sábado, 7 de noviembre de 2020

Rehabilitando a un revisionista: el caso Beria; Equipo de Bitácora (M-L), 2020

«Revista teórica» de RC donde defienden a Beria en su última edición

[Post originalmente publicado en 2017]

«Muchos han creído durante años que Beria no solo fue un «gran marxista-leninista», sino que también «el más fiel sucesor de Stalin». Esto ha sido posible, en gran parte, gracias a los «estudios» de algunos historiadores revisionistas. En realidad, dado que nuestros amigos revisionistas no hacen el esfuerzo de investigar, desconocen que hoy, y en base a los últimos estudios –que recurren a las fuentes originales–, la mayoría de historiadores han descartado la visión de Beria el «estalinista», presentándole como lo que fue, un liberal que precedió a Jruschov en sus planes reformadores. Debemos añadir, por cierto, ¡que ya que la CIA ya registraba esto en sus informes de julio de 1953!

Otros, para justificar su filia subjetivista por Beria, hacen uso de verdaderas barbaridades, como la que presentamos a continuación. Roberto Vaquero, bajo el alias «Juan Mesana», decía en la revista de Reconstrucción Comunista (RC):

«Prácticamente no hay defensores de la figura de Beria, ya que poco se conoce de él debido al oscurantismo que se promueve desde el poder y a la destrucción y ocultamiento de pruebas. Es de destacar el trabajo de Bill Bland y Grover Furr, ya que, a pesar de ser una figura vilipendiada no defendida por nadie, han sido capaces de defender el marxismo-leninismo, la verdad sobre el caso de Beria y su gran papel como dirigente comunista y revolucionario ejemplar». (De acero; Nº10, 2017)

E insistía:

«No conozco apenas nadie, incluso a nivel histórico que hable bien de él, casi todo el mundo le pone de traidor, corrupto y personaje oscuro. En que se basan para decir esto, en lo que alguien me dijo antes, en testimonios –aunque sean supuestamente m-l– de gente que lo proclamó pactando con Jruschov y Zhúkov y en revisionistas de todos los colores. (...) Incluso la mayoría de partidos m-l se dejan llevar por estas tendencias, basándose en castillos en el aire, pues no hay nada. Yo no voy a criminalizar a alguien que murió en un complot en gran medida organizado por Jruschov». (Comentario en Facebook de Juan Lucarrelli –alias de Roberto Vaquero en esta red social–, 18 de abril de 2017)

Con este tipo de comentarios Roberto Vaquero demuestra el tipo mediocre que es, la podredumbre de su pensamiento oportunista, el cual pone de manifiesto la forma de analizar los eventos históricos desde la dirección de RC. 

Primero dice que no conoce a nadie a nivel histórico que hable bien de Beria. Bueno, efectivamente, si eres Roberto y tu lectura es equivalente a la de un avestruz, no poseerás los conocimientos y el hábito de documentarte. Es posible, no, seguro, que no encuentras seguidores de Beria, pero los hay. El historiador thälmanniano Bill Bland, o el maoísta Grover Furr, son ejemplos claros. Es más: de nuevo, Reconstrucción Comunista está al mismo lado que el Partido Comunista de España (reconstituido), pues en España no es otro, sino Juan Manuel Olarieta, el defensor de que Beria fue una víctima marxista-leninista, y no un revisionista víctima de otros revisionistas. Reconstrucción Comunista (RC) vuelve a coincidir, de nuevo, con el Partido Comunista de España (reconstituido). ¡Qué casualidad! Tan solo llevamos cien ejemplos de posturas en las que RC y el PCE (r) se encuentran y se diferencian de nosotros.

Entre los críticos de Beria no encontramos solamente «historiadores burgueses» y «diversos oportunistas», sino también famosos marxista-leninistas conocidos por sus excelentes análisis históricos y por estar a la vanguardia en la desmitificación de figuras revisionistas. Ahí entra Enver Hoxha en su obra: «Los jruschovistas» de 1980, quien además tuvo trato directo con Beria y la dirección soviética en varias ocasiones. Incluso nos servirían los viejos escritos de Vincent Gouysse como su obra: «Imperialismo y antiimperialismo» de 2007. 

Afirmar que «yo no voy a criminalizar a alguien que murió en un complot en gran medida organizado por Jruschov» es un pensamiento metafísico. Por esa regla de tres no deberíamos condenar a las fracciones y figuras de cualquier lucha entre clanes revisionistas. Más aún, cuando el ganador es un conocido revisionista deberíamos apoyar sin más a los derrotados sin cuestionar sus posturas político-ideológicas. En el Partido Comunista de España (PCE) deberíamos apoyar a figuras deleznables de la talla de Jorge Semprún, Enrique Líster, Ignacio Gallego, Gerardo Iglesias y otros, pues según la lógica robertista «no vamos a criminalizar a alguien que murió en un complot en gran medida organizado por Carrillo». Pero los marxista-leninistas no proceden así. Los marxista-leninistas analizan los intereses de las fuerzas en pugna, el «facta» y el «verba» y solo entonces se pronuncian. Hacerlo sin tener la suficiente información, apoyando o condenando una fracción o una figura sin tener suficiente información es un rasgo de seguidismo e idealismo.

Decir que «no hay nada» que demuestre el oportunismo y revisionismo de Beria significa no haber hecho el más mínimo esfuerzo en documentarse. ¡¿Que no hay nada?! Hay que ser o bien muy imbécil, o bien un oportunista de campeonato para decir algo así. En el caso de Roberto seguramente sea muy imbécil, pero también muy oportunista, viendo su historial. Incluso ha dedicado todo un asqueroso libro a defender a Beria donde no aporta una sola prueba de todo lo que afirma. Le ahorraremos al lector el sufrimiento de contemplar semejante abominación diciendo que no es más que un recorte ridículo de especulaciones sin sustento.

Durante los momentos críticos de la muerte de Stalin en marzo de 1953, Beria fue conocido por espetar varios comentarios que daban a entender su antiestalinismo:

«Al finalizar la reunión del Pleno, se dio a conocer un boletín sobre el estado de salud de STALIN, del cual quedó claro que STALIN estaba viviendo los últimos días de su vida, aún no había recuperado la conciencia.

Mirando los rostros de los miembros del Presídium del Comité Central, saqué las siguientes conclusiones sobre su actitud actual hacia Stalin:

MOLOTOV - estaba seriamente pensativo y aparentemente preocupado por los eventos;

VOROSHILOV - parecía claramente confundido. Por su apariencia era difícil saber si estaba ansioso, triste o no tenía ninguna opinión definida. Podía haber sido observado así en el proceso de trabajo de STALIN, y tal vez todavía no creía en la inevitable muerte de STALIN, y por eso, por si acaso, decidió esperar y esperar por ahora;

MALENKOV, KHRUSHCHOV, BERIA y BULGANIN estaban muy animados y aparentemente sabían mejor que otros sobre la inminente muerte de STALIN. Sus juicios y críticas al orden estatal que existía bajo STALIN decían que estaban 100% seguros de la muerte inminente de STALIN y, por lo tanto, ya no tenían miedo de expresar su opinión, sobre el caso de Stalin.

BERIA se sentó junto al BULGANIN y trató de darle a su rostro una expresión benevolente. Observándolo de cerca, aunque sus ojos estaban cubiertos de anteojos, todavía se podía ver en ellos rapacidad y fría crueldad. Con toda su apariencia y soltura, aparentemente trató de enfatizar y dejar claro: «Basta, hemos soportado el orden estalinista bajo STALIN, ahora todo será diferente con nosotros». (G. Zhúkov; Después de la muerte de Stalin. Registro de las memorias de G. Zhúkov, 1999)

Como es normal, Beria siempre aparece en gran parte de los relatos de los diversos testigos e historiadores que le sitúan como el posible responsable de la repentina muerte de Stalin. Más allá de especulaciones sobre si provocó la muerte de Stalin, lo que sí es claro es que fue el responsable inmediato de las rehabilitaciones de traidores en el interior de la URSS, así como partícipe en los complots operados en los diversos partidos comunistas del mundo encaminados a cambiar a la dirección de los mismos:

«¿Podemos considerar como un «error» o una marca de «paranoia», el hecho de que Stalin los hubiera dislocado de su posición? No, porque es innegable que Nikita Jruschov, Anastás Mikoyán, Lavrenti Beria, Nikolái Bulganin, Gueorgui Malenkov, Kliment Voroshílov, Lázar Kaganóvich, se involucraron en diversos grados en estos complots, de manera más o menos consciente, fuera en la Unión Soviética o en los países de democracia popular. (...) Inmediatamente después de su asesinato, la antigua dirección revisionista, apartada por el Pleno del Buró Político de diciembre de 1952, volvería al primer plano. Apenas un mes más tarde, los miembros del «Caso de Leningrado» condenados por su trabajo de zapa en la economía fueron declarados inocentes y los conspiradores implicados en el caso del «Complot de los médicos» fueron rehabilitados. Nikita Jruschov, Anastás Mikoyán y Lavrenti Beria estuvieron implicados en todas estas rehabilitaciones, y deja pocas dudas de que también estuvieron directamente implicados en estos asuntos de asesinato. Anticomunistas y comunistas se ponen de acuerdo en esto: Abdurakhman Avtorkhanov, un historiador burgués-revisionista, acabó en la conclusión de que Lavrenti Beria, Nikita Jruschov, Anastás Mikoyán, Gueorgui Malenkov y Nikolái Bulganin estuvieron a la cabeza del complot que asesinó a Stalin, véase la obra de Abdurakhman Avtorkhanov: «Stalin asesinado –El complot de Beria–» de 1980. Viacheslav Mólotov que en sus memorias consideraba como limitado el rol de Nikolái Bulganin, juzgaba este guion cinematográfico muy probable, reproduciendo que el mismo Lavrenti Beria había hecho alusiones inquietantes en el momento de las exequias de Stalin». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)

Las reformas de Beria en la URSS durante marzo-junio de 1953 fueron la avanzadilla usada por Jruschov a la hora de calumniar a Stalin en privado delante del resto de cuadros y direcciones comunistas del mundo. Ambos exigían reformas y allanar el camino de lo que culminaría en el futuro XXº Congreso del PCUS de 1956:

«Beria: Hay otra manera de mejorar la situación. La intervención personal del Presidente del Consejo de Ministros o del Primer Secretario del Partido en las cuestiones del Ministerio del Interior. El camarada Rákosi hace eso. Esta intervención no siempre fue apropiada. Incluso el camarada Stalin cometió un error en esta cuestión. Dio instrucciones directamente para el interrogatorio de los detenidos, etc. con lo que el camarada Rákosi sería aún más propenso a cometer estos errores». (Transcripción de la conversación entre los líderes soviéticos y la Delegación Partido Húngaros de los Trabajadores en Moscú, 13 de junio de 1953)

Este tipo de calumnias son fácilmente desmontables si uno revisa los archivos históricos oficiales y no oficiales en lo relativo a la represión.

Desde el principio, el partido trató de poner límites mediante diversas leyes. Fue muy explícito:

«Ante todo, los funcionarios del NKVD abandonaron por completo la colaboración con los agentes y los informadores, recurriendo al método mucho más sencillo de proceder a detenciones en masa, sin preocuparse por que la investigación fuera completa o de buena calidad. Los funcionarios del NKVD perdieron la costumbre de trabajar meticulosa y sistemáticamente con los agentes e informadores y acabaron adoptando un método simplificado de investigación de los casos, hasta tal punto que siguieron formulando preguntas relacionadas con las denominadas «cuotas» impuestas en la ejecución de las detenciones en masa. (...) En segundo lugar, una grave deficiencia en la labor del NKVD ha sido la extrema simplificación de los procedimientos de investigación, durante la cual, por regla general, al investigador le bastaba con obtener del acusado una confesión de culpabilidad y se despreocupaba por completo de corroborar esta confesión con los dos documentos necesarios –testimonios de testigos, testimonios de expertos, pruebas materiales, etc.–. En ocasiones, el detenido no es interrogado hasta después de transcurrido un mes desde su arresto, a veces incluso más. Durante los interrogatorios no siempre se recogen las actas. No es raro que el testimonio del detenido sea recogido por el investigador en forma de notas y luego, mucho tiempo después –diez días, un mes o incluso más tiempo–, se recopile un expediente general sobre el interrogatorio, vulnerando por completo el artículo 138 del Código procesal penal, que establece la elaboración, en la medida de lo posible, de un acta literal de la declaración del detenido. Con mucha frecuencia, las actas del interrogatorio no se elaboran hasta que el arrestado ha confesado sus crímenes. No es raro que el testimonio del acusado que refuta un punto concreto de los cargos formulados en su contra no sea recogido en absoluto en las actas del interrogatorio. (...) Los documentos relacionados con los casos investigados se elaboran descuidadamente. Los textos de las declaraciones, escritos a lápiz, corregidos y tachados por manos desconocidas, se adjuntan al expediente. Las actas de las declaraciones, no firmadas por las personas interrogadas y sin certificar por el investigador, se adjuntan al expediente, junto con las conclusiones de la Fiscalía, sin firmas ni certificaciones, etc. La Fiscalía, por su parte, no ha tomado las medidas necesarias para acabar con estas deficiencias, reduciendo por lo general su participación en la investigación al mero registro y sellado de los materiales. Los órganos de la Fiscalía no sólo no han acabado con estas vulneraciones de la legalidad revolucionaria, sino que de hecho las han legitimado. (...) Una actitud tan irresponsable en relación con la labor de investigación y una violación tan flagrante de las normas procesales establecidas por la ley han sido aprovechadas con frecuencia por los enemigos del pueblo, que se han infiltrado en el NKVD y en la Fiscalía, tanto en el centro como en las localidades periféricas. Han pervertido conscientemente las leyes soviéticas, cometido falsificaciones, falsificado los documentos de las investigaciones, incoado procesos penales y arrestado a personas por motivos fútiles o incluso sin motivo alguno, incoado casos penales contra inocentes, al tiempo que adoptaban todas las medidas posibles para ocultar y salvaguardar a sus cómplices. (...) Con objeto de corregir resueltamente las deficiencias expuestas y de organizar convenientemente la labor de la investigación del NKVD y de la Fiscalía, el Consejo de Comisarios Populares de la URSS y el CC del VKP(b) decretan por la presente. (...) 1. Que se prohíba al NKVD y a la Fiscalía efectuar detenciones o deportaciones en masa. De conformidad con el artículo 127 de la Constitución de la URSS, los arrestos deberán efectuarse exclusivamente con un mandamiento del tribunal o con la sanción del procurador. La deportación de las zonas fronterizas estará autorizada en casos concretos, sólo con el permiso del Consejo de Comisarios Populares de la URSS y del CC del VKP(b), después de la presentación de una petición especial por parte del comité regional, el comité territorial o los comités centrales de los partidos comunistas nacionales que procedan: la petición deberá ser coordinada con el NKVD de la URSS. 2. Las troikas judiciales, creadas en virtud de decretos especiales del NKVD de la URSS, deberán ser suprimidas, junto con las troikas judiciales dependientes de las juntas de la policía obrera y campesina en las regiones, los territorios y las repúblicas. 3. Al efectuar detenciones, el NKVD y la Fiscalía deberán atenerse a los principios siguientes: a) Deberán coordinarse los arrestos, en estricto cumplimiento del decreto del Consejo de Comisarios Populares de la URSS y del CC del VKP(b) de 17 de julio de 1935; b) Al solicitar una sanción ante los procuradores para proceder a una detención, el NKVD estará obligado a presentar un mandamiento en el que se expongan todos los motivos y los materiales que justifiquen la necesidad de la detención; c) La Fiscalía estará obligada a verificar, exhaustiva y sustantivamente, la justificación del mandamiento de arresto del NKVD, exigiendo, en su caso, una investigación suplementaria o la presentación de materiales suplementarios derivados de la investigación; d) La Fiscalía estará obligada a no permitir la realización de detenciones que no estén justificadas. Se establecerá como norma que, en caso de que se haya realizado una detención errónea, el procurador que la hubiere sancionado, junto con los funcionarios del NKVD, serán responsables de dicha detención. 4. Al efectuar la investigación, los órganos del NKVD estarán obligados a cumplir escrupulosamente todas las prescripciones del Código procesal penal. 4. Al efectuar la investigación, los órganos del NKVD estarán obligados a cumplir escrupulosamente todas las prescripciones del Código procesal penal. En particular: a) Todas las investigaciones deberán ultimarse dentro del plazo establecido por la ley; b) Los detenidos deberán ser interrogados en un plazo máximo de 24 horas después de su detención. Deberá levantarse acta de cada interrogatorio inmediatamente después de su realización, de conformidad con el artículo 128 del Código procesal penal (UPK), precisándose claramente el comienzo y el fin del interrogatorio. Al familiarizarse con las actas del interrogatorio, el procurador estará obligado a indicar este hecho por escrito, tomando nota de la hora, el día, el mes y el año». (Decisión del Politburó sobre las detenciones, la supervisión por la Fiscalía y la realización de investigaciones, 17 de noviembre de 1938)

A iniciativa de Stalin se disipó la creación de ambientes de sospecha paranoica sobre los miembros del partido, se criticó a los líderes que habían permitido las calumnias hacia cuadros honestos, así como a aquellos que, una vez revelada su equivocación, no rectificaban sus errores:

«Un enemigo tan disfrazado, el peor traidor, generalmente grita más fuerte sobre la vigilancia, se apresura a «exponer» tanto como sea posible a otros y hace todo esto para ocultar sus propios crímenes ante el partido y distraer la atención de la organización del partido a la hora de exponer a los verdaderos enemigos del pueblo. Tal enemigo disfrazado, de doble faz, se esfuerza en todos los sentidos para crear una atmósfera de sospecha excesiva en las organizaciones del partido, en la que cada miembro del partido que habla en defensa de otro comunista que fue calumniado es acusado de inmediato de falta de vigilancia y de tener lazos con los enemigos del pueblo. Las organizaciones del partido y sus líderes, en lugar de revelar y exponer el trabajo provocador de un enemigo tan disfrazado, a menudo siguen su ejemplo, crean una atmósfera de impunidad para calumniar a los comunistas honestos y se embarcan en el camino de expulsiones injustificadas del partido, sanciones, etc. Además, incluso después de exponer a los enemigos que se abrieron paso en el aparato del partido y calumniaron a los comunistas honestos, nuestros líderes del partido a menudo no toman medidas para eliminar las consecuencias de la destrucción de las organizaciones del partido con respecto a la exclusión incorrecta de los comunistas del partido». (Resolución del Pleno del Comité Central del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS; Sobre los errores de las organizaciones del partido en la exclusión de los comunistas, sobre la actitud formal y burocrática hacia las apelaciones y las medidas para abordar estas deficiencias, enero de 1938)

Hubo varios casos donde Stalin intercedió a favor de los acusados. A veces sin éxito, pese a su insistencia en la precaución:

«La extraña historia de la caída, ascenso y caída de Avel Enukidze, Secretario del Comité Central Ejecutivo de los Soviets. Como es sabido, él fue atacado en el Pleno del Comité Central de junio de 1935, cuando fue denunciado por Yezhov por laxitud y proteger enemigos dentro del servicio del aparato del Kremlin. (...) El caso Enukidze parecía representar el primer ataque político contra un «viejo bolchevique» sin pasado oposicionista. (...) Yezhov de hecho lanzó un ataque abrasador contra Enukidze, completado con el «testimonio» de los subordinados arrestados de este último. Yezhov argumentó que estos conspiradores del Kremlin habían planeado asesinar a Stalin como parte de una conspiración trotskista zinovievista –dijo que esto había tenido como consecuencia el reciente asesinato de Kirov–, y que la actitud laxa de Enukidze hacia ellos lo hizo al menos negligente. En segundo lugar, acusó a Enukidze de haber utilizado fondos oficiales para proporcionar apoyo a las familias de ciertos viejos bolcheviques exiliados por el régimen de Stalin. Enukidze se defendió señalando que, aunque por supuesto había enemigos en su aparato, lo mismo podría decirse de todas las agencias soviéticas, incluida la propia NKVD. Señaló que su control personal sobre sus empleados no era ni mejor ni peor que el de otros líderes de alto rango. Más interesante es la reacción del pleno ante los cargos de Yezhov. Yezhov concluyó sus comentarios proponiendo formalmente la expulsión de Enukidze del Comité Central del partido. Pero varios de los oradores que siguieron a Yezhov pidió sanciones más severas. Beria, Shkiriatov y Akulov, por ejemplo, dijeron que la expulsión oficialmente propuesta y aprobada del Comité Central no era suficiente; Enukidze debía ser expulsado del partido. El jefe de la NKVD, Yagoda. (...) No solo pidió la expulsión de Enukidze del partido, sino su arresto y condena. (...) Por su parte, los comentarios de Stalin sobre los discursos se limitaron a criticar el uso de fondos estatales por parte de Enukidze para ayudar a los exiliados. (...) Las interjecciones de [Stalin] nunca tocaron el lado político de las acusaciones, nunca apoyaron la caracterización terrorista de Ezhov –o los fuertes remedios que proponía Yagoda– y fueron en general, comentarios no hostiles. (...) En el Pleno de junio de 1936 del Comité Central, el asunto Enukidze resurgió. Molotov, que presidía la reunión, dijo que, a principios de 1936, Enukidze había solicitado la readmisión al partido. (...) Después de que Stalin habló a favor de él, el pleno votó para aprobar su readmisión. (...) Sin embargo, en un giro contradictorio final, Enukidze nunca fue readmitido en la fiesta. (...) Enukidze solicitó una tarjeta del partido a una organización primaria del partido en Jarkov y fue aceptada. Pero dos meses después, su aceptación fue revocada por la organización del partido de la Ciudad de Jarkov. El evento principal entre la aprobación de su readmisión y el rechazo fue la ascensión de Yezhov al liderazgo de la policía secreta. Aparentemente, Stalin cambió de opinión una vez más sobre Enukidze, y es posible que el nuevo poder de Yezhov en el otoño de 1936 le diera la posibilidad de realizar su ataque original de una vez por todas. Enukidze fue arrestado y fusilado en 1937». (J. Arch Getty; Terror estalinista: nuevas perspectivas, 1933)

En otros casos, la intervención de Stalin pudo salvar al implicado de un trágico destino, como confesarían años después:

«Los editores de Oktiabr no fueron las únicas personas que atacaron el tercer volumen del manuscrito «Don apacible». A principios de 1931 una figura preeminente de los servicios de seguridad [seguramente se refiera a Evdokimov] dijo a Mijaíl Shólojov: «¡Tu «Don apacible» está más cerca de los bancos que de nosotros! (...) El primer encuentro con Stalin tuvo lugar en enero de 1930, durante la cual se discutió sobre la colectivización, lo que le hizo dirigir su atención a la escena contemporánea. «La conversación» dijo él, «fue muy rentable para mí y me animó a poner en práctica nuevas ideas creativas». (...) El diario [Novyi Mir] demandó que el título de la novela fuese cambiado y que las partes en que se describía la desposesión de la casa de un kulak fuesen eliminadas. (...) Shólojov rechazó hacer los cortes demandas por Novyi Mir y volvió a pedir el consejo de Stalin. Stalin, dijo él en 1955, leyó el manuscrito de la novela y dijo: «No tenemos miedo de desposeer a los kulaks; ¡por qué íbamos a tener miedo de escribir esto ahora!» La novela fue publicada. (...) En su entrevista con Priima de 1967, Shólojov negó que Stalin pusiese cualquier presión política sobre él durante sobre su obra «Don apacible» Él dijo, sin embargo, que admitía que había desacuerdos con él sobre ciertas figuras históricas que aparecían en «Don apacible, pero dijo que Stalin nunca interfirió en sus designios creativos». (...) Seguramente desde mediados de 1938 el NKVD comenzó una operación a gran escala contra Sholokhov. (...) [Fue acusado de] preparar un levantamiento cosaco en Don, Kuban y Terek contra el régimen soviético. (...) En 1972 Priima fue capaz de citar a Shólojov, quien en 1969 le había dicho que: «Stalin miró de cerca todo, y todas las acusaciones en mi contra se hicieron añicos». (Herman Ermolaev; Mijaíl Shólojov y su arte, 1982)

Stalin siempre fue partidario de la democracia interna en el partido, con cargos elegidos de forma democrática y, por encima de todo, que el partido controlase los órganos de seguridad, y no al revés:

«La democracia no es evidente dentro del propio Partido Comunista de Yugoslavia. El Partido Comunista de Yugoslavia, en su mayoría, no ha sido electo sino cooptado. La crítica y la autocrítica dentro no existe o apenas existe. Es característico el hecho de que el Secretario de Organización del Comité Central del partido es el Ministro de Seguridad del Estado. En otros términos, los cuadros del partido se someten de hecho a la vigilancia del Ministro de Seguridad del Estado. Según la teoría marxista, el partido debe controlar todos los órganos del Estado, incluido también el Ministerio de Seguridad del Estado, mientras que en Yugoslavia ocurre lo contrario, siendo el partido controlado de hecho por el Ministerio de Seguridad del Estado. Como se ve, esto explica que la iniciativa de las masas del partido en Yugoslavia no esté al nivel requerido. Se comprende que no podemos considerar marxista-leninista y bolchevique tal forma de organización del partido comunista». (Carta del Comité Central del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética al Comité Central del Partido Comunista de Yugoslavia; Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 27 de marzo de 1948)

Stalin siempre advirtió contra los casos en que había que actuar con precaución, sobre los casos en que existían acusaciones sin que todavía hubiera pruebas concluyentes:

«El Camarada Čepička nos ha hablado y nos ha informado detalladamente sobre las actividades de los Camaradas Slánský y Geminder. Aún creemos que las declaraciones de ofensa, sin datos que los sostengan, no pueden servir para acusar a líderes bien conocidos por su positivo trabajo. Nuestras experiencias en la lucha contra el enemigo sugieren que los acusadores a menudo recurren a calumniar a la gente honesta, tratando de esta manera sembrar la desconfianza mutua entre los líderes del partido –así es como ellos luchan contra el partido-. Usted está en lo correcto al proceder con cautela, desconfiando de las declaraciones de acusadores experimentos respecto a la cuestión de Slánský y Geminder. Teniendo en cuenta lo que hemos recibido de nuestro personal soviético, está claro para nosotros que Slánský ha cometido numerosos errores a la hora de la promoción y envió de personas en la dirigencia. Ha demostrado ser miope y demasiado confiado. Con la consecuencia, los conspiradores y enemigos han tenido vía libre para hacer daño al partido y al pueblo. Por lo tanto, nos parece que el puesto de Secretario General no puede ser ocupado por un hombre que entiende al pueblo pobremente y que comete frecuentes errores en la destinación de personal. Así pues, creo que sería correcto relevar al Camarada Slánský del cargo de Secretario General». (Carta de Iósif Stalin a Klement Gottwald, entregada el 24 de julio de 1951)

Stalin siempre mantuvo que los asesores soviéticos en materia de seguridad en el resto de países debían ser auxiliares, y nunca sustituir a la dirección nacional de aquellos países:

«En cuanto a la evaluación positiva del trabajo del Camarada Boyarski y su deseo de continuar trabajando como asesor del ministerio de seguridad nacional de Checoslovaquia, tenemos una opinión diferente. La experiencia del trabajo de Boyarski ha demostrado que no está capacitado suficientemente como para cumplir con sus responsabilidades como asesor. Por ello, hemos decidido llamarlo de Checoslovaquia. Si usted realmente necesita un asesor en materia de seguridad de Estado –y si así lo decides–, trataremos de encontrar uno más fuerte y con más experiencia. En cualquier caso, seguimos creyendo que nuestro asesor tiene que estar guiado y estar estrictamente controlado en su trabajo por la dirección del Comité Central del Partido Comunista de Checoslovaquia, y en ningún caso debe sustituir a la seguridad nacional checoslovaca». (Carta de Iósif Stalin a Klement Gottwald, entregada el 24 de julio de 1951)

¿Significa esto que Stalin y el resto del partido bolchevique no tuviesen responsabilidad en que el NKVD llegara a esos extremos? ¿Significa esto que el partido no fue partícipe de aceptar poner en marcha algunas de estas medidas excepcionales equivocadas? Sin duda alguna, todos tuvieron parte de responsabilidad. El partido y Stalin son culpables, bien por omisión o por permisión.

Según las memorias de Yuri Zhdánov, en una reunión de 1947, Stalin se mostró molesto con el seguidismo imperante en el partido y, pese a haber sido una de las figuras que mayor ímpetu puso a la corrección de los fallos y abusos, llegó a autoinculparse junto al resto de líderes en la responsabilidad de los errores de las purgas:

«Stalin dijo inesperadamente: «La guerra mostró que el país no tenía tantos enemigos internos como nos dijeron y pensamos. Muchos sufrieron en vano. La gente debería echarnos por esto. Patearnos el trasero. Debemos arrepentirnos». El silencio fue roto por mi padre:

«Nosotros, contrariamente a los estatutos, no hemos convocado un congreso del partido durante mucho tiempo». Debemos hacer esto y discutir los problemas de nuestro desarrollo, nuestra historia.

Mi padre [Andréi Zhdánov] fue apoyado por Voznesensky. El resto guardó silencio, Stalin agitó la mano y dijo:

«¡¿Un partido? ¿Qué partido?! Esto se ha convertido en un coro de salmistas, un destacamento de aleluyas... Se necesita un análisis preliminar en profundidad».

Al regresar a casa y hablar sobre lo que le había sucedido a mi madre, él suspiró: «No me dejarán...». (Yuri Zhdánov; Mirando hacia el pasado: recuerdos de testigos oculares, 2004)

Andréi Zhdánov fue otra figura clave a la hora de enfrentarse a los líderes regionales o los servicios de seguridad que no cumplían el reglamento o abusaban de él de forma subjetiva:

«El nombre de Andréi Zhdánov está persistentemente asociado con movimientos de «revitalización del partido». Su organización de Leningrado produjo numerosas resoluciones llamando a incrementar la educación política y la participación popular en los comités del partido. Él participó en 1934 en una comisión del Politburó sobre los excesivos arrestos y se hizo cargo de restaurar la membresía del partido a aquellos quienes habían sido expulsados en las purgas de 1933-36. Su idea era que los miembros errantes del partido debían ser entrenados, más que expulsados. (...) Una campaña contra las prácticas burocráticas en las organizaciones regionales del partido también atrajo la visibilidad nacional en 1935, cuando en un ataque muy publicitado, Zhdánov acusó al Saratov kraikom [liderazgo del partido] de [ejercer una] «dictadura» y «represión». (J. Arch Getty; Estado y sociedad bajo Stalin: constituciones y elecciones en los años treinta, 1991)

Para ello impulsó una serie de medidas que garantizasen la democratización del sistema:

«a) Reconstruir el trabajo del Partido sobre la base de la aplicación plena e incondicional de los principios del democratismo dentro del Partido, con arreglo a sus estatutos.

b) Acabar con la práctica de la cooptación para designar los miembros de los Comités del Partido y restablecer, de acuerdo con sus estatutos, el carácter electivo de los órganos dirigentes de las organizaciones del Partido.

c) Prohibir, en las elecciones para designar los órganos del Partido, el voto por listas y efectuar la elección por candidatura separada, garantizando a todos los miembros del partido derecho ilimitado de recusar a los candidatos y criticarlos.

d) Implantar, en las elecciones de los órganos del Partido, el sistema de votación secreta de los candidatos.

e) Celebrar elecciones para designar los órganos del Partido en todas las organizaciones de este, desde los Comités de Partido de las organizaciones primarias hasta los Comités territoriales y provinciales y los Comités Centrales de los Partidos Comunistas nacionales, señalando como plazo máximo para terminar estas elecciones el 20 de mayo.

f) Obligar a todas las organizaciones del Partido a acatar rigurosamente, de acuerdo con sus estatutos, los plazos señalados para las elecciones de sus órganos: en las organizaciones primarias, una vez al año; en las organizaciones de distrito y de ciudad, una vez al año; en las organizaciones territoriales, provinciales y de Repúblicas, una vez cada año y medio.

g) Asegurar, en las organizaciones primarias del Partido, la estricta observancia del régimen de elecciones de los Comités del Partido en asambleas generales de fábricas, sin permitir la suplantación de estas por conferencias.

h) Acabar con la práctica establecida en una serie de organizaciones primarias del Partido de prescindir de hecho de las asambleas generales, suplantándolas por reuniones en las secciones de las fábricas y por conferencias». (Partido Comunista (bolchevique de la URSS); Preparación de las organizaciones del partido para la elección del Soviet Supremo de la URSS bajo el nuevo sistema electoral y la correspondiente reorganización del trabajo político del partido; Resolución adoptada por el Pleno del Comité Central del Partido Comunista (bolchevique de la URSS) en conexión con el informe Andréi Zhdánov, 27 de febrero de 1937)

Pero esto no puso fin a todos los desmanes del NKVD, porque existen pruebas es de que Beria, como nuevo jefe del NKVD, se vio presionado a seguir las directrices y resoluciones que marcaban una restitución de la legalidad socialista, lo que no quita que realizase una labor de zapa, como muchos funcionarios denunciaron:

«Parece que la decisión del Comité Central del partido del 17 de noviembre de 1938 debería haber movilizado toda la atención sobre la rectificación inmediata de la política criminal del bastardo Ezhov y su camarilla criminal, que literalmente ha aterrorizado a personas soviéticas, ciudadanos honestos, dedicados, a veteranos miembros del partido y a organizaciones enteras del partido. En realidad, algo más está sucediendo. El camarada Pankrat'ev, quien reemplazó al camarada Vyshinsky, no puede garantizar la implementación de esta decisión crítica del Comité Central del partido debido a su falta de autoridad en la Fiscalía y particularmente a los ojos del personal de NKVD. Es extraño decirlo, pero es un hecho que el camarada Beria no solo no arde en deseos de liberar a personas totalmente inocentes, sino que, por el contrario, está llevando a cabo una política definitiva para obstaculizar este esfuerzo y está utilizando su autoridad para mantener el «honor del uniforme». (...) Aquí, en una conferencia especial, el papel decisivo y la última palabra no pertenecen al representante de supervisión del Procurador, sino al camarada Beria y su séquito, quienes, con todos los medios y recursos a su disposición, están violando los requisitos de la Fiscalía para detener estas acciones. (...) Se hace evidente que la línea seguida por el camarada Beria no tiene nada en común con las directivas del partido». (Carta de los fiscales a Zhdánov 28 de octubre de 1938)

Este documento echa abajo el discurso de los revisionistas que defienden a Beria como el «restaurador del orden», cuando fueron Stalin, Zhdánov y todo el partido los que impulsaron un control efectivo sobre el NKVD y los que ejercieron presión para que Beria, como nuevo jefe del organismo, aplicase las resoluciones aprobadas por el partido:

«En 1939, el NKVD arrestó a más de 44 mil personas, aproximadamente una décima parte del número arrestado en 1938. La mayoría de estos arrestos fueron en Ucrania occidental y Bielorrusia [como resultado de la toma de estos territorios de Polonia en septiembre de 1939 y los arrestos de funcionarios polacos y colonos]. Durante el mismo año, alrededor de 110,000 personas fueron liberadas después de la revisión de casos de detenidos en 1937-1938». (Khaustov, V. y L. Samuel’son; NKVD y represión, 1936–1938, 2006)

En el congreso de 1939, Zhdánov explicaría por qué las purgas masivas no podían cumplir un carácter positivo y había sido correcta su detención: 

«No hay necesidad del método de la purga masiva. Esto se demuestra por el hecho de que el trabajo más importante en cuanto a purificar las filas del partido de los enemigos del pueblo, traidores, traficantes de traición y agentes fascistas, se ha realizado después del fin de las purgas masivas». (Andréi Zhdánov; Modificaciones en el reglamento del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética: Informe en el XVIIIº Congreso del PC (b) de la US, 18 de marzo de 1939) 

Y añade: 

«Y hay buena razón para ello. Los nuevos métodos en las actividades subversivas practicados por los elementos hostiles en las filas del partido es el doble-juego, enmascarando sus actividades subversivas por una demostración externa de que estaban de acuerdo con la línea del partido, fingiendo una preparación para luchar en favor de sus decisiones. Sabemos que los elementos hostiles hicieron un amplio empleo de demostraciones ruidosas, actividades simuladas, practicaron el servilismo, los discursos pomposos, grandes saludos etcétera para engañar y hacer bajar la vigilancia de nuestros líderes. En consecuencia, el método de la purga masiva tenía muy poco efecto y no lograba su propósito en cuanto a desparasitar al partido de elementos hostiles y que estaban ocultando su verdadero carácter a través del doble juego y la estafa al partido». (Andréi Zhdánov; Modificaciones en el reglamento del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética: Informe en el XVIIIº Congreso del PC (b) de la US, 18 de marzo de 1939) 

Derivándose de estas estrategias, los enemigos de clase, los elementos hostiles al poder soviético, utilizaban las siguientes tácticas/técnicas: 

1) La difamación de cuadros bajo la excusa de falta de vigilancia: 

«Cambiando de táctica, el enemigo se fijó sobre la cuestión de la vigilancia y la hizo una cuestión capital de fuera de ella, tratando bajo una máscara crear una charla hipócrita sobre la vigilancia para victimizar a tantos comunistas honestos como sea posible con el objeto de fomentar la desconfianza mutua y desorganizar nuestras filas. La difamación de personas honestas con el pretexto de la «vigilancia» es en la actualidad el método más difundido utilizado para enmascarar y proteger sus propias actividades hostiles. Si uno quiere descubrir los nidos de avispas enemigas todavía no expuestos, hay que buscarlos sobre todo entre los calumniadores». (Andréi Zhdánov; Modificaciones en el reglamento del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética: Informe en el XVIIIº Congreso del PC (b) de la US, 18 de marzo de 1939) 

2) El enfoque biológico a la hora de purgar: 

«Un tipo de enfoque biológico para tratar a la gente, a los miembros del partido, se ha convertido en una práctica muy extendida. Esta es una teoría en la que los comunistas no son juzgados según sus propias obras, sino por las de sus familiares, cercanos y distantes. Una ideología errónea o preferencias sociales de alguna bisabuela puede arruinar las carreras de muchas generaciones de sus descendientes. (Risas) Tal actitud es absolutamente ajena al marxismo. Debemos partir del principio anunciado en varias ocasiones y que ha sido destacado por el camarada Stalin, a saber, que el hijo no es responsable de lo del padre, y que cada miembro debe ser juzgado por sus propios actos. Por desgracia, es una práctica muy extendida entre nosotros juzgar el negocio y carácter político de un hombre no por su propio trabajo, sino por el carácter de sus parientes y antepasados, cercanos y lejanos». (Andréi Zhdánov; Modificaciones en el reglamento del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética: Informe en el XVIIIº Congreso del PC (b) de la US, 18 de marzo de 1939) 

En el caso de la URSS, queda demostrado que no fue Beria quien impulsó una defensa de la legalidad socialista, sino que incluso ayudó a la perpetuación de los peores vicios que el NKVD había cosechado durante la época de Yagoda y Yezhov. En todo caso, sus mejores servicios fueron gracias al férreo control que el partido ejerció durante algunos periodos. Prueba de que Beria no era de confiar fue la nueva intervención que el partido se vio obligado a hacer en Georgia con sus subordinados, como Rapava, Baramia y otros, acusados de malversación en el Caso de Mingrelia de 1951. Véase los archivos rusos y las resoluciones del partido entre 1951-52 sobre el mismo. Por supuesto, a la muerte de Stalin, Beria se encargó de restituirlos a todos en sus puestos a mediados de abril de 1953. 

En el resto de países, en caso de que hubieran ocurrido violaciones de la legalidad durante los años de Stalin, como tanto insistieron en señalar Beria y Jruschov, la culpa recaía no en los consejos de Stalin sobre materia de seguridad, que en su naturaleza eran correctos, sino en que la responsabilidad recaía en las direcciones de los respectivos partidos gobernantes, que eran los encargados de dilucidar colectivamente cómo proceder y supervisar el cumplimiento. Todo lo demás es un intento cobarde de «lavarse las manos».

No olvidemos que, en el caso de Rumanía, por ejemplo, la dirección alrededor de Dej utilizaría los servicios de seguridad del Estado para aplastar, a finales de los años 50, a los marxista-leninistas, algo que mismo Dej confesaría a Jruschov en los 60 diciendo que «no tenía que realizar ningún reagrupamiento en las filas del partido porque ya se había librado de todos los estalinistas en 1952». 

Si miramos las transcripciones de los documentos históricos de la época, los jruschovistas instigaron todas las reformas en los gobiernos de los países socialistas. Reformas que, a la postre, llevarían en lo político a la degeneración de esos partidos comunistas bajo la promoción de elementos oportunistas y otros anteriormente purgados; en lo económico, conducirían a una rápida restauración del capitalismo bajo la dependencia de la nueva URSS socialimperialista; y en lo cultural, llevarían a reactivar un modo de pensar y actuar aburguesado que reforzaba todo lo anterior. Pero esto viene de mucho antes.

No se puede entender la restauración del capitalismo en el campo socialista sin estudiar las reuniones que el liderazgo soviético mantuvo con el liderazgo húngaro, que hemos visto anteriormente, en las que Mólotov y Beria fueron decisivos para animar este ambiente de reformas antiestalinistas:

«Beria: La industrialización se ha sobre intensificado, sobre todo el desarrollo extremo de la industria pesada y la industria militar para dejar de lado las inversiones y la producción agrícolas. El error se ve agravado por el rápido ritmo de la colectivización agrícola que fue más allá de lo permitido a las condiciones económicas y políticas existentes, que no solo tuvo una influencia negativa sobre la producción agrícola, sino que dañó la relación del Estado y el partido con los campesinos. (...) La realidad, la eficiencia y los aspectos de la cooperación económica en otros países del campo socialista deben ser los factores decisivos durante el nuevo examen de las inversiones. En línea con esto, las inversiones que son ineficientes deben terminar, y donde la correcta utilización de los recursos económicos del país lo requiere, no deben ser frenados. Las inversiones en la agricultura deben aumentarse. El desarrollo de colectividades agrícolas sin duda debe ser frenado. Más apoyo debe ser proporcionado por los campesinos cultivan individualmente –fertilizantes, la agricultura mecanizada, contratos para la producción–. (...) El nuevo examen de los planes económicos nacionales y las recomendaciones tendentes a reestructurar debe completarse antes del 1 de agosto de 1953». (Transcripción de la conversación entre los líderes soviéticos y la Delegación Partido Húngaros de los Trabajadores en Moscú, 16 de junio de 1953)

En junio de 1953, Imre Nagy, anteriormente purgado por sus teorías titoistas, se convirtió en Primer Ministro de Hungría bajo el apoyo activo de la dirección revisionista soviética. Imre Nagy luego reconocería que:

«Las disposiciones de la resolución de junio de 1953 y el asesoramiento de los camaradas soviéticos se demostraron oportunas y justas». (Imre Nagy; Un comunismo que no olvida al hombre, 1957)

Como reconoce el historiador burgués François Fejtő, las medidas económicas concertadas, adoptadas conjuntamente por los socialimperialistas y sus cohortes de revisionistas en los ex-países de las democracias populares, consistieron en:

«La renuncia a la industrialización exagerada, apostando por el desarrollo prioritario de la industria ligera, la disminución de la colectivización y la abolición de las medidas antikulaks». (François Fejtő; Historia de las democracias populares; Tomo II, después de Stalin, 1953-1971, 1992)

Esto daría como resultado en la economía húngara:

«En 1956, más del 60% de los koljóses húngaros habían sido disueltos, no representando ahora más que el 10% de la tierra cultivada después de la contrarrevolución de los titoistas húngaros. También en Polonia, el número de los koljóses había sido dividido por seis entre 1956 y 1957, siendo este último un año para el cual el 87% de la tierra estaba en manos de los campesinos privados. Si los elementos pro-burgueses de las democracias populares tenían interés en apoyarse en la dirección revisionista soviética, los revisionistas soviéticos tenían interés en sostener a los revisionistas indígenas con vistas a transformar a los países de ex democracia popular en neocolonias, y seguirían apoyándolos en la medida en que estos revisionistas no se opusieran a su integración en la esfera de influencia de socialimperialismo soviético. En 1956, más del 60% de los koljóses húngaros habían sido disueltos, no representando ahora más que el 10% de la tierra cultivada después de la contrarrevolución de los titoistas húngaros. También en Polonia, el número de los koljóses había sido dividido por seis entre 1956 y 1957, siendo este último un año para el cual el 87% de la tierra estaba en manos de los campesinos privados. Si los elementos pro-burgueses de las democracias populares tenían interés en apoyarse en la dirección revisionista soviética, los revisionistas soviéticos tenían interés en sostener a los revisionistas indígenas con vistas a transformar a los países de ex democracia popular en neocolonias, y seguirían apoyándolos en la medida en que estos revisionistas no se opusieran a su integración en la esfera de influencia de socialimperialismo soviético». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)

Como aquí se ve, Beria fue cómplice directo de los primeros pasos antiestalinistas y del camino revisionista de las reformas político-económicas. Colaboró con Jruschov y demás oportunistas en aquellas visitas privadas a las direcciones del resto de partidos comunistas gobernantes. En ellas empleó el chantaje, el soborno, la calumnias y la intimidación para encadenar a las democracias populares al carro de la traición revisionista y su hegemonía socialimperialista.

Pero sus ideas equivocadas en materia internacional no terminan aquí. Otra cuestión muy comentada ha sido su posición al respecto de la República Democrática Alemana (RDA). La dirección soviética encabezada por Malenkov, Mólotov, Beria, Jruschov y compañía abandonaría en la cuestión alemana una posición coherente para centrarse en posiciones chovinistas de gran Estado, convirtiendo la cuestión alemana en una mera mercancía, en una moneda de intercambio con los otros Estados imperialistas:

«El 25 de abril de 1953, en respuesta al discurso de Eisenhower del 16 de abril, Pravda dijo que la reunificación alemana sería posible antes de concluir un tratado de paz, distanciando así de la insistencia de Stalin de que ambas Alemanias tomasen parte en ese tratado. Un mes más tarde, el 25 de mayo, Pravda fue más allá en estas líneas al anunciar que Moscú pondría la reunificación de Alemania en el centro de su política europea y pedía una política «coordinada» por las cuatro potencias para resolver el problema». (James Richter; Reexaminando política soviética hacia Alemania durante el interregnum de Beria, 1992)

En los meses siguientes no hubo una aclaración sobre el tema:

«Las divisiones en el Presídium impidieron que los líderes tomaran una decisión. (...) Molotov informa que Beria intentó una vez más conseguir que se aceptara la reunificación de Alemania. (...) Malenkov favoreció la reunificación como un país neutral porque consideraba la división de Alemania artificial y contraria a la evolución histórica de ese país. (...) Molotov, por el contrario, se centró en el carácter traidor de la propuesta de Beria». (James Richter; Reexaminando política soviética hacia Alemania durante el interregnum de Beria, 1992)

Algunos historiadores revisionistas defensores de Beria argumentan que esta posición es correcta, pues el propio Stalin ofreció la unificación alemana a los países imperialistas en diversas ocasiones. Eso es cierto y lógico, pues dicha división era artificial y antihistórica y, efectivamente, las propuestas fueron muy comunes, especialmente entre 1945-47. Pero una vez desplegada la Guerra Fría en todo su esplendor, esta posición carecía de sentido, pues se probó que, si bien los comunistas debían seguir haciendo propaganda entre las masas alemanas a favor de la unificación, debían tener claro que los imperialistas no pensaban permitirla. En consecuencia, Stalin aconsejó liberarse de las ilusiones de cualquier reunificación pacífica y voluntaria, instando a los alemanes orientales a reforzar su Estado independiente:

«El camarada Stalin dice que en su última conversación W. Pieck planteó la cuestión de las perspectivas del desarrollo alemán en relación con las propuestas soviéticas sobre el tratado de paz y la política de los estadounidenses y los británicos en Alemania. El camarada Stalin cree que, independientemente de las propuestas que hagamos sobre la cuestión alemana, las potencias occidentales no estarán de acuerdo con ellas y no abandonarán de ninguna forma la Alemania Occidental. Pensar que seríamos capaces de lograr un compromiso o que los estadounidenses aceptarían el proyecto de tratado de paz sería un error. Los estadounidenses necesitan un ejército en Alemania Occidental, para poder tener toda Europa en sus manos. Están diciendo que mantienen al ejército allí contra nosotros. En realidad, sin embargo, la misión de su ejército allí es controlar Europa. Los norteamericanos arrastrarán a Alemania Occidental al pacto de la OTAN. Ellos crearán tropas de Alemania Occidental. Adenauer está en el bolsillo de los estadounidenses. Todos los ex fascistas y generales también están allí. En realidad, se está creando un Estado independiente en Alemania. Y ustedes también necesitan organizar un Estado independiente». (Conversación entre Iósif Stalin y el liderazgo del SED, 7 de abril de 1952)

Bajo la propuesta de Beria sobre una «Alemania capitalista neutral y pacífica», Jruschov, Mólotov, Malenkov ya tenían una razón de peso para atacarle con una crítica sólida y deshacerse de él en sus intentos de acceder al poder absoluto.

«Malenkov: Hay que decir que, en la discusión de la cuestión alemana, Beria no propuso corregir ese curso de forzar la construcción del socialismo, sino que rechazo cualquier curso por el socialismo en la RDA, y propuso un curso para una sola Alemania burguesa. A la luz de todo lo que ahora sabemos acerca de Beria, hay que volver a evaluar este punto de vista. Esto le caracteriza claramente como un regenerado burgués.

Jruschov: Beria mostró más claramente a sí mismo como un instigador, un agente de los imperialistas, durante la discusión de la cuestión alemana, cuando se planteó la cuestión de rechazar la construcción del socialismo en la RDA y hacer concesiones a Occidente. Esto significó la entrega de 18 millones de alemanes al dominio de los imperialistas norteamericanos. Él dijo: «Debemos crear una Alemania neutral, democrática». ¿Puede una Alemania democrático-burguesa ser verdaderamente neutral? ¡¿Es posible? Beria dijo: «Vamos a concluir un tratado». ¿Y lo que es digno de este tratado? Sabemos lo que los tratados valen. (...) Beria no es ingenuo, no es un tonto. Él es inteligente, astuto y traicionero. No se ha comportado como un comunista, sino como un instigador, solo Dios sabe, si tal vez estaba recibiendo órdenes de los agentes de espionaje extranjera. (...)

Molotov: Para la mayoría de nosotros se demostró verdadera cara política de Beria, cuando en mayo se llevó hasta la discusión de la cuestión alemana. (Transcripción de las sesiones del Pleno del CC del PCUS sobre los puntos de vista de Beria sobre la cuestión alemana, 2 de julio de 1953)

Si bien aquí vemos un tanteo, posteriormente Jruschov aprovecharía la propuesta de Beria para tacharlo de agente extranjero en base a estas declaraciones.

Malenkov diría, en julio de 1953, que Beria incluso le había propuesto un restablecimiento de las relaciones con Yugoslavia:

«Malenkov afirmó en su discurso que Beria se le acercó justo antes de su detención con un plan, que Malenkov rechazó, era tratar de normalizar las relaciones con Yugoslavia a través del Ministerio del Interior. Los líderes del partido informaron además que entre los papeles de Beria había una carta a Aleksandar Ranković, el jefe de la política secreta yugoslava, proponiendo negociaciones secretas para mejorar las relaciones entre los dos países, lo que podría incluso incluir un encuentro entre Beria y el líder yugoslavo Tito». (James Richter; Reexaminando política soviética hacia Alemania durante el interregnum de Beria, 1992)

En realidad, el propio Malenkov estaba de acuerdo con dicha propuesta y anunciaría el 8 de agosto de 1953 la intención de normalizar las relaciones entre la URSS y Yugoslavia. Esto solo constataba que Malenkov, como tantos, solo contribuía en una lucha de poder sin principios. Véase el capítulo: «Sobre Malenkov» de 2017.

Realmente preguntamos, ¿quién puede tener como ídolo a este ser?

En torno a las acusaciones de abusar de su poder durante arrestos e interrogatorios, varios de sus subordinados dijeron en sus últimas palabras:

«Presidente Konev: Declaro completada la investigación judicial. Acusado Goglidze, usted tiene la última palabra.

Goglidze: Mi delito es seguir todas las instrucciones de Beria, por lo que disparamos a personas inocentes. Esto significa que no estaba a la altura de mi posición, no podía entender la situación.

Me declaro culpable de haber participado en las represiones de 1937-1938, cuando muchas personas inocentes sufrieron por el uso de métodos ilegales de investigación contra los detenidos mediante palizas. Sin embargo, actué sin intención contrarrevolucionaria, sino obedeciendo ciegamente las órdenes criminales de Beria.

Le pido al tribunal que cambie la calificación de mis acciones penales por artículos sobre malversación.

Presidente Konev: Acusado Kobulov, usted tiene la última palabra.

Kobulov: Solo después de leer todos los materiales del caso, me convencí de que Beria es un viejo enemigo que se introdujo en el partido. Incluso él se vio obligado aquí en la investigación judicial a admitir su participación en la contrainteligencia de Musavat como su agente. Mi desgracia es que antes tomé a Beria por un hombre honesto y cumplí incondicionalmente sus órdenes. Ahora puedo ver que muchas de las instrucciones de Beria fueron criminales. Participé en la implementación de estas instrucciones y por lo tanto debo responder ante el tribunal, pero en el momento en que recibí sus instrucciones, no pensé que fueran criminales. No cometí ningún delito conscientemente. Confié ciegamente en Beria, que ocupaba un puesto especial en el Estado, y seguí todas las instrucciones de Beria. Pido al tribunal que vuelva a clasificar mi cargo de artículos sobre crímenes contrarrevolucionarios a otros artículos,

Presidente Konev: Acusado Dekanozov, usted tiene la última palabra.

Dekanozov: De hecho, estaba cerca de Beria. Los principales rasgos de carácter de Beria son el arribismo, la ambición, la proyección de su papel en el Estado. Sin embargo, todo esto de alguna manera pasó de largo para mí. Yo y otras personas cercanas a Beria miramos sus rasgos negativos a través de sus dedos.

He cometido algunos crímenes, pero no son crímenes contrarrevolucionarios. Soy culpable de atacar a Borovoy y ahora me alegro mucho de que esté vivo. Niego mi culpa en el caso de Kedrov, Golubev y Baturina. Hubo una gran provocación por parte de Beria, y la masacre cometida sobre Baturina, Kedrov y Golubev es el crimen de Beria. Este caso es desagradable, ya que, al arrestar a Baturina, Kedrov y Golubev, Beria esperaba golpear a otras personas que ocupaban una posición social más alta. Observando a Kedrov, Golubev y Baturina, solo cumplí la orden criminal de Beria.

Reconozco los hechos de mi decadencia moral. Durante el juicio, cuando se investigaron temas relacionados con mi carácter moral, me veía muy mal y aunque algunos hechos son exagerados, lo que he hecho lo considero completamente inaceptable para mí.

Le pido al tribunal que tenga en cuenta que no cometí delitos contrarrevolucionarios y me condene en virtud de otros artículos del código penal.

Presidente Konev: Acusado Wlodzimirsky, usted tiene la última palabra.

Wlodzimirski: Solo supe que los delitos se cometieron en el NKVD, y luego en el MGB y el Ministerio del Interior, cuando me familiaricé con el caso. Una vez más declaro que no era una persona cercana a Beria. Confirmo que participé en las palizas de los detenidos, pero al hacerlo asumí que Beria estaba dando órdenes para las palizas habiéndolas coordinado previamente.

Firmé las conclusiones sobre la ejecución de 25 detenidos, fechándolas retroactivamente, por orden de Merkulov.

La orden de arresto de Konstantin Ordzhonikidze fue firmada por mí sobre la base de la orden de Kobulov.

Una vez más, le pido al tribunal que evalúe objetivamente todas las pruebas reunidas en mi contra y cambie las calificaciones de mi acusación.

Presidente Konev: Acusado Meshik, usted tiene la última palabra.

Meshik: Me declaro culpable de ser cómplice de varios de los crímenes de Beria, sin saber que es un enemigo. Esto es mi culpa. Quiero recibir el castigo más severo con esta redacción. No quiero indulgencia, pero júzgame por lo que tengo la culpa. Sin embargo, no me declaro culpable de ningún delito mientras trabajaba en Ucrania». (Sukhomlinov Andrey Viktorovich; ¿Quién eres, Lavrenty Beria?: Páginas desconocidas del caso penal, 2004)

¿Si supuestamente sabían que iban a ser fusilados, como dicen los seguidores de Beria, para que se prestaron entonces a reconocer estos crímenes y rechazar otros? ¿Es una defensa selectiva de la verdad? Esto también lo haría su jefe. En su alegato final, Beria se defendería de algunos cargos y reconocería otros:

«Ya le he mostrado al tribunal que me declaro culpable. Durante mucho tiempo oculté mi servicio en la inteligencia contrarrevolucionaria de Musavat. Sin embargo, declaro que, incluso mientras servía allí, no hice nada dañino. Reconozco completamente mi decadencia moral. Numerosas conexiones con mujeres mencionadas aquí me deshonran como ciudadano y exmiembro del partido. (...) Reconociendo que fui responsable de los excesos y perversiones de la legalidad socialista en 1937-1938, le pido al tribunal que tenga en cuenta que no tenía objetivos egoístas y hostiles. La razón de mis crímenes es la situación de esa época. (...) No me considero culpable de un intento de desorganizar la defensa del Cáucaso durante la Gran Guerra Patria. Cuando lo sentencio, le pido que analice cuidadosamente mis acciones, no que me considere como un contrarrevolucionario, sino que me aplique solo aquellos artículos del Código Penal que realmente merezco». (Mlechin Leonid Mikhailovich; Kremlin-1953. La lucha por el poder es fatal, 2018)

El juicio sería celebrado el 23 de diciembre del mismo año bajo acusaciones de traición, espionaje y abuso de poder. Su fusilamiento y el de sus allegados serían llevados a cabo el mismo día.

Mólotov, años después, negó que el georgiano fuese un agente extranjero, como se dijo en 1953, pero identificaría a Beria como «más a la derecha que el propio Jruschov» y no descartó que fuese el autor de la muerte de Stalin, según los comentarios que espetó en su funeral:

«No excluyo que Beria provocase la muerte de Stalin. A juzgar por lo que me dijo y sentí… el primero de mayo de 1953, sobre la tribuna del Mausoleo, cuando me hizo alusiones de este género. Quería suscitarme deseos de complicidad. Me decía: «Lo he hecho desaparecer». Intentaba implicarme en ello. «¡Os he salvado a todos!». Como si esto me beneficiase. (...) Considero a Jruschov como un tipo derechista, pero a Beria como mucho más a la derecha. Los dos eran derechistas. Y Mikoyán también. Pero eran personalidades diferentes. Jruschov era derechista y completamente podrido, pero Beria era aún más derechista y más podrido. (...) Jruschov era sin duda un tipo reaccionario, que consiguió infiltrarse en el Partido. No creía en ninguna suerte de comunismo, estoy seguro. Considero a Beria como un enemigo. Se ha infiltrado en el Partido con fines pérfidos. Beria era un hombre sin principios. (…) Considero a Beria como un agente del imperialismo. Agente no significa espía». (Félix Tchouev; Memorias de Mólotov: Dentro de las políticas del Kremlin, 1993)

Es comprensible que, en sus memorias, Mólotov exagerase todo lo referente a Jruschov, que era el culpable directo de su caída del liderazgo, pero... ¿qué obtenía Mólotov, retirado ya de la política, mintiendo sobre el carácter de Beria y su responsabilidad en la muerte de Stalin? Absolutamente nada. Algunos pensarían que, años después de los sucesos que marcarían su declive, Mólotov pudo reflexionar y llegar a la conclusión de que fue un error apoyar a Jruschov y a otros en la defenestración de Beria, pero seguía creyendo firmemente que la purga de Beria no fue un error salvo por el hecho de acusarle de espía, ¡porque realmente era más derechista y podrido que Jruschov!

En lo sucesivo, Beria fue utilizado como cabeza de turco para allanar el camino a Jruschov. Ante la imposibilidad de acusar a Stalin directamente, Jruschov encontró en Beria el causante del «malentendido» yugoslavo-soviético para tener una excusa con la que rehabilitar y reconciliarse con el revisionismo yugoslavo. Tito hizo lo propio con la purga de Milovan Đilas. Así, Jruschov y Tito firmaron la paz en 1954. Igualmente, en las rehabilitaciones de personajes purgados como Imre Nagy y János Kádár en Hungría, o Władysław Gomułka y Grzegorz Korczyński en Polonia, Jruschov utilizó de nuevo la carta de Beria para presionar a las direcciones, proclamando que Beria había intervenido de forma abierta o clandestina para confundir a los servicios secretos de estos países e influir en la condena de estos oportunistas. Así, logró que la mayoría de direcciones aceptaran el relato por falta de valentía o miedo, como en el caso de Rákosi.

Esto que Jruschov hizo con Beria no sería algo excepcional en las tácticas del ucraniano para alcanzar sus fines. Con Malenkov y Zhúkov hizo lo mismo, y una vez utilizados para elaborar un complot contra otros revisionistas rivales y finalizada su utilidad, estos fueron desechados, degradados y, finalmente, expulsados del partido. Roma no paga a traidores.

Por supuesto, hay muchas otras cuestiones que analizar sobre Beria, especialmente en lo relativo a las responsabilidades de Jruschov y Beria, así como al miedo mutuo al conocimiento de las irregularidades del otro, pero en aras de la brevedad no nos alargaremos más, pues creemos que estas pruebas son más que suficientes para demostrar que Beria jugó un rol antiestalinista y abiertamente contrarrevolucionario. 

En resumen, para gente como Roberto Vaquero, Beria puede ser, efectivamente, un buen referente a seguir, pues, como él, es un buen intrigador, un ser promiscuo que se aprovecha de su poder para abalanzarse sobre jovencitas, un doctrinario cuya acción es diametralmente opuesta a su palabra, el típico adulador que se dice defensor de Stalin, pero se une a sus detractores revisionistas para difamarlo». (Equipo de Bitácora (M-L)Antología sobre Reconstrucción Comunista y su podredumbre oportunista, 25 de septiembre de 2017)

2 comentarios:

  1. Hola, buen artículo solo querría saber de donde habéid extraido la Resolución del Consejo de Comisarios del Pueblo y el Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética; Sobre los arrestos, las prosecuciones púbicas y la conducta de las investigaciones, 17 de noviembre de 1938 ya que no he podido encontrarla por ningún lado, si me facilitaran un link o algo sería de gran ayuda. Muchas graciad por adelantado y un saludo.

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  2. http://garkolektiboa.blogspot.com/2012/05/el-documento-que-declaro-el-fin-de-la.html

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«¡Pedimos que se evite el insulto y el subjetivismo!»