domingo, 3 de noviembre de 2013

La concepción gradualista de la colectivización; Rafael Martínez, 2006

Pese a que se empeñara Mao en su escrito de 1956 «Sobre las diez grandes relaciones» y dijera que su Estado a diferencia de la Unión Soviética «contempla tanto los intereses del Estado como los de los campesinos» y que se basa en el «intercambio equivalente de valores». Lo cierto es que su manera de tratar el tema agrícola no era superior a la forma en que lo hizo Stalin; ni se dotó de la misma o de una «innovadora» teoría marxista-leninista, ni le reportó mejores beneficios dicho sendero, y claro que este paradigma obviamente «contemplaba diferente los intereses» de las clases a como se había hecho en la URSS, ya que sus beneficiarios fueron las clases ricas al introducir las técnicas capitalistas que a continuación veremos. Este Jruschov chino que como su homólogo revisionista soviético, se la daba de «experto en el tema agrícola», causaría alguno de los desastres económicos más sonados. Pese a no tener un plan industrial continuo que dotara al campo de gran maquinaria gracias a los conceptos jruschovistas del líder chino sobre la industrialización, Mao Zedong empezó a teorizar en otras de sus obras de finales de los 50 nuevas formulas también para colectivizar el campo a gran escala e incluso pasando a hablar de elevar las granjas colectivas a su siguiente etapa. Fórmulas que como todo su engendro teórico tiene un pasado antimarxista previo detectable. 

Aquí el maoísmo intentó durante 1958-1960 colectivar la tierra en contubernio con los kulaks, queriendo aumentar la producción sin una debida mecanización del campo, sin una centralización y un dominio de la técnica, creyendo por mero voluntarismo que las pequeñas unidades de producción dispersas eran suficiente para aumentar los rendimientos y alcanzar a los países occidentales –en cuestiones como el acero–, así con los famosos hornos industriales caseros se produjo mucho material de mala calidad o inservible con el consiguiente gasto de energías, material y tiempo, mientras además se descuidaba la producción de otros productos como el alimento; se produjo la exterminación de especies animales –como gorriones– creyendo asegurar así sus cosechas, pero que lejos de eso rompieron el equilibrio natural produciéndose otras plagas –langostas–; en definitiva, se formaron comunas que preveían que serían autosuficientes pero que pronto ante la falta de producción tuvieron que ser desechadas

Una de las «innovaciones teóricas» de este «genio» fue la idea jruschovista de ceder las maquinaria agrícola –medios de producción–  a las propias colectividades, bajo la misma excusa jruschovista de que «es una gran desconfianza respecto a los campesinos» y como buen tioista «justificando» esto diciendo que el Estado detente los medios de producción en las colectividades es un hecho que demuestra que «El Estado ejerce un control asfixiante sobre los campesinos», dando así, muestras de no haber entendido nada de economía política marxista. Cuando Mao crea las llamadas «comunas populares» no debe entenderse a estas comunas como se ha considerado siempre dentro del marxismo, ya que pese al nombre, dichas comunas populares eran la la agregación de los campesinos individuales en términos de cooperación simple sobre la base del trabajo manual teniendo las relaciones monetario-mercantiles como vínculo económico principal, lo que Mao, bajo el mismo prisma titoista toma por tanto de este término, es la independencia económica de la unidad productiva, lo que los chinos llamaron la búsqueda de la «autosuficiencia» que era aplicada casi por igual a las empresas de propiedad estatal como de propiedad colectiva. Veremos como las ideas maoístas coincide lamentablemente con las ideas de Bujarin, y junto con él Trotsky, que creían firmemente que el camino hacia la colectivización y la elevación de la producción campesina a formas superiores de organización pasaba a través de las relaciones de mercado y de que el Estado socialista influyera en la agricultura a través del intercambio mercantil, de ahí el llamado «concepto gradualista» que prorroga siempre todo en beneficio de la ley del valor. Veremos así mismo conatos antimarxistas que van en la dirección contraria, como en el Gran Salto Adelante, en un patético intento de elevar las granjas colectiva a propiedad del todo el pueblo sin base material –consecuencia de sus políticas industriales– fracasan, a causa de no entender las leyes del marxismo-leninismo y barajar todo a partir de un idealista y una metafísica delirante que pretende lograr dicho cambio a base de la voluntad revolucionaria de los campesinos. Esto se une a otras teorías necias como que la producción de las granjas colectivas, es decir: vastos sectores no socializados de la economía, es una manifestación de la producción social directa. Recomendamos como el autor hace, repasar y estudiar las técnicas de colectivización chinas más a fondos para ver que además de estas salidas de tono teóricas, en solidaridad con sus hermanos yugoslavos, adoptaron la misma postura que ya adoptaron con la burguesía nacional de la cuidad; la transformación pacífica, recordemos las palabras del PCChque Mao saludo en sus obras escogidas: 

«En nuestro país, los aliados de la clase obrera no sólo consisten en el campesinado y la pequeña burguesía urbana, sino también en la burguesía nacional. Por esta razón, con el fin de transformar nuestra vieja economía, debemos utilizar los medios pacíficos de transformación no sólo en el caso de la agricultura y la artesanía, sino también en el caso de la industria. (...) el Partido decidió que se les permita trabajar en las cooperativas sobre la base de igualdad de retribución para un mismo trabajo, pero con status diferentes, dependiendo de las condiciones de cada caso. El propósito de esto era para reformarlos, para que pudieran hacer un nuevo comienzo en la vida». (Liu Shao-shi; Informe al VIIIº Congreso del PCCh de 1956)

Vemos por tanto que la técnica es la usada por los titoistas en sus falsas colectividades como se ve en la obra de James Klugmann: «De Trotski a Tito de 1951».

El documento:

 Zhu De, Chou En-lai, Mao Zedong, Liu Shaoqi en 1964. Esperando a recibir  a Chou En-lai tras ir este a reconciliarse con la dirección soviética que tenía nuevo dirigente soviético: Leonid Brezhnev

La concepción gradualista de la colectivización


El tema de la colectivización en China es algo que da para mucho. Al igual que otros larguísimos temas, no nos incube en este caso explicar extensamente la idea de los economistas chinos y las políticas de colectivización. Este debería ser el tema de un trabajo independiente para hacerlo de forma correcta. Pero sin embargo en esta sección nos concentramos en la concepción gradualista de la colectivización, que en nuestra opinión, ha desempeñado un papel central en el papel en las comunas populares durante la llamada «transformación socialista de la economía», la cual difiere fundamentalmente de la concepción marxista-leninista de la colectivización. Examinaremos estas características en el marco de la visión global de la transformación económica resumida por los autores del manual de Shanghái. En nuestra opinión las características básicas de la concepción de la colectivización de los autores mantienen similares fallos junto a otros puntos de vista económicos, los cuales ya hemos citado, siendo totalmente antimarxistas. En general, el camino de la colectivización resumido por los autores en esencia, no es socialista y se basa en una serie de conocidas teorías de derecha a las que vamos a hacer referencia en el presente artículo bajo el término genérico de «gradualismo» para que se nos entienda al instante.

Es importante tener en cuenta que en esta sección no tocamos en el proceso real de formación de las comunas populares y su estructura de clases interna. Con el fin de evitar confusiones, le pedimos al lector que asocie esta vez el término «colectivización» refiriéndonos al presente apartado; para el proceso de elevación de las comunas populares a nivel de propiedad social, a menos que se especifique expresamente que son procesos diferentes. Por otro lado, nuestra opinión es la de que las comunas populares chinas representaban una suma inicial de los campesinos sobre la base de la cooperación simple. Desde este punto de vista, las comunas populares, que surgieron después del Gran Salto Adelante, representan una forma inferior de colectivización con respecto al alcanzado en la Unión Soviética durante los años 30 –es decir, sobre la base de la mecanización del trabajo, con los principales medios de la producción en manos del Estado socialista–. Por lo tanto, cuando nos referimos al proceso de elevación de las comunas populares al nivel de producción socializada no queremos dar a entender que las tareas de la colectivización fueron completadas durante el Gran Salto Adelante, todo lo contrario. En cierto sentido, nos estamos poniendo en los zapatos de los autores, que asumen que las tareas de la colectivización fueron completadas y pensaban en la cuestión de la elevación de la propiedad colectiva desde esa perspectiva.

Antes de saltar en opinión de los autores sobre la colectivización, es relevante aclarar lo que entendemos por el concepto de gradualismo desde el punto de vista marxista-leninista para empezar a entender el prisma revisionista. El gradualismo representa uno de los principios más importantes de la teoría del revisionismo con respecto a la transformación de la propiedad colectiva en propiedad socialista –en toda regla–.

La táctica y aplicación del gradualismo –según el paradigma revisionista– puede ser definido de la siguiente manera: la creencia de que el proceso de elevación de la propiedad colectiva a nivel de la propiedad social se produce por medio del desarrollo de las fuerzas productivas en el campo, ¿y cómo se producirá este desarrollo? Según siempre su visión; bajo la base de intercambio mercantil y del intercambio de los principales medios de producción de la propiedad colectiva –como podrían ser los tractores por ejemplo–.

De acuerdo con la concepción del gradualismo, los valores de cambio entre las granjas colectivas con otras granjas colectivas, el Estado y los consumidores se rigen de acuerdo con la ley del valor, ya que poseen toda la producción agrícola. La concepción del gradualismo se basa en el concepto de independencia económica –conocida en China como la autosuficiencia– y en la hipótesis de que la diferencia básica entre las empresas de propiedad estatal y colectiva se reduce al grado de concentración de las fuerzas productivas. La concepción de la independencia económica de la unidad productiva se implementa de forma diferente por los revisionistas dependiendo del país y la etapa de desarrollo y se aplica tanto a las empresas estatales como empresas colectivas. En general como decimos, el concepto de independencia económica es aplicado casi por igual a las empresas de propiedad estatal como de propiedad colectiva, con el correspondiente resultado del cual eran consideradas en pie de igualdad en los órganos de planificación [15]. Siguiendo esta línea de pensamiento revisionista es lógico para ellos que sostengan que los principales medios de producción deben pertenecer a las granjas colectivas. Por lo tanto, la idea revisionista siempre repetida de que las granjas colectivas deben conservar la propiedad de los principales medios de producción es inherente a las teorías derechistas amigas del «socialismo de mercado», y debe considerarse en este contexto como una manifestación de la libre coherencia dentro de ese sistema de pensamiento burgués.

La transformación gradual del campo no está necesariamente conectada a la velocidad de la transformación. Como cuestión de hecho, el proceso de creación de las comunas durante los años del Gran Salto Adelante fue un proceso rápido que, en sentido estricto, debe ser considerado dentro igualmente del concepto «gradualista» de la colectivización. Muchos autores burgueses y pequeñoburgueses que tratan de la historia económica de China, al analizar las reformas económicas del Gran Salto Adelante en el campo, se concentran en la velocidad y el papel de los elementos ideológicos característicos de ese proceso. Apenas ven las diferencias entre la concepción de la colectivización antes y después del Gran Salto Adelante con excepción de estas dos cuestiones, mientras que un análisis marxista revela importantes diferencias cualitativas, donde se dejan cosas tan importantes como si existía las bases materiales para ese cambio «tan rápido».

Es particularmente instructivo y útil para el debate recordar al lector las ideas de Bujarin sobre la colectivización. La objeción de Bujarin a la línea general del Partido Bolchevique en la colectivización es probablemente el ejemplo más representativo del pensamiento revisionista sobre estas cuestiones planteadas. Las teorías modernas del revisionismo en última instancia, usan la crítica de Bujarin para atacar:

«Un punto de vista ve las formas económicas y las relaciones de mercado, pero no ve clases, y otra, ve a clases, pero no ve las relaciones de mercado, las proporciones económicas. Ambos puntos de vista son erróneos. Lo correcto, lo que corresponde a la realidad, se puede formular de la siguiente manera: por la lucha de formas económicas, por el mercado, por las mercancías, por la regulación de estas mercancías, por la propiedad de estas mercancías, por las relaciones de producción y por las relaciones de las luchas de clases de mercado. Si como resultado de cualquier error, nuestros órganos de planificación violan las proporciones económicas necesarias, ¿que significará esto desde el punto de vista de la lucha de clases? Esto significa que se crea una situación que podría ser utilizada fácilmente por nuestros enemigos, los kulaks, los propietarios privados, la burguesía en general, nuestra desventaja se convierte en una ventaja, un beneficio para nuestro enemigo de clase. Si logramos reforzar el equilibrio apropiado de los diferentes sectores de la economía, si realmente guardamos éste equilibrio, nuestro enemigo de clase será restringido en un grado mayor». (Bujarin, publicado en Put k Sotializmu, Nauka, Sibirskoe Otdelenie 1990)

Es pertinente señalar que en el momento en que Bujarin expresó estos puntos de vista, no sólo fue planteada en toda la Unión Soviética la cuestión de la colectivización de los estratos medios y bajos del campesinado, sino también el tema de la liquidación de los campesinos ricos –los explotadores de otros campesinos– como clase. Huelga decir que, Bujarin en la práctica estaba en contra de la supresión del poder económico de los kulaks. Por lo tanto como vemos en esa cita, la esencia de la concepción gradualista permanece intacta incluso en las condiciones donde se pueden llevar a cabo la liquidación total de los elementos capitalistas del campo, queriéndose mantener una política centrista de aislamiento y no aniquilación de estas clases. Las teorías de Bujarin constituirá en el futuro en China el núcleo de la concepción del revisionismo moderno sobre la socialización de las granjas colectivas en las condiciones históricas donde prima «supuestamente» la ausencia de elementos capitalistas y la finalización de la colectivización de las masas campesinas. Bujarin, y junto con él Trotsky, creían firmemente que el camino hacia la colectivización y la elevación de la producción campesina a formas superiores de organización pasaba a través de las relaciones de mercado y de que el Estado socialista influyera en la agricultura a través del intercambio mercantil:

«Los innumerables protagonistas de la economía, estatal y privada, colectiva e individual, no sólo harán pesar sus necesidades y su fuerza relativa a través de las determinaciones estadísticas del plan sino también de la presión directa de la oferta y la demanda. El mercado controla y, en considerable medida, realiza el plan. La regulación del mercado tiene que depender de las tendencias que surgen de su mismo mecanismo». (Trotsky, La economía soviética en peligro, 1932)

Las opiniones expresadas por los autores del manual de Shanghái representan la concreción de los principios expresados anteriormente para las condiciones del campo chino mediante la política del Gran Salto Adelante. Las condiciones históricas a las que se enfrentó china se resumen en dos opciones de la siguiente manera: finalización de la colectivización del campesinado chino sobre la base de la cooperación simple, o armar las comunas populares sin la liquidación de las familias capitalistas. Los términos en que los campesinos ricos entraron comunas del pueblo chino son un tema muy importante –como lo fueron los kulaks en las colectividades yugoslavas–, que por desgracia no se puede cubrir en el presente artículo y sin duda debe ser objeto de mayor escrutinio.

La elevación de la propiedad colectiva a nivel de la propiedad socializada es un proceso mucho más complejo que el que está representado por los ideólogos del revisionismo. El punto de esta transformación, que es una cuestión tan importante para la construcción del socialismo en un país atrasado y agrícola, no se reduce a una cuestión de organización de las fuerzas de producción y mejora de la concentración de la producción, sino más bien, para garantizar la elevación de la propiedad colectiva a nivel de la propiedad de todo el pueblo a través de un proceso progresivo de cambios cualitativos. No hace falta decir que las granjas colectivas no deben ser abruptamente transformadas en la propiedad de toda la sociedad sino se ha conseguido llegar a un grado social, cultural, técnico, económico, etc., pues tal disposición tendría un carácter meramente formal y no resolvería las tareas impuestas por una verdadera transformación socialista de la agricultura. El quid pro quo de esta transformación reside en el principio de que los principales medios de producción son retenidos por el Estado. En la Unión Soviética, este principio marxista se concreta en la forma de las estaciones de tractores y maquinaria -MTS-, que eran talleres con herramientas mecanizadas propiedad del Estado, y que se implementaban desde el inicio de la formación de los koljoses más simples durante el inicio de la colectivización, siendo el embrión de dicho proceso. Atendamos esta cuestión:

«La cuestión no tiene nada que ver con Schulze-Delitzsch o con Lassalle. Ambos propagaron pequeñas cooperativas, tanto el uno como el otro sin la ayuda estatal; sin embargo, en ambos casos, no estaban destinadas las cooperativas a estar bajo la propiedad de los medios ya existentes de producción, sino crear junto con la producción capitalista existente una nueva cooperativa. Mi sugerencia requiere el ingreso de las cooperativas en la producción existente. Se les debe dar la tierra que de otro modo sería aprovechado por medios capitalistas: como lo exigido por la Comuna de París, los trabajadores deben operar las fábricas cerradas por los propietarios de la fábrica sobre una base cooperativa. Esa es la gran diferencia. Marx y yo no dudábamos de que en la transición a la economía comunista completa tendríamos que usar el sistema cooperativo como una etapa intermedia a gran escala. Debe ser tan organizada en la sociedad, que en un principio el Estado conserve la propiedad de los medios de producción para que los intereses privados frente a frente a los de la cooperativa en su conjunto no puedan deformar a esta última». (Carta de F. Engels a August Bebel, Berlín 20 de enero de 1886. Publicado por V. Singh en: www.revolutionarydemocracy.org/, vol. I, No. 2, septiembre de 1995)

La elevación de la propiedad colectiva a la propiedad socializada es un proceso que está en constante evolución en la forma, pero en esencia consiste en una cadena de cambios cualitativos y difiere fundamentalmente de la fórmula gradual propuesto por los ideólogos del revisionismo. La esencia de la cooperación entre el Estado socialista y la granja colectiva se cambia radicalmente como consecuencia del hecho que el Estado socialista conserva la propiedad del medio principal de producción. El intercambio de trabajo entre las granjas colectivas y el Estado cambia cualitativamente si lo comparamos con la época ya superada en que el Estado se veía obligado a negociar con los productores independientes –campesinos con parcelas privadas y sin colectivizar– que eran dueños de todos los medios de producción y por lo tanto, también eran dueños de todos los productos de su producción. Pero en el caso de las relaciones entre el Estado y las granjas colectivas, la ley del valor no se convierte necesariamente el regulador del intercambio de trabajo. El plan socialista es una fuerza externa que interactúa con la granja colectiva a través del mercado. Por otro lado, está claro que el hecho de que el Estado socialista tiene la prerrogativa de aplicar una política de precios dado, no cambia la esencia de esta relación económica existente en un campo sin colectivizar. Quiéranlo o no los economistas del plan, a la larga, la ley del valor se convertirá en el principal criterio para la fijación de precios si no se lleva a cabo la colectivización y por tanto el fin de la explotación de parcelas privadas individuales. De ahí la importancia de muchas experiencias que reniegan de la colectivización y jamás pueden desprenderse de la ley del valor ni siquiera limitarla [16].

Cuando el Estado es dueño de los principales medios de producción, la ley del valor paso a paso deja de ser un regulador en la relación entre el Estado socialista y la granja colectiva, esta relación comienza a parecerse más a la relación entre el Estado socialista y las empresas estatales. Pero como hemos visto en el apartado de la concepción de las relaciones monetario-mercantiles que tenían los autores del manual de Shanghái, estos ideólogos consideran las granjas colectivas ¡como propiedad directamente social pero a su vez como productores individuales que deben intercambiar trabajo con otras unidades de producción de acuerdo con la ley del valor! El hecho de que los medios de producción fueran propiedad de las granjas colectivas en China no es casualidad, ya que no es invento de los economistas chinos. Muy por el contrario, el sistema de estaciones de maquinaria y tractores por el cual fueron vendidos los medios de producción del Estado a las granjas colectivas, fue un sistema que Jruschov convirtió en un nuevo modelo «estándar» para las políticas de colectivización de todos los países revisionistas. El Gran Salto Adelante siguió una política similar y por ello liquidó el embrión del sistema de estaciones de maquinaria y tractores que existía en China durante los años del Primer Plan Quinquenal [17]. La cuestión de los esfuerzos en el desarrollo de algo como el sistema de estaciones de maquinaria y tractores es otro tema muy importante que no puede tratadas en el presente artículo, pero que también requiere una atención especial ya que dijimos que forma parte del pilar inicial de la colectivización, por ello recomendamos una mayor lectura externa a este documento.

El llamado modelo «stalinista» de la colectivización ha sido demonizado por la burguesía y los revisionistas chinos. Por desgracia, muchos economistas chinos, siguiendo el XXº Congreso se hacen eco de estos puntos de vista en un grado considerable. Estos economistas se concentran en temas insustanciales y no alcanzan a comprender la esencia de la transformación económica. El análisis económico se reduce a consideraciones ideológicas o discusiones sobre el trato injusto de los kulaks como individuos, sin condiciones concretas e históricas de la época, o propagando en base a esa «verdad» una paz de clases como se hizo en la propia China. Ninguna de esas críticas hace frente a los problemas subyacentes pertinentes y, al rechazar el llamado modelo «stalinista», consciente o inconscientemente se acaba casualmente repitiendo el esquema de Bujarin y Trotsky para la colectivización. A nuestro juicio, el párrafo siguiente encarna la concepción marxista-leninista de la esencia de la colectivización socialista. Este párrafo enriquece la esencia de la carta de Engels generalizando la vasta experiencia de la colectivización en la Unión Soviética y las democracias populares:

«La etapa más alta de la cooperación de los campesinos es la organización de las economías colectivas –los koljoses–, los cuales implicaran más adelante la transición a la gran producción socializada. El koljós es una unidad económica importante en el campo, a raíz de ser una empresa colectiva voluntaria de los campesinos, que se basa en el carácter social de la propiedad de los medios de producción y el trabajo colectivo, excluyendo la explotación del hombre por el hombre». (Economía Política, Manual de Gosudarstuennoe Izdatelstvo Politicheskoi Literaturoi, 1953, p. 344)

En las políticas de colectivización durante el Gran Salto Adelante se pueden decir que había cierto éxito desde el punto de vista de lograr la organización de un gran número de productores individuales en las comunas populares. Sin embargo, si como marxista-leninistas echamos una mirada más atenta a la esencia económica de las comunas populares, arrojando algo de luz sobre el verdadero carácter de estas reformas, veremos que no merecen el mérito que en su día la propaganda china extendió. En primer lugar, el uso del mismo término «comuna» tiene un significado más declarativo que cualquier otra cosa [18]. La esencia económica de estas comunas es la agregación de los campesinos individuales en términos de cooperación simple sobre la base del trabajo manual teniendo las relaciones monetario-mercantiles como vínculo económico principal. Por lo tanto no eran unas «comunas» autosuficientes, ya que caerían de potencial industrial para proclamarlas como tales, sólo tenían un leve potencial industrial, el cual solo era manufacturado. El hecho de que el proceso de formación de comunas populares se caracteriza por un alto nivel de conciencia política –como se dijo– no cambia la esencia de esta función básica. No altera el hecho de que estas formaciones económicas, en sentido estricto, no se puedan comparar ni a la artel del koljoz soviético –propiedad colectiva–, ni a la granja estatal del sovjos –propiedad de todo el pueblo–, ni mucho menos a la economía del comunismo por carecer de la preparación material para dicha comparación. Los propagandistas que han querido ver en las comunas el germen del comunismo se basan en slogans que suenan del todo anticientíficos, porque de hecho el gradualismo fue codificado también en las comunas como la esencia para la política del Gran Salto Adelante, y es desde este punto de vista que la esencia económica de las comunas populares debe ser evaluado:

«Después de la creación de las comunas populares, no hay necesidad inmediata de transformar la propiedad colectiva en propiedad de todo el pueblo. Es mejor en la actualidad mantener la propiedad colectiva para evitar complicaciones innecesarias que surjan en el curso de la transformación de la propiedad. De hecho, la propiedad colectiva de las comunas populares ya contiene algunos elementos de la propiedad de todo el pueblo. Estos elementos crecerán constantemente en el curso del desarrollo continuo de las comunas populares y remplazarán gradualmente la propiedad colectiva». (Resolución del Comité Central del Partido Comunista de China sobre el establecimiento de comunas populares en las zonas rurales, 29 de agosto, 1958, Prensa para Lenguas Extranjeras, Pekinig, p. 7)

Como se mencionó anteriormente, estamos de acuerdo con la opinión de que el proceso de elevación de la propiedad colectiva es un proceso relativamente largo, y que no se debe quemar etapas en dicho proceso. Sin embargo, creemos que el argumento a favor de mantener la propiedad colectiva es insustancial e incluso ambiguo cuando se está hablando propiamente de que hay «comunas», por eso lo que los ideólogos chinos deberían haber hecho llegados a este punto era; ergo o bien no hay comunas como tales y siguen siendo propiedad colectiva y se intenta avanzar a la propiedad de todo el pueblo bajo el apoyo del Estado que debería controlar los medios de producción, ayudar con créditos y demás, o se reconoce que siguen siendo propiedad colectiva y que no se quiere pasar al siguiente punto, como es lo que vemos que dicen, pese a no tener miedo de caer en declaraciones gradualistas. Lo claro es que no había comunas como tal, pues como dijimos lo que allí premiaba fue un intento de autosuficiencia económica y un intento de dispersar la concentración productiva –algo relacionado en la mente de los economistas chinos con la comuna– sin base material industrial, en el cual de este proyecto a veces se dice que se debe «mantener la propiedad colectiva» haciendo alarde de su gradualismo, pero otras veces se decía todo lo contrario, que había que apresurarse a ir al comunismo, en ese papel contradictorio es que nadaron las conocidas «comunas». En el caso chino, y viendo la situación del campo, estaba claro que las herramientas agrícolas básicas –que no los medios de producción fundamentales– debían permanecer como propiedad colectiva. Es difícil creer que en esos arrebatos y en esas medidas económicas que decretaban la expropiación de las herramientas agrícolas básicas –como se decía en la prensa china– tuvieran éxito o incluso fuera necesarias teniendo en cuenta las condiciones concretas e históricas de la China de la época, pues significaba por entonces y sigue significando hoy día tras analizarlo, un claro ejemplo de saltar etapas sin conocimiento, cuando encima se está reconociendo en parte muchas veces, que la comuna no traspasa ni debe traspasar la propiedad colectiva. Tal declaración vista en la cita es ambigua ya que no se hace distinción entre las herramientas básicas y las principales herramientas complejas; como tractores u otros altamente mecanizados y dispositivos costosos. No distinguir entre los dos es una omisión bastante peligrosa. Por otra parte, es evidente que el carácter socialista de las comunas se toma demasiado literalmente en la medida en que este concepto no está necesariamente lleno con un contenido económico claro como vimos en la cita, lo que pone en duda el carácter científico de estas consideraciones como venimos anunciando.

Tomada aisladamente, la afirmación de que las comunas populares contienen «algunos elementos de la propiedad de todo el pueblo», no es necesariamente malo, pero el caso es que China –como se demostró después– no estaba preparada en ese punto. Esa afirmación es cierta siempre y cuando esta se concibe como una potencialidad y las diferencias cualitativas entre los dos tipos de propiedades –colectiva y de todo el pueblo– se entiendan en serio. En nuestra opinión, esto claramente no fue el caso, ya que el tema de la propiedad de los principales medios de producción se toma a la ligera. Para ignorar la esencia de la relación económica entre el Estado y las granjas colectivas que implica el hecho de que los principales medios de producción sigan en manos de estas últimas liquidan esa potencialidad. Queda poco del potencial pues hasta el momento. La afirmación de que «estos elementos crecerán constantemente en el curso del desarrollo continuo de las comunas populares y remplazarán gradualmente la propiedad colectiva» carece de contenido económico, y por lo tanto carece de fundamento científico, sólo representa el deseo de lograr la socialización sin tener la medios para ello como llevamos insistiendo una y otra vez en este documento, el voluntarismo no es un seguro para entender nada, eso bien lo ha enseñado el marxismo. Este razonamiento se representa en un esquema abstracto que no tiene nada que ver con la dialéctica. Por otra parte se manifiesta la ilusión revisionista del famoso desarrollo sobre la base de la «independencia económica» y la «autonomía» para conducir a la realización de las tareas de la construcción socialista, nada nuevo bajo el sol.

Las cuestiones teóricas y prácticas básicas de la colectivización se habían tratado en la Unión Soviética y las democracias populares de Europa del Este con gran acierto mucho antes de que los comunistas chinos emprendieran sus propias teorías y prácticas. La esencia económica de este tipo de asociaciones económicas sobre la base de la simple cooperación de los campesinos fue bastante bien conocida, y las directrices para superar su atraso eran claras en general, llevándose a cabo teniendo en cuenta las particularidades de cada país. Antes de que se aplicaran las políticas del Gran Salto Adelante, los economistas chinos estaban al tanto de las consideraciones al respecto que se presentaron tan brillantemente en el borrador del manual de economía política soviética de 1953, veamos cómo se explica lo dicho anteriormente, que las relaciones entre un Estado y los campesinos individuales que empiezan a operar en cooperativas de producción en su labor –para que empiecen a adoptar conciencia colectivista y vea sus beneficios–, no significa que se cambie automáticamente el carácter del privado de dicha producción:

«Un nivel inferior de cooperación de producción campesina es la cooperación en la realización de la producción agrícola, los medios de producción, los medios de consumo –bienes industriales–, así como la cooperación en los créditos. Estas formas de cooperación juegan un papel importante en la transición de la producción campesina individual a la producción general, social. Ellas inculcan los hábitos de la dirección colectiva de agricultura a las amplias masas de campesinos. En esta etapa, el vínculo entre la industria socialista y la producción campesina es principalmente el comercio, que aún no cambia el carácter privado de la producción campesina». (Economía Política, Manual de Gosudarstvennoe Izdatelstvo Politicheskoi Literaturoi, 1953, p. 344)

No ponemos en duda la presencia de elementos socialistas en las comunas populares. Sin embargo, tememos que esta afirmación sea impulsada básicamente por atributos ideológicos más que por un análisis económico serio. No hay duda de que la aglutinación de las familias campesinas individuales en asociaciones de campesinos en base de la simple cooperación es un paso adelante hacia el socialismo, siempre que dichas asociaciones no incluyan la explotación del hombre por el hombre. Pero a pesar de la progresividad de este tipo de asociaciones, su carácter privado es un hecho económico objetivo que la simple cooperación por sí sola no será capaz de superar. Miles de consignas revolucionarias y la mejor educación socialista, poco pueden hacer para superar una desventaja tan fundamental que establezca una ruptura entre el Estado y la propiedad colectiva. Creer que ese distanciamiento se puede superar dando los principales medios de producción a las granjas colectivas y mediante el desarrollo de las fuerzas productivas sobre la base del intercambio de mercancías, es algo desesperadamente antimarxista y nos recuerda una vez más de la concepción del socialismo de Dühring. Con el fin de conciliar esta contradicción antimarxista evidente los autores del manual de Shanghái no hacen nada más que hacer un llamamiento a la elevación de la conciencia de los campesinos. Si hay algo verdaderamente original en esta forma de pensar, es la opinión de que el nivel de desarrollo ideológico es la solución a todas las contradicciones sin esperanza de la teoría del «socialismo de mercado», a la cual los autores del manual de Shanghái son su expresión particular escrita:

«La comuna popular rural china pasará gradualmente del sistema actual propiedad basado en el equipo de producción a un sistema de propiedad futura basada en la brigada y la comuna, y luego a partir de ahí poco apoco a un sistema de propiedad estatal socialista. Este será un largo proceso gradual. El desarrollo del sistema de propiedad colectiva pequeña a la grande, de la baja a lo alta, y desde la propiedad colectiva a la propiedad estatal se basa todo en la mejora gradual de las fuerzas productivas y la conciencia socialista de las personas». (ibíd., p. 270)

En ese momento, a mediados de los años 70, a diferencia de lo que se propagaba en los años 50, el gobierno chino cree que la socialización de las comunas populares tomaría varios años. Los economistas chinos por tanto cambiaron de estimación como se manifiesta dentro del manual de Shanghái. Sin embargo, no se observa ningún cambio fundamental en la concepción de la colectivización en el manual con respecto a los que predominaban en China a finales de la década de 1950. Se requiere un estudio más detallado de la evolución de opiniones entre los economistas chinos para llegar a conclusiones sólidas. Sin embargo, parece justo afirmar que los autores del manual de Shanghái hacen su orientación pro mercado de modo más explícito. Los autores reconocen abiertamente que las comunas del pueblo chino funcionan como unidades independientes y productivas, que son responsables y se apropian de sus ganancias, mientras que poseen sus medios de producción y, por lo tanto planifican ellas solas las inversiones de capital. Esta es probablemente una expresión del hecho simple de que su espíritu pro mercado estaba más avanzado que la mostrada por los economistas chinos a finales de la década de 1950:

«Los medios de producción y fuerza de trabajo bajo la propiedad colectiva socialista pertenecen a organizaciones colectivas individuales de las personas trabajadoras. Cada organización económica colectiva es una unidad por su cuenta. Organiza la producción a su modo, de acuerdo a los precios establecidos por el Estado. Funciona de manera independiente y es responsable de sus ganancias y pérdidas. La comuna popular rural de China utiliza el sistema de tres niveles de propiedad; la comuna, la brigada de producción y el equipo de producción. La comuna, la brigada y el equipo de producción son todas las unidades contables que operan independientemente y son responsables de sus ganancias y pérdidas». (ibíd., p. 410)

Como se señaló al comienzo de la presente sección, no se tratará en este documento una serie de cuestiones cruciales relativas a la colectivización en China pues se nos haría eterno. Hemos reducido todo nosotros mismos para tocar la comprensión de los autores y sus tendencias básicas sobre la elevación de las comunas populares a nivel de propiedad socializada. Vemos su concepción en el contexto de una cuestión más amplia, es decir, las teorías del «socialismo de mercado». El carácter gradual de la comprensión de los autores de la colectivización es perfectamente consistente con otras concepciones de derecha expuestos en otras secciones. El presente análisis de lejos no satura la larga lista de los temas centrales de la colectivización. Por ejemplo, ¿en qué forma existía las estaciones de tractores y maquinaria y cuándo fueron liquidadas para complacer la deriva de finales de los 50? Además, se requiere una mayor investigación para establecer el carácter de clase de las comunas del pueblo chino y cuál fue el papel de los campesinos ricos en su formación como hemos dejado caer en el documento. ¿En qué condiciones los campesinos ricos podían entrar a las comunas populares? Necesitamos investigar las similitudes entre las comunas populares y la concepción titoista de la colectivización en este sentido. También tenemos que evaluar las diferencias y similitudes entre las comunas populares y las políticas de colectivización en Europa del Este después del XXº Congreso del PCUS. Estas y otras preguntas que hacemos, recomendamos al lector que deben ser estudiadas con el fin de completar el panorama económico mundial que se resume en el manual de Shanghái.


Rafael Martinez
Sobre el manual de economía política de Shangai, 2006


Anotaciones de NG: 

[15] Lenin, para desgracia de los planes descentralizadores y «autónomos» de muchos teóricos revisionistas, dejó bien claro la esencia antimarxista de esas ideas:

«Toda legislación, ya sea directa o indirecta, sea de la posesión de su propia producción por los obreros de una fábrica o de una profesión tomada en particular, con derecho a moderar o impedir las órdenes del poder del Estado en general, es una burda distorsión de los principios fundamentales del poder soviético y la renuncia completa del socialismo». (Lenin, La naturaleza democrática y socialista y del Poder Soviético, 1917)

[16] Sabiendo de la incompatibilidad en el socialismo de un mar de pequeños productores privados. Así entendió rápidamente Dimitrov la necesidad de la primera etapa de la transformación socialista del campo:

«Uno no puede pretender por mucho tiempo que en su querida Democracia Popular que tiene el objetivo de la construcción socialista convivan sobre dos principios completamente opuestos, me refiero obviamente a la gran escala de la industria socialista ligada en una mezcla junto a la pequeña producción de materias primas privadas del ámbito rural. La economía rural por ello, debe ser transformada gradualmente, sistemáticamente y categóricamente hacía el punto que se alcance la nueva técnica básica, para esto la producción a gran escala en granjas privadas debe sustituirse por las grajos cooperativas mecanizadas». (Giorgi Dimitrov, Informe al V Congreso del PCB, 1948)

[17] Nos gustaría proporcionar al lector un pequeño resumen sobre la teoría jruschovista que adoptó Mao acerca de la venta de los medios de producción en el campo:

«Esta «incomprensión del marxismo» de Sánima y Vencer, se repite en Mao Zedong en su comentario siguiente: «Stalin divide la producción en dos grandes categorías y afirma que los medios de producción no son mercancías. Esto merece ser estudiado. En China en el sector de la agricultura muchos medios de producción deben ser considerados como mercancías. En mi opinión la última de las tres cartas de Stalin, colocadas como anexo en su libro, expresa un punto de vista casi totalmente erróneo. En ella se aprecia una gran desconfianza con respecto a los campesinos, así como el designio de no disminuir el control sobre la maquinaria agrícola. Por un lado, Stalin dice que los medios de producción pertenecen al Estado, mientras que, por otro lado, afirma que estos son demasiado caros para los campesinos. En realidad se engaña a sí mismo. El Estado ejerce un control asfixiante sobre los campesinos y Stalin no ha encontrado ni el método adecuado ni el camino bueno que conduce del capitalismo al socialismo y del socialismo al comunismo. Para él este es un asunto muy embarazoso». (Mao Zedong, La construcción del socialismo, 1975) (...) Es oportuno recordar el análisis que hace Engels de la Comuna de Dühring, al que se remite Stalin y que, con toda seguridad, no conocía Mao: «La producción directamente social y la distribución directa excluyen todo intercambio de mercancías y excluyen por tanto -al menos dentro de la Comunidad- la transformación de los productos en mercancías, y, por consiguiente, en valores». «La forma de mercancía y el dinero penetran con esto en la economía interior de la comunidad directamente socializada para la producción, van rompiendo uno tras otro, los lazos de la misma y disuelven la comunidad en un montón de pedazos de productores privados». (Engels, Anti-Duhring, 1878) Esto es lo que ocurrió con la «comuna popular» de Mao Zedong y, en general, con la economía de los países que fueron socialistas, incluida China. Las reformas económicas que impulsaron el desarrollo de las relaciones mercantil dinerarias, disolvieron «en un montón de pedazos de productores privados» la economía socialista. No ha sido por casualidad que, el revisionismo soviético, sacara de la circulación Los Problemas Económicos del Socialismo en la URSS de Stalin, y prohibiera su estudio y conocimiento. Esta obra ha cobrado enorme actualidad y es necesario que la conozcan las nuevas generaciones de revolucionarios. Según Mao la circulación mercantil en el socialismo, abarca tanto los objetos de consumo como los medios de producción, y condena la instalación de las Estaciones de Máquinas y Tractores en la URSS. En su opinión estas Estaciones constituyen un control asfixiante del Estado y una desconfianza en el campesinado, al que se le deberían vender las máquinas y tractores, porque no hacerlo significa desconfiar en los campesinos. Las razones expuestas por Stalin, para que el Estado asuma el equipamiento con máquinas y tractores a todos los koljoses, son irrefutables para cualquiera que conozca por lo menos cuestiones elementales de marxismo: a) La venta de maquinaria agrícola aumenta la circulación mercantil en gran medida; b) Los medios de producción no son ni pueden ser mercancías en una sociedad socialista; c) Solo el Estado puede asumir el elevado costo de la maquinaria agrícola de los koljoses, cuyo envejecimiento exige una renovación permanente». (José Sotomayor Pérez, Stalin y Mao, el otro revisionista, 2007)

[18] El término real de comuna, sería más bien este de Stalin, al cual Mao solamente utilizó por la parte interseca de la autosuficiencia -la cual es lograda por un amplio desarrollo de la producción mediante una técnica elevada-, para llevar a cabo sus planes descentralizadores, pero ignora la elevada técnica que necesita esa entidad misma económica:

«Uno de los más grandes méritos de la estrategia política de nuestro Partido consiste en saber encontrar, en cada momento dado, el eslabón fundamental del movimiento. (...) ¿Es, tal vez la comuna agrícola? No, no es la comuna. Esta representa todavía, de momento un fenómeno aislado dentro del movimiento koljosiano. Aun no han madurado las condiciones necesarias para las comunas agrícolas como forma predominante, entendiendo por comuna el sistema en que socializa no sólo la producción sino la distribución». (Stalin, Mareados por el éxito, 1931)

2 comentarios:

  1. Amigo, vinimos aquí juntos; y ahora, en la encrucijada, me detengo para decirte adiós.
    Tu camino se abre ancho y seguido ante ti; a mí me llega la llamada por los sederos de lo desconocido.

    Seguiré al viento y a la nube; seguiré a las estrellas, hasta donde rompe el día tras los montes; seguiré a los enamorados peregrinos, que van tejiendo sus días en una guirnalda, en el solo hilo de la canción <>.
    “La fugitiva”
    (Rabindranath Tagore)

    Amaré al pueblo nicaragüense, a todas sus gentes, sus paisajes, amaré para siempre a su revolución y siempre estará presente en lo mas profundo de mi corazón.
    ¡Hasta siempre Pedro!

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  2. Será una lástima no tenerte por aquí, pero hay cosas que deben de ser atendidas... Te deseo éxito...

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