jueves, 2 de enero de 2020

Lenin sobre el oportunismo y el «radicalismo pasivo» hacia él


«Kautsky, la más alta autoridad de la II Internacional, es el ejemplo más típico y claro de cómo el reconocimiento verbal del marxismo ha llevado en la práctica a trasformarlo en «struvismo» o en «brentanismo». Plejánov nos ofrece otro ejemplo de ello. Mediante sofismas evidentes, se extirpa del marxismo su espíritu vivo y revolucionario, y se admite en él todo, excepto los medios revolucionarios de lucha y la propaganda y preparación de los mismos, así como la educación de las masas en ese sentido. Despreciando todo principio, Kautsky «concilia» la idea fundamental del socialchovinismo, la aceptación de la defensa de la patria en la guerra actual, con concesiones diplomáticas y ostensibles a la izquierda, tales como la abstención en la votación de los créditos de guerra, la actitud verbal en favor de la oposición, etc. Kautsky, que en 1909 escribió todo un libro sobre la inminencia de una época de revoluciones y sobre las relaciones entre la guerra y la revolución. Kautsky, que en 1912 firmó el manifiesto de Basilea sobre la utilización revolucionaria de la guerra que se avecinaba, ahora justifica y exalta el socialchovinismo por todos los medios y, como Plejánov, se une a la burguesía para ridiculizar toda idea de revolución, toda iniciativa en el sentido de una lucha revolucionaria directa.

La clase obrera no puede cumplir su misión revolucionaria universal sin librar una guerra implacable contra esa actitud de renegados, contra esa falta de principios, contra esa actitud servil hacia el oportunismo y contra ese increíble envilecimiento teórico del marxismo. El kautskismo no es fruto del azar, sino el producto social de las contradicciones de la II Internacional, de la combinación de la fidelidad verbal al marxismo con la sumisión, de hecho, al oportunismo.

Esta falsedad esencial del «kautskismo» se manifiesta de distintas formas en diferentes países. En Holanda, Roland Holst, a la vez que rechaza la idea de la defensa de la patria, aboga por la unidad con el partido de los oportunistas. En Rusia, Trotski, que también rechaza esa idea, defiende asimismo la unidad con el grupo oportunista y chovinista de Nasha Zariá. En Rumanía, Rakovski declara la guerra al oportunismo por considerarlo culpable de la bancarrota de la II Internacional, pero al mismo tiempo está dispuesto a admitir la legitimidad de la idea de la defensa de la patria. Todas estas no son más que manifestaciones del mal que los marxistas holandeses –Gorter y Pannekoek– han llamado el «radicalismo pasivo» y que se reduce a la suplantación del marxismo revolucionario por un eclecticismo en teoría, y por el servilismo o la impotencia ante el oportunismo en la práctica». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; El socialismo y la guerra, 1915)

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