domingo, 30 de marzo de 2014

El frente, en la etapa socialista, no pueden ser sino un auxiliar para coordinar a las organizaciones de masas en torno al partido comunista, o sea su ayudante no su rival

Georgi Dimitrov, durante el IIº Congreso del Frente de la Patria, celebrado en febrero de 1948, donde se introdujeron el programa y los estatutos que reconocían como tarea la construcción del socialismo y el papel indivisible y hegemónico del partido comunista

«La situación actual en las democracias populares se caracteriza igualmente por la reorganización de los frentes populares –bajo el nombre de frente patriótico, nacional, etc–. Después del aplastamiento de los ocupantes alemanes por el ejército soviético y el derrocamiento de los antiguos regímenes por los trabajadores de los países en cuestión, las tareas fundamentales de los frentes populares eran: aniquilamiento de la reacción, lucha por la independencia nacional, democratización de la vida social y política. En lo fundamental estas tareas fueron realizadas en 1947-48 y hoy ya no constituyen una guía práctica para la acción.

Paralelamente, la organización inicial de los frentes populares ha dejado de corresponder a las tareas de la nueva etapa. Mientras que antes de 1947-48 los frentes populares eran una especie de coaliciones de partidos, la nueva etapa de desarrollo –marcha hacia el socialismo– exige una unión más estrecha de las fuerzas populares. Desde entonces ha sido necesario reorganizar los frentes populares, transformarlos en organizaciones con un programa preciso, con organismos dirigentes elegidos y una disciplina para todos sus miembros, en organizaciones dedicadas a edificar el porvenir bajo la dirección de los nuevos partidos obreros. Esta reorganización de los frentes populares fue realizada en 1947-48.

Organizados según los principios del centralismo democrático, los frentes populares comprenden, además de los partidos políticos, los sindicatos, las organizaciones cooperativas, las organizaciones de mujeres, de jóvenes y otras organizaciones públicas, así como a título individual toda persona que reconoce los estatutos y el programa y que trabaja en una de sus organizaciones, haciendo resaltar el papel dirigente de la clase obrera, los nuevos programas de los frentes populares señalan como tarea esencial la edificación de la sociedad socialista.

Con este fin es preciso reforzar y extender el sector de Estado de la economía, desarrollar las cooperativas agrícolas de producción, ampliar y profundizar la planificación de la economía, desarrollar el espíritu de iniciativa y la emulación en los trabajadores.

La fuerza dirigente de las democracias populares es el partido comunista –proletariado–. El partido comunista forma parte de los frentes populares, pero lejos de diluirse en ellos, el partido los dirige. Más aún, los partidos comunistas se presentan delante del pueblo abiertamente, con su propio nombre, como una fuerza política independiente que dirige la edificación socialista». (Naum FarberovLas democracias populares, 1949)

Crítica al artículo: «La nueva Ley de Inversión Extranjera en Cuba romperá con el bloqueo fuera de EEUU»; Equipo de Bitácora (M-L), 2014

Siempre que hablamos de Cuba en los aspectos económicos, los defensores de su deriva actual se basan esencialmente en el «bloqueo económico desarrollado por el imperialismo estadounidense» en contra de la isla; pero desde el punto de vista marxista-leninista debemos de hacerlo con una visión objetiva y tomar en cuenta todos los aspectos económicos recientes. Varias consideraciones:

1. Indudablemente el bloqueo económico ha desarrollado una efecto negativo sobre la economía cubana, no obstante, cuando analizamos ese aspecto olvidamos que el impacto enormemente negativo que este tiene sobre Cuba se debe en lo fundamental en que La Habana estuvo adherida –sin fisuras– a las teorías económicas y política económica desarrollada por el jruschovismo-brezhnevismo, de hecho sus teorías hoy prevalecen en el Partido Comunista de Cuba y no sólo en el ámbito económico. Partiendo de entender esto debemos entender que la teoría y práctica que más le afectó por entonces para el desarrollo futuro sería la aceptación de la «división socialista internacional del trabajo» –cuya máxima expresión fue la entrada de Cuba en el Consejo de Asistencia Económica Mutua (CAME) en 1972–, la cual plegaba a los países del campo revisionista soviética a una mera especialización económica mientras la Unión Soviética socialimperialista mantenía el monopolio industrial. En el caso cubano eso se tradujo en una especialización en la agricultura y en especial en el azúcar, en consecuencia, Cuba desatendió el desarrollo de su industria pesada, ley general del desarrollo del socialismo, y requisito indispensable para la independencia y autosuficiencia económica y por extensión política.

2. Es de sobra conocido que actualmente los planteamientos sobre la búsqueda de la «rentabilidad económica» o la «descentralización» en la economía, son eslóganes que ya llevan presentando los economistas cubanos desde ni se sabe, y que ni siquiera se diferencian formalmente de los argumentos del revisionismo soviético o chino cuando han introducido reformas económicas similares. Estos eslóganes en realidad ya habían sido puestos en práctica muchas décadas antes, cuando las reformas económicas cubanas de los 70 fueron al son de las introducidas en la Unión Soviética de Leonid Brézhnev:

«El precio del renovado apoyo soviético fue una cierta descentralización de la toma de decisiones económicas y la introducción de una gama limitada de los mecanismos de mercado. Desde el comienzo de los años 70, los dirigentes cubanos trataron de reformar las estructuras económicas y políticas de Cuba para dar cabida al nuevo modelo. (...) Las reformas que siguieron en la primera mitad de la década los 70 en Cuba iban en consonancia con la línea de la Unión Soviética, bajo la cooperación de numerosos asesores soviéticos se reestructuraron los organismos y empresas económicas de Cuba. Una Comisión soviético-cubana se creó en diciembre de 1970 para coordinar el uso de la ayuda soviética, y dos años más tarde, Cuba se convirtió en un miembro de pleno del mercado común del bloque soviético, el CAME –Consejo de Ayuda Mutua Económica–. Un nuevo sistema de gestión económica se estableció progresivamente en los años 70, y estaba en pleno funcionamiento a finales de la década. Se introdujeron un cierto grado de responsabilidad financiera, la rentabilidad, así como la introducción de una amplia gama de incentivos materiales. (...) Fidel Castro no fue parco en sus ataques a la excesiva centralización en la planificación económica los administradores de la empresa se les dio mayor poder de toma de decisiones a nivel de las empresas individuales». (Sebastian Balfour; Castro, 1990)

3. Dado que no alcanzó a desarrollar la industria pesada por el advenimiento de la disgregación de la Unión Soviética –y la propia tendencia revisionista de sus economistas hacía otras ramas–, no llegó a alcanzar la autosuficiencia, una de las aspiraciones económicas fundamentales de la economía socialista para que pueda ser considerado como tal, teniendo en cuenta que la industria pesada es la que permite desarrollar tanto la industria en general en la ciudad como la agricultura en el campo. De hecho los dirigentes se adhirieron a la teoría del revisionismo chino de tomar la agricultura como base de la economía:

«Le pregunte [al embajador albanés en Cuba] si pensaba que estaban descuidando la industrialización, y me contestó que en un primer momento pusieron todo en la industrialización, que no funcionó, y que ahora ponen todo en la agricultura –uno de los lemas en los carteles es: toda la fuerza para la agricultura–, y que tendría que haber un equilibrio». (Conversación con Xhustin Papogorgi, Tercer Secretario de la Embajada de la República Popular de Albania en Cuba, 27 de septiembre de 1978)

4. Con la caída del bloque revisionista soviético, Cuba ya no pudo colocar sus productos en el mercado del CAME, su mercado interno era deficiente, y la industria pesada seguía como asignatura pendiente. En este punto tenemos la tentativa de recurrir a la pujante industria farmacéutica –pertenece a la industria ligera–. Dado que su industria está basada en la ligera, sus mercancías de exportación no pueden ser vendidas en el mercado internacional con la misma facilidad, lo que se agrava con el bloqueo estadounidense. Esto hace que la economía cubana se abra de modo mayor al capital privado  extranjero, proceso que ya se había iniciado desde los 80 debido a la deficiencia económica de su sistema:

«Ya desde 1982 existía la base legal para las asociaciones económicas con el capital extranjero y en julio de 1992 la Asamblea Nacional aprobó las reformas constitucionales que dieron cauce a la reestructuración del comercio exterior y de las relaciones económicas externas. Se impulsó activa pero ordenadamente una política de apertura a la inversión de capital extranjero en la búsqueda de capital, tecnología y mercados». (Berkys Esther Sosa Sosa; Fidel Castro Ruz y su pensamiento económico en la revolución, 2009) 

5. Además se promocionó en el interior la iniciativa de la pequeña propiedad privada, y a partir de esos años 90 el sector turístico sustituye a la agricultura como pilar de la economía según los economistas cubanos:

«Especial relevancia tuvo la decisión de impulsar el turismo como el sector de mayor dinamismo y capacidad para generar ingresos en divisas en plazos relativamente breves y también por su potencial para propiciar la reanimación e integración de otros sectores, y estimular el empleo.». (Berkys Esther Sosa Sosa; Fidel Castro Ruz y su pensamiento económico en la revolución, 2009)

En ese momento desde el gobierno cubano se invito a pensar de que se trataba de una maniobra similar a la de la Nueva Política Económica (NEP) de la Rusia Soviética. Pero la industria pesada siguió estando «relegada» respeto a otras ramas, y en la economía cubana se introduce la figura del cuentapropista –lo que es un pequeño burgués–: una figura elemental de la economía capitalista que si no se mantiene limitada sirve como base para la reproducción del capitalismo y forma burguesía a gran escala, todo eso es sumado a lo anterior comentado sobre la inversión extranjera; pero desde la propaganda se siguió y sigue planteando que todo sigue dentro de la maniobra de reestructuración económica de  esa entendida como «NEP» a la cubana. Lo cierto era que la NEP cubana no era tal, pues la NEP soviética tenía como objetivo la extensión la propiedad estatal y la centralización, y en cambio el modelo económico cubano desde los 90 hasta hoy en día no existe plan real desde la dirección cubana para lograr la industrialización del país y su autosuficiencia, pues no hay avance en este campo, plegándose por otro lado, a estimular la economía privada a pequeña escala, la promoción de nuevas leyes para promover la inversión extranjera para cubrir sus carencias, y partiendo siempre del esquema de que el sector turístico como eje de la economía cubana para subsistir.

6. Se puede concluir –viendo el poco avance en estas asignaturas pendientes que tiene Cuba en su plano interior, más las cada vez más frecuentes leyes en pro de la inversión extranjera– que queda decididamente al descubierto que la pretendida economía «socialista» de Cuba no sólo no está construyendo socialismo sino que está permitiendo el avance del capitalismo extranjero en suelo cubano. Para ser exactos, la apertura descarada al capital extranjero es algo que Cuba inició desde mediados de los 80:

Y es una técnica en la que todos los revisionismos han concluido; el otorgamiento de poderes a los inversores dentro del manejo de las empresas nacionales o bajo empresas mixtas, y la protección de los inversores bajo las leyes del Estado revisionista deudor, fue un mismo y similar proceso que sufrió China, Vietnam, Polonia o Yugoslavia, en todos los casos fue aplaudido masivamente por la prensa extrajera como un socialismo beneficioso  y «antidogmático», que rompía con los esquemas «stalinistas», y si sumamos las reformas en favor de la promoción de la pequeña propiedad privada para salvar la economía de la baja producción de las emperesas capitalistas de Estado, estamos al frente de las mismas recetas de los revisionistas europeos como la Hungría de János Kádár antes de colapsar su régimen a finales de los 80. No estamos pues, ante un nuevo modelo económico, sino que es la desesperación de medidas liberales de los regímenes capitalistas-revisionistas del siglo XX para escapar a la crisis económica.

Pero dejemos claro aún más que significan estas medidas; 

1) En cuanto al plano interno, y la extensión de la pequeña economía privada –los cuentapropistas etc.– recordamos a Lenin:

«Es evidente que, para suprimir por completo las clases, no basta con derrocar a los explotadores, a los terratenientes y a los capitalistas, no basta con suprimir  su  propiedad, sino que es imprescindible también suprimir toda propiedad privada sobre los medios de producción; es necesario suprimir la diferencia existente entre la ciudad y el campo, así como entre los trabajadores manuales e intelectuales. Esta obra exige mucho tiempo. Para realizarla, hay que dar un gigantesco paso adelante en el desarrollo de las fuerzas productivas, hay que vencer la resistencia –muchas veces pasiva y mucho más tenaz y difícil de vencer– de las numerosas supervivencias de la pequeña producción, hay que vencer la enorme fuerza de la costumbre y la rutina que estas supervivencias llevan consigo». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Una gran iniciativa, 1919)

Sobre las teorías económicas en auge desde hace años en Cuba que abogan por la autogestión de los medios de producción, descentralización, y demás:

«Toda legislación, ya sea directa o indirecta, sea de la posesión de su propia producción por los obreros de una fábrica o de una profesión tomada en particular, con derecho a moderar o impedir las órdenes del poder del Estado en general, es una burda distorsión de los principios fundamentales del poder soviético y la renuncia completa del socialismo». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La naturaleza democrática y socialista y del poder soviético, 1917)

2) En cuanto a la tendencia a extender la inversión extranjera capitalista, recordamos a Enver Hoxha:

«Las denominadas empresas autogestionadas, ya sean grandes o pequeñas, son de hecho obligadas a tener en cuenta al inversor extranjero. Este inversor tiene sus propios derechos, los cuales se han impuesto en el Estado yugoslavo, tiene sus propios representantes directos en estas empresas mixtas y tiene sus  propios representantes o su influencia en la Federación. De hecho, directa o indirectamente, el inversor impone su voluntad a la Federación, la empresa mixta o la empresa. (...) Pero lo que él –Edvard Kardelj– se esfuerza por negar en su libro se confirma cada día por muchos hechos revelados por la prensa occidental, en realidad esto lo podemos demostrar incluso por la agencia de noticias yugoslava TANJUG, que anunció, durante el último 16 de agosto la publicación de un nuevo reglamento de la Asamblea ejecutiva federativa relativo a las inversiones extranjeras en Yugoslavia. En virtud de esta normativa los derechos de los inversionistas extranjeros capitalistas en Yugoslavia se amplían aún más». (Enver Hoxha; La autogestión  yugoslava; teoría y práctica capitalista, 1978)

3) En cuanto a la teórica revisionista de rentabilidad por encima de todo: incluso se hace falta rebajar salarios de los obreros, de despedir orberos, de cerrar fábricas, de no industrializar el país, recordemos a Stalin:

«Los rasgos esenciales y las exigencias de la ley económica fundamental del socialismo podrían formularse, aproximadamente, como sigue: asegurar la máxima satisfacción de las necesidades materiales y culturales, en constante ascenso, de toda la sociedad, mediante el desarrollo y el perfeccionamiento ininterrumpidos de la producción socialista sobre la base de la técnica más elevada». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Problemas económicos del socialismo en la Unión Soviética, 1952)

***

Todo esto vuelve a poner de manifiesto, que sin un partido proletario guiado por el marxismo-leninismo y en este caso, que entienda sus leyes económicas fundamentales, es imposible cumplir con las leyes de la construcción socialista, que como decían los marxista-leninistas no pasan de largo en cualquier país pese a sus particularidades nacionales.

Cosa que a día de hoy, Cuba obviamente no cumple.

El documento:


El Parlamento de Cuba ha aprobado una nueva Ley de Inversión Extranjera con el objetivo de atraer capital tras 52 años de un asedio comercial por parte de Washington que ni los propios ciudadanos estadounidenses apoyan.

La nueva ley reduce del 30% al 15% los impuestos sobre las ganancias de los inversores extranjeros y ofrece mayor protección legal. Para la mayoría de ellos se establecerá también una moratoria tributaria para un período ocho años. De esta manera Cuba busca eludir el enorme efecto negativo del bloqueo por parte de EE.UU., un cerco que de cesar dispararía el desarrollo de la economía isleña, creen los expertos.

"El sector de negocios está muy disminuido por las trabas, las presiones y las prohibiciones de comercio con Cuba, pero es cierto también que después de la crisis económica, parece que algunos países se han dado cuenta de que es una cosa totalmente ilógica, falta de sentido no comerciar con un país que tiene ciertas potencialidades", opina el periodista Pedro Hernández Soto. "El bloqueo es obsoleto, es un recurso de la guerra fría, nadie gana con el bloqueo a Cuba, absolutamente nadie", agrega.

Y para no perder sino ganar, muchos ya se preparan para un eventual cese del bloqueo. El ejemplo es el gran proyecto empresarial de Marina en el balneario cubano de Varadero, una instalación proyectada para atender el flujo de turistas y yates una vez se derrumbe el muro entre La Habana y Washington.

Y Cuba está lista para ofrecer a EE.UU. también su sabor más auténtico. "Havanista es el mismo ron de 7 años que se vende, la única diferencia es la etiqueta, es una nueva marca que pertenece a Havana Club. Es el mismo ron con el mismo sabor, el mismo aroma, la misma producción... El propósito de lanzar Havanista fue destinarlo al mercado de EE.UU, porque por el embargo no podemos vender Havana Club allá, entonces una vez que se elimine ese embargo, se podrá vender Havanista", explica Grethel Perdomo, jefa del departamento comercial del Museo del ron.

miércoles, 26 de marzo de 2014

Algunas conclusiones a [La desviación socialdemócrata en nuestro partido]; Stalin, 1926

«En la actual «oposición» nos encontramos no sólo ante una tentativa de revisar el bolchevismo, no sólo ante un evidente alejamiento del leninismo, sino también ante una desviación claramente pequeñoburguesa. No cabe la menor duda de que esta «oposición» refleja objetivamente la presión de la pequeña burguesía sobre las posiciones del partido proletario y sobre su política”. (De la resolución del XIII Congreso del PCUS)

Hace poco, en el Pleno del Comité Central y de la Comisión Central de Control [13], Trotski declaró que la aprobación, por la conferencia, de las tesis sobre el bloque de oposición llevará inevitablemente a expulsar del partido a los líderes de la oposición. Debo decir, camaradas, que esta afirmación de Trotski carece de todo fundamento, que es mendaz. Debo decir que la aprobación de las tesis sobre el bloque de oposición sólo puede tener un objetivo: combatir enérgicamente los errores de principio cometidos por la oposición, a fin de extirparlos de raíz.

Todos saben que el X Congreso de nuestro partido aprobó una resolución sobre la desviación anarcosindicalista [14]. ¿Y qué era la desviación anarco sindicalista? No puede decirse que la desviación anarcosindicalista fuera «mejor» que la desviación socialdemócrata. Sin embargo, del hecho de que se aprobara la resolución sobre la desviación anarcosindicalista nadie ha llegado hasta ahora a la deducción de que se deba expulsar necesariamente del partido a los miembros de la «oposición obrera».

Trotski no puede ignorar que el XIII Congreso de nuestro partido calificó el trotskismo de «desviación claramente pequeñoburguesa». Sin embargo, nadie ha considerado hasta ahora que el hecho de aprobar tal resolución debía conducir necesariamente a expulsar del partido a los líderes de la oposición trotskista.

He aquí el lugar correspondiente de la resolución del XIII Congreso:

«En la actual «oposición» nos encontramos no sólo ante una tentativa de revisar el bolchevismo, no sólo ante un evidente alejamiento del leninismo, sino también ante una desviación claramente pequeñoburguesa. No cabe la menor duda de que esta «oposición» refleja objetivamente la presión de la pequeña burguesía sobre las posiciones del partido proletario y sobre su política”. (De la resolución del XIII Congreso)

Que nos explique Trotski en qué es mejor la desviación pequeñoburguesa que la desviación socialdemócrata. ¿Es difícil comprender, acaso, que la desviación socialdemócrata es una variedad de la desviación pequeñoburguesa? ¿Es difícil comprender, acaso, que al hablar de la desviación socialdemócrata no hacemos sino puntualizar lo que dijimos en la resolución del XIII Congreso? No decimos, ni mucho menos, que los líderes del bloque de oposición sean socialdemócratas. Decimos sólo que en el bloque de oposición se ha perfilado una desviación socialdemócrata, y advertimos que todavía no es tarde para abandonar esa desviación e invitamos al bloque de oposición a que así lo haga.

martes, 25 de marzo de 2014

Los errores políticos y orgánicos del bloque de oposición; Stalin, 1926

«¿En qué consiste la desventaja fundamental del método capitalista de industrialización? En que conduce a un divorcio entre los intereses de la industrialización y los intereses de las masas trabajadoras, a la agudización de las contradicciones internas del país, a la depauperación de millones y millones de obreros y campesinos, a la inversión de los beneficios, no en el mejoramiento de la situación material y cultural de las amplias masas del país, sino en la exportación de capitales y en la ampliación de la base de la explotación capitalista dentro y fuera del país.

¿En qué consiste la ventaja fundamental del método socialista de industrialización? En que conduce a la unidad de los intereses de la industrialización y de los intereses de las masas fundamentales de los sectores trabajadores de la población; en que no conduce a la depauperación de las grandes masas, sino al mejoramiento de la situación material de estas masas; en que no conduce a la agudización de las contradicciones internas, sino a su amortiguamiento y superación; en que amplía de continuo el mercado interior y aumenta su capacidad, creando así una sólida base interior para el despliegue de la industrialización». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; La desviación socialdemócrata en nuestro partido, 1926)


Los errores políticos y orgánicos del bloque de oposición son la consecuencia directa de su error básico en el problema fundamental: el carácter y las perspectivas de nuestra revolución.

Al hablar de estos errores de la oposición, me refiero a cuestiones como la hegemonía del proletariado en la construcción de la economía, como la industrialización, como el aparato del partido y el «régimen» en el partido, etc.

El partido arranca del criterio de que en su política en general, y en su política económica en particular, no se puede desligar la industria de la agricultura; de que el desarrollo de estas dos ramas fundamentales de la economía debe transcurrir por el cauce de su combinación, por el cauce de su unión en la economía socialista.

De ahí nuestro método, el método socialista de industrialización del país a través del mejoramiento continuo de la situación material de las masas trabajadoras, entre ellas la masa fundamental del campesinado, como base primordial del despliegue de la industrialización. Hablo del método socialista de industrialización a diferencia del método capitalista, que se lleva a cabo a través de la depauperación de millones y millones de trabajadores.

¿En qué consiste la desventaja fundamental del método capitalista de industrialización? En que conduce a un divorcio entre los intereses de la industrialización y los intereses de las masas trabajadoras, a la agudización de las contradicciones internas del país, a la depauperación de millones y millones de obreros y campesinos, a la inversión de los beneficios, no en el mejoramiento de la situación material y cultural de las amplias masas del país, sino en la exportación de capitales y en la ampliación de la base de la explotación capitalista dentro y fuera del país.

Crítica al documento: «El PCPE explica el porqué de no participar en la Marcha de la Dignidad»; Equipo de Bitácora (M-L), 2014

Traemos esta entrevista a propósito de los documentos referentes a las desviaciones «izquierdistas» y «derechistas», iremos comentando cada respuesta del secretario del Partido Comunista de los Pueblos de España, Carmelo Suárez, para hacer más didáctico el ejercicio. Pronto veremos que incluso un partido tachado normalmente de desviación derechista, puede albergar en su seno desviaciones izquierdistas sin mucha dificultad. Es la consecuencia normal de un partido sin una base ideológica marxista-leninista, de no haber leído y extrapolado las lecciones básicas de los clásicos del comunismo, ese zigzag entre desviaciones izquierdistas y derechistas es la única consecuencia lógica ante la incapacidad de cubrir sus acciones prácticas partiendo de un conocimiento teórico sólido. La entrevista ha sido extraída de Entrevista de Diario Octubre / inSurGente.

El documento:


Pregunta: ¿Qué momento social y económico está atravesando el país, Carmelo?

Carmelo Suárez: El momento actual es el de una fase de recomposición de las distintas fuerzas, de sus estrategias y de sus programas. El brutal impacto de la crisis capitalista –que no cede, por mucho que digan desde ciertos lugares– está poniendo a prueba las capacidades de cada organización, y de cada clase social, para desarrollar las estrategias que corresponden a sus intereses y a sus mismos proyectos futuros para la sociedad de este país, para sus distintas clases.

Hay quienes viven la situación con un cierto desespero por obtener resultados en lo inmediato, y creen que a la vuelta de la esquina su posición en la sociedad va a cambiar, y por ello desarrollan una línea errática y coyunturalista, donde es el último dato publicado aquél que determina la acción política.

Las clases dominantes viven una profunda crisis multifacética de su superestructura: sistema de partidos, la monarquía, el modelo es Estado, así como una variedad de consensos sociales que hoy se encuentran muy debilitados.

Para la opción revolucionaria este es un momento de acumulación de fuerzas y de consolidar posiciones, sin perder de vista el objetivo estratégico, teniendo capacidad para desarrollar las acciones tácticas coherentes con la estrategia. La tarea central es organizar el contraataque.

La situación para la clase obrera y los sectores populares es brutal, el sufrimiento y la miseria se extienden por los barrios obreros, y afecta también a la pequeña burguesía proletarizada. El futuro será más duro, el estado burgués se vuelve cada día más dictatorial y la guerra generalizada de la burguesía contra la clase obrera está dejando muchos cadáveres en el camino.

La lucha es por el poder obrero y por el socialismo.

Comentario de Bitácora (M-L): La primera obligación de un partido de vanguardia del proletariado es la organización de su clase; así el objetivo estratégico fundamental en ese fin –y que pasa por la acumulación de fuerzas– no es aunar un buen número de votantes fieles para un mero «contraataque» electoral ni una política pasiva de «resistencia» armada como preconizan algunos románticos del guerrillerismo-terrorismo con sus atentados. Ni ese reformismo oportunista ni ese terrorismo desesperado llevan al movimiento hacia una acumulación real de fuerzas ni a la deseada transformación social de la que parlotean de tanto en tanto. Nosotros no estamos hablando ni de socialdemocratismo ni de anarquismo, nos referimos a una actividad seria y rigurosa que haga coincidir las «condiciones objetivas» del momento –que no dependen de nuestra voluntad– con las «condiciones subjetivas»; estas últimas son el fruto de la labor sociopolítica de un partido marxista-leninista. 

Este tiene que ser sólido en pensamiento y acción, el cual debe contar con una línea política reconocible hasta para quien no tiene nociones políticas. Este eje es el único punto de apoyo posible que sirve para aunar a las capas más conscientes del pueblo, y si este juega sus cartas correctamente posibilitará en un futuro el aumento progresivo de sus afiliados, recursos y actividad como para poner en jaque de verdad al sistema. Antes de ello, debe llegar al punto de lograr el autoconvencimiento de una parte fundamental de las masas laboriosas –por su propia experiencia– de la correcta línea del partido y sus acciones, de sus propuestas, en definitiva, de la necesidad de hacer la revolución para cambiar sus vidas de arriba a abajo. Esto solo puede ocurrir si dicha organización logra fabricar naturalmente cuadros cada vez más probados, con más experiencia y más eficaces, esto es, los dirigentes que puedan acumular y encabezar luchas a nivel local, regional y nacional contra las instituciones burguesas y sus fuerzas auxiliares. Esto incluye necesitar a gente para todos los campos: para la tribuna parlamentaria, el trabajo sindical, los artículos periodísticos o en las barricadas, choques que tomarán un carácter violento y no violento dependiendo del contexto político del momento. 

En resumidas cuentas, estamos hablando de toda una serie de condiciones que puedan hacer a una fuerza de oposición desencadenar finalmente la toma de poder, hacer rendir el pabellón burgués. Vale decir que el trabajo por desarrollar las condiciones subjetivas ha de darse también cuando las condiciones objetivas no son propicias, y así estar preparados organizativa e ideológicamente hablando para cuando las condiciones objetivas acaben dándose. De hecho, este retraso en la acumulación de fuerzas, esa desorganización del proletariado, es lo que hace que no se avance ni siquiera en luchas menores, lo que ha permitido al capital en crisis, desarrollar todo un enjambre de políticas encaminadas a vaciar de contenido el derecho laboral o el acceso a la sanidad y educación. Es por ello, que aislando al partido de estos sucesos no puede cumplir la misión de vanguardia, que como organizador de los elementos obreros más conscientes debe ocupar, y se acaba zozobrando en una autosatisfacción basada en meras consignas.

Por supuesto, un movimiento político que nada en el fraccionalismo y que muda de posición como las serpientes cambian de piel no es garantía de nada ni puede convencer a nadie serio para sumarse a su proyecto, del mismo modo que un partido que no ostente la hegemonía en las organizaciones fabriles, agrarias, estudiantiles, vecinales y sociales carece de toda influencia para realizar cualquier acción seria, sea pequeña o de gran envergadura, armada o pacífica, sea una manifestación, una huelga o una insurrección, porque si no ha sido capaz de organizar su «corral», no puede pretender desarrollar un trabajo de masas fuera de él compitiendo con otros «gallos». 

Sin esta consciencia y disciplina, primero en lo interno, nadie nuevo les seguirá salvo algún pequeño puñado de despistados inocentes que no durarán mucho o que no servirán más que de comparsa en una marcha fúnebre hacia la nada. ¿Y por qué optan quienes no han logrado aun solucionar ni lo primero ni lo segundo? Para empezar, lo raro es que reconozcan tales carencias. La mayoría de los que sí reconocen tales problemas optan por resolver su debilidad no tomando cartas en el asunto sobre su evidente fragilidad ideológica, ni tratando de aclarar y deslindar lo que les separa de otras formaciones, ni siquiera reforzando su trabajo de agitación y propaganda en diversos sitios. Ellos, simple y llanamente, piensan que la opción más rápida y factible para solventar su falta de transcendencia es realizar concesiones inaceptables y pactos oportunistas en los que, además, no llevan la voz cantante. De esta manera, nunca lograrán salir del pozo, o peor, si lo hacen será a efecto de ser un actor secundario de una tragicomedia burguesa. 

Los marxistas han de saber que, sin lo segundo –un trabajo de organización de masas efectivo–, jamás se logrará organizar la revolución, pero sin lo primero, –un esclarecimiento ideológico absoluto sobre a dónde se quiere ir y de qué forma–, directamente no se logrará ni ese trabajo de masas efectivo, ni mucho menos, claro está, la ansiada revolución. Esto no lo decimos nosotros, lo dice la historia. Los revolucionarios no han llegado a nada transcendente intentando ocultar sus posturas o regalándole a la pequeña burguesía los debates y terminología que se deben dar. 

¿Y qué hay de la cuestión estratégica y táctica? Como en todo, se trata de mantener un equilibrio sobrio. Si en las líneas anteriores estamos criticando el «practicismo ciego» y la «debilidad ideológica», esto no quiere decir, claro está, que para diferenciarnos del resto debamos ponernos a jugar a la «futurología» anticipando las tareas que enfrentaremos de aquí a dos años, dado que el trazar planes y perspectivas debe hacerse no «sobre el papel» y las fantasías de cada uno, sino solamente sobre la base de la situación concreta, la cual debe de haber sido bien reflexionada. Por mucho que sepamos o intuyamos «cuál será el siguiente paso», la dialéctica del tiempo puede modificarlas dándonos muchas sorpresas. Ergo, la planificación revolucionaria debe partir de atender las demandas, fortalezas y deficiencias del grupo y el entorno en que se mueve, sin resolver esto en un «hoy» no se podrá ir concatenando un escalafón con el siguiente, es decir, no habrá «mañana». Como igual de claro que está que si en cada momento, sean tareas humildes o transcendentes, se prescinde de una brújula, de un plan de ruta a seguir, de una crítica y autocrítica sobre cada paso dado, el viaje a emprender acabará siendo una Odisea donde las circunstancias moverán nuestra nave a su antojo, solo que a diferencia de Ulises no será por culpa de los «caprichos de los Dioses» sino de nuestra propia falta de previsión. A diferencia del él nosotros no retornaremos a Ítaca, sino a la casilla de salida. Y estos «imprevistos» continuos terminarán, como les ocurrió a los marineros del héroe griego, con la desmoralización o locura de nuestras tropas.

Entonces, por favor, señores revisionistas, ahorraos el ridículo hablando de «resistencia armada» cuando no tenéis capacidad ni para salir indemnes de una manifestación. No deis lecciones de «clandestinidad» cuando retrasmitís en redes sociales toda la actuación de vuestra célula a cara descubierta –cenas y fiestas incluidas–. No habléis de «trabajo de masas» cuando vuestra organización no mueve a nadie salvo su parroquia y sois unos completos desconocidos para millones de personas. Se presume de algo cuando se tiene, no cuando se está igual o peor que el resto. 

En el mismo tono, instamos a los pusilánimes reformistas a que dejen de vendernos caminos mágicos para superar el capitalismo que no se han dado jamás y no se darán mientras el capital nacional y sus aliados internacionales tengan suficiente aliento y fuerzas –pues no existe experiencia histórica donde la burguesía se haya rendido ni en la que no haya intentado retomar el poder por formas coercitivas–, así que parad de darnos la monserga sobre la necesidad de luchar para que el sistema respete los «derechos eternos del hombre», como la «libertad», la «democracia» y todo tipo de pamplinas. El pueblo tendrá todo eso –y más– de forma materializada cuando sea consciente de sus condiciones y de su fuerza, cuando conozca su propia historia y la mire sin temor a distinguir la gloria de los errores. Solo entonces sabrá poner los puntos sobre las íes, pues nada de provecho sacará escuchando a una panda de posibilistas que siempre le conduce a la indefensión, la derrota y la humillación.

«Queremos que nuestros partidos de los países capitalistas actúen y procedan como verdaderos partidos políticos de la clase obrera, que desempeñen en la realidad el papel de un factor político en la vida de su país, que lleven a cabo en todo momento una activa política bolchevique de masas y no se limiten sólo a la propaganda y a la crítica, a lanzar meros llamamientos a la lucha por la dictadura proletaria. (...) Queremos que aprendan lo antes posible a nadar en las aguas tempestuosas de la lucha de clases y que no se queden en la orilla como observadores y registradores de las olas que se acercan, esperando el buen tiempo». (Georgi Dimitrov; La clase obrera contra el fascismo; Informe ante el VIIº Congreso de la Komintern, 2 de agosto, 1935)

En ese sentido es preciso aclarar que si bien la lucha es por la revolución proletaria y el socialismo, dadas las condiciones actuales, la lucha debe de encaminarse en lo inmediato a mantener, o a evitar, la reducción de los derechos de los trabajadores y de los ciudadanos en general bajo la democracia burguesa y de este modo evitar la pauperización de las masa, es en esa lucha y en esa defensa de los derecho económico-políticos en que el pretendido partido comunista ha de ganarse la confianza de las masas. Saltarse esa realidad es confundir la propia conciencia con la de las masas, es pecar de «izquierdismo». Klement Gottwald dice acertadamente:

«Los comunistas, somos partidarios de la democracia soviética, de la democracia proletaria; de esta democracia que es mientras existan clases, la más amplia, es la que mejor responde a los intereses del pueblo trabajador. Por esta democracia luchamos nosotros. Pero si la democracia burguesa, si los derechos democráticos que esta democracia concede al pueblo trabajador y que el pueblo trabajador hubo de arrancar luchando duramente, se ven atacados por el fascismo, somos, naturalmente, partidarios de la defensa de estos derechos democráticos. Y si queréis que llamemos a esto defensa de la democracia, llamémoslo. Acerca del nombre que hayamos de darle, no vamos a discutir». (Klement Gottwald; Por el frente popular del trabajo, la libertad y la paz; Informe en el VIIº Congreso de la Komintern, 7 de agosto, 1935)

En estas situaciones, se debe formar un frente –donde el partido comunista debe luchar por dominarlo– con toda organización que acepte las mismas reivindicaciones, sean partidos, sindicatos o elementos sin partido o apolíticos, llámese este frente del trabajo, frente popular, o frente único de los trabajadores, etc. La Komintern en 1922, en particular hablando del deber de agrupar a los obreros ante una crisis económica –de similar calado a la actual–, donde se estaban llevando graves ataques a los derechos de los trabajadores decía:

«El frente único significa la asociación de todos los obreros, ya sean comunistas, anarquistas, socialdemócratas, independiente, sin partido, o incluso obreros cristianos, contra la burguesía. Con los líderes, si lo quieren así, sin los líderes si permanecen indiferentes y a un lado, y en desafío de los líderes y en contra de los líderes si sabotean frente unido del proletario. Y este verdadero frente común en la lucha común está obligado a formarse. Debe formarse si la clase obrera quiere defender sus intereses más fundamentales y elementales contra la ofensiva capitalista. (...) A pesar de todas las diferencias en nuestros puntos de vista políticos, debemos dejarlas a un lado y trabajar juntos para organizar el frente único contra los capitalistas. Ya sea un frente unido de todos los obreros del mundo, o el hambre y la degradación de la clase obrera. Así es como está la cuestión». (Informe al Comité Ejecutivo de la Komintern sobre los resultados de la Conferencia de Berlín, 1922)

Pero quizás para el PCPE, conocer todos estos pasajes sobre los frentes y demás tácticas trazadas por los marxista-leninistas a lo largo de las diferentes situaciones históricas es pedir demasiado. También quizás debido al desconocimiento histórico del comunismo y sus hazañas, no sepan en dicho partido que los soviets rusos en sus inicios no fueron bonitas asambleas dominadas por bolcheviques a los que las masas acudían por la preciosa voz de sus voceros, sino, que fue en base a trabajar –de entre otros lugares– en esos soviets dominados por mencheviques y eseristas, que la revolución rusa de 1917 pudo ser coronada con éxito, en resumen: gracias a que los bolcheviques no se quedaron: «en la orilla como observadores y registradores de las olas que se acercan, esperando el buen tiempo», sino a que pugnaron en sindicatos, en el frente de la guerra, en los soviets, en las asociaciones juveniles, y demás, por arrebatar los puestos y la influencia a los reformistas, se pudo granjear la confianza de las masas y lanzar la insurrección con ellas, hacer la revolución proletaria.


Quizás lo que es demasiado pedir al PCPE, es que como supuesto partido que aspira a ser la vanguardia, trabaje con las masas más allá de su zona de confort.

El error básico del bloque de oposición; Stalin, 1926

«Como consigna independiente, la de los Estados Unidos del mundo dudosamente sería justa, en primer lugar, porque se funde con el socialismo y, en segundo lugar, porque podría conducir a la falsa idea de la imposibilidad de la victoria del socialismo en un solo país y a una interpretación errónea de las relaciones de este país con los demás. La desigualdad del desarrollo económico y político es una ley absoluta del capitalismo. De aquí se deduce que es posible que la victoria del socialismo empiece por unos cuantos países capitalistas, o incluso por un solo país capitalista. El proletariado triunfante de este país, después de expropiar a los capitalistas y de organizar la producción socialista dentro de sus fronteras, se enfrentaría con el resto del mundo, con el mundo capitalista, atrayendo a su lado a las clases oprimidas de los demás países, levantando en ellos la insurrección contra los capitalistas, empleando, en caso necesario, incluso la fuerza de las armas contra las clases explotadoras y sus Estados». Pues «la libre unión de las naciones en el socialismo es imposible sin una lucha tenaz, más o menos prolongada, de las repúblicas socialistas contra los Estados atrasados». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La consigna de los Estados Unidos de Europa, 1915)


Paso, camaradas, al segundo punto, al error básico del bloque de oposición en el problema fundamental: el carácter y las perspectivas de nuestra revolución.

El problema fundamental que separa al partido y al bloque de oposición consiste en saber si es posible el triunfo del socialismo en nuestro país o, lo que es lo mismo, cuál es el carácter de nuestra revolución y cuáles son sus perspectivas.

Esta cuestión no es nueva; fue examinada, por cierto, con más o menos detalle, en la conferencia de abril de 1925, en la XIV Conferencia. Ahora, en la nueva situación ha reaparecido, y tendremos que tratarla a fondo; además, como en la reciente reunión conjunta de los plenos de Comité Central y de la Comisión Central de Control, Trotski y Kámenev nos han acusado de que en las tesis sobre el bloque de oposición se han interpretado torcidamente sus opiniones, habré de aportar en mi informe diversos documentos y citas que confirman los planteamientos fundamentales de dichas tesis. Me excuso de antemano, camaradas, pero no tengo más remedio que proceder así. Se nos plantean tres cuestiones:

1. ¿Es posible el triunfo del socialismo en nuestro país, considerando la circunstancia de que es, por ahora, el único donde existe la dictadura del proletariado, que la revolución proletaria no ha triunfado todavía en otros países, que el ritmo de la revolución mundial ha aminorado?

2. Si este triunfo es posible, ¿se le puede llamar triunfo completo, triunfo definitivo?

3. Si no se puede llamar definitivo a este triunfo, ¿cuáles son las condiciones necesarias para que este triunfo sea definitivo? Tales son las tres cuestiones, que pueden agruparse en una sola cuestión general: la posibilidad del triunfo del socialismo en un solo país, es decir, en nuestro país.

domingo, 23 de marzo de 2014

Etapas del desarrollo del bloque de oposición; Stalin, 1926

«Lenin siempre nos decía que la política más acertada es la política basada en los principios». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; La desviación socialdemócrata en nuestro partido, 1926)


Camaradas: El primer punto que debe ser tratado en el informe es el relativo a la formación del bloque de oposición, a las etapas de su desarrollo y, en fin, a su disgregación, que ha comenzado ya. Este tema es, a mí, parecer, necesario como introducción a la esencia de las tesis sobre el bloque de oposición.

Ya en el XIV Congreso del partido, Zinóviev dio la señal para la concentración de todas las corrientes oposicionistas y su agrupación en una sola fuerza. Los camaradas delegados a la Conferencia recuerdan, seguramente, aquel discurso de Zinóviev. Está fuera de toda duda que tal llamamiento no podía por menos de encontrar eco entre los trotskistas, quienes sustentaban, desde el principio mismo, la idea de que, más o menos, debía haber libertad de grupos y de que éstos debían unirse más o menos para luchar contra la línea fundamental del partido, que, ya desde hace mucho, no satisface a Trotski. Este era, digámoslo así, el trabajo de preparación para formar el bloque.


Primera etapa

La oposición dio el primer paso serio hacia la formación del bloque durante el pleno de abril del Comité Central [2], en relación con las tesis de Rýkov sobre la situación económica. Entonces no existía aún una inteligencia completa entre la «nueva oposición» y los trotskistas, pero no se podía dudar ya de que, en lo fundamental, el bloque estaba hecho. Los camaradas que hayan leído las actas taquigráficas del pleno de abril comprenderán que esto es absolutamente cierto. En lo fundamental, ambos grupos habían llegado ya a un entendimiento, pero existían salvedades, que les obligaban a presentar para las tesis de Rýkov, en lugar de una sola serie de enmiendas, apoyadas por toda la oposición, dos series paralelas de enmiendas: una serie de enmiendas de la «nueva oposición», encabezada por Kámenev, y otra serie de enmiendas del grupo de los trotskistas. Pero es un hecho indudable que, en lo fundamental, ambos grupos perseguían el mismo objetivo y que el pleno dijo ya entonces que estaban restaurando el «Bloque de Agosto» bajo una, nueva forma.

¿Cuáles eran, pues, esas salvedades? He aquí lo que decían entonces Trotski: «Considero que el defecto de las enmiendas del camarada Kámenev es que, en ellas, parece como si la diferenciación del campo se plantease, hasta cierto punto, independientemente de la industrialización, mientras que el alcance y el peso social de la diferenciación campesina y de su ritmo quedan determinados por el crecimiento y el ritmo de la industrialización respecto al campo en su conjunto».

La salvedad es de no poca importancia. En contestación, Kámenev hace, a su vez, la siguiente salvedad respecto a los trotskistas: «No puedo –dice– adherirme a la parte –es decir, a la parte de las enmiendas de Trotski al proyecto de resolución de Rýkov– en que se hace una apreciación de la pasada política económica del partido, política que he defendido en un cien por cien».

viernes, 21 de marzo de 2014

La lucha no solamente no se debilitará a medida que se aproxime al socialismo, sino que por el contrario se irá agudizando


«El régimen de democracia popular continúa desarrollándose en una atmósfera de lucha de clases encarnizada, lucha que no solamente no se debilitará a medida que se aproxime al socialismo, sino que por el contrario se irá agudizando. En las ciudades, los elementos explotadores, privados del poder político y habiendo perdido sus posiciones económicas, recurren al sabotaje, al espionaje, al terrorismo y al diversionismo. En el campo, los kulaks destruyen el grano a fin de sabotear el plan de almacenamientos, asesinando a los militantes de los partidos obreros así como a los representantes del poder popular, infiltrándose en las organizaciones regionales, a fin de comprometer, por los abusos que cometen en ellas, al poder popular. Esta intensificación de la lucha de clases está en la naturaleza de las cosas». (Naum FarberovLas democracias populares, 1949)

lunes, 17 de marzo de 2014

Crimea se «desgaja» de Ucrania [Recopilación Documental]; Equipo de Bitácora (M-L), 2014

Varias cuestiones a considerar:

1. Históricamente Crimea forma parte del «mundo ruso» desde 1783; luego de la URSS, en 1954 por cuestiones aparentemente administrativas, Jruschov cede la península a Ucrania, y tras la disgregación de la URSS queda bajo soberanía ucraniana, aunque con una cierta autonomía además del fortísimo vínculo de la población con la Federación Rusa.

2. Esta fractura del territorio ucraniano se produce a instancia de la acción del imperialismo occidental –EEUU y la Unión Europea– en la exrepública soviética que de hecho ha instalado en el poder a una facción filofascista y prooccidental, rusofóbica –igual de intolerable con otras minorías–, que se ha dejado sentir en todo el país y ha creado alarma en todas las minorías, «una de las causas» del referéndum.

3. Todos los pueblos tienen derecho a decidir, de eso que no cabe ninguna duda, en ese sentido el referéndum parecería legal y legítimo. Lo cuestionable es que se desarrolla bajo la presión de Moscú y con el fin de ponerse bajo la órbita de uno de los imperialismos en pugna, no para combatir a ambos. La coyuntura está siendo aprovechada por Rusia para desarrollar su propio plan de acción, de hecho, el referéndum no es para el nacimiento de una nueva e independiente «República de Crimea» –libre de injerencias de uno y otro lado–, sino para salir de la territorialidad soberana de Ucrania y entrar directamente en la de Rusia, lo que, para los trabajadores no va a suponer el fin de sus calamidades. Esto no encuentra diferencia con otros referéndums donde el territorio en cuestión acaba bajo la órbita de los imperialismos estadounidense y europeo. Es una fórmula clásica de hacer pasar por lo jurídico la clave, cuando solo es una oportuna abstracción del poder económico, político y militar en pugna. 

4.  Recordemos que tras la Primera Guerra Mundial (1914-18) se formaron nuevos países como Checoslovaquia. El problema era que por culpa del Tratado de Versalles (1919) y el Tratado de Saint-Germain-en-Laye (1919) hubo zonas mal configuradas cuyas fronteras no correspondían demasiado con la étnica predominante del Estado –algo que no debería de ser un problema, pero que bajo el capitalismo siempre lo es–. En el caso de la región de los Sudetes, la mayoría de ciudadanos eran de cultura germana, fruto de las antiguas luchas entre germanos y eslavos que se llevó por la zona durante varios siglos. El gobierno checoslovaco no solo no permitió a estos territorios incorporarse a Alemania o Austria, sino que obstruyó deliberadamente la representación política de los germanos. A la larga este y otros fenómenos como el mayor desempleo en estas zonas o la mayor expropiación de propiedades hacia ciudadanos germanos, fueron el pretexto perfecto para que los nacionalistas alemanes cultivasen allí un sentimiento chovinista y revanchista. Esta política de discriminación que Praga hacia los alemanes de los Sudetes fue la baza perfecta que Hitler utilizaría en su favor. En el Acuerdo de Múnich (1938) varias de las potencias occidentales –Gran Bretaña, Italia y Francia– permitieron que el nazismo legalizase la ocupación y anexión de los Sudetes –sin referéndum alguno, como si se había hecho en el Sarre (1935)–, y en menos de un año acabó invadiendo toda Checoslovaquia. Este es un ejemplo de cómo la cuestión nacional se usa de pretexto para imponer sus intereses mezquinos

5. Sin lugar a dudas, los «imperialismos occidentales» intervinieron en Ucrania buscando forzar una acuerdo respecto a Siria, en donde se encuentra atascado. Una clara subestimación del imperialismo ruso. 

5. Pero lo más importante, el referéndum no va solucionar el problema –ni puede solucionarlo– que ha originado tal situación. Ucrania sigue en manos de grupos filofascistas, y todas aquellas minorías ucranianas establecidas fuera de Crimea se verán bajo la bota del mismo. Sin olvidarnos del hecho de que la pugna por la plaza estratégica sigue en desarrollo.

El documento: 


Referéndum en Crimea: El 96,77% apoya la adhesión a Rusia

Con el 100% de los votos escrutados, el 96,77% de los participantes en la consulta se expresó a favor de la adhesión a Rusia, según informó el jefe de la comisión de referendo en Crimea, Mijaíl Mályshev. La participación ha superado el 83%.

"El número de los votos de los participantes del referéndum pancrimeo, que apoyaron la adhesión a Rusia con los derechos de un sujeto de la Federación Rusa, fue de 1.233.002, es decir, el 96,77% de los votantes", dijo Mályshev, resumiendo los resultados finales del referéndum.

La participación final ascendió a 1.274.096 personas, lo que representa el 83,1% de los votantes censados. Estos datos se dan sin tener en cuenta el escrutinio de Sebastopol.

Según el jefe de la comisión electoral de la ciudad, Valeri Medvédev, el 95,6% de los votantes se expresaron a favor de la reintegración en la Federación de Rusia. En Sebastopol el 89,5% de los electores participaron en el referéndum.

Durante la celebración del referendo no se produjeron ningunas quejas, según Mályshev. "La comisión no ha recibido quejas. Actualmente las comisiones en los colegios electorales han empezado a recontar los votos del referendo. Quiero informar a todos que el referéndum en Crimea ha concluido", dijo Mályshev.

Demoler y rechazar la teoría podrida según la cual, a cada paso lo que hacemos adelante, la lucha de clases, en nuestra casa, debería, como pretenden, apagarse cada vez más


«Hay que demoler y arrojar lejos  de nosotros la podrida teoría de que, a cada paso que damos adelante, la lucha de clases entre nosotros irá extinguiéndose paralelamente, que a medida que aumenten nuestros éxitos, el enemigo de clase se hará más manso. No se trata solo de una teoría podrida, sino también es una teoría peligrosa, porque adormece a nuestros hombres, les hace caer en trampas y permite al enemigo de clase recobrarse para combatir al poder soviético. Por el contrario, cuanto más avancemos, cuanto más éxitos conquistemos, tanto mayor será el furor de los restos de las clases explotadoras aplastadas, tanto más de deprisa recurrirán a las más agudas formas de lucha, tanto más intentarán perjudicar al Estado» soviético, tanto más se agarraran a los más desesperados procedimientos de lucha, como el último recursos de aquellos que van a la ruina». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Sobre los defectos del trabajo del partido y sobre las medidas para liquidar a los elementos trotskistas y demás elementos de doble cara; Informe y discurso de clausura en el pleno del Comité Central del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 3-5 de marzo de 1937)

sábado, 15 de marzo de 2014

Cuando Anguita dijo que el «¿Qué hacer?» de Lenin era inservible para nuestra época; Equipo de Bitácora (M-L), 2014


«Estoy convencido de que sobre la conciencia colectiva de la ciudadanía flota una pregunta que entre 1901 y 1902 fue formulada por Lenin, ¿Qué hacer? Es obvio que las circunstancias son otras y también que la perspectiva a afrontar es más perentoria aún que aquella. Cualquier persona que use el intelecto sin una ideologización dogmática no tiene por menos que interrogarse acerca de cuál debe ser el camino a seguir para salir de esta postración económica, social, política y de valores; de esta situación de anomia.

Es indudable que toda elucubración acerca del camino a seguir está predetermina por el objetivo. Y es aquí donde radica el núcleo del debate, la separación entre la quimera y la propuesta programática concorde con el horizonte deseado. Cuando las autoridades de la troika inciden una y otra vez en la afirmación de que las "reformas" deben continuar aunque no pueda hablarse hasta ad calendas graecas de recuperación del empleo, es que el horizonte no estaba en el cumplimiento de los DDHH, la carta Social Europea o el Título I de la Constitución de 1978 sino en el cumplimiento de unos parámetros, de unos índices, de unos porcentajes, estrictamente numéricos, que en absoluto tienen que ver, en primera instancia con el problema del paro, la precariedad y la exclusión social. Y digo en primera instancia porque la recuperación económica -si la hay- será imposible o sólo se referenciará a las grandes cifras que atañen a la minoría social que está beneficiándose de la situación.

Por eso, para poder abordar la respuesta que da título al artículo, se impone cambiar las referencias, las prioridades y sobre todo no confundir fines y medios. El fin de toda política democrática es por definición el bienestar social y el cumplimiento de la justicia social. Cuando se persiste en seguir manteniendo una política económica que una y otra vez mantiene encallada a la sociedad o se cambia de rumbo o se incurre en traición a la soberanía popular». (Julio Anguita; Publicado en el El economista/Insurgente, 2014)

Sólo podemos decirte que decepcionante Julio Anguita, decepcionante pero no por ello inesperado, al fin eres parte del equipo «constructor» de esa masa ecléctica, revisionista, reformista de la izquierda burguesa institucional que conocemos bajo el nombre de Izquierda Unida –IU– en donde vegeta el también revisionista Partido Comunista Español –PCE–, heredero del carrillismo. Claro que tu discurso resulta hasta un cierto punto alentador para el lector sin formación ideológica, bien escondido en la retórica confusa, pero hay elementos que guardan esas líneas que te delatan y revelan como parte de todos los obstáculos a los que se ha de enfrentar la clase proletaria española para su organización y búsqueda del socialismo.

¿Verdaderamente crees que las circunstancias son fundamentalmente distintas a las existentes en tiempos de Lenin? ¿Crees que la naturaleza de la explotación del trabajo asalariado es cualitativamente distinta? ¿Acaso la necesidad del tipo de organización comunista que nace de tales condiciones ha cambiado? ¿Acaso insinúas que las leyes generales de construcción del socialismo determinadas por el marxismo-leninismo son un «dogma»? ¿A qué cambios te refieres como necesarios Anguita, a los que ya impusiesen Ibárruri-Carrillo y ayudaste a mantener durante tu paso por el PCE? ¿A qué resultado ha conducido al PCE esa revisión del marxismo-leninismo bajo la excusa de lucha contra el «dogmatismo stalinista»? ¿Tiene mejor salud o influencia el PCE de hoy gracias a tales revisiones ideológicas o es un cadáver andante?

El problema está en que estás organizaciones, en las que militaste, dejaron la senda del marxismo-leninismo, pues todo sabemos que el PCE perdió su espíritu combativo en la posguera con la dupla Ibárruri-Carrillo, por lo que IU nunca ha sido una organización marxista ni pretendía serlo, sino una sopa de siglas e ideologías las cuales buscaban formar parte de los órganos de legitimación del sistema burgués, no por su presencia en ellas –no somos anarquistas–, sino por su discurso y actuación. Desde ese momento –ya sin ninguna máscara– vuestros fines son completamente distintos a los del proletariado y demás capas explotadas, y lo hicisteis para alcanzar vuestras «metas» que ya no eran el socialismo en sentido marxista-leninista, de ahí que los métodos empleados también resulten en un oportunismo atroz, métodos que ya forman parte de los mecanismo empleados por la dictadura de la burguesía para mantener aisladas a las masas.

Y hacia el final de tus líneas se muestra en todo su esplendor tu esencia revisionista, dices:

«El fin de toda política democrática es por definición el bienestar social y el cumplimiento de la justicia social». (Julio Anguita; Artículo: ¿Qué hacer?, 2014)

Aquí profesor, déjenos decirle que como comunista, y teniendo en cuenta a sus oyentes, debería de no jugar con las palabras democracia, justicia social, etc. Porque recordemos que hay varios conceptos y sobre todos prácticas de «democracia» y «justicia social» según el modelo. Por lo tanto si se llama comunista no hable de la democracia poniendo como modelo «democrático» al actual Estado –que tú como heredero del eurocomunismo piensa que necesita tan sólo unos retoques–, ya que su política, es mantener sojuzgada a las clases dominadas, y en este caso, la democracia burguesa es un mecanismo de dominación que garantiza que la explotación y todos los males inherentes al capitalismo se perpetúen para beneficio de unos pocos, por lo tanto, hablar de justicia social en un sistema así es incongruente. Esa esencia de clase de la democracia burguesa no puede ser ocultada por ninguno de vosotros, los que pretendéis ubicar al Estado por encima de las clases sociales. Y ya que se alude a Lenin entre su verborrea, tendría que saberse ese principio fundamental del pensamiento marxista-leninista, salvo que la alusión solo sea para bastardear su pensamiento. 

Que el lector no olvide: se puede actuar todo lo que se quiera dentro de la institucionalidad burguesa, los líderes de la izquierda domesticada pueden declarar cada cierto tiempo la conformación de «frentes de la izquierda» en aras de la supuesta «unidad» –aunque luego reine la confusión ideológica entre ellos y se apuñalen a las primeras de cambio–; se puede denunciar la corrupción del sistema –mientras se oculta la del partido y aliados–; se puede jugar a la filantropía e incluso donar «pensiones» para los «pobres» –como acostumbra el señor Anguita–: se puede hablar como un humanista «por encima de las ideologías», pero eso no acabará con los efectos que denuncian del sistema, y eso lo saben estas mismas personalidades. Solo un partido de vanguardia proletaria guiado por el marxismo-leninismo eliminará para siempre las contradicciones que genera todo lo que emana de negativo de la dictadura de la burguesía bajo las relaciones capital-trabajo. Y eso está claro que el PCE no lo va a cumplir, porque ni está ni se le espera para tal fin. Gente como Anguita puede seguir presentando la «vía reformista» como la opción cabal para los trabajadores, pero no existe prueba ni experiencia histórica que abale tal cosa. Ningún partido bajo tales lineamientos ha logrado una transformación radical del capitalismo. La confirmación del fracaso de esta estrategia se puede constatar con la historia del propio PCE: en el momento en que se apartó de la línea revolucionaria de la época de José Díaz en 1942, perdió toda su popularidad, desde entonces solo ha languidecido, y hoy no solo no asusta al enemigo de clase, sino que hasta partes de él lo usan como peón en el tablero de la política española institucional». (Equipo de Bitácora (M-L)Cuando Anguita dijo que el «¿Qué hacer?» de Lenin era inservible para nuestra época, 2014)

Anotaciones de Bitácora (M-L):

[Nota de 2020: Véase el apoyo de Julio Anguita al fenómeno de Podemos y su líder Pablo Iglesias, calificando sus tácticas oportunistas de leninista: «Las luchas de fracciones en Podemos y su pose ante las masas» de 2017.]

viernes, 14 de marzo de 2014

Anexo a [La enfermedad infantil del «izquierdismo» en el comunismo]; Lenin, 1920

«La escisión es preferible a la confusión, que impide el crecimiento ideológico, teórico y revolucionario del partido y su madurez, así como su labor práctica unánime, verdaderamente organizada, que prepare de verdad la dictadura del proletariado». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La enfermedad infantil del «izquierdismo» en el comunismo, 1920)


En tanto que las editoriales de nuestro país –que los imperialistas del mundo entero saquearon para vengarse de la revolución proletaria y que continúan saqueando y bloqueando, a pesar de todas las promesas hechas a sus obreros– organizaban la publicación de mi folleto, se han recibido del extranjero datos complementarios. Sin aspirar, ni mucho menos, a que mi folleto sea algo más que unas notas rápidas de un publicista, abordaré brevemente algunos puntos.


1. La escisión de los comunistas alemanes

La escisión de los comunistas en Alemania es un hecho. Los «izquierdistas» u «oposición de principio» han constituido su «Partido Comunista Obrero», a diferencia del «Partido Comunista». En Italia, por lo visto, las cosas marchan también hacia la escisión. Digo «por lo visto», pues dispongo sólo de dos nuevos números, el 7 y el 8, del periódico izquierdista Il Soviet, en los cuales se discute abiertamente la posibilidad y la necesidad de la escisión y se habla asimismo de un congreso de la fracción de los «abstencionistas» –o boicoteadores, es decir, los enemigos de la participación en el parlamento–, que hasta ahora pertenece al Partido Socialista Italiano.

Existe el peligro de que el rompimiento con los «izquierdistas», antiparlamentarios –y, en parte también, antipolíticos, adversarios del partido político y de la actuación en los sindicatos–, se convierta en un fenómeno internacional, a semejanza del rompimiento con los «centristas» –o kautskianos, longuetistas, «independientes», etc.–. Sea así. En fin de cuentas, la escisión es preferible a la confusión, que impide el crecimiento ideológico, teórico y revolucionario del partido y su madurez, así como su labor práctica unánime, verdaderamente organizada, que prepare de verdad la dictadura del proletariado.

Que los «izquierdistas» se pongan a prueba de una manera práctica a escala nacional e internacional, que intenten preparar –y, después, realizar– la dictadura del proletariado sin un partido rigurosamente centralizado, dotado de una disciplina férrea, sin saber dominar todas las esferas, ramas y variedades de la labor política y cultural. La experiencia práctica les enseñará con rapidez.

József Révai, hablando de la ayuda ideológica del Partido Comunista (Bolchevique) y la Kominform a la hora de solucionar ciertas desviaciones

József Révai y Mátyás Rákosi, 5 de septiembre de 1945

«Debemos acentuar el hecho que recibimos el estímulo decisivo y la ayuda para la clarificación de nuestro futuro desarrollo de parte del Partido Comunista (Bolchevique) de la Unión Soviética, de forma clarividente bajo las enseñanzas de camarada Stalin. Las dos sesiones de la Kominform, la primera a finales de 1947, y la segunda en el verano 1948, fueron de ayuda fundamental para nosotros. En la primera sesión nos enseñaron a nosotros que, una democracia popular, en su etapa final, no podía detener la total destrucción de los elementos capitalistas, y en la segunda sesión se nos mostró, que la transformación socialista no podía ser limitada sólo a las ciudades, sino que tenía que ser ampliada a los distritos rurales y esto nos hizo reafirmarnos de que por tanto en cuanto a las cuestiones fundamentales de la transformación del socialismo, la Unión Soviética es nuestro modelo y que el camino de las democracias populares se diferencia sólo en ciertas formas externas, y no en la esencia, del camino de la Unión Soviética». (
József Révai: Sobre el carácter de nuestra democracia popular, 1949)

miércoles, 12 de marzo de 2014

Un ejemplo de porqué bajo un Estado regido por la burguesía, la causa nacional nunca estará asegurada cuando ésta es presionada por otros imperialismos y pone en jaque la propia independencia del país

Cartel de Partido Comunista de Checoslovaquia con la imagen de Klement Gottwald que proclama: «Con el acero de Ostrava ponemos los cimientos de la construcción del socialismo»

Anotación de Bitácora (M-L): La siguiente cita son reflexiones de Gottwald antes de los acuerdos de Munich de 1938 entre Reino Unido, Francia, Italia y Alemania, sobre los sudetes checoslovacos –región con población alemana–, existiendo un pacto militar de ayuda a Checoslovaquia por parte de Francia y la Unión Soviética en caso de invasión del exterior del país centroeuropeo:

«El pueblo trabajador de Checoslovaquia quiere defender su país contra Hitler y los demás fascistas extranjeros. ¿Puede confiarse para esto en la burguesía? No puede, absolutamente no. No hablemos de la burguesía alemana y húngara, cuyas relaciones amistosas con Hitler y Horthy son harto conocidas. Hablemos de la burguesía checa y eslovaca. ¿No conspiran ya hoy con Henlein los Kramar, Strshibrny, Stoupal y Klinka, y no guiñan ya el ojo a Berlín? ¿No hay en el actual gobierno fuertes corrientes reaccionarias que abogan por la creación de un amplio bloque reaccionario que apoderándose del gobierno iniciaría una política interior y exterior a gusto de los Kramars, es decir, orientada hacia Berlín? ¿Acaso los partidos socialistas gubernamentales no impulsan estas aspiraciones reaccionarias con su política de colaboración de clases, su eterna capitulación ante la reacción y su repulsa contra el frente único? ¿Y no existe, como resultado de toda esto, el peligro de que los que hoy más claman acerca de la defensa de la república, un buen día vendan al Berlín de Hitler esta república con todos sus atributos, incluyendo, por tanto, el ejército? ¿Cómo puede el pueblo trabajador defenderse contra este peligro? No tiene, manifiestamente, más que un camino: concentrando sus fuerzas en un frente popular antifascista, oponiéndose a la burguesía dominante, aislando a ésta dentro del pueblo y dificultándole la posibilidad de abusar del poder armado contra los intereses del pueblo: es decir, sólo desplegando la lucha de clases contra la burguesía». (Klement Gottwald; Por la aplicación acertada de la línea del VIIº Congreso de la Komintern; Discurso pronunciado ante el VIIº Congreso del Partido Comunista de Checoslovaquia, 1936)

Anotación de Bitácora (M-L) Lecciones finales a extraer por Gottwald tras los acuerdos capituladores de Múnich –que entregaban a Alemania los sudetes de 1938, y la posterior invasión total de Checoslovaquia por la Alemania, Hungría y Polonia, la no aplicación del acuerdo militar con Checoslovaquia en su defensa y el rechazo de la ayuda militar soviética por parte del gobierno checoslovaco ante el ataque alemán; seguido también de la proclamación de independencia bajo tutela alemana de Eslovaquia en 1939; después de la liberación de Checoslovaquia por el Ejército Rojo de la Unión Soviética en 1945; y tras la toma total del poder por el Partido Comunista de Checoslovaquia en el país durante 1948:

«Los grandes y poderosos dirigentes de la República de antes de Múnich, han afirmado todavía que sólo ellos eran los llamados a dirigir y administrar de una manera justa los asuntos nacionales de los checos y de los eslovacos, así como los asuntos de Estado de Checoeslovaquia. Que únicamente bajo su dirección nuestras naciones podrían tener garantizadas su libertad nacional y su independencia. Sin embargo, los resultados de la hegemonía de la gran burguesía eran, precisamente en esos asuntos vitales para la nación y para el Estados, los más trágicos, los más horrorosos y los más desastrosos. Para mantener su régimen de clase y sus privilegios la burguesía checa y eslovaca se asoció primeramente con los enemigos interiores de la República, con los fascistas alemanes y húngaros. Por las mismas razones egoístas de clase, la gran burguesía checa y eslovaca capituló en la época de Múnich y rehusó la ayuda militar ofrecida a Checoslovaquia por la Unión Soviética. Y de nuevo, en interés de las cajas de caudales y de sus bienes, los magnates checos y eslovacos sacrificaron la causa nacional, y el 15 de marzo de 1939, aceptaron el vergonzoso protectorado y la separación de Eslovaquia de los países checos, y se pusieron completa y abiertamente al servicio de Hitler, mientras sabían que, obtenida la victoria, la Alemania hitleriana, estaba decidida a dispersar los checos y los eslovacos y a arrumar su nación. De esta forma, la gran burguesía checa y eslovaca, no se ha mostrado como buena administradora, sino como traidora miserable de la causa nacional y republicana». (Klement Gottwald; Programa de acción del nuevo gobierno checoslovaco, 1948)