viernes, 12 de febrero de 2016

La cuestión pendiente de la reunificación de las dos Coreas y las claudicaciones de los revisionistas coreanos; Equipo de Bitácora (M-L), 2015


«Como último punto de este primer capítulo sobre la política interior; unas palabras de ¿cómo presentan los «juches» la cuestión de la reunificación de Corea? Pues del mismo modo antimarxista que el resto de cuestiones anteriores.

Históricamente, el revisionismo coreano, ha basado todo el apoyo internacional a su causa en dos cuestiones básicas: (1) la lucha contra el imperialismo estadounidense, sobre todo por la Guerra de Corea de 1953; y (2) la división de la península de Corea en Corea del Sur y Corea del Norte en 1948 y la cuestión de una próxima unificación como respuesta a este crimen histórico cometido contra el pueblo coreano.

Tras el término de la Segunda Guerra Mundial, y el establecimiento de tropas estadounidenses en el Sur de Corea, y las tropas soviéticas en el Norte de Corea. El objetivo del gobierno soviético, y el obvio también de todos los patriotas coreanos, era intentar retirar ambos ejércitos en la mayor brevedad posible, mientras que del lado estadounidense, la intención sería retrasar este hecho todo lo posible y rechazar las ofertas soviéticas con un objetivo que veremos:

«En la Conferencia de Moscú de los tres Ministros de Relaciones Exteriores, celebrada en diciembre de 1945, se acordó el restablecimiento de Corea como Estado independiente, la cooperación en la formación de un gobierno democrático provisional de Corea y la aplicación coordinada, junto con lo que precede, de otras varias medidas por parte del Alto Mando de las tropas estadounidenses en Corea del Sur y del Alto Mando de las tropas soviéticas del Norte. Sin embargo, en vista de que el Alto Mando de las tropas estadounidenses en Corea del Sur emprendió un camino de medidas antidemocráticas y de apoyo a las capas reaccionarias projaponesas de Corea, resultó imposible el acuerdo entre el Alto Mando soviético de Corea del Norte y el alto Mando estadounidense de Corea del Sur, y por lo tanto se frustró el plan trazado sobre Corea en la Conferencia de Moscú. Para acelerar la unificación de las dos partes, Norte y Sur, de Corea y restablecer un Estado democrático independiente y unido, y conceder al pueblo coreano la posibilidad de decidir por sí mismo en sus asuntos internos, el gobierno soviético propuso, en Octubre de 1947, la retirada simultanea de las tropas soviéticas y estadounidenses de Corea a principios de 1948. La proposición soviética encontró el apoyo favorable de las más amplias capas del pueblo coreano; además, los partidos y grupos democráticos del Norte y Sur de Corea adoptaron medidas a fin de evitar la guerra civil en Corea como resultado de la retirada de las tropas soviéticas y estadounidenses. Sin embargo, esta propuesta soviética fue rechazada por el gobierno de los Estado Unidos, lo que ha conducido a mantener la división actual de Corea en dos zonas, Norte y Sur, contrariamente a las decisiones de la Conferencia de Moscú sobre la cooperación que debía ser aportada para la creación de un Estado coreana democrático independiente y unido». (Agencia de Telégrafos de la Unión Soviética; 23 de mayo de 1948)

El 15 de agosto de 1948, Estados Unidos creo artificialmente, como también haría en 1949 con su parte de territorio ocupado en Alemania con la creación de la República Federal de Alemania, un Estado artificial siendo en este caso el damnificado Corea y su pueblo. El nuevo Estado sería llamado oficialmente: República de Corea del Sur. A respuesta, el 9 de septiembre sería creada la República Popular Democrática de Corea en el Norte de Corea. El nuevo gobierno en el Norte, pediría formalmente la retirada de las tropas soviéticas y estadounidenses, a lo que los primeros responderían accediendo con una respuesta positiva, mientras que los segundos no se dignaron el responder tal petición, contrastando una vez más en aquellos días, la política de uno y otro país:

«El día 10 de septiembre de 1948, la Asamblea Suprema de Corea ha demandado a los gobiernos de la Unión Soviética y los Estados Unidos que retiren sus respectivas tropas de las zonas de ocupación. De acuerdo con esta petición, el gobierno soviético ha acordado comenzar la evacuación de la zona en la quincena de octubre, acabando a más tardar, a primeros de 1949. El gobierno de los Estados Unidos, en cambio, no se ha dignado en contestar a la petición de la Asamblea Suprema de Corea lo cual es una manifestación de no querer retirar sus tropas del Sur del país, donde ha establecido un régimen títere con el apoyo de los colaboracionistas de los japoneses. La decisión de la Unión Soviética es la continuación y confirmación, una vez más, de su política de paz y respeto de los derechos soberanos de todas las naciones, grandes o pequeñas. Ya en septiembre de 1947 el gobierno soviético propuso a los Estados Unidos la retirada simultánea de los ejércitos de ocupación en Corea. Posteriormente ha reiterado mismos ofrecimientos, pero el gobierno estadounidense no acepta en la cuestión una solución única, justa y democrática para el problema de Corea». («Lluita», Periódico del Partido Unificado Socialista de Cataluña; La Unión Soviética retira sus tropas de Corea, 29 de septiembre de 1948)

Como ya se imaginaban los comunistas catalanes de la época, la actitud estadounidense respondía a sus intereses imperialistas de establecer en el sur de Corea bases militares permanentes, para tener una buena cabeza de puente en la zona, pudiendo asistir al régimen antipopular de Corea del Sur o bien atacar a la Unión Soviética si así lo necesitase. También aquellas bases cumplían con una tercera función: poder hacer de bombero apaga-fuegos en los países asiáticos con luchas de liberación en desarrollo:

«La explicación de la actitud del gobierno de los Estados Unidos está en que los imperialistas utilizan su permanencia en el sur de Corea para establecer bases militares para la guerra antisoviética y antidemocrática que preparan. Para mejorar sus objetivos han creado un gobierno títere en el sur de Corea, profundamente reaccionario, que permanece en el poder solamente a través del terror y gracias a la presencia y apoyo del ejército estadounidense de ocupación». («Lluita», Periódico del Partido Unificado Socialista de Cataluña; La Unión Soviética retira sus tropas de Corea, 29 de septiembre de 1948)

La ocupación del Sur de Corea por las tropas estadounidenses permanecería inmutable con el paso de los años, aumentando su acumulación de tropas con el recrudecimiento de tensiones en la zona por el protagonismo comunista y sus luchas en Malasia, Vietnam, Laos, Indonesia, etc.

Durante el año 1949 se respiraba un clima de guerra inminente. En abril, los norcoreanos reportaron varios informes a los soviéticos de que los surcoreanos estaban violando el paralelo 38 y que según su organismo de espionaje el Gobierno de Corea del Sur de Syngman Rhee estaba reforzando su ejército y planeando iniciar una guerra para apoderarse de zonas del Norte.

Cuando la Guerra de Corea inicia su curso en junio de 1950, el Gobierno del Norte dijo que respondió a un ataque del Sur y viceversa, pero más allá del casus belli, la guerra era una guerra de liberación nacional, ya que los patriotas y revolucionarios coreanos del Sur tenían derecho de levantarse en armas contra el régimen de Syngman Rhee que legitimaba la ocupación estadounidense en la parte Sur del país, y el Gobierno de Corea del Norte en asistirlos, y de emprender una lucha para reunificar al país. La Guerra de Corea fue un conflicto que al principio involucró directamente a Corea del Norte contra Corea del Sur, el bando de Corea del Norte logró una rápida victoria militar hasta lograr casi el colapso del Gobierno de Corea del Sur, pero Estados Unidos usando una coalición de la ONU –aunque sin esperar al fallo de sus organismos– intervino militarmente hasta llevar a los norcoreanos al paralelo 38 que dividía al país en dos y luego hasta casi ocupar todo el país, a lo que los dirigentes chinos vieron este acto como una amenaza de invasión de China por lo que apoyaron a las tropas norcoreanas, las cuales llevaban toda la guerra bajo el respaldado diplomático y armamentístico de la Unión Soviética. La contraofensiva sino-norcoreana surgió efecto pero pasado un tiempo el conflicto se estancó militarmente, a partir de ahí se buscó una paz que garantizara a los coreanos la posibilidad de decidir su reunificación y velar por su futuro. Durante las primeras conversaciones para lograr un armisticio, la posición soviética mantuvo una posición clara:

«[El 7 de noviembre de 1950] Stalin ordenó a Vyshinskii proponer en cambio, la retirada de todas las tropas extranjeras de Corea y que la resolución de la cuestión de Corea fuera solucionada por el pueblo coreano por sí mismo, condiciones que Estados Unidos rechazó». (Odd Arne Westad; Hermanos en armas: el ascenso y la caída de la alianza sino-soviética, 1998)


Pero al morir Stalin sucedió uno de los sucesos más vergonzosos de la historia cometidos bajo el nombre del comunismo, uno de los actos más cobardes de los revisionistas, y es que vendieron la paz de Corea:

«Stalin murió en marzo de 1953, y abruptamente la marea alta revolucionaria en cuanto al factor subjetivo del rol de liderazgo fue revertido. En julio de 1953, en menos de cuatro meses de la muerte de Stalin, los dirigentes de la Unión Soviética y China capitularon frente al imperialismo estadounidense y obligaron a los coreanos a aceptar la división de su nación y la ocupación permanente de la mitad Sur por las tropas estadounidenses. Se declaró que se puso fin a la era de la guerra fría entre socialismo y capitalismo y que se sustituía por el entendimiento mutua y la coexistencia pacífica entre el socialismo y el capitalismo basados en la «relajación de la tensión internacional», ¡como si la lucha por el socialismo y la liberación nacional fueran las fuentes responsables de la intensificación de la tensión internacional y la conspiración bélica! La lucha contra la amenaza de la paz y el peligro de la Tercera Guerra Mundial fue separado arbitrariamente de la lucha contra el imperialismo lo que implica que las clases y naciones oprimidas por el imperialismo debían abandonar las luchas revolucionarias en aras de «la preservación de la paz». El problema de la paz fue aislado del problema de la emancipación humana, libre de todo tipo de explotación, hablándose de paz de una forma abstracta. Significó el repudio y el rechazo de la minuciosa lucha contra las fuerzas sociales que conspiran y hacen la guerra, esto quiso decir que se repudiaba y rechazaba la diferenciación entre la guerra revolucionaria y la guerra de agresión, esto quiso decir el repudio y rechazo del marxismo y la lucha de clases. (...) Por supuesto, el tratado de paz era a la vez una gran victoria y un compromiso para Mao y los revisionistas modernos. Fue una gran victoria para los nacionalistas de China, debido a que la amenaza sobre China no se mantuvo más después de la retirada de las fuerzas imperialistas de Corea del Norte, sobre todo de las orillas del río Yalu. Cabe señalar este aspecto pues China no se involucró ella misma en la Guerra de Corea hasta que Pyongyang, capital de Corea del Norte, cayó en manos de los Estados Unidos, hasta que las fuerzas estadounidenses estaban cercanas al río Yalu, a pesar de las reiteradas peticiones de Stalin. China se unió a la Guerra de Corea cuando fue amenazada directamente. Aparentemente la acción voluntaria de China parecía internacionalismo proletario, aunque en realidad, era nacionalismo burgués». (Moni Guha; ¿Por qué Stalin fue denigrado y convertido en una figura controvertida, 1981) 

Expliquemos esto cronológicamente.

El armisticio de julio del 27 de julio de 1953 entre las partes involucradas, entre el bando de Corea del Norte-China y las Naciones Unidas lideradas por los Estados Unidos, se decía:

«Artículo IV. Recomendaciones a los gobiernos concernientes a las dos partes. En orden de llegar a una resolución pacífica de la cuestión de Corea, los comandantes militares de ambas partes la presente recomienda a los gobiernos de los países afectados en ambas partes, que dentro de tres meses después de que se firme el Armisticio de Paz y se haga efectivo, se celebrará una conferencia política de alto nivel de ambas partes por representantes designados respectivamente para resolver mediante negociaciones las cuestiones de la retirada de todas las fuerzas extranjeras de Corea, la solución pacífica de la cuestión de Corea, etc». (Transcripción del Armisticio de Paz, 17 de julio de 1953)

Después se sucedieron las conversaciones entre el estadounidense Dulles y el surcoreano Rhee el 3 de junio de 1953, y poco después el Pacto de Defensa Mutua entre Corea del Sur y los Estados Unidos llega el 1 de octubre de 1953:

«En la víspera de la conferencia política las conversaciones para el Pacto de Defensa Mutua Corea del Sur-Estados Unidos entre Dulles y Rhee los líderes de la Unión Soviética y China no dudaron en forjar una conspiración de una venta de Corea en confabulación con los imperialistas estadounidenses. Estos fabricaron un tratado de paz con los imperialistas estadounidenses y permitieron que las fuerzas militares permanecieran en Corea del Sur aceptando la división del país por tiempo indefinido. Incluso hoy en día Corea sigue dividida y las bases estadounidenses permanecen en Corea del Sur. El declarado objetivo fundamental de la próxima conferencia política y lo estipulado en el Acuerdo de Armisticio fueron finalmente cortinas de humo con el fin de adormecer al pueblo coreano y mundial». (Moni Guha; ¿Por qué Stalin fue denigrado y convertido en una figura controvertida, 1981)

Entre el 26 de abril y el 20 de julio de 1954 se celebró finalmente la conferencia prometida, conocida en los libros de historia actuales como la Conferencia de Ginebra, es decir la conferencia política que teóricamente resolvería la retirada de tropas extranjeras de Corea y la resolución pacífica de la cuestión coreana con su reunificación. Allí Corea del Norte, China y la Unión Soviética presentaron sus propuestas, los Estados Unidos y Corea del Sur presentaron las suyas rechazando la de los tres primeros, quedándose toda promesa estadounidense en agua de borrajas, y no haciendo nada los primeros por contrarrestar esta ofensa más que lamentarse por la actitud estadounidense, demostrándose que el Armisticio de Paz de julio de 1953 fue una total estafa para los intereses del pueblo coreano, en las que fueron cómplices tanto Corea del Norte, China como la Unión Soviética: Kim Il Sung, Mao Zedong, como Jruschov, pese a que estos dijeran que fue una gran victoria. Esta capitulación tendría su secuela en la cuestión de Vietnam en esa misma Conferencia de Ginebra de 1954 donde se permitiría la división de Vietnam en Vietnam del Norte y Vietnam del Sur, esta última bajo un gobierno títere y tropas estadounidenses.

En esta última cuestión: la reunificación del país, como decíamos, ni siquiera los revisionistas coreanos muestran un ápice de espíritu revolucionario que les muestre diferente a otras cuestiones:

«Debemos oponernos categóricamente y rechazar el servilismo a las grandes potencias y la dependencia de las fuerzas extranjeras, y alcanzar una gran unidad nacional sobre la base del principio de la independencia nacional.  Las demandas e intereses de diferentes clases y capas de la nación son diferentes entre sí, pero la tarea principal que enfrenta nuestra nación hoy en día es la reunificación nacional, y hay que subordinar todo a la causa de la reunificación nacional.  También se unirán las personas de clase alta en el poder, figuras del partido de gobierno y de los partidos de la oposición, los grandes capitalistas y generales –de Corea del Sur– bajo la bandera de la gran unidad de la nación, si se valoran los intereses comunes de la nación y quieren la reunificación del país». (Kim Jong Il; Permítannos reunificar el país independiente y pacíficamente a través de la gran unidad de la nación entera: Carta al simposio nacional para conmemorar el 50 aniversario de la histórica Conferencia Conjunta de representantes de partidos políticos y organizaciones públicas en Corea del Norte y Corea del Sur, 18 de abril de 1998)

En 1998, se proclama que toda la «causa» reside en la cuestión de la reunificación nacional, y que en esta causa, desde el Norte, Kim Jong Il tiende la mano a los capitalistas del Sur para conformar un nuevo Estado donde se garantizarán sus posesiones económicas y donde estarían representados políticamente con sus partidos, que elegantemente se unirían sin ningún problema al resto de partidos del Norte. ¿Qué bella unificación entre capitalistas cierto?

Atentos a esto: los revisionistas coreanos reiteraban una vez más que por supuesto garantizarían el poder económico de la burguesía coreana del Sur en un supuesto Estado conjunto unificado. ¿Por qué iba a ser de otra manera? ¡Ellos mismos reconocían que en el Norte habían perseguido la «política de protección» a los capitalistas!:

«Consideramos que el norte y el sur podrán promover la gran unidad nacional, a pesar de las diferencias en sus ideas y sistemas, opiniones políticas y creencias religiosas, si todos adoptan una actitud patriótica y destacan por la reunificación nacional. (...) Si uno cree en el comunismo, el nacionalismo o el capitalismo no debe ser un obstáculo para la gran unidad nacional. No nos oponemos a los nacionalistas y capitalistas en el Sur de Corea. La mayoría de los capitalistas de Corea del Sur son capitalistas nacionales. Hemos estado persiguiendo una política de la protección de los capitalistas nacionales. En aras de la reunificación nacional, vamos a unirnos y cooperar con las personas de todos los orígenes en el sur de Corea, incluyendo los nacionalistas y capitalistas nacionales». (Kim Han Gil; Historia moderna de Corea, 1979)

Como vemos, los revisionistas coreanos no ven contradicción entre la diferencia de sistemas, o la diferencia de ideas en las opiniones políticas o religiosas que pudieran invadir el Norte de Corea con una unificación. ¡Imagínense, un supuesto país «socialista» no teme que en su unión mecánica con el país capitalista del Sur, la naturaleza burguesa de este último, pudiera influir en el nuevo Estado y la nueva sociedad bien en el campo económico, político, o ideológico! ¿Es acaso coherente esto? Una de dos, o los revisionistas coreanos se creen inmunes a tales influencias, o no ven grandes diferencias entre la política capitalista del Sur con la suya.

Aclaremos unos conceptos.

La cuestión de la reunificación de Corea es una cuestión nacional, que tiene pendiente el pueblo coreano. En dicho tema está pendiente la dependencia económica que mantienen los gobiernos de Norte y Sur con los diferentes imperialismos mundiales –siendo especialmente notable el estatus del gobierno de Sur y sus relaciones con los Estados Unidos–. La tarea antiimperialista que reside en la lucha de los pueblos, y su interconexión con las revoluciones socialistas, como puede ser la cuestión de la reunificación coreana y el deseo del pueblo coreano de desligarse de la dependencia exterior e interior de la burguesía, se expresaría de la siguiente forma:

«Cuando hablamos de la revolución no tenemos en cuenta sólo la revolución socialista. Como han explicado Lenin y Stalin, hoy en la época de la transición revolucionaria del capitalismo al socialismo, también la lucha de liberación de los pueblos, las revoluciones nacional-democráticas, antiimperialistas, los movimientos de liberación nacional, son parte de un proceso revolucionario único, de la revolución proletaria mundial. (...) Esta ligazón se ha vuelto más clara, más natural, hoy, cuando la mayoría de los pueblos, con el desmoronamiento del viejo sistema colonial, han dado un gran paso adelante en el camino hacia la independencia, creando sus propios estados nacionales y cuando, después de haber dado este paso, aspiran a avanzar más aún. Ellos quieren suprimir el sistema neocolonialista, toda dependencia del imperialismo, toda explotación del capital extranjero, quieren su plena soberanía e independencia económica y política. Está confirmado que estas aspiraciones pueden ser materializadas, que tales objetivos pueden ser alcanzados, sólo con la supresión de toda dominación y dependencia extranjeras, y poniendo fin a la opresión y la explotación de los burgueses y los terratenientes del país. De ahí la ligazón y el entrelazamiento de la revolución nacional-democrática, antiimperialista, de liberación nacional, con la revolución socialista, porque la primera, al golpear al imperialismo y a la reacción, que son enemigos comunes del proletariado y de los pueblos, abre el camino también a las grandes transformaciones sociales, contribuye al triunfo de la revolución socialista. Y viceversa, la revolución socialista, al golpear a la burguesía imperialista, al destruir sus posiciones económicas y políticas, crea condiciones favorables y facilita el triunfo de los movimientos de liberación». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)

No hay que caer en desviaciones de glorificar a todo gobierno de estos países y todo gesto como  antiimperialista, mucho menos que estos gobiernos son la fuerza propulsora de la revolución mundial. Cerrar los ojos ante la dirección de las clases explotadoras en gran parte de estos gobiernos y de la política de sumisión hacia uno u otro imperialismo sería traicionar la propia lucha de estos pueblos y sus tareas. Por eso, todos los países dependientes que tienen tareas anticoloniales, antiimperialistas, antifeudales, pendientes, no les queda otro camino que acabar con la reacción externa e interna:

«En la actualidad se habla mucho de la situación en África, Asía, Latinoamérica, y de la realización de la revolución en estas regiones. Los dirigentes chinos consideran la cuestión de la revolución, de la independencia y la liberación nacional de los países de dichas regiones, de manera global, como si fuese posible solucionarla a través de la unión de todo el «tercer mundo», por lo tanto de los Estados, las clases, los gobiernos, etc., ignorando las situaciones y los problemas concretos de cada país y región. Este enfoque metafísico demuestra que los dirigentes chinos, en realidad, están en contra de la revolución y de la liberación de los pueblos de África, Asia, América Latina, etc., que están por el mantenimiento del statu quo y de la dominación imperialista y neocolonialista en estas regiones. (...) La aspiración general y común de estos pueblos es suprimir todo yugo extranjero imperialista colonial y neocolonial, la opresión que ejerce la burguesía interna. Los pueblos de África, Latinoamérica, Asía y otras zonas expresan vehementemente su repulsa y su odio contra el yugo extranjero y también contra el de las camarillas dominantes burguesas o latifundista-burguesas internas, vendidas a los imperialistas estadounidenses, a los socialimperialistas soviéticos o a otros imperialistas. Ahora se han despertado y ya no soportan por más tiempo el saqueo de sus riquezas, de su sudor y su sangre, no pueden resignarse por más tiempo al atraso económico, social y cultural en el que se encuentran». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)

Los marxista-leninistas del mundo, deben apoyar las demandas de los coreanos revolucionarios en el Norte y el Sur para lograr una libre unificación del país si así lo desean, pero desde luego los marxista-leninistas no deben apoyar que esta unificación sea bajo el liderazgo de grupos políticos, gobiernos, y personas, bajo las ideas capitalistas de los actuales regímenes que defienden a la burguesía nacional:

«Con el fin de incrementar la solidaridad internacionalista y asistencia al pueblo coreano, los partidos y organizaciones en todo el mundo comunistas deben luchar a la vanguardia de todas las iniciativas encaminadas a apoyar a la República Popular Democrática de Corea en sus heroicos esfuerzos antiimperialistas de desafiar la dominación y la injerencia en la península coreana y lograr una paz duradera en un Estado reunificado y verdaderamente independiente. Pero mientras militantemente se defiende el derecho inalienable del pueblo coreano a su independencia, las fuerzas marxistas-leninistas deben ser igualmente claros sobre las limitaciones del revisionismo coreano y el grave daño que está haciendo a la causa verdadera del socialismo científico y del comunismo. El apoyo de la reunificación de Corea y la independencia no debe implicar el apoyo político del «socialismo coreano» bajo la bandera del Juche». (Norberto Steinmayr; ¡Larga vida a la reunificación e independencia coreana! ¡Abajo el revisionismo coreano!, 1999)

Es simple:

«En lo que concierne a la cuestión de la unidad o de la reunificación de las dos Coreas, se trata de un problema que no puede ser solucionado ahora. En todo caso si esta reunificación no se hace siguiendo el camino marxista-leninista, se sobreentiende que no irá en favor del socialismo». (Enver Hoxha; ¿Por qué va Tito a China?: Reflexiones sobre China, Tomo II, 7 de junio de 1977)

La verdadera reunificación, la verdadera independencia de Corea debe llevarse a cabo bajo la comandancia del marxismo-leninismo, y es deber de los verdaderos marxista-leninistas de las dos Coreas. De otro modo toda unificación coreana liderada bajo auspicios del «pensamiento Juche» o cualquier otra variante de ideología burguesa quedara en agua de borrajas, continuando la explotación asalariada y la sumisión neocolonial hacia los imperialismos»(Equipo de Bitácora (M-L)El revisionismo coreano: desde sus raíces maoístas hasta la institucionalización del «pensamiento Juche», 2015)

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