«¿Cómo deberíamos ver esas ofensas morales de los niños desde el punto de vista psicológico? Hasta que se descubrió la verdadera naturaleza de la moral, la conducta moral parecía ser tan objetivamente necesaria como son las reglas de la lógica para el pensamiento. El adulto y el niño que han transgredido preceptos morales parecen anormales y enfermos. En tales casos, los pedagogos hablan de una deficiencia moral del niño, como si hablaran de una enfermedad en el mismo sentido que uno habla acerca de un deterioro físico o mental. Aún más, se supone que una deficiencia moral es un defecto de nacimiento atribuible a causas biológicas, a la herencia, o a causas fisiológicas de algún defecto en la estructura del organismo, como la ceguera o la sordera congénitas. Así, se dice que hay gente moral desde el nacimiento y otras no, que desde el nacimiento ya son inmorales y, por lo tanto, hay niños que por su naturaleza están condenados a estar detrás de los barrotes, porque nacieron criminales, tal como una persona ciega está condenada a nunca ver la luz, pues nació sin la vista.
No hace falta decir que, desde el punto de vista de la fisiología y la psicología tales ideas son disparates. Ningún fisiólogo ha tenido que ver jamás con cierto tipo de órganos especiales de la moral en el cuerpo humano que, si son lesionados, llevarían a tener amor absoluto por la conducta criminal y por las bromas. Ningún psicólogo al analizar las formas de la conducta humana y al explicar las leyes que gobiernan su desarrollo jamás ha tenido que confrontar la existencia de reacciones innatas que gobiernen la conducta moral o inmoral. Así, el concepto de imperfección moral no es un concepto biológico, sino social. No es innato, sino adquirido, y no surge de factores biológicos que guían el desarrollo del organismo y su conducta, sino de factores sociales que guían y adaptan esta conducta a las condiciones de existencia en el medio ambiente particular en el que debe vivir el niño.
Así, la imperfección moral siempre deriva de la experiencia y siempre denota no un defecto de las reacciones innatas e instintivas, esto es, no un defecto del organismo y de la conducta, sino un defecto de las relaciones condicionadas de adaptación a las condiciones del medio, es decir, un defecto en la educación. Por lo tanto, es más correcto hablar no de deficiencia moral de un niño, sino de su infra desarrollo o negligencia social. De aquí resulta perfectamente clara una conclusión general, una conclusión que debería servir como punto de partida para todas las preguntas relacionadas con la educación de tales niños. Estos niños no requieren pedagogos especiales, ni medidas protectoras, correctivas o punitivas, sino solo redoblar la atención social y cuadruplicar la influencia educativa desde el medio. En cada caso de faltas morales de los niños, desde las menos significativas hasta las más serias, tenemos que ver con un conflicto entre el niño y el medio, y tenemos que reconocer que cada niño es un criminal moral congénito solo por que nace con reacciones que notoriamente están desadaptadas al medio. Hasta en las familias mejor educadas no nace un niño con la habilidad lista para conducirse apropiadamente; al contrario, en absolutamente ninguna de sus acciones y hechos normales él obedece las reglas de la moral y la buena conducta, y en este sentido toda la tarea de la educación solo es ayudar al niño a adaptarse a las condiciones del medio que le rodea». (Lev Vygotski; Psicología pedagógica, 1926)
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