«Durante muchos años los defensores de las FARC-EP se escudaron para defender todas sus desviaciones en varios «argumentos» bastante absurdos: (1) que como era un grupo que tomaba las armas era un grupo representante de la clase obrera, revolucionario, e incluso marxista-leninistas verdaderos; (2) que al tomar las armas y esto hacerles verdaderos revolucionarios y marxista-leninistas se debía perdonar las desviaciones del proceso; (3) que el tomar las armas significaba hacer mucho más que cualquier otro grupo y nosotros estaríamos señalando quizás cosas ciertas pero que suponen caer en el teoricismo estéril.
Expliquemos esto, porque aunque este debate ya carezca de sentido al parecer que las FARC-EP abandonan las armas, es importante de cara a que el lector aprenda a detectar tales pseudoargumentos en caso de que las FARC-EP retomen las armas o para no ser pillados por sorpresa ante otros grupos similares de la actualidad o el futuro:
1) Algunos esquemáticos y metafísicos piensan que si un grupo toma las armas debe de ser porque es representante de la clase obrera y que será un grupo revolucionario o que incluso solamente los marxista-leninistas se alzan en armas. Vayamos por partes:
a) Es sabido que la clase obrera no es la única que se alanza en armas. Históricamente diferentes movimientos políticos tomaron las armas, ejemplo de ello es la burguesía cuando se alzó contra la nobleza y el feudalismo. ¿Y qué decir de los movimientos políticos representantes de la pequeña burguesía que se ha alzado en armas millones de veces, contra la nobleza, contra la burguesía, y en menor medida –pero también sucedió– contra el proletariado? Hay multitud de recientes ejemplos históricos de movimientos de la burguesía nacional o la pequeña burguesía de países coloniales o neocoloniales que luchando contra gobiernos títeres del extranjero o gobiernos colonialistas han llegado al poder. Estos movimientos, muchos de ellos, decían ser representantes de la clase obrera, revolucionarios, e incluso marxista-leninistas, otros decían tener variadas influencias entre las cuales se encontraba el marxismo-leninismo, otras que apostaban por una tercería vía –véase las corrientes del tercermundismo y el no alineamiento–, pero todos acabaron cediendo a la burguesía nacional y extranjera, sus movimientos acabaron siendo fieles garantes de la propiedad privada y la democracia burguesa –cuando no de un régimen terrorista y fascista–, todos se convirtieron en aliados y promotores de la burguesía nacional a la vez que perseguidores de las verdaderas organizaciones proletarias y sus efectivos, e incluso en el nuevo poder y gracias a la receta económica capitalista muchos de estos dirigentes burgueses y pequeño burgueses llegaron a amasar una fortuna insultante, no menor a la de los antiguos colonizadores y sus títeres locales. Ejemplos los hay por todo el globo.
b) Bien, si hablamos de movimiento revolucionario, debemos llamar así a un movimiento político que promueve una transformación cualitativa sustancial y que no pretende traficar con esas metas, ni a quién reivindica solo partes de ese programa revolucionario. Las clases sociales como la burguesía nacional o la pequeña burguesía se ha demostrado que no pueden llevar a cabo ya ni siquiera las reivindicaciones de la revoluciones burgueses de siglo anteriores: nos referimos a reivindicaciones como la libertad sindical, la eliminación del feudalismo mediante el reparto de tierras, la erradicación del analfabetismo o eliminación de la presencia de tropas extranjeras en suelo patrio. Todo ello son reivindicaciones se suelen quedarse a medias cuando estos grupos sociales lideran la revolución en los países coloniales y neocoloniales. Los comunistas han demostrado en el siglo XX que estas reivindicaciones son solucionadas de forma tajante y rápida cuando el partido de la clase obrera llega al poder, y que las usa de puente para encaminar a trabajar en la resolución de las tareas socialistas. Se ha demostrado igualmente que los grupos burgueses y pequeño burgueses trafican con estas reivindicaciones para sus fines egoístas, por tanto considerar a la ligera como revolucionarios a grupos de este cariz es un error en nuestra época: se les puede considerar revolucionarios temporalmente si cumplen con las reivindicaciones de la etapa en la teoría y la práctica, pero ni aún así son garantía de cumplir con las reivindicaciones de la etapa por su carácter no proletario, de hecho de que estos grupos cumplan estas tareas corresponde a los comunistas, por lo tanto delegar la lucha a estas organizaciones es lo mismo que renegar de la hegemonía de la clase obrera, la forma más burda de reformismo como tipificó Lenin.
Véase un país como Venezuela, los chavistas del Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV) decían que el país enfrentaba tareas antifeudales, antimonopolistas, antiimperialistas, estupendo. ¿Acaso se ha solucionado algún tema de estos? Para nada, ni se ha acabado con el latifundio, ni se ha evitado el proceso de monopolización y acumulación de las riquezas en unas pocas manos, ni se ha acabado la dependencia del imperialismo y en caso de hacerlo en algunos sectores ha sido para pasar a depender de otras potencias imperialistas. No hay que caer en la demagogia de que todo es revolucionario y contentarse, hay que sopesar el carácter de cada movimiento y cada figura en su justa medida.
c) Los más inmaduros políticamente hablando, piensan que si un grupo toma las armas, automáticamente es un grupo representante de la clase obrera y su ideología: el marxismo-leninismo, sobre todo por el hecho de que actualmente no se estila la lucha armada en los movimientos políticos como antaño. Creemos que pocos pensamientos hay más ignorantes en cuanto a esto. Como ya hemos explicado la clase obrera y los marxista-leninistas no son los únicos que toman las armas, a veces la clase obrera se alza incluso en formas insurreccionales de forma espontánea o influida por otras ideologías, ni siquiera los elementos revolucionarios –más allá de su clase social– son los únicos que se alzan en armas, los contrarrevolucionarios también lo hacen por supuesto. Para discernir si los que toman las armas son marxista-leninistas o no hay que fijarse en si respetan los principios del marxismo-leninismo sobre la estrategia militar de toma de poder, ni más ni menos, y en ver si dicha violencia impulsa un programa revolucionario acorde a los principios marxista-leninistas. No es lo mismo el brazo armado de un partido marxista-leninista que el brazo amarado de una organización reformista-revisionista, que una organización guerrillera sin partido, que una banda armada terrorista, que un grupo de pistoleros anarquistas, que un ejército mercenario, que un ejército de fanáticos religiosos, que un ejército burgués. No es lo mismo el programa y fines de los marxista-leninistas que quienes usan las armas para mejoras en las condiciones de los trabajadores, que los que las usan para forzar la integración de sus líderes en unas poltronas ministeriales en el gobierno democrático-burgués, que los que pretenden instaurar un socialismo pequeño burgués, que los que ni siquiera han planteado qué hacer tras la toma de poder.
2) El hecho de tomar las armas como sabemos no significa ser representante de la clase obrera, marxista-leninista, ni siquiera revolucionario. Pero la teoría de que al ser marxista-leninistas o al menos verdaderos revolucionarios hay que perdonar ciertas desviaciones del proceso, como dando a entender que «es lo mejor que hay», es lo más patético que puede escucharse, es la teoría del «mal menor». Los verdaderos marxista-leninistas no hacemos «la vista gorda» cuando vemos que un camarada o un partido hermano incurre en un error, no aludimos a su carácter marxista-leninista para pasarle uno, dos o más errores, al revés el perdonar o ser condescendientes con las desviaciones es lo que podría hacer perder el carácter revolucionario y marxista-leninista a nuestro camarada o partido hermano, por lo que jamás transigimos con ello, lo criticamos con educación y paciencia. Del mismo modo el internacionalismo proletario está reñido con el sentimentalismo, el compadrazgo, él no permite sino que presupone la crítica a todas las variantes antimarxistas del panorama internacional, usen las armas o no;
3) Sobre la acusación de que señalar las desviaciones antimarxistas de un movimiento político que se reivindica como marxista es caer en el teoricismo, el doctrinarismo y que no ayuda a nada, es un despropósito. De lo que se deberían preocupar estos elementos es de tener el suficiente nivel ideológico como para saber discernir si las críticas emitidas tienen algo de sentido, ya que de ser ciertas, el movimiento político que está siendo criticado está usando la bandera de una doctrina a la que está ensuciando. De hecho, de lo que adolece el movimiento marxista-leninista de hoy en día es de verdaderos teóricos que analicen los movimientos locales e internacionales, históricos o presentes, pues la inoperancia predomina por doquier, y lo que prima es el seguidismo y el sentimentalismo, que muchas veces conduce a apoyar a grupos y figuras antimarxistas. Además los conocimientos teóricos son necesarios para que en la práctica de la estrategia militar de toma de poder no se caiga en desviaciones como el aventurismo o el terrorismo, o para que una organización armada que llegue al poder no sea usurpada por elementos oportunistas debido al bajo nivel teórico y que usen la victoria militar para implantar un régimen capitalista-revisionista. Hay que empezar a considerar de una vez por todas el marxismo-leninismo como una ciencia, y como dijeron los clásicos, respetarla estudiándola concienzudamente. Así que lo sentimos, pero la formación teórica no es que sea importante sino que es primordial, y criticar las desviaciones antimarxistas no es un pasatiempo, no es un capricho, es necesidad viva, ya que si el agricultor necesita separar el trigo de la paja para un buen resultado, los marxista-leninistas necesitamos separar el marxismo-leninismo del revisionismo para que la revolución llegue a buen cauce.
¿Por cierto ahora que las FARC-EP se integraran en la democracia burguesa colombiana que argumentos usaran sus defensores? ¿Los de una organización incrustada en el cretinismo parlamentario y de fines electoralistas? Esto es, que «no han perdido la esencia sino que se adecuan a los nuevos tiempos», que «al menos hacen algo que no sea criticar», que no votarles «es hacer el juego a la derecha y al imperialismo», de hecho ya han empezado a hacerlo. Las situaciones cambian, las excusas cambian, su esencia oportunista no, la fragilidad de sus mentiras tampoco, así que es menester que los marxista-leninistas estén atentos a estos nuevos pseudoargumentos cocinados desde la olla revisionista para defender a este movimiento antimarxista». (Equipo de Bitácora (M-L); Una reflexión necesaria sobre las FARC-EP, los acuerdos de paz y la historia de las guerrillas en Colombia, 2016)
Expliquemos esto, porque aunque este debate ya carezca de sentido al parecer que las FARC-EP abandonan las armas, es importante de cara a que el lector aprenda a detectar tales pseudoargumentos en caso de que las FARC-EP retomen las armas o para no ser pillados por sorpresa ante otros grupos similares de la actualidad o el futuro:
1) Algunos esquemáticos y metafísicos piensan que si un grupo toma las armas debe de ser porque es representante de la clase obrera y que será un grupo revolucionario o que incluso solamente los marxista-leninistas se alzan en armas. Vayamos por partes:
a) Es sabido que la clase obrera no es la única que se alanza en armas. Históricamente diferentes movimientos políticos tomaron las armas, ejemplo de ello es la burguesía cuando se alzó contra la nobleza y el feudalismo. ¿Y qué decir de los movimientos políticos representantes de la pequeña burguesía que se ha alzado en armas millones de veces, contra la nobleza, contra la burguesía, y en menor medida –pero también sucedió– contra el proletariado? Hay multitud de recientes ejemplos históricos de movimientos de la burguesía nacional o la pequeña burguesía de países coloniales o neocoloniales que luchando contra gobiernos títeres del extranjero o gobiernos colonialistas han llegado al poder. Estos movimientos, muchos de ellos, decían ser representantes de la clase obrera, revolucionarios, e incluso marxista-leninistas, otros decían tener variadas influencias entre las cuales se encontraba el marxismo-leninismo, otras que apostaban por una tercería vía –véase las corrientes del tercermundismo y el no alineamiento–, pero todos acabaron cediendo a la burguesía nacional y extranjera, sus movimientos acabaron siendo fieles garantes de la propiedad privada y la democracia burguesa –cuando no de un régimen terrorista y fascista–, todos se convirtieron en aliados y promotores de la burguesía nacional a la vez que perseguidores de las verdaderas organizaciones proletarias y sus efectivos, e incluso en el nuevo poder y gracias a la receta económica capitalista muchos de estos dirigentes burgueses y pequeño burgueses llegaron a amasar una fortuna insultante, no menor a la de los antiguos colonizadores y sus títeres locales. Ejemplos los hay por todo el globo.
b) Bien, si hablamos de movimiento revolucionario, debemos llamar así a un movimiento político que promueve una transformación cualitativa sustancial y que no pretende traficar con esas metas, ni a quién reivindica solo partes de ese programa revolucionario. Las clases sociales como la burguesía nacional o la pequeña burguesía se ha demostrado que no pueden llevar a cabo ya ni siquiera las reivindicaciones de la revoluciones burgueses de siglo anteriores: nos referimos a reivindicaciones como la libertad sindical, la eliminación del feudalismo mediante el reparto de tierras, la erradicación del analfabetismo o eliminación de la presencia de tropas extranjeras en suelo patrio. Todo ello son reivindicaciones se suelen quedarse a medias cuando estos grupos sociales lideran la revolución en los países coloniales y neocoloniales. Los comunistas han demostrado en el siglo XX que estas reivindicaciones son solucionadas de forma tajante y rápida cuando el partido de la clase obrera llega al poder, y que las usa de puente para encaminar a trabajar en la resolución de las tareas socialistas. Se ha demostrado igualmente que los grupos burgueses y pequeño burgueses trafican con estas reivindicaciones para sus fines egoístas, por tanto considerar a la ligera como revolucionarios a grupos de este cariz es un error en nuestra época: se les puede considerar revolucionarios temporalmente si cumplen con las reivindicaciones de la etapa en la teoría y la práctica, pero ni aún así son garantía de cumplir con las reivindicaciones de la etapa por su carácter no proletario, de hecho de que estos grupos cumplan estas tareas corresponde a los comunistas, por lo tanto delegar la lucha a estas organizaciones es lo mismo que renegar de la hegemonía de la clase obrera, la forma más burda de reformismo como tipificó Lenin.
Véase un país como Venezuela, los chavistas del Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV) decían que el país enfrentaba tareas antifeudales, antimonopolistas, antiimperialistas, estupendo. ¿Acaso se ha solucionado algún tema de estos? Para nada, ni se ha acabado con el latifundio, ni se ha evitado el proceso de monopolización y acumulación de las riquezas en unas pocas manos, ni se ha acabado la dependencia del imperialismo y en caso de hacerlo en algunos sectores ha sido para pasar a depender de otras potencias imperialistas. No hay que caer en la demagogia de que todo es revolucionario y contentarse, hay que sopesar el carácter de cada movimiento y cada figura en su justa medida.
c) Los más inmaduros políticamente hablando, piensan que si un grupo toma las armas, automáticamente es un grupo representante de la clase obrera y su ideología: el marxismo-leninismo, sobre todo por el hecho de que actualmente no se estila la lucha armada en los movimientos políticos como antaño. Creemos que pocos pensamientos hay más ignorantes en cuanto a esto. Como ya hemos explicado la clase obrera y los marxista-leninistas no son los únicos que toman las armas, a veces la clase obrera se alza incluso en formas insurreccionales de forma espontánea o influida por otras ideologías, ni siquiera los elementos revolucionarios –más allá de su clase social– son los únicos que se alzan en armas, los contrarrevolucionarios también lo hacen por supuesto. Para discernir si los que toman las armas son marxista-leninistas o no hay que fijarse en si respetan los principios del marxismo-leninismo sobre la estrategia militar de toma de poder, ni más ni menos, y en ver si dicha violencia impulsa un programa revolucionario acorde a los principios marxista-leninistas. No es lo mismo el brazo armado de un partido marxista-leninista que el brazo amarado de una organización reformista-revisionista, que una organización guerrillera sin partido, que una banda armada terrorista, que un grupo de pistoleros anarquistas, que un ejército mercenario, que un ejército de fanáticos religiosos, que un ejército burgués. No es lo mismo el programa y fines de los marxista-leninistas que quienes usan las armas para mejoras en las condiciones de los trabajadores, que los que las usan para forzar la integración de sus líderes en unas poltronas ministeriales en el gobierno democrático-burgués, que los que pretenden instaurar un socialismo pequeño burgués, que los que ni siquiera han planteado qué hacer tras la toma de poder.
2) El hecho de tomar las armas como sabemos no significa ser representante de la clase obrera, marxista-leninista, ni siquiera revolucionario. Pero la teoría de que al ser marxista-leninistas o al menos verdaderos revolucionarios hay que perdonar ciertas desviaciones del proceso, como dando a entender que «es lo mejor que hay», es lo más patético que puede escucharse, es la teoría del «mal menor». Los verdaderos marxista-leninistas no hacemos «la vista gorda» cuando vemos que un camarada o un partido hermano incurre en un error, no aludimos a su carácter marxista-leninista para pasarle uno, dos o más errores, al revés el perdonar o ser condescendientes con las desviaciones es lo que podría hacer perder el carácter revolucionario y marxista-leninista a nuestro camarada o partido hermano, por lo que jamás transigimos con ello, lo criticamos con educación y paciencia. Del mismo modo el internacionalismo proletario está reñido con el sentimentalismo, el compadrazgo, él no permite sino que presupone la crítica a todas las variantes antimarxistas del panorama internacional, usen las armas o no;
3) Sobre la acusación de que señalar las desviaciones antimarxistas de un movimiento político que se reivindica como marxista es caer en el teoricismo, el doctrinarismo y que no ayuda a nada, es un despropósito. De lo que se deberían preocupar estos elementos es de tener el suficiente nivel ideológico como para saber discernir si las críticas emitidas tienen algo de sentido, ya que de ser ciertas, el movimiento político que está siendo criticado está usando la bandera de una doctrina a la que está ensuciando. De hecho, de lo que adolece el movimiento marxista-leninista de hoy en día es de verdaderos teóricos que analicen los movimientos locales e internacionales, históricos o presentes, pues la inoperancia predomina por doquier, y lo que prima es el seguidismo y el sentimentalismo, que muchas veces conduce a apoyar a grupos y figuras antimarxistas. Además los conocimientos teóricos son necesarios para que en la práctica de la estrategia militar de toma de poder no se caiga en desviaciones como el aventurismo o el terrorismo, o para que una organización armada que llegue al poder no sea usurpada por elementos oportunistas debido al bajo nivel teórico y que usen la victoria militar para implantar un régimen capitalista-revisionista. Hay que empezar a considerar de una vez por todas el marxismo-leninismo como una ciencia, y como dijeron los clásicos, respetarla estudiándola concienzudamente. Así que lo sentimos, pero la formación teórica no es que sea importante sino que es primordial, y criticar las desviaciones antimarxistas no es un pasatiempo, no es un capricho, es necesidad viva, ya que si el agricultor necesita separar el trigo de la paja para un buen resultado, los marxista-leninistas necesitamos separar el marxismo-leninismo del revisionismo para que la revolución llegue a buen cauce.
***
¿Por cierto ahora que las FARC-EP se integraran en la democracia burguesa colombiana que argumentos usaran sus defensores? ¿Los de una organización incrustada en el cretinismo parlamentario y de fines electoralistas? Esto es, que «no han perdido la esencia sino que se adecuan a los nuevos tiempos», que «al menos hacen algo que no sea criticar», que no votarles «es hacer el juego a la derecha y al imperialismo», de hecho ya han empezado a hacerlo. Las situaciones cambian, las excusas cambian, su esencia oportunista no, la fragilidad de sus mentiras tampoco, así que es menester que los marxista-leninistas estén atentos a estos nuevos pseudoargumentos cocinados desde la olla revisionista para defender a este movimiento antimarxista». (Equipo de Bitácora (M-L); Una reflexión necesaria sobre las FARC-EP, los acuerdos de paz y la historia de las guerrillas en Colombia, 2016)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
«¡Pedimos que se evite el insulto y el subjetivismo!»