Kim Jong Il y Ju Jintao en 2006 |
«En marzo de 2005 China y Corea del Norte firmaron un «acuerdo de promoción y protección de las inversiones» y en diciembre del mismo año ambos gobiernos decidieron prospectar en común importantes yacimientos de petróleos offshore en el Mar Amarillo estimados en 800 millones de toneladas. Durante los años 1960-1980 Corea del Norte importaba petróleo soviético, obligada por la división internacional del trabajo.
Estimamos esencial pararnos un instante en Corea del Norte y sus relaciones de producción internacionales, antes de pasar a las relaciones comerciales y financieras entre el imperialismo chino y los países del «tercer mundo».
Del mismo modo que China envía en la actualidad a obreros a trabajar en ciertos países de Europa del Este, Corea del Norte envía a obreros a trabajar a Rusia. En 2004, la región de Vladivostok registró la entrada de 262.000 nacionales chinos y de 13.000 nacionales norcoreanos. En los últimos años, un promedio de 10.00 trabajadores norcoreanos, bajo un visado de trabajo, cruzan la frontera anualmente.
Estas prácticas son antiguas para Corea del Norte, pues ya enviaba trabajadores emigrantes como medio de satisfacer la deuda contraída frente a la Unión Soviética socialimperialista: en respuesta al acuerdo concluido entre Kim Il Sung y Brezhnev en 1966, eran de una media entre 15.000 a 20.000 trabajadores emigrantes quienes trabajaban anualmente en la región de Vladivostok, sobre las obras de construcción y deforestación, es decir trabajadores que empleados en los sectores más ávidos de mano de obra barata y donde las condiciones de trabajo eran más penosas. Sin embargo la deuda exterior norcoreana nunca fue reabsorbida: la dawisación de Corea del Norte lo impidió, y en 1991 la deuda exterior contraída frente a la Unión Soviética socialimperialista llegaba a los 8 mil millones de dólares.
Si hasta los años 60 el desarrollo económico de Corea del Norte fue importante, el mismo fue severamente más despacio desde la segunda mitad de los 70, como en la mayoría de países burgueses-revisionistas que sintieron duramente las consecuencias de la crisis de 1973. Numerosos son los economistas burgueses que hablan de las «reformas económicas» llevadas a cabo por Corea del Norte en los 80, de China en 1978, de Vietnam en 1986, de Cuba en 1992 o de la Unión Soviética revisionista en 1991. Todas ellas son idénticas en el fondo: ¡no sólo únicamente la integración en la división internacional del trabajo en el dominio de la producción mercantil, sino la mayor apertura al capital extranjero!
Según las estadísticas chinas, el flujo de Inversión Extranjera Directa china hacia Corea del Norte ha pasado de 1,1 a 14,1 millones de dólares entre 2003 y 2004. En 2006, Kim Jong Il y Ju Jintao hablaron con entusiasmo de los «éxitos» en la «cooperación mutuamente beneficiosa de la economía y en el dominio del comercio». Ju Jintao aseguraba su apoyo a los norcoreanos en su búsqueda de un «camino de desarrollo conforme a la realidad de su país», y Kim Jong Il a cambio alabó la «modernización socialista de características chinas», añadiendo que:
«El sorprendente desarrollo que se comprueba en el vasto territorio chino es el resultado de la acción del Partido Comunista de China que propuso las nuevas líneas y políticas, conformes a la realidad de su país». (Xinhua, 19/01/2006)
Estudiando a Corea del Norte, la revista del gran capital Challengues titulaba recientemente que era «un país stalinista realmente atractivo», remarcando:
«El coste invencible de la mano de obra norcoreana de calidad». (Challenges, n°52, octobre 2006)
Aludiendo que el salario medio de un obrero norcoreano era cuatro veces menor que el de un obrero chino. Estando en antípodas de la construcción de la Albania socialista, la constitución democrático-burguesa norcoreana estipula que:
«El Estado fomenta la gestión empresarial colectiva y la producción cooperada de los organismos, empresas y organizaciones de nuestro país con personas naturales y jurídicas extranjeras, así como el establecimiento y gestión de diversas empresas en la zona económica especial». (Constitución de Corea del Norte, 1972, revisada por última vez en 1998)
Es evidente para un marxista-leninista que:
«Los capitalistas en ningún caso dan créditos para construir el socialismo, sino para destruirlo. Por consiguiente, un verdadero país socialista nunca acepta créditos, cualquiera que sea su forma, de un país capitalista, burgués o revisionista». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)
El 2 de abril de 2007 el periódico Libération titulaba: «En la madriguera del capitalismo en Corea del Norte», con un reportaje sobre la zona económica especial de Kaesong, un vasto parque industrial que fue empezado a construirse en 2003 a algunos kilómetros de la frontera con Corea del Sur. Los promotores norcoreanos prevén que la zona franca de Kaesong se extenderá sobre 16.000 hectáreas en 2012 cuando serán implantadas 1.800 empresas extranjeras que emplearan a 350.000 obreros, producirá anualmente 0,6 mil millones de dólares en Corea del Norte. A principios de 2007, 15 empresas surcoreanas se implantaron ya y hacían trabajar a 11.000 norcoreanos. En Kaesong, los dirigentes norcoreanos atraen a los potenciales inversores con el interés de una implantación de:
«Bajos impuestos, salarios bajos, garantías contra el riesgo de pérdida o confiscación». (Libération; En la madriguera del capitalismo en Corea del Norte, 2 de abril de 2007)
El capital y la tecnología son exclusivamente surcoreanos y las empresas se limitan a la industria ligera. Como el nivel del salario es mucho menor que en Corea del Sur, los bienes de consumo fabricados –ropa, utensilios, relojes, cosméticos, etc.– han pasado en Corea del Sur bajo la etiqueta de «Hecho en Corea». Corea del Norte después de ir a remolque bajo las cadenas del socialimperialismo soviético con la división «socialista» internacional del trabajo, hoy en día está transformándose en un país dependiente no sólo en lo comercial sino también de las inversiones: un régimen burgués-comprador clásico.
Los imperialistas chinos y surcoreanos se reparten hoy Corea del Norte, el imperialismo surcoreano pretende convertirla en un taller del que saque beneficios que sirvan para reforzar sus posiciones imperialistas regionales y para atenuar la lucha de clases del proletariado surcoreano. Es evidente que defender el régimen comprador de Kim Jon Il, como un régimen «socialista» es más contrarrevolucionario que nunca. Es continuar desacreditando el comunismo y convertir a éste en un espantapájaro para el proletariado internacional:
«Entre capitalismo y comunismo, liberalismo y estatismo, el enclave se desarrolla entre la contradicción». (Libération; En la madriguera del capitalismo en Corea del Norte, 2 de abril de 2007)
Puede haber contradicción para los que toman por el «socialismo» y hasta por el «stalinismo», pero no para nosotros cuando solamente es un sistema político burgués-revisionista de tipo comprador.
Durante más de tres décadas, Corea del Norte fue integrada en la zona de influencia del socialimperialismo soviético, a la caída de la Unión Soviética su situación se agravó las dificultades económicas ya existentes como le pasó a Cuba: después de descender un 45% durante el periodo 1990-1998, el PIB de Corea del Norte sólo recuperó un 90% del PIB que tenía en 1990.
En 1996 la deuda exterior norcoreana fue de 12 mil millones de dólares. Las cosas no pintan como pensar que esto va a arreglarse, ya que por el solo año 2004, el déficit de la balanza comercial exterior norcoreana se instalaba 0,9 mil millones de dólares, esto es un valor igual al 3/4 de sus exportaciones, una situación bastante comparable a la de Cuba. Desde el año 2000, Corea del Norte ha ampliado su relación con China y la Rusia de Putin.
La parte de China en el total del comercio exterior norcoreano pasó del 20 al 37% durante el período 1995-2004, mientras que el volumen total del comercio exterior norcoreano aumentaba el 52% durante mismo período.
Si la parte comercial de Corea del Sur se mantuvo alrededor del 18%, la de Japón, en cambio bajó mucho pasando del 19 al 7%. Sin embargo, en 2005-2006, Japón no fue el único en sufrir la competencia de China en Corea del Norte: el imperialismo surcoreano también comenzó a sufrir esto hasta el punto de que:
«El auge del comercio entre Pekín y Pyongyang inquieta a Seúl». (Figaro; 7 de abril de 2006)
Si antes China exportaba sobre todo cereales y petróleo hacia Corea del Norte, estos últimos años son los productos electrónicos, las máquinas de herramienta y los bienes de consumo lo que ocupan el primer sitio. Por su parte, Corea del Norte exporta acero, cinc y la antracita hacia China». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)
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