«Hoy traemos un documento algo olvidado, pero que es indispensable para entender el acercamiento sino-estadounidense se inicios de los años 70. Estamos hablando del «comunicado de Shanghái» del 25 de febrero de 1972. Este documento para el gobierno chino y el gobierno estadounidense de la época y para los posteriores gobiernos de los respectivos países en años siguientes, sería la piedra angular de sus relaciones, el documento con el que se apoyaban mientras sus relaciones se intercalaban y ampliaban de una forma cada vez más profunda. En 1979, y en 1982, se fueron declarando nuevos comunicados que se consideraban herederos y ampliadores del comunicado en cuestión de 1972. Para entender la repercusión internacional, colocaremos después del documento en sí, los comentarios de Enver Hoxha sobre las conversaciones sino-estadounidenses de febrero de 1972, así como el significado del comunicado conjunto y sus puntos internos.
Lo que intentamos explicar con estos documentos es que el lector pueda detectar detrás de toda esta parafernalia que montaron tanto uno como otro gobierno las intenciones de clase de los dos gobiernos, de uno revisionista-capitalista en plena expansión, ávido de convertirse en una superpotencia –China–, y de otro capitalista y ya una superpotencia imperialista consagrada –Estados Unidos–. Dejando a un lado las frases bonitas para la posteridad que nunca se cumplieron sobre cuestiones importantes, que al lector poco menos que le arrancara su mejor sonrisa, se puede ver la intención estadounidense en cuanto a política exterior de atraer a China hacía su terreno, y esto incluía un camino capitalista en el que país asiático permitiera el flujo de capitales extranjeros y entrar en selecto círculo de amistades con imperialismos y regímenes reaccionarios, sin citar un apoyo explícito a toda política estadounidense que se daba por hecho. En política interior, el «doblegar a los chinos», servía a Nixon para tapar escándalos de corrupción y espionaje como el caso Watergate. En lo que respecta al otro miembro firmante, China; la intención era que: en el ámbito de la política exterior se buscaba un contrapeso militar para prevenirse de cualquier intento de ataque de la Unión Soviética, dotarse de notable influencia frente a los aliados estratégicos de los Estados Unidos y buscar también el favor de los llamados «países del tercer mundo» para su próxima propaganda sobre tal teoría y su futura invasión económica y militar cuando China fuera una suporentencia. Tampoco hay que descartar para la política interior el objetivo de buscar un socio lo suficientemente fuerte era para cubrir las carencias industriales y militares que el país no había podido solventar debido al modelo de industrialización. Durante 1949-1953 los chinos se ajustaron a un modelo influenciado por los marxista-leninsitas soviéticos, pero ha de saberse que el propio Mao Zedong ya había teorizado durante los años 40 un modelo de industrialización revisionista diferente, las tesis de esa industrialización las implementaría sin disimulo a partir de 1953, y para los 70 también retomaría su viejo propósito de la industrialización a base de capital extranjero. Por supuesto el precio de tal apoyo estadounidense en los planes chinos era prestarse a un ridículo como tal de cara al mundo, inclusive delante del movimiento revolucionario que ya no creería más sus patrañas.
Estos encuentros entre el gobierno estadounidense y el gobierno chino no eran tampoco por simples intereses comerciales, como durante el documento se insistirá varias veces, es más el propio Henry Kissinguer en un documento ahora desclasificado, le confesó a Mao Zedong en uno de sus encuentros, que como decimos, todo correspondía a una más que trazada nueva línea política geoestratégica:
«Nuestro interés en comerciar con China no es en sí comercial. Este es establecer una relación que es necesaria para las relaciones políticas que ambos tenemos». (Henry Kissinger y Mao Zedong; Memorandum de una conversación, 17-18 de febrero, 1973)
A esta confesión Mao Zedong no tuvo ninguna inconveniencia en cubrir el establecimiento de relaciones comerciales con fines mayores, ya que ellos también plantaban una nueva política exterior. Algo nuevo de la política exterior china era presentar para el futuro a todos los países de mundo y a todos los partidos marxista-leninistas a los Estados Unidos como un imperialismo pacífico con el que si se podía tratar, a diferencia del socialimperialismo soviético, que según sus ideas era:
«La fuente de guerra más posible viene hoy día desde el ambicioso socialimperialismo soviético». (Pekin Informa; 30 de enero, 1976)
Esto se popularizaría como la teoría de los «tres mundos»; y era un claro indicador de que el revisionismo chino pensaba que una de las dos superpotencias era más fuerte que la otra, que una era más agresiva y que la otra era mansa. Pero esta vez, no pararemos a estudiar de nuevo los antecedentes para la elaboración de la teoría antimarxista de los «tres mundos», ni el porqué de esta. Sólo veremos sus consecuencias prácticas de esta; el acercamiento sino-estadounidense. De hecho podríamos decir que otra consecuencia sería la celebración de este tipo de resoluciones por el lado de los revisionistas de todo el mundo y el acercamiento estrecho de China a partir de dichas fechas con todo revisionismo que tuviera alguna ligera divergencia con el revisionismo soviético:
«La propia China se alinea con Yugoslavia y Rumanía –sin mirar lo que estos dos Estados son–, con el fin de incitar sus contradicciones con la Unión Soviética. A esto Rumanía y Yugoslavia responden a esta incitación de los chinos agudizando sus contradicciones con los revisionistas soviéticos, de hecho tensándolas más de lo que es necesario, con el fin de atraer a China completamente en la trampa. De hecho, nada separa China y Rumanía. Están completamente en consonancia entre sí en la política y en la ideología, y declaran que sus respectivos partidos son hermanos. (...) Para los chinos, todo lo que se declare antisoviético es bueno, y se puede marchar con él, independientemente de que estos elementos antisoviéticos sean; los revisionistas titoistas, traidores al marxismo-leninismo, agentes de los estadounidenses, los revisionistas rumanos, que posean lazos con el imperialismo estadounidense, la reacción europea u otra reacción burguesa. Para ganarte la simpatía de los chinos, sólo necesitas ser antisoviético». (Enver Hoxha; Bajo una línea antimarxista; Reflexiones sobre China, Tomo I, 27 de julio, 1971)
Así mismo estos actos frente al imperialismo estadounidense, supusieron el recelo y rechazo de los partidos marxista-leninistas de todo el mundo:
«La cuestión de la visita de Nixon a Pekín era un acontecimiento de notoriedad pública y todos debían, en aquella época, tomar posición al respecto, como hizo nuestro partido. El viaje de Nixon a China vino a confirmar aún más nuestra impresión que el Partido Comunista de China se deslizaba hacia la charca del oportunismo, hacia la charca de la colaboración con el imperialismo estadounidense». (Enver Hoxha; El eco de nuestro artículo; «La teoría y la práctica de la revolución»; Reflexiones sobre China, Tomo II, 3 de agosto de 1977)
Lo que ayudaría a despejar cualquier dudas sobre el revisionismo dentro del Partido Comunista de China (PCCh) y su política oportunista y burguesa sobre las relaciones exteriores de China que planteaba.
Podemos decir pasando a finalizar la extensa introducción, que este documento sólo sirvió en el ámbito de la lucha de clases global para desconcertar la lucha que los pueblos llevaban a cabo para zafarse del yugo del imperialismo estadounidense, y trabó la lucha contra el revisionismo jruschovista-brezhenvista, ya que estas acciones daban alas al revisionismo soviético para presentarse ante su pueblo y el mundo como un país antimperialista. También siguen vigentes las consecuencias que provocaron el acercamiento sino-estadounidense en el ámbito global de la lucha de clases:
«Cuando después de muchas conversaciones ya Nixon fue invitado a China durante 1972 y la dirección china con Mao Zedong a la cabeza proclamó la política de aproximarse y unirse al imperialismo norteamericano, quedó patente por tanto que la línea y la política chinas estaban en completa oposición al marxismo-leninismo y al internacionalismo proletario. Después, comenzaron a ser más evidentes los objetivos chovinistas y hegemonistas de China. La dirección china empezó a oponerse más abiertamente a las luchas revolucionarias y de liberación de los pueblos, se opuso al proletariado mundial y al auténtico movimiento marxista-leninista en beneficio de su política pragmática desplegando abiertamente la llamada «teoría de los tres mundos» que estaba esforzándose por imponer a todo el movimiento marxista-leninista como línea general». (Enver Hoxha;El imperialismo y la revolución, 1978)
En lo que respecta a la política interior de China; sirvió para que China siguiera su paso para convertirse en una superpotencia capitalista, eso sí, bajo la bendición estadounidense a ojos del mundo. Un ejemplo de esto último:
«La política china abrió un amplio y muy beneficioso camino a los Estados Unidos, camino que desafortunadamente inauguraron Mao Zedong y Chou En-lai con Nixon. Entre los encuentros de estas figuras, los Estados Unidos y China se tendieron muchos puentes, puentes velados, puentes eficaces y fructuosos. (...) La invitación que Mao Zedong y Chou En-lai cursaron a Nixon después del escándalo del Watergate, e incluso las íntimas recepciones que brindaba Mao Zedong al mandatario estadounidense no eran inmotivadas ni desintencionadas. Significaban que la amistad con los Estados Unidos, lejos de ser una amistad coyuntural entre personas, es una amistad entre países, entre China y los Estados Unidos, independientemente de que el presidente estadounidense que pudo abrir este camino fuese destituido de su cargo por sus trapicheos». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)
Como vemos, hoy día, estas reflexiones prevalecen intactas; pese a que China se haya elevado incluso por encima de los Estados Unidos en muchos puntos, se práctica a la vez que la competencia interimperialista, la sumisión y entendimiento entre ambos gobiernos, inclusive borrando y suprimiendo las perspectivas y actividades revolucionarias de terceros si se oponen a sus planes. Esta relación como dijo Lenin forma parte de las contradicciones entre imperialismos.
«La cuestión de la visita de Nixon a Pekín era un acontecimiento de notoriedad pública y todos debían, en aquella época, tomar posición al respecto, como hizo nuestro partido. El viaje de Nixon a China vino a confirmar aún más nuestra impresión que el Partido Comunista de China se deslizaba hacia la charca del oportunismo, hacia la charca de la colaboración con el imperialismo estadounidense». (Enver Hoxha; El eco de nuestro artículo; «La teoría y la práctica de la revolución»; Reflexiones sobre China, Tomo II, 3 de agosto de 1977)
Lo que ayudaría a despejar cualquier dudas sobre el revisionismo dentro del Partido Comunista de China (PCCh) y su política oportunista y burguesa sobre las relaciones exteriores de China que planteaba.
Podemos decir pasando a finalizar la extensa introducción, que este documento sólo sirvió en el ámbito de la lucha de clases global para desconcertar la lucha que los pueblos llevaban a cabo para zafarse del yugo del imperialismo estadounidense, y trabó la lucha contra el revisionismo jruschovista-brezhenvista, ya que estas acciones daban alas al revisionismo soviético para presentarse ante su pueblo y el mundo como un país antimperialista. También siguen vigentes las consecuencias que provocaron el acercamiento sino-estadounidense en el ámbito global de la lucha de clases:
«Cuando después de muchas conversaciones ya Nixon fue invitado a China durante 1972 y la dirección china con Mao Zedong a la cabeza proclamó la política de aproximarse y unirse al imperialismo norteamericano, quedó patente por tanto que la línea y la política chinas estaban en completa oposición al marxismo-leninismo y al internacionalismo proletario. Después, comenzaron a ser más evidentes los objetivos chovinistas y hegemonistas de China. La dirección china empezó a oponerse más abiertamente a las luchas revolucionarias y de liberación de los pueblos, se opuso al proletariado mundial y al auténtico movimiento marxista-leninista en beneficio de su política pragmática desplegando abiertamente la llamada «teoría de los tres mundos» que estaba esforzándose por imponer a todo el movimiento marxista-leninista como línea general». (Enver Hoxha;El imperialismo y la revolución, 1978)
En lo que respecta a la política interior de China; sirvió para que China siguiera su paso para convertirse en una superpotencia capitalista, eso sí, bajo la bendición estadounidense a ojos del mundo. Un ejemplo de esto último:
«La política china abrió un amplio y muy beneficioso camino a los Estados Unidos, camino que desafortunadamente inauguraron Mao Zedong y Chou En-lai con Nixon. Entre los encuentros de estas figuras, los Estados Unidos y China se tendieron muchos puentes, puentes velados, puentes eficaces y fructuosos. (...) La invitación que Mao Zedong y Chou En-lai cursaron a Nixon después del escándalo del Watergate, e incluso las íntimas recepciones que brindaba Mao Zedong al mandatario estadounidense no eran inmotivadas ni desintencionadas. Significaban que la amistad con los Estados Unidos, lejos de ser una amistad coyuntural entre personas, es una amistad entre países, entre China y los Estados Unidos, independientemente de que el presidente estadounidense que pudo abrir este camino fuese destituido de su cargo por sus trapicheos». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)
Como vemos, hoy día, estas reflexiones prevalecen intactas; pese a que China se haya elevado incluso por encima de los Estados Unidos en muchos puntos, se práctica a la vez que la competencia interimperialista, la sumisión y entendimiento entre ambos gobiernos, inclusive borrando y suprimiendo las perspectivas y actividades revolucionarias de terceros si se oponen a sus planes. Esta relación como dijo Lenin forma parte de las contradicciones entre imperialismos.
También como colofón final, insistimos; la intención de Mao Zedong de buscar una alianza con los Estados Unidos para China no comenzó en el año 1971 o 1972, sino que data de los años 40 como demuestran sus documentos posteriormente censurados como el informe al VIIº Congreso del PCCh titulado originalmente: «La lucha por una nueva China» de 1945, que en sus Obras Escogidas fue retocado y se llamó: «Sobre el gobierno de coalición popular». En dicho informe se presentan unas tesis revisionistas browderistas sobre la «coexistencia entre los países de la coalición antifascistas sin contradicciones y sin guerras», además demuestra un tono chovinista gran Estado en torno al tema de que «el mundo debía ser comandado por las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial más China». Estas tesis son una negación del axioma marxista-leninista de que el peligro de las guerras sólo desaparece con el triunfo global del socialismo, y por otro lado del derecho de las naciones a no delegar sus asuntos en países más grandes. Esto demuestra que el revisionismo chino bebía del oportunismo explícito de Earl Browder como pudo verse en nuestra obra: «Mao Zedong ese liberal pro estadounidense e ídolo de Earl Browder» de 2014.
Además hay otro punto importante en este informe temprano de Mao Zedong: si bien en los años 70 todo los revisionistas e imperialistas felicitaron a la China de Mao Zedong por este paso frente a los Estados Unidos, este fenómeno no era nuevo, Earl Browder ya le había colmado de piropos a Mao Zedong treinta años antes precisamente por esos escritos que incluían una visión de Mao Zedong de China y los Estados Unidos donde se le pedía a éste último que trajera sus inversiones a China para el desarrollo industrial chino, algo que empezaría a fraguarse ya a inicios de los años 70 con las visitas de Rockefeller a China.
Comunicado conjunto de la República Popular de China y los Estados Unidos (Shangai, 27 de febrero de 1972)
1. El presidente Richard Nixon de los Estados Unidos visitó la República Popular de China por invitación del Primer Ministro Chou En-lai de la República Popular China el 21 febrero-28 febrero 1972. Acompañaron al presidente la mujer del mismo, el Secretario de Estado William Rogers, el Asistente del Presidente Dr. Henry Kissinger, y otros funcionarios estadounidenses.
2. El presidente Nixon se reunió con el presidente del Partido Comunista de China Mao Zedong el 21 de febrero. Los dos líderes mantuvieron un intercambio serio y sincero de opiniones sobre las relaciones sino-estadounidenses y los asuntos mundiales.
3. Durante la visita, se celebraron amplios debates, sinceros y francos entre el presidente Richard Nixon y el Primer Ministro Chou En-lai para la normalización de las relaciones entre los Estados Unidos y la República Popular de China, así como sobre otras cuestiones de interés para ambas partes. Además, el secretario de Estado, William Rogers, y el ministro de Relaciones Exteriores Chi Peng-fei, sostuvieron conversaciones bajo el mismo espíritu.
4. El presidente Nixon y su partido visitaron Pekín y observaron los centros culturales, industriales y agrícolas, y también recorrieron Hangchow y Shanghai, donde se continuó las conversaciones con los líderes chinos en lugares donde se consideraron de interés similar.
5. Los dirigentes de la República Popular de China y los Estados Unidos encontraron beneficioso tener esta oportunidad, después de tantos años de no mantener relaciones, de exponer sinceramente sus opiniones sobre una variedad de temas. Pasaron revista a la situación internacional la cual está sufriendo grandes trastornos, y expusieron sus respectivas posiciones y actitudes.
6. La parte china manifestó: en cualquier parte que haya opresión hay resistencia. los países desean la independencia, las naciones quieren la liberación y el pueblo quiere revolución; esto ha llegado a ser la tendencia irresistible de la historia. Todos las naciones, grandes o pequeñas, deben ser iguales: las grandes naciones no deben intimidar a las naciones pequeñas, y las naciones fuertes no deben intimidar a las naciones débiles. China nunca será una superpotencia y se opone a cualquier tipo de hegemonía y poder. La parte china afirma que apoya firmemente la pugna de todos los pueblos y a las naciones oprimidas que desean la libertad. Los pueblos de todos los países tienen el derecho de elegir su sistema social de acuerdo a sus propios deseos y el derecho a salvaguardar la independencia, la soberanía y la la integridad territorial de sus propios países, oponiéndose a la agresión extranjera, la injerencia, el control y la subversión. Todas las tropas extranjeras deberían retirarse a sus propios países. La parte china expresó su firme apoyo a los pueblos de Vietnam, Laos y Camboya en sus esfuerzos para el logro de su meta y su firme apoyo a la propuesta de siete puntos del gobierno revolucionario provisional de la República del Sur de Vietnam, de lo anunciado en febrero de este año sobre los dos problemas problemas clave en la propuesta, y a la declaración conjunta de la conferencia de alto nivel sobre los pueblos de Indochina. Apoya firmemente el programa de ocho puntos para la unificación pacífica de Corea, presentado por el gobierno de la República Democrática Popular de Corea el 12 de abril de 1971, y su postura para la abolición de la «comisión de las naciones unidas para la unificación y rehabilitación de Corea». Se opone firmemente a la reanudación y expansión del militarismo japonés y apoya firmemente el deseo del pueblo japonés para construir un Japón independiente, democrático, pacífico y neutral. La parte china firmemente mantiene que la India y Pakistán deberían, de acuerdo con las resoluciones de las Naciones Unidas, retirar inmediatamente sus fuerzas a sus respectivos territorios y a sus propios lados de la línea de tregua de Jammu y Cachemira, y apoya al gobierno y pueblo pakistaníes en su lucha para preservar su independencia y soberanía, y al pueblo de Jammu y Cachemira su pugna para lograr el derecho a la autodeterminación.
7. La parte estadounidense hace constar: la paz en Asia y la paz en el mundo requieren de esfuerzos de ambos para reducir inmediatamente las tensiones y eliminar las causas básicas de los conflictos. Los Estados Unidos trabajaran para lograr una paz justa y segura: justa, porque cumple con las aspiraciones de los pueblos y naciones para la libertad y el progreso; segura, ya que elimina el peligro de una agresión extranjera. Los Estados Unidos apoyan la libertad individual y el progreso social para todos los pueblos del mundo, libre de la presión o intervención exterior. Los Estados Unidos creen que el esfuerzo por reducir las tensiones se ve favorecido por la mejora de la comunicación entre los países que tienen diferentes ideologías con el fin de disminuir los riesgos de confrontación debidos a accidentes, faltas de entendimiento o errores. Los países deberían tratar a los demás con respeto mutuo y estar dispuestos a competir pacíficamente, dejando que el rendimiento sea el último juez. Ningún país debería reclamar infalibilidad y cada país debe estar preparado para reexaminar sus propias actitudes para el bien común. Los Estados Unidos pusieron de relieve que los pueblos de Indochina se les debería permitir determinar su destino sin intervención externa, y su principal objetivo constante ha sido una solución negociada, la propuesta de ocho puntos presentada por la República de Vietnam y los Estados Unidos el 27 de enero 1972 representa una base para la consecución de ese objetivo, en la ausencia de una solución negociada de los Estados Unidos prevé la retirada final de todas las fuerzas estadounidenses de la región en consonancia con el objetivo de la libre determinación de todos los países de Indochina. Los Estados Unidos mantendrá su estrecha relación con y el apoyo a la República de Corea; los Estados Unidos apoyará los esfuerzos de la República de Corea para buscar un alivio de la tensión y el aumento de la comunicación en la península coreana. Los Estados Unidos conceden gran importancia a sus relaciones de amistad con Japón y continuaran desarrollando sus estrechos lazos ya existentes. De acuerdo con la resolución del consejo de seguridad de Naciones Unidas de 21 de diciembre 1971, los Estados Unidos favorece la continuación del alto el fuego entre la India y Pakistán y la retirada de todas las fuerzas militares dentro de sus propios territorios y de sus propios bordes de la líneas de alto el fuego en Jammu y Cachemira. Los Estados Unidos apoya el derecho de los pueblos de Asia del Sur para dar forma a su propio futuro en paz, libre de la amenaza militar, y sin que su propia área se convierta en objeto de la rivalidad entre grandes potencias.
8. Existen diferencias esenciales entre China y los Estados Unidos en sus sistemas sociales y su política exterior. No obstante, ambos países están de acuerdo en que los países, sin tener en cuenta sus sistemas sociales, deben desarrollar sus relaciones basándose en los principios de respeto a la soberanía e integridad territorial de todos los Estados, no agresión contra otros Estados, no injerencia en los asuntos internos de otros Estados, igualdad y beneficio mutuo y coexistencia pacífica. Las disputas internacionales deben arreglarse basándose en estos principios, sin recurrir al uso o la amenaza del empleo de la fuerza. Los Estados Unidos y la República Popular de China están dispuestos a aplicar estos principios en sus relaciones mutuas.
9. Teniendo en cuenta estos principios sobre las relaciones internacionales, las dos partes han manifestado que:
-El progreso hacia la normalización de las relaciones entre China y Estados Unidos es en interés de todos los países.
-Ambos desean reducir el peligro de un conflicto militar internacional.
-Ninguno debe buscar la hegemonía en la región de Asia y el Pacífico y cada uno se opone a los esfuerzos de cualquier otro país o grupo de países para establecer esa hegemonía.
-No está dispuesto a negociar en nombre de un tercero o de celebrar acuerdos o entendimientos con el otro dirigido a otros Estados.
10. Ambas partes opinan que iría en contra de los intereses de los pueblos que cualquier gran potencia se uniera con contra contra los demás países o que los países más poderosos dividieran el mundo en esferas de interés.
11. Ambas partes han revisado las graves disputas que datan de hace mucho tiempo entre China y Estados Unidos. La parte china ha reiterado su posición: la cuestión de Taiwán es la cuestión crucial que obstruye la normalización de las relaciones entre China y los Estados Unidos. El gobierno de la República Popular de China es el único gobierno legítimo de China. Taiwán es una provincia de China, que desde hace mucho tiempo hubiera debido reintegrarse a la patria. La liberación de Taiwán es un asunto interno de China, en el que ningún otro país tiene el derecho de interferir. Y deben retirarse de Taiwan todas las fuerzas e instalaciones militares estadounidenses. El gobierno chino se opone firmemente a todas las actividades que tienen como objetivo la creación de «una China y una Taiwan», «una China, dos gobiernos», «dos Chinas», «Taiwan independiente» o que aboguen que «queda por determinar el estatus de Taiwán».
12. La parte estadounidense ha declarado: los Estados Unidos reconocen que todos los chinos de ambos lados del estrecho de Taiwan sostienen que no hay más que una China y que Taiwan forma parte de esta última. El gobierno de los Estados Unidos no ataca dicha postura. Reafirma su interés en que se llegue a un acuerdo pacífico del problema de Taiwan por los propios chinos. Teniendo en cuenta esta perspectiva afirma el objetivo final de la retirada de todas las fuerzas e instalaciones militares estadounidenses en Taiwan. Entretanto, reducirá gradualmente sus fuerzas en instalaciones en Taiwan una vez que disminuya la tensión en la zona. Ambas partes están de acuerdo en que es conveniente ampliar la compresión entre los dos pueblos.
13. Ambas partes consideran que el comercio bilateral constituye otra rama de la que pueden obtenerse mutuos beneficios, y están de acuerdo en que las relaciones económicas basadas en la igualdad y el provecho mutuo redundan en interés de los pueblos de los dos países. Se muestran acordes en facilitar el progresivo desarrollo del comercio entre los dos países.
14. Ambas parten están de acuerdo en que permanecerán en contacto a través de diversos conductos, con inclusión del envió de un alto representante estadounidense a Pekín, de vez en cuando, para concretar consultar con visitas a estimular la normalización de relaciones entre los dos países y continuar el intercambiando opiniones acerca de cuestiones de interés común.
15. Las dos partes expresaron la esperanza de que los logros alcanzados durante esta visita abriran nuevas perspectivas para las relaciones entre los dos países. Se cree que la normalización de las relaciones entre los dos países no es sólo en interés de los pueblos chino y estadounidense, sino también contribuye a la relajación de las tensiones en Asia y el mundo.
16. El presidente Richard Nixon, su mujer, y el partido expresaron su agradecimiento por la amable hospitalidad que ha demostrado el gobierno y el pueblo de la República Popular de China.
Comunicado conjunto de la República Popular de China y los Estados Unidos (Shangai, 27 de febrero de 1972)
El viaje de Nixon a China, las conversaciones sino-estadounidenses, el comunicado final
«Exteriormente, la actitud de la parte china acerca de este viaje, tanto antes como en el curso de su realización, ha sido fluctuante. Del lado chino solo se indicó en una o dos ocasiones que el viaje del presidente estadounidense se realizaría en tal fecha, sin más. La propaganda china observaba un «silencio absoluto» sobre este acontecimiento, como si «no le interesase mucho». Esto naturalmente no correspondía a la realidad» no correspondía a la importancia, incluso grande, que los chinos daban a este viaje y a los resultados que se derivarían de él. En apariencia, daba la impresión de que los chinos no hacían preparativos, pero no era verdad: limpiaban las ciudades, pintaban los comercios y las casas sobre todo en las calles y las zonas por donde debería pasar Nixon, suprimían los slogans «peligrosos» susceptibles de irritar al «distinguido» huésped; aprovisionaron los comercios con todo tipo de artículos, colocaron en las librerías obras de «clásicos chinos y extranjeros» que hasta ayer habían desaparecido de la circulación, etc. Todo esto se hacía bajo la tapadera del «año nuevo» chino. Pero nadie se lo tragaba. No se hacía por el «año del ratón», sino por la llegada del llamado «tigre de papel».
La prensa china había cesado la propaganda contra el imperialismo estadounidense, mas, a lo largo de la estancia de Richard Nixon se vio obligada escribir varias veces en «defensa» de Vietnam que, en esa época en particular, estaba siendo bárbaramente bombardeado por los estadounidenses. Así pues, justo en el momento en que los chinos recibían a Nixon, los vietnamitas intensificaban sus ataques y Nixon multiplicaba los bombardeos, mientras que los revisionistas soviéticos aparecían como los «únicos amigos sinceros de los vietnamitas», como «furibundos antiestadounidenses» y acusaban a China de «aliarse con los Estados Unidos en contra de Vietnam». En todo ese tiempo, los chinos se abstuvieron de responder a la propaganda soviética, y el motivo de verse obligados a ello es fácil de comprender. La razón reside en que se encontraban en posiciones débiles respecto a Vietnam y no querían dar la impresión de que las conversaciones con Nixon estarían dirigidas contra la Unión Soviética.
En cambio, la otra parte, el imperialismo estadounidense y todo el mundo capitalista, hacían una enorme publicidad de este viaje, removían el cielo y la tierra y se lanzaban a todas las afirmaciones y suposiciones imaginables. En otras palabras, le dieron tanto bombo que en cierta medida crearon la impresión en el mundo de que este viaje «modificará el curso de la historia», de que Richard Nixon, ese anticomunista rabioso, lograría con China el acercamiento que ningún otro presidente de los Estados Unidos había conseguido. La burguesía introdujo a Nixon en la historia como el «hombre de la paz», y el hecho es que a lo largo de este período la propaganda burguesa hizo tanto ruido en este sentido que llegó a dejar en la sombra su terrible obra de criminal de guerra que asesina a los pueblos de Indochina, etc.
China tiene una gran responsabilidad por haber recibido a Nixon en Pekín sin haberle impuesto la menor condición. Pero no es la única responsable de la victoria propagandística de Richard Nixon. Los propios vietnamitas, que aparentemente están «enfadados» con los chinos por el viaje de Nixon a Pekín, desde hace tiempo están llevando a cabo negociaciones secretas con los verdugos de su pueblo. Y no hablemos ya de los revisionistas soviéticos, que están pringados hasta el cuello con sus lazos de colaboración con los estadounidenses.
Por nuestra parte, no hemos cesado un solo instante la lucha contra el imperialismo estadounidense y contra Richard Nixon, y ello lo hemos hecho a despecho de todo. Esto ha sido observado por las agencias de prensa extranjeras, que han remarcado que nuestra propaganda difería de la de los chinos.
Por lo tanto, independientemente de que China no abriese la boca hasta que Nixon puso los pies en su territorio, el presidente de los Estados Unidos aterrizó en China en medio de un gran bullicio, con un gran equipo de colaboradores, con un gran número de periodistas y con todos los equipos necesarios de televisión, radio, cine,comunicación, etc. De ello habló todo el mundo. Un periodista estadounidense lo calificó; de «alunizaje» el aterrizaje de Nixon en China.
La recepción de Nixon en el aeropuerto se hizo sin la participación de la población, sin discursos, sin la asistencia del cuerpo diplomático. Lo contrario hubiera sido un escándalo manifiesto y en cualquier caso un desafío. Fue recibido por el grupo habitual y permanente, constituid por Chou En-lai, Li Sien-nien, el representante del ejército en el Comité Central del Partido Comunista de Chinar y toda una serie de funcionarios. Chou En-lai parecía «petrificado», naturalmente porque se sabía observado por el mundo entero, mientras que Nixon enseñaba sus dientes de caballo, disfrutaba y reía, sin tener en cuenta que las calles por donde pasaba estaban desiertas, seguramente conforme a las órdenes y las directrices dadas. Ahora bien, «la propaganda y la televisión estadounidenses se las ingeniaron para hacer cálida esa situación.
La cortesía china fría en apariencia que se observó a en el aeropuerto y en las calles que atravesó el cortejo, no fue más que un trompe-l'oeil [ un espejismo - Anotación de B. N.]. En lugar de seguir comportándose de este modo con el «huésped indeseable», cuya visita fue aceptada «para proceder a un intercambio de opiniones sobre problemas de interés para ambos países» sin ponerle ninguna condición, con un huésped que hasta ayer era calificado por los propios chinos de ser el «criminal fascista más infame», un «asesino», etc., el protocolo y las actitudes hacia Nixon dieron un giro de 180 grados.
Cuando el presidente de los Estados Unidos todavía no había descansado de su viaje, fue recibido por Mao Zedong en su propio despacho. Por lo que sabemos, esta práctica no tenía precedentes, Mao Zedong siempre había recibido a los amigos y a los otros huéspedes de China, incluso a los más próximos, al final de sus visitas. Este es al caso, asimismo, de nuestras delegaciones. Los periodistas estadounidenses, y al parecer también la delegación estadounidense, no sabían que Mao recibiría a Nixon nada más llegar, por ello calificaron esta entrevista de «bomba». Y, de hecho, era una bomba. Con esto Mao quería demostrar a Nixon su cordialidad y su benevolencia particulares por estos contactos y conversaciones, le quería demostrar una atención íntima, porque le recibió en sil despacho y, encima de la mesa sobre la que el presidente, tenía apoyados sus codos, se había colocado una pila de libros, para dar a entender a Nixon que se las tenía que ver con un «gran pensador». Mao Zedong quería, asimismo, demostrar a Nixon que era él, Mao, quien había abierto esta «era nueva en el mundo», «la de las relaciones sino-estadounidenses» y, por otra parte decir al pueblo chino que esta «política de amistad» con el imperialismo estadounidense es «mi política y no de Chou En-lai». En caso de que esta política no salga bien, «tenemos experiencia en la materia y echaremos la culpa a Chou».
El comunicado emitido después del encuentro Mao-Nixon no decía otra cosa que «las conversaciones habían sido sinceras y abiertas», es decir, ni carne ni pescado, mientras que la televisión china hablaba en otro lenguaje. En la pequeña pantalla aparecían Mao y Nixon; alegres y sonrientes, estrechándose no una mano sino, las dos. Henry Kissinger, satisfecho y con la sonrisa en los labios, estaba arrellanado en su sillón, como si estuviera en su propia casa. Chou En-lai estaba aux angés [como en el cielo - Anotación de Bitácora (M-L)], reía, daba carcajadas tan fuertes que, consciente de que se excedía, se tapaba la boca con la mano. Por lo tanto, la atmósfera era más que cordial y la proyección de esta escena, que sólo había sido filmada por la televisión china, y por consiguiente controlada, fue autorizada intencionadamente por Chou a fin de que la historia pudiera grabar «este momento histórico», de que los estadounidenses le vieran y de que el pueblo chino se orientare también, por esta «estrategia y esta táctica proletarias geniales» de Mao Zedong.
Después de este acto «muy significativo» de Mao, la atmósfera, que en apariencia era reservada, se distendió el hielo se rompió, comenzaron a «abrirse las cien flores» y se inició la «larga marcha» de la gran amistad.
El banquete ofrecido por los chinos fue majestuoso. ¿Qué dijo Chou En-lai en este banquete? Las mejores cosas, como si se encontrara no ante un nuevo sino viejo amigo, porque «el pueblo chino y el pueblo estadounidense son amigos», etc:
«Es el deseo común de los pueblos chino y estadounidense mejorar el entendimiento mutuo y la amistad promoviendo la normalización de las relaciones entre China y Estados Unidos. El gobierno y el pueblo chinos trabajarán inquebrantablemente hacia este objetivo». (Chou, En-lai; Brindis en el banquete en honor del presidente, 25 de febrero de 1972)
Así pues, Chou dijo:
«Es el deseo común de los pueblos chino y estadounidense para mejorar el entendimiento mutuo y la amistad y promover la normalización de las relaciones entre China y Estados Unidos». (Chou, En-lai; Brindis en el banquete en honor del presidente, 25 de febrero de 1972)
Finalmente, dijo Chou, se han abierto las puertas a los contactos amistosos.
En otros términos esto quiere decir que Richard Nixon es un amigo de China y de los pueblos, porque es él quien ha abierto estas puertas a la amistad. Para Chou En-lai y para los que piensan como él, Nixon ha dejado de ser un imperialista, un fascista, un verdugo de los pueblos. Esto se llama pasarse al camino de los lacayos del imperialismo. Chou en su discurso dijo:
«Existen grandes diferencias de principio entre las dos partes. A través de discusiones sinceras y francas se ha adquirido un conocimiento más claro de las posiciones de cada uno. Esto ha sido beneficioso para ambas partes». (Chou, En-lai; Brindis en el banquete en honor del presidente, 25 de febrero de 1972)
Pero ello estas diferencias no deben constituir un obstáculo para que nos entendamos y vivamos en coexistencia, etc. ¡¡¡Existen pues pequeñas divergencias!!! En su tiempo, Nikita Jruschov hablaba de la misma forma, pero no era tan «gentil» con los huéspedes estadounidenses como lo es Chou En-lai, que presta el mayor, de los cuidados a no soltar palabra alguna que no sólo sea inoportuna, sino que incluso pueda ser mal interpretada.
Para Chou, que se esfuerza por encubrir sus objetivos, el pueblo estadounidense es la «bondad personificada», «el pueblo estadounidense es amigo del pueblo chino», y Chou continúa así su canción, hasta que la orquesta del banquete interpreta ¡«Beautiful América»! ¡Bella América en efecto, la de los millonarios y los multimillonarios! ¡América, corazón del fascismo y del bárbaro imperialismo! ¡América, la asesina de los vietnamitas y de los árabes, la opresora de la libertad de los pueblos! ¡«Bella» América de los gangsters! ¡«Bella» América donde son reprimidos y asesinados los negros, los parados, los comunistas!
Y a esta América es a la que se cantó en Pekín, hasta el punto de que Richard Nixon, en su respuesta a Chou En-lai en el curso del banquete, dijo:
«Jamás he oído en un país extranjero interpretar tan bien la música estadounidense». (Richard Nixon; Brindis en el banquete en honor del presidente, 25 de febrero de 1972)
Evidentemente el mismo Nixon estaba asombrado e incluso, en cierta manera, quería, decir: «me he equivocado, creía que ustedes eran verdaderos comunistas».
En su discurso Nixon elogió a China y su gran hospitalidad, elogió las palabras amistosas y elocuentes de Chou. Dijo, como si no fuera nada, que «lo que aquí hacemos puede transformar el mundo»; «las posibilidades de paz aumentan sin cesar»; «lo que nos une son nuestros intereses comunes, que superan estos desacuerdos».
Nixon continuó:
«Iniciemos juntos una larga marcha no por un camino sin salida, sino por caminos diferentes que conduzcan al mismo objetivo, al objetivo de la puesta en pie de una estructura mundial de paz y de justicia, en la cual todos podamos vivir juntos con la misma dignidad, y cada nación, grande o pequeña, tenga el derecho de decidir su propia forma de gobierno, sin injerencia o dominación del exterior». (Richard Nixon; Brindis en el banquete en honor del presidente, 25 de febrero de 1972)
Y prosiguió:
«No hay ninguna razón para que seamos enemigos, porque ninguno de nosotros reivindica el territorio del otro, ninguno de nosotros busca dominar al otro o alargar la mano y dominar el mundo. Juntos podemos construir un mundo nuevo y mejor». (Richard Nixon; Brindis en el banquete en honor del presidente, 25 de febrero de 1972)
Y ¿cómo responde Chou En-lai a esta inmundicia fascista? Justo con el mismo tono y simplemente diciendo que:
«El mundo camina hacia el progreso, hacia la luz y no hacia las tinieblas». (Chou En-lai; Brindis en el banquete en honor del presidente, 25 de febrero de 1972)
Chou En-lai eliminó también la expresión de que el mundo avanza hacia la revolución. Los periódicos tienen razón al decir: «Chou dejó a un lado la revolución mundial».
¡Y ésta es la propaganda y la demagogia infame y escandalosa que hace Pekín en torno al fascista rabioso, al verdugo de los pueblos del mundo, al cabecilla del imperialismo mundial, Nixon! ¿Y quién la hace? ¡Pekín, que pretende ser el centro mundial del marxismo-leninismo!
La demagogia del imperialista es tal que también él, recogiendo lo que dice Chou En-lai, afirma que: «el mundo camina hacia la luz y no hacia las tinieblas». Toda la propaganda estadounidense se esfuerza por resaltar que Richard Nixon y el imperialismo estadounidense se han convertido, en amigos de China y de los chinos, en amigos del pueblo y de los dirigentes. El hielo se rompió después del encuentro de Nixon con Mao. Los periódicos chinos se llenaron de fotografías de Nixon, Mao, Chou, Chiang Ching, etc. El encuentro protocolario que tuvo lugar en el aeropuerto se transformó más tarde en encuentros calurosos, en banquetes, en representaciones teatrales, en manifestaciones deportivas en estadios cerrados, donde 20.000 personas puestas de píe aplaudían a Nixon y Chou En-lai, los «arquitectos» de este «encuentro histórico». Chiang Ching, la mujer de Mao Zedong, se había cambiado de ropa y de coiffure [peinado - Anotación de Bitácora (M-L)]. Se había cortado el pelo á la gargonne, había tirado al cesto de la ropa sucia el gorro con la estrella roja y había substituido el uniforme militar de la revolución por un traje de casimir negro. En cada espectáculo se situaba al lado de Nixon y, cuando no estaban juntos, Nixon y su mujer completaban su programa, visitando la cocina china, parecían «estar asombrados, maravillados», «comían con palillos», «¡qué maravilla!». Visitaron comunas, besaron a los niños chinos, visitaron también la Gran Muralla China. «Echemos abajo todas las murallas», dijo Nixon. Estos son «los siete días que han transformado al mundo». «Nosotros, los Estados Unidos y China, tenemos en nuestras manos los destinos de la humanidad». ¡Y la propaganda electoral de Nixon para su reelección prosiguió desde el territorio chino! Chou En-lai, por su parte estaba contento y sonriente. La reacción le elogia, le pone por las nubes, pero ello le importa poco, porque con esta política «aplica la línea del presidente Mao Zedong con extrema habilidad».
Por lo tanto esta visita vino a satisfacer todos los deseos de Nixon, Mao y Chou. No surgió entre ambas, partes ninguna oposición, salvo algunas fórmulas habituales. Finalmente apareció el comunicado conjunto sino-estadounidense que confirma su unidad sobre los puntos de vista fundamentales. Veámoslos.
El viaje de Nixon a Pekín, la acogida de que fue objeto y el comunicado conjunto sino-estadounidense constituyen una victoria para el imperialismo estadounidense y personalmente para Nixon. En cambio China no ganó ni podía ganar nada en este sentido; al contrario, perdió a los ojos de la opinión de los pueblos revolucionarios del mundo, perdió a los ojos del movimiento comunista internacional. A los ojos de los pueblos China «financió» al imperialismo estadounidense toda su confianza. Dice a los pueblos y a los comunistas que incluso cuando el imperialismo estadounidense les asesina, invade sus territorios, y no llene ni quiere establecer relaciones diplomáticas con ellos, incluso cuando su sistema está en crisis se puede discutir amistosamente, sentarse con él y reconocerle el derecho de engañar a los pueblos. Esto es lo que ha hecho China. Esto es inadmisible y condenable, esto no está de acuerdo con nuestra línea marxista-leninista.
El comunicado sino-estadounidense es el documento más infame que se puede concebir. En este comunicado van parejos los «bellos» puntos de vista de una y otra parte. Los chinos nos «atiborran» de frases generales: «los pueblos quieren la libertad; donde hay opresión hay resistencia ; las naciones, grandes y pequeñas, deben ser iguales; todas las tropas extranjeras deben retirarse de los países donde están estacionadas», etc. La parte china desarrolla así una tirada bastante larga sin hacer ninguna alusión, sin dirigirla contra nadie. Sólo se menciona al Japón y Bangladesh; todo lo demás es omitido. ¡¿La famosa gentileza china lo exige desde el momento en que el «amigo es recibido en casa»?! ¿Por qué se le invitó? Lo mejor sería decir que esta actitud viene dictada por la nueva línea que se sigue, y no por cortesía hacia el «huésped».
La parte estadounidense, por su lado, lanza en este comunicado una tirada aún más larga. No acepta ninguna responsabilidad, al contrario, según el comunicado, la «bella América» sería «el país más pacífico y más democrático», los estadounidenses están en contra de la agresión, están por la autodeterminación de los países de Indochina. Los Estados Unidos están dispuestos a hacer esto y lo de más allá, lo que ustedes quieran y lo que ustedes piensen –bonitas frases–, pero, en otras palabras, mantendrán su amistad con Chiang Kai-shek, con las camarillas de los países de Indochina y con la República de Corea del Sur: se dice que retirarán sus tropas de las diversas regiones del mundo –de palabra, naturalmente– «cuando disminuya la tensión», etc. Y así continúa la «cantinela» estadounidense en el comunicado conjunto.
¡Una gran aparatosidad en el vacío! Casi ninguna divergencia, no obstante se subraya que «existen grandes contradicciones» entre ellos. No se ve ni sombra de polémica; el contrario, después de haber pintado este «cuadro idílico» ante el público expectante, aparecieron con lo que llevaban en el corazón. Y la conclusión es la siguiente: la coexistencia pacífica típica de Jruschov, e incluso perfeccionada, porque, según el comunicado sino-estadounidense, todo se resolverá, incluso sin conflictos, dicho de otra manera «sin armas, sin guerras», ¡todo se arreglará con rosas! Es verdad, el tigre es un «tigre de papel». Pero lo que no se sabe es quién es el tigre de papel.
¿Qué se desprende de este comunicado? China le dice al mundo que ha conversado amistosamente con los Estados Unidos, que como resultado de estas conversaciones se evitará la guerra entre ambos, que no se permitirá que la región Asia-Pacífico se convierta en zona de influencia de ninguna gran potencia –cuentos–, que ninguna de las dos partes debe entenderse con un tercero contra la otra –cuentos–, y que el mundo no debe ser dividido en esferas de influencia –más cuentos–.
Todos estos cuentos incluidos en el comunicado tienen la aprobación de los chinos, que dicen al mundo: «vean, hemos obligado a los estadounidenses a aceptar todas estas cosas. Se trata de una gran victoria para el socialismo». Los chinos les dicen a los ingenuos: «miren, los estadounidenses no son tan malos» y, pese a que no concluimos nada a propósito de Taiwán, ni establecimos relaciones diplomáticas, «comerciaremos con los Estados Unidos, intercambiaremos científicos, artistas, periodistas», etc. Dicho con otras palabras; «abrimos las puertas a la invasión de China por los Estados Unidos». Esto es un tanto asombroso, pero así ocurrirá de hecho.
Cuando Chou En-lai regresó a Pekín procedente de Shanghai, a donde había ido para acompañar a Nixon, fue recibido triunfalmente, a golpes de gon, con flores y con Chiang Ching. Chou En-lai era el ¡«héroe del día»! Este «héroe del día» trabajará con todas sus fuerzas en el interior del país para fortalecer las posiciones de su grupo, contando para ello con el respaldo de Mao. Desarrollará a ritmo sostenido relaciones multiformes con los estadounidenses, sostendrá la candidatura de Nixon, porque ahora es su amigo y realizará con él numerosas combinaciones, al mismo tiempo se esforzará por no desenmascararse de mala manera a los ojos de los pueblos. Por el momento, el «héroe del día» se opondrá a los soviéticos en la medida en que siga contando con el respaldo de los Estados Unidos, pero acabará por tirar, su careta como hizo Jruschov. Por lo que se refiere a la revolución mundial, al comunismo y al socialismo, les pondrá una pesada piedra al cuello, como hicieron los revisionistas en la Unión Soviética y en otros países. El camino que han emprendido les conduce a ello. ¡Pudiéramos equivocarnos, pero los hechos no nos permiten juzgar de otra manera! El marxismo-leninismo que nos inspira y nos guía, no nos permite juzgar de otro modo a los camaradas chinos y sus actos». (Enver Hoxha; El viaje de Nixon a China, las conversaciones sino-estadounidenses, el comunicado final: Reflexiones sobre China, Tomo II, 21 de marzo, 1972)
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