«Lejos de nosotros el lamentarnos porque de pronto los financieros e industriales en nuestro país descubren que en definitiva los Estados que componen el Mercado Común son rapaces capitalistas y que como tales tratan de apretar las clavijas a los más débiles.
Es cierto que sobre la base de condicionar a su favor a los menos fuertes, los países más fuertes tratan en la medida en que las contradicciones entre ellos no se lo impide, presentar un bloque común frente a la brutalidad y agresividad económica, comercial y financiera dé los EE.UU. y también de los socialimperialistas rusos; pero siendo este aspecto muy importante, la característica determinante del llamado Mercado Común es la de ser un conjunto de Estados capitalistas, en el seno del cual los más fuertes se aprovechan bajo uno u otro pretexto de los más débiles. Y, naturalmente, esto no ocurre por azar, sino en virtud de la misma esencia y de la naturaleza capitalista e imperialista de los países que lo componen.
Esta apreciación, que ha sido la del Iº Congreso de nuestro Partido de 1973 frente a la cuestión de la adhesión de nuestro país al Mercado Común, ha sido una vez más confirmada por los recientes hechos en tomo a las nuevas negociaciones iniciadas a primeros de julio entre la España franquista y la Comunidad Europea. Ya no se trata de camuflajes de carácter pseudopolíticos para que dicha entidad dicte unas condiciones leoninas respecto a los productos industriales que el Mercado Común pretende exportar a España, sino que trata claramente de obtener un desarme arancelario de un 80 por 100 en los próximos años para sus productos industriales, al mismo tiempo que levantan todo tipo de barreras y limitaciones para las exportaciones de los productos agrícolas españoles, incluido uno de los productos clave de nuestra producción como es el aceite de oliva.
Podríamos decir que estos enjuagues son guiñoleseos, sino fuera porque en definitiva quienes salen perdiendo son siempre las masas trabajadoras; son enjuagues entre bandidos capitalistas, aunque estos bandidos se cubran con pomposos títulos de «ministros», «expertos» en esto y aquello, etc. En lo que sí son expertos todos ellos, es un arte de ver quién engaña a quién, y en ponerse de acuerdo y llegar en definitiva a compromisos descargando las consecuencias de sus chalaneos sobre las espaldas de los pueblos.
España, siendo como es actualmente un país de economía débil y dependiente, está no sólo a la merced de los imperialistas yanquis, sino también, aunque en menor medida, de los demás países capitalistas que tratan por su parte de aprovecharse tanto como pueden de esta situación.
Entre las medidas que los medios oficiales franquistas proponen para hacer frente a las exigencias del Mercado Común, una de ellas es la de acelerar el proceso de concentración y fusión de empresas para hacerlas «más rentables», y otra la de evitar que los costos sociales de la producción graven sobre los precios de los productos. En pocas palabras, de un lado hacer más difícil la existencia de las pequeñas y medias empresas, para lo cual el gobierno franquista subvenciona aún más descaradamente a los grandes magnates de la industria y el comercio para así hacer desaparecer a los menos fuertes, y de otro lado, oponerse a toda mejora de las condiciones de empleo de las masas trabajadoras y a toda subida de salarios.
Resulta archievidente cuan justa es la oposición de nuestro Partido cuando denunciamos los trapicheos a espaldas y en detrimento de nuestro pueblo por ingresar en el Mercado Común, ya que dicho ingreso sólo puede beneficiar, como vemos, a los sectores oligárquicos en el Poder.
Salta también a la vista, cómo la posición ante esta cuestión del renegado Carrillo de pronunciarse a favor de la adhesión de España al Mercado Común, no coincide con los intereses de la economía española en su conjunto y aún mucho menos de las masas trabajadoras, sino exclusivamente con los intereses de las castas oligárquicas, fascistas y ultrarreaccionarias que desde el aparato del Estado, y sirviéndose del erario público van a preparar sus negocios en su beneficio exclusivo.
Pretender encubrir con complicadas explicaciones «supertécnicas» la necesidad del ingreso de España en el Mercado Común, es echar arena a los ojos de las masas trabajadoras, engañarlas para mejor servir a los intereses de los oligarcas fascistas, los cuales sí están interesados en entrar en el tinglado europeo, para participar conjuntamente con sus «socios europeos» en la explotación y opresión de las masas trabajadoras de Europa.
Finalmente, es de señalar que dada la dependencia y los estrechos vínculos de toda nuestra economía –especialmente los sectores más importantes–, respecto al capital norteamericano, y cuenta habida del papel de trampolín y de intermediaria de la dictadura franquista al servicio de los intereses yanquis, ésta hará cuanto pueda por integrarse de uno u otro modo al Mercado Común, pese a las voces disidentes y a las reservas que se manifiestan entre los sectores más fuertes de nuestra economía, tanto en la agricultura como en la industria». (Elena Ódena; Los intereses del pueblo español no pueden coincidir con los del Mercado Común, 1973)
La línea del viejo PCE (m-l) era similar a la del partido albanés:
«El Mercado Común Europeo y la «Europa unida», esta gran unión de los monopolios capitalistas y de las sociedades multinacionales para explotar a los pueblos y a las masas trabajadoras de Europa y del mundo, son para los eurocomunistas una «realidad» que debe ser admitida. Pero admitir esta «realidad» significa admitir la supresión de la soberanía y de las tradiciones culturales y espirituales de los diversos países europeos en favor de los intereses de los grandes monopolios, la liquidación de la personalidad de los pueblos europeos y su transformación en una masa de oprimidos por las multinacionales, dominadas por el gran capital estadounidense. Las consignas de los eurocomunistas de que su participación en «el parlamento y en los otros organismos de la comunidad europea conducirá a la transformación democrática» y a la creación de una «Europa de los trabajadores», son puro engaño y demagogia. Tal como la sociedad capitalista de cada país no puede transformarse en una sociedad socialista a través del «camino democrático», Europa tampoco puede llegar a ser socialista a través de los discursos que los eurocomunistas pronuncian en las reuniones propagandísticas del parlamento de la «Europa unida». Por eso la actitud de los eurocomunistas hacia el Mercado Común Europeo y la «Europa unida» es una actitud propia de oportunistas y esquiroles, que emana de su línea de reconciliación de clase y de sumisión a la burguesía, y tiende a desorientar a las masas trabajadoras, contener su ímpetu combativo en defensa de sus propios intereses de clase y los de la nación entera». (Enver Hoxha; Eurocomunismo es anticomunismo, 1980)
La cual era sin duda la posición leninista al respecto:
«Desde el punto de vista de las condiciones económicas del imperialismo, es decir, de la exportación de capitales y del reparto del mundo por las potencias coloniales «avanzadas» y «civilizadas», los Estados Unidos de Europa, bajo el capitalismo son imposibles o son reaccionarios. (...) Desde luego, son posibles acuerdos temporales entre los capitalistas y entre las potencias. En este sentido son también posibles los Estados Unidos de Europa, como un acuerdo de los capitalistas europeos ¿sobre qué? Sólo sobre el modo de aplastar en común al socialismo en Europa, de defender juntos las colonias robadas contra el Japón y los Estados Unidos. (...) Los Estados Unidos de Europa significarían la organización de la reacción». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La consigna de los Estados Unidos de Europa, 1915)
La cual era sin duda la posición leninista al respecto:
«Desde el punto de vista de las condiciones económicas del imperialismo, es decir, de la exportación de capitales y del reparto del mundo por las potencias coloniales «avanzadas» y «civilizadas», los Estados Unidos de Europa, bajo el capitalismo son imposibles o son reaccionarios. (...) Desde luego, son posibles acuerdos temporales entre los capitalistas y entre las potencias. En este sentido son también posibles los Estados Unidos de Europa, como un acuerdo de los capitalistas europeos ¿sobre qué? Sólo sobre el modo de aplastar en común al socialismo en Europa, de defender juntos las colonias robadas contra el Japón y los Estados Unidos. (...) Los Estados Unidos de Europa significarían la organización de la reacción». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La consigna de los Estados Unidos de Europa, 1915)
Y entraba en contradicción con la línea maoísta de China, que apoyaba tanto en privado como en público la Comunidad Económica Europea (CEE) en base a su teoría de los tres mundos:
«En su discurso Li Chiang, ministro de comercio exterior, dijo que el señor Soames es el primer representante oficial de la Comunidad Económica Europea que ha visitado China y que su visita promueve un nuevo progreso en las relaciones entre China y la Comunidad Económica Europea. Señaló: «Desde el establecimiento de la Comunidad Económica Europea, ha habido una creciente tendencia hacia la unidad entre los países de Europa Occidental. No obstante ante la presión e intervención externas, han hecho continuos esfuerzos para salvaguardar su soberanía e independencia. Esto constituye un factor positivo en el desarrollo de la situación internacional. Agrego: Quisiéramos ver el desarrollo de mejores relaciones entre la Comunidad Económica Europea y los países del tercer mundo. Nos asiste la convicción de que, siempre que se unan los países que están sometidos a la agresión, interferencia y control de las superpotencias, frustrarán los complots de esas superpotencias que buscan hegemonía mundial». (Pekín Informa; Vol 18, No. 20, 16 de mayo de 1975)
«Presidente Ford: «Estamos muy preocupados por la situación en España también, señor presidente. Al rey lo apoyamos. Esperamos que sea capaz de manejar los elementos que pudieran socavar su régimen. Y vamos a trabajar con él para tratar de tener el control necesario de la situación durante este período de transición». Presidente Mao: «Sería bueno que el Mercado Común Europeo los aceptara. ¿Por qué no acepta la Comunidad Económica Europea a España y Portugal?». Presidente Ford: «Señor presidente, nosotros hemos exhortado a la alianza de la OTAN para que fuera más amigable incluso durante la dictadura de Franco. Y esperamos que con el nuevo rey España sea más aceptable para la alianza de la OTAN. Además creemos que la CEE debe ser sensible a los movimientos del gobierno español hacia la unidad con la Europa occidental en su conjunto. Vamos a trabajar en ambos sentidos tanto como nos sea posible». (Conversación entre Mao Zedong y Henry Kissinger; 2 de diciembre de 1975)
Como decía Ódena, también los carrillistas apoyaron abiertamente la idea de la integración de España en la Comunidad Económica Europea (CCE), actual Unión Europea (UE) desde 1972, he aquí un ejemplo:
«Consideramos que quienes se oponen al ingreso de España en la Comunidad Económica Europea dan la espalda a las conveniencias de un proceso democrático, progresista, en el seno de dicha Comunidad; a una construcción europea equilibrada, en la que Europa del Sur tenga el peso que le corresponda. El Partido Comunista de España, al preconizar el ingreso de España en la Comunidad Económica Europea, afirma su voluntad de transformar, al lado de las demás fuerzas de izquierda de Europa, el actual carácter de la comunidad, dominada por los grandes monopolios. Aspiramos a la Europa de los trabajadores, a la Europa de los pueblos: una Europa unida en los planos económico y político, que tenga una política propia, independiente; que no esté subordinada ni a los Estados Unidos ni a la Unión Soviética, pero que mantenga relaciones positivas con ambas potencias». (Partido Comunista de España; Resolución del IXº Congreso del Partido Comunista de España, 1978)
En la actualidad, en la cuestión de la UE, la mayoría de partidos oportunistas en el poder como el partido griego de SYRIZA es favorable a que su país participe en ella, y propone como antaño los eurocomunistas que debe cambiarse desde dentro en pro del socialismo a través del Parlamento Europeo. Para tal propósito SYRIZA se une a otros partidos de «izquierda» como Izquierda Unida y Podemos de España, el Partido de la Refundación Comunista en Italia –uno de los sucesores de mantener el Partido Comunista Italiano de Berlinguer– entre otros, formando el Partido de la Izquierda Europea en el Parlamento Europeo:
«Destacamos la necesidad y exigimos la reversión de la forma actual del proceso de integración europea, la revocación de la Euro zona y el concepto neoliberal en que se ha basado la moneda común, con el fin de volver a encontrarnos con el proyecto europeo en la dirección de la construcción y funcionamiento democráticos, la justicia social y el socialismo. A través del Partido de la Izquierda Europa, nuestra acción en el Parlamento Europeo y todos los foros europeos e internacionales, cooperamos con otras fuerzas de izquierda y construimos relaciones camaraderiles con las fuerzas políticas y movimientos sociales de varios países de Europa con los que compartimos ideas y prácticas». (SYRIZA; Resolución política del Iº Congreso de SYRIZA, 2013)
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