitidas, pero con la acumulación de nuevos evidentes errores de los revisionistas chinos, los albaneses se vieron forzados a agudizar la profundidad de sus análisis sobre los errores presentes y pasados de la dirección china:
«El desarrollo caótico de la «Revolución Cultural» y sus resultados reforzaron aún más nuestra opinión, todavía no bien cristalizada, de que en China el marxismo-leninismo no era conocido ni aplicado, de que, en el fondo, el Partido Comunista de China y Mao Zedong no sostenían puntos de vista marxista-leninistas. (...) A la luz de estos acontecimientos nuestro partido empezó a ver más profundamente las causas de las vacilaciones que se habían observado en la actitud de la dirección china hacia el revisionismo jruschovista, como por ejemplo en 1962 cuando buscaba la reconciliación y la unión con los revisionistas soviéticos en nombre de un pretendido frente común contra el imperialismo estadounidense –véase las obras de Enver Hoxha: «Los chinos tienden la mano a Jruschov»; Reflexiones sobre China, Tomo I, 6 de abril de 1962; «China marcha por una vía centrista»; Reflexiones sobre China, Tomo I, 13 de julio de 1962; «Los chinos van hacia la conciliación con los jruschovistas»; Reflexiones sobre China, Tomo I, 2 de julio de 1962; «En la línea china se observan marcadas tendencias a la moderación, a la aprensión y a la pasividad»; Reflexiones sobre China, Tomo I, 10 de julio de 1962; «Los chinos dicen hoy de Jruschov lo que Jruschov decía ayer de Tito»; Reflexiones sobre China, Tomo I, 11 de julio de 1962 más la obra: «Los jruschovistas» de 1980–. O en 1964 cuando Chou En-lai, reanudando sus esfuerzos por reconciliarse con los soviéticos, fue a Moscú para saludar la llegada al poder del grupo de Brézhnev –véase las obras de Enver Hoxha: «¿Qué resultados obtuvo Chou En-lai en Moscú?»; Reflexiones sobre China; Tomo I, 15 de noviembre de 1964 y «Derrota de Chou En-lai en Moscú»; Reflexiones sobre China, Tomo I, 21 de noviembre de 1964–. Estas fluctuaciones no eran casuales, reflejaban la ausencia de los principios y de la consecuencia revolucionaria. Cuando Richard Nixon fue invitado a China y la dirección china, con Mao Zedong a la cabeza, proclamó la política de aproximarse y unirse al imperialismo estadounidense, quedó patente que la línea y la política chinas estaban en completa oposición al marxismo-leninismo y al internacionalismo proletario. Después, comenzaron a ser más evidentes los objetivos chovinistas y hegemonistas de China. La dirección china empezó a oponerse más abiertamente a las luchas revolucionarias y de liberación de los pueblos, al proletariado mundial y al auténtico movimiento marxista-leninista. Desplegó la llamada teoría de los «tres mundos», que estaba esforzándose por imponer a todo el movimiento marxista-leninista como línea general. El Partido del Trabajo de Albania, partiendo de los intereses de la revolución y del socialismo, y pensando que los errores que se constataban en la línea del Partido Comunista de China se debían a apreciaciones incorrectas de las situaciones y a una serie de dificultades, más de una vez ha intentado ayudar a la dirección china a corregir y superar estos errores. Nuestro partido ha manifestado abiertamente, de manera sincera y camaraderil, sus puntos de vista a Mao Zedong y a los otras dirigentes chinos, y, sobre una serie de actos de China, que perjudicaban directamente la línea general del movimiento marxista-leninista, los intereses de los pueblos y de la revolución, ha manifestado oficialmente y por escrito sus observaciones y su disconformidad al Comité Central del Partido Comunista de China –véase la obra de Enver Hoxha: «El recibimiento de Nixon en Pekín no es justo, nosotros no lo apoyamos; Carta dirigida al Comité Central del Partido Comunista de China»; Obras Escogidas, Tomo IV, 6 de agosto de 1971–. Pero, por parte de la dirección china jamás han sido bien acogidas las justas observaciones de principio de nuestro partido. Nunca nos ha contestado y jamás ha aceptado discutir sobre ellas. Mientras tanto los actos antimarxistas de la dirección china, tanto en el interior como en el exterior, pasaron a ser más abiertos y evidentes. Todo esto obligó a nuestro partido, así como a todos los demás marxista-leninistas, a reconsiderar la línea del Partido Comunista de China, las concepciones políticas e ideológicas por las que se ha guiado, la actividad concreta y sus consecuencias. Debido a ello, vimos que el «Pensamiento Mao Zedong», que es el que ha guiado y guía al Partido Comunista de China, representa una peligrosa variante del revisionismo moderno, contra la cual es preciso desarrollar una lucha multilateral en el plano teórico y político». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)
Cuando el PTA realizó se vió obligado a profundizar sus investigaciones para realizar nuevos análisis sobre las causas de tantos errores y tan graves llegó a la única conclusión posible:
a) China nunca había sobrepasado la revolución burguesa, siendo un país capitalista-revisionista:
«Durante este período, subsiste la tendencia según la cual la primera etapa de la revolución democrático-burguesa debía prolongarse durante bastante tiempo. Los dirigentes chinos predicaban que durante esta etapa, al mismo tiempo que se desarrollaría el capitalismo, se crearían las premisas del socialismo; el propio Mao Zedong ha dicho: «A pesar de que tal revolución democrática de nuevo tipo amplía, por un lado, el camino para el capitalismo, crea, por el otro, las premisas del socialismo». En esta prédica basan su conocida tesis sobre la coexistencia con la burguesía y el capitalismo durante un tiempo muy largo, durante unos 30 años a partir de 1956. En el informe presentado al VIIIº Congreso del PC de China, se decía abiertamente que la burguesía nacional debía mantener junto con la clase obrera la dirección estatal de China y conservar una gran parte de sus riquezas. (...) En una palabra, en esta etapa de que hablamos, en el Partido Comunista de China existía la concepción de que el régimen establecido después de la liberación debía ser un régimen democrático-burgués y de que la burguesía debía participar en el poder, mientras que en apariencia debía estar en el poder (y en realidad lo estaba) el Partido Comunista de China con Mao Zedong como presidente, y con Liu Shao-chi, Chou En-lai, Deng Xiaoping y todos los demás en la dirección. Estos eran los puntos de vista de dicho partido. No eran puntos de vista marxista-leninistas claros. Puesto que las concepciones del Partido Comunista de China no eran completamente marxista-leninistas, la revolución en China no podía ser llevada hasta el fin, y no podía ser asegurada la transformación de la revolución democrático-burguesa en revolución socialista. La transición de la revolución democrático-burguesa a la revolución socialista sólo puede ser realizada cuando la burguesía es apartada del poder de forma decidida por el proletariado y esto incluso en aquellos casos en que durante cierto tiempo ha sido su aliada. Dado que en China la clase obrera compartió el poder con la burguesía, dicho poder en esencia jamás se transformó en dictadura del proletariado, y por consiguiente la revolución china no puede ser una revolución socialista». (Enver Hoxha; ¿Puede calificarse la revolución china de proletaria?; Reflexiones sobre China, Tomo II, 26 de diciembre de 1977)
b) Que el responsable directo de estas teorías político-económicas revisionistas era el maoísmo en cualquiera de sus variantes:
«Un lugar importante en el «pensamiento Mao Zedong» está ocupado por las distorsiones revisionistas de una serie de problemas fundamentales del marxismo-leninismo relacionados con la economía. Partiendo de la idea de Mao Zedong de que el desarrollo del capitalismo va supuestamente en interés de la gente, que las contradicciones entre la clase obrera y la gran burguesía en las condiciones chinas son supuestamente contradicciones «entre el seno del pueblo» y alegando que por tanto dichas contradicciones deben de ser resueltas a través de los métodos democráticos, se han promulgado, y continúa la promulgación de numerosos decretos y leyes que no afectan a los intereses de la gran burguesía, los kulaks y los monopolios extranjeros, lo que hace y seguirá haciendo muchas concesiones a estas fuerzas en detrimento de los intereses de las masas trabajadoras». (Tomor Cerova; Los procesos de desarrollo capitalista de la economía china, 1980)
La obra de Enver Hoxha: Reflexiones sobre China, es una prueba viva de la evolución dialéctica en la visión y los análisis de los marxista-leninistas albaneses sobre los revisionistas chinos.
[*] Enver Hoxha refutaría el tercermundismo y en sí la teoría de los tres mundos destacando que:
a) Dicha teoría niega la hegemonía del proletariado tanto en la revolución antifeudal, antiimperialista, anticolonial, antifascista, como en la revolución socialista:
«Mientras que los revisionistas chinos, oponiéndose a esta tesis de Lenin, se afanan en presentar el «tercer mundo» como la «gran fuerza motriz que hace avanzar la rueda de la historia». Declarar semejante cosa significa dar en la teoría y en la práctica una definición errónea de la fuerza motriz. ¿Cómo es posible que en la época de la actual evolución social, en la época que tiene en su centro a la clase más revolucionaria, el proletariado, se califique de fuerza motriz a una agrupación de Estados dominados en su abrumadora mayoría por la burguesía y los feudales, incluso por reaccionarios y fascistas declarados? Se trata de una burda deformación de la teoría de Marx. (...) La tesis sobre el papel hegemónico del campesinado en la revolución ha sido preconizada por Mao Zedong también como la vía de la revolución mundial. De aquí parte la concepción antimarxista que considera el llamado tercer mundo, que en la literatura política china se denomina entre otras cosas el «campo mundial», como «la fuerza motriz principal para la transformación de la sociedad contemporánea». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)
b) Dicha teoría ignora la composición social de estos países y el carácter de clase de sus gobernantes:
«La dirección china no tiene presente que en el «tercer mundo» hay oprimidos y opresores, que existen el proletariado y el campesinado esclavizado, pobre y mísero, por un lado, y los capitalistas y los terratenientes, que explotan y esquilman al pueblo, por el otro. Pasar por alto esta situación de clase en el llamado tercer mundo, pasar por alto los antagonismos existentes, significa revisar el marxismo-leninismo y defender el capitalismo. En general, en los países del llamado tercer mundo es la burguesía capitalista quien está en el poder. Esta burguesía explota al país, explota y oprime al pueblo pobre en interés de su propia clase, para asegurarse los mayores beneficios posibles y mantenerlo continuamente en la esclavitud y la miseria». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)
c) Dicha teoría ignora la dependencia hacia los imperialismos de los gobiernos de estos países:
«La burguesía, que es quien detenta el poder en estos países, protege precisamente esa sociedad capitalista que el proletariado, en alianza con las capas pobres del campo y de la ciudad, busca derrotar. Constituye esa clase alta que, en aras de sus mezquinos intereses, está dispuesta, en cualquier momento y ante cualquier contingencia, a entregar al capitalismo extranjero las riquezas del país, del suelo y del subsuelo, a endeudar la libertad, la independencia y la soberanía de la patria. Esta clase, allí donde está en el poder, se opone a la lucha y a las aspiraciones del proletariado y de sus aliados, las clases y las capas oprimidas. Muchos de los Estados, que la dirección china engloba en el «tercer mundo», no están en contra del imperialismo estadounidense y del socialimperialismo soviético. Calificar estos Estados de «fuerza motriz principal de la revolución y de la lucha contra el imperialismo», como predica Mao Zedong, es un error tan grande como el Himalaya. (...) La mayoría de los Estados, que supuestamente forman el «tercer mundo» o el «mundo no alineado», dependen del capital financiero extranjero, que es tan fuerte, tan vasto, que ejerce un peso decisivo en toda la vida de los mismos. Estos Estados no gozan de una independencia plena, por el contrario, dependen de ese gran capital financiero que es quien hace una política y difunde una ideología que justifica la explotación de los pueblos». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)
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