domingo, 14 de febrero de 2021

Clara Zektin sobre la incompatibilidad del marxismo y el feminismo

«El 28 y 29 de marzo se celebró en Berlín un congreso de feministas burguesas con el propósito de establecer una federación de asociaciones de mujeres sin ánimo de lucro en Alemania. Nuestros lectores saben que el feminismo burgués y el movimiento de las mujeres proletarias son dos movimientos sociales fundamentalmente diferentes, de modo que el último puede decir al primero con completa justificación: 

«Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos» (Isaías 55:8-9)

No tenemos por lo tanto ningún motivo para informar en este momento sobre dicho Congreso, y ello tanto menos, puesto que el programa en base al cual se fundó la Asociación es muy vago y falto de contenido, y no va más allá de frases generales acerca de la «cooperación organizada de las asociaciones de mujeres para preservar los más altos valores de la familia, para combatir la ignorancia y la injusticia», etc., etc.

Las sufragistas solo tuvieron un animado debate sobre la posición a adoptar por la nueva Asociación ante la socialdemocracia. La gran mayoría de las oradoras se manifestó en contra de la inclusión de «asociaciones abiertamente socialdemocráticas». La justificación de dicha posición «No queremos asustar al resto de los elementos y queremos desterrar la política de la Asociación», es en sí misma indiferente, pero característica de la naturaleza incolora, sumisa y lloriqueante del feminismo alemán. ¡Mientras que las feministas burguesas luchan en todos los demás países con toda energía precisamente para la concesión de la igualdad política, en Alemania ni siquiera se atreven a ocuparse oficialmente de política!

En cuanto a la opinión sobre la socialdemocracia, las venerables damas se levantaron un poco tarde con su declaración. Ciertamente el movimiento de mujeres proletarias en Alemania, debido a circunstancias especiales, sufría en sus comienzos de desviaciones feministas burguesas. Pero se ha vuelto consciente de su plena oposición, irreconciliable, con el feminismo burgués. Esto lo ha expresado claramente en los últimos años; ha declarado que se ha comprometido plenamente con el principio de la lucha de clases, que se encuentra totalmente en el terreno de la Socialdemocracia. El verano pasado, en el Congreso internacional de Zúrich, fueron precisamente las representantes de las mujeres proletarias con conciencia de clase de Alemania quienes, en debida forma y con toda nitidez y decisión, rechazaron cualquier terreno común entre el feminismo burgués y el movimiento de trabajadoras. Los esfuerzos de las feministas por mantenerse virginalmente puras de cualquier contacto con «asociaciones abiertamente socialdemocráticas» son por ende fútiles. Las damas pueden estar seguras de que, incluso sin sus declaraciones, a ninguna organización de mujeres proletarias conscientes se le ocurriría ni en sueños buscar una conexión con la Asociación. El movimiento de trabajadoras alemán ha superado hace ya tiempo las prédicas feministas sobre la armonía de intereses. Toda organización consciente de mujeres proletarias sabe que dicha conexión implicaría una traición a sus principios. Debido a que las feministas burguesas aspiran a conseguir las reformas en favor del sexo femenino en el marco de la sociedad burguesa, a través de una lucha entre los sexos y en contraste con los hombres de su propia clase, no cuestionan la existencia misma de dicha sociedad. Las mujeres proletarias, en cambio, se esfuerzan a través de una lucha de clase contra clase, en estrecha comunión de ideas y de armas con los hombres de su clase los cuales reconocen plenamente su igualdad– por la eliminación de la sociedad burguesa en beneficio de todo el proletariado. Las reformas en favor del sexo femenino y en favor de la clase obrera son para ellas únicamente un medio para un fin, mientras que para las mujeres burguesas las reformas del primer tipo son la meta final. El feminismo burgués no es más que un movimiento de reforma, mientras que el movimiento de mujeres proletarias es y debe ser revolucionario». (Clara Zetkin; Separación tajante, 1894)

Anotación de Bitácora (M-L):

El término socialdemócrata es un término que ha evolucionado desde hace siglos, antiguamente se autocalificaban socialdemócratas o socialistas tanto los reformistas –quienes revisaban el marxismo pensando que se podía llegar al socialismo por medio de reformas progresivas de la sociedad capitalista–, como los revolucionarios –que sólo actualizaban las tesis de Marx si la época lo requería, sin alterar la esencia revolucionaria de la doctrina, y seguían manteniendo que la vía revolucionaria era la fundamental, como confirmaba la historia–. 

Durante el cisma entre los socialdemócratas revolucionarios encabezados por Lenin y los socialdemócratas socialchovinistas encabezados por Karl Kautsky durante la Primera Guerra Mundial (1914-18), los primeros rechazaron seguir identificando a sus partidos como socialdemócratas y los denominarían en adelante como partidos comunistas. Cuatro décadas más tarde, en los 60, los llamados marxista-leninistas para diferenciarse de los nuevos reformistas de su tiempo. 

A partir de entonces el término socialdemócrata quedaría solamente en manos de autodenominados «marxistas» seguidores de Kautsky o Bernstein que revisaban a Karl Marx y volvían a los conceptos de los autores reformistas y de otras corrientes ajenas al marxismo, como los socialistas utópicos, predicadores cristianos y humanistas liberales. Finalmente se agruparon en la Internacional Obrera y Socialista (1923-39). Posteriormente el término sería usado por los partidos de la Internacional Socialista, fundada en 1951. Tras la Segunda Guerra Mundial el mero hecho de que los socialdemócratas contemporáneos hubieran renunciado incluso en sus estatutos de partido al marxismo de forma oficial evidenciaba su alto grado de degeneración y desacomplejamiento. 

1 comentario:

«¡Pedimos que se evite el insulto y el subjetivismo!»