jueves, 29 de enero de 2015

Socialdemocracia; Terminológico, 2015


«El término socialdemócrata es un término que ha evolucionado desde hace siglos, antiguamente se autocalificaban socialdemócratas o socialistas tanto los reformistas –quienes revisaban el marxismo pensando que se podía llegar al socialismo por medio de reformas progresivas de la sociedad capitalista–, como los revolucionarios –que sólo actualizaban las tesis de Marx si la época lo requería, sin alterar la esencia revolucionaria de la doctrina, y seguían manteniendo que la vía revolucionaria era la fundamental–. 

Durante el cisma entre los socialdemócratas revolucionarios encabezados por Lenin y los socialdemócratas socialchovinistas encabezados por Karl Kautsky durante la Primera Guerra Mundial, los primeros rechazaron seguir identificando a sus partidos como socialdemócratas y los denominarían en adelante como partidos comunistas, más tarde también llamados marxista-leninistas para diferenciarse de los nuevos reformistas de su tiempo. A partir de entonces el término socialdemócrata quedaría pues en manos de autodenominados «marxistas» que revisaban a Karl Marx y volvían a los conceptos de los autores reformistas y de otras corrientes ajenas al marxismo, se agruparon en la Internacional Obrera y Socialista de 1923-1939. Posteriormente el término sería usado por los partidos de la Internacional Socialista fundada en 1951. Tras la Segunda Guerra Mundial el mero hecho de que los socialdemócratas contemporáneos hubieran renunciado incluso en sus estatutos de partido al marxismo evidenciaba su alto grado de degeneración. Para aquel entonces se podía reconocer a los socialdemócratas porque:

En el plano interno:

(a) renunciaban tanto al leninismo como al marxismo oficialmente, declarando a ambos como obsoletos e inservibles, optaban por el socialdemocratismo reformista concretizado de los últimos años; (b) fijaban como base central de su pensamiento la «armonía entre clases» en detrimento de la lucha de clases marxista-leninista; (c) negaban la necesidad de la revolución apostando por reformas; dicho de otro modo, renunciaban a la toma del poder a través de la revolución violenta en favor de la vía pacífica a través del parlamento burgués, negando que la violencia revolucionaria de las clases explotadas contra las clases explotadoras sea una evidencia histórica; (d) creían que el Estado no es la herramienta de una clase determinada para imponer su dictadura, sino que es una herramienta para «mitigar las contradicciones entre las clases sociales y armonizarlas», creían que no era necesario derribar y destruir el viejo aparato del Estado burgués para llegar al socialismo, sino que defendían que el aparto del Estado burgués y la democracia burguesa era la democracia de todas las clases sociales y podía dar el socialismo al proletariado aprovechando el sistema parlamentarista burgués, a diferencia del concepto marxista-leninista de que la democracia burguesa es expresión de la dictadura de una clase determinada, la burguesía, y que no existe pues democracia para todos, ni existen medios a través de sus instituciones para transitar al socialismo, debido a que mantiene su poder económico y tal estructura de Estado responde además a salvaguardarlo, por tanto es necesario derribarlo a través de la toma del poder político, crear el nuevo poder de las masas populares; los soviets, y acabar con el poder económico de las clases explotadoras, para que el proletariado ejerza su dictadura, su democracia de clase en alianza con las masas populares; e) pensaban que nacionalizando ciertas empresas, creando una «economía mixta», se podría crear una cierta planificación, «acabar con las crisis del capitalismo», e incluso llamar a tal sociedad «socialista», por otro lado los marxistas-leninistas veían en esto tan solo la creación del capitalismo de Estado –propiedad colectiva de los capitalistas– frente a la abierta propiedad privada –propiedad individualizada de uno o varios capitalistas– y un intento vano de reprimir fallidamente la acción de las leyes capitalistas que por otro lado no se eliminaban y seguían operando dentro de empresas nacionalizadas, no solucionando las crisis económicas; f) teorizaban que el arte, la educación, la música, la literatura, toda la cultura en general era neutral en la sociedad capitalista-burguesa, negando la explicación marxista de que la cultura como parte de la superestructura está determinada por la base económica del Estado que es burgués, en tanto no es ni puede ser neutral; g) rehabilitaron a la religión, y concebían la posibilidad de unir la ideología socialdemócrata y la ideología religiosa y de lograr una sociedad socialista plena sin eliminar la religión, contrariamente a los marxista-leninistas que educaban a sus cuadros en el ateísmo científico, y veían incompatible el marxismo-leninismo y su materialismo-dialéctico con el idealismo-metafísica de la religión, y ligaban la cultura de la sociedad socialista al triunfo del ateísmo sobre la religión en sus miembros; h) en sus partidos no exigían unidad ideológica y de acción, dejando vía libre al eclecticismo ideológica y a las fracciones, tampoco tenían especial interés en mantener una composición social sana, ello les diferenciaba de la línea monolítica, de férrea unidad ideológica del partido marxista-leninista, y de su preocupación por agrupar a los elementos más avanzados del proletariado y del resto de clases populares que mantuvieran una ideología proletaria.

Y en el plano exterior:

(a) Anteponían los intereses nacionales a costa de los intereses internacionalistas, es decir, abandonaron el internacionalismo proletario por el socialchovinismo; b) creían que en esta época del capitalismo era posible un mejor reparto de las riquezas entre países, a diferencia de los marxistas-leninistas que concluían que en la época imperialista del capitalismo, de la monopolización, lejos de ocurrir esto, hacia más voraz a los países capitalistas imperialistas en su carrera por conquistar nuevas tierras, nuevos mercados, etc.; c) creían que la cuestión nacional y colonial era algo secundario o incluso artificial, y apoyaban las teorías chovinistas e imperialistas y de opresión nacional, frente al marxismo, que reconocía este problema y buscaba darle solución.

Esta evolución certificada en los años 50 del siglo XX, corroboraba la justa denuncia hecha décadas antes por los marxistas-leninistas de que la socialdemocracia era el más importante apoyo ideológico y político de la burguesía en el seno del movimiento obrero. Para ya entonces, la socialdemocracia, estaba muy lejos de los años 20 y 30 en que albergaban entre los que se llamaban así y sus partidos a variadas tendencias incluso izquierdistas, putschistas y hasta aventuristas.

Con el devenir de los años, y los acontecimientos históricos, la socialdemocracia viró hacia la derecha, al tiempo que las diferentes tendencias revisionistas también giraron hacia la derecha, buscando la fusión con la socialdemocracia, eliminado las endebles líneas demarcadoras entre los partidos revisionistas y los socialdemócratas. Pero la socialdemocracia siguió en su deriva ideológica propia acercándose a los postulados capitalistas de moda, así en los últimos años, entrado el siglo XXI, los partidos socialdemócratas han sufrido una agudización del proceso de derechización hasta extremos insospechados; de hecho, estas agrupaciones no llegan a cumplir en sus programas y acciones ni siquiera con los viejos esquemas programáticos de socialdemocratismo de mediados del siglo pasado; de hecho, los partidos socialdemócratas en el poder han liderado gran parte de las medidas más reaccionarias de los gobiernos del mundo, son directos representantes y defensores del gran capital, de la gran burguesía, de la oligarquía más insultante, de la reacción, aliado de los monopolios e imperialismo –cuando no los lideran–; y en grandes ocasiones forman parte de la vanguardia teórico-práctica del capitalismo neoliberal. Incluso, en la actualidad es extremadamente difícil diferenciar a un partido socialdemócrata de un partidos considerado de «derecha», o conservadores, o liberales, o neoliberales, fascistas, etc.

Ante esta perspectiva y los fracasos de sus gobiernos, estas organizaciones han caído en el descrédito y la pérdida de influencia en las masas lo que los ha llevado a una profunda y permanente crisis que se ha traducido en la continua traición de los intereses de las masas trabajadoras. Se ha llegado al punto de que tanto viejos como nuevos socialdemócratas tienen miedo a denominarse como tal porque saben de que están desacreditados antes las masas trabajadoras que son conocedoras de sus traiciones, esto les ha empujado a utilizar eslóganes eclécticos propios del fascismo como: «ni de izquierdas ni de derechas», pero sus propuestas, y sobre todo su práctica, siguen demostrando que son herederos de la II Internacional, así como integrantes de su reedición, la Internacional Socialista.

Inmersos en esta realidad, la burguesía es sabedora de que necesita renovar sus bazas ante tanto descontento popular que ha hecho obsoletos a estos viejos partidos, y es esa la razón de que o bien desarrollan «nuevas» corrientes ideológicas para engañar a las masas trabajadoras –como el revisionismo y sus nuevas ramas– o bien aparecen nuevos partidos socialdemócratas con distintas denominaciones que normalmente encubren su naturaleza para que no se les relacione precisamente con el socialdemocratismo de las últimas décadas; estos nuevos partidos tienen en sus programas los esquemas de la socialdemocracia clásica de principios del siglo XX, tienen por tanto un programa algo más progresista que los viejos y oficiales partidos socialdemócratas extremadamente derechizados, algunos de estos nuevos partidos neo-socialdemócratas ya han alcanzado el poder y parece que otros lo harán en breve –muchos de ellos aunque no consideran a sus partidos en sí marxistas, pero sí algunos de sus líderes, retomando pues la época de sus antecesores donde se reivindicaban marxistas pero practicaban una política reformista, siendo pues revisionistas; se dicen marxistas, practican una política socialdemócrata-reformista y deben ser considerados revisionsitas–. Hay que considerar que entre los viejos grandes partidos socialdemócratas y los nuevos partidos socialdemócratas que la burguesía forma, educa y prepara para remplazar a los primeros, existen medianos y pequeños partidos, también con distintos nombres: partido socialdemócrata, de los trabajadores, sindicalismo socialista, socialista, radical-socialista, etc. que parecen alejados del socialdemocratismo más rancio de las últimas décadas, ellos tampoco son la solución a los objetivos inmediatos como los problemas cotidianos ni a los objetivos finales como la revolución socialista, pero en ellos se albergan corrientes más afines a las acciones conjuntas para los marxista-leninistas e individuos mucho más combativos, honrados y factibles de ser aprovechados para la causa del socialismo siempre que se cuenten con el trabajo de una verdadera vanguardia marxista-leninista que les enseñe sus errores. Ahí entraríamos en la cuestión del partido comunista y el frente, pero es otra historia». (Equipo de Bitácora (M-L); Terminológico, 2015)

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