«La dirección del Partido Comunista Italiano (PCI) habla mucho de las «reformas de estructura», considerándolas como el medio más eficaz para la transformación de la sociedad italiana en las condiciones actuales. Entre estas reformas figuran las reivindicaciones para el aumento de los salarios y para reducción de jornada laboral, la creación de comisiones de fábricas y su uso para ejercer un control sobre su actividad económica y productiva, la implementación de la reforma agraria, la nacionalización de los grandes monopolios, etc. ¿Cuál es la naturaleza de estas reformas? La posición de los dirigentes del PCI sobre esta cuestión es contradictoria. De una parte, dicen que estas reformas tienen un carácter democrático general. Por lo tanto, en su discurso en Moscú, Toglitatti dijo:
«Nosotros comprendemos perfectamente que estas reivindicaciones no son socialistas, sino que son en el fondo, unas reivindicaciones democráticas de carácter progresista». (Palmiro Toglitatti; Discurso pronunciado ante los militantes de base del partido de la cuidad de Moscú, 27 de junio de 1960)
«Nosotros comprendemos perfectamente que estas reivindicaciones no son socialistas, sino que son en el fondo, unas reivindicaciones democráticas de carácter progresista». (Palmiro Toglitatti; Discurso pronunciado ante los militantes de base del partido de la cuidad de Moscú, 27 de junio de 1960)
Mientras que por otro lado, dicen que la aplicación de estas reformas es la vía que conduce al socialismo. En el informe: «La vía italiana al socialismo», del 24 de junio de 1956, refiriéndose al programa de estas reformas, Togliatti decía:
«Un movimiento que nosotros podríamos orientar y dirigir en el sentido de estas reivindicaciones y de estas reformas es ciertamente un movimiento hacia el socialismo». (Palmiro Togliatti; Informe presentado en la sesión plenaria del Comité Central del Partido Comunista Italiano, 24 de junio de 1956)
Los dirigentes del PCI se esfuerzan por justificar estas contradicciones refiriéndose a las afirmaciones de Lenin, a saber, que entre la democracia y el socialismo no hay una muralla china, utilizando pues, como argumento el enlace existente entre la lucha por la democracia y la lucha por el socialismo. Bien entendido, esta es una tesis justa, pero hay que considerarla de modo dialéctico y no unilateral. Todo el asunto reside aquí en que sólo se destaca manera unilateral la conexión entre la lucha por la democracia y la lucha por el socialismo, pero no se dice nada en que se distinguen las dos luchas, ya que, como hacen ellos, limitan la lucha por el socialismo a la lucha por la democracia. Pero esto significa, de hecho, permanecer en el cuadro del orden existente capitalista.
En general los revisionistas no admiten la subordinación de las tareas democráticas a las tareas socialistas, sino que hacen lo contrario. De hecho es lo que hacen los dirigentes actuales del PCI.
Los dirigentes del PCI se apartan de las enseñanzas del marxismo-leninismo sobre las relación entre las reformas y la revolución. Según ellos, de hecho, pareciese que la revolución socialista no es más que el conjunto de unas reformas estructurales. Mientras que los revolucionarios piensan en las reformas en las condiciones del capitalismo, tal como enseña Lenin, como el producto secundario de la revolución y las utilizan para el desarrollo y la extensión de la lucha de clases, subordinan las reformas a la realización de las tareas revolucionarias radicales. Aunque Toglitatti en su artículo: «El comunismo y el reformismo» publicado en «Rinascita» el 28 de julio de 1962, critica a los reformistas diciendo que, en interés de las reformas, olvidan el objetivo del derrocamiento del capitalismo y el establecimiento de relaciones socialista, Togliatti en persona y sus compañeros de hecho actúan precisamente de ese modo cuando concentran toda la atención del partido y de la clase obrera solamente en la lucha por las reformas que están previstas en la Constitución italiana y dicen que así es como se pasara al socialismo en las condiciones de Italia. ¿En qué consiste su diferencia de los reformistas?
Para justificar precisamente esta línea de la dirección del PCI, Toglitati en su artículo citado, da como argumento el hecho de que:
«Las situaciones revolucionarias agudas a menudo no nacen ni son creadas en nuestro querer. No basta con decir que el problema del poder hay que plantearlo, para que este problema se planté efectivamente de modo inmediato y sea resuelto por una lucha revolucionaria directa». (Palmiro Toglitati; El comunismo y el reformismo, 28 de junio de 1962)
«Las situaciones revolucionarias agudas a menudo no nacen ni son creadas en nuestro querer. No basta con decir que el problema del poder hay que plantearlo, para que este problema se planté efectivamente de modo inmediato y sea resuelto por una lucha revolucionaria directa». (Palmiro Toglitati; El comunismo y el reformismo, 28 de junio de 1962)
No hay duda de que la creación de una situación revolucionaria depende ante todo de las condiciones objetivas, de que las revoluciones no se hacen según el deseo y el querer de tal o cual persona. El hecho de perder de vista esto puede conducir al aventurismo y a errores graves. Pero al mismo tiempo no hay que olvidar que el papel del factor subjetivo en la revolución. Dar al factor objetivo un papel absoluto y dejar de lado el factor subjetivo, es dejar de hecho la causa de la revolución a la espontaneidad y causa un gran daño a la clase obrera. Para la preparación de las condiciones para la revolución, además de los factores objetivos, depende en gran medida, la cuestión de cómo el partido revolucionario de la clase obrera prepara a las masas para la revolución, en qué sentido educa a las masas: en el espíritu de una lucha resuelta revolucionaria o bien en el espíritu reformista. Los hechos demuestran que la actual dirigencia del PCI extiende en el partido y las masas las ilusiones reformistas y parlamentarias que tan nocivas son, excluyen la verdadera lucha revolucionaria. El hecho hacer pasar como absolutas las condiciones objetivas de la revolución y de pasar en silencio el factor subjetivo como hace Togliatti, no es más que una justificación, un pretexto para renunciar a la revolución y para concentrar todas las fuerzas y energías en la lucha por las reformas.
No tenemos la intención de ninguna manera de decir que el partido comunista en las condiciones de la orden capitalista y concretamente en Italia, no debe luchar por reformas a favor de los intereses de la clase obrera y de todos trabajadores. Tal actitud rígida y «izquierdista» no puede tener nada común con marxismo-leninismo revolucionario. Pero es absolutamente necesario no olvidar en la lucha por las reformas, dos enseñanzas importantes del marxismo, que han sido confirmadas y son confirmadas cada día por la vida y por la experiencia del movimiento revolucionario de la clase obrera desde varias decenas de años.
En primer lugar, no hay que sobrestimar el rol de las reformas en las condiciones del capitalismo, de ningún modo hay que crear en la clase obrera y las masas trabajadoras ilusiones del tipo que por medio de las reformas se pueden resolver los problemas vitales de los trabajadores, asegurar el mejoramiento radical de sus condiciones de trabajo y vida. Marx argumentó de modo científico en su obra «El Capital» que la acumulación de la pobreza en un polo y de la riqueza en el otro polo era una ley de desarrollo del capital, que la lucha de la clase obrera y los mejoramientos parciales que arranca al capital podían frenar y limitar temporalmente el efecto de la acción de esta ley, pero no pueden destruirla sin haber destruido el capitalismo mismo. Esta tesis se pone en evidencia con los hechos actuales. Por ejemplo durante la última década, Italia ha ampliado aún más la brecha entre el rendimiento del trabajo que ha aumentado dos veces más que los salarios reales de los trabajadores: de hecho, durante los últimos diez años hemos notado la tendencia a mantener, e incluso disminuir la parte de la renta nacional que está destinada a los trabajadores.
En primer lugar, no hay que sobrestimar el rol de las reformas en las condiciones del capitalismo, de ningún modo hay que crear en la clase obrera y las masas trabajadoras ilusiones del tipo que por medio de las reformas se pueden resolver los problemas vitales de los trabajadores, asegurar el mejoramiento radical de sus condiciones de trabajo y vida. Marx argumentó de modo científico en su obra «El Capital» que la acumulación de la pobreza en un polo y de la riqueza en el otro polo era una ley de desarrollo del capital, que la lucha de la clase obrera y los mejoramientos parciales que arranca al capital podían frenar y limitar temporalmente el efecto de la acción de esta ley, pero no pueden destruirla sin haber destruido el capitalismo mismo. Esta tesis se pone en evidencia con los hechos actuales. Por ejemplo durante la última década, Italia ha ampliado aún más la brecha entre el rendimiento del trabajo que ha aumentado dos veces más que los salarios reales de los trabajadores: de hecho, durante los últimos diez años hemos notado la tendencia a mantener, e incluso disminuir la parte de la renta nacional que está destinada a los trabajadores.
Si el programa de reformas se separa, se aísla, y se convierte en algo independiente de la lucha general por el derrocamiento por el derrocamiento del capitalismo y el triunfo del socialismo, sobre todo cuando la lucha de reformas se presenta como la vía al socialismo, como es el hecho de la actual dirigencia del PCI, esto lleva a posiciones oportunistas y reformistas del «economismo» de Bernstein, desorienta la lucha de clases obrera, con el pretexto de algunas mejoras y reformas parciales, desviando el objetivo principal: la lucha para derrocar al capitalismo.
En segundo lugar, en la lucha por las reformas no hay que olvidar tampoco la importante enseñanza de Lenin según el cual hay reformas y reformas. Hay unas reformas que los trabajadores, bajo la dirección del partido revolucionario, arrancan por su lucha al capital, lo obligan a batirse en retirada, a hacer concesiones, que son ciertamente reformas en interés de las masas trabajadoras y es por ello que por tales reformas hay que pelear. Pero también existen reformas engañosas que son emprendidas por las clases explotadoras en el poder, a fin de desviar a los trabajadores de la revolución. Son bien características las palabras del socialista derechista inglés G. Laski, que, en su libro «Reflexiones sobre la revolución en nuestro tiempo», quién escribía:
«Frente al peligro de la revolución, la historia conoce una sola respuesta: reformas». (G. Laski; Reflexiones sobre la revolución en nuestro tiempo, 1943)
Esta es la razón por la que la actitud del partido revolucionario de la clase obrera con respecto a las reformas en las condiciones del capitalismo debe ser crítica y reservada». (Zëri i Popullit; A propósito de las tesis concernientes al Xº Congreso del Partido Comunista Italiano, 18 de noviembre de 1962)
En segundo lugar, en la lucha por las reformas no hay que olvidar tampoco la importante enseñanza de Lenin según el cual hay reformas y reformas. Hay unas reformas que los trabajadores, bajo la dirección del partido revolucionario, arrancan por su lucha al capital, lo obligan a batirse en retirada, a hacer concesiones, que son ciertamente reformas en interés de las masas trabajadoras y es por ello que por tales reformas hay que pelear. Pero también existen reformas engañosas que son emprendidas por las clases explotadoras en el poder, a fin de desviar a los trabajadores de la revolución. Son bien características las palabras del socialista derechista inglés G. Laski, que, en su libro «Reflexiones sobre la revolución en nuestro tiempo», quién escribía:
«Frente al peligro de la revolución, la historia conoce una sola respuesta: reformas». (G. Laski; Reflexiones sobre la revolución en nuestro tiempo, 1943)
Esta es la razón por la que la actitud del partido revolucionario de la clase obrera con respecto a las reformas en las condiciones del capitalismo debe ser crítica y reservada». (Zëri i Popullit; A propósito de las tesis concernientes al Xº Congreso del Partido Comunista Italiano, 18 de noviembre de 1962)
"Reemplazamiento" me parece un término innecesariamente alargado. Yo escribría reemplazo.
ResponderEliminar¡Corregido!
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